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Una sonrisa por mikuuchan

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Notas del capitulo:

Y por que la gente lo pidió, aquí les traigo el epílogo de este que se suponía era un one-shot ahahah

Estoy nerviosa por que escribí mi primer lemon yaoi, no sé, pero me agradó como quedo ahahah

Naruto sonreía enternecido, mientras llevaba una de sus finas manos a su abultado vientre de siete meses, percibiendo las sutiles pataditas de su bebé, adoraba saberse a la idea de que prontamente traería al mundo un inocente ser que brindaría amor y felicidad en compañía de su amado varón de cabellos negros.

Su flamante y atractivo esposo no podía sentirse más orgulloso de recibir a su primogénito, Uchiha Sasuke le hacía saber a todos sus allegados, la emoción que albergaba de convertirse en padre. A sus treinta años el menor de los azabaches no ocultaba la evidente felicidad por su futuro vástago, producto del amor que tanto Naruto como él compartían. 

Sasuke es inmensamente feliz, no podía pedirle más a la vida, tiene a Naruto a su lado, regalándole la dicha de convertirlo en padre dentro de un par de semanas. Además, de corresponder a sus sentimientos de forma honesta y desinteresada. Le amaba más de lo que pudo imaginar alguna vez, sabiendo que todo regocijo de alegría se lo debía única y exclusivamente a él, a ese rubio revoltoso que le enseñó a sonreír con absoluta sinceridad.  

 

 

El pelinegro esperó pacientemente el regreso del doncel sin cuestionamientos ni replicas… tres largos años desde que el rubio le envió el pequeño presente el día de su cumpleaños número veintiséis. El varón cuidaba recelosamente su más preciado regalo, aquel collar de plata con dije de piedra azul, conservándolo de forma permanente en su cuello.

Sasuke se caracterizaba por su comportamiento sereno e impávido, pero la agonizante desesperación por volver a ver al blondo le afectaba en demasía. A vísperas de cumplir los treinta decidió que era el tiempo prudente de ir a por el doncel. No pensaba continuar prolongando su tortura sin verlo un día más…

El moreno viajó a la prefectura de Kanagawa en la región de Kanto, específicamente en la ciudad de Chigasaki, un pequeño poblado apartado de la céntrica metrópoli de Tokio del cual él era originario. El Uchiha tenía conocimiento de dónde se encontraba el doncel, debido a la descripción que el rubio exponía en cada una de las cartas que le enviaba con frecuencia.

La majestuosidad grata del sitio pesquero cautivó al azabache de forma inmediata, dándole la razón al blondo por explicar con detalle la insólita belleza de la ciudad. Sasuke se dirigió al pequeño hostal donde se quedaría los siguientes días hasta encontrar a su doncel y llevarlo de vuelta a Tokio, donde jamás volvería a permitir que éste se alejase de su lado, quizás tenía pensamientos egoístas al respecto, pero no se arrepentía porque daba por hecho que su existencia estaba junto al ojiazul. Sin embargo, la búsqueda de Naruto en su estadía en Chigasaki no fue próspera.

Una semana en continua pesquisa y él aun no daba con el paradero del rubio, había frecuentado cada uno de los lugares que Naruto escribía en sus líneas sin ningún resultado.

—Todo lo haces extremadamente difícil, Usuratonkachi… —el pelinegro murmuró entre dientes, observando los distintos locales que se mostraban en el centro del poblado abarrotados de gente, comprando los diversos objetos de valor que se presentaban de forma tentadora. Sasuke le había dejado el cargo de la empresa a su primo Sai, siendo éste el vicepresidente del negocio familiar dedicado a las Ventas y Marketing de Productos en Telecomunicaciones.

El azabache le informó a su familia en tomarse un par de días libres con motivo de su bienestar personal, acción que logró calmar los ánimos preocupantes de sus padres al notar el exceso con que su joven hijo laboraba, estuvieron de acuerdo, alentando al varón de ojos obsidiana descansar lo suficiente para volver con una actitud renovada a su regreso a Tokio.

