Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

EL RUISEÑOR Y LA ROSA por MILO YASHA

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Siempre tuve ganas de escribir sobre ellos pero siempre me limité a Milo con Camus, Saga o Kanon. Vamos a ver que sale de emparejarlo con Afro ésta vez.
Saint Seiya ni sus personajes me pertenecen (sino no sería pobre)

El llamado

Como todos los días volvían llenos de magulladuras y adjudicándose la victoria, demostrando que  en orgullo e inmadurez sólo sacaban empates pero así eran ellos y por eso se llevaban tan bien a pesar que a veces esas similitudes los hicieran chocar.

Similares pero no iguales.

El orgullo los hacia actuar diferente.

 A uno lo hacia parecer modesto, al otro ostentoso.

Uno hablaba poco pero lo decía todo, el otro hablaba demasiado y no decía nada.

A uno lo hacia mostrar lo mejor que tenia para ser siempre tenido en cuenta. Al otro lo hacia aparentar ser peor de lo que era para no mostrar debilidad.

Un león simulando ser un escorpion . Un escorpión jugando a ser un león.  Quizás por eso se toleraban, porque eran similares y las diferencias las disfrazaban de igualdades.

-Mira quienes nos honran con su presencia, las damiselas de las 12 casas-le dice al oido

-Pero bien que los tienes en la mira Milo, no tienes punto medio, vas del fácil al difícil sin escalas-bromeó

-Prefiero eso a estar como perro faldero detrás de una sóla presa que ni parece notar mi nivel de estupidez cuando me tiene cerca-contestó con una indirecta muy directa que hizo callar

Ni él entendió su razón pero instintivamente miró a las gradas y lo encontró de pie, observándolo.

“Fácil”  así era como le decían, incluso él pero sin embargo nunca intentaba acercársele por temor de confirmarlo. Prefería considerarlo alguien que se escondía lo mejor para quien lo supiera buscar, de alguna forma una persona parecida a él,  con mucho que dar si alguien se molestara en pedirlo…

Si eres como te imagino

No tengo modo de escaparme

Tu cuerpo es como un remolino

Y no hay conjuro que me salve

-Milo de escorpio, el patriarca quiere verte cuánto antes-su voz lo vuelve a la realidad y se sorprende al verse sólo a unos pasos de él

-Ahora qué hiciste?-pregunta Aioria mirándolo con reprobación pero relaja sus facciones al sentir la mirada asesina de su amigo, señal que había cometido de ninguna falta.

-Milo no hizo nada-Camus interviene-de hecho vine hasta acá para avisarte que te alistes para ir por dos semanas a Siberia conmigo y me pidió que te diga que la próxima vez que  le informen que estuviste en la zona de los caballeros femeninos  no te mandará a enfriar tus ideas sino que me ordenará congelar tu entrepierna-si lo hubiese dicho otro santo seguro habría reido pero Camus lo expresó con tanta seriedad que se sintió pequeño y más cuando vio la expresión que se dibujó en el rostro de Milo.

-Aioria de leo, te compadezco-dijo el escorpiano palmeando su hombro-Camus, cuídalo como si se tratara de mi persona-sintió ganas de reir al ver un leve cambio en el rostro del acuariano, quizás imperceptible para otros pero no para él-me gustaría quedarme con ustedes pero  siento que  si hago esperar un minuto más a nuestro hermoso compañero me lanzará alguna de sus rosas-dijo socarronamente mientras veia la cara de disgusto que puso el pisciano ante el comentario.

Sin más se limitó a seguirlo, no era tonto y sabia que el pisciano no lo tenía en su lista de favoritos.  Lo notaba en cada palabra que le dirigía, en cada mirada, en cada músculo que se tensaba. Para Afrodita de Piscis él simplemente le desagradaba y debía admitir que razones no le faltaban. Él alimentó ese sentimiento  en cada broma pesada que le hacía en su niñez, en cada comentario descalificativo, en cada sonrisa cínica que le dedicó cada vez que lo veia.

