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It's Raining por InLo90

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Notas del fanfic:

Es un tipo raro de fic-canción... inspirado en la canción "It's Raining" del álbum de 2PM "Go Crazy"  

Notas del capitulo:

Cursiva: Primera voz


Normal: Segunda voz

 

Personajes Nichkhun y Wooyoung

Mi celular sonó y su foto se alumbró, aquella hermosa sonrisa que hacía iluminar su rostro hizo aparecer el mismo gesto en mí. No era extraño que me llamara últimamente, era como si hacerlo fuera su nuevo hobby, pero él no era tan calmado como yo ante estas situaciones y no importaba cuanto insistiera. Me prometí que seguiría ignorando sus intentos por hablar, que resistiría las ganas de verlo porque prefería hacerlo sufrir que sentir por mí mismo aquel dolor…

 

El cielo gris parecía acompañar mis pensamientos, colgué una vez más ante mi estúpido intento de buscarlo. Una hermosa secretaria interrumpió mi acto de masoquismo y con timidez me pasó una montaña de carpetas para revisar. Deje escapar un cansado suspiró cuando estas se acercaron a mí, era otra noche en la cual no podría ir a buscarlo, otro día más en que seguía huyendo de lo imposible…

 

Lo extrañaba, no podía negarlo. Ni siquiera el whiskey que me acompañaba lograba sacarlo de mi cabeza. Al contrario, parecía como si cada sorbo despertara en mi todas las memorias que había dejado marcadas en mi cuerpo: Sus caricias, el sabor de sus besos, el calor de su abrazo… Miré la hora y vi que era la 1:00 am. Sabía que debía estar trabajando, esa era su forma de ahuyentar el dolor. Por alguna razón no pude contener mis lágrimas, no soportaba el pensar que lo hacía sufrir…

 

La foto de los dos sonriendo en lo más alto de la torre de Namsan seguía siendo mi fondo de pantalla. ¿Cómo olvidar ese momento? Fue ahí donde me susurró aquella promesa de amor en la cual todavía creía con todo mi estúpido ser. Cerré con lentitud la última carpeta, ya eran las 2:00 am y lo único que mi cuerpo deseaba era estar entre sus brazos, disfrutando la forma en que su colonia era capaz de embriagar mi ser hasta los mejores sueños. Esa noche solo tuve pesadillas…

 

Tenía frío, el clima del otoño parecía estar llamando con todas sus fuerzas al invierno. El viento parecía colarse entre las ventanas inundando con su helada presencia el apartamento; ocupando el espacio que antes le pertenecía a él: La persona que siempre había estado a mi lado para protegerme de su feroz ataque. Fue hasta estos días que noté el gran vació en este lugar sin su presencia. Tomé fuerzas para dormir porque tenía que acostumbrarme a este sentimiento, al menos hasta que sus recuerdos dejen de calentar mi alma en la fría noche…

 

No parecía de día, las nubes grises ocultaban toda la luz del sol. Después de cuatro horas de sueño y según mi rutina; lo único que podía despertarme era una gran taza de café. Pero la cafeína no dio el mismo efecto que antes, mis energías no estaban recargadas y el dolor punzante seguía ahí. Tal vez lo que alumbraba mi día no era esta bebida pero si su dulce voz levantándome cada mañana, sus dedos acariciando mi pelo, su mirada junto a la mía… Sonreí al notar mi descubrimiento, pero eso solo empeoraba todo…

 

Estaba en la entrada del edificio preparado para continuar con mi solemne rutina. El tono de mi celular se alumbro junto a su foto. Amaba a esa melodía tanto como a él: la toco para mí como regalo de cumpleaños meses atrás. Antes de que de la forma más cursi posible me entregará todo de él. Esa noche estaría grabada en nuestra piel para siempre. Mis manos temblaron ante aquel recuerdo e incapaz de soportarlo más acaricié su foto y contesté…

 

Mi corazón dio un salto al escucharlo en el otro lado, solo con un “hola” supe que estaba sufriendo como yo, debí haber parecido un idiota al no responder inmediatamente. Tanto tiempo añorando su voz y me quedé sin palabras. No podía actuar normal, quería gritarle por hacerme sufrir por tanto tiempo, quería decirle cuanto lo necesitaba, pero no era el momento para ninguna de esas palabras. “Necesitamos hablar” susurré dándome por vencido. Hubo un largo silencio en el que pude escuchar su respiración. Un “Si” me sacó de mi estado pero ninguno de los dos se atrevió a colgar…

 

Encendí  las luces de mi apartamento y dejé sobre la mesa un café, un mocha, un capuchino, galletas de vainilla y helado. Como un estúpido compré todo lo que él más amaba de nuestro lugar preferido: El viejo café a la vuelta de la esquina donde nuestra historia había comenzado; nuestro primer beso,  nuestra confesión de amor, nuestra primera pelea y la última. Lo conocía tan bien que sabía que sabía que nuestra cobardía no nos dejaría darle un punto final en aquel lugar, pero lo suficientemente idiotas para hacerlo en el lugar más cerca…

