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El Pacto por champiipandy

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Kuroko no Basket pertenece a Fujimaki Tadatoshi 

He visto muy pocos fics de esta pareja y la verdad me gusta muchisimo :D Asi que contribuiré un poco con esta pequeña historia que espero disfruten :3

 

Notas del capitulo:

Algunos dialogos fueron inspirados en las canciones: 

Se te olvida- Alvaro Carrillo.

Hagamos un trato- Amanda Miguel. 

 

Él lo sabía, siempre supo que esas palabras le romperían el corazón pero uno nunca está completamente preparado para ser herido de ese modo.

 

Hanamiya Makoto, ex-capitán de Kirisaki Daiichi en sus veinticinco primaveras, se encontraba rebuscando frenéticamente entre los cajones de madera de aquel mueble en el fondo de la habitación. Esa sería su última noche en ese lugar. Le dolía, pero jamás dejaría que nadie viera a través de él, odiaba que la gente le tuviera lástima. Simplemente agarraría sus maletas y saldría por la puerta principal con toda la dignidad que pudiese aparentar.

 

—¡Tch! —. Chasqueó la lengua bastante irritado, limpió burdamente sus lágrimas filtradas y aventó la maleta al suelo. — ¡Maldición! —exclamó.

 

Se tiró al suelo de rodillas y nuevamente limpió su rostro. Lo odiaba, odiaba cuando su cuerpo hacia todo lo contrario a lo que él quería. ¿Por qué mierda seguía llorando? Y peor aún por un imbécil como Kiyoshi Teppei. No. Era inaudito. Debía dejarse de niñadas y terminar sus maletas lo más  pronto posible. Ya había tomado una decisión y no se echaría para atrás.

 

Makoto supo desde el principio que el comenzar una relación con el Corazón de Hierro era una estupidez y aun así, decidió correr el riesgo, a pesar de Seirin, a pesar de sus propios compañeros de equipo, a pesar de sus familias, a pesar de todos. Pues ese estúpido cuerpo de encanto, esa suave y tersa piel apiñonada, esas enormes manos que lo sostenían delicadamente y ese sedoso cabello castaño que enmarcaba su rostro y resaltaban su enorme sonrisa de imbécil lo eran todo para Hanamiya. El azabache quedó completamente cautivado por el centro de Seirin mucho antes de que siquiera fuera consciente de ello. Y lo odiaba, en verdad detestaba no haberse podido dar cuenta de sus sentimientos antes. Quizás, si lo hubiera sabido, Teppei no tendría rencor hacia su persona por haberle arrebatado sus sueños de jugar a nivel profesional. ¿Por qué diablos tuvo que destrozarle la rodilla? ¿Por qué precisamente a él? ¿Por qué a la persona que más amaba?  

 

—¡Maldita sea! — musitó entre dientes. — Kiyoshi es un idiota. — murmuró.

 

No. El castaño jamás le había reclamado nada acerca de lo ocurrido. Kiyoshi Teppei siempre tenía una sonrisa en su rostro, dedicada única y exclusivamente para Makoto. Y esa grave pero dulce voz todas las noches le susurraba al oído “Te amo”. No era Teppei, no. Eran sus estúpidos amigos los que siempre decían mierda sobre Hanamiya y su relación, eran ellos. Especialmente el megane quien llenaba la cabeza del castaño sobre mil cosas malas acerca de Makoto, pues Hyuuga era el responsable de que ahora, el azabache estuviera juntando sus pertenencias para salir del apartamento.

 

—¡Kiyoshi! ¿Cuándo entenderás que esto no tiene futuro? —gritaba eufórico el azabache de anteojos.

 

—Hyuuga por favor baja la voz…— pedía el castaño. — No quiero molestar a los vecinos.

 

—¡A la mierda tus vecinos! Por una vez hazme caso ¡Deja a Hanamiya! — el castaño suspiró agobiado.

 

—Ya hemos hablado muchas veces sobre esto... Por favor no te metas.— pidió.

 

—Kiyoshi, no seas un cabeza hueca, date cuenta. Hanamiya no está haciendo más que hundirte.

 

—No digas cosas que no sabes...

