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Domíname por whitexsun

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Notas del fanfic:

¡Advertencia!

- Versatilidad Jongkey - Keyhyun

- Lenguaje y contenido sexual explícito

- Mención mpreg

Lean bajo su propia responsabilidad...

Portada: http://rosiedreamgirl.tumblr.com/image/126694054529

 

Notas del capitulo:

¡¡Buenas!! Nos presento, somos Freud's Cake, un trío dinámico que fue unido gracias a nuestras couples favoritas: Jongkey y 2min.

 

Por ello, hace un año atrás unimos nuestras fuerzas (? para empezar con este proyecto que esperamos con todo nuestro corazón de shipper (? que les agrade tanto como a nosotras.

 

En un principio, queríamos publicarlo cuando estuviera completo, pero por problemas de tiempo, nos llevo demasiado el planearlo y escribirlo, así que, para no retrasarlo más, decidimos publicarlo ya ^^

 

Quisieramos aclarar que los primeros capítulos son introductorios, así que no desesperen que la acción comenzará pronto (? jejejeje

 

Sin nada más que decir...

 

¡Disfruten de la lectura!

"Recuerdo que años atrás, alguien me dijo que debía tomar precauciones con el amor... lo hice"

Tomó un sorbo de su café americano mientras revisaba los documentos esparcidos en su escritorio. Comenzó a masajear su sien, tratando de liberar la tensión acumulada por las largas horas de trabajo. Leyó y volvió a leer la misma frase, sin llegar a comprender realmente lo que todas esas palabras querían decir. Si seguía así, el desfile de modas para la temporada de otoño no sería un éxito, sus ventas bajarían, no podría pagar a sus empleados, la empresa colapsaría, se iría a la banca rota y no les podría comprar aquellos collares con incrustaciones de diamantes a sus adorados bebés poodle toy. Llámenlo exagerado, pero cuando le dedicabas tanto tiempo a tu negocio sin siquiera descansar, cualquier acto tendía a agrandarse, especialmente si se trataba del gran Kim Kibum.

 

El rey del drama y la ostentosidad.

 

Y, por supuesto, dueño de “Almighty”, la más exitosa empresa de moda y diseño en todo Corea del Sur. Pantalones, vestidos, camisas, zapatos, bolsos, sombreros, etc. Todas sus creaciones hechas con materiales de la más alta calidad,  siendo reconocido como uno de los mejores diseñadores en la industria de la moda.

 

Pero tanto prestigio tiene sus consecuencias y es por eso que Kibum, alias “Key”, estaba llegando al límite de su cordura.

 

El repentino golpeteo en la puerta lo sacó de su letargo, agradeciendo internamente que alguien lo haya interrumpido.

 

— Adelante —dijo mientras dejaba los papeles a un lado y tomaba otro sorbo de café. Una muchacha de porte elegante y cabello largo hizo su entrada. Key, al reconocerla, lanzó un gritito de emoción y se levantó de su escritorio, directo a abrazarla—. ¡Ari-chan! ¿Qué te trae por aquí? Creí que estabas en Japón.

 

Arisa soltó una risa divertida—. Y creíste bien, Key-oppa. Pero te extrañaba mucho, así que decidí venir a visitarte —el abrazo se hizo más apretado y la sonrisa de Key se ensanchó.

 

Yagi Arisa, 23 años, hija de los dueños de la cadena japonesa “Yagi’s Hotel”; mejor amiga y ex-prometida de Kim Kibum. De padre francés y madre japonesa, sus bellos rasgos y delgada figura eran sólo un complemento a su dulce y amable personalidad. Todo lo que un hombre podría desear en una sola mujer y, por ello, la mejor alternativa de esposa que sus padres pudieron elegir – además de la conveniente fusión de empresas que esa unión traería consigo.

 

— Entonces, tenemos que celebrar tu llegada —Key sonrió emocionado, mientras la liberaba del abrazo—. Podemos ir a cenar ahora.

 

— ¿Pero no estabas trabajando? —Arisa frunció ligeramente el ceño en una expresión preocupada.

