POV: Walden
Me aparté hacia la pared, alejándome del círculo humano que se había creado con los invitados que rodeaban el salón en cuyo centro mi medio hermano estaba sentado frente al piano. Vi como su pecho se hinchaba levemente tomando aire y luego como posaba sus dedos enfermizamente pálidos sobre las teclas de marfil del piano, comenzando a tocar una melodía clásica bastante agradable, la cual la gente recibió con una leve exclamación general de agrado.
A Mikael se le daban bien esas cosas, la música, la literatura, los poemas… esas cosas. Se pasa el día escondido en la biblioteca o el estudio, tratando de no hablar ni ver a nadie. Su manera de rehuir a la sociedad era muy problemática para el nombre de la familia ya que a la hora de las conversaciones formales era realmente malo y siempre tenemos que rescatarle yo o mi padre, es un chico verdaderamente problemático. Seguramente si no hubiese tenido la increíble suerte de acabar en esta casa habría acabado como su madre, dejando que cualquier obrero sucio mancillara su cuerpo por un par de chelines. No hay día que pase sin que me pregunte qué diablos debía llevar escrito esa carta para que una simple ramera lograra convencer a mi padre de que adoptara a un bastardo de sangre pobre.
El solo verle pasar delante de mí hace que me hierva la sangre y quiero golpearlo hasta que me suplique clemencia… además enciende en mí ciertos impulsos que solo debería reservar a la que fuese mi esposa en el futuro, pero por alguna razón…
No, debía dejar de darle vueltas aquel asunto o me volvería loco. Caminé hasta la habitación contigua, que no era sino otro salón más pequeño y que estaba deshabitado por el momento. Había una gran chimenea encendida y el ambiente era bastante agradable sumado al rumor lejano del piano, que alcanzaba el cuarto con las puntas de los dedos. Me acerqué a un ventanal y observé el exterior. Era de noche y la luna estaba alta. No pude hacer ninguna reflexión profunda sobre ellas…. Solo veía puntos brillantes sobre un fondo oscuro.
Yo tal vez no me interesase tanto en las artes como Mikael, pero me estaba entrenando para poder ser un buen heredero de la familia. Soy bueno cazando, un prodigio con la esgrima, bueno con los asuntos sociales y se manejar y controlar el dinero a la perfección. Además gozo de un gran y varonil atractivo así que no me será difícil encontrar a una hermosa mujer que quiera ser mi esposa. No estoy nada preocupado respecto a mi futuro, tengo todo planeado ya. Pero sin embargo… ese estúpido chico de pelo blanco ¿Qué iba a hacer con su vida? Yo no pensaba mantenerle, pero si seguía así jamás iba a casarse, no parece presentar ningún interés por el sexo opuesto. Posee una especie de belleza encandiladora según dicen, a mi me parece solo un escuálido rastrojo, pero muchas chicas hermosas se han acercado a él por su talento, pero ni siquiera las ha mirado con curiosidad.
De alguna manera había vuelto a pensar en mi medio hermano de sangre sucia, me daba tanta rabia… Es normal que me preocupe por que no sea una sanguijuela en nuestra familia pero creo que pienso demasiado. Siempre que empiezo con esta línea de pensamiento acabo recordando su cuerpo bajo el mío, presiono su cabeza contra la almohada… sus caderas tiemblan contra las embestidas de las mías… ¿tiembla de miedo o de placer…? Recuerdo su silencio… Aquel silencio que me pone tan sumamente histérico, no me deja adivinar cómo se siente. ¿Está asustado? ¿Muriendo de placer? Diablos, ni siquiera un gruñido o un gemido…. Aprieto su cintura con mis manos y acelero buscando alguna clase de reacción en el pero parece que me afecta más a mi… siento que voy a…
-Walden.
Una voz me saca de mi turbio recuerdo y me giró bruscamente, con la cara desencajada y veo al causante de mi problema parado delante de mí, con total tranquilidad.
-Ya he terminado mi parte, padre opina que deberías ir a hablar con algunas personas más antes de que regresemos a casa.
Estuve tan metido en mis propias cosas que ni siquiera noté como la música se había detenido. Aquel diablo bastardo… yo aquí con dolores de cabeza y el allí como si nada en el mundo que le rodeaba sucediese.
-¡Tsk!
Le agarré de las solapas de la chaqueta y le acerqué a mí con brusquedad, mirándole de manera amenazante mientras rechinaban los dientes, pero el solo se dejó coger con total desidia. Le miré a los ojos y me podía reflejar totalmente en ellos, como si fueran las piezas de cristal coloreado que pertenecían a las muñecas, ni un brillo de vida, temor o enfado residía en ellos. Su pasividad me hacía arder con rabia, no había nada que quisiera más que romper su pequeña y estúpida cabeza para saber si estaba rellena de algodón o realmente tenía un cerebro ahí dentro.
-Padre se enfadará si no acudes.- me aconsejó.- Parece que hoy no ha tenido una buena noche así que deberías obedecer rápido.
Le solté con desprecio y me fui derecho al salón principal, dejándole en el mismo sitio, viendo por el rabillo del ojo como no se movía, ni siquiera para colocarse la ropa. Realmente me sacaba de mis casillas… Reuní todas mis fuerzas y fui a hablar con algunas personas importantes tal y como mi padre deseaba, hasta que finalmente llegó la hora de regresar. Tomé a mi somnolienta hermana menor en brazos en la entrada de la enorme casa, mientras el coche de caballos se colocaba para que pudiéramos subirnos. Revisé a todos mis hermanos con la mirada y me pareció que Mikael estaba más despeinado de lo habitual, pero tampoco quise prestarle excesiva atención, seguramente haría estado tirado en algún lugar escondido hasta ahora.
Subimos al coche y dejamos atrás el paraje para ir a descansar merecidamente.