“¿Ahora mismo estamos rompiendo de verdad?
Oh, no, es solo una pequeña separación como prometimos.
Esta separación ya es demasiado para mí.
¿Por qué no he escuchado nada sobre ti?
Yo te amo.
Incluso si tengo que esperarte para siempre, está bien.”
Lost in love – Taeyeon&Tiffany
La noche se había adueñado de la ciudad.
La luna lucía imponente y brillante sobre el oscuro cielo mientras miles de estrellas centellaban con alegría. La ciudad estaba sumergida en una aparente calma. Pero esa calma, que solo podía agradecerse a la noche y al hecho de vivir en una de las zonas residenciales más costosas de Seúl, no podía tranquilizar a Jaejoong. Su mente, su corazón y su cuerpo se encontraban agitados, intranquilos, sumidos en una profunda desesperanza.
Mientras desordenaba sus castaños cabellos, se acurrucó en una de las esquinas de su amplio sofá, soltando furtivas lágrimas, las cuales no se dejaban ver a la luz del día, pero aparecían por las noches, cuando sueños intranquilos se agolpaban en su cabeza desde hace ya tres años.
Desde Hace tres año que Kim Jaejoong no podía tener una noche de paz.
Y se sentía tan estúpido.
Como un adolescente.
Cualquiera que escuchará el nombre de Kim Jaejoong, visualizaba a un chico de 27 años, radiante, alegre, chispeante, creativo, sofisticado, cercano con las personas que le agradaba, correcto, perfeccionista... Sexy. A su corta edad, tenía una reputación que todos envidiaban y una carrera que todos deseaban. Todas las firmas de arquitectos querían tenerle entre sus filas como diseñador.
Él era sin duda el mejor.
Sabía cómo ocupar cada espacio y dar vida a los lugares más lúgubres. Sabía lo que sus clientes querían. Sabía lo que no querían.
Vivía en una lujosa ciudad, en un lujoso barrio, en un lujoso departamento. Comía lujosa comida y bebía lujosos tragos. Vestía lujosa ropa y conducía un lujoso coche.
¡Su vida era brillante!
Pero ahí estaba, llorando como cada noche.
Y se seguía sintiendo estúpido.
Y nadie creería que era por amor.
Su corazón había sido atrapado a corta edad por uno de sus mejores amigos.
Jung Yunho era un chico con carisma, y Jaejoong no se libró de ello, y cayó enamorado de él. Y Para su sorpresa, y la de todos, Yunho correspondió sus sentimientos. Su noviazgo fue poco común. Aparte de ser un noviazgo chico-chico, ellos siempre tenían que andar a escondidas, sin que nadie los viera, solo ante sus amigos se permitían algo de libertad, pero siempre guardando un bajo perfil. Cuando entraron a la universidad, Jaejoong creyó que algo cambiaría, pero todo seguía igual, su noviazgo seguía en la clandestinidad. Y él no decía nada. ¿Qué podría decir? Amaba a Yunho más que su propia vida.
Una parte de él, sabía que tal vez debió ser más cauto, que debió protegerse a sí mismo, pero ya era tarde. Estaba genuinamente enamorado de Yunho.
Y Yunho también lo amaba, pero no lo suficiente para vencer y afrontar sus propios miedos. No lo suficiente para reconocerlo frente a los demás, no para hacerlo frente a su familia.
Tal vez por eso cuando la familia de Yunho se enteró de que mantenían un romance, Yunho quiso terminarlo todo. A pesar de haber sido cuidadosos, habían sido descubiertos. Y a pesar de que Jaejoong protestó, Yunho lo terminó.
Duraron así una semana, donde una herida a bala podía haber hecho sufrir menos a Jaejoong, y se volvieron a encontrar a escondidas. Ambos tenían un semblante horrible, como si hubieran vivido la peor semana de sus vidas. Pero ambos querían arreglar la situación. Y fue en aquel momento, encerrados en la habitación de un hotel barato, donde Yunho le pidió un año. Un año donde no tendrían contacto, donde Yunho podría terminar su carrera y cortar los lazos con su familia. Y entre dulces besos de abnegación, Jaejoong aceptó.
Jaejoong prometió paciencia y Yunho prometió volver.
Y de esa promesa ya habían pasado tres años.
Jaejoong esperó con paciencia, pero Yunho no volvió.
Jaejoong no sabía si estaba vivo o si estaba muerto, no sabía qué pasó, por qué no volvió, por qué lo dejó.
Pero aún le esperaba.
Y esperaba también una explicación.
Con cansancio se levantó de su cómodo sofá, sintiendo el sueño venir nuevamente; y antes de caer rendido por las lágrimas en cualquier lugar, prefería hacerlo en su cama.
Miró el reloj de pared para mirar la hora y calcular mentalmente las horas que le quedaban de sueño.
Ni siquiera su día comenzaba y ya quería que terminara.
Apenas el alba despuntara, debía levantarse y tomar el primer vuelo que lo llevara a la isla Jeju, para mirar unos complejos hoteleros, los cuales querían una remodelación en sus instalaciones, además de un proyecto para unas cabañas. Ciertamente, ese tipo de asuntos no eran su trabajo, pero el dueño de aquella cadena era muy amigo del jefe de su compañía y a él solo le tocaba acatar. Además, la paga era buena y un tiempo en aquella isla le vendría bien. Y tal vez conocía a alguien de una vez por toda y dejaba de llorar como la viuda de un militar muerto.
"Quizás"
Pensó para sí mientras se acomodaba en la cama soltando un pesado suspiro y sus rosados labios se abultaban en un pequeño puchero, lo cuales solo se hacían presente en su soledad o con sus amigos cercanos.
Si era honesto con él mismo, no quería conocer a nadie, su corazón ardía cada vez que pensaba en Yunho y aún se emocionaba al pensarle. No sabía si el amor por alguien ausente podía sobrevivir tanto tiempo y tantas lágrimas.
Tal vez su amor se alimentaba del anhelo que tenía por verle otra vez.
"Aparece, por favor"
Volvió a pensar mientras cerraba los ojos y se abraza a la almohada, dejando que el sueño lo venciera.
Cotinuará.