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Un ángel con bufanda por Anashi

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Notas del fanfic:

-Fic muy triste, AU. 

-Espero que os guste mucho :)

Notas del capitulo:

Estoy taaaan contenta, esta tarde-noche voy a ver 'The last: Naruto Shippuden'. Llevo tantos años siendo fan del NaruHina que esta noche voy a gritar como una fan girl XD.


Ahora, espero que os guste mucho este fic :)

Las lágrimas no podían parar de caer por su rostro. ¿Por qué? ¿Por qué? Apenas tenía cinco años, ¿por qué habían tantos chicos empeñados en hacerle la vida imposible? Intentó acurrucarse lo mejor que pudo, mientras seguía sollozando.
 
— ¿Se puede saber por qué estás llorando? — Preguntó de golpe una voz, haciendo que elevara su vista. Un niño no mucho más mayor que él con el pelo rosa estaba justo delante de él. — ¿Es por esos niños que te estaban molestando? —El niño de pelo negro asintió, adolorido. Aún estaba extrañado con ese chico. Llevaba un pelo raro. Además, ¿Por qué llevaba bufanda en pleno junio? — ¿Quieres que les dé una lección? — Cuestionó, sorprendiendo al niño.
 
— ¿Po-Por qué harías eso por mi? —
 
— No me gusta que anden molestando a enanos de tres años. —
 
— ¡Te-Tengo cinco! — 
 
— Sí, lo que sea. Yo les doy una lección si tú a cambio haces algo por mi. — Comentó el chico de pelo rosa, extrañando al otro niño.
 
— ¿Qué quieres? — Curioseó sin entender. El otro niño sonrió.
 
— Primero haré mi parte del trato. — Comentó. Y en menos de diez minutos, los chicos que habían estado burlándose del otro chico estaban tirados en el suelo, derrotados por el chico de pelo rosa. 
 
— In...Increíble...— Susurró. De pronto vio como el otro chico se acercaba a él con una gran sonrisa.
 
— ¿Confías en mi? — El chico de cinco años asintió.— Bien, dame tu mano. — Y sin dudarlo, se la dio. De pronto el chico azabache vio como su mano medio se iluminaba y se sintió más cansado de golpe. — ¡Ahora tú y yo estamos unidos para siempre! ¡Seremos amigos! — Gritó con ilusión. El otro chico le miró sorprendido. ¿Realmente este chico energético y con un color de pelo raro iba a ser su amigo? — ¡Yo me llamo Natsu, Natsu Dragneel! ¿Y tú? — Preguntó con una gran sonrisa. El otro chico sonrió.
 
Sí, realmente iba a ser su amigo.
 
— ...Gray. Gray Fullbuster.—
 
 
Doce años habían pasado de ese momento, y realmente, Natsu no había engañado a Gray. Siempre habían estado juntos, siempre habían sido amigos. Natsu era casi un deportista de élite en su instituto, mientras que Gray, él era un buen estudiante aunque no muy bueno en deportes.
 
Nasu siempre cuidaba de él. Era el trato al cual habían llegado. A cambio de que Natsu cuidara de él, Gray le daría algo con lo que Natsu podía seguir viviendo. Pero en realidad, no era un trato. Simplemente lo hacían porque se preocupaban el uno del otro. Natsu no soportaba la idea de ver a Gray mal o herido física o psicológicamente. Y Gray no soportaba la idea de que Natsu pudiera simplemente un día sin más desaparecer.
 
Llegaron a casa del menor, quien saludó a su madre sin mucha vitalidad. Su madre estaba preocupada, desde hacía semanas su hijo no parecía encontrarse nada bien, e incluso había llegado a sufrir un pequeño desmayo que le había preocupado de sobre manera. 
 