 

—¿Qué no sé? Por dios, tan sólo mirate. Sólo mírate Teppei, ni siquiera puedes caminar más de dos metros sin que te duela la rodilla. ¿Y no sé nada? Eres un idiota. —decía eufórico.

 

—Lo que haya pasado en el instituto no importa mucho ahora, Hanamiya ha cambiado y yo también...

 

—¡Vaya! Supongo que ha cambiado mucho, por eso todos los fines de semana terminas en mi puerta ahogado en alcohol quejandote del imbécil de Makoto.

 

El castaño quedó sin palabras, no podía negar eso. Si bien no era cada fin de semana no negaba que muchas veces se tiraba a llorar en brazos de Hyuuga completamente borracho, simplemente porque Makoto nunca le decía ni un mísero "Te quiero".

 

—No soy el único que piensa de ese modo... Incluso tus padres no están de acuerdo con esta relación.

 

—Mis padres son otra historia.— sentenció.

 

—Vamos Teppei, ¿Que te cuesta dejarlo y conseguir una linda novia? Es lo que haría más felices a tus padres y yo los apoyo completamente.

 

—¿Y qué hay de mi felicidad?— cuestionó.

 

—Se sincero conmigo, sólo por esta vez...¿En verdad crees que serás feliz a su lado?— El castaño apretó los labios y bajó la mirada. —Lo ves, lo mejor para ambos, especialmente para ti es que esta relación termine.

 

Su garganta estaba seca, su pecho dolía mucho y, se preguntaba por qué precisamente ese día tuvo que salir más temprano del trabajo. Hanamiya tenía un inmenso nudo en su garganta y sus lágrimas rogaban por salir. Apretó los puños y corrió escaleras abajo, soltando aquella bolsa de papel que contenía un pequeño pastel que compró especialmente para el castaño; ya no quería seguir escuchandolos, no quería escuchar de la boca de Kiyoshi que la relación se terminaba. No, si la relación iba a terminar en definitiva Makoto sería quien le pondría fin.

 

Se levantó y nuevamente agarró la maleta con fuerza. Él sabía perfectamente todo el daño que le había causado al castaño, y quizás se equivocaba pero si lo mejor para Kiyoshi era estar lejos de Makoto, lo dejaría. Hanamiya dejaría que el ex-miembro de Seirin fuera feliz con alguien que lo valorara, con alguien que pudiera decirle "Te amo" tantas veces como Teppei quisiera escucharlo. Él se lo merecía, merecía a alguien que no fuera un idiota, alguien que no lo estuviera hundiendo, alguien que le ayudara a superar su dolor y no que se lo recordara a cada instante.

 

Ni siquiera una nota, nada. No dejaría absolutamente nada, desaparecería de la vida de Kiyoshi de la manera más rápida y fugaz que pudiera. Eran casi las cinco en punto, aún le quedaba tiempo antes de que Kiyoshi terminara su turno laboral y se dirigiera a casa; se sentó en el sofá y dio un rápido vistazo a todo el lugar.En realidad era un apartamento pequeño, muchos de los muebles eran de segunda mano, los estantes se encontraban relativamente desordenados y sólo tuvieron presupuesto para costear una cama. No era perfecto pero fue algo que levantó con mucho esfuerzo junto al castaño, y eso era lo importante... Su pecho se estremeció nuevamente, ahí terminaría todo, aquella relación de siete años terminaba ahí; al sentir sus ojos aguarse nuevamente se levantó abruptamente y apretó los labios. Tenía que salir de ese lugar lo más pronto posible.

 

Agarró las maletas, se puso su abrigo y caminó hacia la puerta, dejaría las llaves en el pequeño mueble de la entrada y se marcharía para siempre...

 

—¿Makoto?—. Su voz estremeció completamente su cuerpo, su corazón se agitó y maldijo por lo bajo.— ¿Que haces con esas maletas?

 

—Exactamente lo que parece—. Dijo con tono adusto.— Quítate, me estorbas. — caminó hacia la entrada evitando completamente su mirada.

 

—¿Saldrás de viaje por el trabajo?— cuestionó incrédulo. El azabache bufó.

