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Adore your smile (JiHan - Seventeen) por Alessandra_Chan

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Notas del capitulo:

IMAGEN

Joshua, hijo, debes levantarte. Es tarde.

Se escuchó una voz femenina adentrándose en la habitación a oscuras.

Seguidamente abrió las cortinas y un poco las ventanas. El chico se revolvió en su cama quejándose, cubriéndose con las mantas por encima de su cabeza.

Joshua, por favor.

El chico hizo caso omiso. Su madre suspiró, se acercó hasta él y depositó un suave beso en su cabeza por encima de las frazadas.

Las calles de Busán estaban cubiertas por una vasta niebla aquel otoño.

La madre de Joshua se encontraba en la cocina preparando el desayuno para su hijo.

Joshua era un chico especial. Había sido diagnosticado desde pequeño con un trastorno generalizado del desarrollo no especificado. Es una especie de enfermedad que afecta el poder socializar correctamente con las personas.

Ya sea dificultando el desenvolvimiento verbal con otros o carecer de la habilidad de hacer interactuar fácilmente con la gente. Todo en su cabeza se encontraba bien. No tenía ningún tipo de problema cognitivo. No era un genio ni un estúpido. Su cerebro era el de un niño normal. La persona más allegada a él, su madre, era con quien más palabras intercambiaban. Cualquier tipo de contacto humano que no fuera ella lo ponía nervioso.

Había sufrido un ataque de pánico en la escuela cuando era pequeño, los maestros y sus compañeros se asustaron mucho y no tenían idea de cómo contenerlo, no fue hasta que su madre llegó al establecimiento cuando finalmente logró calmarlo. Desde aquel día, sus padres decidieron que estudiaría en casa con una persona de confianza, sin exponerse a tanta gente a su alrededor que pudiera sofocarlo. Ningún especialista había sido capaz de decirle con precisión si Joshua dejaría de ser así en algún momento de su vida. Pero ella no perdía la esperanza.

Oyó los pasos del chico bajando las escaleras y se volteó ocultando algo tras su espalda. El joven de diecinueve años entró en la cocina lentamente vistiendo su pijama a rayas, con su cabello alborotado y frotando uno de sus ojos con su puño.

Hola corazón. ¿Qué tal dormiste? -preguntó en un tono dulce mientras servía las cosas en la mesa.
El chico sólo se encogió de hombros, sin ser grosero, y tomó asiento.

Come antes que se enfríe.

Era jueves. Joshua tenía clases particulares en el living de su casa de lunes a jueves con una mujer muy agradable llamada Raina. Ella era la instructora de Joshua desde hacía años, estaba acostumbrada a su comportamiento y él podía confiar en ella. Los viernes tenía cita con su psicóloga. No pasaba tanto tiempo con esa mujer como lo hacía con Raina. No habían formado un vínculo afectuoso entre ellos, entonces su conversación era más reducida. Los sábados eran sus días libres. Su madre no le exigía absolutamente nada los sábados. Podía dormir hasta la hora que quisiera e invertir su tiempo como le diera la gana. Los domingos eran los días menos favoritos de Joshua. Su familia se reunía en casa de sus abuelos a almorzar juntos. Iban sus tíos y sus primos y él tenía que soportar ese contacto humano durante un par de interminables horas.
Los jueves tenía clases de matemáticas. Odiaba las matemáticas. No era malo en ellas, simplemente no eran de su agrado y su mamá lo sabía perfectamente. Entonces siempre buscaba la forma de compensarlo, ya sea con su comida favorita o algún presente.

Joshua -llamó suavemente haciendo que el aludido dejara de comer y se fijara en ella­- tengo algo para ti­ pero el chico, como la mayor parte del tiempo, tenía una mirada inexpresiva.
La mujer sacó sus brazos de atrás de su espalda y le mostró que en sus manos sostenía un libro que Joshua quería. Se lo tendió y él lo tomó observándolo detenidamente, admirando cada detalle, como con cada regalo que su madre le obsequiaba.

