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Sin caballero, sin armadura. por ChocoPyo

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Notas del capitulo:

Bueno mis amores, lamento que este sea su final. Es demasiado largo, casi 5k palabras (si no es que más), pero lo vale T-T
Les agradezco mucho a las personitas que me siguen desde la primer temporada, y de las que acaban de empezar y a las que futuramente llegarán. De verdad, sin ustedes, esto no se hubiera desarrollado tanto.

LAS AMO~~~

No tengo palabras para describir mi felicidad, así que, sólo diré GRACIAS, LAS AMO. Y espero vover a encontranos en otro fic mio. 

Bye~ 

La suave brisa golpeaba su rostro de forma constante; tenía los ojos cerrados, sintiendo el calor del sol sobre su cuerpo, calentándolo. Estaba recostado bajo la escasa sombra de una palma que al igual que su cabello se agitaba con el aire mientras él descansaba encima de una toalla. Soltó un suspiro lleno de resignación y puso su brazo sobre su cara. No, ya no lloraría, no cuando se suponía que había superado su muerte. Quería, pero no lo haría.

Unos pasos atrás suyo lo alertaron, mas ya los conocía a la perfección.

YoonGi.”

— ¿Estás bien, Minie?

Al escuchar esas simples palabras ahogó un suspiro a la vez que se levantaba, luego sonrió, pero no existía felicidad alguna en ella, sólo dolor y sufrimiento. Él sabía que no estaba bien, pero ¿para qué decir la verdad? ¿Para qué hacer sufrir a otro? No era justo.

— Sí, ¿por qué preguntas, hyung? —trató con todas sus fuerzas de que su voz no se quebrara conforme hablaba, manteniendo en todo momento esa asquerosa sonrisa que tanto sufrimiento albergaba, logrando engañar a la mayoría de las personas a su alrededor.

O casi a todas…

— Vamos, Jimin —soltó en un suspiro, sopesando el tono de voz del más bajo y su falsa sonrisa—. Ya pasó un año… —no quería sonar como si suplicara, pero no había de otra.

— Yo… —puso cara de no entender— No sé de qué hablas, hyung —y de nuevo sonrió.

El más grande suspiró, rendido, y se sentó a su lado. Pasó su brazo por encima del cuello de su dongsaeng y lo acercó hacia sí, después escondió su rostro en el pecho ajeno y, con su otro brazo, tomó con fuerza el costado sobrante del moreno, acercándolo más a su cuerpo, creando así un abrazo de los que tanta falta le hacían a Park. Cerró los ojos pasando saliva, tragándose el nudo en su garganta, luego se alejó y, con ambas manos sujetó la cara de Jimin entre estas para poder verlo a los ojos. Sintió cómo el menor se tensaba y vio cómo sus dos diamantes caféses se cristalizaban poco a poco, dejando relucir su tristeza. El labio inferior de este también comenzó a temblar, pero, antes de poder hacer cualquier otro movimiento, el más bajo apartó de él el agarre firme que mantenía su cara en la dirección de su mayor.

Si bien era cierto que ya había pasado un año, para él era como si apenas hubiese sido el día pasado a ese. Era un sentimiento horrible, no lograba conciliar el sueño sin que ese pensamiento sobre el que alguna vez había sido su amante y pareja le rondara por la cabeza. A pesar de todo, logró recuperarse, , pero sólo un poco; el Jimin que en esos momentos no era el mismo que alguna vez fue durante su nueva vida luego de que el pelinegro lo rescatara de la calle. Trató de rehacer su vida luego de que HoSeok llegara al final de la suya, pero no lo consiguió. No del todo… O tal vez ni siquiera un poco

Recordaba con facilidad en todo momento cuando llegó al hospital justamente tres semanas luego de que cumplieran meses juntos, una tarde un tanto fría; entró al complejo de terminales y pasó directamente a la camilla del alto, charló un rato con él mientras le acariciaba la cara y las manos diciéndole lo frías que las tenía, y lo pálida que estaba su cara. Era normal que hiciera eso, no lo dejaba de lado cada que iba a visitarlo, pues tenía la esperanza de que en cualquier momento  podía despertar o tan siquiera apretar su mano mientras hablaba con él, pero nada pasaba, nunca pasó algo así. Mucho menos luego de que los monitores empezaran a chillar y a interrumpirlo en su plática daría con Seok, alarmado, se levantó de su asiento con los ojos repletos de lágrimas y jadeante para luego correr hasta la puerta y gritar desesperadamente una y otra vez:

¡Enfermera! ¡Enfermera, por favor! ¡AYÚDENME!

