Aquí me tienes de nuevo, sentado en el borde de este viejo puente, mirando al vacio. Mi cuerpo tiembla ligeramente, nunca me han gustado las alturas, pero no me muevo, no puedo...no quiero. Yo apenas llevo 3 minutos en este lugar y ya me quiero ir, no puedo imaginarme cómo pudiste pasar solo la noche entera aquí, solo.
Busco en mi abrigo un viejo anillo de plata que robe de tu nuevo hogar y lo arrojo a la nada, varios metros bajo mis pies distingo el color verdusco del río y escucho el sonido que hace el anillo al caer al agua, es apenas audible, como un susurro de lagrimas. Me pregunto qué tan profunda y fría estara el agua, debe estar heado puesto que estamos en invierno y la nieve ya comienza a caer. ¿ Cuáto planeas tardar?
Me sujeté de mi bufanda paara que no se la llevara una repentina rafaja de viento, recuerdo que tú no llevabas una esa noche, es más, ni siquiera un saco cubría tu cuerpo. Solo llevabas tu polera gris favorita y unos viejos jeans ya desgastados, la misma ropa con la que te conocí, justo aquí en el mismo puente, hace ya 3 meses.
Había acabado de hacer mi último encargo del día, el cual me había desanimado, como algunos encargos que me suelen dar, me ponían triste y melancólico. Por lo que decidí caminar para despejar mi mente, cuando te ví. Paseabas a tu perro, una bola de pelos color caramelo, que a mi parecer te estaba dando problemas por controlar su euforia, pero no le quitaba lo tierna. Recuerdo tu energía, esos hermosos ojos cafés, risueños, llenos de vida; tu piel, que con tan solo verla ya podía sentir su suavidad; tus delicados brazos, nunca nadie había generado tanto impacto en mi. Lo que más recuerdo es tu sonrisa, tan brillante y llena de confianza, esa hermosa sonrisa, la cual con el tiempo la vi apagandose y finalmente morir.
Prefiero mantener en mi esa hermosa imagen mia para no sentirme mal, ya que fue rapidamente sustituida por una llena de dolor. Tu risa se volvió silencio, tu confianza dió paso a una enorme soledad y ese cariño que despedias, ya solo destilaba dolor.
Nunca me lo dijiste, pero yo ya sabía tu secreto. Cuando decidiste que el peso ya era insoportable y te abriste al mundo, este te dió la espalda. Tu padre te echó de casa, mientras tu madre te desconocía, . Tus "amigos" se volvieron tus matones. Sin contar que la sociedad también estaba en tu contra, solo por el hecho de ser gay, siendo esta la mayor razón por la que el chico que juro amarte te abandono, por el miedo de perder a todos como tú lo hiciste. En esos momentos decidí apoyarte, meterme en tu vida, apoyarte en silencio, abrazandote, dandote el cariño que todos te quitaron. Te amé.
Me pongo de pie y dejo salir una lagrima gris, la veo caer, no tarda mucho, ¿ Cuanto habras tardado en caer tú?. Varias dudas cruzan por mi mente, y ninguna de ellas me agrada. ¿Cuál habrá sido tu último pensamiento? ¿Te lastimó mi beso?
Por más difícil de creer y por irónico que suene, te extraño. Me molesta lo ipócritas que son todos quienes te empujaron a esto. Ahora tu familia se lamenta, cada día tu padre me busca, como tu alguna vez lo hiciste, pero yo no lo voy a consolar, aun no; tus amigos, lejos de disculparse, buscan un culpable, sin embargo todos se lamentan el día en que por fin nos encontramos, si supieran que aun no te veo desde esa noche; él, te llora y busca en el cuerpo de otro joven, pobre, espero no le lastime como te lastimó a tí, por las noches lo escucho como te llama a gritos, sueña con tigo, pero ya es muy tarde, tu ya no estas.
El frío cada vez es mayor, los primeros copoz de nieve golpean mi dorado cabello. Escucho tu voz, gritas. Todos pensaron que lo hiciste por pánico, solo yo sé que fué por libertad, fué tu manera de agradecerme. Cierro mis ojos y recuerdo la noche de hace tres días. Escucho el sonido de tu cuerpo chocando con el agua, tras unos minutos, por fín tu alma a dejado este doloroso mundo que te traicionó. Abro mis ojos y sonrío, te estoy esperando, aquí, donde te ví por primera vez.
Por fin te veo, ahí estas, empapado, y con tu piel de un blanco impecable. Me ves y no comprendes nada. Veo el miendo en tus ojos y te sonrío, solo ahi vez mis colmillos, y te relajas. Te asercas a mi con esa sonrisa que hace tiempo no veia en tu rostro.
-Asi que...¿funcionó?- susurras, supongo que por miedo a que solo sea un hermoso sueno.
-Si, me temo-te respondó sin dejar de sonreirte-Por fin nos conocemos, bueno, por fin tú me conoces, llamame Key- le abrazo.
Tu no dices nada, te limitas a responder mi abrazo, siento tu alegria recorrer mi cuerpo. Conosco la razón, te alegra que por fin nos conoscamos tú y yo......la muerte.