 

— Sí, pero llegaste justo a tiempo. Ya comenzaba a hartarme de tanto papeleo —Kibum le dio un guiño juguetón. Volviendo al escritorio, tomó lo último que quedaba del café. Caminó por la oficina en busca de su abrigo y su bolso—. Listo, ahora podemos irnos.

 

Ambos salieron rumbo al ascensor. Conversando de cosas triviales, llegaron hasta el estacionamiento y subieron al automóvil de Key. Entre risas, arribaron al restaurante del hotel “East's Gods”, perteneciente a la cadena de los padres de Kibum. Tomaron asiento y ordenaron.

 

Key apoyó lo codos en la mesa, enlazó las manos y descansó su mentón en ellas, su mirada posada en Arisa—. Cuéntame, Ari-chan, ¿cómo te fue en el desfile en Tokio? ¿Valió la pena que te haya cedido para modelar esas prendas?

 

— Podría decirse que sí, los diseños estaban grandiosos. Conseguí varias propuestas de trabajo. Lamentablemente tuve que desalentarlos, yo no trabajo para nadie más que para Almighty Key —Arisa guiñó un ojo cómplice, haciendo sonreír a Key de forma altanera.

 

Llegaron con la comida y procedieron a cenar. Mientras comían, Key observaba discretamente a Arisa, rememorando el momento en el que se conocieron.

 

Era primavera y sus padres lo llevaron a cenar junto a unos amigos de Japón. Todo era ameno y agradable, hasta que anunciaron el motivo del encuentro: el compromiso de Kibum y Arisa. La noticia los dejó en shock a ambos. En ese tiempo, Arisa era menor de edad y Kibum un joven que secretamente soñaba con ser diseñador. No se aceptaron objeciones. Pasaron semanas en las que Key conoció mejor a Arisa y detestó profundamente a sus padres.

 

No había que malentenderlo, nunca tuvo algo en contra de Arisa, pero por muy buena chica que fuera, sus gustos iban por otros lados. Además, el sólo hecho de verse obligado a casarse, llevó a Kibum a desestimar la idea.

 

Jung Yunho y Kim Jaejoong eran unos buenos y consentidores padres. Siempre le dieron todo lo que quería, incluido amor y respeto, pero a cambio debió cumplir con lo que ellos dictaban. Desde lo que debía usar hasta con quién debía juntarse, Kibum vivió toda su vida a la sombra de sus padres, siendo el heredero de la gran cadena “East’s Gods”. Hasta cierto punto, estaba resignado a seguir aquel destino, pero el matrimonio arreglado fue demasiado para él, dándole el valor para enfrentar a sus padres.

 

Habló con Arisa y ella aceptó comprensiva, uniendo fuerzas para oponerse a esa unión. Gracias a Dios lograron convencerlos. Las empresas se unirían a base de contratos y dejarían a sus hijos decidir su futuro. Kibum, completamente decidido a tomar las riendas de su vida, estudió diseño y, queriendo desligarse del reconocido apellido Jung, adoptó el apellido del padre que lo llevó 9 meses en su vientre. Años más tarde, luego de trabajar un tiempo como principiante en algunas empresas, decidió abrir una propia, consiguiendo préstamos de sus más cercanos. Arisa se hizo su socia y, además, la contrató como modelo. Ya habían sido 8 años desde entonces y no se arrepentía de ningún evento de su vida. Salvo, quizás…

 

Un pequeño golpe en su mano lo sacó de sus recuerdos. Dirigió su atención a Arisa.

 

— ¿Qué ocurre? —le preguntó confundido.

 

— Tu teléfono ha estado sonando desde hace un rato —Arisa frunció el ceño en son de reproche.

 

Dejando de lado su distracción, comenzó a revolver su bolso en busca del teléfono. Rodó los ojos al leer de quien se trataba, pero de todos modos contestó.

 

— ¿Qué quieres? —dijo sin estar realmente interesado.

 

— Hola Minho, ¿cómo estás? Bien, gracias, Kibum. Eres tan amable —escuchó la voz irónica desde el otro lado de la línea.

 

Key lanzó un bufido—. Espero que sea importante, rana. Estoy cenando con Ari-chan.