Claro que al momento todo el personal disponible de aquella planta entró corriendo a la vez que un par de médicos corrían por delante de todos; Jimin, por otra parte, fue obligado a esperar afuera, teniendo una idea de lo que vendría después.
Durante el tiempo que los enfermeros y doctores hacían su trabajo dentro, Jimin se mantuvo llorando y rezándole al Dios que HoSeok le había enseñado cuando eran novios, el mismo al que le rezaba a diario desde el accidente. No tenía ni la más remota idea de si funcionaba o no, mas el pelinegro le enseñó tanto sobre el amor de dicho Dios, que no se rindió a orar cada que su pequeño corazoncito se oprimía durante el día.

Quince minutos fueron los que su llanto no paró de correr pensando en que quizás ya había llegado el día en que su novio lo abandonara en el mundo a su suerte, y tal vez no estaba equivocado. Pudo comprobar su teoría cuando el médico de cabeza salió con la cabeza gacha y apretando  con fuerza su bata blanca, retorciéndola entre sus dedos desnudos. Se acercó al moreno, y, con una profunda pena negó mordiendo su labio inferior y soltando un:

Lo lamento, muchacho. No pude hacer nada por él… Lo siento tanto, chico, él era muy joven… le faltaba mucho por vivir…

Su respiración se entrecortó y un colapso mental vino a él, provocando que le aplicaran un sedante y que, nuevamente, llamaran a SeokJin para informarle el estado de su amigo. Al más grande le dio pena toda la situación, mas no dijo nada, incluso se quedó callado cuando, entre lágrimas, veía a Jimin llorar sin descanso en el funeral del moreno. Nadie hizo nada salvo apoyarlo y brindarle cariño cada que iban de visita. Siempre que llegaba NamJoon o Jin le llevaban comida, pues sabían y veían cómo su pequeño amigo adelgazaba con rapidez, y no se movían hasta que este terminara de comer y pasaran un par de horas para así verificar que no botara nada al excusado.

Por otra parte, cuando YoonGi se enteró de su repentina pérdida, ya era amigo de Jimin, por lo que, con toda su fuerza de voluntad y el amor que se guardaba y sabía tenía en el fondo de su ser (puesto que lo guardaba para la persona indicada, podía sonar cursi, pero él realmente pensaba eso), logrando darle tanto apoyo moral, como consejos y demás. Continuó visitándolo durante meses hasta lograr que deseara salir de su casa para ir a ver una película con él, o tener una cita, como prefería llamarlo cuando estaba a solas. Fue mucho tiempo el que duró rogándole, pero no se arrepentían en lo absoluto, y sí, puede que fuera un maldito desgraciado que arruinó una relación, pero, al igual que cualquiera, se merecía una segunda oportunidad, así que ¿qué mejor que con el chico que lo ponía loco con una mínima sonrisita? Porque sí, una sola vez vio un intento de sonrisa cuando se cayó en una de sus varias salida a un parque de diversiones mientras se subía a un pequeño poni que chilló del dolor por cargar al muchacho más grande, retorciéndose para después, derribarlo sobre la tierra. Desde allí, supo que su vida debía ser junto al pequeñín de cabellera alocada y con complejo de enano.

— Por favor Jimin… —dijo con el ceño débilmente fruncido de dolor mientras besaba uno de los párpados fuertemente cerrados del nombrado— Ambos sabemos que lo amas —murmuro sintiendo su boca arder por decir aquello; si la sola idea de pensarlo le daban nauseas, el decirlo dolía, y mucho—, pero, por favor… por favor, dame una oportunidad de ser el último complemento que te falta para sanar por completo… Por favor

Jimin negó escuchando cómo YoonGi le suplicaba.

No podía hacer eso.

No iba a hacer eso.