— Cariño, ¿Estás bien? — 
 
— Estoy perfectamente, mamá.—
 
— Te veo un poco cansado, no te sobre esfuerces, ¿vale? —
 
— Sí...—
 
— ¡No se preocupe, señora Fullbuster! ¡Yo cuido de su hijo! —
 
— Gracias, Natsu. No sé que haría sin ti.
 
...Lo que su madre no sabía era que la causa de que su hijo se viera con tan poca vitalidad y vida era culpa del mismo chico que le había dicho que cuidaría de él.
 
  
A la siguiente semana, estaban en la azotea desayunando tranquilamente. Extrañamente no era una zona donde fuera mucha gente, así que normalmente estaban solos. Natsu, quien como de costumbre, estaba hambriento, se comió rápidamente su bocata de pescado. Aunque se extrañó que Gray aún no hubiera ni probado el bento que su madre le preparaba con tanto cariño.
 
— Gray, ¿No tienes hambre? — 
 
— No mucha. — 
 
— ¿Y porqué? Últimamente no comes apenas. ¡Tienes que comer! —
 
— No tengo hambre...— 
 
— Gray, tienes que comer. Ya sabes, falta poco para que te tenga que pedir eso...— 
 
— Lo sé, Natsu. No te preocupes. Es sólo... No me siento con ánimo de comer. —
 
— ¿Qué te pasa? ¿Te encuentras mal?  —
 
— No sé. Me encuentro un poco mal. Creo que voy a ir a casa. — 
 
— Pe...Pero Gray...— 
 
— Lo siento, Natsu. —  Susurró dolido. — ¿Quieres eso y así no te tienes que preocupar más? — Natsu le miró preocupado antes de asentir. Lo necesitaba. Agarró con fuerza la mano del estudiante y luego una pequeña luz salió, que se introdujo en el cuerpo de Natsu.
 
— Gracias, Gray. —
 
Y con eso, se separaron aún con las dudas del chico de pelo rosa.
 
 
Dos días más tarde, Natsu se encontraba en la azotea. Gray no tardaría en llegar y esta vez le había comprado un chocolate de sus favoritos, para asegurarse de que comería alguna cosa. Escuchó pasos subiendo la escalera y se pensó que era su amigo, cuando resultó ser su amiga del alma: Lucy. Ella se puso a buscar como una loca, y luego se dirigió a Natsu. 
 
— Si buscas a Gray, aún no ha llegado. —
 
— No, quería hablar contigo. Natsu, ¿Cuánto más vas a alimentarte del alma de Gray? —
 
— Pues eso es fácil, hasta que Gray quiera. —
 
— Deberías buscar otro contrato, como sigas así, Gray...— 
 
— ¡Con el alma de Gray me basta y me sobra! ¡Gray es fuerte, no necesito ningún otro contrato! —
 
— Natsu, entiendo que no quieras separarte de Gray, pero su vida peligra. ¿No le has visto últimamente? ¡Apenas tiene vida, Natsu! — 
 
Y Natsu refunfuñó. Lucy tenía razón, pero no quería admitirlo. Tanto ella como él venían de otro mundo, lleno de magia. Y ellos, para sobrevivir, tenían que alimentarse de pequeños trocitos de almas humanas. Lucy siempre cogía una diferente, lo que le hacía no poder tener ningún vínculo cercano con nadie. Natsu, desde el primer momento había escogido a Gray. Pero Gray... Cada vez más estaba dejando de estar vivo. Pero él no quería separarse de Gray. No quería romper el vínculo. 
 
De pronto, escuchó pasos apresurados por la escalera. Era Juvia Lockser, una de las amigas más íntimas de Gray y por consiguiente, muy conocida de Natsu. 
 
— ¿Juvia? ¿Qué ocurre? — Preguntó Lucy, preocupada. Ella tenía sus ojos llorosos. 
 
— ¡Ha pasado algo terrible! — 
 
— ¿Terrible? — 
 
— ¡Gray-sama se ha desmayado y no está respirando! —
 
...Y el mundo de Natsu Dragneel se detuvo en ese momento. 
 
