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“El amor no es suficiente para llenar un corazón roto”
Sus ojos se encontraban invadidos de aquellos movimientos tan precisos, aquella forma de moverse única sobre el escenario. No le importaba compartir aquella vista tan perfecta junto a otras personas, después de todo, aquella perfección era digna de admirar y adular.
Un movimiento de caderas, y basto para que aquel vaso de refresco apenas sostenido en su mano cayera, pero era de esperarse, toda su concentración estaba dirigida en aquel chiquillo de cintura estrecha y cabello cobrizo, el más hermoso, al único que podía mirar y desear.
Su rostro se mantenía serio, tratando de mantener una tranquilidad ya derrumbada y una inmutabilidad destruida, toda su fuerza de voluntad era cruelmente estrujada cuando esos ojos cafés se clavaban en los suyos, oscuros. Pero el trataba de mantenerse estable, un ser inerte, no dejaría que un chico que no parecía tener más de dieciocho le hiciera perder la razón.
Unos fuertes aplausos, y las luces se encendieron, ahora podía verlo con claridad, siendo abrazado por sus compañeros, y sin darse cuenta, ya estaba caminando en dirección a los camerinos. La puerta se encontraba abierta, allí se encontraba su hermana menor Sulli junto a él, los dos felices comentando lo bien que había quedado la presentación, ignorando su presencia.
- MinHo, ¿en qué momento llegaste? - la escucho hablar y relajó su mirada
- Hace unos minutos, estuvo espectacular tu presentación - respondió, aunque quiso haberle dicho aquellas palabras al chico de menor estatura que él, quien mantenía su mirada sobre su rostro
- Verdad que sí, minnie dudaba de eso, pero era de esperarse con lo mucho que estuvimos practicando - "minnie", sus labios saborearon aquel apelativo tan cariñoso, mientras su cerebro trataba de recordar donde lo había escuchado anteriormente - tu cara me lo dice, ¿no lo recuerdas, verdad?
- ¿eh? - ¿recordarlo?, pero si era la primera vez que lo veía, acaso lo conocía
- Dios MinHo, pero si es TaeMin, Lee TaeMin - y como un niño pequeño lo comprendió.
Era TaeMin, el pequeño minnie al que él cuidaba en la primaria, el niño de ocho años que lloraba ante cualquier golpe, con el que jugaba todas las tardes después de la escuela, al que le entregó su primera carta de amor. La persona que lo enamoró y luego abandonó.
- Hola hyung - y allí estaba, esa tímida y dulce vocecita, un poco más gruesa debido a los años, pero manteniendo esa suavidad característica de él, emitiendo apenas dos palabras y logrando remover su impenetrable corazón, un corazón que mantenía protegido para que nadie lo dañara, para que ningún niño de trece años lo volviera abandonar.
- TaeMin - pronunció, sintiendo su piel estremecerse, al dirigir su vista en aquel rostro angelical, tomándose el atrevimiento de delinear tan finos rasgos - cuanto tiempo sin verte – esperó a que el menor hablara, pero Sulli se le adelantó
- Volvió hace una semana, me lo encontré cerca de casa de Krystal, vive en el mismo edificio, así que aproveché para pedirle que me ayudara con la coreografía
- Y como supiste que era él, si apenas tenías once años cuando él se fue - lo último salió de forma amarga para él sin querer
- Fue muy fácil, sabes lo adicta que soy al FaceChat, así que busqué su nombre y salió una foto de él, me sorprendí al ver lo guapo que se había puesto ¿a que sí?
