El café caliente, los abrigos largos que cubren perfectamente protegiendo del frío, la bufanda que hace cosquillas en la nuca, las pequeñas motas color blanco cayendo en el cabello negro que contrastaba perfectamente con su piel pálida, sus mejillas cubiertas por un suave color rosa al igual que su nariz, sus labios carnosos y de aspecto suave, ojos brillantes color gris iluminados por las luces de la ciudad de noche.
Pasos lentos y pequeños sin ningún tipo de cadencia, disfrutando del cálido momento aun con el frio invierno, y admirando del paisaje tan familiar.
Sus delicadas y pequeñas manos a comparación de las de su acompañante, cubiertas con guantes, su mano rozando con la suya de manera intencional pero de una manera discreta.
La ciudad monocromática, blanca, llena de personas grises, recorriendo toda la escala de ese color y todo eso era opacado ante su mirada por un brillante color amarillo que estaba ahí para iluminarlo.
La ciudad y el brillante rayo de luz, rápidamente y sin ningún aviso fueron manchados por un color rojo intenso.
Lirio blanco transformándose en una Lycoris radiata.
La flor del infierno.
La flor que siempre se le ha relacionado con la muerte, esa flor color rojo sufre llorando y lamentándose por las inmensas muertes que ha visto hasta ahora, por el miedo que tienen los demás solo al escuchar su nombre, un miedo injustificado.
Lirio blanco al lado del girasol, combinando perfectamente como si estuvieran hechos para estar juntos.
El Lirio cambio, algo en el ya no era igual, uno de sus pétalos fue manchado de rojo, repentinamente empezó a marchitarse, asustado el Lirio murió para no ser encontrado.
En el enorme campo, el girasol creyó que estaba solo, eso era lo que él creía, pero como sabrán el Lirio fue remplazado por la Lycoris que miraba al girasol desde el otro lado del río donde el girasol no podía verlo o alcanzarlo.
La flor roja fue arrancada, aunque con sus raíces, con terquedad se aferraba a la tierra, teniendo siempre en su memoria al girasol al cual ya había perdido de vista hace tiempo.
El campo perdió sus colores vibrantes y vivos, quedando en un blanco frio y silencioso.
Si esto solo fuera un sueño, solo un sueño, podría despertarme a tu lado en tus brazos, en aquellos momentos en los que podíamos amarnos sin ninguna preocupación, esos momentos perfectos que prometimos no olvidar; tu podrías consolarme, podría llorar en tu pecho, relajando y calmando el miedo de perderte por los latidos constantes de tu corazón, susurrándome al oído que todo estaría bien y que siempre estarías a mi lado, que tú siempre estarías ahí.
Pero esto no es un sueño.
Aferrándome a tu frio cuerpo, ya no era cálido, aunque el fuego nos rodeara yo solo sentía el frio y cruel invierno a mi alrededor.
El campo era blanco, cubierto de nieve.
Blanco…
Ese color que ahora tanto odio al igual que el rojo.
En algún momento el amarillo se volvió el color más importante para mí.
Pero ya no puedo verlo.
Tu cuerpo estaba pálido, blanco y cubierto de la roja y oscura sangre.
Como odio este sentimiento que burbujea en mi pecho al verte de tal manera.
Esto no debió ser así.
Este sentimiento que desparecía cuando estabas a mi lado, pero aunque estas aquí yo no puedo sentir el alivio.
Porque ya no estas.
Todo es mi culpa.
Tu cuerpo estaba en aquel campo blanco, la luz artificial iluminando el centro, todos las demás personas banales mirándonos con confusión.
A mí me miraban con miedo, repulsión y odio.
Ahora lo entiendo, ese miedo injustificado hacia mí.
Porque todo es mi culpa.
Tú estabas presente en mi mente, no lo dudes jamás, tú siempre estrás en mi memoria, sin importar lo que pase.
Perdón, a veces puedo ser muy ingenuo.
La terquedad que tenía desapareció, solo espero poder encontrarme contigo de nuevo.
Lo que queda de mi corazón así lo desea.
El dolor apodero mi cuerpo.
Ya no podía ver.
Todo era negro.
Pero yo podía sentir que mi sangre manchaba lentamente la pura y blanca nieve.
Estaba feliz, te vería de nuevo, pero…tristemente
Ya no recuerdo nada.
¿Quién soy yo? ¿Qué es lo que viví? ¿Cuál es mi nombre? ¿Cómo era mi vida? ¿Quién eres tú? ¿Girasoles? ¿Por qué son tan importantes? ¿Por qué siento confort al recordar aquellas flores amarillas? ¿Por qué me siento incompleto?
Quiero ir a casa.
¿Dónde es mi hogar? ¿Tú lo eres?
Tal vez no había olvidado todo.
Lo único que podía recordar, era aquel cálido pero vago recuerdo, ese sentimiento.
El profundo amor que esa persona y yo teníamos el uno por el otro.
No me odies por favor, yo sé que no lo harás.
Tal vez no te recuerde pero en mi corazón siempre estarás presente.
Espero encontrarme contigo algún día.
Espero que sea pronto…