El moreno dirigió su andar a un pequeño establecimiento de comida de mar, mirando con curiosidad la modesta decoración que sobresalía del resto de locales próximos. Tomó asiento en el lugar cercano a la ventana, obteniendo la vista panorámica de la playa. Sonrió con melancolía al ver el intenso azul que destacaba en demasía, llevando su mano al collar que decoraba su cuello, recordando inmediatamente los hermosos zafiros que añoraba volver a ver.

—¿Dónde estarás Naruto? —el varón de cabellos negros susurró con voz queda, resignándose a no dar con el paradero del rubio, tomó entre sus manos el mapa de la ciudad de Chigasaki, marcando con su bolígrafo los lugares visitados sin éxito aparente. Divagó en sus pensamientos sin notar la presencia que permanecía inerte frente a su persona. Alzó con lentitud su cabeza encontrándose con los expresivos ojos azules del doncel, sosteniendo una libreta en mano, mirándole con asombro.

—Sasuke…

—Naruto…

Ambos se vieron sorprendidos, susurrando el nombre del contrario, el pelinegro se levantó con parsimonia de su asiento, acercándose hacia la esbelta figura del doncel, quien permaneció estoico sin hacer movimiento alguno. Naruto sintió los fuertes brazos del varón abrazarlo con fuerza sin llegar a lastimarlo, correspondiendo más tarde al tacto del azabache con la efusividad gallarda que le caracterizaba.

—¡¿Qué estás haciendo aquí, Teme?! —el rubio cuestionó emocionado, haciéndose notar en sus mejillas sonrojadas por la cercanía del moreno.

—Vine por ti, Usuratonkachi. No puedo seguir esperando un año más a que regreses a Tokio… te necesito conmigo, Naruto. —el rubio se sonrojó furiosamente, ocultando sus arrebolados mofletes en el fuerte pecho del varón, percibiendo las yemas del moreno acariciar sus hebras doradas.

—También te necesito conmigo, Sasuke, pero deseaba ir a ti cuando tuviese en mis manos el título de gastronomía y te sintieses orgulloso de mí, realmente yo… —el moreno no lo dejó pronunciar una palabra más, tomó con delicadeza el rostro del doncel, acercándose a los finos labios de Naruto para besarle con la pasión contenido de años… Añoró ese ósculo suave siendo correspondido por el blondo, quien aferró sus delgados brazos en el cuello del varón, alargando la sutil muestra de cariño, mientras las personas que se encontraban en el concurrido local, aplaudieron con la efusividad latente del conmovedor momento, haciendo sonrojar a la pareja.

—No debes de demostrarme nada, Usuratonkachi. Me siento orgulloso de ti por ser quién eres, por lograr que conociese lo que es el significado del amor, sobre todo por enseñarme a sonreír… —Naruto rio conmovido, escuchando con atención las palabras del moreno, sintiéndose pleno de que el orgulloso varón fuese honesto con él.

—¡Te amo, Teme!

—Y yo a ti, Usuratonkachi… —Sasuke acarició la ruborizada mejilla del rubio, depositando un sutil beso en ésta. —No pienso dejarte ir nunca más, Naruto. —el rubio asintió con la cabeza, dejándose llevar por la aterciopelada voz del varón.

—No quiero, ni deseo irme de tu lado, Teme, siempre estaré para ti…

 

 

El dueño del establecimiento permitió que el doncel se retirará horas antes de finalizar su turno laboral para que el mismo compartiese con su ahora novio. Naruto caminó junto al azabache, tomado de las manos en dirección hacia su pequeño departamento a las afueras de la ciudad, un sitio acogedor que permanecía cómodamente ordenado, junto el par de muebles que decoraban la estancia de la sala.

Sasuke se sentía acogido en el espacio de su revoltoso rubio, cada lugar del modesto departamento tenía la esencia de Naruto y le fascinaba en demasía conocer aquellos detalles personales de su doncel.

—Teme, faltan dos semestres para que obtenga mi titulación en gastronomía aquí en Chigasaki, logré ingresar a la universidad estatal, obtuve la ayuda de un conocido que me brindó la oportunidad de estudiar lo que siempre desee, pero no quiero volver a irme de tu lado. Sasuke, yo…  —el pelinegro colocó su dedo índice en los delgados labios de Naruto, sabiendo de antemano que el blondo renunciaría a sus sueños por complacerlo. Sin embargo, él jamás permitiría que éste lo hiciese.