- Tienes razón, es muy apuesto - debía decirlo, TaeMin era lo más bello que habían visto sus ojos
- Cuando nos vimos no me reconoció, tuve que decirle que era tu hermanita
- Basta Sulli, a hyung tal vez no le interese eso – MinHo pensaba lo contrario, él estaba atento, escuchando las palabras de Sulli, imaginándose el encuentro entre esos dos
- Lo mejor será ir a casa – miró la hora indicada en su reloj – ya es tarde y mamá estará preocupada
- ¿tú crees?, mira que ni siquiera vino a ver a su hija – MinHo sonrió de lado, sulli podía molestarse tan fácilmente – TaeMin oppa, ¿vienes con nosotros? – volvió a mirarlo, esperando una respuesta positiva y a la vez negativa
- No quiero incomodarlos
- Claro que no, ven vamos – Sulli tomó su mano, sus bolsos se sostenían sobre sus hombros, mientras ellos caminaban hacia el estacionamiento, con un MinHo tras ellos
MinHo conducía hacia casa de sus padres, a petición de Sulli que le había pedido llevarla primero a su casa, TaeMin no decía nada, se mantenía entretenido divisando las luces de la capital a través de la ventana, MinHo lo miraba de vez en cuando a través del retrovisor.
Las luces de su casa se encontraban apagadas, Sulli hizo un puchero al darse cuenta de lo descuidados que eran sus padres, se despidió con un beso en la mejilla de ambos jóvenes, murmurando el hecho que no volvería a hablar con sus padres durante una semana.
Giró hacia la derecha y condujo hacia el departamento de TaeMin, recibiendo sus indicaciones. Ninguno hablaba, se notaba la incomodidad entre ambos, MinHo podía percibir la diferencia que podía provocar ocho años sin verse, era como estar con un desconocido en vez de un amigo de la infancia. Mientras manejaba recordaba esos tiempos, cuando Lee y él eran amigos inseparables, cuando el estar juntos se volvía el mejor momento del mundo.
- No puedo más MinHo – pero MinHo no se detuvo y siguió con su ataque de cosquillas hacia TaeMin
- Eso te pasa por no obedecerme – él también reía, complementando sus risas con las de su mejor amigo
- pro-prometo no volver a lla-llamarte keroro en la escuela – detuvo sus manos y miró a su amigo con una sonrisa
- espero y no lo vuelvas a hacer – se puso de pie y ayudó a TaeMin tomando su mano - sólo puedo dejarte a ti llamarme de esa forma
- sí, sólo yo - sonrió ampliamente dejando disfrutar a MinHo de su brillante sonrisa
- ya es tarde, tu madre se enojará si no llegas temprano - TaeMin asintió, mientras ambos levantaban sus mochilas. Siempre iban a jugar al parque después de la escuela.
MinHo iba muy pensativo, a TaeMin se le hizo extraño, ya que normalmente su hyung era muy platicador. Decidió no preguntarle nada al verlo tan concentrado.
Su casa fue el primer lugar al que llegaron. MinHo siempre le decía, que como él era dos años mayor era su responsabilidad cuidarlo.
- Hoy también fue un gran día hyung - comentó, llamando la atención del más alto
- Taeminnie, espera - dijo al darse cuenta que ya estaban frente a la casa del menor
- ¿Qué pasa? - preguntó viendo como MinHo se ponía nervioso
- To-toma - extendió en las manos de TaeMin una carta, MinHo dudaba si entregársela o no - ma-mañana espero tu respuesta - dijo rápido, antes de dejar un beso sobre la frente de TaeMin y luego irse corriendo hacia su casa.
- hyung~ - susurró, viendo el cuerpo de MinHo doblar en una esquina. Entró a su casa y vio a sus padres en la sala, hablando sobre temas que él no entendía; los saludó y luego pasó a retirarse a su habitación. Dejó la carta de MinHo sobre su cama, diciéndose a si mismo que la leería después de tomar un baño.
Cuando ya estuvo listo, con una ropa de diario y sentado sobre su cama para leer, su madre lo llamó para que bajara a comer, hizo un puchero, repitiéndose que la leería antes de dormir. La comida estuvo deliciosa, su madre era una gran cocinera, regresó a su habitación, tomando la carta de MinHo, leyendo en la parte posterior “para TaeMinnie", acarició las letras, imaginando a su hyung llamándole de esa forma. Abrió la carta con delicadeza, y tomó el papel que se hallaba en el interior, extendiéndolo para leerlo.
