Jongup, que todavía permanecía en la sala en completo silencio, no se dirigió a ninguna parte. Luego de que sus dos compañeros de marchasen hacia sus habitaciones elegidas -o más obligatorias, porque allí mismo dormía cada uno-, se quedó varios minutos recostado en el sillón jugando con su celular hasta el sueño lo atacase. Se preguntó por qué Youngjae y Zelo no hicieron lo mismo; esperar hasta que los mayores cayesen rendidos por el cansancio. Si no querían cumplir con la apuesta sólo tenían que huir de ella. Aunque sería una decisión cobarde. Y Jongup no era que lo fuese, sólo que conocía al líder y sabía que éste nunca le pediría hacer algo por obligación que no fuera relacionado al trabajo. Por lo tanto, estaba más que seguro que si entraba en la habitación, Yongguk no le diría nada.
Le encantaba tanto ese lado de su personalidad. O más bien, amaba todo de él.
Se incorporó del sillón y decidió que ya era hora de irse a dormir, suponiendo que el líder ya descansara. Apagó las luces de la sala y cocina y encaminó hacia el fondo del pasillo donde se encontraba su cuarto. Pero al entrar en la zona del pasaje, se preguntó:
¿Y si por tratarse de una apuesta, esta vez sí le pediría algo?
O peor aún.
¿Y si le pedía que él eligiera?
Jongup no teniendo idea de qué tipo de devolución hacerle, se quedó otro par de minutos tratando de traer a su mente alguna actividad o algo que beneficiara a su líder, pero nada. Para bien o para mal, fue inducido por la curiosidad. Se acercó a la primera habitación, la de Daehyun y Youngjae.
¿Qué haría? Golpear la puerta no era una buena opción, pero ¿de qué otra manera obtendría ideas?
Pegó su oreja a la puerta, y la despegó enseguida.
No quiso creer en nada pero su mente fue más rápida.
La voz de Daehyun resonaba en el interior, y se escuchaba cómo la cama estaba siendo movida levemente.
Pensó… pensó…
Avanzó a la siguiente habitación, la del comandante y Zelo.
Imitó la misma acción que antes y trató de oír lo que ocurría dentro.
Y esta vez lo que escuchó no fue muy distinto a la de la primera habitación. La única diferencia era que en esta, se escuchan las voces de ambos emitiendo quejidos pausados.
Trató de reprimir cualquier pensamiento. Fue inútil.
– Jongup, ¿qué haces?
Se alejó inmediatamente de la puerta al escuchar una voz ajena. Alarmado, volteó y se encontró con Yongguk fuera de su correspondiente habitación. Lo había descubierto… ¿haciendo qué? Espiando. Se tornó rojo, toda su anatomía se tensó al ver al líder despeinado vistiendo una camiseta sin mangas y con una linda mueca en su rostro.
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– Dios, Youngjae, lo haces tan bien.
Daehyun disfrutaba de las geniales manos en su cuerpo. El dolor en su cuello prácticamente había desaparecido, estaba relajado y por más que el ambiente fuese cálido, no le importaba tener un calor extra encima de él. Para facilitar el masaje, Youngjae se había subido encima con ambas piernas a los costados para hacer presión sobre la espalda. Sus largos dedos ejercían fuerza sobre diferentes áreas sintiendo la tibia piel de su compañero que descansaba con los ojos cerrados, brindándole una completa imagen sensual enfrente de él. Ante sus pensamientos, Youngjae detuvo el masaje dando por terminada la tarea, pero las manos del mayor se situaron en sus rodillas instándole a que no se levantase.
– Espera… –dijo Daehyun llevando una de sus manos a su espalda y marcando la zona lumbar– El juego de hoy me dejó bastante dolorido en esta parte por tirarme tantas veces para salvar la pelota de los remates de JunHong. Me harías un gran favor si también masajes aquí.
Youngjae no pudo responder, la voz huyó de su cuerpo cuando observó directamente la parte baja de su espalda y la delgada cintura que tenía debajo de él. No quería, y a la vez sí, tocarlo a su antojo. Si su autocontrol le fallaba, si actuaba de forma abrupta, quizá terminaría por accionar de otra manera dejando en evidencia lo que sentía por el vocal.
¿Pero cómo resistirse?
Colocó sendas manos sobre su espalda y de nuevo inició el masaje. Aquella parte era muy distinta a la de sus hombros, ésta era mucho más suave y al borde de lo prohibido. El movimiento de sus dedos lo condujo hasta los costados de su cintura, rodeándolo ligeramente y arrancándole un suspiro que retuvo entre sus labios. Sin embargo, una especie de gemido por parte de Daehyun lo descolocó por completo.
– Supongo que es suficiente. –Exclamó Youngjae levantándose de un salto. Sentía demasiado calor, por todas partes, por dentro y por fuera.
No obstante, Daehyun aún recostado dibujó una sonrisa de satisfacción. Lo tenía donde lo quería, a punto, al borde del colapso. Y lo sabía porque él también lo estaba, no podía creer que estuviera alargando más la situación, que reprimiera también sus deseos hacia su compañero, es por eso que acortaría su plan para esa mismo momento.