— Lo lamento hyung… —ahogó un jadeo de dolor y dijo—: No te quiero perder también a ti… No después de que tú también ya eres tan importante como lo era HoSeok hyung antes; no, porque la vida se empeña en quitarme todo aquello que amo y me ama… No podría soportar que me partieran el corazón de nuevo… No soportaría estar solo otra vez… —rompió en llanto y escondió su cara en el pecho tibio del peliteñido, mojando la camisa de este— Mi corazón no lo soportaría. No podría, hyung… No

Min, entre el aturdimiento, negó repetidamente con la cabeza y abrazó fuerte al más bajo a la vez que murmuraba con amor y delicadeza:

— No me importa si yo no logro hacer que olvides a tu antiguo novio, no planeo eso, Jimin, no lo pretendo, y no te mentiré. Nunca lo haría, porque sé que él, para ti, fue demasiado importante, y sé que lo amaste tanto, que nunca pensaste en abandonarlo, así que no me importa estar después de él, enserio —sollozó contra su cabello para luego besarle la coronilla—. Te amo tanto que por ti moriría, mataría, e incluso… dejaría de ser todo lo que alguna vez fui. Te amo tanto que —levantó la cara del menor y con sus pulgares le limpió las lágrimas de las mejillas y le dio un casto beso en la frente—, te juro, te juro por lo que quieras, que sería un honor para mí ser el segundo en tu corazón. Tan grande que no me importaría cruzar hasta China o Europa para verte un par de minutos. Te amo, y eso es lo que importa… es lo que me importa… Te amo

Jimin no supo qué decir o hacer, así que atinó a sólo abrazar lo más fuerte que pudo a su mayor, sollozando y soltando continuos chillidos mientras moqueaba e hipaba. Sabía que no mentía, él no lo haría, nunca le mentiría, lo sabía.

 

 

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Levantó la mano y la llevó hasta los cabellos negros del menor en un intento de calmarlo; estaba llorando en sueños a la vez que se revolvía como si estuviera recostado sobre brazas. Intentó abrazarlo, pero este no se dejó y se giró dándole la espalda. TaeHyung suspiró y se dio por vencido ante tal acción. Sus ojos se cerraron para no dejar salir las lágrimas que agrietaban su alma y debilitaban cada vez más su sonrisa. Sabía que se arriesgaría si eso pasaba. Sabía que no era culpa del pequeño, pero este lo negaba diciendo que por él, su hermano estaba muerto.

— No es tu culpa Jeon JungKookie… —murmuró apretando la sábana entre sus manos aun con los ojos cerrados. Se meció lentamente hacia los lados entes de relajarse lo suficiente como para por fin quedarse dormido.

A la mañana siguiente se despertó por el intenso ruido del despertador, notando que no había nadie a su lado en la cama, y eso lo asustó; sabía que JungKook no podía estar sin supervisión en cualquier lugar de la casa sin que le diera por hacer alguna estupidez. Ya le había ocurrido antes varias veces. Cinco, para ser exactos. Tres en las que el pequeño había intentado consumir una gran cantidad de pastillas, y dos en las que sus muñecas habían cargado con el peso.
Agitado y con lagañas impidiéndole ver del todo, se levantó y se tropezó con la puerta antes de salir disparado hacia el baño, encontrándolo vacío. Alterado, corrió a la cocina intentando con todo su ser no encontrarse pensamientos malos. Atravesó toda la sala de estar para luego pasar directamente a la cocina encontrando al menor recostado en la barra al lado de una sartén con aceite y salchichas con fuego muy bajo y una alita de madera en la mano derecha. Su corazón se achicó y bombeó más rápido, haciendo que sus mejillas se calentaran un poco; se acercó despacio y verificó no hacer tanto ruido para no espantar al más alto y seguir observando cómo se concentraba en tan ardua tarea.

Pasaron unos diez minutos en los que sólo se podía escuchar el sonido del freír de la comida y un par de huevos que le hacían compañía a los embutidos cortados en rodajas para que TaeHyung se decidiera a decir algo, pero fue detenido por una vocecilla suave aunque ronca de cierto muchachito que cocinaba.

