Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sin caballero, sin armadura. por ChocoPyo

[Reviews - 33]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Ahora sí que lamento haberme tardado en actualizar, pero estuve ocupada y eso… hace un rato estuve a punto de actualizar, pero el jodido internet se fue y me dejó a medias :c
Por cierto, por el huracán me cortaron la luz y ayer que yo tenía planeado actualizar, mi lap se puso toda ghei y se le acabó la carga, dejándome sin poder terminar el capi, pero para eso hoy lo terminé y se los traigo c:

Las dejo que lean…

PD. 1. Soy de Jalisco (Casimiro Castillo *cof cof búsquenlo en Google maps cof cof* por si querían saber :v, so, no vengan a secuestrarme) y, afortunadamente el huracán no pasó a mayores aquí en mi rancho (por eso no tuve luz :v), sólo unos cuantos árboles caídos por mi barrio y unas bardas viejas también.

PD. 2. Ámenme porque los capis ya regresan largos(?) -espero-

PD. 3. Aquí no pondré lo que le dicen en la llamada al Cuco, pero como tienen imaginación, espero sepan o se imaginen de lo que trataba :v

 

Las amo y, bueno, lean(?)

 

— Joder… —masculló frotando sus cines. No recordaba cómo había llegado a esa cama de hospital, por lo que supuso que tenía lagunas mentales— Me duele la cabeza… —cerró los ojos y se sentó sobre la fría y pequeña cama. De repente comenzó a recordar lo que había pasado; desde la mini discusión que habían tenido él y HoSeok, hasta la tarde en que le llamaron del hospital.

Sus ojos se aguaron mientras que sus sollozos se hacían presentes, inundando la sala y, provocando que la enfermera en turno que estaba ahí, se acercara a ver qué sucedía, encontrándose a JiMin abrazando sus piernas y llorando desconsoladamente sobre aquella colchoneta verde oscura forrada con sábanas blancas. Se acercó y le frotó los hombros en gesto tranquilizante, pero el menor respondió algo agresivo comenzando a elevar su tono y diciendo cosas sobre su pareja; quería verlo, de eso ni duda, pero no le permitirían hacerlo en esas condiciones, y la enfermera ligeramente más alta que él, se lo advirtió, aunque hizo caso omiso, causando un alboroto y que varios enfermeros llegaran acompañados de un doctor, el mismo que le atendió el día anterior.
Lo tomaron de los brazos y le volvieron a aplicar un calmante, que reaccionó rápido, pero no tuvo tanto efecto, pues no era muy fuerte, sólo era para evitar que de nueva cuenta armara otro escándalo.

Cuando el hombre de bata vio más calmado, se acercó para poder hablar.

— Joven Park, debe mantenerse sereno ante estos casos —comenzó su monólogo con el que pensaba (o pretendía) convencerlo, siendo observado por todos—. Entiendo que esté sufriendo, pero debe mantenerse fuerte, joven.

Jimin frunció el ceño, confundido y calmado, dijo:

— Doctor… —le vio a los ojos, directamente sin cohibirse, haciendo estremecer un poco a su mayor— Usted no tiene ni idea de lo que duele el que te digan que la persona a la que amas —hizo una pausa para pasar saliva y carraspear, sorbiendo un poco sus mocos—, está tan grave que está en coma. Créame que no sabe lo que siento en estos momentos y yo… no sé qué hacer —terminó meciéndose ligeramente hacia adelante, limpiando sus lágrimas y sorbiendo sus mocos.

