La mañana llegó y con ella los problemas.
Las sabanas de la cama se desenvolvieron de entre los cuerpos del joven más grande, pero de forma suave, sin la intención de despertar al otro que yacía a su lado. Una vez con los dos pies sobre el frío suelo, sonrió malicioso y caminó hasta el mueble que estaba frente a la amplia cama, agarró su celular y abrió la cámara. Segundos después, el flash de su móvil inundó aquella escena medio oscura en la que NamJoon estaba completamente desnudo con la colcha tapando sólo su zona íntima y parte de su pecho y vientre.
Sin soltar el teléfono, avanzó hasta quedar recostado por completo sobre el gran y duro pecho del rubio, recibiendo en respuesta un gruñido adormilado y ronco; se acomodó en su lugar y tomó la foto —asegurándose de que no se viera su cara, pues quería arruinar la relación de su hyung y su dongsaeng, no su amistad, no era idiota—, después se posó más arriba y, enfocando bien a sus bocas y caras —asegurándose de nuevo si es que su cara era visible, y alegrándose de que no era así—, lo besó. Lo besó como si tuviese hambre o ganas de agua, pues le metió la lengua en busca de eso, provocando una leve arcada en el menor y que se removiera tosiendo y girándose. Para su suerte no se despertó. Se quedó un rato observándolo hasta que se cansó y se giró del lado contrario, desnudo y cubriéndose con la sábana. Decidió no irse hasta que el menor despertara, por lo que se hizo el dormido un rato. En ningún momento se hubiese esperado que el pelirosa se girara de nuevo, quizás adormilado, pero apretando su cintura y suspirando contra su oído. Fue entonces que se dio cuenta de que estaba despertando, por lo que, sabiendo que si notaba que no era SeokJin no se movería, decidió alejarse y levantarse.
Y tenía razón, el moreno no hizo nada cuando notó que el más bajo se separaba. Se había dado cuenta de que ese no era su hyung, pero prefirió seguir dormido y no levantarse, dándole un punto a favor al mayor. Esperaría a que se marchara para levantarse, pero, joder, que se había acostado con el mejor amigo de su pareja, y eso era una metida de pata muy grande.
Suga sonrió y se vistió tan rápido que podría jurar que al ponerse la camisa, esta soltó chispitas por la fricción. Ya vestido y parado en el marco de la puerta, volteó y sonrió como él solía hacerlo cada que triunfaba o lograba algo, después salió y caminó directo a su casa con una sonrisa para nada forzada y con la satisfacción de haber follado con el novio de su amigo.
Al llegar a “su humilde morada”, estando parado frente a su gran y amplia puerta de madera, su celular sonó, desconcentrándolo de su felicidad unos segundos. De mala gana contestó, sin ver quién le llamaba, aunque mantuvo la calma y no le gritó al que estaba al otro lado de la línea, sorprendiéndose al escuchar la preocupada voz de Jin. Sonrió de lado y se adentró a su casa, encontrándola desordenada y vuelta un caos. Quizás la mujer de la limpieza no había ido la tarde anterior, por eso estaba así, pero no le dio importancia y, antes de arrojarse a la cama, fue directo a su escritorio donde reposaba su computador, lo encendió y abrió su red social más frecuente en la que tenía una de muchas cuentas falsar registradas, aun atendiendo la llamada, contestando socarronamente cada que su hyung le preguntaba cosas sobre el moreno, y se ocupó de, luego de colgar de forma brusca y hastiada con un mierda, ya déjame en paz, desde ayer que no lo veo hyung, y me duele la cabeza, conectó su móvil.
Un rato más tarde ya estaba enviándole las fotografías al dueño de la llamada que lo había fastidiado unos momentos antes.
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Mordió su labio con frustración mientras se recargaba en la puerta de su cuarto y apretaba su teléfono entre sus manos grandes y temblorosas de preocupación. NamJoon no se había dignado en llegar durante toda la noche, y eso lo asustaba; al principio no se preocupó tanto porque sabía que estaba con YoonGi en el estudio atendiendo y charlando sobre cosas de músicos, pero al ver que pasaban de las tres de la madrugada, los nervios y la tensión se le elevaron, pues no sabía nada de su NamJoonie, y eso lo tenía frustrado. Se había pasado dormitando casi toda la noche, esperando alguna llamada de su pareja, y sin embargo nada llegó.
Entendía que eran hombres jóvenes y que al estar con Suga nada era cien por ciento seguro, por lo que se esperaba que fuesen a un bar a emborracharse y que su novio llegara a altas horas de la noche ebrio entre los brazos de su amigo, pero nada. Ni una sola señal de vida en lo que fue de la noche.
