. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
NO FEELINGS
Takuya prefiere permanecer dentro de su casa ese día. A l igual que lo ha estado haciendo durante esos dos meses.
La razón, Sora.
Desde que la familia Daigo adquirió uno de los más recientes androides funcionales, han notado que el siempre juguetón Takuya, no deja ni un momento solo a Sora. El de cabellera rosa y ojos azules, se ha empeñado en acompañar al más pequeño a todas partes. Lugares como el supermercado, banco, tiendas y otro tipo de lugares, han sido a donde han ido ese par.
Pero, ¿Por qué Takuya actúa de esa forma? Sólo él lo sabe.
La nueva remodelación de la memoria de Sora, le han permitido al pelirrojo a aprender nuevas cosas. La señora Daigo ha estado enseñándole al pequeño a preparar platillos que toda la familia puede disfrutar. En cambio, el cabeza de la familia Daigo, ha aprovechado para enseñarle a Sora sus trucos para ganar fácilmente en el Golf.
Sora, a pesar que no está dentro de sus funcionalidades, siente que cada una de sus unidades incorporadas se acelera cuando esa familia lo trata como un miembro más. Él ha pasado más de tres horas leyendo sus manuales pero aun así no comprende que provoca esa sensación; además, últimamente estar cerca de Takuya provoca todo lo contrario. Con el alto sus mecanismos se detienen y no sabe cómo actuar frente a él.
Durante los últimos meses ha visto su intimidad ser invadida por el pelirosa, pero como un androide que es, no encuentra las palabras correctas para pedirle que deje de hacerlo o, de decirle lo feliz que es cuando ambos están a solas.
Sora no conoce la palabra feliz ni triste, no sabe sentir calor ni frío. La elaboración de su “piel”, sólo le permite ser consciente de cuando alguien lo toca.
En especial cuando Takuya lo hace. Permite que él lo toque a su antojo y se da el lujo de tocar la piel del otro, de trasmitirle sensaciones desconocidas para él, de fusionar sus ojos rojos contra los otros azules y de no experimentar un sentimiento que jamás conocerá.
Sora cierra los ojos y desea desde lo más hondo de sus tarjetas de almacenamiento, poder sentir cada embestida de Takuya, saber que provocan sus manos aferrándose fuertemente a sus caderas, conocer alguna vez el sabor de la piel de Takuya y definir cada sonido que emite su boca.
Pero no importa que tanto Takuya se esfuerce en enseñarle sobre el amor, Sora no podrá entenderlo. No importa cuántas veces llore diciéndole que lo amará por siempre, Sora nunca podrá hacerlo.
Porque mientras Takuya agrega años a sus 18, Sora por siempre tendrá 16.
Y llegará un día en que Takuya deje de existir pero Sora seguirá presente.
.