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More opportunities por RiSaNa_Ho

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Notas del fanfic:

Esto es  para una ocasión especial (?) :3

Es un pequeño one-shot que forma parte de "La edad de oro SasuNaru" que organizó Takaita Hiwatari :)

Espero que les guste n.n

Notas del capitulo:

Disclaimer: Los personajes son de Kishitroll, sólo la historia me pertenece. Y está dedicada especialmente para "La edad de oro SasuNaru" que organizó Takaita Hiwatari :)


 

More opportunities

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By Risana Ho

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…oooO*Oooo…

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—¡Aficionados, estamos a punto de terminar el encuentro, vamos por la novena entrada! ¡Y es el turno de Namikaze para lanzar!

Los gritos de la gente en las gradas lo ensordecieron por un segundo. Una sonrisa apareció en sus labios ante el escandaloso apoyo, el ánimo que le transmitieron fue único. Otros jugadores pensaban que dicho barullo era una gran distracción, pero él no. Vivía su sueño hecho realidad. En el Tokyo Dome más de cuarenta mil espectadores coreaban su nombre a la espera de su mejor lanzamiento. Ansió mucho por ese día; allí, vistiendo el número siete, a unos minutos de hacer historia en la Nippon Professional Baseball.

¡Naruto!

¡Namikaze! ¡Naruto! ¡Namikaze!

Las personas gritaban más y más fuerte. Emocionado, acomodó su gorra, apretó la bola y estiró el brazo. Buscó la mejor posición sobre el montículo, a un segundo listo para lanzar.

¡NARUTO!

Ese último grito le pareció bastante conocido. Un minuto, ¿dónde lo había escuchado antes?

—¡NARUTO, DESPIERTA!

Naruto Namikaze dio un brinco en su silla, cayó a un lado y terminó dándose un sentón en el suelo, llevándose consigo parte de los papeles y unas cuantas carpetas de su escritorio. Algunos lapiceros tuvieron la misma suerte y rebotaron en su cabeza. Era un desastre total. Desde su posición en el piso miró unos familiares Adidas grises, sabía perfectamente a quién pertenecían, alzó lentamente la vista y no le sorprendió encontrarse a Kakashi Hatake, él mantenía una expresión cansada –lo sabía por la parte libre que dejaba su bufanda– y estaba cruzado de brazos. El hombre mayor negó con la cabeza cuando intentó levantar las carpetas y a sí mismo. Naruto sonrió satisfecho al poner las cosas en su lugar, sacudió su pantalón y volvió a sentarse, como si minutos antes no hubiese estado metido en un caos.

—¿Qué te trae por mi humilde y triste cubículo, Kakashi?

—En serio, Naruto, ¿cuántas veces van que te encuentro durmiendo? Dime por qué no te he despedido.

Kakashi le arrancó un post-its naranja de la frente, contemplándolo con poco interés. Naruto sobó la zona sin dejar de sonreír e inconscientemente cerró y abrió su mano derecha varias veces. Si Hatake advirtió aquel gesto que delataba los sueños de Naruto, no lo mencionó.

—¿Porque me quieres mucho y soy el mejor?

—Ja, ja, ja, eres tan gracioso. Debiste convertirte en comediante en lugar de fotógrafo, habrías ganado mucho dinero —rió y ocupó asiento en la silla frente al escritorio—. Dejando las bromas, tengo trabajo para ti. Revisa esto y dime que puedes hacerlo a tiempo.

Hatake le entregó una carpeta beige con muchos papeles que, de sólo contarlos, le dieron dolor de cabeza. Apreciaba a su jefe, pero debía entender que la lectura de documentos aburridos no figuraba dentro de sus pasiones.

Aun así le encantaba su trabajo.

La revista Konoha Sport contaba con tres años de haber salido al mercado, y poco a poco sobresalía entre las demás. Los artículos exclusivos, las atractivas portadas y el contenido interesante, hacían que sus fieles lectores la siguieran mes a mes. Konoha demostraba que algún día se convertiría en una gran empresa reconocida. Sus fundadores eran Kakashi Hatake e Iruka Umino. Cierto, los conocía a ambos desde pequeño, pero él no entró a la editorial por nepotismo. Naruto trabajó duro desde la universidad, ejerció una corta temporada en una editorial de Nagoya para obtener experiencia y al final solicitó un puesto en Konoha sin la influencia de nadie. Pero en ocasiones, como esa mañana, parecía un verdadero irresponsable por quedarse dormido en su escritorio en lugar de empezar a ejercer al cien por ciento. Aunque nadie podía reclamarle, su desempeño profesional hablaba por sí solo; cada fotografía capturada en las portadas y las imágenes que acompañaban los reportajes conseguían una excelente crítica. ¿Quién hubiese pensado que sería bueno en algo más, y no únicamente en el béisbol?

—¿Podrías resumírmelo?

Kakashi dejó escapar un suspiro y le arrebató la carpeta. Los gestos suplicantes de Naruto siempre lo convencían.

—Esta mañana me llegó la confirmación de un evento importante de los Yumiuri Gigats para su próxima participación en la Liga Central de la NPB (Nippon Professional Baseball), estamos invitados a la presentación de su nuevo bateador de la temporada; Sasuke Uchiha —sonrió satisfecho—. No solo eso, estuve hablando con su representante, e Itachi aceptó que Sasuke diera una entrevista exclusiva a nuestra revista. Ino será la entrevistadora y quiero que tú la acompañes. Las fotografías de la portada quedarán a tu cargo.

Naruto arrugó la nariz y su sonrisa desapareció. Esperaba que una grieta apareciera, se lo tragara y lo arrojara al otro lado del mundo. ¿Sasuke Uchiha? ¡Genial! Nada mejor para comenzar bien la semana que tratar con un tipo al que no deseaba encontrarse. El asunto le desagradó por completo. Evidentemente Sasuke Uchiha fue el mejor bateador de la temporada pasada, había sido descubierto por un cazatalentos de Estados Unidos y de ahí despuntó su carrera en Japón con los Yokohama DeNA BayStars. Poseía una técnica muy buena y un talento sorprendente con el bate. Pocas entrevistas figuraban en su historial a revistas importantes del medio deportivo, y tener un reportaje en Konoha Sport sería una oportunidad de oro. Sin embargo, no todo era un "lecho de rosas", su pasado arruinaba las circunstancias. Ambos habían asistido a la misma preparatoria y fueron novios por un año que no acabó bien. Lo había vuelto a encontrar dos años después en Yokohama por cuestiones de trabajo r10;él como corresponsal deportivo y Sasuke como jugador de los BayStarsr10;, el final no fue precisamente una despedida conmovedora y feliz. De hecho, ni siquiera hubo despedida; un minuto estaba dentro de un bar bebiendo una copa, y al otro revolcándose en una cama de hotel con Sasuke. Casi le dio un infarto al despertar desnudo junto al cuerpo del pelinegro. Y si no fuera suficiente estuvo a punto de ser descubierto por la prometida de Uchiha. Había salido sigilosamente del cuarto para evitar problemas, esperando olvidar el encuentro. ¡Naruto no quedaría como plato de segunda mesa! Algo le decía que fue una venganza de Sasuke por su repentino rompimiento en preparatoria, aunque sólo eran sus conclusiones. Deseó borrarlo. El resto de los partidos tuvo la buena suerte de no topárselo. Y luego de esa temporada en Yokohama no estaba en sus planes encontrárselo nuevamente. Nunca. Jamás. No. Caso cerrado.

—¡No puedo ayudar a Ino! Acabo de recordar que voy a ir con Shikamaru a Osaka, el torneo de shougi comenzará en unos días.

Una pésima mentira. Kakashi lo sabía.