-¿Y tú que falta cometiste?-dijo Milo a fin de cortar con tanto silencio

-No entiendo lo que me quieres decir-contestó el mayor sin voltear ni detener su paso

-Vamos, sé que me detestas,  si fuera por ti  habrías salido corriendo luego de darme el recado

-El patriarca me ordenó llevarte y eso es lo que haré

-Pero no me estás llevando, yo estoy caminando sólo-sonríe-claro que si quieres llevarme en brazos no me opongo porque estoy cansado aunque dudo que

-¿Qué imbécil?-voltea y lo toma  de su camiseta de entrenamiento-que no sea un primate como tú o tu amiguito no me hace menos hombre ni menos fuerte. Estoy harto de escuchar las estupideces que dices o que dicen que dices

-Será mejor que me sueltes Afrodita sino la vas a pasar mal, sería una lástima arruinar tu rostro de niña bonita con el que logras tantas cosas “en nombre de Athena”-apenas terminó de decirlo lo lamentó pero así era él, en su naturaleza estaba aplicar veneno ya sea por medio de su técnica o de sus palabras aunque luego se arrepintiera. Por esa razón no esquivó ni respondió el golpe que recibió de parte del sueco, cayendo al suelo

-Estoy cansado de los infelices como tú que se creen hombres por no saber guardar dentro de los pantalones lo que tienen entre las piernas- tomándolo de la camiseta al griego y obligándo a que se levante-Sabés una cosa? Yo lo hago “en nombre de Athena” y tú?  Apuesto que si cambias tan rápido de amantes no es porque seas tan buen conquistador sino que te dejan porque no los satisfaces-el pisciano también sabía atacar con palabras envenenadas

Milo tomó la mano que lo asía y se liberó, controlándose para no contestar y entrar en una escalada de violencia. Aceleró el paso furibundo hasta su casa y se perdió en el sector privado del templo por un tiempo indefinido. Se duchó y se alistó para ver al patriarca. Se miró al espejo por última vez y colocó su mano en el lugar donde recibió el golpe pensando que excusa daria al patriarca ya que él no iba a delatar a quien lo agredió.

Cuando salió se encontró con su escolta esperandolo con una expresión tan fria como la de Camus y el la contestó con una de orgullo y arrogancia, colocándose  la tiara y marchando unos pasos delante de su acompañante.

Ambos optaron por atravesar los templos que lo separaban del salón del gran maestro como si el otro no estuviera, era lo mejor si querian evitar otro cruce y que algún compañero fuera testigo de eso.

-Escorpio, detente-dijo haciendo que el otro se detenga de inmediato-si tienes algo de dignidad no me acusarás con el patriarca por haberte golpeado,  recuerda que tú lo provocaste

-Haré lo que tenga lo que tenga que hacer Piscis, si eso implica hundirnos que así sea-dijo en el tono más impersonal que pudo y se adentró en el templo de Athena, seguido de un Afrodita que ya se estaba lamentando de haberlo golpeado.

Milo se hizo anunciar y los guardias abrieron las imponentes puertas luego que el patriarca autorizara su entrada seguido por un inquieto Afrodita.

Cuando ambos estuvieron arrodillados ante el representante de Athena este se levantó de su sillón y caminó hasta estar entre ellos

-Milo qué te sucedió en el rostro?  acaso te has metido en problemas?

-No señor-dijo casi marcialmente

-No has respondido la primer pregunta, quién te hizo eso? –dijo mirando a ambos y supo la respuesta al ver como se puso el pisciano al escucharlo

-Afrodita qué demonios hiciste? Cuando te dije que lo traigas cuanto antes no

-Señor él no fue-interrumpió el menor-este golpe me lo dio Aioria mientras practicábamos en el coliseo antes que él llegara…-hizo una pausa y giró levemente su rostro para mirar al sueco que lo observaba de de reojo sorprendido-Afrodita incluso se ofreció a curarme para que llegara en condiciones a verlo señor, es un gran caballero-dijo sonriéndo. Ares no le creyó pero nada podía hacer si no quería acusar a su compañero de armas

Por su parte, Afrodita se sorprendio por sus palabras.  En ese momento comprendió que aquel jóven griego era complejo. Tal vez no era el bastardo que se  esforzaba en aparentar después de todo.

Continuara

Notas finales:

Espero que les haya gustado. Hasta el próximo capítulo.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).