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Blind Lambs por sleeping god

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Notas del capitulo:

Me parece que con otros dos capìtulos llegará a su fin, espero les guste.

La primera discusión. Eso pone a prueba una relación.

Qué curioso. No recuerdo que mamá discutiera con papá nunca.

Quizá, solo quizá, las excelentes relaciones nunca discuten. O pueden ser las más enfermas.

-¡¿Qué significó esa cara que hiciste?!

-Van a escucharnos.

-¡No me importa!

-Ichigo…

Cierra la puerta. Parece cerrarse más conmigo.

-No te atrevas—le digo cuando abre la boca. Se le notaba tan dispuesto a mentir.

Suspira. Malditos Jagerjaquez. Malditos suspiros. Malditos resignados.

-Ahora somos amantes—me dice con una mueca de odio. Parece que nunca le gustará que lo arrincone—Está bien, lo acepto ¿Quién podría reclamarnos? Somos unos extraños que obligaron a vivir juntos pretendiendo ser hermanos pero que se enamoraron, fin de la historia, nadie es culpable—ha comenzado a caminar en círculos.

Van a escucharnos.

-Nadie es culpable—repite. Deja de caminar.

Nadie nos escuchará.

-Pero… si se casan. No solo seriamos dos extraños, seriamos dos extraños que entienden que sus padres están casos, que dejan de ser él y ella, que son esposa y esposo, mamá y papá… que están unidos. Que somos hermanos. Que ahora, ante todos, somos hermanos.

-Eso tampoco es nuestra culpa.

-Y no digo que lo sea. Será de ellos. Ellos se casaron sin ver que sus hijos se amaban. Ellos se casaran con sus hijos amándose. Ellos sufrirán las consecuencias de una sociedad que dirá que somos hermanos y amantes… somos unos monstruos producto de ellos. Unos monstruos… sin culpa alguna.

Se ha sentado. No ha pasado nada y ya le ha cansado la carga.

Me siento a su lado. Le acaricio el rostro. Me mira a los ojos surcando la tempestad de la realidad.

Le beso con la puerta cerrada, los oídos sordos y el corazón en pause.

Así será, tendré que amarlo medio ardiendo medio oscuro.

Cuanto duele estar amando lo destinado a morir.

-Sin embargo—frunce el seño y me toma de la mano—Vamos.

Bajamos las escaleras, soltándonos segundos antes de ser vistos por ella. Creo desarrollaremos músculos y nervios incógnitos.

-Madre—la llama.

Ella teme tanto a su hijo.

Le agarro de la manga queriendo que no le reclame.

Aunque sea justificado.

Somos monstruos sin culpa.

-Tranquilo.

Le suelto.

La mira pero sin odio, sin culparla ni juzgarla. En síntesis, con amor.

-No me has dicho todo ¿verdad? Sabías que no había nada peor que casarte sin pasar al menos un año de la muerte de papá pero lo estás haciendo así que dímelo, por favor, la verdad completa.

Cuando mamá murió vi en su rostro toda su historia, lo dicho y lo susurrado por su alma, hasta lo que su sombra escribía en las tinieblas, hasta ese día la entendí como ellos se comprenden.

Haber visto morir a un esposo y padre debe hacer eso, unirlos y odiarse.

La familiaridad engendra desprecio, también.

Una parte de él la odia y esa parte me ama.

-No llores—le pido a ella. Las lagrimas de los Jagerjaquez tan fáciles de provocar.

Malditas lágrimas.

-No… está bien, Ichigo. Tiene razón…

Mi padre.

-¿Qué pasa?

Interrumpes un lazo que no tenemos. Quise decirle eso. Nuestra relación tan llena de discusiones parece buena por fuera y por dentro está tan indiferente. La de ellos está en tela de juicio al exterior todo el tiempo y dentro la critica la llena de amor.

Les tengo envidia.

-Nada, querido. Solo hablo con mi hijo.

Parece reconocerse como un extraño a la esfera paternal.

-Vamos Ichigo—me llama.

-No. Ichigo, quédate—me ordena y con mas desobediencia de la planeaba me di la vuelta y me pegue a su cuerpo.

Quizá la escuchen, lo vean y hasta lo huelan.

Se va mi padre.

Tienen los sentidos atrofiados.

-Isshin me pidió matrimonio después de saber que… que tendremos un hijo.

Mi Grimmjow sonríe, su boca parece victoriosa no por la noticia sino por tener la razón, por aun tener esa conexión con su madre.

-Entiendo—susurra.

-Grimmjow.

-Está bien, madre. Está bien—me mira y susurra con su alma “Igualmente ya me has roto el corazón antes”.

Su madre… parece ser su amante.

Celos.

 

Subimos.

Nuestros pies en el mismo tempo, tras nuestro corazón, trotan, caminan y corren sin alcanzarlo.

Llegamos al cuarto y sonríe con lágrimas.

-¿Podrás soportarlo?

Vacilo. No, no puedo fingir mi vida entera. No lo veo como un ser horrible y en sus ojos, esa sombra, aun menos sin culpa.