—Chouji acompañará a Shikamaru, tú mismo dijiste que te aburrían estos torneos. —Hatake entrecerró los ojos—. Además, Kiba me contó algo interesante; dijo que Sasuke y tú fueron a la misma escuela y estuvieron juntos en el torneo del año pasado.

¡Maldito Kiba y su boca suelta! Ahora no tendría más excusas.

—Es cierto, pero Sasuke es un amargado. ¡Éramos enemigos! Siempre fuimos rivales. No aceptará que yo esté a su lado robándole su aire, te lo aseguro-ttebayo.

—Esto es trabajo.

—Y él es un idiota con aires de grandeza.

Algo no andaba bien. Naruto nunca ponía tantas excusas en su labor.

—¿Qué escondes? ¿Por qué muchos peros? —Naruto se enterró en el asiento sin dar señales de querer responder. Kakashi tampoco lo obligaría, aunque debía entender que era una ocasión especial y tendría que comportarse como un profesional—. Está bien, no quiero saber, son tus asuntos. Pero irás por obligación, cero quejas y reclamos.

Eso no terminaría nada bien. ¿O sí?

La fecha de la rueda de prensa llegó y él no encontró excusas para zafarse del compromiso. El lugar de reunión sería en el Centro Deportivo Bunkyo. El complejo contaba con salas de conferencias, auditorios y canchas de entrenamiento de básquetbol, béisbol, fútbol y vóleibol. También disponía de vestuarios y áreas verdes. La conferencia tendría lugar en la sala central, la más grande del edificio. Los reporteros presentes pronto tomarían sus posiciones para la hora acordada.

Naruto revisó una vez más su atuendo y quiso salir corriendo. ¿Por qué tenía que vestir tan formal? Soportaba el pantalón negro, odiaba la camisa blanca y la corbata naranja. Con el chaleco gris también tenía un problema. Ino opinaba diferente, según ella estaba más guapo. Pensándolo mejor, Yamanaka era la culpable de su martirio. Él había optado por una cómoda sudadera naranja y unos jean azules, pero al salir de su apartamento Ino lo escudriñó molesta. «¡Mira cómo vienes, Naruto! No permitiré que alguien me vea junto a ti. Vendrás formal, a mi auto no entran pordioseros.»

Ino Yamanaka; exagerada reina del drama y glamour.

Sería una entrevista grupal. Varios medios de comunicación estarían reunidos al frente de la plataforma r10;Ino entre ellosr10; y él permanecería junto a otros fotógrafos y camarógrafos al fondo del salón. Naruto lo consideró perfecto. La sesión fotográfica de la portada en Konoha sería hasta unos días después, tiempo suficiente para hacer cambiar de idea a Kakashi. Pronto regresaría Sai de Hokkaido, y Shimura era, para desconcierto del rubio, tan bueno fotógrafo como él. Capturar el ángulo perfecto de las personas entraba en las mejores cualidades de Sai.

La corbata empezó a darle comezón y, con Yamanaka lejos, tuvo la oportunidad de aflojársela, siguió tan entretenido con ella que ignoró el momento en el que Sasuke entró y ocupó un lugar junto a otros dos jugadores y el entrenador. El silencio fue primero y posteriormente, a la orden del director deportivo, la ola de preguntas inició. Naruto utilizó su sitio tras la cámara y dio unos cuantos flashes, enfocando a los beisbolistas. Después del entrenador tocó el turno de Uchiha y las reporteras rápidamente alzaron la mano para ser las primeras en preguntar. Las respuestas de Sasuke fueron sencillas, casi monosílabos, y no contestó nada respecto a su vida personal. Fue educado y serio. Como recordaba. Respondió lo indispensable; aceptó hablar un poco de su estancia fuera del país y su regreso a Japón. Explicó algunos detalles de los otros equipos de la Liga Central y su estadía con los Yumiuri Gigats.

Una hora más y las preguntas por fin terminaron. Los jugadores dieron las gracias por la asistencia antes de desaparecer nuevamente. Naruto también deseó salir de ahí, respirar aire fresco, comer un buen tazón de ramen y olvidarse de todo. Descubrió a Ino hablando animadamente con un jugador e ignorándolo a él, significaba su señal de partida, cuando Yamanaka entraba en su fase socialista olvidaba a simples mortales. Naruto tenía la posibilidad de escapar y aprovecharía. Decidió salir por una puerta lateral, dar una vuelta en los alrededores, el centro Bunkyo era uno de sus favoritos. El camino quedó rápidamente despejado, recorrió un largo pasillo que lo llevó a otro, y éste a uno más pequeño que lo condujo directo al área de las canchas exteriores de fútbol y béisbol.

El aire despeinó sus cabellos rubios y sintió que regresaba a la vida.

Algunas personas entrenaban concentradas, otras hacían calentamiento o jugaban partidos amistosos. Dejó el área de fútbol y continuó caminando al área de béisbol. Ahí también había actividad, muchos jóvenes practicaban sus lanzamientos. El retumbar de los bates le recordó sus días de escuela; el sonido hueco de la pelota al golpear el bate jamás saldría de su memoria. Una gama de sensaciones le hicieron sonreír con nostalgia.

De seguir jugando, ¿cómo hubiese sido su carrera profesional? Mientras imaginaba escenarios que nunca ocurrirían, sus pies lo trasladaron a la jaula más alejada donde un solo jugador practicaba. Grande fue su sorpresa al descubrir que no era cualquier jugador, sino Sasuke Uchiha. El saco azul que utilizó en la conferencia permanecía hecho un montón en el suelo y su camisa blanca de manga larga estaba remangada hasta los codos, sostenía el bate con mucha presión y parecía no haber notado su presencia. Sin pensarlo dos veces, y antes de quedar descubierto, dio media vuelta de regreso a la salida. Iba a medio camino cuando sintió un jalón en el chaleco, por un segundo pensó que sería Sasuke, pero al voltear encontró la mirada molesta de una bonita mujer de cabellos rosas. Ella lo soltó y cruzó sus brazos en el pecho.

—¿Qué hacías espiando a Sasuke?

—¿Eh?

La joven mujer miró de reojo al fondo, comprobando que Sasuke seguía en lo suyo.

—¡Eres un reportero! —Sentenció ella con el ceño fruncido—. La rueda de prensa terminó y nadie tiene permitido molestar a Sasuke por ningún motivo. Las tardes y las mañanas son exclusivas para él.

—No, te equivocas, yo no…

¿En verdad creía que había ido a espiar a Uchiha para mendigar una entrevista?

—Te sugiero que regreses por donde viniste, Sasuke solo dará una entrevista exclusiva a Konoha en unos días y no permitiré que un reportero oportunista quiera pasarse de listo.

«¡Yo soy de Konoha!», deseó gritarle, pero posiblemente no la haría entender. Y para empeorar las cosas su gafete había quedado en el bolso de Ino.

—Lo sé, y no saqué ninguna fotografía —le señaló la cámara, inmediatamente abrió su chaleco gris y dio una vuelta completa, sonriendo—. Puedes revisarme si quieres, soy todo tuyo-ttebayo.

Las mejillas de la muchacha enrojecieron y pasó unos minutos sin decir nada. Naruto supo que debía aprovechar el desconcierto de la chica para zafarse del malentendido. Intentó pasarla de largo pero justo al dar el primer paso una nueva voz impidió su cometido.

—¿Naruto?

El destino debía odiarlo. ¿Qué hacía Sasuke ahí tan pronto? ¿Cómo no notó su presencia antes? Tan distraído estuvo con las quejas de la chica que olvidó su alrededor, obviamente los gritos llamaron la atención de otras personas, incluyendo a Sasuke. Naruto no supo si girar y encararlo, o solo hacerse el desentendido.

—¿Se conocen?

Ella miró a uno y otro, confundida.

