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Always by your Side por KittyCiel656

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Notas del capitulo:

¡Hola!

 

¡Esta vez traigo un one-shot para el mes Kikuro! :D

 

El tema que me tocó es Post-Apocalíptico, espero les guste ;)

“Yo te protegeré... Te protegeré por siempre...” Eran las palabras que se repetían en la mente del peli celeste una y otra vez, como si fuera su mantra diario para conservar tanto la esperanza como la cordura. Sus brazos se encontraban aferrados a la cintura del joven rubio, mientras ambos montaban sobre esa motocicleta que se habían encontrado un par de días atrás.

Encontrar tal vehículo les había caído como una bendición del cielo, pues ahora tanto transportarse, como escapar, les resultaría muchísimo más fácil que las semanas anteriores. Además, había que agregar el hecho de que el joven rubio era la persona más multifuncional del mundo, y a pesar de que este no sabía conducir tal vehículo, había aprendido por sí mismo en tan sólo unos cuántos minutos. Kise Ryouta podía ser endemoniadamente inteligente cuando se lo proponía, y definitivamente, las situaciones de vida o muerte eran los momentos adecuados para sacar provecho a sus habilidades.

— Kurokocchi, agárrate bien.— Dijo el rubio tan fuerte como pudo, sin voltear realmente a ver al oji azul. Con su mano izquierda mantenía la dirección del manubrio de la motocicleta, y con su mano derecha, tomó la pistola que había sido su fiel compañera y guardián desde hacía un tiempo...

El joven peli celeste hizo como su ahora único amigo, no, mejor dicho, su novio, su única familia, y la única razón por la que continuaba vivo, y por la que quería continuar viviendo, le había dicho.

Al parecer iban a cruzar una zona peligrosa...

Kuroko sólo cerró sus ojos y se aferró con más fuerza. Sabía que Kise sería capaz de esquivar cualquier peligro que se les presentase, pero por lo menos, prefería no ser testigo de lo que podría ocurrir... la sangre... los gritos... la desesperación... A pesar de que ya debía de haberse acostumbrado, después de todo lo que les había ocurrido, aún no podía acostumbrarse a la crueldad y a la barbaridad de escenas que sólo había visto en las películas hasta hace unos meses.

Y como era de esperarse, la naturaleza humana y la ley del más fuerte no se hicieron esperar.

Los disparos iban y venían, tanto por parte de los atacantes... como por parte del rubio...

Minutos después, los disparos cesaron y Kise disminuyó su velocidad. Ahora que contaban con un vehículo que funcionaba, mucha gente querría atacarlos y clamar dicho transporte para sí mismos.

Después de todo, sobrevivir en este mundo se había vuelto cada vez más difícil con cada día que pasaba. Y no sólo en Japón, sino probablemente... en todo el mundo conocido. Los bombas atómicas que habían estallado a varios kilómetros de la corteza, habían causado un daño irreparable en la mayoría de la electrónica y vehículos del país, seguido de las armas biológicas que habían arrasado con más de tres cuartos de la población mundial... incluido todos sus amigos, familiares... y conocidos hasta la fecha.

Realmente había sido un milagro tanto para el rubio como para el peli celeste, haber sobrevivido después del caos que se había generado desde el primer día en que los ataques comenzaron.

Ambos jóvenes se habían encontrado entre el caos, la gente corría con desesperación y las tiendas eran vaciadas a su totalidad, sin embargo, lo que todo el mundo intentaba hacer era huir de Tokyo a como diera lugar. Nadie tenía idea de qué rayos era ese virus que estaba suelto, y que atacaba sin aviso, pero una vez que eras contagiado, no había vuelta atrás... Sólo un pequeño derrame nasal, y al siguiente minuto estabas muerto.

Pilas y pilas de cadáveres se amontonaban en lo que una vez fue una de las capitales más vivas del mundo. Y no había nadie que se detuviera a reconocer cuerpos o a revisar si alguno de ellos se encontraba con vida.

Tanto para Kise, como para Kuroko, había sido el día más negro de todas sus vidas... Habían perdido, en sólo unas cuantas horas, a todo ser humano con el que alguna vez habían tenido contacto... y no había nada que pudieran hacer para traerlos de vuelta.