—No deseo arrebatarte tus sueños, Dobe. Si he esperado más de tres años por ti, un par de meses más no nos alejarán. Sabré ser paciente, Naruto. Te lo prometo…

—Gracias Sasuke…

El rubio se alzó de puntillas para alcanzar los labios del varón, besándole con la intensidad que desprendía el momento. El azabache por su parte, aferró sus masculinas manos sobre la fina cintura del doncel, apresando el agarre y acercándolo a la confinidad de su cuerpo fornido.

Sasuke lo tomó entre sus brazos, cargándolo en dirección a la habitación del rubio, quien le indicó sin muestra de duda el lugar de sus aposentos. No había necesidad de pronunciar palabras, se entendían de una manera especial, observándose con el amor profesado en sus ojos… azul y negro mirándose con fervor, pasión y lujuria, demostrándose el cariño entrañable de años de lejanía…

El varón depositó con sumo cuidado la figura del doncel sobre la mullida cama, mirándole con devoción infinita. Devoró sus labios con ferocidad, mientras sus inquietas manos repasaban a través de las holgadas ropas cada curva del joven.

Naruto suspiraba entregado al placer carnal que su pareja le hacía sentir, rodeó con sus brazos el cuello del azabache, tanteando en el acto el collar que le obsequió años atrás al varón, sonrió conmovido, correspondiendo a cada ósculo que Sasuke le proporcionaba, para más tarde despojarse de sus prendas sin prisas, solo disfrutándose como dos amantes que anhelaban tan esperado encuentro.

Los carnosos labios del moreno recorrieron el desnudo cuello bronceado del doncel, marcándolo como suyo, depositando sendas de besos sobre la exquisita piel cálida de Naruto, arrancándole sutiles gemidos de placer.

—Sasuke…

—Te deseo, Usuratonkachi… —la voz ronca del varón, estremeció el cuerpo sensible del rubio al hablarle con la sensualidad sugerente cerca de sus labios, besándole con apetencia, disfrutando con deleite el sabor que sus bocas manifestaban con cada ósculo. La pasión desbordante avasallaba de forma trémula sus pieles, el nerviosismo de su primer encuentro, la falta de razón les gobernaba de tal manera que su sentir reaccionaba al ferviente contacto.   

Los constantes roces y caricias a partes iguales respondían con dedicación. El pelinegro recorrió con su experta boca cada milímetro de piel que se exponía a su paso, apoderándose con descaro de los pezones erguidos, lamiéndolos con hambre, mordiéndolos sin compasión, arrancándole sonoros gritos a su inocente doncel, quien pedía a través de su azulina mirada la continuación de su acto de amor.

Sasuke observó con detalle el rostro sonrojado del doncel. Sonrió enternecido al notar las finas lágrimas recorrer los mofletes arrebolados del rubio. Besó sus ojos limpiando rastro de aquellas gotas salinas, producto del placer palpable que ambos percibían con intensidad. Depositó un sutil ósculo en los labios enrojecidos de Naruto, brindándole la seguridad de continuar sin miedos y dudas.

El azabache separó con cuidado las torneadas piernas del blondo, masajeando a su paso los carnosos muslos, para más tarde ubicarse entre ellas e ingresar el primer dígito en esa zona erógena, adentrándose con lentitud en aquella estrecha cavidad. Sasuke tomó el pequeño miembro erecto de Naruto brindándole la satisfacción inmediata al doncel, acariciándolo con suavidad. Volvió a inclinarse sobre el menudo cuerpo que yacía debajo suyo, besándole con amor, mientras sus dedos hacían el trabajo de dilatar el diminuto orificio con suma paciencia.

Los gestos notorios en el acalorado rostro del rubio le indicaban al azabache la necesidad de sentirlo a él, lo sabía al ver con minuciosidad las pupilas dilatas de Naruto. Alzó las caderas del blondo, retirando sus dedos de aquella minúscula hendidura para colocar su erguida virilidad húmeda en la estrecha cavidad. Ingresó cuidadosamente su palpitante erección, mientras el doncel clavaba sus uñas en la ancha espalda de varón, intentando mitigar el intenso dolor que le causaba dicha acción.