-Tienes que hacerlo, por favor… por favor.

Dolerá.

Dolerá.

Dolerá que nos barran la esperanza.

-Lo haré. Estaremos bien.

-Haremos lo mejor posible el uno por el otro para que no duela—no duela tanto.

Tanto.

¿Quién mide el dolor? ¿No duele y ya? ¿Y ya?

 

Ella adorna sus ojos con el espacio. Profundo negro para una nebulosa azul. Pinta su belleza, la alza, la rebela. Es hermosa.

Mamá naturalmente brillaba en la luz, como una luna por el sol. Tenue, casi invisible y por lo mismo una belleza exótica.

Pareciera un fondo blanco con tinta, una película en blanco y negro que para hacerse dramática muestra los rojos sangrientos con éxtasis, sin embargo es verde y crea algo espectacular… excitante. Lo admito, ese chico es hermoso.

Maldito… Grimmjow.

No puedo entrar a la habitación, está cerrada con seguro de novios celosos. Tiene razón, si pudiera entrar habría destrozado al niño bonito que trajo, que me presentó, que subió al cuarto cuando salieron todos menos yo, que seguramente tumbó en la cama y comenzó a hacerle el amor.

Maldito Grimmjow.

En el silencio del sexo (no hay tal), escucho un golpe, pensé que era una nalgada pero fue una bofetada con el gruñido de Grimmjow.

-Imbécil, lastimas—susurra el chico de verdes ojos.

-Dime más, dime que más hago mal. Dime cómo y por qué te lastimo o no te gusta.

-Estás enfermo.

-Sí.

Continúan.

A la media hora se alejan de la lujuria y salen como cliente y empleado, al parecer bien empleado pues se mueve con dolor.

-¿Qué fue eso?

Parece que mi voz no está tatuada con odio, con ese maldito Grimmjow.

No pienso nada malo.

Mi monstruo sin culpa.

-Me lo cogí para saber cómo hacerlo sin herirte. Debo seguir practicando. Seguiré haciéndolo.

Me besa.

Infidelidad leal. Que bello termino en una relación donde creemos gritar cuando nos llamamos por nuestros nombres en nuestra propia casa.

-Debería hacer lo mismo—comento.

Afirma.

-¿Has cambiado de idea sobre ser el primero?

-Yo no quiero verte sufrir. Seré el primero en causarte el placer de hacer el amor, no de ser un pene. Busca alguien que la tenga pequeña y ve subiendo hasta que me necesites.

Afirmo.

 

El primero fue un compañero de clases, jodimos en la misma cama que Grimmjow con ese bello ser, dolió muchísimo a pesar de ser el que más pequeña la tenía en la clase de gimnasia. Le insulte y eche después.

Solo un minuto me sentí sucio e infiel, después recordé que era un monstruo sin culpa.

Y Grimmjow pensó lo mismo mientras le contaba cómo fue mi primera relación sexual.

 

Ir subiendo, eso hice, seguí su consejo.

Uno y uno. El traía a un niño, un adulto o la media entre ambos y los jodía cuando estábamos solo los dos.Les escuchaba y siempre había llanto y gritos. Grimmjow era malo en el sexo con hombres. Siempre que salían miraba con indiferencia al sujeto y con tristeza a mí. Necesitaba mejorar, debía seguir cogiendo con otros.

Por mi parte me pareció más sencillo. Seguir subiendo y subiendo. Lo difícil era, después de una cierta medida, encontrar algo más grande siendo Grimmjow sencillamente más  dotado.Un amigo me ayudo.

Ahí caí en la cuenta más grave de la culpa.

Lo disfruté. Le golpee en el rostro y le pedí me dejara, no lo hizo hasta terminar.

Vergüenza, culpa y placer.

-¿Qué pasa, Ichigo?—me pregunto cuando en vez de salir el individuo y yo, solo salió el.

Qué vergüenza, Grimmjow.

-¿Te ha dolido otra vez?

Que culpa, Grimmjow.

-No.

Pero… que placentero fue, Grimmjow. Por eso, tengo culpa y vergüenza.

-¿Entonces?

-Me gustó.

-Yo sería el primero en darte placer.

¿Cuál será el rostro de un Jagerjaquez enojado?

He de verlo.

Es atrayente, como todo que sea Jagerjaquez.

-Intente pararlo pero no me dejó.

-¿Te violó? ¿Eso dices? ¿Te justificas?

¿Qué ha violado ese hombre? No fue el cuerpo, no fue mi mente, tampoco mi ética ni mi amor.

Fue a Grimmjow.

-Ya puedo contigo—le digo queriendo algo de compasión en sus ojos neutros. Así mira a los demás, no a mí.

La ley hielo es real en su azul.

-Me has herido, Ichigo.

-¿Cómo puedo compensarte?

Me levanto de la cama.

Recorre mi cuerpo con sus palmas.

Es el mismo placer.

De mi cintura a la nuca, de la nuca a mis genitales.

-Me has herido—repite con sus labios tan cerca—Quieres compensarme, dices.

Debo de. Sus manos son mejores pero el placer, el maldito placer es innegable.