— Lamento si te asusté al despertar, pero hoy quise ser yo quien preparara el almuerzo, hyung —apagó la estufa y se giró con dos platos en las manos, los dejó en la mesa y regresó por la sartén—. En algún momento tenía que volver a ser el viejo yo, y… ¿qué mejor manera de hacerlo que preparando el desayuno como cuando recién llegué aquí? —los ojos fijos del moreno sobre los del más grande provocaron muchas sensaciones en este, haciendo que sus ojos comenzaran a aguarse. De un salto se puso de pie y corrió a abrazar a Kook, estrujándolo en sus brazos.

— ¡Por Dios, JungKookie…! — exclamó sollozando— Creí que nunca te volvería a ver como antes… Te amo tanto… —dijo en un murmullo ahogado en el pecho del susodicho, después sintió unas manos tibias y temblorosas pasearse con timidez por su espalda para poder rodearlo lo suficiente como para cerrar la muestra de afecto y seguir así por un rato más, olvidándose del resto del mundo.

Cuando sintieron que fue suficiente, comieron sin prisas y observándose mutuamente con sonrisas en la cara. Era algo asombroso ver a JungKook actuar así, puesto que este se había distanciado de todos luego de la noticia de que su hermano falleciera, y a pesar de haber asistido repetidas veces a citas con el terapeuta, parecía que el estado del menor no era el mejor ni el más favorable, así que técnicamente era un milagro que estuviera de esa forma esa mañana. Un par de minutos más tarde, el timbre sonó, anunciando la llegada de Jin y NamJoon, quienes se sorprendieron tanto como Tae al ver a un maknae sonriente junto a su pareja. Los abrazos asfixiantes por parte de estos dos no se hicieron esperar, repitiendo la escena en la que los menores hicieron lo mismo, aunque sin tardar tanto, puesto que debían salir cuanto antes.

Y así, siguieron el resto del viaje hasta la playa, sonriendo y haciendo un montón de bromas entre ellos.

 

 

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— ¡Mierda, NamJoon!, ¡ya deberías dejar de comer y ponerte a hacer algo hoy! —gritó Jin desde la cocina mientras recogía allí.

— Chingada… Puta… —masculló el mencionado mientras se revolvía en el sillón y se frotaba el cabello. Definitivamente iba a dejar de ver y escuchar tantos programas y música latina para dejar ese vocabulario tan vulgar y mal pronunciado algún día, mas quizá no pronto. Tenía sueño, demasiado diría él, pero bueno, nadie lo obligaba a pasarse la noche observando su serie americana favorita sin parar. Se levantó y se tambaleó un par de veces antes de caminar despacio hasta la ducha diciendo—: Ya voy, SeokJinie hyung~

— Nada de SeokJinie hyung —imitó su voz aunque dejándola más chillona de lo normal, al contrario que Nam, puesto que él la tenía más gruesa de lo normal debido a que (prácticamente) se había levantado apenas—. Mueve tu casi inexistente trasero a la ducha que debemos pasar por Kookie y TaeTae para ir a visitar a YoonGi y a Jimin a su nueva casa y ver qué tal se la están pasando ese par de pillos… —cambió su tono conforme hablaba, así como también cambiaba su semblante, pero eso duró poco, ya que enseguida regresó a gritarle al peliblanco con más fuerza—: ¡No quiero que te tardes como lo sueles hacer, Joon, que de verdad quiero ir!

Y, haciendo caso omiso, el moreno se metió bajo la regadera. Mejor terminar de una vez con todo a seguir aguantando a su hyung mientras le gritaba constantes ¡muévete, idiota!, o ¡joder que no eh terminado aún, NamJoon!, ¡No pises la mesita para el café! No aquello, no esto, no te muevas, no parpadees, no respires, ¡no nada! SeokJin técnicamente no lo dejaba hacer nada que no fuera existir. De hecho se estaba comenzando a preguntar si su mera respiración alteraba su vida normal. A él nunca le había gustado ser un estorbo, pero ese día justamente no tenía ánimos para nada que no fuera ir a mear, comer o dormir. No entendía cómo era que su novio lo soportaba cuando actuaba así.
De repente un pensamiento asaltó su cabeza dejándolo en blanco y estático. No podía creer que realmente su mente recordara tan a la perfección los detalles de la vez que había engañado a SeokJin aún después de tanto tiempo, y sin embargo, para el mayor, él ya no quería recordar nada. De hecho, le había dicho al castaño (en aquellos días teñido a un rubio mezclado con rojo bastante extraño que daba la impresión de que tenía el cabello cobre cenizo) que no recordaba absolutamente nada después de la quinta copa de Martini y la tercer ronda de tequila, que este le creyó, pero en el fondo, ambos sabían perfectamente que no era del todo cierto, y justamente esa mañana no era precisamente la indicada para eso, no cuando se suponía que se debía apresurar para ducharse y vestirse decentemente por primera vez desde que terminó su última producción musical.