Sin embargo, la única pregunta que quedaba en la mente de ambos era... ¿Por qué no a mí?

Porque si ese maldito virus se había llevado a tanta gente, ¿por qué no a ellos también...? ¿Qué caso tenía seguir viviendo si no tenías con quien compartir tu vida...? ¿para qué...? Simplemente no tenía ningún sentido... y la mejor opción para ambos parecía, definitivamente, el suicidio...

Y fue en ese momento que se vieron... como si del destino se tratase...

Kise no podía creerlo, ni tampoco Kuroko...

Al menos una parte de su mundo, había logrado sobrevivir...

El rubio no lo dudó ni un momento, e inmeditamente corrió hacia su peli celeste amigo, tomándolo en el brazo más fuerte, y más significativo, que en toda su vida le había dado a otro ser humano. Sus lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas.

Por primera vez, Kuroko se dejó ser abrazado por el copy cat y correspondió a este con todas las fuerzas que le quedaban. La máscara que siempre portaba había sido tirada desde el momento en el que había visto morir a sus compañeros, a su luz, y a su familia... Ya no había razón alguna para seguir ocultando sus emociones, por lo que simplemente hizo como el rubio y dejó fluir sus lágrimas, acompañadas de llanto.

Después de el abrazo más largo que ambos habían compartido... Kise subió sus manos, que hasta ese momento se encontraban en la espalda del peli azul, para posarlas en las mejillas rosas e hinchadas por todo el llanto y por todas las emociones que los embargaban en esos momentos. Lo miró profundamente, sin ningún rastro de bromas o de su típico brillo un tanto tonto que siempre lo caracterizaba.

Kuroko pudo ver todo lo que el rubio trataba de transmitirle... todo lo que siempre había querido decirle, y por una razón u otra... nunca había sido capaz...

Y lentamente, acercaron sus labios hasta sellarlos completamente, dejando de lado todo el caos que los rodeaba y todas las muertes que habían presenciado.

— Te amo...— Susurró Ryouta después del primer beso. — Creo que ya lo sabías... pero nunca te lo había dicho... Te amo Kurokocchi... siempre te he amado...

El peli azul solo fue capaz de regresar una pequeña sonrisa, tierna, sincera, y con un pequeño brillo de esperanza. Para Ryouta, eso era suficiente... al menos por ahora.

Su pequeño momento fue interrumpido cuando comenzaron a ver unos aviones militares volar por encima de ellos... eso no le daba buena espina al rubio. Ya era más que obvio que estaban siendo abandonados por su gobierno, y lo más probable es que ahora, con motivo de controlar el virus que se les había salido de control, fueran a eliminar la capital con todo y sus cadáveres... y con todo y sus sobrevivientes.

— Maldición...— Siceó con los dientes. Tenían que salir de ahí pero ya.

— Kurokocchi... vámonos.— El joven rubio jaló a su amigo, tomándolo de la mano con un fuerte agarre.

Tetsuya no se resistió, pues él también había pensado lo mismo que el rubio. Sin embargo, un pensamiento aún nublaba su mente.

— Kise-kun...— Mencionó levemente, pero aún así fue escuchado por el rubio. - No crees que sería mejor si...

El copy cat no lo dejó acabar, ya sabía a qué se refería, y no iba a permitirlo. No después de que se habían encontrado, no después de que lo habían perdido todo, no después de haber encontrado una razón para vivir, para mantenerse vivos, luchando por él, y por ambos, por el resto de sus vidas.

— Yo te protegeré... Te protegeré por siempre...

Los ojos del peli celeste se abrieron al escuchar esas palabras. Kise se giró a verlo, su mirada más decidida que nunca.

— Eres lo único que tengo, eres la persona a la que más amo y he amado en este mundo. No voy a dejarte morir, y no voy a dejarme morir... Tú y yo, vamos a vivir... ¿lo entiendes?

Kuroko se quedó estupefacto, sin embargo, no fue capaz de dar una negativa por respuesta.

El rubio le sonrió ligeramente, para volver a tomar a su amigo en un fuerte agarre, y correr como nunca en sus vidas lo habían hecho.