 
Una vez más, subió hasta esa habitación con lentitud. Era un hospital enorme y con ello, tenían una planta para cada tipo de enfermedades. Gray, por supuesto, estaba en la planta de 'gente en estado de coma'. Le subieron allí cuando pasaron los dos primeros días. 
 
...Ya habían pasado ocho.
 
El chico de pelo rosado se sentó en la silla, disgustado, y justo después cogió la mano del chico inconsciente, esperando, que, de alguna manera, sólo fuera uno de los pequeños desmayos que había tenido últimamente el azabache y que de pronto se despertara, cansado de dormir. Pero desgraciadamente, no era así. Esta vez la había cagado completamente. 
 
¿Cómo no pudo darse cuenta? 
 
¿Cómo no pudo darse cuenta que la vida de Gray estaba en peligro por su culpa? 
 
Todo lo que había cambiado últimamente: no comía, apenas hablaba, tampoco dormía mucho y su piel estaba mortalmente pálida. También había tenido problemas para completar sus ejercicios de gimnasia, dónde uno de sus pequeños desmayos lo sufrió después de hacer una prueba de ejercicio físico. 
 
¿Cómo no pudo darse cuenta? 
 
O más bien...
 
¿Cómo pudo ser tan egoísta? 
 
De pronto la puerta se abrió y limpió las lágrimas que había acumulado sin darse cuenta, aunque se alegró al ver a Lucy.
 
— ...Ur está llorando. No le han dado muchas probabilidades de que su hijo despierte. —
 
— Lo sé. Los desmayos tipo así en el mundo humano suelen acabar en fallecimiento. —
 
— Pero Gray no morirá. Simplemente se quedará así. En el limbo, durmiendo eternamente. — 
 
— ¿Qué crees que debo hacer? — 
 
— Debes devolverle su alma, Natsu. Si le devuelves su alma, quizás tenga posibilidades de despertar, si no... Gray se quedará en ese estado de inconsciencia para siempre. —
 
— Pero... Pero... Si le devuelvo a Gray hasta el primer trozo que me dio cuando apenas era un niño... Tendré que regresar a mi mundo...
 
— Sí. Y... Y Gray cuando despierte no te recordará. Todos sus recuerdos contigo serán modificados...— 
 
— Él no va a recordarme... Cuando despierte... Yo nunca habré existido para él o los demás...—
Lucy colocó una mano en su hombro.
 
— No te preocupes, Natsu. Cuidaré de él. Te dejaré solo, para que pienses qué hacer. — 
 
 
Y con eso, Lucy se marchó. Natsu miró a la figura inmóvil en la cama. Por un momento había pensado en que no quería devolverle a Gray su alma. Natsu no quería volver a su mundo. Prefería este. Así que, por un momento, realmente, se había replanteado en no devolverle su alma y en visitarle cada día, tal y como había hecho durante los primeros ocho días. 
 
Se enfureció consigo mismo. Realmente había sido capaz de ser tan egoísta de replantearse el dejar a Gray en ese estado de sueño profundo.
 
Luego, había pensado en devolverle algunos trozos de su alma. Si tenía doce trozos de Gray... Devolverle unos seis. Eso haría que aún tardara un poco en despertar, pero él podría seguir viviendo en el mundo de los humanos y Gray cuando se despertara le recordaría.
 
...Lástima que era muy posible que si no le devolviera el alma entera, Gray no se despertara nunca. Su cuerpo estaba ya demasiado débil como para sólo aceptar unos pequeños trocitos de su alma. Gray necesitaba su alma entera para seguir viviendo. 
 
Y así es como sería. 
 
Con pasos vacilantes, Natsu se acercó al chico en estado comatoso, y lo primero que hizo fue quitarle por un momento la mascarilla de oxígeno que los médicos habían colocado en él. Luego cogió su mano con fuerza y juntó sus labios con los de él. Porque, después de todo...
 
