Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cartas de un pasado amor. por Winter Says

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes de Kuroko no Basuke no me pertenecen, todos los créditos a su autor Tadatoshi Fujimaki.

Notas del capitulo:

Pareja: Kuroko Tetsuya x Furihata Kouki.

Extensión: 1.461 palabras.

Tiempo que tomó escribirlo: 2 días.

Tipo de escrito: One-shot.

Ya <3

El frío amedrentaba contra su cuerpo que se encogía contra sí mismo, buscando un poco de calor ante el gélido día que lo saludaba con sorna. Estornudó contra la bufanda roja que cubría su cuello y parte de su cara, sintiendo como su cara ardía más a cada momento.
Sí, la situación no podía ser mejor.
La mañana no había sido fructífera en ningún aspecto, pues todo el tiempo estuvo acongojado por el recuerdo de hace siete años; ese recuerdo que sólo le había roto el alma en mil pedazos, provocando que toda felicidad que antes albergaba su ser se viera expulsada para siempre de él.
Porque le dolía. Le dolía infinitamente saber que ya no podría escuchar esa suave voz, ni apreciar su hermosa risa; tampoco podría ver de nuevo aquellas mejillas sonrosadas, ni esa sonrisa que iluminaba la habitación cada vez que aparecía. Había perdido a un hermoso ángel, y todo era por su culpa. Sólo él y su egoísmo tenían la culpa. Si tan sólo hubiera llegado más rápido, si tan sólo no se hubiera quedado en esa aula de clases más del tiempo necesario… ¡Maldición, que todo era su culpa!

Viró su vista a uno de los ventanales de la tienda, observando fijamente como en sus ojos se arremolinaban las lágrimas que amenazaban con deslizarse fuera de sus orbes. Pasó su mano por aquel lugar, limpiando las perlas traslúcidas, impidiendo que las mismas se derramaran. Lo que menos necesitaba era llorar frente a tanta gente.
Suspiró y se apretó más, intentando ganar algo de calor del suéter que llevaba puesto, pero hasta ahora la prenda de ropa no cumplía su función.
Y era ahora que lo notaba, no se explicaba por qué hacia tanto frío en una tarde de Abril. Hasta donde él sabía, aquello no era normal de ningún modo; aun así lo tenía sin cuidado, sólo le picó un poco la curiosidad. Suspiró y observó el reloj en su muñeca, notando con algo de sorpresa la hora que marcaban las manecillas.
Maldición, si no se apuraba se le haría tarde.

Masculló una injuria y aceleró el paso, intentando esquivar a las personas con algo de dificultad. Mantenía su vista cristalizada a lo alto, tratando de no chocar con alguien, sólo con el pensamiento de “¡Apresúrate!” en la cabeza. Se le hacía tarde, y era seguro que se odiaría de por vida si no llegaba a tiempo; era su última oportunidad.
Movía sus piernas lo más rápido que podía, y algunos jadeos cansinos profanaban el aire, escapando de sus amoratados labios. Había dejado de jugar básquet desde… aquel incidente, era obvio que su condición física había desmejorado bastante. Negó con la cabeza, revoloteando sus cabellos en el frígido aire, para continuar con su andar apresurado hacia su hogar.

En serio, se le estaba acabando el tiempo.

Al menos, antes de hacer aquello, quería leer esa carta por última vez. Quería reprocharse lo que él había causado, ver de nuevo el dolor plantado en aquellas palabras de agonía, saber que toda esa pesadilla había sido sólo su culpa. Por su maldita adicción al trabajo, por haber tenido poca atención, por haber ignorado tantas señales de advertencia que él le había dado; quería sufrir nuevamente, como la primera vez que había leído esa carta.

Suspiró al hallarse frente a su hogar y, sin detenerse a delinear los cimientos de la casa, entró en esta de golpe, abandonando todo lo que traía encima frente a la puerta. Con pasos apresurados se acercó a la habitación, que antes había sido de ambos, y abrió la puerta pesadamente.
No se detuvo a pensar. Sólo avanzó con pasos taciturnos hasta sentarse en la mullida superficie de la cama, donde se dedicó a mirar por unos segundos las fotos sobre la mesita de noche; junto a los marcos había una pequeña cajita roja, acompañada de un sobre sin abrir.
Puso su pálida mano sobre su boca, intentando que los sollozos no escaparan indecorosamente de su boca, ni que las lágrimas salieran como riachuelos de sus ojos. Acercó sus brazos de forma trémula al cajón de la pequeña mesita, haciendo uso de la poca fuerza que le quedaba, sacando de éste un papel doblado y… un revólver.
Soltó una larga y temblorosa espiración, leyendo el contenido de la carta… por última vez.

 

“Kuroko… supongo que esta no es una buena forma de empezar una carta, ¿No?

Lo siento, hoy particularmente no me siento del todo bien. Te he echado de menos, ¿Sabes? Últimamente estás demasiado ocupado con la guardería; y, cuando estás en casa, te la pasas revisando las tareas de los pequeños.

