El viaje de Eiri
- !Feliz cumpleaños Eiri! -fue primero que escuchó al despertar esa mañana. La voz chillona de Shuichi le había sacado de sus hermosos sueños.
Shuichi estaba sobre el como un niño pequeño que parecía haberse trasnochado en Nochebuena, apenas pudo gruñir algo, Shuichi besaba su rostro emocionado.
- ¿Molestando tan temprano, Shuichi? - dijo algo cansado.
- !Yuki! !es tu cumpleaños! vamos sal de la cama - Shuichi se paró a un lado estirando uno de los brazos del escritor. El rubio resopló fastidiado, vio la fecha en su móvil en la mesa de noche, era evidentemente 23 de Febrero.
Fue al baño a lavarse la cara y cepillarse los dientes, podía escuchar los pasos de Shuichi por toda la casa. Se acomodó y fue a preparar el desayuno. Shuichi no dejaba de hablar sobre lo guapo que estaba el día de hoy, su hijo recién se había incorporado a la mesa al oler el delicioso desayuno que preparaba.
Riku apenas le saludó y Shuichi le dio un codazo, seguramente recordándole "el evento del año". Yuki rodo sus ojos, ¿cuántos años habían pasado ya? el mocoso ahora no era un pequeño niño que podía patear o aventar a Shuichi. Riku ahora iba en secundaria y era unos centímetros más alto que Shuichi quien parecía que el tiempo no pasaba sobre él, aunque eso no le molestaba Shuichi seguía siendo el mismo idiota enérgico.
Desayunaron en armonía, aunque podía sentir cierta incomodidad en Riku, trataba de no observarlo directamente, tal vez tantos años de desprecio habían hecho lo suyo, Shuichi lo reprendía pero aseguraba que Riku no lo odiaba por eso. Aún pensaba si el mocoso recordaba las palabras que le había dicho en el parque hacia ya muchos años. Que el había sido quien había asesinado a su padre, ¿qué podía pasar por su cabeza?
Se había dado cuenta de que quizás su relación no era la mejor, aunque Shuichi no fuera nada discreto y siempre fuera tan impulsivo podía notar cierto apego de Riku hacia su "madre", además de que el niño de ojos grandes y brillantes que había conocido hace tanto parecía un poco apagado, Riku no hablaba de sus problemas con él, apenas si hablaba era para agradecer la comida. ¿Tan mal padre era?
Dejó sus palillos a un lado, diciendo que tenía algunas cosas que hacer. Shuichi le había visto extrañado, trató de hablarle pero solo dijo que volvería en un segundo, un segundo que se volvieron unas cuantas horas. Dejar que a estas alturas algo como eso le comiera la cabeza... se sentía idiota, pero ya los años se lo decían, ya estaba sobre los 30, notó que aún seguia con el mismo atractivo de hacia unos años, levantaba algunas miradas en la calle aunque no gozara de la misma popularidad.
Cuando volvió a casa notó las luces apagadas y las persianas cerradas, algo le dio una idea de lo que pasaba, trató de avanzar con cuidado aunque su sentido de orientación era tan malo.
- ¡¡Sorpresa!! - escuchó el grito que casi hace que le dé un paro cardíaco.
- Enciende las luces idiota, de que sirve si no puedo ver nada.
- Lo siento, era la emoción - escuchó decir a Shuichi y las luces se encendieron. Pudo ver un pastel en la mesa con tantas velas para simbolizar su edad actual.
- ¿Qué demonios?
- Mamá dijo que así podrías pedir más deseos - escuchó a Riku con un tono algo monótono mientras encendía las velas.
- Vamos cariño podrás pedir todo lo que quieras, es tu día - Shuichi trataba de alentarlo aunque que más podría pedir, miró de reojo a Riku, lo que pudiera desear ahora no era algo que unas velas iban a cumplir.
Le habían cantado el cumpleaños y con todo lo que dieron sus pulmones trató de apagar las velas.
- No se apagan - dijo algo frustrado al verlas encenderse de nuevo.
- Es una broma cariño - Shuichi sacó la lengua de manera inocente. Casi se muere de asfixia al tratar de apagar las malditas velas, la hora de cortar el pastel era lo que más le gustaba, cortó una gran rebanada para él. Los dulces eran su perdición ahora que había dejado el cigarro.
Mientras saboreaba el esponjoso bizcocho de su panadería favorita interrumpió la animada conversación de Shuichi y Riku.
- He estado pensando... me iré una temporada de casa - se metió un buen bocado a la boca y Shuichi dejó caer la cuchara.
- ¿Irte? ¿De qué hablas Yuki?
- Necesito reflexionar sobre algunas cosas.
- ¿Y no puedes ir con tu terapeuta o dar un paseo como siempre haces? - Shuichi parecía algo preocupado y Riku le observaba fijamente algo sorprendido.
- Solo será un tiempo, quiero hacer un viaje por mi cuenta, volveré cuando haya encontrado la respuesta.
- Podemos hacerlo juntos...
- Shuichi - dijo cortante y el cantante hizo un puchero.
- ¿Ya decidiste a donde ir? dicen que Bora Bora es muy bonito, pero ahí conseguirás muchas que quieran meterse contigo, no quiero!! - Shuichi rápidamente llegó a una conclusión de su debate interno.
- Iré a Alaska.
- ¡¿Alaska?!- incluso Riku estaba sin palabras.
- ¿N-no crees que es algo extremo? - trató de decir Riku quien aun no parecía caer en cuenta de lo que decía.
- Lo acabo de decidir. Además no me voy a enrollar con nadie, tengo a mi agujero y a mi hijo aquí - Shuichi había ignorado el apodo degradante de su marido solo porque le había parecido una declaración adorable, Riku simplemente desvió la mirada.
Ahora se encontraba mandándole una postal a su familia en Japón, después de haber pescado un salmón de 10 kg junto a la tripulación de aquel barco pesquero.
"¿El lo está haciendo bien?" escribió al final con cierta timidez, si porque quien diría que un mocoso lograría hacerlo preocuparse de esa manera.