—Estuvimos en el mismo equipo de la preparatoria, Sakura.

Sasuke respondió en automático, más concentrado en la reacción de Naruto y no en la pregunta de su secretaria. Sakura le sonrió a Namikaze.

—¿Eres un amigo de Sasuke?

—Algo así, Sakura-chan.

Sakura no comprendió el tono en la voz de Naruto. La atmósfera entre ellos parecía tensa y quiso estar en otro lugar.

Sasuke continuó detallando cada gesto de Naruto, sin parpadear. Desde el año pasado no esperó encontrárselo. El tiempo lo había tratado bien y, siendo sinceros, aún le guardaba rencor.

Las ruedas de prensa le daban dolor de cabeza, y lo único que calmaba su malestar era tomar un bate y golpear tantas bolas como pudiera. Pensó quedarse así el resto de la tarde, aunque en ningún momento contó con descubrir a un hombre de cabellera rubia poco común. Sakura le reclamaba algo y él movía las manos. Creyó que su mente le jugaba una mala pasada, Naruto vivía en Nagoya, no en Tokio. Pero al segundo que el tipo dio una vuelta tuvo la certeza de su identidad: Naruto Namikaze. Tiró el bate y salió a prisa. Tenía unas cuantas preguntas y necesitaba respuesta. Lo había dejado solo en el hotel y sin una maldita nota.

—¿Qué haces aquí, Naruto?

Sabiendo que tendría que responder, Naruto por fin lo miró a la cara.

—Hola, Sasuke, yo ya me iba.

—¡Si eres amigo de Sasuke puedes quedarte! —Respondió rápidamente Sakura, imaginando que era la culpable del problema—. No fue mi intención ahuyentarlo, Sasuke, pero es un reportero y pensé que venía por una entrevista.

¿Reportero? ¿Entrevista? Ahora comprendía. «¡Idiota! Naruto huyó de ti.» Obviamente rondaba el centro deportivo por cuestiones de trabajo, no con intención de encontrárselo a propósito. Su expresión serena no cambió por fuera, contrario al enojo que tuvo por dentro. Un Uchiha jamás demostraba emociones ni debilidades frente a otras personas. Pero también contaba con una inteligencia provechosa que utilizaría a su favor.

—No sabía que ahora eras reportero en Tokio. ¿Para qué revista trabajas?

¡¿Qué?! ¿Sasuke no le reclamaría nada? Asumió que si volvían a encontrarse sería una pelea inevitable, un sinfín de reclamos y explicaciones. Qué patético. Aunque no deseó aceptarlo, algo oprimió su pecho al descubrir que Sasuke había superado el pasado. De acuerdo, Naruto fue quien finalizó la relación en preparatoria, pero la situación del año pasado lo había compensado. Tenía un orgullo muy grande. Sasuke iba a casarse y él no sería amante de nadie.

Prefería no contestar y salir con la cabeza en alto, pero lo descubriría en la próxima sesión de fotos y sería peor.

Konoha Sport.

Esa tarde demoró en regresar a casa. Luego de responder la pregunta de Sasuke, éste sonrió. ¡Sonrió! Y él dio media vuelta para desaparecer sin saber cómo sentirse. Una banca del parque le pareció el mejor lugar de refugio. Al sentarse estiró los brazos en el respaldo y echó la cabeza hacia atrás, observando los puntos luminosos del cielo.

Su encuentro con Sasuke no fue exactamente lo que esperó. E inevitablemente recordó cuando lo conoció.

Aquél día hacía un calor del infierno pero, aún con el sudor escurriendo por su frente, Naruto no perdió la oportunidad de ir a darle un vistazo a la jaula de bateo que, afortunadamente, estaba a unas cuadras de su nueva casa, llevaba su gorra favorita y el guante nuevo que le había comprado su padre. El béisbol era su vida. Algún día sería el mejor lanzador de Japón, jugaría con los Yomiuri Gigats en el Tokyo Dome o para los Hanshin Tigers en elEstadio Koshien. Cualquiera de los dos estadios estaría a reventar y gritarían su nombre hasta quedar afónicos. Siendo el béisbol uno de los deportes favoritos de los japoneses, varias universidades formaban parte de los torneos. Él quería ganarse una beca y cumplir su sueño. Para lograrlo debía entrenar duro, nunca darse por vencido.

Acercándose al lugar descubrió que había dos personas más ocupándolo. Fue la primera vez que lo vio. Usaba un casco negro, sostenía un bate a la altura del hombro y tenía una expresión seria. Unos ojos calculadores esperaban el lanzamiento de su compañero. Naruto quedó un poco lejos, curioseando, siendo testigo de la potencia del golpe cuando la pelota cayó a sus pies.

—¡Hey! ¡La pelota, por favor!

Naruto sonrió al recoger la pequeña bola. Observó al chico del casco bufar, diciéndole algo al otro, aquello sólo lo alentó más para lanzarla con mayor fuerza, preparó su brazo y la envió en una trayectoria perfecta, rasando la mejilla pálida del bateador. El joven de cabello largo miró la pelota en el suelo, la expresión sorprendida de su compañero y al final a Naruto. Comenzó a reír.

—¡Eso estuvo increíble! ¿Quieres practicar con nosotros?

El muchacho mayor se presentó como Itachi Uchiha, y le dio un empujón al chico del casco, su hermano menor; Sasuke Uchiha.

—Soy Naruto Namikaze.

—Tienes un brazo extraordinario, Naruto-kun. ¿Verdad, Sasuke?

El mentado Sasuke encogió los hombros y regresó a su sitio. Itachi lo invitó a jugar con ellos nuevamente. Para asombro de ambos, Sasuke y Naruto jugaban excelente juntos. Y para su mayor sorpresa, el día lunes descubrieron que asistirían al mismo salón de clases y, en un futuro, formarían parte del mismo equipo. Fue el mejor verano de su vida.

—No es hora de recuerdos —palmeó sus mejillas con ambas manos—. Olvídalo, olvídalo, olvídalo…

Pero sabía que no lo lograría.

—¿Qué pasó, Sasuke?

Itachi escuchó el golpe de la puerta al cerrarse, su hermano pasó a su lado, directo a la sala. Rara vez Sasuke llegaba a casa tan pensativo, supuso que sería la nostalgia de estar en Tokio. Su insistencia por regresar a Japón no tenía contento a su hermano menor. Sasuke guardaba muchos recuerdos que deseaba olvidar, y precisamente Itachi haría lo que estuviera en sus manos para impedir que ocurriera. Solo estaría tranquilo hasta ver a su hermano feliz.

—Nada.

Sasuke ignoró a Itachi, se sentó en un amplio sillón y tomó una revista de la mesita de centro. Ojeó un par de páginas sin prestarles nada de atención, su mente divagaba en otros asuntos más importantes; la reunión con Naruto esa tarde y, ¿por qué no?, la primera vez que lo besó. ¿En serio? Más patético no podía ser.

—¡Nos vamos a las finales! ¡Nos vamos a las finales!

En la hora de receso él almorzaba tranquilamente a la sombra de la pequeña caseta de la azotea. Escuchó los gritos antes de ver a Naruto abrir la puerta de un fuerte golpe y comenzar a gritar, alzaba los brazos y daba brincos por todos lados. Al terminar su tonto ritual, se lanzó a la espalda de Sasuke, sus brazos rodearon el cuello de Uchiha y su barbilla quedó sobre la cabeza de cabellos negros. Sasuke casi escupió el jugo que acababa de tomar debido al peso extra.

—¡Sasuke! ¡Nos vamos a las finales! ¡Nos vamos a las finales-ttebayo!