Es el que querías ¿Verdad? -Él asintió sin dejar de ver el objeto­ ¿No hay nada que quieras decirme?
Joshua dejó de observar el libro para verla a los ojos y luego de unos segundos finalmente le dijo un simple 'gracias' con una muy diminuta sonrisa.

Su madre sonrió ampliamente. Joshua hablaba poco, entonces cada vez que lo hacía se sentía inmensamente feliz.
Bien. Iré a hacer las compras. Esmérate en la clase de hoy y tal vez cocine algo delicioso sólo para ti -le guiño un ojo.

El chico sólo se limitó a asentir manteniendo aquella pequeña sonrisa, mientras veía como su madre abandonaba la cocina.

El viernes por la tarde había llegado el momento de estar una hora recostado en aquel diván. No era algo que le molestara. Era cómodo y Nana, su psicóloga siempre hacía su mejor esfuerzo para tratar de sacarle información a Joshua sin necesidad de bombardearlo con preguntas y hacer que se sintiera presionado.

Ella hacía preguntas, él respondía la mayor parte con gestos corporales como encogerse de hombros y negar o asentir con la cabeza y ella anotaba todo en una libreta que siempre llevaba encima durante las sesiones. Pero a veces también respondía más ampliamente.
Dime Joshua ¿Cómo van tus clases? ¿Algo que quieras comentar?

Odio las fracciones -dijo al cabo de pensar durante varios segundos su respuesta.
¿Pero logras entenderlas? -el asintió­ Bien, no puede ser tan malo entonces. Las fracciones no han matado a nadie hasta el día de hoy. Y dime ¿Cuándo fue la última vez que saliste de tu casa? 
Sin contar las sesiones y las reuniones familiares.

Joshua esta vez meditó durante minutos. Él no había hecho amigos. No tenía lugares a los que le interesara ir. Entonces no hallaba motivos para salir de su hogar. Se limitó a negar con su cabeza.
¿No? No lo recuerdas -preguntó la mujer­ ¿Se debe a que fue hace mucho tiempo? -él asintió.
Bien. No hay nada de malo en eso. Uno siempre se siente a salvo delmundo exterior en su casa. Sin embargo deberías analizar la posibilidad de salir -el chico hizo una mueca con sus labios dejando en claro que la idea no lo emocionaba en lo más mínimo­ Bien, esto es todo por hoy. Hablaré con tu madre y en unos minutos podrán irse.

La psicóloga se encargó de decirle ella misma a su mamá que incentivara a Joshua a salir de su casa. Que lo hiciera hallar razones para querer hacerlo.
Le explicó que un día ellos no estarían para él y necesitaría valerse por sí mismo. No necesitaba ser la gran cosa al principio. Sino ir progresando regularmente. Su madre lo comprendió y dijo que haría todo lo posible.

Al otro día era sábado. Era la oportunidad perfecta para tratar de convencer a Joshua de salir.
Joshua -lo llamó algo dudosa tratando de sonar casual. Él emitió un sonido sin dejar de comer, sólo para hacerle saber que la había oído­ Iré al centrocomercial en unos momentos ¿Te gustaría acompañarme?

Joshua la observó con el ceño fruncido. Definitivamente lo estaban subestimando, sabía perfectamente que la petición de su madre se debía seguramente a algo que su psicóloga le había dicho mientras platicaban a solas. Su pensamiento reflejo fue negarse, pero al ver el brillo en los ojos de su mamá, esperanzada de que aceptara, no pudo hacerlo. Ella deseaba que él pudiera llevar una vida común y corriente, no porque lo considerara una carga, sino porque quería lo mejor para él. Sabía que no sería obligado nunca a nada, y a veces incluso se aprovechaba un poco de eso. Pero esta vez pensó que se sentiría culpable si arruinaba su ilusión rechazando la invitación.
Dudó y dudó, hasta que finalmente dio un largo suspiro.

Está bien -dijo a secas.

Su madre sonrió feliz sin poder creerlo. Tuvo que contenerse para no comenzar a dar saltos a causa de la emoción.

¡Te compraré lo que quieras! ¡Gracias! ¡Muchas gracias! -decía exaltada.

