La conocí en mi peor momento. La conocí cuando había perdido la esperanza en los demás y en mí. La conocí cuando creí que no estaba hecha para el amor. La conocí cuando menos lo esperaba pero cuando más la necesitaba. Ella cambió mi vida y mis creencias por completo, quizá para algunos esto es considerado una cursilería o extremista; sin embargo no exagero, fue así tal cual. Llegó para sacarme de la oscuridad.
La conocí por casualidades de la vida, una jugarreta o infortunio, la verdad es que no lo sé pero no me arrepiento en lo absoluto. Recordarla solo me hace sonreír, sentirme feliz, y otras veces llorar mientras viene a mi mente el día en qué la vi por primera vez; se miraba tan linda oculta entre las gavetas del minimarket. Si no me equivoco fue un día martes por la tarde cuando salí a comprar algo de comida, estaba corta de dinero por lo que solo compré un pote de ramen instantáneo. La verdad es que tengo ciertas lagunas mentales sobre ese día, pero puedo al menos recordar la forma en la que me miraba y sus intentos por parecer discreta, yo tan solo la dejé ser y me fui con mala cara. Pero inevitable e inconscientemente volví al día siguiente y siguiente solo para comprobar si estaba cerca; para mi mala suerte no fue así.
¿Qué era lo qué buscaba? La verdad es que tampoco lo sé. Ni siquiera sabía en ese momento la razón del por qué ella me espió ese día, y aún así esperaba encontrarla.
Una de mis hipótesis era que por lo vacía que me encontraba en ese entonces ella llegó a convertirse en una distracción para amortiguar lo fatal que me sentía conmigo misma. Mientras que la otra era solo por curiosidad, o tal vez me hizo sentir algo... extraño. Pero fuera lo que fuera, me hizo la mujer más feliz del planeta, o al menos una de las tantas.
Acababa de salir de una relación tortuosa, incluso cruel y aún así no dejaba de pensarla, ni mucho menos dejar de buscar la forma de dar con ella; lo bueno es que mi deseo se cumplió un sábado por la mañana, y se repitió un lunes, un martes y hasta ser ya casi todos los días a cierta hora, pero solo uno por la mañana hizo la diferencia, ya que no solo logré dar con ella en toda la semana, sino que también me habló.
— Hola ~
— Hola —Imitó ambas voces, solo que entorpecidas.
Una sola palabra me cambió la vida por completo. Después de aquello nos presentamos y por fin supe como se llamaba la mujer que de la nada se había adueñado de mi mente; Amy, su nombre era Amy. Le quedaba perfecto.
No puedo explicar con acierto si fue amor a primera vista o saludo, es otra cosa que tampoco sé, pero que aproveché al máximo aún con la duda. Con Amy sucedieron cosas que jamás esperé hacer, cosas que jamás pensé sentir. Estar con ella era como volar. Desde al principio la consideré especial, no solo por el hecho de ser hermosamente torpe, sino que si estaba cerca podía olvidar todo a mi alrededor, incluso mi dolor y mi pasado; solo estábamos las dos en el ahora, en el presente. Me hacía sentir especial e importante a pesar de solo ser una soñadora sin un futuro aparente.
Un día la invité a patinar. Caminábamos por las afueras del lugar, hubo un momento en qué nos separamos para ir por comida, pero al regresar al lugar de encuentro el ambiente se puso algo tenso, y de la nada comenzó a decir cosas sobre irse lejos por miedo y por cansancio. A Amy le gustaba alguien... para mí fue como una cubeta de agua fría, porque no solo la había invitado a patinar como amigos o para divertirnos; allí planeaba decirle que la quería, que tenía miedo por la anterior relación, pero que quería intentarlo aún cuando pudiera rechazarme, sin embargo antes de hacer o decir algo impertinente me aclaró que aquella persona por la que quería huir se trataba de mí. Yo le gustaba. Era por mí qué tenía miedo. La entendía tan bien ¿pero como ir en contra de la corriente? También le hice saber mis sentimientos y la besé, bueno, ella me besó debido a la emoción. Fue algo mágico. Ambas nos dejamos llevar ese día y sin previo aviso acabamos desnudas en mi recámara. Y sí, hicimos el amor. Después de aquel suceso tan increíble comenzamos a salir como pareja sin importarnos lo que pudieran decir de nosotras, nos queríamos y punto ¿debíamos dar alguna explicación?