El hombre mayor lo vio sintiendo pena, para luego ver al que yacía acostado en la cama y entendió que de verdad nunca lo había sentido y, si Dios le permitía, nunca lo haría. Por su parte, JiMin se acomodó en la cama y se viró a donde HoSeok dormía, luego murmuró un suave te amo, y espero que te mejores,  antes de caer dormido de nuevo. Más tarde, el doctor le indicó a las enfermeras que hablaran a alguien cercano al menor para que se lo llevaran, localizando así a SeokJin, quien se lo llevó a su departamento y, aprovechando la situación y todo lo que estaban pasando ambos, se quedó con a cuidar de su dongsaeng mientras despertaba y de paso dejó también sus maletas.
Creyó que era bajo y ruin de su parte el quedarse ahí, pero ¿qué podía hacer cuando le había dicho todo aquello a su expareja? Nada, simplemente observar cómo su ‘vida perfecta’ se desmoronaba. No le quedaba de otra, ¿o sí?

 

 

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

 

 

Suspiró, hastiado de preguntarse una y otra vez qué había hecho para ser tan idiota y engañar a su novio, con quien vivía cómodo y feliz. Sabía que era un imbécil y un canalla, pero ya estaba hecho y no podía volver al pasado para cambiarlo. De nada serviría reclamarle a su hyung, pues eso no le devolvería su antigua vida, así que era preferible dejar las cosas como estaban. Miró por la ventanilla de su auto y salió de este, dispuesto a caminar al viejo bar de su tío para emborracharse y pasar el rato, muy a su conciencia de que por culpa del alcohol su vida estaba destruida. Alzó el mentón y cruzó la puerta que tantas veces lo había visto pasar y salir con diferentes chicas o chicos; la que tantas veces lo había visto pelear o botarlo todo a un costado de ella. Técnicamente, esa pequeña y casi insignificante puerta, había visto la mitad de su vida, ebrio, malhumorado, feliz, cortante; de cualquier manera, ella lo había visto casi todo.

Al igual que vio cuando él iba a engañar a Jin.

Cerró los ojos una milésima de segundo para aspirar el tenue oxígeno tapizado de cigarro y alcohol que tanta nostalgia le traía, y caminó directo a la barra dispuesto a no pensar más en su día de mierda y en él. Se sentó en un banco desocupado y pidió lo de siempre, un rato más tarde, una chica teñida de rubia y con grandes atributos se puso a su lado, y él, atontado ya por el adictivo sabor amargo de su bebida, se puso a coquetearle y consiguió unos besos para nada decentes gratis, total, ya no estaba en una relación; pero tenía tanta mala suerte, que el que se hacía llamar novio de la joven llegó separándolos y agrediéndolo con un puñetazo en la mejilla izquierda. No dijo nada, tampoco se quejó cuando el tipo fornido y alto le sujetó del cuello de la camisa, alzándolo por los suelos —a pesar de que era alto, el muchacho le llevaba una cabeza o quizás más—, para después golpearlo. En el fondo sabía que se lo merecía, así que prefirió no decir nada. Alzó la cabeza hacia el más grande y se soltó; no estaba concentrado en nada de lo que salía de la boca del muchacho, tan sólo se limitó a girarse sobre la butaca y seguir bebiendo. El bar-man y los hombres cuarentones a su alrededor lo observaban como si de un fantasma se tratase, sin embargo a él le iba y le venía como si fuese una patata.

Su nublada mente le avisó de manera casi nula la posibilidad que tenía de volver a casa y revisar si era verdad lo que su expareja le había dicho, sin embargo prefirió no hacerlo, pues si en verdad se había ido, prefería nunca llegar para darse cuenta de lo que había perdido. Aunque bien sabía lo que había perdido, prefería no verlo; no es culpable de eso, sino que es normal. Todos lo hacemos alguna vez en la vida, en algún momento cualquiera para darnos ánimos y esperanzas de que lo que hicimos tiene solución y no fue una pérdida, mas no vemos más lejos que lo que queremos, puesto que nosotros mismo distorsionamos nuestra realidad con los constantes murmullos que convertimos en gritos de frustración y odio ante ella.
Soltar el aire que nuestros pulmones juntan ya no tiene una razón en específico cuando solos nos buscamos desperdiciarlo en grititos de furia que con el tiempo se desgarran y nos hace darnos cuenta de la verdad. Las palabras tampoco funcionan cuando nos damos cuenta que las demás personas no quieren entenderlas; las escucha, sí, pero no planean entender el porqué de nuestras razones. Las súplicas que antes parecían innecesarias reaparecen y se vuelven relevantes en la boca de cada uno, pero sin darnos cuenta, las hacemos aire, nada; nos quedamos callados prefiriendo no hablar nunca más, y sin embargo es necesario hacerlo para acallar lo que en nuestro interior quema y destruye para salir a revelar lo que nos empeñamos en ocultar.  Lo que con tanto esmero escondemos, es lo que, en el futro, usamos para engañarnos diciéndonos que todo estará bien, que no hay que preocuparse, y buscando la protección ajena a nosotros, enterramos lo que de verdad sentimos y deseamos, abriéndole paso a un hueco inllenable y oscuro que se alimenta del temor que sentimos ante eso.

