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Sin caballero, sin armadura. por ChocoPyo

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Notas del capitulo:

Holo~~~, lo siento mucho, por la tardanza, peeero, mi amigui sabe el por qué me tardé… dejaré que ella se los explique  :D *su amiga la golpea*

Holii~ yo soy la amigui XD mejor conocida como jazzchibiNeko aquí en amor yaoi *a nadie le interesa pero se presenta igual* bueno Andre ha tardado mucho debido a que acaba de empezar la prepa y pues ya saben cómo es, tiene mucha tarea así que no tenía mucho tiempo para actualizar tranquilamente como ella quería y por eso yo estoy aquí  X3 yo me encargare de subirles el capítulo en caso de que ella no pueda

Bueno ya no las interrumpo y disfruten la lectura~~~

Las manos sudorosas de HoSeok delataban su nerviosismo, estaba ansioso por entrar a ese bar en el que había estado hacía más de tres años, donde había conocido a su mejor amigo. Suspiró y revisó el reloj por décima vez en lo que llevaba parado afuera del local. Carraspeó un poco y se secó el sudor imaginario que le escurría en la frente. Quería entrar y a la vez no; era una vasca sentimientos entremezclados, y no había cruzado palabra alguna con JungKook.
Checó su móvil cuando sintió que vibró en su bolsa trasera, encontrándose un mensaje de NamJoon. No quiso abrirlo con la excusa de que luego de charlar con su hermano lo haría. Suspiró de nuevo y entró, percibiendo el  humo de cigarros y el olor a alcohol que emanaba aquel bar.

“Asqueroso…”

Apretó los labios y frunció el ceño, negando con la cabeza repetidas veces avanzando con lentitud a través del mar de personas. Pasaban de las diez y, según había dicho TaeHyung, su hermano lo estaría esperando en la parte trasera, pero debía entrar por la parte del frente y luego pasar cerca de los baños para llegar. Tomó una bocanada de aire al estar completamente afuera del local. Dios, sí que era asqueroso. No lo graba entender cómo era que los que iban a diario soportaban ese hedor.

Bufó y cerró la puerta de la salida de emergencia lentamente, esperando ver a su hermano. Quizás era muy temprano, no lo sabía, y es que, por más que quiso aprenderse la hora, su nerviosismo le ganó e hizo que se le olvidara todo. Frunció el ceño a manera más pronunciada, enojado con él mismo por no haber podido recordar siquiera ese simple horario. Se maldijo internamente conforme avanzaba por el lugar, recorriéndolo con esmero, buscando otra cosa que no fuesen sacos de basura y gatos callejeros.

“Maldición… que asco… ¡Oh!... ¡Pobres gatitos…!”

Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando una cabellera pelinegra se asomó, refunfuñando, con dos bolsas de basura en las manos, y una cajetilla de cigarrillos entre estas dos. No dijo nada, esperó a que el chico se acercara lentamente, pues él se había parado cerca del cubo de basura. Instintivamente avanzó un par de pasos hacia el muchacho, atrayendo la atención de este, quien, asustado, alzó la cabeza tan rápido que se mareó y cayó de bruces al suelo. No se esperaba esa pequeña visita, y menos de parte de HoSeok.  Con su pecho subiendo y bajando a una velocidad considerable, apretó los ojos y los puños, frunciendo notablemente el entrecejo. Dios, decir que estaba molesto era poco; estaba furioso.

— ¿Qué buscas aquí, hyung? —gruñó cual perro sarnoso y malagradecido. El más grande tembló ante su voz.

“Este… este no es mi Kookie… Ya no…”

— Lo siento yo… creí que debíamos terminar de hablar, y… además —no sabía que decir. Todo su discurso bien planeado se había ido a la basura, como esas bolsas verdes y negras que su pequeño hermano cargaba.

JungKook se levantó y, luego de deshacerse da las bolsas, tomó la cajetilla entre sus manos, sacó un cigarrillo y buscó su encendedor. Al  haber toqueteado en todos sus bolsillos y no encontrarlo, se dio por vencido y volteó a ver a su hermano, que lo veía con un rostro confundido y molesto. No le dio importancia y, descaradamente le preguntó si traía algún encendedor. El más grande negó varias veces con la cabeza, pensando en el por qué su hermano menor había cambiado tanto en tan poco tiempo.