 

Una risa divertida llenó sus oídos—. Pero por supuesto que es importante, diva.

 

El tono utilizado le advirtió que de hecho, era un asunto importante. Pero no podía hablarlo en frente de Arisa. Disculpándose, se levantó y caminó en dirección al baño.

 

— Habla, rana —le dijo una vez instalado en un cubículo.

 

— Habrá una subasta esta noche —la excitación cargada en cada palabra—. Es en el club SM, luego del show de Jokwon.

 

— ¿En serio? —la anticipación comenzó a embargarlo—. ¿Los mismos de siempre o hay nueva mercancía?

 

— Pues tengo información muy escasa. Ya sabes, no les gusta entrar en detalles para intrigar a sus clientes —Minho rió por lo bajo—. Entonces, ¿qué dices?

 

— Te veo en el club a las once —Key cortó la llamada y salió del baño.

 

Sus planes para esa noche se veían demasiado interesantes.

 

~~~***~~~ 

 

Salió del auto con esa actitud imponente que lo caracterizaba, bolso y llaves en mano. Caminó hasta la entrada, donde un hombre del tamaño de una montaña se encontraba vigilando. El gigante le hizo un gesto con la cabeza en son de saludo, haciéndose a un lado y dejando a Key avanzar hacia el interior del club SM.

 

Aún le causaba curiosidad las siglas destacadas en luces rojas. Algunos decían que era por el nombre del dueño, otros por el diminutivo de Sadomasoquismo, pero en realidad nadie estaba seguro. Fuese como fuese, el lugar era uno de los más decentes y confiables de la ciudad. El club contaba con una política de confidencialidad tal que era visitado por magnates, ídolos y todas aquellas poderosas personas que ni en sueños se podría imaginar que frecuentaban ese tipo de lugares.

 

Key se adentró al oscuro recinto y se dirigió hacia la zona VIP, donde un imperturbable Minho observaba el espectáculo presentado mientras un pequeño chico castaño se restregaba contra su costado y le acariciaba la entrepierna sobre el pantalón.

 

— Oh, Kibum, llegaste —Minho sonrió de lado mientras le daba un trago a su bebida. Key se sentó al otro lado del sillón mirando desinteresado la selección de licores. Hizo un gesto con la mano hacia el semidesnudo mesero para poder hacer su orden.

 

Minho le dio un guiño al mesero antes de volver su atención a Key—. Todavía no se presenta Jokwon, así que sugiero que vayas a dar una vuelta, a ver si tienes suerte antes de la subasta.

 

— No se trata de tener suerte, rana —Key hizo su pedido y lentamente acaricio los respingados montículos del chico—. Se trata de poner el mejor precio por el mejor culo —le dio una nalgada antes de dejarlo ir.

 

Minho soltó una carcajada—. Bien dicho, diva. Te enseñé bien.

 

— Más bien, yo aprendo rápido —Kibum  sonrió altanero mientras dirigía su mirada al pequeño chico que aún se restregaba contra Minho—. ¿Y ese perrito en celo?  

 

— Un regalo del dueño —Minho acarició el collar que rodeaba el cuello del chico—. Como soy un cliente antiguo, me lo dio para que lo disfrutara este mes —besó la piel descubierta haciendo jadear al pequeño.

 

— Bastante generoso —Key le echó un vistazo más detallado—. Pero es demasiado perra para mi gusto —se giró hacia el escenario.    

 

— Tal vez —Minho asintió mientras acomodaba al chico en su regazo, las piernas rodeando su cintura—. Pero mientras tenga este culito, poco me importa si es una perra —apretó las nalgas, haciendo gemir al castaño que comenzó a mecerse presionando sus miembros. Kibum sólo rodó los ojos, ignorando la calurosa escena que se desarrollaba frente a sus narices.

 