Naruto jamás dejaría de comportarse como un escandaloso, pero, sorpresivamente, llevaba una buena amistad con él. No sabía exactamente por qué; podría tratarse de sus intentos por superarle, de convertirse en el mejor lanzador que conocía, de sus ganas por enfrentarlo para comprobar quién era el mejor. O simplemente porque le gustaba que Naruto fuese transparente en sus pensamientos. Sus demás compañeros de equipo le tenían cierto rencor/envidia o estaban junto a él por conveniencia. Pero Naruto Namikaze era diferente. Si a él no le gustaba algo lo decía en la cara y no a sus espaldas, odiaba que lo menospreciaran y nunca abandonaba a quién lo necesitaba. Podías confiar en él, así de sencillo. Naruto se ganó el respeto de sus compañeros. A Sasuke no le importó mientras no lo molestara a él, una idea que Naruto rechazó. La meta principal de Namikaze fue integrarlo al grupo. El trabajo en equipo sería la mejor ventaja en los partidos de la temporada. Aunque había algo más…

—Ya lo sé, idiota. Ahora quítate.

Le costaba creer que tuviera un año de conocerlo. Itachi y él continuaban entrenando por las tardes y Naruto los acompañaba. Lentamente cambió aquel compañerismo, sus enfrentamientos interminables y la forma de mirarlo. Ignoraba exactamente en qué momento dejó de pensar en Naruto como un simple compañero de juego, o un amigo. Descubrió que el "amargado" Sasuke Uchiha sí guardaba sentimientos. Y tenerlo así de cerca le resultaba un poco incómodo. ¿Tantos roces por parte de Naruto significarían algo más? Su comportamiento con el resto de sus compañeros también era afectuoso, pero solo a Sasuke lo abrazaba de esa forma.

Quizá sería tiempo de arriesgarse y descubrirlo.

Como Naruto no desistió de abrazarlo por el cuello, Sasuke dejó su comida a un lado y, con un rápido movimiento que aprendió en las clases de judo, jaló al rubio de los hombros, dándole una vuelta y dejándolo caer frente a él. En esa posición Naruto terminó tendido en sus piernas, observándolo desde abajo con esos bonitos ojos azules. Desde arriba él tampoco apartó la mirada. Fue acercándose poco a poco por si Naruto tuviera ganas de huir, pero no pasó. Al contrario, Naruto levantó los brazos y atrajo la cabeza de Sasuke para acabar la distancia.

Sasuke lo besó. Y Naruto le correspondió gustoso.

No hubo fuegos artificiales, ni flores alrededor o fondos rosas, pero sí fue agradablemente cálido.

—Te estabas tardando, bastardo. Pensé que tendría que ponerme un cartel con luces en la frente.

Uchiha rió.

—Cállate, idiota.

Y volvió a unir sus labios. Un rose tan natural que sería parte de ellos.

Parecía que hubiesen pasado siglos desde aquel día en la azotea. Así iniciaron su tercer año de preparatoria, listos para ganar el torneo y con un nuevo sentimiento. Lo que sucedió al final aún lo desconcertaba. De la noche a la mañana Naruto lo alejó de él. En la graduación no asistió, Sasuke le mandó mensajes, lo buscó en su casa e intentó llamarlo, pero lo único que obtuvo fue un maldito mensaje de texto:

"Lo siento, esto se terminó, espero que te vaya bien en EE.UU."

Sus planes se fueron a la mierda. Dos meses antes había sido fichado por un cazatalentos extranjero que asistió a una práctica. Naruto lo animó a aceptar la propuesta, tendría que irse por un tiempo a Estados Unidos, y decidieron mantener una relación a larga distancia. Con tantas formas actuales de comunicarse esperaban conservar su relación. Mientras él entrenaba por fuera, Naruto seguiría luchando para entrar a un equipo local y después abrirse paso a la Liga Central. Algún día jugarían juntos.

Y de repente no tuvo nada. Quedó con las manos vacías.

Tal vez parte de la culpa también fue suya, por su orgullo herido no intentó buscar respuestas. Abandonó Japón con la intención de olvidarlo. No mendigaría migajas de amor. Sin embargo dos años después, al descubrirlo en el bar de Yokohama, pensó que sería momento de reparar la brecha que ambos crearon. ¡Y el idiota volvió a huir! ¿Qué significaba tenerlo a su alcance otra vez? Nunca tuvo una explicación clara. ¿Era hora de obtenerla?

—¿Sasuke? ¿Estás bien?

Itachi movió la mano frente a su cara.

—¿Cómo dijiste que se llamaba la revista que pidió la entrevista?

Konoha Sport, ¿por qué?

—Creo que cambié de opinión. No quiero dar una entrevista a una revista tan patética.

Su hermano lo observó, confuso.

—Quieres cancelarla.

—Sí.

Entró a Konoha con los ánimos por los suelos. Durante el resto de la noche dio varias vueltas en su colchón y no durmió bien. Tenía más sueño del acostumbrado, había llegado tarde a la estación y tuvo que esperar el siguiente tren, al salir compró una dona y café para desayunar pero la mala suerte lo acompañó hasta la acera donde un niño en patines lo empujó y su vaso de café salió volando. «¿Qué me falta?»

—¡¿Qué le hiciste a Sasuke, Naruto?!

A Kakashi molesto no lo consideró. El grito de su jefe casi provocó que tirara su pobre dona.

—¡¿Por qué?! Yo no le hice nada a ese tipo, Kakashi. Apenas cruzamos un par de palabras.

—Pues algo debió pasar. Itachi me llamó por la noche diciéndome que Sasuke no quiere hablar con nosotros.

Naruto apretó el pan, furioso. Maldito egoísta. ¡Eran profesionales! Kakashi tenía razón. No podían estar jugando como si fueran adolescentes y dejar que asuntos personales de hace años afectaran sus trabajos. Lanzó la dona hecha masa al bote de la basura, sujetó su chaqueta y tomó las llaves del auto de la empresa. Salió de la oficina sin decir otra palabra. Arreglaría unas cuantas cosas con ese imbécil.

Las ruedas del auto rechinaron en el asfalto al parar de golpe. Seguía molesto, controlaría su mal humor hasta enfrentar al idiota. Tuvo un acceso fácil gracias al gafete de Konoha. Recorrió el mismo trayecto que la tarde pasada, cruzó las jaulas sin mirar a nadie, concentrándose en la última r10;según lo mencionado por Sakura, Sasuke entrenaba por las mañanas. Lo vio dentro y tuvo unas fuertes ganas de golpearlo, pero sabía que empeoraría las cosas. Respiró profundo y entró, azotando la tranquilla para llamar su atención.

—¡¿Se puede saber a qué estás jugando, bastardo?!

—Al béisbol.

Naruto entrecerró los ojos y sus puños temblaron, le sacaba de quicio que Sasuke quisiera sacar su lado cómico cuando había cosas importantes que tratar.

—No seas idiota, hablo de la entrevista con Konoha, compórtate como un hombre y no como un niño malcriado.

Sasuke sonrió.

—Está bien, responde primero a mis preguntas y haré la entrevista. O mejor aún, juguemos. Si me vences no objetaré nada.

La manera que ellos tenían, en el pasado, para solucionar sus diferencias era enfrentándose. Siempre funcionó. Pasó al tratar de ganarse el respeto de Sasuke, pasó al entrar al equipo de béisbol, pasó al convertirse en un titular para su primer juego. ¿Y ahora? Ahora no tenía sentido.

—No, no voy a caer en tus trucos.

Sasuke imaginó que el reto tentaría la vena competitiva de Naruto. Una vez más se preguntó qué demonios había ocurrido con ese rubio escandaloso que conoció años antes.

—¿Por qué?

—Por nada, simplemente no voy a caer en tus provocaciones y me restriegues en la cara que eres un profesional. —Naruto respiró profundo—. Y si no quieres cooperar con la entrevista está bien, no voy a rogarte, tú quedarás como un irresponsable-ttebayo.