 

—¡Vaya que eres imbécil! — exclamó con desdén. — Me largo de esta maldita casa—. Los párpados de Kiyoshi se abrieron desmedidamente.

 

—¿Q-qué? P-pero...¿Por qué? — trastabilló.

 

—Ya me aburrí de ti, es todo— dijo elevado los hombros. Tenía que apresurarse y alejarse del castaño, tenía que irse antes de que no pudiera retener sus lágrimas.

 

—¿De qué hablas? ¿Alguien te dijo algo?—. Tenía que haber una explicación para su comportamiento. Teppei conocía a Hanamiya y sabía que algo pasaba pues esa actitud era inusual...

 

—¡Nadie me dijo nada, maldición! — exclamó. — ¿Qué no me crees capaz de tomar mis propias decisiones?— decía molesto.

 

—No es eso,sólo...

 

—¡Ya estoy harto de ti! No puedo soportar ver tu cara de idiota por más tiempo...

 

—Makoto, ni siquiera me estás viendo—. El azabache apretó los labios y maldijo entre dientes.— Mirame a los ojos y repitelo— sentenció. Hanamiya chistó y se giró sobre sus pies.

 

—¡Estoy harto y cansado de ti! ¡Te odio! ¡Te odio!— gritó eufórico, apretando los párpados.—Ya no te soporto, ¡Te detesto, idiota!

 

—¿En serio?— murmuró el castaño. Se acercó lentamente y le plantó un firme beso en los labios, sellando sus palabras. Si Hanamiya creía que lo dejaría ir tan fácil estaba completamente equivocado.

 

Los ojos de Makoto se abrieron de sorpresa ante la acción del más alto; estuvo a punto de sucumbir ante ese roce pues no podía negar que los besos de Kiyoshi lo volvían loco desde la preparatoria pero no podía, no debía. Con toda la fuerza que sus brazos pudieron darle se separó del castaño.

 

—¿Qué diablos te ocurre, imbécil? — cuestionó cubriendo sus labios con el dorso de su mano. Kiyoshi se acercó a él y aprisionó sus manos.

 

—Son mentiras, yo se que me quieres a pesar de lo que dices— le dijo disminuyendo la distancia entre sus rostros.

 

—No te equivoques idiota — le dedicó una mirada fiera.— Que no se te olvide que puedo hacerte daño si me decido.

 

—Jamás podría olvidarlo Makoto... — le dijo con tono nostálgico. — Hay cicatrices que simplemente son imposibles de borrar.

 

Esas palabras fueron una punzada en el corazón del azabache, era la primera vez que Kiyoshi decía algo al respecto y le dolía pero sabía que ese dolor, que esa culpa no eran nada comparados con todo lo que Teppei sentía.

 

—Y entonces ¿Por qué mierda estás conmigo? Si no hago más que dañarte. Me has dicho que me amas pero seguramente sólo te estás forzando a ti mismo… No quiero tu lastima Kiyoshi, no quiero que estés conmigo porque tengas que hacerlo...

 

—¿Quién te dijo eso?— cuestionó molesto.

 

—¡Todos! ¡Todo el mundo lo dice! — exclamó al borde del llanto. — Tus amigos, tu familia, incluso mi familia lo ha dicho… Nunca estaré a la estatura de tu vida, somos completamente diferentes y mereces a alguien que no te avergüence frente a los demás…

 

—¡Ya basta Makoto! — exclamó irritado. —¿Cuando te he dicho que me avergüenzas, que estoy contigo por lastima? ¿Cuando te he echado en cara mi rodilla destrozada? ¡¿Cuando, Makoto?! — cuestionó colérico. Apretó las muñecas del menor y le dedicó una mirada dura. — Que te quede muy claro, yo nunca me he tomado a la ligera esta relación. ¿Quieres dejarme? ¡Bien! Pero que sea tu decisión, que sea porque tú lo quieres...— presionó su índice en el pecho del azabache—…No porque todos piensen que es lo mejor.

 

Kiyoshi nunca creyó que todos aquellos malos comentarios sobre ellos en realidad le afectarán a Hanamiya, él siempre pensó que el menor era impermeable ante todo eso pero se equivocó bastante.