Ya estaba acostumbrado a ese tipo de situaciones y, como siempre, sólo le causaba indiferencia, cosa normal cuando prácticamente creció junto a Choi Minho – o rana, como a Key le gustaba llamarlo. Eran los primos más dispares que se podría encontrar, siendo Minho el responsable de la  incursión de Key en el mundo BDSM.

 

Kim Heechul, hermano mayor de Jaejoong, era el padre que llevó en su vientre a Minho, llenando su corazón de dicha al poder por fin llevar al segundo hijo de su amado Siwon. Al haberse embarazado casi a la par, los hermanos no pudieron evitar pasar todo ese periodo visitándose y yendo a clases prenatales juntos. Jaejoong dio a luz a Kibum y, meses después, nació el pequeño Minho. Desde entonces, habían llevado una crianza en la que compartieron muchos momentos, por lo que Minho era uno de los principales apoyos de Kibum, y viceversa – aunque no quisieran admitirlo.

 

— Oh, sí, usa más esa lengua —Key tensó los músculos y bufó en desagrado al escuchar la voz de mando de Minho junto a pequeños jadeos y sonidos de piel siendo succionada. Kibum ya estaba listo para salir de ahí.

 

Nunca entendería la afición de algunos por tener sexo en público. Sí, él era un Dom con todas sus letras e iba a ese club buscando acción sin compromisos – salvo por los contratos al momento de alquilar a un Sum, ese sería el único compromiso – pero él reservaba su diversión para las cuatro paredes de su cuarto de juegos en su Pent-house. No se sentía atraído por las muestras públicas que a veces se llevaban a cabo en el club, donde Doms de todo tipo reafirmaban su postura y se daban a conocer como los mejores. Para Kibum, eran sólo una bola de idiotas que querían competir para ver quién tenía más testosterona.

 

— Iré a dar una vuelta —Key vio a Minho hacerle una señal con la mano, diciéndole que había escuchado. Se puso de pie y caminó hacia la barra, donde el sexy mesero de hacía un rato estaba acomodando una copa en una bandeja—. Puedes darme mi bebida, hermoso, ya que estoy aquí —el mesero sólo se sonrojo y le paso la copa—. Gracias —le sonrió de lado y se apoyó en la barra mirando al escenario, donde el presentador despedía al último bailarín.

 

— Uf… eso fue caliente, ¿no? —decía el tipo—. Pues prepárense, porque se viene algo mucho mejor. ¡El más caliente, andrógino e indomable Sum que todos ustedes desean! ¡Con ustedes, Jokwon! —las luces bajaron y un alto y delgado hombre apareció, bailando al son de la sensual música.

 

Tomó un sorbo de su bebida mientras se acomodaba mejor. Vio las caderas menearse, el cuerpo sudado subiendo y bajando en ondeantes movimientos, las botas de cuero rojo y tacón aguja resonando al ritmo de la música. Wow… el equilibrio del chico para bailar en esas cosas era admirable. De sólo pensar en usar algo así le ponía los pelos de punta, estaba seguro que se caería en el primer intento. Además, no es como si le llamase la atención usarlos, por supuesto que no, ni en sueños. Podría comportarse como una diva la mayoría del tiempo – culpa de la constante compañía de su tío Heechul y su padre Jaejoong – pero en el fondo vivía un Dom hecho y derecho.

 

Él controlaba, él se imponía, él jugaba con esos pequeños Sum y les hacía rogar. A pesar de tener una apariencia delicada, jamás se dejaría dominar por nadie.

 

Nunca, ni en un millón de años.

 

Fue débil en una ocasión, lo consideró, diablos, estuvo a punto de ceder, pero logró recapacitar a tiempo. Y menos mal que lo había hecho. De no haber sido así, probablemente estaría destrozado en algún rincón, lamentando su error, reprochándose el haber cedido su confianza a quién menos se lo merecía, sintiendo lástima de sí mismo por haberse enamorado…

 