Se meneó hasta la regadera tarareando la letra de Suicide, una de sus primeras canciones de las que estaba orgulloso, pues con esta había conseguido entrar a la empresa en la que estaba, competencia de en donde trabajaba su casi perdición YoonGi. Podría sonar exagerado, pero no quería ni siquiera verlo, pero dado lo que ocurrió con Jimin, se tragaría todo el coraje y el resentimiento al igual que SeokJin lo hizo, y se lanzaría a charlar con él como si nada hubiese pasado. Se merecía un poco de paz en su vida, y sin embargo, llega el idiota que casi arruina su relación con su pareja justo en el momento oportuno en el que su amigo bajito musculoso había entrado en una mini crisis por perder al amor de su vida y alma gemela. Todos en aquella época se merecían un tiempo de relajación, no sólo él o Park, pero tal vez el de piel blanquecina no se dio cuenta de aquello, puesto que llegó cuando menos se le necesitaba, aunque en palabras de SeokJin fuera exactamente lo contrario. Para este, el que Jimin encontrara a alguien con quien hablar en sus momentos depresivos, era de gran alivio, puesto que los libraba de tener que velar otro cuerpo en tan poco tiempo; para NamJoon no era más que un imbécil que intentaba aprovecharse de un niño, pero bueno, debía tratar de perdonar al mejor amigo de su hyung, así que había hecho un esfuerzo casi sobrehumano para no querer moler a golpeas a YoonGi cada que lo veía.

Su agitada respiración se entremezcló con el sonido de la regadera mientras tallaba su cuerpo y pensaba en todo lo vivido con anterioridad, desde los gritos y peleas con su novio, hasta los momentos más románticos. Su vida actual era un completo caos si se ponía a comparar a como lo era antes, pero de cierto modo le daba igual, pues aún a pesar de que la confianza que Jin le tenía al menor no era la de antes, agradecía que no le restregara en la cara eso, pues no lo soportaría.
Alzó el rostro cuando cerró las llaves y, tomando la toalla, salió del baño, secando sus pies en el pequeño tapete colocado fuera de la puerta. Agitó la cabeza levemente mientras se frotaba el pelo, unos segundos después, cuando llegó al cuarto, alzó la voz:

— ¡Ya desocupé el baño, Jin!

— ¡Te faltó el hyung, Joon! —le reprochó al peliteñido, quien sólo rodó los ojos largando un bufido y añadiendo a la frase su honorifico faltante— ¡Voy a estar listo en treinta y cinco minutos! —soltó viendo el reloj de pared y sacándose el mandil— Quiero que para ese entonces, sino salgo, te vayas sin mí; pero si yo estoy listo y tú no, me iré sin ti, ¿entendiste Kim NamJoon?

— Por supuesto… —murmuró sentándose al borde de la cama— Ya casi estoy listo…

— Ah —se escuchó un grito ahogado tras la puerta de la ducha—, deja que pulga entre un rato ya que te cambies y dale de comer, ¿sí?

— Sí, Jin… —murmuró sin ganas y comenzó a vestirse.