Joshua desvió la mirada­ - Iré por mis cosas.

Cuando se encontró solo comenzó a morder sus uñas. La ansiedad invadía su cuerpo y sentía su estómago ceñirse. Había aceptado salir de su casa. Y no se dirigían a un lugar precisamente tranquilo. Era un lugar repleto de gente.

Joshua se cambió de ropa y subió al auto. Hacía mucho tiempo que no se encontraba tan intranquilo. Miles de posibilidades horribles rondaban en su cabeza. Aunque trataba de mantenerlas alejadas, éstas permanecían.

Trataba de actuar lo más natural posible para no alarmar a su mamá. Ella aparcó el vehículo en el estacionamiento y descendieron de él. El centro comercial estaba a sólo siete cuadras de donde vivían. Pero iban en auto para cargar todos los víveres y las compras en él.
Joshua observaba el inmenso edificio con algo de pavor. Más bien, bastante.
¿Quieres que te tome la mano? -preguntó su mamá, pero él se negó.

Joshua solía pensar a menudo que su madre lo veía como un niño en lugar de verlo como el joven que era. Comenzaron a caminar hacia la entrada. Una vez adentro Joshua quedó anonadado. Veía todo lleno de curiosidad. Las luces, los comercios, la música proveniente de algún lugar, el bullicio. En verdad hacía mucho tiempo no salía de su casa. Se encontraba algo paranoico observando a cada persona que pasaba a su lado. A la defensiva. Vaya a saber uno de qué. Su mamá no había seguido avanzando. Estaba esperando que se acostumbrara al campo visual tan repleto de cosas. Tan complejo. Luego de unos minutos Joshua comenzó a caminar lentamente, paso tras paso. Su madre sonrió y lo guió a la sección del enorme supermercado. Seguía los pasos de su mamá a paso de soldado, siempre firme tras su espalda, mientras recorrían las góndolas.
Algunas personas saludaban a su mamá. Supuso que eran conocidos de hacer las compras y cruzarse repetidas veces.

¿Éste es tu hijo Joshua del que tanto hablas? -preguntó una señora bastante mayor mirando al chico - Sí. Él es -dijo orgullosa.

Es más guapo aun en persona -la anciana tendió un brazo hacia él, tal vez para desordenar su cabello pero Joshua abrió los ojos sorprendido y dio dos pasos hacia atrás, fuera del alcance.

- Emm, es algo tímido -dijo rápidamente ella interponiéndose entre su hijo y la señora­ si nos disculpa, ya debemos irnos. Nos vemos seguramente la próxima semana, Kahi.

Claro cariño. Un gusto conocerte, Joshua -dijo amablemente, pero él sólo la observó asustado y se alejó lo más rápido posible.

Su mamá fue tras sus pasos hasta alcanzarlo.

¡Joshua espera! -Dijo algo agitada, al oírla él se detuvo­ No pasa nada, la señora Kahi es inofensiva.
El chico aún estaba nervioso, pero trataba de tranquilizarse tan rápido como le fuera posible. Sabía que podía estar exagerando un poco las cosas, pero la tensión no lo dejaba pensar con claridad.
Se dirigieron a la caja y una vez que salieron de esa sección se dedicaron a ver vidrieras de distintos comercios. Joshua miraba todo con suma atención.

Su mamá deseaba que Joshua le pidiera algo, cualquier cosa, como lo hacían todos los niños y adolescentes con sus padres, ella haría lo posible por comprárselo. Siguieron avanzando hasta dar con una muy popular librería. El chico demostró más énfasis en este lugar que en cualquier otro.
- Aquí es donde compro tus libros comentó.

Pero ni siquiera recibió una mirada a cambio a causa de la concentración del joven en las cosas expuestas tras el cristal. Decidió probar otra táctica.

Estaba teniendo muchos avances en un solo día y quería aprovecharlos al máximo. No sabía si una oportunidad cómo ésta volvería a repetirse.