 

—Ya no puedo soportarlo más Kiyoshi, estoy harto de siempre tener que estar a la defensiva, en especial con el idiota de tu amigo cuatro ojos. ¿Qué no puede meterse en sus propios asuntos? — intentó zafarse del agarre.—¿Por qué siempre tiene que decir mierda de nosotros? No quiero una relación así...— sollozó. — En verdad ya no quiero esto… —Teppei soltó el agarre lentamente y se alejó unos pasos, suspiró profundo.

 

—¿Quieres terminar?— los orbes del azabache se aguaron al instante.

 

Esas palabras eran las que no quería escuchar de los labios del castaño, dolían más viniendo de la boca del Corazón de Hierro; apretó los labios y jaló aire hasta llenar sus pulmones.

 

—S-si...— murmuró con la cabeza gacha.

 

—Si es lo que quieres está bien… pero Makoto, por favor no olvides que hay un pacto entre los dos…

 

Fue una noche de luna llena hace seis años.

 

—Hagamos un pacto— le susurró al oído.

 

—Ahí vas con tus cursilerías...— rodó los ojos. El castaño se incorporó sobre el menor.

 

—¡Makoto!— exclamó en un puchero. —Será como un dulce contrato— le sonrió.— y lo quiero cumplir...

 

— ¡Tch!—enrojeció al instante—Ok...

 

—Tú y yo estaremos juntos ahora y para siempre...— le dijo al oído.— Prometo amarte y adorarte con locura mi vida entera— dijo posando sus labios en su cuello de forma sutil. — Serte fiel hasta el último día de mi vida...— besó su hombro desnudo.

 

—Ya basta...— siseó demasiado avergonzado.

 

—Quiero que cuentes conmigo y yo contaré contigo, de aquí hasta el final— le dijo besando su mejilla.

 

—Ya-a entendi...— susurró.

 

—Te amo Makoto y te amare siempre— dijo sin duda alguna. — ¿Aceptas?

 

Hanamiya estaba completamente abochornado pues todas aquellas palabras del castaño le estremecieron el corazón; Kiyoshi era un idiota, de eso no tenía duda pero era SU idiota.

 

—Tú serás para mí —dijo sosteniendo su rostro— y te vas a encargar de hacerme feliz ¿Entiendes? — sentenció con tono firme antes de plantarle un firme y demandante beso en los labios.

 

Quizás para Makoto eran ridiculeces del de orbes marrón pero sabía que eso lo hacía feliz, así que no importaba mucho, después de todo eso era un secreto entre ellos dos y nadie más.

 

Esa fue su última primavera del instituto, ni siquiera estaban en la misma escuela pero ambos chicos se veían frente a frente a la puerta de Kirisaki Daiichi.

 

—Se puede saber qué haces aquí, idiota — cuestionó irritado el azabache.

 

—Quería verte— dijo con una enorme sonrisa. Las mejillas de Hanamiya se tiñeron al instante y bufó.

 

—¿Para qué? — Kiyoshi elevó los hombros y se acercó al menor.

 

—Nada más… ¿Qué no puedo venir a ver a mi novio? — Rodeó su cintura y lo acercó bruscamente a su cuerpo. Logrando colorear más las pálidas mejillas de Makoto.

 

—Yo nunca dije eso pero...— con toda la fuerza que pudo, pisó el pie del castaño logrando que este se doblara de dolor. — No hagas cosas estúpidas, estamos en la entrada de la escuela.— dijo con tono molesto. — Nos meteremos en problemas y lo sabes.

 

Si, ambos lo sabían, ese tipo de relación no era para nada bien vista en ninguna parte. Pocas eran las personas que los habían aceptado como una pareja pero a Kiyoshi no le importaba en absoluto; estaba perdidamente enamorado de Makoto y eso le era suficiente; Hanamiya por otro lado sentía lo mismo que el castaño pero de eso a expresarlo, jamás.

 

—Makoto, ¿Ya pensaste en mi propuesta?— esas palabras lo estremecieron completamente y su corazón se aceleró.