El más chico bufó, cansado,  luego se guardó la cajetilla en un bolsillo trasero del pantalón.

— ¿Desde cuándo fumas? —preguntó, sintiendo amarga la boca.

— No te importa —murmuró el otro entrando por la puerta. HoSeok se quedó ahí, parado e incrédulo de la contestación del menor.

Un par de segundos más tarde volvió a salir por donde entró, con un cigarro encendido.

— Pensé que te irías —dijo más para sí que para el mayor; este sólo le ignoró y caminó a su lado.

Atravesaron entre el bar y una tienda al lado de este en un incómodo silencio. Una vez ya frente a la calle, el pelinegro más alto habló atrayendo la atención de más bajo:

— ¿Desde hace cuánto que estas aquí… solo?

— Tampoco te importa, hyung… —contestó a secas, logrando enojar más al hermano mayor.

— ¡Por supuesto que me importa, JungKook! —respondió con el mismo tono que el mencionado, ganando una mirada molesta y resignada por parte de este, cosa que le importó un cacahuate a HoSeok—. ¡Soy tu hermano mayor! ¡Obviamente debe importarme!

— Pues no creo… Hyung —musitó cortante, caminando a lo largo de la calle.

Era tarde, quizás no tanto como para que no hubiera nadie en la calle, pero ese día, extrañamente había estado tranquilo en cuanto a las personas, por lo que a esa hora ya no había gente, o por lo menos no por ahí, puesto que era un sitio al donde iban personas mañosas o con algún vicio. Tal vez había sido una mala idea el haber querido hablar por la noche con su hermano, pero ya no podía hacer nada excepto intentarlo.

Apretó los puños y respiró hondo.

Quería que JiMin estuviese ahí para que lo ayudara a enfrentar a Kook, pero no estaba; sólo porque él así lo había querido, pero hubiese dado lo que fuera para que estuviera ahí. Lo necesitaba.

— JungKook, escucha, no estoy aquí para juzgarte —intentó razonar y explicar con la mayor calma posible. El susodicho rodó los ojos—. Vine hasta aquí para terminar de hablar sobre el por qué estás aquí, y desde cuándo. No pienso regañarte, lo siento si eso parece, pero… ¡Joder, soy el hermano mayor!, ¡se supone que debo cuidar de ti! —exclamó a media voz.

— Lo siento mucho, HoSeok Hyung, pero de verdad que no quiero hablar de eso… Yo… —no pudo terminar, pues su hermano se acercó con un paso amenazante y con el rostro totalmente serio.

— Por favor, JungKookie, no me vengas con eso —volvió a exclamar, llegando a donde su hermano—. No ahora —el pelinegro menor agachó la cabeza con el cigarrillo en la mano derecha. Segundo más tarde la levantó y arrojó el cigarro al suelo.

Cansado de pelear, mordió de manera leve su labio inferior, conteniendo sus ganas de salir corriendo de ahí.

— Lo siento… de verdad… yo… no quería dejar la casa, pero… —comenzó a explicar con los puños cerrados y con la mirada perdida en la casi por completo obscura calle que sólo era alumbrada por el gran y llamativo letrero de colores que se asomaba por el frente del bar— pero mamá y papá me decían una y otra, y otra vez que debía ser un hombre… una gran persona y que… —pasó saliva sintiendo un nudo en la garganta y un dolor en la boca del estómago bastante conocido por él— que no podía ser un… —no quería decir esa palabra, pero debía hacerlo.

Cerró fuerte los párpados y suspiró echando la cabeza hacia atrás. HoSeok no dijo nada; se imaginaba lo que sus padres le habían dicho a su hermano, pues constantemente se lo decían a él cada que veían a un homosexual por la calle o cada que su madre lo recordaba. Para ellos, el querer a alguien de su mismo sexo era un pecado horrendo y asfixiante que te hacía ir al infierno, sin considerar siquiera los sentimientos de las personas.

Un marica —terminó la frase con una lágrima traicionera que pasaba por su mejilla sonrojada. Estaba avergonzado por lo que había confesado, pero ya no había vuelta atrás.