- Cielo, iré a la zapatería que está enfrente, quiero ver unas botas. Tú puedes quedarte aquí el tiempo que desees -esto logró captar su atención y la miró­ - Ten, por si quieres comprar algo -dijo entregándole dinero en su mano -Joshua observó el dinero y luego a su madre­. -Estaré cerca, si me necesitas -dijo finalmente alejándose, adentrándose en el local de enfrente, mirándolo de reojo cada determinado tiempo.

Su madre lo había dejado solo, en un lugar lleno de gente desconocida.
Éste definitivamente no era el mejor día de su vida. Guardó el dinero en su bolsillo y continuó observando los libros, hasta que algo logró distraerlo.

Alzó la vista para mirar dentro del comercio. Gente hablando entre ella,
mirando libros que seguramente estaban interesados en comprar, personas atendiendo a los clientes.

Había tres personas vestidas con una camisa azul marino y un nombre de identificación en ella. Dos chicas adolescentes y un chico, también adolescente. Una de ellas era rubia, y alta. La otra era más bien de pelo negro y de estatura media. Y el chico. El chico era de contextura delgada, cabello largo hasta los hombros de color castaño, el cual lucía suave y brilloso. Sonreía mucho y era muy amable con los clientes. Pero lo más impresionante eran sus ojos. No había visto sonrisa tan bella en toda su vida. Sin darse cuenta, toda su atención quedó atrapada en aquel chico. Quien sabe cuánto tiempo estuvo viéndolo directamente. Siguiendo cada movimiento que hacía. Cómo interactuaba tan fácilmente con los clientes. De manera tan amable.

Cobraba y entregaba el vuelto despidiéndolos con una sonrisa a cada uno de ellos. Joshua quedó admirado. De pronto aquel chico se volteó hacia dónde él se encontraba y Joshua desvió la mirada automáticamente.

Simulando que veía los artículos en vidriera. Su corazón latía fuerte. Por alguna extraña razón quería saber su nombre. No quería irse del lugar sin saber el nombre de perfecta sonrisa. Pero desde el lugar donde se encontraba no lograría ver su identificación pegada a su uniforme de trabajo. Su única opción era entrar y comprar algo. Y no sólo eso, que fuera él quien lo atendiera. Pero ¿Era capaz de hacerlo? ¿Qué tal si no encontraba las palabras necesarias? ¿Qué tal si lo consideraba un completo idiota? Pero por otro lado, no volvería a ese lugar. Era ahora o nunca. Apretó sus puños con fuerza juntando coraje y comenzó a adentrarse en la tienda. Iba con su mirada gacha. Las demás personas estaban entretenidas en sus asuntos, no eran conscientes del chico a punto de un ataque de nervios. Joshua levantó la mirada para buscar al chico de hermosa sonrisa.

Cuando dio con él se quedó embobado mirándolo, al parecer él se percató de eso y guió su vista hacia él. El joven uniformado comenzó a caminar hacia Joshua con una sonrisa en su rostro. Joshua comenzó a respirar algo agitado al ver que se acercaba, se volteó hacia un costado hacia la estantería llena de libros que se encontraba a su lado fingiendo observarlos, cuando sintió que lo tenía a tan sólo unos pasos tomó un libro cualquiera entre sus manos.

Hola, bienvenido a PledisBook ¿Puedo ayudarte en algo?

Dijo el muchacho con una sonrisa en sus labios observando a Joshua que aún se encontraba de perfil con la mirada perdida en los artículos de la góndola. Su voz era aguda, pero gentil. Era una voz más bella de lo que él hubiera imaginado. Apretó el libro con fuerza y se volteó a verlo de frente, mostrándosela ­-¿Éste? -preguntó tomando el libro en sus manos sin borrar la sonrisa de su rostro en ningún momento. Joshua asintió nervioso con la cabeza.

-Bien. ¿Necesitas algo más?

Sólo negó con su cabeza mientras su atención se dirigía a su identificación.
"Soy Jeonghan. Estoy para servirte". Jeonghan. Ese era su nombre. Era un lindo nombre.

Notas finales:

NOTA:

 

¡Hola hermosa persona que está leyendo esto! Si quieres que actualice pronto, déjalo en los comentarios ♥.

 

Akkinda♥.


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