-Tengo que herirte para compensarme.

Y no quiero. El tampoco.

Pero debemos de.

-¿Cómo te lastimaría, Ichigo?

Le abrazo, pegando su erección a la mía.

-Igual que yo a ti. Pero Grimmjow, no te excedas, podrías enamorar al otro.

Afirma.

Me tumba en la cama para besarme con sus manos en mis nalgas. Después solo juega mientras llama a alguien y le pide venir a coger.

Cuelga.

-Te amo—le digo como ruego a que perdone mi impertinencia y mi deseo carnal.

Fue incontrolable.

No fue mi culpa.

Perdóname.

Y el tiempo corre.

-Lo siento, Ichigo. También te amo.

Pero primero lo siente.

-No tienes que hacerlo—le abrazo con fuerza y masajeo el miembro final. Mi copa. Mi meta.

Mi Grimmjow. Mío.

-Mírame. Entiéndelo como yo lo he entendido. Te amo y por eso lo hago.

Tocan la puerta. Me deja para ir a abrir y al ver su espalda el dolor es tan intenso que comprendo. Se ha roto la idea tan frágil de la humanidad del amor.

Lo entiendo.

Toda acción hecha con amor, incluso la evitación de celos y odio compensado con dolor e infidelidad, es correcta.

Qué cosa más pura.

Pude llorar solo con los gemidos de gusto de Grimmjow con ese chico de ojos verdes. Llore fuertemente detrás de la puerta y parecía eso excitarlo.

Fueron dos horas.

Sacó al chico cargando, lo abrazaba y besaba. Lo dejó en un taxi y luego me sonrió.

Estamos listos.

Creo que nunca lo ame tanto como hoy.

 

En sus manos me dolió tanto el corazón, también donde me sujetaba con fuerza, clavando sus dedos hasta abrirme la piel así como su miembro martirizando mi interior.

Pude y desee morir en sus brazos y en su sonrisa a darme lo que prometió.

No hay crueldad si es con amor.

No hay odio.

No están él y ella. No en nuestra mente.

-Chicos, bajen a cenar.

Pero nunca dejarán de existir.

Suelta mi mano y en falsa sonrisa se consuela.

Maldita… sea.

 

Hay fotos de mamá embarazada, de mí o de mis hermanas es un misterio, pero lucia radiante y preciosa, como si estuviera destinada a cargar un bebé en sus entrañas, cerca de su corazón.

Ella tiene la cualidad de un Jagerjaquez, apenas verse gorda y cuando eso pasa luce sensual. Sigue atrayendo miles de miradas con orden erótico que no le molestan.

Egocentrista.

 

Nos ha preguntado cómo podríamos llamar a nuestro hermano o hermana.

Ninguno se ha entusiasmado más que mis hermanas.

Un nombre para un hermano dado por sus hermanos. Hermanos que tienen sexo en las noches solitarias y luminosas.

Nos amamos.

Nombre.

-¿No se te ocurre ninguno, Grimmjow?—le pregunta mi padre pues ni la mira.

Se levanta.

-Me gusta el nombre de Ichigo.

Esos leves comentarios, única forma de darnos a entender algo entre los oídos sordos.

-¿Cómo una fruta, mi Grimm?—dice ella y sonríe.

Él quita su mueca por la de ella. Se la han robado.

 

Y al nacer me ha robado algo a mí. Nada físico, es idéntico a ella, es decir, hermoso. Ojos intensos azules y cabello negro. Pero me ha robado un recién nacido; Grimmjow lo ha visto y ha percibido algo de mí en él pues su ser se ha ablandado a quien prometió no tratar jamás y ahora lo carga.

Maldito mentiroso.

-Kiichigo—le llama entre risas del recién nacido.

Me lo pone en los brazos y acaricia mi cabello. Me ordena no maldecirlo.

-Somos monstruos sin culpa. Monstruos pero no malvados, el niño no tiene la culpa.

Cierto. Somos feos pero no crueles.

Mi hermanito.

 

Le queremos, todos, el niño crece y nosotros si empezamos a acostumbrarnos a estar ocultos hacemos algo para que nos incomode. Debe seguir doliendo aunque sea un poco para recordarnos que no es malo pero está prohibido.

 

Estamos solos, así que somos amantes.

Me le lanzo encima y caemos en el sillón, a un lado de Kiichigo que cayó dormido después de ver una caricatura.

Tiene dos años.

Nosotros tres años y 4 meses de esto.

-No tardan en llegar—me dice y luego me besa con pasión.

No tardan.

El tiempo corre.

Se agota.

¿Podría rendirse? ¿o podré vencerlo?

Uno más con sus manos bajo mi ropa para que no se dude de nuestra relación.

-Te amo—confirmatorio.

-¿Qué hacen?

Confirmatorio de amantes y hermanos, vistos por unos ojos azules diferentes de otro hermano, uno que sabe que eso somos.

¿Es ahora un monstruo culpable, Grimmjow? ¿O será un monstruo cuando nos acuse?

 

 

Notas finales:

Gracias por leer.


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