—Tranquilo, pronto pasará… —el azabache susurró besando el cuello de Naruto, mientras su hombría se abría paso en la virgen entrada, esperó a que el doncel le diera el visto bueno de moverse, haciendo el esfuerzo de contenerse solo por el bienestar de su pareja.

—Teme, por favor… —el pelinegro entendió las escuetas palabras del ojiazul, moviéndose cuidadosamente en el interior del blondo, notando los ligeros sonidos de placer que su doncel expresaba con cada acertada embestida. Las penetraciones siguieron un ritmo voraz, jadeaban sin inhibiciones, sintiéndose plenos al estar unidos de forma íntima, siendo uno…

El azabache arremetía con fuerza, mientras el blondo gritaba con cada embaste, rasguñando la pálida piel del varón en el desespero de su apogeo. Naruto volvió a tomar los labios de su pelinegro, mordiendo los tentadores belfos con cada ósculo, percibiendo el final de su intensa faena… su venida fue abrumadora, el doncel liberó su excitación con un sonoro gemido al igual que el moreno lo alcanzó minutos después, descargando su espesa esencia con un par de estocadas certeras, llenando el interior del rubio. 

Ambos jadeantes ante la reciente actividad, sonrieron cómplices. Sasuke acercó el cuerpo del doncel a la confinidad de su figura, percibiendo las sutiles caricias en su fuerte pecho. Besó las desordenadas hebras doradas con cariño, apartando los mechones rebeldes del ruborizado rostro de Naruto.

—Me haces inmensamente feliz, Usuratonkachi. —el rubio sonrió abochornado, abrazando la imponente figura del varón.

El azabache salió con cuidado del cuerpo del menor, arrancándole un suave jadeo por la separación de su masculinidad del cálido interior de su doncel.

—¿Piensas marcharte a esta hora, Teme? —el rubio interrogó afligido, viendo al varón levantarse de la acolchada cama en busca de sus finas ropas. Sasuke tomó su elegante pantalón, sintiendo a sus espaldas la mirada intensa de su pareja, mientras sus manos rebuscaban las dos pequeñas cajitas que ocultaba en sus bolsillos. Giró sobre sus pies, observando el tono carmín de las mejillas del blondo, viéndole con atención. Sonrió con prepotencia, avergonzando al doncel.

—¿Te agrada lo que ves, Dobe? —el tono presuntuoso del varón, desesperó al rubio, ocultando su ruborizado rostro entre las suaves sábanas.

—¡Teme arrogante y pervertido! ¡Regresa aquí inmediatamente y contesta mi pregunta! —el azabache tomó con delicadeza la mano del rubio, depositando un sutil beso en el dorso. Abrió con lentitud la pequeña cajita de terciopelo, enseñando un lustroso anillo de compromiso, haciendo enmudecer al doncel.

—¿Quieres casarte conmigo, Usuratonkachi? —el rubio llevó su mano libre a la altura de la boca, conteniendo el gimoteo que quería salir de sus labios, movió su cabeza frenético, asintiendo con emoción para más tarde abalanzarse sobre el azabache y besarlo con amor.

—¡Sí, Teme! ¡Si quiero casarme contigo!  —el pelinegro sonrió con afecto, colocando la fina joya en el dedo anular del rubio.

Sasuke volvió a tomar la segunda cajita, revelando un hermoso collar de plata con dije de piedra color ónix, sorprendiendo al doncel en colocarla en su cuello.

—Es lo justo, Dobe. Quiero verte con ese collar siempre. —Naruto tocó con las yemas de sus dedos la ostentosa joya, sonriendo con felicidad. —Antes de partir de Tokio, me di la tarea de encontrar una joyería para venir a pedir tu mano. No pensaba moverme de Chigasaki hasta lograr mi cometido.

—¿Qué hubiese sucedido si no aceptaba la propuesta de matrimonio, Teme?