Sin darse cuenta, sus ojos estaban cerrados y su cabeza, recostada sobre la barra, se hallaba pensando en cosas que le servirían futuramente para una canción, pero no tenía ganas de escribirla, pues todos sus ánimos estaban puestos en SeokJin, y cuando este se fue, se los llevó con él. No tenía pensado salir del bar de su tío esa noche, pero por alguna extraña razón se levantó de la silla y, buscando a tientas su cartera, la sacó de su bolsillo trasero, esculcó hasta sacar un par de billetes que quizás rebasaban el precio, y después se los arrojó a la cara a otro chico que atendía en la barra, quien, acostumbrado a ese tipo de actitud, sólo atinó a juntar el dinero y seguir con su trabajo.
NamJoon caminó con los ojos entrecerrados a la salida y, deteniéndose unos segundos para apreciar el marco de la amplia puerta con una mueca de asco, negó con la cabeza mientras murmuraba balbuceos sin sentido sobre esta; momentos más tarde salió por completo del lugar, sintiendo de golpe la brisa helada de la noche impactarle la cara. Refunfuñó sobándosela pero sin dejar de caminar.

Unos pasos más adelante, su estómago rugió fuertemente y luego lo hizo su boca, botando todo el alcohol consumido en el lapso de tiempo que estuvo en aquel bar, se sostuvo de un poste de luz que había cerca mientras eso sucedía. Tardó un par de segundos en reponerse del todo cuando hubo terminado, ignorando así las miradas asustadas de varias personas que por ahí transitaban. Se limpió la boca con el dorso de la mano, frunció el ceño y siguió su camino deteniéndose en la pared al lado suyo. De un momento a otro le invadieron unas ganas inmensas de llorar, pero se resistió y continuó dando pasos ligeros, no se meneaba tanto debido a que la barda de cemento pintada de marrón ayudaba, pero faltaba poco para que se terminara, y quizás entonces llamaría un taxi.

Varios minutos más tarde junto con unos cuantos tropezones, llegó a la esquina, terminándosele de dónde sujetarse; maldijo mentalmente a Jin desconociendo la razón, pero limitándose a decir que por su culpa se había terminado de donde se mantenía agarrado para no caerse. Una excusa tan estúpida, que le sacó una micro sonrisa al pensarlo.

Dos pasos más tarde se tambaleó, pero poco le importó y siguió su camino. Estaba ebrio, ¿se notaba? Suponía que sí, pero le era tan relevante como un día lluvioso en verano. Apretó los labios y, como pudo, se dirigió al otro lado de la calle, medio matándose en el proceso, aunque sin la más mínima intención de detenerse. Soltó un suspiro de alivio cuando sus nalgas descansaron en un asiento de la parada del autobús, descansando. No recordaba si había llegado en coche, o caminando, pero sí recordaba su dirección, por lo que, juntando toda su fuerza de voluntad y aguantando con esta las ganas de vomitar, llamó a la central de taxis, pidiendo uno con la dirección de la calle.

