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Dulce veneno por Murasaki Samurai

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Notas del capitulo:

¡Bienvenidos una semana más! Me gustaría agredecer a los lectores de la semana pasada el haberme dado una oportunidda, bueno, a mi a Mikael, e infortmaros que el dia de actualización sera ahora el SABADO asi que nos veremos la semana que viene sin falta, y ahora, disfrutad del capítulo.

POV: Mikael

A mi lado, reposando el cuerpo con delicadeza en la pared había un joven de cabello castaño que me sonreía con amabilidad. Poseía una belleza hipnotizante y unos ojos violetas bastante misteriosos y poco comunes.

Me encontraba bastante contrariado y preguntándome por que semejante persona estaba hablando conmigo, que no llamaba la atención lejos de mis dotes artísticas.

-Supongo que tiene su función… el ser humano tiene la necesidad de mostrar al mundo su logros para que su valor se vea aumentado notablemente al no poder ser alcanzado por el resto.- Contesté casi en un susurro y devolviendo la vista a mis zapatos negros.

-Una respuesta muy filosófica ciertamente.-el joven dejó escapar una risa suave como una brisa de verano y agitó suavemente su copa de champán francés con movimientos circulares, observando el líquido dorado como si contuviese algo interesante.- Pero que visualices este evento desde su manera funcional no quita que no te interese. Parecía que ibas a quedarte dormido aquí mismo antes de que yo llegase.

-….. No soy muy bueno con las concentraciones grandes de gente.- En realidad no era bueno con los humanos, aunque se tratase de uno solo como era este caso. Estaba esforzándome terriblemente para tratar de no temblar y a la vez contestar de manera educada e inteligente. Con mis familiares o la gente de la mansión podía hablar calmadamente, pero los desconocidos…. Eran algo horrible para mí.

-Ya veo… ¿Sabes? Nunca había visto un cabello como el tuyo… Me recuerda al de las representaciones de los ángeles… sumados a esa piel tan clara que posees… Tienes una belleza bastante única.

Mi pelo rubio era tan claro que más bien parecía blanco y siempre había gustado de llevarlo algo largo. En la actualidad me llegaba un poco por debajo de los hombros, y lo llevaba recogido con un lazo de color añil para la ocasión.

Estaba acostumbrado a oír bastantes cumplidos vacíos de parte de los nobles con los que mi padre solía juntarse. Parecía una tradición hacer algún elogio superficial a la persona a la que te habían presentado para quedar bien y aceptarse mutuamente, así que no estaba demasiado impresionado por sus palabras.

-Gracias.-contesté brevísimamente, sin mucha emoción en mi voz.

-Hum… suena como si no me creyeses…-alargó una de sus manos cubierta por un guante de algodón blanco como la luz y alcanzó las puntas de mi cabello, el mismo que mi padre agarraba de manera violenta para forzarme a chupar su miembro hasta que no podía respirar con normalidad. Ni siquiera un pequeño impulso en el fondo de mi ser se encendió para detener el movimiento del otro, estaba tan acostumbrado a que me tomasen por la fuerza que el contacto humano no era algo que representase ningún significado para mí.

Sus dedos comenzaron a deslizarse hasta mi mejilla cuando una mano agarró el antebrazo del joven desconocido de manera repentina, asustándome levemente.

-Walden…

-¿Qué quiere de mi hermano?-Miraba seriamente a mi improvisado acompañante y lucía muy calmado a pesar de su ceño levemente fruncido.

-Solo charlábamos mientras descansábamos, ¿verdad?-Sonrió mientras me miraba y yo asentí muy débilmente, aún sorprendido.- Usted es Lord Walden Gosthem, así que mi querido nuevo amigo debe de ser Mikael Gosthem…. Interesante. Bueno, dejaré a la familia que hable entre ella, parece que no soy del agrado de todos los presentes.-Rió levemente aún con la mirada de mi hermano fija en él, mientras le soltaba el brazo.- Luego te veo…-me sonrió de nuevo con sus ojos violetas y se fue, perdiéndose entre la gente.

Hubo unos segundos de silencio profundo, hasta que Walden se posicionó delante de mí aprisionándome entre su cuerpo y la pared.

-¿Se puede saber que hacías con ese hombre?-siseó con los dientes apretados.

-Simplemente se paró junto a mí y empezó a hablarme de la nada. Ni siquiera sé quien es.-traté de no mirarle a los ojos y centré mi atención en el botón plateado del lazo bermellón que adornaba la camisa de mi hermano mayor, que estaba tan pulido que podía ver mi reflejo distorsionado en él.

-…-suspiró y se puso a mi lado, dejando algo de distancia entre ambos y quitando su pesada presencia de encima de mí Ese hombre se llama Lyukenn Heardsong. Es un aristócrata que ha surgido de la nada y posee una gran cantidad de riquezas  de dudosa procedencia… Parece ser que es bastante astuto y goza de una gran labia porque tiene a todo el mundo encandilado, pero a mí no me engaña… No quiero que te acerques a él. Ni tu ni nadie de la familia, ¿me oyes?

-Si, tranquilo, obedeceré.

-Bien.-me miró de reojo y se acercó a mí, colocando el cuello de mi camisa con cuidado.- Siempre eres tan descuidado con tu ropa, ¿quién te va a cuidar si no soy yo…?-me habló en un tono especialmente suave, casi como si se lo dijera a sí mismo, pero a los pocos segundos pareció recapacitar y me empujó levemente, haciendo chocar mi espalda contra la pared de mármol.- Si vas por ahí con la ropa como un vagabundo ¿Qué es lo que van a pensar de la familia? Haz el favor de mantener la compostura fuera de casa, y honra un poco tu apellido. Agradece esas ropas tan caras que llevas gracias a nosotros.-Me miró desde arriba con desprecio y se alejó chasqueando la lengua.

Observé con mis vacios ojos como mi hermano se alejaba. Su odio hacia mí era tan fuerte que no era capaz de comprender por qué a veces parecía tan considerado. A penas eran unos momentos, pero hacían a mi corazón dudar.

Solo esperaba que no se hubiese enfadado demasiado conmigo…. Y que no se lo contase a mi padre, o nada bueno me depararía el futuro antes de que acabase el día.

Estaba sumido en mis propios pensamientos cuando una mujer entrada en carnes y con las mejillas algo enrojecidas por el alcohol aún debajo de la gruesa capa de maquillaje de inspiración francesa se acercó a mí.

-Marquesa Heiforth.

-Mikael, precioso, ven, deléitanos con tu música, ¡todo está dispuesto para ti!

Me agarró del brazo con una de sus regordetas manos y me llevó hasta el centro del salón, donde un piano de cola reluciente esperaba a ser tocado, mientras los invitados tomaban asiento esperando por el espectáculo.

Notas finales:

Espero que os haya gustado. ¡Recordad que las reviews me dan puntos de experiencia! Hasta la semana que viene


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