Y algo en su interior crecía y se expandía hasta llegar a lo que podía ser una sensación pastosa en la boca sobre sus sospechas. No quería decir que fuese eso, pero si no era otra de esas muchas noches locas y devastadoras en las que el pelirosa olvidaba el camino a casa luego de tanto beber, era un engaño, pero él no lo aceptaría así como así, por lo que se fue a tumbar al sofá, dispuesto a tranquilizarse un rato en lo que llegaba NamJoon, mas una notificación en su celular lo sobresaltó y borró ligeramente la poca paz que a duras penas se había creado. Suspirando lo cogió y abrió lo que era la dichosa notificación, encontrándose con algo que le heló la piel y caló en sus huesos.
Era NamJoon besando a otra persona, besándola y tocándola.
Segundos después, algo en su interior se quebró, y las lágrimas salieron de sus ojos, empapando la pantalla del móvil.
No podía creerlo, pero ahí estaba él, SU novio con OTRO. Engañándolo.
Y entonces no sólo s interior se quebró, sino él también.
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Desde el día anterior, Jimin sentía una extraña opresión en su pecho desconociendo la razón, pero sabía que era un mal presentimiento, y lo confirmó esa mañana temprano luego de que el hospital lo llamara haciendo las típicas preguntas de si conocía o era familiar del señor Jeong HoSeok. No respondió, obviamente no podía, y cualquiera reaccionaría de la misma forma que él, aferrándose al teléfono mientras lloraba desconsoladamente y se resbalada hasta quedar sentado en el suelo, que parecía comprender su dolor y le brindaba el soporte que necesitaba.
Ese día lloró como no lo había hecho en esos tres meses, desgarrando su garganta durante tres o cuatro horas, hasta que reaccionó y se levantó para irse al hospital dispuesto a desmentir a la chica que lo había contactado anunciándole lo grave que estaba su hyung. No creía que fuera nada real, pero debía verificar antes que nada.
Tomó un taxi y, al llegar a donde se suponía estaba su hyung, entrando hasta la recepción y pidiendo a gritos saber dónde tenían al pelinegro. La mujer se asustó al verlo en tal forma tan deplorable, con los ojos rojos, el cabello sucio y despeinado, pero trató de entenderlo y le dio la habitación, notando cómo el muchacho corría desesperado hasta la tercer planta. Se sintió mal por él, ya que sabía lo que se sentía perder o tener a alguien de esa manera en el hospital.
Jimin, sin esperar a que alguien le dejase pasar, se metió en el cuarto blanco que desprendía un asqueroso olor a cloro y enfermedad, mareándolo en el proceso. Con los ojos abiertos como latos, se acercó lentamente hasta la camilla en donde su novio descansaba con los ojos cerrados y un montón de tubos que, ignoraba, formarían parte de él lo que quedaba en su estadía allí. Apretó lo labios y se dejó caer sobre el cuerpo inerte del mayor, sollozando ruidosamente y murmurando suaves no. Segundos más tarde, talló sus ojos y notó cómo alguien lo separaba del cuerpo cálido de HoSeok. Pataleó para que lo dejaran quedarse en donde estaba, mas sólo consiguió que le aplicaran un sedante suave, ya que había intentado agredir a los enfermeros que lo sujetaban. De entre el alboroto, vio cómo un hombre guapo de barba negra igual que su cabello entraba y le pedía a los muchachos que lo sentaran en una silla bastante incómoda pero no opuso resistencia, pues estaba más que adormilado.
— Joven Park, ¿ya está mejor? —escuchó de la voz del doctor, asintiendo como respuesta. Se sentía perdido y que sus ojos se cerraban solos; el hombre de bata se le acercó y, acariciando sus rojos cabellos, dándole el calor necesario de un padre, haciéndole sentir bien por uno segundos, y lo agradeció internamente, pues no tenía la fuerza suficiente de hablar. El hombre adulto dejó su tacto y se aclaró la garganta para hablar— Joven Park, debo decirle el estado en el que se encuentra el joven HoSeok, ¿quiere escuchar?
Jimin se asustó por la fría voz que había aparecido de repente, pero asintió de nuevo, esperando lo peor.
— El joven HoSeok está en coma… —ahí, el corazón del menor se aceleró y sus lágrimas salieron de nuevo, pero no se movió debido al sedante— Lamento ser yo quien le dé la noticia, pero era necesario y, a decir verdad, no es seguro que se salve —el rostro del moreno claro se oscureció en rabia y dolor, mas seguía sin moverse—, pero debemos intentarlo… ¿Quiere intentarlo…?
El pelirrojo volvió a asentir con el corazón destrozado por completo. Aunque su sufrimiento no duró mucho, ya que, momentos más tarde, el sedante le ganó a su sistema y terminó dormido en esa incómoda silla.
Sin duda, ese era uno de los peores días de su vida.