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Sin caballero, sin armadura. por ChocoPyo

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Notas del capitulo:

Bien, dejo esto super rápido, peero... les digo que ultimamente me han hecho bullying y eso no me gusta, so, lamento no haber actualizado antes,,, peeeero, eh... eh tenido varios problemas, se que este es un capi corto, mucho más de lo comun, pero en verdad que me duele que nadie (casi) me deja rvw... :c, perdón si no actualizo pronto, pero es por su culpa... incluso que pensé en dejar de pblicar aquí y dedicarme sólo a wattpad...

Ah~~~, bien, a lo que iba, no tendrá la etiqueta pausado temporalmente, pero, dependiendo del tiempo que disponga, es como actualizaré. Zorrillo, pero es así.

Bien... como ven, tiene muerte de un personaje, y espero que no me maten con lo que pasará :c

Ahora sí, bye

El rostro de Jin se deformó en una mueca de horror y angustia al ver el estado del mejor amigo de su novio, que estaba  recostado entre las sábanas frías y blancas de aquel hospital. Sin previo aviso, y recordando las fotos que le habían llegado por la mañana de su novio y otro, sus ojos se oscurecieron y soltó todo lo que había retenido hasta ese entonces en que el menor de cabellera roja le marcó para anunciarle el estado de su hyung.

Entonces lloró.

Lloró como si no quisiese ver la cruda realidad.

Su mirada vagó por la sala reducida, rogando a todo lo divino que nada fuera cierto, reconociendo que él no era la mejor persona del mundo, pero ponía todo de sí para ser alguien ejemplar, mas en esos momentos, parecía que nada de lo que había hecho había servido. Se sentía una basura, y más por derrumbarse tan fácil. Suspiró y enterró su cara sobre el pecho tibio del moreno más bajo, ignorando que su pequeño dongsaeng estaba casi inconsciente sobre la misma cama en que lo encontró al llegar. Murmuró un lo siento muy nasal, y después apretó a su pelinegro menor.  Dios,  sí que se había encariñado con él, y todo por NamJoon.

Mierda.

Con sólo recordarlo dolía, y horrible.

Levantó la mirada unos segundos por un ruido proveniente de la puerta, creyendo que sería el doctor, pero vaya sorpresa que se llevó al ver al pelirosa. Sus ojos enrojecidos de tanto llanto se toparon con los del moreno más chico, dándole un escalofrío. Su garganta se trabó como si necesitara beber agua, así que, sin importarle lo que el otro tenía que decirle, salió de ahí, sin ver atrás, escuchando varios gemidos de dolor y súplica tras él. No quería voltear, no lo haría; iba a ser fuerte, al menos lo haría por hacerse el difícil. No pensaba darle un paso libre para que volviese a humillarlo de esa forma.
Apretó los ojos y corrió directo a su auto, arrepintiéndose de haber ido sabiendo lo riesgoso que sería ir, pues HoSeok era mejor amigo de su pareja, lo cual haría que se encontrara con él. Recorrió con la mirada el lugar sin poder fijarla bien en algún lado debido a las lágrimas, haciendo que tropezara cerca de un matiz rojo, sosteniéndose de este, y recibiendo un pequeño golpe en la cabeza.

— Mierda…

Los pasos del moreno más alto resonaron tras su espalda y reaccionó encogiéndose y tratando de levantarse, sin conseguirlo. Un par de segundos después, las fuerte y delicadas manos de NamJoon lo tomaron por los hombros y lo elevaron, parándolo con él detrás. Se mordió los labios y ahogó un gemido de frustración. El más joven quiso hablar, pero un grito del castaño hizo que retrocediera asustado.

— ¡Maldito hipócrita! —se sentía impotente— ¡Siempre fuiste un maldito hipócrita! —volvió a gritar, sacando una parte de tu frustración, pero sin hacerlo por completo.