El más chico notó que su hyung temblaba, puede que de rabia, puede que de sorpresa, pero lo único que quería era irse de ahí.

— Y… ¿y qué les dijiste entonces? —murmuró con el ceño fruncido y voz temblorosa.

— Nada… —contestó con miedo— Sólo me marché de casa…

— ¿Por qué?

— Porque soy un marica.

Al mayor le calaron en lo más profundo de su ser esas crueles y duras palabras. Con lo que había visto de él y TaeHyung, bien sabido tenía que su hermano no era 100% hetero, como solía decirle su amigo NamJoon.

— No debiste hacerlo; es peligroso estar solo en una ciudad que no con-… —fue interrumpido por el más bajo con el tono un poco más alto al que había usado antes:

— ¡Ya lo sé, hyung, pero no pude evitarlo! ¡Ellos me trataban como si fuera el único en casa, y yo ya estaba harto! ¡No podía soportarlo más! —realmente no sabía qué decir, pero su boca había actuado sola, y no se preocupó por enmendar lo dicho, pues ambos sabían que era lo cierto.

— Te entiendo, Kook, pero no debiste hacerlo, además… —quedó a media frase, puesto que su hermano lo interrumpió casi gritando:

— ¡A mi hermana ya ni siquiera la llamaban por su nombre sólo por recordarme a mí que debía ser un hombre! —apretó sus cosas y se giró quedando en frente del mayor, que sentía sus ojos escocerle— ¡Ellos decían que sólo importaba yo! ¡Que mi hermana era una chica y que debía casarse con quien le conviniera, no con quien amara!

Eso descolocó a HoSeok, haciendo que retrocediera y preguntara con tono lastimero:

— ¿Qué… qué le pasó? —tenía miedo de la respuesta, no quería escuchar lo que sus padres habían hecho, pero sin embargo, la voz de su dongsaeng mató sus suplicas internas.

— La obligaron a casarse con un tipo más grande que yo… —entonces lo vio. Vio cómo la rabia en el interior de Kook se desbordaba poco a poco, todo por culpa de los sujetos a los que alguna vez llamaron pares.

Y así fue como la poca fe que HoSeok tenía en sus padres terminó por desaparecer, dejando un pozo negro tan profundo que dolía. Dolía porque no pudo hacer nada por ayudar a su hermana.

Su corazón se estrujó al momento en el que su hermano siguió hablando, casi implorando porque no dijese nada y lo dejara continuar su camino en un mundo cruel y egoísta:

— Eh estado aquí desde casi esa fecha. No la eh vuelto a ver, y tampoco quiero hacerlo, porque sé que no me va a perdonar el que no la ayudara —los ojos del menor se aguaron y los apretó, pero sin dejar de hablar—. Llevo casi tres años aquí. Tres años huyendo de cama en cama cada noche sólo para darme protección y calor por una noche —gimoteó; hizo una pausa y vio a su hermano mayor con el ceño fruncido—. Una maldita noche, HoSeok.

Esas palabras le recordaron a JiMin.

— Todo porque no quería pasar frío ni hambre. Pero eso no fue lo peor —dijo con cinismo y voz quebrada—, lo peor fue que tus amigos  también estuvieron en la lista, y ellos ni siquiera se preocuparon por decírtelo.

Esa fue la gota que derramó el vaso.

¿Sus amigos? ¿Enserio harían algo así?

— No, ellos no… —de nuevo el pequeño pelinegro lo interrumpió.

— ¡Sí, hyung! Incluso llegué a ser pareja de Suga hyung —su momento de amargura y tristeza lo habían abandonado por completo para dar paso a que la euforia e ira se instalara en su organismo, haciendo que soltara cada una de las palabras más venenosas que podía sin medir las consecuencias—. El muy bastardo me la metía bien. ¡Joder, me encantaba!

— Por qué no me lo dijiste, pude haberte ayudado y…

— No. Prefiero a un desconocido a que me ayudes tú —su respiración pesaba por la adrenalina que cargaban sus palabras—. Puedes preguntarle a YoonGi hyung cuántas veces lo hicimos, seguro te responderá. También lo hará la prima de TaeHyung, ChaeRin, tal vez la conozcas —sonrió con sorna y las lágrimas cayeron por sus tibias mejillas.

