“Porqué el amor es profundo... Sin limites”
I
Si alguna vez le dijeron que estaría enamorado de alguien, nunca lo creyó y se ríe cada vez que se lo dicen. Sin embargo, ahí estaba él rogando por un poco de atención.
La primera vez que lo vio fue en una fiesta de su nueva compañía. Como el modelo que era y como nuevo integrante de la corporación Akashi, Kise debía estar presente. No le ve lo divertido y si bien en un comienzo amaba esas cosas, en el fondo él sólo quiere poder vivir tranquilo; se ha rendido en cuanto al amor y solo se conforma con sexo casual y efímero.
Entra sin hacer muchos miramientos, se maravilla de lo bien decorado que esta el salón, cada parte del lugar demuestra dedicación y un fino gusto. Ryota no es muy conocedor de temas referentes a la moda, algo irónico pues de eso vive, pero se queda embobado con la belleza del lugar.
Fue en ese preciso momento en el que sus miradas se cruzan. Un hermoso azul profundo platinado.
Ryota se estremece ante aquella penetrante mirada, ante esos ojos que lo desnudan. Su cuerpo vibra, sus piernas tiemblan y sus mejillas se tiñen de rojo. El susodicho es consciente de los efectos de su mirada y sonríe con sorna. Ryota siente su corazón latir con fuerza. Quizás no es consciente de que aquel hombre lo esta devorando con la mirada.
La noche avanza y el lugar empieza a cambiar. El fuerte ruido de la música, el repentino ambiente empieza a subir debido a los movimientos de los invitados al bailar. Ryota lo busca con la mirada y para su sorpresa aquel hombre está siendo rodeado de mujeres. Su rostro muestra indignación y siente un dolor en su pecho, extraño y puntiagudo. No lo comprende ¿Cómo puede sentirse traicionado? Aquel dolor en su corazón le sorprende.
Su mirada se pierde en la multitud, ya no sabe lo que hace ni lo comprende. Quiere irse del lugar, aunque las razones sean desconocidas para él.
Camino sin mucha atención, no sabe a donde ir. Sus pies se pierden mezclándose con la multitud que baila sin vergüenza en medio del gran salón. Los cuerpos de todos ellos se mueven a un ritmo lascivo, el roce de sus pieles, el calor que se transmiten con los movimientos. Se siente tentado a mezclarse en ese mar de gente; siente su cuerpo ser manoseado por manos finas y rudas, poco le importa. Sin embargo, su muñeca muestra dolor, y su sorpresa es gran al ver quien es el causante.
Y es entonces cuando su cuerpo sucumbe ante aquella mirada. No lo sabe, no lo comprende... Pero en el fondo desea ser tocado.
II
Intenta aferrarse al cuerpo del mayor, sus piernas rodean su cintura permitiéndole al azabache penetrarlo mas profundamente. El mayor sonríe divertido y con picardía; ver al rubio de mirada ambarina gemir intentando contenerse y calmar su cuerpo, un intento inútil según el azabache, lo excita y despierta su deseo libidinoso.
-Tú nombre.... Dime.. Tu.. Mhmm.. Tu nombre.
Suplica débilmente intentando mantenerse cuerdo, sin embargo la sensación de placer y excitacion no lo dejan pensar con claridad. El pelinegro sonríe con superioridad.
-Vaya, cualquiera pensaría que eres consciente de las personas de tu alrededor Ryota, pero realmente no es así ¿Verdad?
No hay mas palabras que decir y aunque el menor intenta reclamar, el mayor solo lo calla besándolo. Tampoco es como si se necesitara las palabras, al menos por ahora ambos solo quieren perderse en la mirada del otro h caer ante el inmenso placer que sus cuerpos ofrecen.
III
El frío recorre su cuerpo; siente un dolor invadir sus caderas al mínimo movimiento que hace.
-No me digas que fue tu primera vez, Ryota
-Es injusto que sepas mi nombre y yo no sepa el tuyo ¿No lo crees?
El pelinegro lo mira serio y por unos instantes Kise cree que lo ha hecho enojar. El repentino silencio es roto por la fuerte y sonora risa que deja salir el de mirada azulada.
-Es increíble que no lo sepas a estas alturas Ryota.
-Eso sigue siendo cruel ¿Te estas burlando de mi?
-¿Y a ti que te parece?
-Solo dilo.
-Kasamatsu Yukio.
IV
Yukio ya perdió la cuenta y no es como si lo contara, de cuantas veces ha amanecido en esa cama, en esa habitación de paredes blancas. Ya no sabe muy bien donde esta ubicada su cama y su nombre ya no figura en el registro del hotel. Son pocos los recuerdos que tiene y llegan a su mente, el hecho de haberse follado a la mas reciente adquisición de la corporación Akashi tampoco le importa, siendo él, un empleado que solo sigue ordenes directas de Seijuro, lo único que sabe es que en estos momentos el diamante de la corporación esta durmiendo cómodamente a su lado. Su fina cabellera rubia, su suave y nívea piel le hacen pensar que quizás se acostó con un ángel convirtiéndolo en un ser corrupto perverso, cosa que ya es para la mala suerte de muchos.
Sonríe con pesar y molestia, sabe perfectamente lo que pasa por su mente y cuerpo; aquella idea le desagrada.
Su única regla es no acostarse con la misma persona tres veces y no debe estar relacionado a sus dos vidas, pero aun así, sabiendo eso, lo hace.
Y no lo evita, porque desde que sus ojos lo vieron en aquel evento de moda, lo ha seguido como cazador acechandolo en completo silencio. Siendo ese silencio su único consuelo, no lo sabe con exactitud y en el fondo solo niega lo que su corazón le pide a gritos que acepte.