¿Por qué querría seguir viviendo en este mundo si Gray no está con él? 
 
 
Comenzó a pasarle el último trozo que había cogido, con diecisiete años. Sólo habían pasado diez días desde que había adquirido aquel trozo. Suponía que ese trozo era el que había acabado de rematar al estudiante. 
 
El trozo de los dieciséis, que se lo pasó justo para la fiesta de cumpleaños de Gray. Fue una fiesta muy divertida, además de que Natsu le había enseñado el arte de beber sin llegar al coma etílico. 
 
El trozo de los quince, Gray estuvo llorando la noche que se lo dio. El chico del cual se había enamorado y era su novio, le traicionó. Natsu sintió ganas de matar a aquel bastardo, por haber hecho llorar al chico de pelo negro, pero Gray le frenó aún llorando, diciendo que no pasaba nada y que acabaría aceptándolo. 
 
Con catorce años, Gray sintió que su vida se iba a la mierda. Su hermana Ultear se fue al extranjero a estudiar, sus padres se divorciaron y se cambió de instituto. Pero bueno, al menos tenía a Natsu allí, así que no dudó en darle otro trozo de su alma. 
 
Con trece años, Natsu notó cambios en el pelinegro. Había entrado en la adolescencia y eso le hizo más fuerte, defendiéndose él solo de varios matones. Aunque normalmente era Natsu quien le defendía, odiaba ver heridas o moratones en el cuerpo de su amigo. 
 
Con doce años, Natsu le contó la realidad a Gray. Gray se quedó impresionado de toda su explicación, aunque Natsu no pudo evitar pensar que era muy tierno cuando, después de toda la explicación, lo único que le preguntó era que si por ser de otro planeta llevaba bufanda en junio. 
 
Con once años, Gray rechazó a su primera chica de las muchas que vinieron después. A Natsu le daba igual mientras fueran chicas. Si algún chico intentaba acercarse, lo mandaba a tomar viento con su mal humor. Ningún chico se acercaría a su Gray.
 
Con diez años, Gray hizo su segundo amigo. Se llamaba Lyon, y era un año mayor que él. Pero realmente Lyon era alguien increíble, y Gray aprendió mucho de él. Natsu le dejó estar cerca del niño porque le trataba como su hermanito pequeño. Fue una lástima cuando el chico se tuvo que marchar a Galuna, aunque aún seguían en contacto después de tantos años. 
 
Con nueve años, cuando Natsu cogió su cuarto trozo, Gray se desmayó. Por supuesto, sus padres se preocuparon mucho. Tan sólo estuvo una hora fuera de sí, pero eso para un chico de apenas nueve años era preocupante. Natsu pensó en que si Gray se volvía a desmayar, cambiaría de alma a quien quitarle. Luego Gray volvió a desmayarse, pero Natsu decidió quedarse con el alma de Gray. 
 
Con ocho años, Gray era un chico muy feliz. Jugaba con todos los chicos de su barrio y siempre estaba sonriendo. Eso animaba mucho a Natsu, le hacía sonreír mucho. 
 
Con siete años, descubrieron que Gray tenía un problema en su espalda, así que quizás no podría ser tan bueno en los deportes como otros y además, le prohibieron jugar en el equipo de Basket donde estaba. Gray lloró mucho esa noche, pero al cabo del tiempo, se acostumbró a no poder hacer el deporte como los demás estudiantes.
 
Con seis años, Gray le dio las gracias por ser su amigo. Natsu pensó que era un niño adorable, y que no quería soltarle nunca. 
 
Y con cinco años, Gray conoció a Natsu y empezó el contrato del alma.
 