He empezado a odiar a esos niños.

Extraño con desesperación tu calor; tus abrazos, tus besos, tus palabras de buenos días. Extraño absolutamente todo, y me estoy volviendo loco intentando tenerlos de nuevo. Quiero todo tu ser para mí, únicamente para mí, otra vez.

Sé perfectamente que lo haces por nuestro bien, y lo aprecio, en serio, pero ya está llegando al punto de ser aterradoramente doloroso. Las incontables tardes que me pase llorando, esperando que tú entraras por esa maldita puerta y me abrazaras con cariño, son tantas que ni puedo contarlas sin tener ganas de romper en llanto nuevamente.
Porque añoro, con impaciencia, el día que te olvides de tu trabajo y recuerdes que me tienes a mí. Lo quiero tanto, y me duele saber que es tan lejano de mi alcance…

¿Sabes? Hace dos días, Akashi-san vino a casa. Creo que recuerdas que nos volvimos buenos amigos desde que tuvimos nuestra propia fiesta de despedida, por ser ya de tercero y tenernos que despedirnos de Seirin. En fin, él vino y me aconsejó terminar contigo, porque sinceramente ni él ni yo soportamos ya el que seas tan frío.

Eres tan distante, pero aun así no puedo alejarme de tu lado.

Negué la proposición de Akashi-san, sólo porque tenía la esperanza de que tú cambiarias.

Estaba tan equivocado.

Nunca cambiaste, Kuroko, seguiste siendo el mismo adicto al trabajo; aquél que olvidaba que tenía novio, aquél que olvidaba que yo permanecía aquí, esperándole pacientemente.

Y simplemente ya me harté… Tetsuya. Ya me harté de ser una simple damisela inútil, de quedarme de brazos cruzados esperando que mi amado “príncipe” viniera a por mí y tuviéramos una historia de cuento de hadas, donde viviésemos felices por siempre.
Hasta yo tengo límites.

Hasta yo me canso de ser una damisela en apuros.

Y por eso, al verme incapaz de irme de esta casa, me voy del mundo. Una decisión demasiado radical, lo sé, pero qué demonios quieres que haga, no puedo irme de tu lado por mi cuenta. Te amo demasiado para eso, tanto que duele.

En esta carta, que leerás cuando yo ya no esté, me despido. No de la forma que quería, no con el final feliz que quería, pero simplemente no puedo seguir con una monótona rutina.

De todas formas, recuerda que siempre te amé con todo mi ser, Kuroko Tetsuya.

Se despide de ti…
-Furihata Kouki”

Las pequeñas gotas transparentes mojaban el delicado papel que sostenía, con fuerza, entre sus manos. No había podido retener los sollozos, de ninguna manera pudo. Se maldecía, mil veces se maldecía por haber sido un maldito ciego, por no haber notado la exasperación de su pareja… Era un asesino en toda la palabra.

Limpió con brusquedad las líneas de llanto que permanecían en sus mejillas y, sin pensar claramente en lo que hacía, tomó entre sus temblorosas manos el arma de fuego que reposaba a un lado suyo. Estaba cegado por la ira y la tristeza, además de que lo había planeado hace mucho ya, no se echaría atrás en ese momento.
Con el arma apuntando justo hacia él, sin un ápice de duda, posó el cañón del arma en su boca, sintiendo el sabor metálico que éste desprendía; también pudo notar lo pesada que era esa sola parte.
Cerró los ojos, ocultando sus vidriosos orbes turquesa, dejando escapar unas pequeñas lágrimas más. Quitó el seguro del arma e inconscientemente empezó a recordar todos los momentos felices que había pasado junto a Furihata… momentos que él se había encargado de destruir sin piedad alguna.

Se odiaba.

Sin alguna duda ya, apretó el gatillo.

.

.

.

Cuando la barahúnda se disipó de la habitación, sumida en oscuridad ahora, se podía notar un pequeño brillo sobre la mesita de noche. Aquel resplandor provenía de la cajita roja, que estaba entreabierta, revelando que dentro de esta había un anillo. Junto a la caja, dentro del sobre, había un pedazo de papel que decía “Furihata Kouki, ¿Quieres casarte conmigo?

El día del suicidio de Furihata Kouki, Kuroko Tetsuya planeaba pedirle matrimonio.

Siete años después, ese mismo día, se informó del suicidio de Kuroko Tetsuya.

Notas finales:

Este pequeño one-shot nació como una especie de venganza a todas aquellas crueles autoras que me hacen llorar a mares con sus escritos </3 Malditas personas sin corazón :'v

Aunque tengo en cuenta que esto no hará llorar ni un poco (no sirvo para escribir cosas que hagan llorar), espero que les gusté un poco y no me apedreen ;u;

Ah, y es KuroFuri porque últimamente ando estúpidamente enamorada de esta pareja <3

En fin, nos vemos a la próxima, byes~ -Se va rodando-

Los quiero :3 <-- Lo dice para que no la odien.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).