 

Kiyoshi semanas atrás le dijo que una vez pasada la graduación buscaría un apartamento en el centro de Tokio para evitar seguir siendo una carga para sus abuelos, y le ofreció al menor  compartir piso con él. Vivir juntos, estar finalmente a solas, lejos de aquellas miradas de desaprobación y todas aquellas habladas de sus amigos y familiares. Sólo ellos dos para siempre.

 

—Sí...— murmuró.

 

—¿Sí lo pensaste o Sí aceptas?— cuestionó.

 

—¿Acaso hay diferencia? — dijo.— Además recuerda que hiciste un pacto y debes cumplirlo, idiota.  

 

Teppei sonrió abiertamente y sin importarle que el menor no estuviera de acuerdo le plantó un firme beso en los labios el cual fue correspondido casi de inmediato.

 

Suspiró profundo, se alejó del castaño y tomó sus maletas. Recordaba perfectamente todo pero no podía seguir engañandose. Amaba a Teppei con todo su corazón pero si quedarse a su lado significaba arruinarle la vida no sería capaz de hacerlo. Hanamiya pudo haber sido un hijo de puta durante el instituto incluso ahora pero no se atrevería a volver a lastimar a Kiyoshi. Él merecía algo mejor, ese silencio ante la pregunta de Hyuuga fue lo que le abrió los ojos; Makoto nunca podría hacerlo feliz.

 

—Pues por mi parte— dijo sin mirarlo.— Te devuelvo tu promesa de adorarme —. Teppei sintió su corazón estrujarse. — No necesitas sentir pena ni mucho menos. Era obvio que las cosas terminarían tarde o temprano.

 

—No entiendo qué es lo que te orilla a hacer esto pero si eso te hace feliz por mi está bien...— las palabras se arrastraban por su garganta.

 

—¡Tú!— exclamó.— ¡Tú me llevaste a tomar esta decisión! Así que no te hagas el desentendido.

 

—¿De qué demonios hablas? Yo no he hecho nada más que procurarte, he peleado infinidad de veces con mis padres e incluso con Hyuuga para mantenerlos a raya sobre nosotros— elevó su voz.

 

—¡Deja de mentir! — gritó.

 

—¡No son mentiras! — Kiyoshi ya no medía su tono. —Si Hyuuga o alguien te dijo algo, solo dimelo Makoto… pero no hagas cosas tan impulsivas como decir que todo terminó y que ya no me quieres a tu lado.

 

—Terminar esta relación es lo mejor para los dos...— farfulló.

 

—¿Qu-é...?

 

—¡Es lo mejor para ti! ¿No es lo que el imbécil de Hyuuga te dijo el otro día?— volvió a elevar su tono. Los párpados de Teppei se abrieron de par en par. Era eso… Makoto había escuchado aquella conversación con el megane.   — ¡Tu estúpida promesa no significó nada! Fuiste tú el que rompió el pacto pero no te culpo después de todo ni siquiera es con Dios… No son más que palabras vacías y tontas de un idiota de preparatoria. — Las lágrimas que estuvo intentando contener simplemente se desbordaron. Se sentía patético mostrándole aquel rostro lloroso pero ya no importaba...— Anda a buscarte una mujer, eso hará felices a tu amigo y a tus padres. — Se dió la vuelta y comenzó a caminar hacia la puerta.— Me largo de aquí…

 

—Makoto cásate conmigo— dijo en un tono casi desesperado, pues su corazón se destrozaba poco a poco con cada paso que el azabache daba hacia la puerta.— por favor — suplicó. Hanamiya se detuvo en seco ante esas palabras, aquellas palabras que incluso pensó eran una ilusión…

 

—¡No me jodas! — exclamó con tono acuoso. — Deja de decir estupideces...

 

—Hanamiya Makoto, ¿Te casarías conmigo?— dijo, acercándose al menor.

 

El cuerpo entero del azabache languideció, soltó las maletas y se dejó caer de rodillas al suelo. Era tan injusto, Kiyoshi era demasiado injusto… Sus sollozos se escuchaban por todo el lugar a pesar de que cubria su rostro con las dos manos. Los brazos del castaño le rodearon lentamente y ante la acción en un gesto casi instintivo Makoto se dejó caer sobre el pecho de Teppei y el aludido no hizo más que reforzar el agarre.