Se separó vacilante del otro chico cuando sintió que ya no quedaba ni el primer trocito del alma de Gray en su interior. Sintió como de pronto se sentía mucho más liviano, porque su cuerpo estaba desapareciendo. Vio con angustia como el cuerpo de Gray comenzaba a sudar, probablemente intentando restaurar su alma. Con algo de dificultad ya que apenas sentía sus manos, volvió a colocar la mascarilla que ayudaba al chico a seguir respirando, a seguir vivo. 
 
Él iba a cuidar a Gray, daba igual que fuera en su mundo o en otro. Él nunca olvidaría a Gray y todos sus recuerdos. Así que, dejó una prueba al lado de la mesa del chico, la prueba de que siempre cuidaría de él. 
 
Besó suavemente su frente y justo después desapareció, regresando a su mundo. 
 
 
Cuando se despertó después de estar catorce días inconsciente, se sintió más vivo que las últimas veces. Sintió que tenía más vitalidad, ya no sentía esos mareos que llevaban tanto tiempo acompañándole, e incluso su piel se veía con más color que las últimas veces, la cual había llegado a estar pálida como un fantasma. 
 
Y, sin embargo... Sintió un gran vacío en su corazón. No podía entender nada.
 
Se despertó en una habitación de hospital, y había por lo menos un médico y una enfermera. Sintió algo ayudando a su pesada respiración y sentía que era molesto, pero sus brazos se negaban a moverse. El doctor con comprensión le quitó la máscara de oxígeno y al momento le bombardeó con preguntas.
 
— ¿Cómo te sientes, chico? — 
 
— ¿Sabes qué te ha pasado y dónde estás? — 
 
Gray se quedó mirando al doctor. No sabía lo que le había pasado. Se imaginaba que estaba en un hospital, y se sentía completamente vacío.
 
Y, antes de darse cuenta, sus ojos se inundaron de gruesas lágrimas que comenzaron a caer. Las enfermeras y el médico se sorprendieron y dijeron de ir a buscar algún familiar o algo que pudiera atenderle y hablar con él en privado, para dejarle algo de intimidad. Pero Gray no quería hablar con nadie. Ni siquiera sabía porqué estaba llorando. Pero tenía la necesidad de hacerlo.
 
Su alma volvía a estar completa.
 
Pero... 
 
Su corazón estaba vacío.
 
De pronto, miró hacía el lado y vio algo curioso. Una bufanda, en pleno mes de junio. Se preguntó quién sería el idiota que llevaría una bufanda en pleno junio. Pero por alguna razón, se sentía bien tener ese trozo de tela cerca de él.  
 
Con mucho esfuerzo, se colocó en una posición sentada y cogió el trozo de tela con sus temblorosas manos. Lo acercó a su rostro y de alguna manera, se sintió mejor. Incluso una leve sonrisa se colocó en sus finos labios.  La olió, y dejó que ese olor impregnara sus fosas nasales. 
 
Su cuerpo se notaba mucho mejor.
 
Su alma, aunque él no lo supiera, volvía a estar completa.
 
Y su corazón...
 
Su corazón estaba lleno de esperanzas. Esperanzas que se resumían en que el dueño de esa bufanda volviera a por ella. 
 
Y Gray Fullbuster se aferró a esa esperanza, a pesar de que muy en el fondo él sabía que mientras su alma estuviera completa, no podría volver a verle.
 
No podría volver a ver al hombre que ya le había salvado dos veces.
 
Pero él seguía teniendo esperanzas. 
 
Así que cuando sintió que la puerta se abrió, limpió sus lágrimas y colocó la mejor sonrisa que pudo a su madre. 
 
— ¿Cómo te sientes, Gray? —
 
Y entonces, decidió con una sola palabra resumir todos sus pensamientos.
 
Completo. — 
Notas finales:

Sí... Probablemente este es el final - aunque la gente que lo leyó por adelantado me pidió que hiciera una segunda parte, creo que queda bien así xD, aunque es muy triste jajajaja-

Espero que os haya gustado aunque sea bastante triste para nuestros dos protagonistas V_V


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