El ceño fruncido de Sasuke fue lo último que vio antes de darle la espalda y salir de la cancha sin mirar atrás. Esperaba que comprendiera la situación actual, dejara de comportarse como un crío y aceptara de buena manera el reportaje, o sino Kakashi le arrancaría la cabeza a él. Llegó al auto, buscó las llaves y abrió la puerta, sin embargo una mano la golpeó volviendo a cerrarla. Giró lentamente sin sorprenderse de encontrarse con los ojos negros de Sasuke, su cuerpo muy pegado.

—¿Qué pasó, Naruto? —Irónicamente el calor del cuerpo de Sasuke cerca del suyo le causó un escalofrío—. ¿Qué ocurrió con la persona que proclamaba ser el mejor, que nunca evitó un desafío?

Naruto apretó las llaves, muchas veces se había preguntado lo mismo y la respuesta continuaba igual

—Nada, y si no me dejas entrar al auto me iré caminando.

Si Sasuke pensó en responderle él no lo esperó, lo empujó a un lado y caminó a la otra calle. Le desconcertó la insistencia de Uchiha al seguirlo.

—¡No me sigas, bastardo!

—Las calles son libres, idiota.

La pequeña caminata se transformó en un paseo de quince cuadras, ninguno accedió a dar su brazo a torcer. Naruto pasó frente a un pequeño restaurante, recordando que no había desayunado cuando sus tripas protestaron con un sonoro gruñido. Extrañó a su amada dona, la pobrecita no tuvo la culpa de nada y acabó en la basura. Revisó sus bolsillos y sintió que el mundo lo odiaba más al recordar que su cartera quedó dentro del auto… ¡Casi quince cuadras atrás! Maldito Sasuke Uchiha. Derrotado y hambriento prefirió regresar al estacionamiento. De repente la mano de Sasuke lo detuvo, empujándolo dentro del local.

—Yo invito.

Pudo haberse negado, gritar que no necesitaba las sobras de nadie, pero su estómago no lo dejaría tranquilo hasta complacerlo. El lugar era pequeño y agradable, pocas mesas estaban ocupadas. Ellos fueron al fondo, la camarera no tardó en atenderlos; él pidió un vaso de jugo, unas tostadas con mantequilla y unos wafless, Sasuke solo café.

—¿Qué pasó? —insistió.

La chica no demoró en regresar. Naruto devoró su plato al tenerlo en frente.

—Mhe canshee del bheishbonl.

—No hables con la boca llena, tonto.

Namikaze tragó y bebió un largo sorbo del jugo de naranja.

—Tú me preguntaste, bastardo. Y dije; me cansé del béisbol.

No le creyó ni una palabra.

—¿Tú? El señor "voy a ser más famoso que Sasuke Uchiha y le patearé su presumido culo".

Naruto soltó una carcajada, ni siquiera le importó que algunos comensales lo viesen feo. Tampoco advirtió que era la primera vez que reía otra vez al lado de Sasuke. Recordar sus propias palabras en labios del pelinegro le daba un sentido más cómico. Su lema siempre fue convertirse en el mejor jugador de Japón, superar a Sasuke. Aunque ya no importaba. Repentinamente la situación dejó de tener gracia y su apetito huyó junto con ella. Apartó el plato, levantándose rápidamente.

—Gracias por la comida. Por favor, piensa en la entrevista.

No estaba huyendo. ¡Demonios, él no huía! ¿Por qué tuvo que dejar el auto tan lejos? Caminar lo ayudaría. Le hacía falta despejar la mente y poner sus ideas en orden.

—¿Qué pasó, Naruto?

¿Cuántas veces tendría que escuchar la misma pregunta ese día? No, Iruka no tenía la culpa, sabía que solo pretendía ayudarlo. Regresar a Konoha le pareció una mala idea y terminó en casa de Iruka, tomando té y comiendo galletitas. Al menos ahí no sufriría un interminable interrogatorio, que equivocado estuvo. Para Iruka Umino él era como un hermano menor que debía cuidar.

—Te lo diré, pero no se lo cuentes a Kakashi.

—De mi boca no saldrá nada. ¿Es por la entrevista de Sasuke?

A veces le reconfortaba hablar con alguien. Iruka nunca le fallaba.

—Sí, no quiero encontrarme con él —dudó por un segundo—. Salí con Sasuke en la preparatoria y no terminamos nada bien.

—¡¿Qué?! ¿Sasuke y tú? Pensé que ambos eran rivales, al menos eso decías.

Constantemente pasaba lo mismo con ese par. Desde que llegó Naruto peleaban por todo, entrenaban juntos en las tardes, hacían competencias absurdas y practicaban duro para superarse entre ellos. O eso suponía en principio, Iruka tuvo que marcharse a seguir con su maestría y no supo más de la relación. Al parecer el tiempo perdido que no estuvo allí esos chiquillos hicieron más que jugar a la pelota.

—Y eso no es todo.

—¿Más? ¿Ahora qué?

Las mejillas de Naruto enrojecieron.

—Ni yo sé cómo pasó, no lo había visto desde la graduación, pero el año pasado en Yokohama acabé en un cuarto de hotel con él… ¡y no me pidas que te cuente lo que hicimos ahí-ttebayo!

Por supuesto que no preguntaría. Iruka no metería la nariz en asuntos tan personales. Pero algo no cuadraba.

—¿Y qué sucedió después?

—Nada en especial —encogió los hombros restándole importancia—. Lo de Yokohama no cuenta.

—Supongo que fue un reencuentro inesperado, ¿por qué terminaron antes?

Naruto rió sin ganas.

—No fue nada espectacular, ni un súper drama de telenovela de la tarde —comió otra galleta e Iruka lo observó detenidamente, no le creía—. ¡Es verdad! Las personas cambian, se van, se separan, se olvidan, encuentran a otras personas. Esas cosas, ya sabes, así es la vida. Sasuke tuvo que irse al extranjero con un futuro prometedor, regresó el año pasado a Japón con un buen equipo y… va a casarse.

Pues no, Iruka no lo consideró tan sencillo como Naruto lo contaba. Lo comprobó por su sonrisa apagada. Lo conocía bastante, sabía que esa sonrisa escondía muchas emociones, y no eran precisamente de alegría. Naruto comió otra galleta sin levantar la cabeza, tiempo que Iruka aprovechó en apreciar cada uno de sus gestos. Descubrió el ligero temblor en su mano al sujetar la taza y lo comprendió en silencio.

—¿Cómo sabes que va a casarse?

—Esa mañana su novia fue a buscarlo al hotel, no quise tener más problemas y esperé a que ella se fuera para salir. Desaparecí sin intención de encontrármelo otra vez.

Iruka negó lentamente.

—Pero aun así lo quieres, ¿cierto?

Naruto se levantó de golpe. Le frustraban las cuestiones que no sabía responderse sinceramente.

—¡Ya viste la hora, Iruka! Tengo que irme. ¡Gracias por las galletas!

Pero Iruka fue más rápido y lo sujetó del brazo.

—Sólo déjame darte un consejo; dile la verdad —apretó el brazo de Naruto, éste comprendió de qué hablaba—. Y dejen de perder el tiempo. En ocasiones la vida se cansa de darte más oportunidades.

Cuando entró al apartamento fue directo a la cama, desde ahí miró su móvil en el buró por décima vez y negó con la cabeza. En el pasado muchas veces estuvo tentado a levantar el teléfono y marcarle para escuchar su voz. ¿Qué haría? Las palabras de Iruka continuaban dándole vueltas en la mente, tenía razón.

El accidente le había cambiado la vida. Y sus oportunidades podrían terminarse.

«Mi accidente.»