¿Enamorado? ¿Pero qué estupidez era esa? Debía haberlo sabido. Cosas como el amor eran sólo fantasías, falsas ilusiones que generan esperanzas inútiles en los débiles. Él sólo creía en el presente, en el disfrutar día a día el éxito y el sexo sin compromisos. Lo había aprendido de la peor manera…

 

— ¡Muchísimas gracias, Jokwon hermoso! —el animador besó al andrógino chico en la mejilla y le dio una nalgada—. Ugh, este chico es ardiente, ¿no? —preguntó hacia el público, recibiendo los silbidos, aplausos y gritos eufóricos como respuesta—. Claro que me iban a decir que sí, es algo obvio —el tipo rió y dejó ir al chico—. En fin, caballeros. Es el momento que todos estaban esperando. Nuestra subasta dará inicio en pocos minutos. Cabe recordarles que el contrato de alquiler de Sums es validada por una semana, así que deberán devolverlos cuando llegue la fecha límite. Acomódense, iré a ver si los subastados están listos para comenzar —se giró y caminó atrás del escenario.

 

— Genial, ya se habían tardado un montón —Key volteó hacia Minho, quien se acercaba con el castaño siguiéndole los pasos—. Supongo que tendremos que ir a sentarnos en las mesas cercanas.

 

— Pues vamos —sin más caminaron en dirección a las mesas situadas alrededor del escenario. Pidieron unas copas más al camarero que circulaba cerca y pusieron atención al alegre animador que dio comienzo a la subasta.

 

Se recostó en el respaldo del asiento mientras veía a los candidatos salir y modelar a medida que eran llamados. Los había rubios, morenos, altos, bajos, con musculatura definida o con el cuerpo delgado y delicado. Ninguno llamó su atención en específico.

 

Si iba a pagar tanto dinero, era mejor que valiera la pena.

 

Se giró hacia Minho, que tenía en su regazo al mismo chico de hace un rato. Daba sutiles caricias en sus piernas mientras miraba atento a los Sums en subasta.

 

— ¿Comprarás un Sum? —la voz de Key tenía un deje de incredulidad.

 

— Claro, para eso vine, ¿no? —Minho arqueó una ceja.

 

— ¿No te basta con el que te dieron hoy?

 

— ¿Por qué conformarme si puedo tener a dos por el precio de uno? Será más divertido así —sonrió de forma socarrona. Key sólo lanzó un bufido y se volteó hacia el escenario.

 

Las luces titilaron y se centraron en el próximo candidato. La sangre de Key se heló y sus manos se tensaron alrededor de la copa.

 

Esos ojos, esa boca, esa soltura al caminar...

 

El pequeño Sum que modelaba en ese preciso momento provocó un sinfín de sensaciones, aquellas que él creía olvidadas.

 

El condenado se parecía demasiado al malnacido aquel...

 

No era exactamente igual a él, partiendo por el hecho de que el chico era un Sum y no un Dom, pero no podía evitar recordar al desgraciado al mirar su rostro. No pensó, no analizó ni sopesó absolutamente nada. Por primera vez en mucho tiempo actuó sólo por impulso.

 

— Un millón de won —pronunció con su característico tono de desinterés. Las miradas giraron hacia su persona, ninguno con la intención de contradecir algo, pero aún con la sorpresa de que alguien hubiese empezado la subasta con una cifra tan alta. Algunos rebatieron un poco, pero Key no se dio por vencido.

 

Un sentimiento indescriptible se apoderó de él, llenándolo de muchas escenas que pensaba hacer realidad.

 

Se divertiría con el chico, de eso no había duda…

 