 

—¿Por qué te quedaste callado? ¿Por qué no le dijiste nada al cuatro ojos?— cuestionaba entre sollozos. — Y ahora me pides que me case contigo… ¿A qué estás jugando?

 

—No se de que hablas— contestó. Hanamiya enfureció e intentó alejarse de inmediato pero Kiyoshi no le permitió alejarse en lo más mínimo. — Seguramente fuiste tan impulsivo como siempre y te fuiste antes de que la conversación terminara… — Los ojos de Makoto se plantaron en el mayor, el cual limpió delicadamente aquellas lágrimas que recorrían sus mejillas.

 

—Lo ves, lo mejor para ambos, especialmente para ti es que esta relación termine…

 

—No.— sentenció. —Quizás Makoto no sea amable o cariñoso conmigo pero lo amo. Amo a Hanamiya desde hace más de siete años y nada va a cambiar eso. Si él algún día quisiera terminar lo nuestro lo aceptaré siempre y cuando sepa que él será feliz. Le hice una promesa. Le prometí que lo haría feliz y si dejarlo lo hace feliz lo haré pero si no es así, no pienso dejarlo nunca.

 

— Eres tan ridículamente cursi que me erizas la piel— contestó el azabache.

 

—Le pediré matrimonio a Makoto y espero que ni tú ni mis padres se metan en esto porque de lo contrario me enfadaré muchisimo con ustedes.

 

—¡Bien has lo que quieras, tonto! Yo ya te advertí muchas veces, solo espero no te arrepientas de esa decisión. — dijo con enfado.  

 

—Jamás podría arrepentirme.

 

Las pálidas mejillas de Hanamiya se colorearon al instante y sus lágrimas dejaron de fluir.

 

—Aunque por una parte fue mejor que no escucharas todo, quería darte una sorpresa pero complicaste demasiado las cosas— le dijo acariciando su mejilla.

 

—Idiota...— murmuró desviando la mirada.

 

—¿Y bien? No has contestado mi pregunta.

 

Hanamiya se alejó un poco del castaño y se sentó en el piso siendo imitado por Teppei. Suspiró profundo; había sido un idiota impulsivo, estuvo a punto de arruinar la relación que tanto trabajo le había costado sostener. Elevó los ojos y vio fijamente a Kiyoshi.

 

Habían pasado siete años desde que Teppei le dijo “Me gustas, por favor sal conmigo”, recordaba haberse burlado de él en aquel entonces pero jamás olvidaría la enorme alegría que esas simples palabras le causaron. Vaya que estaba perdidamente enamorado del Corazón de Hierro.

 

—Si no hubiera aceptado no seguiría sentado aquí, imbécil.— dijo enlazando sus dedos con los de Kiyoshi. Esa enorme sonrisa típica del de ojos marrón no tardó en aparecer en su rostro y de inmediato se lanzó para besar al azabache, logrando tumbarlo en el piso.

 

—¡Te amo, Makoto!— exclamó entre besos. — Por un momento creí que mi corazón se detendría, en verdad pensé que me dejarías, creí que ya no me querias. — Hanamiya sostuvo su rostro con ambas manos y le enseñó la lengua.

 

—No te quiero, estúpido— sentenció. El rostro del castaño se miró confundido.— Te amo —. Las mejillas del ex- jugador de Seirin se tiñeron de rojo. Esa fue la primera vez que Makoto Hanamiya pronunciaba esas palabras y valió la pena esperar para poder escucharlas.

 

—Repitelo—le pidió besando su mejilla.

 

—Jamás.— sentenció. —Ahora quítate de encima, pesas demasiado. — comenzó a forcejear sin obtener resultado.

 

—No planeo soltarte por un buen rato— dijo para después aprisionar sus labios.

 

— “Te amo, Teppei”.— pensó.


Fin.

Notas finales:

Muchas gracias por tomarse el tiempo de leer

Por cierto si los personajes se sintieron muy OoC me disculpo u.u 

Y me gustaria saber que opinan :3


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