 

Fueron exactamente treinta y seis minutos los que el moreno más grande tardó, pero su pareja no le recriminó nada, no era quién para hacerlo, así que sólo ignoró aquello y se puso a jugar videojuegos en su teléfono celular. Luego de que su novio saliese y arreglase todo lo que su mino bolso de viaje pudo llevar en cuanto a comida, se fueron de ahí, dejando a su mascota en la casa de su vecina Pyo HeoJi, una chica linda y de buenos sentimientos a la cual le gustaban los animales y que ya les había cuidado a su hijo un par de veces antes. Era una jovencilla de cuerpo un tanto rellenito pero sin excederse, con unas mejillas como las que Park tenía antes de su depresión que le daban un aspecto tierno; tal vez no era muy linda, pero a los ojos de SeokJin era una gran chica.
De hecho, fue en la recepción que reconoció a NamJoon pidiéndole su autógrafo y diciendo montones de cosas sobre ser su fan, al castaño no le hizo mucha gracia ver que una niña le estaba coqueteando a su pareja, mas sin embargo, se enteró de la propia boca de la niña, que tenía un hermano menor al que le encantaban los discos de su novio, y así fue como SeokJin se hizo una amistad con la joven.

Al entrar en la autopista, la imagen de la HeoJi le vino a la mente, dejándole una sonrisita. El moreno más bajo —quien iba conduciendo el coche— notó aquello y acercó su mano hacia la del mayor, quien entrelazó sus dedos y giró su cabeza para poder mirarlo con su enorme sonrisa. El rubio levantó sus manos sin separarlas para dejar un casto beso en donde sus dedos se unían, sellando una de las promesas que tenían. El mayor soltó una risilla juguetona y se sonrojó, repitiendo la acción del menor. Esa vez este sonrió sin apartar la mirada de la carretera.

Fue casi de la misma manera hasta llegar a la casa de los dos menores, y más tarde ir a donde YoonGi y Jimin los esperaban.

 

 

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El constante repiqueteo de unas campanas hacía compañía a los trinos de las avecillas que estaban cerca de allí, creando una melodiosa tonada inaudible. Había muchas personas dentro y fuera de la iglesia; junto al altar, un chico de piel pálida y cabello negro pasaba constantemente sus manos húmedas por sus pantalones en un intento de secarlas y respirando con algo de dificultad. Se sentaba y se paraba de la silla donde se suponía estaría recibiendo un sacramento pronto. Para su suerte, la sociedad y la iglesia en aquel estado de América ya aceptaban los casamientos homosexuales, así que no hubo muchos problemas para tramitar y solicitar todo.

Era un día importante, no era cualquier siete de febrero, sino era el siete de febrero. Uno de los más importantes en su vida.

Doce años habían pasado desde la muerte de HoSeok, diez desde que Jimin había aceptado a YoonGi en una relación, ocho desde el casamiento de NamJoon y SeokJin y seis desde que estos habían decidido adoptar a una linda niña castaña; dos años y medio para que JungKook y TaeHyung finalmente anunciaran la noticia de que se casarían y se irían a vivir a China por el trabajo del más grande, y cuatro meses del aniversario de Jung HoSeok.

Tal vez era mucho tiempo el que ambos habían esperado a casarse, pero ellos lo habían decidido así, pues dijeron que si duraban juntos mucho tiempo, llegado cierto momento se casarían, y ahí estaban, uno llegando a la iglesia, mientras que el otro se paraba y sentaba constantemente, nervioso. Los padrinos de anillos serían JungKook y TaeHyung, mientras que SeokJin y NamJoon serían los que pagarían los gastos de todo (o más bien sólo el moreno más chico) por petición de estos. No sería la gran cosa tampoco, pero ellos se habían ofrecido, así que no se podían negar.

Pasaron quince minutos más en los que le daban los últimos arreglos a los novios para que sonara la marcha nupcial y diera inicio a lo que les daría una vida juntos. Por todos lados, caras conocidas y poco conocidas se hacían presentes ante el par de novios que se hallaban hasta el frente sentados codo a codo, lanzándose miradas y sonrisas nerviosas cada momento. Llegado el momento de decir sus votos, el sacerdote les indicó que se tomaran de las manos y se vieran a los ojos, diciéndolos con éxito y una sonrisa que esperaban fuese eterna. Una vez que terminaron, el hombre de edad media pidió que acercaran los anillos para proceder a lo siguiente, en donde YoonGi, luego de colocarle la pieza de oro blanco le besó, sellando una promesa. Jimin, quien llevaba el mismo color de cabello que su hyung, entrelazó sus dedos en las manos que llevaban los accesorios adornando sus dedos. No encajaban a la perfección sus manos, pero sí se calentaban con cariño.
Cuando el hombre terminó de decir sus frases típicas y dio por terminada la misa, se abrió paso a las fotografías, en donde la pareja se mostraba realmente feliz.