– Gracias. Eso fue genial. –Agradeció levantándose de la cama. Youngjae estaba de espaldas a él guardando el pote de crema y limpiándose las manos con la toalla. Vio la silla a un lado, objeto perfecto para ser usado– ¿Cómo puedo agradecértelo?
– No es necesario, hyung... –Jae no era bueno escondiendo su nerviosismo en las palabras.
– Yo sé cómo. –Daehyun acercó la silla y le indicó que se sentara– También debe dolerte el cuello y los hombros. Así que siéntate y déjame el resto a mí.
Entre negaciones modestas y excusas poco convincentes, Youngjae terminó sentado sin saber qué vendría. Si le había resultado demasiado tener sus propias manos en el cuerpo del mayor, no sabía qué le pasaría si sintiese las manos de Dae sobre su cuerpo, aunque fueran sólo sus hombros.
**
En otra habitación, Zelo repetía una y otra vez su parte inicial en la coreografía de Angel esperando que Himchan retuviese cada detalle para recrearlo. Ante su primer intento, Zelo estuvo pendiente de cualquier movimiento que pudiese hacerlo caer al suelo. Por otra parte, el comandante reía cada que amagaba por caer y el maknae se acercaba rápido para proveerle apoyo; más tierno le era imposible.
– Te sale natural porque eres bueno en este tipo de baile. –Elogió Himchan a Zelo volviendo a estirar su cuerpo.
– Con la práctica podrás hacerlo también.
– Enséñame una vez más y te observaré con cuidado.
Himchan esperó a que el maknae repitiera todo de nuevo, pero en esta ocasión, no dejó que finalizara. Cuando Zelo se inclinó hacia atrás simulando su parte junto a Jongup, lo hizo detenerse en esa inusual postura:
– ¡Acá está la clave! –Exclamó sosteniendo las piernas del menor muy cerca de las caderas.
No pudo resistirse ante tal contacto, no lo esperaba, así que por más que quiso mantener su equilibrio, el centro de gravedad se le desplazó hacia atrás llevándose consigo también al comandante, que cayó al lado de él. Por suerte, Zelo evitó que Himchan cayera encima, como había visto en tantos dramas o películas extranjeras donde cada vez que dos personas se derrumbaban, siempre una terminaba encima. Suspiró aliviado y extrañado, el calor de las manos del comandante seguían estando en su piel justo en la zona donde había tocado.
Indudablemente, esto fue hecho a propósito, puesto que Himchan se inclinó por encima del maknae cruzando un brazo hasta apoyarse y así quedar enfrentado al rostro de él. Moría por acercársele, por eliminar definitivamente la brecha que los mantenía alejados, pero primero estaba su plan macabro de llevar al límite la resistencia del menor.
– ¿Q-qué pasa, hyung? –preguntó Zelo atontado por el momento. Tenía el rostro más perfecto que nunca antes había visto a poco centímetros que le parecía un sueño, uno de los tantos que tenía.
– Lo mismo pregunto. ¿Qué pasa, JunHong? –la tranquilidad con la cual hablaba Himchan era digna de admirar.
– Nada… –esta vez, el maknae recurrió a la lámpara de la mesa de luz que estaba cerca a ellos. No quiso seguir manteniendo el contacto visual con su hyung.
– Entonces, ¿por qué no me miras? –Himchan mantenía su mirada en el rostro de Zelo, sonriendo.
– Porque…
– Mírame. –Le ordenó.
– No…
– ¿Por qué tan tenso?
– Porque…
– ¿Por qué no puedes darme una respuesta? –A Himchan le gustaba verlo así, le gustaba tenerlo nervioso y completamente sumiso. La imagen que Zelo brindaba en los shows era opuesta a esa tierna reacción que mantenía cuando él estaba cerca. Y esta no era la excepción, porque con cada palabra que ambos decían, el comandante se acercaba más y más al rojizo rostro del maknae, siempre manteniendo su impecable sonrisa.
– Hyung…
– ¿Qué sucede?
– No resisto. –Zelo regresó su mirada a los ojos de Himchan, los mismos que lo veían desde arriba, perdiéndose en el intenso color que desprendían por la noche. Soltó el suspiro que había estado reteniendo, hasta ahí llegaba su resistencia, un suspiro que duró segundos.
– Dilo.
– No… –el maknae cerró los ojos por la vergüenza, entendió que Himchan sabía lo que lo sentía por él, pero no quería humillarse así, no en ese estado. Su timidez lo envolvió nuevamente, presionando fuertemente sus párpados.
– Vamos, dilo. –Himchan rozó el mentón de Zelo con su mejilla respirando la suave fragancia masculina que desprendía, animándolo así a que confesara. Necesitaba oírlo de sus labios, necesitaba escucharlo para acabar con esa tortura. El castigo era para ambos, porque él también ya no resistía más.
– Hyung… –presionó sus manos con fuerza, su corazón palpitaba rápido y el leve roce intensificó cada uno de estos factores– Me gustas… demasiado…