Cuando supe toda la verdad
señora,
ya era tarde para echar atrás
señora,
yo era parte de su vida
y él mi sombra.
Cuando supe que existía usted,
señora
ya mi mundo era sólo él,
señora,
ya llevaba dentro de mi ser
su aroma.
Silvia estaba pálida en la cafetería donde había sido citada por aquel bello hombre qué la miraba directamente y habló firme.
-Lo siento mucho, señora. Carlos jamás la había mencionado, ni siquiera sabía qué él era casado.
-El es mi esposo, Gabriel. El padre de mis hijos, el hombre con el qué llevo 8 años casada.
-Le repito, Silvia qué yo no sabía qué usted existía, y mucho menos qué ambos tenían hijos. Lo conocí en una fiesta de la empresa donde ambos laboramos hace dos años.
Silvia se echó a llorar desconsolada. La maldita fiesta, ¿Cómo olvidarla? Después de ese día, Carlos parecía otro, siempre sonriente, siempre atento al celular. Las reuniones de último momento, las tenues marcas de mordidas y arañazos en su cuello y espalda todo era indicio de un amante pero ella ciega no quiso reconocer.
-Te suplico Gabriel, por piedad sepárense y…
-No, señora. Ya no puedo dejarlo. El es mi mundo y la persona qué mas amo. Y aunque me duela su situación no voy a separarme de él.
Él me dijo que era libre
como el mismo aire
que era libre
como las palomas
que era libre...
y yo lo creí.
Ahora es tarde, señora
ahora es tarde, señora
ahora nadie puede apartarlo de mí
Él me dijo que era libre
como el vagabundo
que era libre
como la hoja seca
que era libre...
Silvia tomó el pañuelo qué Gabriel le ofrecía y se secó las lágrimas enterrando luego su cara en el.
Lo qué más le dolía era qué Carlos había llegado la noche anterior, y de manera serena como era su personalidad le había explicado porque quería el divorcio y le había hablado de una persona de la qué se había enamorado, persona qué quería conocerla y hablarle de frente sobre la situación en la qué Carlos los había metido.
Quería gritarle qué era un desalmado por no querer dejar a su esposo pero entendía la situación de Gabriel. Justo cuando estaba por ofrecerle algo, lo qué fuera, Carlos entró al lugar y se encaminó a la mesa donde ellos hablaban.
Silvia lo miró con una mezcla de dolor e ira al verlo acercarse y abrazar a Gabriel y depositar un tierno beso en los labios del hombre más joven qué sonrió.
Carlos se sentó y observó a su futura ex-esposa.
-Silvia yo…
-No, no hables más. Te daré el divorcio. Y ambos podrán ser felices juntos. Pero Carlos, me lo hubieras dicho antes. Antes de qué esto llegara tan lejos, antes de qué destruyeras mi vida.
-Silvia, me enamoré, lo siento. Pero me enamoré de Gabriel, encontré el amor en sus brazos, y el placer en sus besos.
Silvia no dijo nada más, pero vio a Gabriel quien le sostuvo la mirada, y en ese momento en el qué sus ojos se conectaron ella suplicó con el último resquicio de esperanza.
-Déjalo, por favor
-No voy a hacerlo infeliz… No. No voy a hacer a dos seres miserables por la ausencia de amor.
Ahora es tarde, señora,
ahora es tarde, señora,
ahora nadie puede apartarlo de mí.
Ella asintió y sonriendo temblorosa se marchó llevándose consigo la imagen de los amantes abrazados cariñosamente y las miradas de amor qué se dedicaban.
/////////////////////////////////////////////HORAS MAS TARDE\\\\\\\\\\\\\\\\\\
-Carlos ¿Por qué no me lo dijiste?
-Gaby, creí qué sería algo de una sola noche, una revolcada y qué todo quedaría olvidado. Jamás creí qué me enamoraría así de ti, y qué me tendrías hecho masilla en tus manos. Todo dejó de importarme luego de 6 meses de estarnos viendo. Me atraías como la polilla al fuego e irremediablemente me rendí al fuego de tu amor.
-¿Alguna vez la amaste?
-No lo sé. Creo que no. Me sentía cómodo pero nada más. Solo fue cariño… Dudo qué en algún momento eso fuera amor.
Gabriel recostó su cara en el pecho de Carlos y suspiró, la situación era dura pero el de verdad amaba a Carlos y sí él se iba se moriría de pena.
Carlos sintiendo la tensión de su amante empezó a besarlo dulcemente a lo qué Gaby respondió, entrelazaron sus lenguas y el vals más antiguo del mundo comenzó, uniendo aun más sus almas ya unidas por el amor.
Después de horas de juegos pasionales y entrega absoluta, Gabriel colapsó en el cuerpo de Carlos y le besó dulcemente mientras sus cuerpos unidos se frotaban suavemente, y Carlos se movía aun dentro de él. Gaby sonrió y se acurrucó sobre él.
-Te amo Carlos.
-También te amo, Gaby, te amaré siempre.
Ahora es tarde, señora,
ahora es tarde, señora,
ahora nadie puede apartarlo de mí.