Amy era menor de edad en ese entonces, y yo claramente la pasaba por unos tres años. Era mayor de edad y para sus padres solo era una mala influencia para su hija. Intentaron separarnos muchas veces, pero eso solo provocó que nos hiciéramos cada vez más unidas. Nos enamoramos a tal punto de solo querer compartir la vida solo con la otra; llegar a ser ancianas juntas y formar una hermosa familia. Teníamos planeado escapar a Venecia ante cualquier problema, pero antes de eso nos casamos simbólicamente en la recamara de mi apartamento. Elegimos ese lugar por ser donde consumamos nuestro amor. Fue donde prácticamente nuestra aventura dio inicio.
Iba todo de maravilla hasta que conocí a alguien más. Con aquella extraña destruí todo lo que había formado con Amy. Destruí nuestros sueños y futuro. Si tan solo no me hubiera fijado en alguien más ni mucho menos haber terminado con Amy por ella hoy todo sería muy diferente. La cagué, lo sé. Pero ella me perdonó y regresamos. Sin embargo, los problemas se fueron haciendo cada vez más frecuentes. Discutíamos por todo, nuestra relación se fue por el retrete por mi culpa. Esa paz que teníamos jamás regresó. Esas sonrisas culposas luego de despertar cada mañana juntas habían desaparecido junto con todos nuestros planes.
Seguramente la destruí y la convertí en un saco de carne y hueso lleno de inseguridades, y a decir verdad, no me quedaba nada para cambiar lo ya provocado. Joder, la amaba con todas mis fuerzas y muy a pesar de eso la lastimé a tal punto en qué ya ni siquiera me permitía tener amistades. En mis planes nunca estuvo el lastimarla, ¿por qué lo hice entonces? Perdí a la mujer más importante en mi vida, todo por un capricho, todo por ser una gran estúpida. Por no ser suficiente. Muchas veces me puse como meta el poder sanar las heridas que le hice, pero al hacerlo le abría otras más profundas; fue allí cuando comprendí que ya no podía hacer nada. Me rendí y no hice nada por meses, solo me dispuse a observar.
Eso solo hizo que la perdiera con mayor velocidad. ¿Pero sabes qué? Me di cuenta que si no hacía nada ya no podría recuperarla. Mis esfuerzos no fueron en vano. La recuperé. Soy feliz con ella, y a pesar de que sea una celosa en extremo la amo como si fuera la primera vez.
— Qué linda historia.
—¿Cierto? No sé, pero me recuerdas a la chica esta, Amy —Dijo entre risas—. Solo que mi princesa es más bonita.
— ¡Oye! —Le dio un golpe en el hombro—, recuerda que esa chica llamada Amy es tu princesa. Haces que mi yo del pasado se sienta fea —Arguyó intentando sonar molesta, pero claramente no le funcionó.
— Lo siento, señorita Amy —Hizo cara de cachorro mojado—, ¿ahora puedes darme mi besito de recompensa? O sea, mira que historia tan genial te he contado hoy ¡Merezco mi premio! —Alegó Amber.
— Ya, ya... Solo si me prometes que siempre estaremos juntas.
— Es una promesa. Siempre estaremos juntas. Hasta pasitas.
— ¡Qué principesa tan obediente! Se merece todos los besos del mundo —Dijo esto y le besó todo el rostro—, ¿ahora me cuentas el final?
— ¿Final? Pero si no tiene. Sería como condenar nuestra relación o ponerle un fin y yo no quiero eso.
— Eres una boba, pero así al fin y al cabo te amo.
— Te amo, Amy. Gracias por llegar a mi vida, y por ser una chica hermosamente torpe.
— Te amo, Amber. Aunque seas una gruñona intensa.