No culpaba a nadie. Los accidentes pasan, por eso se llaman accidentes, la gente ignora cuándo ocurrirán. Tampoco logró culpar a la persona que lo causó. Ese incidente automovilístico cobró pago en ambas partes; su brazo derecho y las piernas de la mujer. El destino lo puso en el lugar equivocado, en el momento equivocado, a la hora equivocada. Al despertar en la cama del hospital su madre lloraba mientras su padre la abrazaba, por alguna razón le alegró no encontrar a Sasuke ahí, su vaga memoria le recordó que estaba fuera de la ciudad, había acompañado a sus padres en una visita familiar con su abuelo. Agradeció a cualquier deidad por el respiro. Ver la lástima pintada en el rostro de Sasuke lo rompería más.

Su brazo quedó destrozado y un pedazo del mundo le cayó encima. Ese sueño anhelado de convertirse en beisbolista profesional se derrumbó. Y decidió alejar a Sasuke para evitarle una carga.

Ni Kushina o Minato aprobó su resolución, según ellos e Itachi –él lo supo por haberse quedado en la ciudad debido a un trabajo escolar, Naruto le suplicó que guardara el secretor10; Sasuke debía saberlo. Apoyarlo y hacerlo parte de la rehabilitación. Sin embargo, postrado en la cama de hospital, descartó la posibilidad. Fue un sentimiento asfixiante. Entre tantas cosas que atormentaron su cabeza resaltaba una; se veía como un obstáculo para Sasuke. Si Uchiha permanecía a su lado dejaría pasar la oportunidad de marcharse a Estados Unidos. Ambos metas quedarían truncadas. Naruto deseaba que al menos Sasuke sí cumpliera su objetivo.

Una semana después salió del hospital y evitó el contacto. Le pidió a sus padres inventarse excusas; visitas a la abuela, a los tíos, un campamento improvisado, lo que fuera necesario. El mismo favor le solicitó a Itachi y a sus amigos. Recibió un montón de mensajes y llamadas, y el día de la graduación prefirió dar punto final. Terminó con él por un mísero mensaje de texto, sin dar la cara.

¿Cobarde? Posiblemente, pero no deseó mostrarse vulnerable, destrozado, roto. Derrumbarse ante Sasuke se transformó en su peor pesadilla.

Unos días más tarde Itachi le contó que Sasuke había dejado Japón y sintió que hizo lo correcto.

A veces lo pensaba mucho. ¿Exageró? ¿Fue un error apartarlo cuando más lo necesitaba? Conociendo a Sasuke jamás le tendría lástima y lo apoyaría. Pero debían comprenderlo, su lado vulnerable ganó, enterrando la parte optimista. Así, mientras él asistía a las terapias de recuperación de la movilidad del brazo, Sasuke debutaba en su primer partido. Jamás se arrepentiría de su decisión, al menos uno de ellos llegó a la meta. A un año de terminar la terapia eligió estudiar un curso de fotografía como su madre, sostener una cámara o utilizar un atril para soportarla, nunca igualaría a estirar el brazo y lanzar una bola, aunque también le gustaba. Sus ánimos lentamente regresaron. Llorar por los rincones o lamentarse no iba con él. ¡Era Naruto Namikaze, no se daría por vencido, aún fuera del béisbol! En la última visita de Itachi r10;se iría con su hermano como representanter10; le entregó el número telefónico de Sasuke. Había insistido tanto para que volvieran a comunicarse, estar en contacto. Al final lo rechazó. ¿Para qué? Sasuke tenía una vida hecha, jugaba en un excelente equipo y pronto tendría una familia. Naruto no pintaba nada en su vida, tampoco Uchiha en la suya. Punto final.

El mundo seguía girando.

No obstante, el maldito bastardo siempre abordaba sus recuerdos. ¿Lo extrañó? Por supuesto, y cuando se encontraron en la apertura de la Liga Central de Yokohama pensó que podían recuperar su amistad; su brazo estaba recuperado, tenía un buen trabajo y el pasado de su accidente vivía atrás.

Esa noche estuvo emocionado por su primera tarea de la temporada. Amaba el béisbol, estar rodeado de varios profesionales era como flotar entre nubes. Poco le importó que su hotel fuera un asco, el pase VIP que le habían entregado para entrar a los vestidores y entrevistar a jugadores importantes, de la talla de Hisanori Takahashi, compensó el viaje. El primer partido finalizó y los jugadores celebraron en los vestuarios, en los cuartos de hotel y en el bar. Acordó ir al último a beber algo, había mucha gente y ocupó uno de los banquillos ignorando que, justo a su lado izquierdo, un hombre de cabellos negros lo observaba intensamente. Naruto quedó rígido al girar a reclamar y chocar con la mirada intensa de Sasuke Uchiha.

—Naruto.

—Sasuke.

Ocurrió su primer encuentro desde que terminaron por SMS. Sasuke parecía querer decir muchas cosas.

—¡T-tanto tiempo sin vernos! —Balbuceó, estaba ebrio—. Brinda co-conmigo, por los viejos tiempos, Naruto.

Un copa, dos copas, tres copas… varias copas después ambos subían en el ascensor, Sasuke tambaleándose, Naruto sujetándolo para no dejarlo caer. Saliendo buscó en la camisa de Uchiha y encontró la tarjeta llave, la pasó por la ranura y, como pudo, lo guió al interior, aventándolo en la cama sin ninguna consideración. Estuvo a punto de salir pero Sasuke lo sujetó de la camisa.

—N-no te vayas, Naruto. T-te extrañé mucho.

Dicen que los niños y los borrachos hablan con la verdad, Naruto quiso creerlo. Pocas veces Sasuke mostraba sus sentimientos. ¿Y para qué mentir? Él también lo extrañaba.

—Yo igual.

Sasuke le hizo un espacio, cuando Naruto se sentó en la cama se permitió abrazarlo por la espalda. Como Naruto lo hacía antes con él en la azotea. Enterró su nariz en el cuello del rubio y aspiró su aroma. La cercanía fue insoportable, Namikaze giró lentamente hasta tenerlo de frente y lo besó, ambos cayeron en el suave colchón, Sasuke sobre él sin dejar de besarse. Descubrió que no estaba tan ebrio como lo pensó al principio, las manos bajaron despacio a meterse entre su ropa y Naruto brincó de sorpresa.

Los ojos azules enfrentaron a los negro azabache. Supieron lo que continuaba. Ninguno objetó por lo contrario. Eran adultos, asumiendo acciones de adultos.

Sin perder tiempo Sasuke se levantó, dándole la espalda para quitarse la camisa gris, ofreciéndole a Naruto una excelente vista. No apartó la mirada, detalló cada parte de los músculos marcados; desde los omóplatos, la espina dorsal y la espalda baja. Cada milímetro de su blanca piel expuesta y cálida. Tragó de manera pesada. Sasuke parecía provocarlo a propósito. ¡Estaba a punto de explotar! Y como si de un ninja se tratara, Naruto esfumó la distancia entre ellos en un parpadeo, estampándolo en el colchón.

—¡¿Pero qué demonios…?!

Sasuke soltó una maldición sintiéndose apresado entre la suavidad de las sabanas y el otro cuerpo caliente. Percibir la respiración de su compañero en el cuello le dio escalofríos. Naruto rió y en respuesta besó más abajo.

—Debemos recuperar el tiempo —Sasuke hizo un amago de querer decir más, pero Naruto puso un dedo en sus delgados labios—. Las preguntas y respuestas después-ttebayo.

Asintió conforme, él tampoco soportaría más sin tocar a Naruto.