Se giró para quedar frente a frente; sus rodillas temblaban sin control al igual que sus manos. El más chico sólo lo miraba, estático y con los ojos viendo el suelo, aceptando lo que SeokJin le decía. Su pecho ardía de furia a horrores, como s alguien hubiese encendido fuego. Sentía que si seguía viendo a su pareja no aguantaría mucho.
Cuando dejó de gritarle una y otra vez hipócrita, comenzó a sollozar de nuevo, pero más fuerte que la vez anterior, como si de esa manera quisiera callar lo que su corazón exigía saber. Entre su llanto, sintió cómo el alto lo envolvía en un abrazo cálido, como los que solían darse al principio de su relación; dejó hacerse, no quería alejarlo, muy a pesar de que su subconsciente lo murmurara contra su oído.

A pesar de todo seguía amándolo.

— No tenía la intención de hacer eso… —habló contra su oído izquierdo suavemente, tranquilizándolo como lo hacía en aquellos días en que eran felices— Lo sabes bien. Nunca lo haría… Lo juro, y juro que él tuvo la culpa —ahí fue cuando la realidad del mayor fue puesta de nuevo frente a él. NamJoon le acarició la espalda tras percibir cómo su hyung intentaba escabullirse entre sus brazos.

— Lárgate… —soltó con voz apagada contra el pecho ajeno. El menor lo soltó y se alejó un par de pasos hacia atrás, creyendo haber escuchado mal— No me vuelvas a mirar en lo que te resta de vida… —el moreno intentó hablar, pero un jadeo convertido en oración por parte del otro lo detuvo— ¡Me escuchaste, carajo! ¡No te me acerques más! ¡Ya no soy lo que era para ti…! —se abrazó a él mismo y caminó por un lado del moreno, deteniéndose al pasar a su lado— Si te atreves a tocarme de nuevo, juro por todo lo que amas —dejó unos segundos de hablar—, que no te lo voy a perdonar —el más chico mordió su labio viendo cómo su hyung se alejaba—. No te preocupes por tus cosas, me iré de ahí hoy mismo… de todas maneras no tengo mucho…

 

 

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La sonrisa de satisfacción en la cara de YoonGi se enmarcaba demasiado, tanto así, que logró asustar a unas cuantas personas alrededor suyo, obviamente no le importó pues era su estudio y él hacía lo que quería ahí, sin embargo, al ver que la puerta era abierta casi estrepitosamente, se relajó, sintiéndose abrumado de repente. Sabía que era sólo cuestión de tiempo para que NamJoon llegara con él, gritándole que era un maldito bastardo y esas cosas, por lo que no se sorprendería de haberlo visto entrar por esa misma puerta, pero no, quien entró fue uno de sus muchos dongsaengs que necesitaba ayuda con sus composiciones. Se sintió un poco decepcionado, aunque lo disimuló bien; no le era conveniente que su corazón se le estrujara de esa forma por un acostón de una noche, y menos con el novio —o quizás exnovio— de su mejor amigo. Él podría ser codicioso, avaro, un idiota sediento de sexo, pero no se enamoraría, no mientras su persona ideal no llegara.

A regañadientes se meneó en su asiento para alejarse y darle espacio a su aprendiz, contestando a sus cuestionamientos y dudas que este le exponía. Trató de alejar su mente de todo el asunto de su hyung, sin hacerlo muy efectivo, pues varias ocasiones fueron las que su menor le repitió las cosas más de dos o tres veces. Y así siguió por el resto del día, medio desilusionado por no ver llegar nunca a su pelirosado.

 

 

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Alzó las manos topándose con el borde de la bañera mientras se removía en su lugar.

Mierda, se había quedado dormido en el baño.

Soltó un jadeo al notar l fría que el agua se había vuelto, y estornudando segundos más tarde, frotó sus ojos. Se levantó con trabajos y se sentó al borde de la tina. Agachó la cabeza en signo de cansancio; Dios, sí que dolía dormir ahí.
Ahogó un jadeó al ver la hora sobre el reloj eléctrico que estaba sobre la tapa del inodoro. Por unos segundos se asustó, pero se mantuvo firme y sereno —o aparentó estarlo— mientras se envolvía en una toalla y salía del baño como si nada. Creyó que no se encontraría a Tae, pues él ya debía estar afuera, estudiando o haciendo cualquier otra mierda, pero no; se sorprendió bastante al verlo recargado contra la puerta de su habitación, viéndolo fijamente. Fue entonces que se mordió el labio y bajó la mirada, sintiéndose un idiota sin razón aparente.