— ¿Qué le dijiste a YoonGi hyung…?

— Bueno —fingió pensar su respuesta por unos segundos, aunque ya la sabía, quería dramatizar—, tal vez que era un chico que buscaba hogar…

— ¿No sabía que eras mi hermano? —tenía los puños tan apretados, que sus nudillos se habían tornado blancos.

JungKook sólo rió.

— Lo supo después.

— ¿Y qué le dijiste a los otros?

— Lo mismo pero con diferentes palabras —sonrió amplio, fingidamente, claro.

De un momento a otro la cabeza de HoSeok trabajaba diferente; ya no le importaba que su hermano le hubiese mantenido oculto el que estaba ahí, en la ciudad, en esos momentos sólo quería gritarle por lo estúpido y arriesgado que había sido. Hasta él mismo se desconoció.

— Entonces… cuando me dijeron que te habían visto con HyoSang, al salir del cine… Tú… ¿Eras tú?

— Sí —murmuro sin comprender su propio cambio de actitud; se suponía que debía actuar como si no le importara, no todo lo contrario. Se maldijo internamente con la mente en blanco.

— ¿Qué le dijiste a HyoSang, exactamente?

— Lo mismo pero con diferentes palabras —volvió a repetir la respuesta.

Quería llorar, gritar y largarse, pero algo se lo impedía. Ni siquiera él sabía por qué le había dicho tales cosas a su hermano, cuando la mayoría de estas no eran verdaderas.

Agachó el cabeza, apenado de sus pensamientos mientras se regañaba por ser tan idiota. Recordaba aquella vez en que le había dicho a HyoSang que su hermano era un idiota; le dijo su nombre mas no su apellido, pero eso no le impidió al mayor haberle comentado a Suga y al mismísimo hermano mayor de Kook, a diferencia que a este le dijo que lo había visto Salir con alguien; tiempo después YoonGi le reveló que en realidad era todo al revés, puesto que a él, JungKook le había dicho que al que habían visto salir del cine era a Kidoh y no otro. Fue cuando las explicaciones y los engaños chocaron.
HoSeok recordaba que aquella vez se le había hecho imposible creer que su hermano hubiese estado metido en algo como eso.

— ¿Acaso utilizas versiones diferentes con diferentes personas? —soltó el pelinegro con una notable molestia tanto en su voz como en su cara.

El menor sólo bajó la mirada, cansado y harto por no saber qué decir ya exactamente; nunca hubiera esperado que unas simples modificaciones en sus palabras hicieran tanto mal. No había sido su intención mentirle a los amigos del mayor para que no sospecharan, lo peor era que le había mentido a su propio hermano, a su sangre, y eso ya era caer demasiado bajo. Ni siquiera se atrevió a abrir la boca cuando el más grande le pidió una explicación. Se sentía la peor escoria del mundo. No, era la peor escoria del mundo.

Enojado y sin poder creerlo aún, HoSeok volvió a hablar:

— Al menos procura que las versiones sean iguales la próxima vez, JungKook —musitó.

— Eso no es cierto… —intentó decir— yo… por…

— Ya —lo interrumpió si ganas de seguir escuchando al menor—. No me importa saber por qué lo hiciste, ¿entiendes? —bufó y se giró para no tener que verle más la cara, eso hizo que el corazón del más bajo se estrujara y doliera mucho más que cuando terminó con YoonGi. Definitivamente no se esperaba eso.

Desesperado y lleno de rencor, comenzó a respirar agitadamente y a ver hacia todos lados, en un intento por reaccionar y gritarle toda la verdad, pero nada salió de sus labios más que jadeos ahogados de frustración. Entonces notó que marcharse en ese momento parecía una opción viable. Segundos más tarde, al ver cómo su hermano se empezaba a marchar, gritó con todas sus fuerzas a este, no importándole si lo quería escuchar o no.

— ¡No me creas entonces…! —mordió su labio inferior en espera de no decirle por lo que tuvo que pasar desde que se había marchado, desde que sus padres lo habían corrido de su hogar. No quería decirle toda la verdad— ¡Lárgate y no vuelvas a buscarme si eso quieres!

