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Words por Hon no inku to tsuki no hana

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Notas del capitulo: Gb24;:yyyyyyyyyyyyyyyyy aquí está el segundo shot!!!! Que se disfrute!!!!
« ¿Por qué será? Todas esas veces que siempre intenté decirte cuanto te amo, cuanto deseo tocar tu piel, cuanto anhelo notar tus labios, cuanto te añoro cuando no te veo... Todas esas veces, mis palabras se atragantan en mi garganta y no quieren salir... Ahogándome. ¿Por qué será?»

Tsunayoshi se pasó todas las clases mirando distraído por la ventana, pensando, como muchas veces, cómo podría declararse a la persona culpable de que esté suspirando y perdiendo esa clase la cual debería atender ya que, si atendiendo saca mucho menos que la media ya ni te imaginas sin atender.
«Ahora que lo pienso, hoy es 14 de Febrero... Espera.... ¿¡¿¡14 de Febrero?!?! ¿¡¿¡¡Hoy es san Valentín!?!?....Podría aprovechar el receso y.... Creo que en la cafetería venden un poco de chocolate.... Pero se me ha olvidado la cartera... Odio hacer eso, pero supongo que les pediré prestado un poco a Gokudera y a Yamamoto... Sí. Con eso espero que sirva... »
El timbre que señalaba el receso despertó a Tsuna, que por una vez en su vida, creó un plan medianamente bueno.
Momentos después, llegaron a su salón su mano derecha y el idiota del béisbol, siendo tan ruidosos como siempre.
-Buenos días Décimo.
- Hi Tsuna.
-Hola Gokudera, Hola Yamamoto. ¿Podría pediros un favor?
-Lo que sea por usted, Décimo.
- ¿podríais dejarme un poco de dinero para comprarme un bocadillo? Se me ha olvidado mi cartera. 
- por supuesto. Tome esto.
- a mí me ha sobrado esto de mi bocadillo. 
- ¡Gracias! Por cierto, no podré almorzar con vosotros. Tengo unas cosas que hacer en el comité disciplinario.

-no pasa nada decimo, nos veremos a la salida.

- adiós tsuna.

-gracias otra vez con el dinero, cuando pueda os lo regresare. ¡¡Adiós!!

Aceleró el paso para asegurarse que aún quedaban chocolates en la cafetería, no sin antes caerse unas pocas veces,  y, justo cuando llegó, quedaba el último chocolate.

« ¡Sí! Menos mal que me apuré. Ahora solo queda ir al comité disciplinario y que ahí esté Hibari…»

El moreno parecía desear con todo su corazón que fueran los únicos de esa escuela, de esa ciudad, de ese continente, de todo el mundo… aunque despertó de sus sueños cuando vio a hibari rodeado de una avalancha de chicas en la puerta de la habitación que se dirigía. Escondió los chocolates en su espalda para que la afilada mirada del azabache no se diera cuenta. El alto le hizo una seña de que viniera, pero cuando iba a pasar entre toda esa multitud, fue empujado, a lo que Kyoya reaccionó tirándole del brazo hacia sí y atrapándolo en su pecho, mirando con furia a toda esas chicas que huyeron cobardemente. Cuando meno se lo esperaba, el ojimiel se encontraba siendo abrazado por la persona por la que había perdido su cabeza, sonrojándose hasta las orejas casi de inmediato. Cuando solo quedaron ellos dos, el azabache lo jalo del brazo desde el interior de la habitación del comité de disciplina, cerrando la puerta de inmediato.

-herbívoro. ¿Para qué viniste? Es el peor de los días para lo que sea que quieras.

Se veía que el chico estaba muy enojado. Tsuna no le culpaba. Después de todo, el odiaba las multitudes. Pero hoy sería el día. El día en el que se confesaría a él, ya no le importaba si lo rechazaba, solo quería poder quitarse por fin ese peso de encima.

-emm… Hibari-san… yo… hacia ti… tu… ehmm… esto…-Tsuna cada vez que pronunciaba una sola palabra se ponía más y más nervioso. No sabía qué hacer. Pareciera que todo lo que había pensado emn decirle había desaparecido de su cabeza y su mente se hubiera vuelto en blanco- y-yo… ha-hacia ti…

- herbívoro, dilo de una maldita vez o te morderé hasta la muerte.

Ese comentario de Hibari puso más nervioso a nuestro pobre protagonista, que ya le daba vueltas su cabeza.

-t-tú…t-tú…

- ¿¿¡¡YO QU…?!!?

El pequeño cerró los ojos que estaban en dirección al suelo y estiraba las manos con el chocolate en forma de un pequeño corazón. Esas dos palabras que no pudo decir, desencadenaron un increíble sonrojo en Tsuna, mientras que en el rostro del otro apareció una increíble sonrisa maléfica. (wow! Una sonrisa en hibari! Eso primero lo veo y luego me lo creo…). El azabache recogió el chocolate del chico, dándole pequeños bocados hasta que, cuando sólo le quedaba un pequeño pedacito, se lo llevó a la boca, levantó el mentón del ruborizado chico y se lo pasó en un húmedo beso.

-Te tardaste mucho en confesarte, hervíboro.

« ¿Por qué será? Todas esas veces que siempre intenté decirte cuanto te amo, cuanto deseo tocar tu piel, cuanto anhelo notar tus labios, cuanto te añoro cuando no te veo... Todas esas veces, mis palabras se atragantan en mi garganta y no quieren salir... Ahogándome. ¿Por qué será, que sin decirlas, las escuchaste?... realmente soy muy malo en este tipo de cosas…»

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