¿Cómo había soportado tantos años sin unir sus cuerpos? En la preparatoria también sufría lapsos de abstinencia que lo obliga a llevar Sasuke. Una regla estricta de Uchiha. Durante los entrenamientos y próximos encuentros del torneo de verano postergaban cualquier tipo de contacto físico. Sasuke Uchiha, como capitán del equipo, estaba responsabilizado de los integrantes. Sobre todo del imprudente Naruto Namikaze. Naruto rió nervioso, a veces se emocionaba demasiado y no podía contenerse. ¿Podían culparlo? Con alguien como Sasuke era fácil perder el control. ¡Sino era de piedra, maldita sea!

—De acuerdo. Tú lo pediste.

—Sorpréndeme, bastardo.

Uchiha sonrió y, sin previo aviso, fue su turno de estampar a Naruto en la cama, invirtiendo los lugares al rodar. Lo besó, de esa manera demandante que ellos conocían, unían sus labios en una guerra que ninguno pensaba perder. Mordía sus labios y los lamía después. Poco a poco, solo separándose lo necesario, Sasuke alzó la camisa del otro, Naruto levantó los brazos por completo para quitarla, dejando su torso desnudo. Sus manos pálidas recorrieron desde los hombros, bajando por el pecho y acariciando los abdominales. Naruto gimió cuando esas mismas manos descendieron hasta pasar la tela de sus pantalones y bóxers, apretando su erección. Los largos dedos subieron y bajaron, y Sasuke sonrió al escuchar un nuevo gemido.

Tuvo otra nueva idea.

A jalones desapareció el resto de ropa que estorbaba. Luego intentó sentarse en la cama, llevándose consigo a Naruto. Sasuke utilizó la oportunidad, acomodándolo en sus piernas, esa mínima distancia permitía que su propia erección rozara la de su compañero. Naruto pensó que ahí terminaría todo, sin embargo no esperó que Sasuke sostuviera ambas erecciones y comenzara a masajearlas en un rápido vaivén.

—Sa-Sasuke, no lo hag…

—Sólo disfruta. O dejaré que lo hagas tú solo.

Naruto apretó los labios sin decir nada, sabía que las amenazas de Sasuke podían llegar a ser explicitas. Y ciertamente quedar duro y terminar solo el trabajo no entraba dentro de su fantasía. Contuvo el aliento al sentir a Sasuke apretándolo. Uchiha relamió sus labios ante el duro, excitante y caliente miembro del rubio. Naruto mordió los labios a cada rose y sus manos fueron a los hombros de su compañero, enterrándole un poco los dedos. Uno movimientos más y terminó en la mano de Sasuke.

—L-lo siento —su disculpa sonó entrecortada por la respiración fuera de lugar, el orgasmo todavía haciéndole cosquillas en la piel.

Sasuke, sin ningún pudor, lamió sus dedos. Por más que lo escuchara de otros lugares, a él le desagradaba un poco el sabor, pero siendo de Naruto hacía la excepción.

—Está salado.

Naruto enrojeció y sintió que sus pulmones quedaban sin aire.

—¿Puedo recompensarte?

—No, ahora será a mí manera. Es mi turno.

El miembro de Sasuke aún continuaba duro, necesitaba atención. Acostó a Naruto nuevamente y sonrió, de esa manera creída como solo Uchiha podía hacerlo. Lo besó otra vez. Ambos sabían lo que venía y de solo pensarlo Naruto sentía que pronto estaría a tono nuevamente. Sasuke alzó las rodillas de Naruto hasta dejarlas a la altura de su cabeza rubia, éste enrojeció más cuando, en esa posición tan vulnerable, la lengua húmeda de Sasuke rozó su entrada. Un espasmo le recorrió la columna al sentirla más a dentro. Sasuke Uchiha estaba lamiéndolo y penetrándolo con ella.

—Mmm, ahnng… Ahhng…

Fue muy satisfactorio deleitarse con los gemidos de Naruto. Sasuke sonrió malicioso y alejó su lengua para sustituirla por sus dedos. Metió un dedo, dentro y fuera con facilidad, luego dos, la saliva sirvió de lubricante y al final entraron tres. Sasuke miró su propia rigidez al límite, sacó los dedos y sujetó su miembro, colocándolo en el trasero de Naruto, inició con un ligero movimiento de cadera, restregando su dureza entre las morenas nalgas de su compañero, simulando embestidas. Observó los puños apretados de Naruto y la tensión en su cuerpo.

Naruto mordió su brazo, intentando no darle el gusto a Sasuke de escucharlo suplicar por sentirse penetrado.

Como un contorsionista profesional, Sasuke buscó en el cajón del buró un condón r10;nunca los utilizaba, pero Itachi siempre insistía en dejarlos ahí. Lo colocó a prisa y continuó con los falsos movimientos de embestidas. Naruto comenzaba a desesperarse, y al mismo tiempo le calentaba al doble. Los gruñidos no tardaron, Sasuke no lo hizo esperar más porque su erección tampoco aguantaría. De un rápido movimiento, sin ningún descaro o pudor, por fin lo penetró, observó satisfecho como la longitud de su pene desaparecía por completo entre la carne caliente.

Lo tenía tan expuesto, tan suyo.

—¿Te gusta?

—¡Cállate, bastardo! ¡Muévete o ya verás!

Sasuke rió. Esa arrogancia, orgullo y prepotencia nunca desaparecían del semblante pálido a pesar estar siendo amenazado. Él mismo gruñó al sentir su miembro apretujado por las húmedas y calientes paredes de Namikaze. ¡Era el maldito paraíso! Cada vez tocaba un punto que enloquecía y retorcía de lujuria a Naruto, temblaba y gimoteaba. El sonido lascivo y obsceno que su pene hacía al chocar contra las nalgas, aumentaba sus instintos animales.

—¡Más fuerte! ¡Más duro!

Obedeció, dándole sin restricciones. Metió y sacó más rápido. Lo besó otra vez, aprovechando cada hora que no lo tuvo cerca por años.

Y la noche prometió para ser muy larga.

Al otro día la luz de la mañana le dio directo en el rostro. Naruto se estiró en la cama, le dolía el cuerpo y la cabeza, tanteó el colchón en busca de su móvil para verificar la hora pero quedó de piedra al sentir otro cuerpo tibio junto al suyo. Abrió los ojos de golpe, descubrir a Sasuke a su lado provocó que los recuerdos le cayeran como una tromba de agua fría. El movimiento despertó a Uchiha, éste se levantó y bostezó, tan tranquilo como si nada extraño pasara.

—¿Qué hora es?

—No lo sé. Creo que las diez.

—Voy a ir a bañarme. Itachi vendrá, y nosotros tenemos una plática pendiente.

Sasuke le dio un rápido beso antes de abandonar la cama sin impórtale su desnudez, se metió a la ducha y Naruto quedo ahí sin saber qué hacer. El sonido del agua corriendo le advirtió que Sasuke no saldría pronto, él se vistió apresuradamente. No se arrepentía, pero aún le costaba creer que estuvieran juntos otra vez. Sonrió. Poco le duró el gusto al escuchar unos golpes en la puerta.

—¡Uchiha, sé que estás dentro! Tienes que acompañarme con la organizadora de bodas. ¡Eres el novio! ¡Qué la boda sea pequeña y secreta no te hace menos responsable!

¿Boda? ¿Novio? ¿Secreta? Esperó la respuesta de Sasuke pero no salió, al parecer la puerta del baño impedía que le llegara el escándalo. Los golpes cesaron y escuchó otra voz.

—Disculpe, señorita, sus gritos están molestando a los demás clientes.

—¿Mis gritos? —Hubo más ruidos que no supo interpretar—. Iré a quejarme a la recepción y regresaré por ti, Uchiha, espero que estés listo.