El pelinegro intentó con todas sus fuerzas no voltear y seguir caminando; no quería aceptar que se equivocaba al ignorar de esa manera a su hermano. Sabía que él no tenía la culpa por haber sido de aquella forma, lo entendía y ni siquiera él sabía por qué había dejado de ser el amable HoSeok para dejar que el cruel y sin escrúpulos de él mismo apareciera. No tenía ni la menor idea de que su otro yo existiese. Apretó los ojos para no darse media vuelta y regresar a abrazar a su pequeño JungKook para reconfortarlo y decirle que no le importaba un carajo el que hubiese sido y hecho todo aquello.
HoSeok se preguntaba internamente por qué su pequeño hermanito había crecido tanto sólo para hacer aquello, pero él solo no respondería ninguna pregunta si no lo hacía directamente.

El clima esa noche no era tan bueno, pero tampoco tan malo, sin embargo algo en el ambiente tenso anunciaba que pasaría algo malo, más lo ignoró. Estaba ocupado pensando en todo lo que había pasado en la semana y ese día, todo para que el más bajo le respondiera ese montón de estupideces.

La luz parpadeante del establecimiento que había presenciado su discusión mataba la poca paz que se podía conseguir en aquel sitio. A lo lejos, cerca de la esquina, un árbol grande y alto cubría esta, lleno de hojas verdes por la estación en que se encontraban; en este se encontraba un pequeño nidito de avecillas, en el que había un solo pajarito bebé. Su madre había ido a buscarle comida y no había regresado. Por otra parte, la conciencia de JungKook comenzó a pesar, al ver a su hyung con la cabeza gacha y los puños apretados caminar hacia el otro lado de la calle. Sabía que estaba enojado, y lo conocía tan bien, que juraría que estaba enojado consigo mismo y no con él.

Los pasos de HoSeok eran firmes y lentos sobre el asfalto, como deseando que su hermano corriera hacia él y lo abrazara, pero sabía que no pasaría. Al igual que el más grande, el polluelo del nido comenzó a brincotear alrededor del nido con pasos torpes y llenos de inexperiencia. Si seguía así caería de su nido, pero eso él no lo sabía, pues, al igual que el otro, estaba cegado por las ganas de salir de ahí. Uno quería experimentar lo que era volar, y el otro quería correr lo más lejos posible.

De pronto, entre el silencio y la semi obscuridad, los focos de un auto alumbraron el camino por el cual pasaba HoSeok, pero este no los vio.

JungKook comenzó a gritar como loco, importándole el que su hermano no se diera cuenta a tiempo; faltaba más de una cuadra, pero con la velocidad del vehículo, llegaría en un par de segundos. Se estaba desgarrando la garganta para alertar a su mayor, pero este lo ignoraba. No quería escucharlo.

La mamá del ave bebé aún no llegaba y el indefenso animalito dio un brinco cerca de la orilla, quedando tambaleante en esta.

HoSeok seguía sin hacer caso alguno a los gritos del menor.

El auto iba a más de cien kilómetros por hora, imposible detenerse a tiempo como para no causar el inevitable accidente.

El más chico se había paralizado por el miedo, mientras que su hermano seguía ajeno a todo a su alrededor.

— ¡HOSEOK HYUNG! —fue el último grito que el pelinegro más bajo pudo dar antes de que el coche colapsara contra el cuerpo del mayor.

Un claxon, las luces y el grito de su hermano lo sacaron de su trance… Pero ya era muy tarde.

La pequeña avecita había caído del nido, matándola al instante.

— ¡¡¡HOSEOK HYUNG!!! —fue un grito tan desgarrador, que hizo que el hombre del auto huyera acelerando en reversa.

JungKook reaccionó demasiado tarde; la madre del pajarillo llegó al mismo tiempo en que las ambulancias hacían aparición en la escena.

Notas finales:

Bueno, espero que no se les haigan salido los mocos XD *la golpea su amigui otra vez* Bueno ya.

Bye bye~~

(Si, si voy a golpearla) ¡¡Me mato a mi Juan esperanzo!! (TTnTT)9  me hizo shorar como Magdalena con eso del pajarito *snif snif* ¡¡mi sheijop!!

Bye~ *se va llorando por su Hobi*


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