—Sabía que aceptarías, Usuratonkachi… recuerda que jamás me equivoco. Además, hubiese hecho lo imposible para que me dieras el sí.

—¡Eres un Teme! Pero aun así te amo como no tienes idea…

Aquella noche el varón y el doncel volvieron a amarse, demostrando sus genuinos sentimientos sin pesar en el mañana…

 

 

Las semanas siguientes revelaron la inesperada noticia a consecuencia de la apasionada entrega del pelinegro y el rubio doncel. Naruto sostenía en sus finas manos los resultados de los análisis que se practicó, donde se mostraba la evidente realidad…

—Estoy esperando un bebé… —el rubio musitó con voz queda, a sus veinticuatro años no se veía a sí mismo en la espera de una inocente criatura, temía que Sasuke lo rechazara por su estado y más aún le preocupaba su futura carrera.

Naruto partió a su pequeño departamento, analizando los pros y contras de la situación, sabía que debía comunicarse con su prometido y darle a conocer los pormenores. Tomó aire e intento calmarse. Llamó a su pareja, comentándole de su necesidad de verle prontamente.

Sasuke había notado la voz apagada de su amor, le conocía lo suficiente para suponer que el blondo no se encontraba bien y que debía estar a su lado. Viajó con prisa a Chigasaki, encontrándose con su pareja, le veía decaído, con una infinita tristeza que caló su ser.

—Usuratonkachi…

—¡Teme! —el azabache sintió los delgados brazos del doncel aferrarse con fuerza a su cuerpo. Alzó el mentón del ojiazul viendo las finas lágrimas deslizarse por su delicado rostro.

—¿Qué sucede Naruto? —el varón contuvo el aliento, limpiando el mar de lágrimas que caían a tempestad por el delicado rostro del joven rubio. Besó con dulzura los labios de su doncel, calmándole al instante.

Naruto tomó asiento junto al azabache, haciéndole entrega del sobre con sus exámenes. Sasuke abrió con cuidado el par de documentos, leyendo con rapidez la insólita noticia.

—Seis semanas de gestación… Positivo…

—Vamos a tener un bebé, Teme. —el varón miró con emoción el quejumbroso rostro de Naruto, acercándose con la intención de agradecerle por tan inesperada sorpresa.

—¡Gracias, mi amor! ¡Seremos padres!

—¿No estás enojado, Teme?

—Me has hecho el hombre más feliz, Usuratonkachi. Quizás ha sido sorpresivo el embarazo, pero es una grata noticia. Estaré para ti y nuestro hijo incondicionalmente, Naruto. Formaremos nuestra propia familia…

 

 

Los días continuaron su curso, Naruto siguió con sus estudios por medio de módulos, marchándose de Chigasaki con su prometido a Tokio, donde conoció a la familia de su pelinegro, quienes le dieron la bienvenida con grato cariño.

A sus tres meses de embarazo, Naruto y Sasuke decidieron casarse, una ceremonia sencilla junto a sus seres queridos y allegados cercanos, uniendo sus vidas hasta el final de sus días, en una inigualable boda digna de recordar…

La pareja compró una hermosa casa a las afueras de Tokio, donde esperaban ansiosos la llegada de su primogénito. Naruto agradecía cada día que despertaba a lado de su atractivo esposo haberle conocido el día de su cumpleaños, quizás en un principio el varón se mostraba recio en tratarlo. Sin embargo, él sabía que lograría romper con la coraza de indiferencia que el propio moreno mostraba a todo aquel que tenía las agallas de desafiarlo.

El doncel lo hizo con la inocente intención de verlo sonreír, sin imaginar que ese varón, quien, hacia suspirar a mujeres y donceles, sería el amor de su vida…

—Gracias Teme por sonreír para mí… —El azabache besó con ternura los labios del rubio, llevando sus masculinas manos hacia el refugio donde crecía su hijo, acariciándole con suavidad.

—Siempre Usuratonkachi… siempre sonreiré para ti… 

Notas finales:

¡Fin!

Espero que les haya gustado este espílogo, fue un verdadero placer escribirlo, así que sus comentarios, opiniones siempre son más que bienvenidas y las respondo gustosamente.

Nos estamos leyendo en otra ocasión.


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