Antes de irse hacia donde sería la fiesta, el moreno más grande decidió que se tomaría una foto en la que todos saldrían, incluida la pequeña hija de Jin y Nam. Llamaron al fotógrafo y se formaron en la salida de la iglesia, en donde la luz del sol iluminaba sus rostros y el poco aire les elevaba sus cabellos. Todos sonreían, incluso la menor de nombre Kim SeokJoon, que se había parado delante y en el centro de con sus padres y sonreía mostrando gran parte de su dentadura y dejaba caer un poco su cabeza hacia atrás, recargándose en su papá Joon y sosteniéndose en  su mamá Jin; al lado derecho, JungKook estaba siendo sujetado de la cintura por su esposo mientras que este tomaba del hombro a YoonGi y este llevaba la mano izquierda alrededor del cuello de Jimin a la vez que besaba la mejilla de este. Parado al lado del menor estaba el mayor de todos, sujetando de la mano a su bebé y sonreía como sólo él sabía hacerlo, el hombre de hoyuelos (que recién se había teñido el cabello a un azul-verdoso menta suave) tenía su mano sujeta a la de su pareja y con la otra la de su hija.

Y esa bella imagen fue capturada y repartida a las tres parejas. La de los Kim estaba en una pared en el pasillo de su gran casa, la de los menores la mantenían guardada en el álbum de fotos, y YoonGi y Jimin tenían la suya al lado del mueble principal, cerca de otra en la que de igual manera estaban los menores, NamJoon y SeokJoon siendo llevada en los hombros de este, faltaba Jin, quien era el que había tomado la foto. A un lado de esta, había otra en la que estaban sólo el moreno pelinegro junto a su esposo abrazándose y sonriendo ante la cámara.

Pasaron infinidad de cosas entre las parejas con el paso de los años, como que los Kim casi se separaban y que adoptaron a otro bebé, esta vez un niño de tres años bajo el nombre de Lee NamPyo (a quien más tarde le cambiarían el apellido al suyo). De JungKook y TaeHyung casi no se supo nada puesto que estos se comunicaba de vez en cuando debido a sus trabajos y las diferencias de horarios, aunque cada cuatro meses se reunían con los otros para salir de paseo junto a su nuevo integrante, el pequeño Jeon SeungHe, quien había sido propio, una inseminación por parte de Tae.
Mientras que Park y Min se habían decidido a tener los suyos, pero por alguna razón Jimin no podía tener bebés. La noticia lo afectó tanto, que duró con shock más de una semana y, a pesar de que había sido un golpe duro, quedaba la opción de que YoonGi alquilara un vientre, y así fue, pero después de nueve años de casados. Para buena suerte de ellos, su felicidad sí pudo extenderse por mucho tiempo al igual que la de los otros, pero como muestra de respeto hacia Jeon HoSeok, visitaban su tumba dos veces al año, en su cumpleaños y en su aniversario de muerte.

Todo era lindo y tierno, lleno de amor y romance, felicidad y orgullo en las vidas de las tres parejas.

El primero en fallecer fue TaeHyung a sus sesenta y tres años, casi siete años después fue SeokJin con sesenta y siete. Los dos en un accidente automovilístico con grandes diferencia en meses. Pero ni NamJoon ni JungKook buscaron a alguien que llenara sus vidas, simplemente esperaron su turno para poder llegar a los brazos de sus parejas, deseando poder ver la felicidad en sus ojos cuando se miraran una vez más.

La única pareja que terminó completa hasta el final fue la de YoonGi y Jimin, quienes murieron de ancianos y con pocas semanas de diferencia, pero de lo que todos estaban seguros, es de que ellos si llegaron a amarse con pasión y locura, de que ellos, a pesar de que HoSeok estuviese presente en todo momento con Jimin, este amaba con locura a su esposo, pero sin ignorar a la primer persona que amó tanto su corazón. Era por eso que Jimin, durante su tiempo de vida dijo varias veces que él, se mantenía sin caballero y sin armadura, eso, hasta que YoonGi se transformó en un nuevo caballero.


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