~~~***~~~

 

La temperatura en la habitación había subido a niveles extremos y los gemidos extasiados hacían eco. Kibum sonreía complacido y excitado mientras admiraba la escena frente a sus ojos. El pequeño Sum tenía las manos atadas, los ojos vendados, la boca entreabierta y ese precioso vibrador rosa enterrado en el culo, causando estragos en la próstata.

 

Dios… era justo su escena favorita.

 

Exhaló el aire que había contenido por unos segundos y caminó hacia la pared, donde colgaban variadas clases de látigos y fustas. Tomó un látigo trenzado de nueve colas y, mordiéndose el labio inferior, se acercó lentamente al Sum.

 

— ¿Lo disfrutas, perrita? —dejó caer su aliento sobre el oído mientras las extensiones de cuero recorrían con suavidad la espalda, haciendo estremecer al pequeño. Al no recibir una respuesta inmediata, bajó su mano hacia el dildo, retirándolo hasta solo dejar la punta y enterrándolo profundamente. El chico gimió alto—. Te hice una pregunta, perrita. Debes contestarme.

 

— S-sí, s-señor… —el pequeño jadeaba, perdido en el placer que estaba recibiendo.

 

— Mm… no me convences —lentamente se separó del cuerpo—. Supongo que un buen castigo te hará aprender que debes contestar cuando te haga una pregunta, ¿no crees?

 

— S-supongo que sí, señor…

 

Sonriendo de lado, tomó firmemente del mango y, con un movimiento suave de muñeca, proporcionó el primer latigazo.

 

Y los gemidos deseosos no se hicieron esperar.

 

Un segundo latigazo dio paso, junto a otros más que aumentaban a cada segundo.

 

La satisfacción de sentirse dominante lo llenaba totalmente. Se sentía tan jodidamente pleno al momento de hacer una escena. Le devolvía todo el control que a ratos sentía que se le escapaba. La seguridad que le fue arrebatada en ese entonces regresaba poco a poco, en busca de mantener la estabilidad de sus sentimientos y emociones.

 

Miró el rostro distorsionado por el placer, reparando en las facciones tan parecidas al desgraciado aquel. Cuanto hubiera dado por tenerlo realmente ahí, castigándolo por el sufrimiento que le había causado. Ver a su copia lo hacía sentir poderoso.

 

Aún recordaba esa vez que se conocieron, cuando compartieron sus primeras palabras, sus encuentros en los cubículos del baño en el club, los meses maravillosos que habían compartido, las discusiones irrelevantes, las sonrisas coquetas y bobas… todo opacado por la cruel realidad de la traición.

 

Un nudo se formó en su garganta y el dolor que creía superado lo golpeó como un rayo. ¿Cómo pudo haber jugado así con sus sentimientos? ¿Acaso había significado tan poco para él? ¿No fue lo suficientemente bueno? De pronto se sintió vulnerable…

 

No. Él no tenía la culpa de haber caído en las redes de ese malnacido, de haber depositado su confianza en él y que lo haya tirado a la basura. La ira lo inundó.

 

 Basta de sentirse como un mártir, basta de pensar en el pasado… ¡Era un Dom, maldita sea! Y como tal, lograría mantener todo bajo control…

 

— ¡Rojo, señor! ¡Por favor! ¡Rojo! —los gemidos de dolor combinados con los desgarradores sollozos lo trajeron de vuelta a la realidad. Detuvo los latigazos y vio horrorizado lo que había hecho. Largas y rojas marcas se extendían por la espalda del pequeño, la mayoría sangrando.

 

Miró su mano, que rodeaba el mango del látigo de forma tensa y lo soltó bruscamente, como si quemara. Volvió su vista hacia el chico que lloraba desconsolado y se sintió como la peor escoria de todas. Reaccionando, libró al Sum de sus ataduras, incluyendo la venda y el dildo.

 

— Ve a tu habitación, iré en un minuto para curarte las heridas —a paso acelerado, el pequeño pasó por su lado y salió.

 

La culpa lo carcomía como jamás lo había hecho, y cómo no, si había descargado su ira en el chico sin planearlo. Revolvió su cabello, respiró profundamente e intentó alejar sus lágrimas, buscando el control. Cielos… necesitaba su control de vuelta y rápido.

 

El gran Kim Kibum se estaba desmoronando y no le gustaba para nada.

 

Contó hasta diez, veinte, lo que hizo falta hasta que se calmó medianamente. Con su mente ya en relativo orden, decidió ir a hacerse cargo del pobre Sum. Saliendo de la habitación, fue hacia el baño por el botiquín de primeros auxilios. Mientras caminaba por el pasillo, sus tormentos se hicieron presentes y sólo lo dejaron llegar a una conclusión...

 

No volvería al club hasta que se sintiera listo de poder tomar a un Sum sin descontrolarse.

 

Sus emociones no interferirían con su autocontrol.

 

Nunca más...

Notas finales:

¡Esperamos que les haya gustado!

 

¡Nos leemos!

 

- Fuente imaginativa y apoyo técnico --> Rosie y Elena

 

- Escritura y edición --> Nathaly

 

- Portada --> Rosie

 

PD: ¿Merece un review?


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