Ya habían pasado tres meses desde ese fatídico día, y Ryouta sí que había mantenido su promesa de protegerlo... a pesar de cualquier percance... a pesar de robar... y sobre todo, a pesar de matar a otros seres humanos...

Kise había estacionado la moto enfrente de lo que parecía ser una tienda de conveniencia. Esta no se veía del todo saqueada, por lo que probablemente podrían obtener algo de comida si buscaban.

— Kurokocchi, úsala en caso de ser necesario. — El joven más alto le dio a su novio otra pistola que mantenía en el otro lado de su pantalón. Tetsuya la tomó no muy seguro.

Era la dinámica de siempre. Kise entraba a la tienda y revisaba que se encontrara sola, entonces tomaba lo necesario y regresaba con Kurokocchi, que cuidaría o avisaría al rubio si alguien se acercaba o intentaba robarles su transporte.

Kise no era feliz dejando a su amado solo, separado de él. Pero perder la motocicleta era un lujo que no podían darse, además de que necesitaban comer, por lo que uno de ellos tenía que entrar a buscar el alimento.

Después de considerarlo por bueno tiempo, el rubio se había dado cuenta que sería mejor que Kurokocchi se quedara afuera con la motocicleta, puesto que en dado caso de que ocurriera algo... el peli celeste tendría una oportunidad de huir. Aunque claro, Tetsuya había protestado en más de una ocasión por semejante idea. …l jamás abandonaría a Ryouta aunque eso significara su propia muerte.

Aún así, esa tienda de conveniencia no era demasiado grande, y el ex jugador fantasma podía ver a su novio a través de los cristales rotos, dándole cierta tranquilidad.

Lamentablemente, la tranquilidad duró poco. Pues Tetsuya apenas si pudo ver como una figura aparecía atrás de su novio, llevaba un cuchillo en mano y estaba tan cerca de este que, si a Tetsuya se le ocurría gritar, la daga sería enterrada inmediatamente en algún lugar del cuerpo de Ryouta.

No, Kuroko no iba a permitir que eso sucediera... No iba a dejar que le robaran a la única familia que le quedaba. Por lo que sin pensarlo, levantó su brazo con pistola en mano, y casi inmediatamente, disparó.

No hubo necesidad de disparar una segunda vez...

Ryouta volteó rápidamente a ver que había sucedido, su corazón casi se le salía del pecho al pensar que ese disparo pudo haber sido dirigido hacia su peli celeste. Sin embargo, su preocupación fue pronto cambiada a confusión, al notar al cuerpo que yacía justo detrás de él... Cerca de este había una daga.

Al mirar hacia la ventana, pudo ver a su peli celeste, aún con la pistola apuntada hacia donde había estado el hombre que probablemente amenazaba con quitarle la vida. El copy cat salió corriendo hacia su dirección, preocupado más que nada de la estabilidad emocional de su novio, pues este nunca antes había matado a nadie ni había mostrado intención alguna de llegarlo a hacer.

— ¡Kurokocchi! ¡¿Estás bien?! — Preguntó el rubio con preocupación, mientras abrazaba al joven y sus brazos revisaban rápidamente el cuerpo de este.

— Sí...— Fue todo lo que el peli celeste dijo. No parecía estar tan afectado como Ryouta había creído que estaría.

Kuroko guardó la pistola, y suspiró ligeramente antes de entrelazar su mirada con la del rubio. Sus ojos estaban más decididos que ningún otro día en esos apocalípticos meses.

— Yo también te protegeré... Te protegeré por siempre... — Dijo el peli celeste, repitiendo las mismas palabras que Kise le había dicho aquel fatídico día hace tres meses, dejando al rubio sin habla. Había reconocido inmediatamente ese juramento...

— En la salud y en la enfermedad... Todos los días de tu vida... hasta que la muerte nos separe...— Agregó Kuroko, haciendo que los ojos del rubio se humedecieran de felicidad.

Quizás Kurokocchi nunca le había regresado ese “Te amo” al joven rubio. Pero por ahora, Kise no lo necesitaba, pues sabía perfectamente que el peli celeste sentía exactamente lo mismo que él...

No importaba que el mundo se estuviera viniendo abajo, siempre y cuando, se tuvieran el uno al otro.
Notas finales:

¡Gracias por leer!


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