Curioso, miró por la mirilla y observó la espalda de una chica rubia alejándose a pasos presurosos. Una furia repentina escoció su pecho y le subió por la garganta. ¿A qué jugaba Sasuke? Si tenía una prometida, ¿por qué se acostó con él? ¿Por venganza? ¡Pues lo había logrado, se sentía una basura! Recogió el resto de sus cosas y desapareció sin decir nada. Ni siquiera valía la pena reclamarle. Ahí saldó su "reencuentro".

Fueron idiotas.

Las palabras de Iruka lo asaltaron repentinamente. Y no deseó seguir huyendo. Decidido, tomó su móvil y escribió un simple mensaje:

"El domingo en las gradas sur, después del partido. En ocasiones la vida se cansa de darte más oportunidades; aprovéchalas."

Naruto esperaba concluir ese juego del gato y el ratón.

El encuentro finalizó tarde, siendo ganadores los Yumiuri Gigats. La gente lentamente abandonó sus lugares. Un último vendedor pasó a su lado, compró dos hot dogs y un vaso de cerveza, sabía que esperaría un largo rato y pronto le daría hambre. Observó a los aficionados sonriendo, y al cabo de una hora el lugar quedó casi vacío. Algunas personas recogían la basura y limpiaba los alrededores. Comió uno de los hot dog y tomó la mitad del vaso de cerveza. Estuvo a punto de llevarse el segundo a la boca cuando una mano se lo arrebató. Frunció el ceño pero no dijo nada, esperó que Sasuke ocupara un asiento a su lado. Lo miró de reojo y suspiró.

—Y bien, ¿ahora sí me vas a explicar las cosas?

Naruto suspiró otra vez, la pregunta abarcaba más que el simple accidente del hotel. Iba más allá, al tiempo del fracaso en su relación. ¿Tenía sentido seguir postergando las cosas? Sólo diría la verdad sin esperar nada a cambio.

—Tuve un accidente, por eso dejé de jugar béisbol. —Ir directo al grano funcionó, Sasuke quedó sin palabras. Naruto sonrió con nostalgia y continuó—. Mi brazo quedó destrozado, no volvería a tener la fuerza para lanzar, pero al menos puedo cargar una cámara —la broma no le hizo gracia a Sasuke—. Realmente no espero que lo entiendas-ttebayo. Sentí que el mundo me caía encima y convertirme en una carga me hundió. Sólo tendría tu lastima y sería un obstáculo para ti.

Sasuke tembló y le dio un golpe en la cabeza. Naruto gritó e iba a reclamarle, pero el abrazo de Uchiha lo dejó helado.

—Eres un imbécil —le susurró al odio, apretándolo más fuerte—. Un completo idiota con la cabeza hueca, jamás habrías sido una carga para mí. Siempre pensé que simplemente me dejaste de querer.

El corazón de Naruto saltó emocionado, escuchar palabras tan sinceras salir de los labios de Sasuke fue como un bálsamo para él. También lo abrazó, escondiendo su rostro en el pecho del pelinegro, ni siquiera le importó verse tan patético. Quería ser egoísta por una vez en su vida. Sin arrepentimientos. Al menos Sasuke había cumplido su sueño de jugar en las grandes ligas, como Yokohama.

Entonces recordó a la chica del hotel y se soltó de un empujón. A Sasuke le desconcertó la bipolaridad de Naruto.

—¡Eres un idiota!

—¿Yo? ¿Ahora qué hice?

—¡Vas a casarte!

Tocó el turno de Sasuke para estar molesto.

—Y según tú, imbécil, ¿con quién rayos voy a casarme?

—¡Con la chica que fue a buscarte a tu habitación! No trates de engañarme, Uchiha, escuché bien cuando dijo que debían ir con la organizadora de bodas. Nadie lo sabía porque era "secreto". ¿Te gusta el cabello rubio?

Sasuke apretó el puente de su nariz y respiró profundo. ¿Qué había hecho en su vida pasada para merecer semejante tormento de estar rodeado por gente idiota?

—Por eso te fuiste —comprendió.

—Claro, no me quedaría a escuchar sus reclamos por haberme acostado contigo. ¡Por eso no quería verte! No quería, y no quiero tus sobras, puedes metértelas por el cul-

Debía callarlo. Sasuke lo sujetó del rostro y lo besó. Eso funcionaba perfecto. Para su propia sorpresa Naruto le correspondió, fue como regresar cuatro años atrás en la azotea de la escuela.

—Cállate y escúchame —lo apretó de las mejillas, procurando así mirarlo directo a los ojos—. Esa mujer escandalosa era la prometida de mi hermano, su esposa actualmente. Deidara se equivocó de habitación y tocó mi puerta, a quien buscaba era a Itachi, no a mí.

Naruto abrió y cerró la boca varias veces como un pez. ¡La novia de Itachi! Sasuke negó con la cabeza. ¡Tanto tiempo perdido por un absurdo malentendido! Alguien debía disfrutar con su sufrimiento.

—¿Y ahora qué?

—Los dos somos idiotas.

Cuanta verdad en una oración. Naruto comenzó a reír, Sasuke buscó su mano y la apretó.

—Quiero que recuperemos el tiempo perdido. Al terminar la temporada nos iremos de vacaciones, usurantonkachi.

—¿Y quién dijo que quiero estar contigo, bastardo? —La pregunta perdió efecto por la sonrisa que adornaba su rostro—. Tal vez puedas convencerme, si me consigues los autógrafos de Akinori Iwamura y Hiroki Kuroda.

Sasuke lo besó de repente.

—Depende de cómo vayas a pagármelos.

—¡Maldito oportunista!

Y ambos, a su modo, rieron otra vez.

Sí. Eran idiotas. Pero idiotas que se complementaban y no podían vivir uno sin el otro.

Naruto cargó la pequeña maleta y caminó entre la gente del aeropuerto. Debía encontrarse con Sasuke o perderían su vuelo a Italia. Cuando pasó por una pequeña estantería de revistas se sintió satisfecho y orgulloso al mirar la portada de Konoha Sport. Ahí estaba Sasuke, utilizando su uniforme gris y su casco negro, levantando el bate para señalar a otra persona imaginaria, como deseando retarle. Una expresión seria y una mirada desafiante. Su trabajo con la fotografía fue el mejor. Pudo haberle pedido que sonriera, al menos en una captura, pero Naruto deseó conservar la verdadera esencia de Sasuke Uchiha.

Compró la revista y leyó la última parte del artículo de Ino. Sonrió.

IY: Y cuéntanos, Sasuke Uchiha, ¿cómo va tu vida sentimental?

SU: Nunca hablo sobre aspectos fuera de mi carrera en el béisbol, pero solo diré una cosa que alguien importante me contó hace poco y voy a poner en práctica: En ocasiones la vida se cansa de darte más oportunidades, aprovéchalas.

.

…oooO*Oooo…

.

.

.

 

 

 

 

Notas finales:

Hola, hola! Tengo tanto tiempo de no pasarme por aquí, que ahora hasta me parece algo raro >///<. Pero aun así espero que les haya gustado el fic, un poco cursi, tal vez con algo o mucho de Ooc y no sé qué más, pero lo hice con mucho cariño y es lo que cuenta (?). Los dos son idiotas, pero para mí Naruto es de las personas que sacrifican su propia felicidad por los demás, de los que sonríen para hacerse los fuertes, pero al final también necesitan de alguien que les dé un abrazo. En conclusión; Naruto es un pan :3


*Por cierto, puse a Deidara como mujer, que ya parece, así que no hay mucha diferencia XD


Además, como dije arriba, esto forma parte de un proyecto (?) de Takaita Hiwatari, fue hoy por el cumple de Sasukín, así que hay más fics para leer :3


Bueno, creo que esto sería todo por ahora, en verdad espero que los haya entretenido aunque sea un ratito :3


Nos leemos después, y por último, que tal un review? o.O?


Gracias x leer (°~°)/


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