La espera duró unos largos y eternos minutos cargados de reflexión y suspenso para él, recordándose lo idiota que había sido, y regañándose por ser un maldito imbécil. Su cabeza pedía a gritos algo de lo que no estaba del todo seguro, sin embargo, tampoco quitó esa idea, dejándola fluir el tiempo que quisiese por su cabeza.

"Maldición NamJoon, déjate de jodas de una buena vez y pídele perdón..."

Ni aunque su mente martilleara constantemente ante eso lo haría; no porque sabía que a pesar de regresar a tener la relación de antes nada sería igual y la indiferencia junto a la desconfianza adornaría lo que quedara de esta. Iba a ser una porquería de cualquier forma, y lo sabía, no tenía de otra más que aceptar lo que era, o intentar luchar por lo que probablemente se transformaría en un infierno; aun así tenía mucho tiempo —o sino el suficiente antes de arrepentirse de lo decidido— para saber qué haría, pues con todo eso de lo ocurrido a su amigo, sería algo egoísta si por su solo capricho de estar dándole su espacio a SeokJin no lo visitaba. Se sentiría mucho más que una reverenda mierda si pasaba por alto lo de su hyung, así que, resignado, votó por ignorar unos cuantos días el ‘asunto’.

 

 

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

 

 

Los sollozos acallados por la almohada bajo su boca hablaban por sí solos, no se necesitaba palabra alguna para decir la razón del por qué sus lágrimas se perdían con la tela de aquella que era su consoladora. Le importaba poco si el casi nulo delineador que cargaba se arruinaba, pues a esas alturas no era importante, no luego de la llamada. Nada ahogaría sus lamentos cuando sabía que todo estaba perdido. Lo que le quedaba de esperanza, para ese entonces ya se había ido junto a lo que creía era su vida; obviamente y aunque él no lo sintiera, el apoyo moral que le intentaba brindar su novio le funcionaba bastante, pues gracias a este no se había derrumbado por completo, permitiéndole un disfrute más amplio de lo que iba su conciencia. Creía, erróneamente, que había sido culpa suya el que su hermano hubiese quedado en coma, y por ello sentía que no merecía ser llamado ni siquiera para ser informado por la, ya, carente salud de él.

Los brazos tibios y reconfortantes del mayor atraparon su cintura mientras se recostaba a su lado, y luego habló:

— Por favor, JungKookie, no llores ya… —apretó el agarre con un brazo para después, con el otro, acariciar los cabellos negros que ocultaban lo poco que se veía del rostro del menor— Sabes que no fue tu culpa. Ya deja de llorar, cariño, por favor.

El mencionado ahogó un jadeo y se viró para poder ver a su hyung y luego enterrarse en la curvatura de su cuello, murmurando varios no es cierto, todo es mi culpa y ahora él no puede perdonarme ni nada porque morirá.

TaeHyung negó con la cabeza, intentando calentar al cuerpo entre sus manos y alegó:

— Por supuesto que no, lo sabes bien. No es cierto; ninguno tuvo la culpa de nada. Ese hombre salió de la nada y los sorprendió a ambos… —se quedó callado unos segundos intentando tragarse el nudo que se le había formado en su garganta— Ya no te culpes más de algo que sabes que no fue culpa tuya, amor… —murmuró ronco contra su cabello y luego dejó un casto besó en esa zona— No te tortures más pensando las cosas de manera en que sólo te perjudiquen… Por favor —terminó con una súplica y los ojos llorosos al igual que Kook, pero este no dijo nada, simplemente se hundió más en esa tibia curvatura esperando que el dolor de lo que pasaba se terminara y que su cabeza dejase de gritarle que todo había sido su culpa.

Por supuesto no lo logró, mas sí el quedarse dormido arrullado por los fuertes brazos de su pareja, sintiendo el cobijo que estos le brindaban, y, por primera vez en lo que iba de su pequeña depresión a causa del accidente, no tuvo pesadillas.

Notas finales:

Si les gustó, dejenme un cagüai comentario c:

Se les agradecerá :DD


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).