“Querido taeminnie:
Sé que es extraño que te entregue esto, pero era la única forma que hallé para decirte lo siguiente sin ponerme nervioso.
Somos amigos desde hace tres años, cuándo te vi por primera vez, jamás creí conocer a un niño tan bonito, pero cuando me sonreíste, supe que debía tenerte siempre a mi lado.
Siempre trato de demostrarte lo buen hyung que puedo ser para ti, trato de que te sientas orgulloso de mí, y cuando gritas “¡wow hyung!", sé que lo estoy logrando.
No soy bueno con las palabras, pero quiero que sepas lo importante que eres para mí, no sé qué haría si tú me faltaras, por eso me animé a escribirte esta carta, para decirte lo mucho que te quiero, decirte que tú me gustas más que un amigo o un hermano.
¿Estás sorprendido?, también yo... pero te quiero mucho Minnie, mucho, creo que lo que siento es amor, tengo mucha vergüenza de decírtelo en persona, por eso espero tu respuesta.
Dime TaeMin, ¿tú sientes lo mismo por mí?
Te quiere, MinHo
Pd: si tú no sientes lo mismo, sé sincero"
Sus manos temblaban, su corazón latía acelerado y su mente trataba de procesar lo leído, era la primera vez que alguien escribía una carta para él, la primera vez que le dedicaban la palabra “amor", era la primera vez que sentía ganas de correr hacia casa de su hyung y gritar un fuerte “¡yo también!”. Pero, su cuerpo solo atinó a recostarse sobre la cama, cerrar los ojos e imaginar el rostro de su hyung, imaginarlo en cada uno de sus gestos y decidir cuál de ellos le gustaba más, aunque era difícil, así sea MinHo agitado después de correr o MinHo haciendo un puchero para hacerlo reír, le gustaba de todas las formas.
Sintió la necesidad de correr hacia su sala, tomar el teléfono y llamar a su hyung, solo para escuchar su voz. Pero sus planes se vieron frustrados al ver entrar a su mamá a su habitación con un vaso de leche en las manos y diciéndole que ya era hora de dormir.
Se colocó el pijama y bebió su leche, su madre lo recostó sobre su cama, besando su mejilla y esperando a que él durmiera. No pasó mucho cuando TaeMin se durmió, soñando sobre lo que haría al día siguiente.
“Aquí es”
Estacionó luego de escucharlo hablar. La calle se le hacía conocida y al parecer TaeMin vivía en un departamento con una buena ubicación.
- Gracias Hyung – MinHo lo volteó a ver mostrándole un rostro serio. Luego de recordar ese día en que ellos eran muy amigos le era imposible no pensar en TaeMin rompiendo su corazón. Era imposible para él negar que estaba bien; había sufrido durante muchos años por su culpa y ahora que por fin se había acostumbrado a tener una vida “normal”, no podía imaginar a TaeMin volviendo a aparecer en ella.
Sabía, ciertamente, que sentir cierto malestar luego de tantos años era algo estúpido; pero, simplemente pensar que TaeMin seguía su vida como si nada, era algo que lo molestaba mucho.
Exhaló el aire contenido y le dedicó una sonrisa. No podía negar que al principio este nuevo TaeMin le había causado cierta emoción, pero volver a recordar el pasado lo hacían sentirse enojado.
No sabía si mostrarse feliz para demostrarle que había superado el pasado.
O decirle lo mucho que le fastidiaba que haya sido feliz sin él.
- No fue nada – TaeMin salió del auto e hizo una reverencia. MinHo lo observó hasta que ingresó al edificio.
No podía. Realmente no podía.
TaeMin no merecía que él lo haya amado tanto. Ese individuo había convertido su amor en desprecio, había secado su corazón y lo había convertido en un hombre indiferente y despreciable.
TaeMin también merecía llorar.
Llorar las mismas lágrimas que él había derramado, merecía saber que era sufrir por amor.
Y él se encargaría.
Se vengaría de ese bastardo.
...