Sabía que su hermano estaba grave en el hospital, ¿y él que hacía? Nada. Sólo eso sabía hacer bien.

Sólo eso hacía sin arruinarlo.

— ¿Cuánto tiempo llevas parado ahí? —preguntó sabiendo, o imaginando, la respuesta, pero sin mirarlo, sólo pasó a su lado igual a cualquier otro día en el que él, normalmente saldría de la ducha, a excepción que en este no se recibieron con un beso.

El pelicastaño arrugó el entrecejo y descompuso la cara. Se sentía ofendido por, además de parecer su novio el ofendido y no él, le asqueaba la monotonía con la que hablaba, pero sabía que ni aunque se pusiese a gritar, conseguiría algo del menor, por lo que tan sólo lo jaló por la toalla y lo atrajo en un abrazo con el cual Kook titubeó unos segundos en corresponder. No quería llorar de nuevo y ser un cobarde. No ese día. Pero fue débil y no se pudo contener. Sin decir algo, se apretó a su hyung y enterró su cabeza en el pecho de este, derramando todo lo que aún le quedaba guardado.

Así se mantuvo un rato a la vez que TaeHyung le acariciaba la espalda y le murmuraba palabras reconfortantes, pero que al oído del pelinegro dolían, como si significaran otra cosa.

Luego de alrededor de diez minutos, se separaron y el primero que habló fue el más chico.

— Fue mi culpa, hyung… —amortiguó su voz contra el pecho ajeno, murmurando aquello que lo atormentaba— Yo… yo… Fue mi culpa. Cuando… cuando él dijo que lo dejara en paz no lo hice y luego… luego… pasó eso —no pudo seguir, pues su voz se había quebrado y de un rato a otro había desaparecido.

El mayor negó con la cabeza y murmuró suaves no, dándole a entender que no era su culpa. Sabía que sólo se dañaba a sí mismo al decir y creer que era culpa suya, pero no podía evitar que se sintiera así; incluso él creería eso luego de pelear con su hermano. También se sentiría enfermo y querría morir de saber que algo así hubiese pasado, pero, por suerte —según él—, no tenía hermanos y, a sus padres… sinceramente no le interesaban tanto.

Arrastrando los pies, se llevó consigo al menor directo hasta la cama que compartían, y se recostó junto a él, abrazándolo con amor, compartiendo su dolor, o intentando comprenderlo.

La felicidad, no es ni eterna, ni para siempre, eso es seguro.

Nadie es tan capaz de sobrellevar el sufrimiento como lo estaba haciendo él, y ¿cómo no hacerlo, si era su hermano el que había quedado confinado a una cama por una estupidez suya?
Para cualquier persona es horrible vivir así, incluso existen quienes no lo soportan y creen que con el suicidio todo se arreglará, como si fuese alguna especie de magia, pero no, para aquel pelinegro acostado en la cama matrimonial, con el cuarto a oscuras debido a que las cortinas aun no eran levantadas, junto con su novio. No dormía, pero llevaba los ojos cerrados, apretados fuertemente por el miedo, un miedo existente ante la realidad, su realidad.
Mantenía la respiración acompasada y lenta, como la de cualquier persona por la noche,  aun cuando estaba llorando. Su mente divagaba por todas las cosas que, prácticamente, habían pasado ese día.

— Tranquilo JungKookie… —murmuró su pelicastaño contra su oído, sacándole un estremecimiento— Nunca hay felicidad completa, JungKook… Nunca… Por favor… deja de llorar, ¿quieres?

El nombrado asintió, rompiendo a llorar aún más fuerte, dejándose acoger por esos fuertes brazos que tanto lo habían hecho en su tiempo juntos.

Notas finales:

Bye, y... dejenme rvw que sino me mato y dejo de subir :c


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