 

Dos de la mañana de nuevo, otra vez mi trabajo se interponía en mis objetivos, en mi vida, en mi todo. Con mi corazón latiendo con fuerza aceleré lo más que pude cuidando del postre de fresa que tanto adoraba y con el cual lo sorprendí en nuestro aniversario. Los minutos seguían corriendo y mi impaciencia aumentando, pero no perdí las esperanzas. Porque nada me impediría verlo, después de su voz mi mente exigía verlo. Frené en seco y un ciclista me maldijo mientras intentaba mantener la calma, pero al no ser capaz de concentrarme en algo más que él, dejé el carro y corrí hacía él…

 

Mi corazón latía rápidamente mientras giraba la perilla. No sabía si en verdad estaba listo para este momento, mis manos temblaban, el nudo en mi garganta se hacía más grande, el tiempo se detuvo y nada más existió cuando su rostro apareció frente a mí; de su cabello oscuro caían gotas que resbalaban por sus pálidas mejillas. Su respiración agitada dejaba salir un humo cálido y en sus manos llevaba con cuidado una pequeña caja que reconocí al instante. “Está lloviendo” dijo en suspiro. Sus ojos se encontraron con los míos y supe que no todas las gotas de su cuerpo provenían de la lluvia…

 

Las gotas de lluvia golpeaban con fuerza contra la ventana. Una acolchada toalla rodeaba mi cuello y él estaba frente a mí mirándome fijamente. Aquellos ojos cafés decían tanto:  sus sentimientos no habían cambiado pese a mis intentos de alejarlo. Él sabía que había llorado y que también mi orgullo me impediría hacerlo frente a él. Retuve toda mi tristeza esperando a que mi fuerza no se quebrara. Ambos estábamos en silencio, un dulce aroma a café llenó mis sentidos “No puedes irte con esta lluvia” comentó en voz tenue y agradecí que fuera así…

 

Era un castigo el no poder encontrar las palabras para expresar todo lo que sentía en ese momento, era una maldición tener que callar lo que tanto deseaba gritar. La muerte, el hecho de tener que estar quieto ante su cuerpo tembloroso por el frio, una agonía no poder apaciguar su sufrimiento. Mire hacía las ventanas empañadas y deseé que nunca dejará de llover porque solo el tenerlo aquí me era suficiente…

 

No te puedo abrazar, no te puedo besar, nuestros corazones laten al unísono pero parece que cualquier esperanza de ser feliz fue opacada igual que el sol de estas mañanas. Si supieras cuanto te he extrañado, si solo tuvieras el mínimo indicio de cuanta vida me daba tu mirada después de vivir semanas en el limbo. La suave melodía de la lluvia hacía eco en mi interior, acompañando nuestro dolor…

 

Incluso en la oscuridad de la noche era capaz de ver las sonrisas que me dedicabas. Ahora, esa luz se ha esfumado y mi temor de verte desaparecer junto a la lluvia aumenta con cada segundo igual que el frio que nos separa. Es imposible dejarte ir, no soy tan fuerte como pensaba y ahora incapaz de contener mi llanto acompaño con mis lágrimas la tormenta del exterior…

 

Los truenos expresan la furia en mi interior. Al verte llorar, el orgullo que me invade desaparece lentamente. Me quiebra totalmente y no pudo hacer otra cosa que ir a abrazarte tan fuerte como mi cuerpo lo pide. Me sentí un monstruo al aprovechar tu debilidad para saciar mi egoísmo, por alegrarme de tus dolor que nos acercó. Daba lastima tener que aferrarme a tu tristeza para no dejarte, pero si esa era la única forma de tenerte a mi lado no me importaba…

 

Me siento incapaz de para las lágrimas que ruedan por mi rostro. Silenciosas gotas que al igual que la lluvia deseo no se detengan porque solo así soy capaz de tenerte en mis brazos, de aferrarme a o imposible como me prometí jamás haría. Pero tengo miedo de que te vayas si no lucho hasta el último momento con todo lo que tiene mi ser. Te odio ¿Por qué me hieres de esa forma? ¿Por qué me llamaste? ¿Por qué me haces desear lo imposible?

 

La lluvia dejó su fuerte golpeteo contra la ventana haciendo que el corazón de ambos se detuviera por un segundo. Las silenciosas gotas seguían cayendo de ambos chicos y ninguno fue capaz de dejar el abrazo del otro. Pese a que la lluvia seguía su curso, la tormenta no había cesado en aquella sala donde el frio de un adiós unía con más fuerza los dos corazones que sabían que al amanecer tendrían que separarse.

 


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