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Amour des Animaux por Tem-chan

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Notas del capitulo:

Amoooooor!!! Bueno, mi pequeño, aquí te traigo tu regalo que no sé si te gustará o si lo leerás, de todos modos yo te lo escribo, espero un comentario pequeño ni que sea por vía WhatsApp cuando puedas. Ya te aviso que es un fic un poco extraño ya que va sobre unas especies medio inventadas xd e inspiradas en animales, espero que no te moleste, quería poner a un caballo pero no tenía ni idea de cómo humanizar a uno, no me venía ninguna idea a la cabeza para ello y bueno, al final puse otros animales pero como te gustan mucho la mayoría de ellos espero haber escogido bien y que el fic te guste.

L’amour des animaux

Todo era oscuridad en esos momentos, no había nada de nada, solo líquido, un líquido un poco espeso en donde se transmitía el sonido y en donde se podían escuchar voces y ruidos varios, que se transmitían des de fuera de la membrana que recubría el lugar. Eran membranas individuales así que nadie tenía contacto con nadie, aunque habían algunos que estaban muy cerca entre ellos no podían tocarse ni verse. Solo tenían constancia de sí mismos y de los ruidos procedentes de fuera. De repente algo más les llegó, algo que no eran voces de fuera pero que tampoco era nadie cercano, sino algo que les venía a su cabeza y que les hablaba de un modo algo frío aunque amable. A todos les dijo lo mismo, solo que con una diferencia, el nombre de la persona escogida junto con su especie:

—“Pronto será tú momento, así que debes estar preparado y nunca debes olvidar estas palabras…”

Así empezaba a decir la voz antes de cambiar su discurso. Todos lo escuchaban bien atentos ya que al estar en su cabeza no podían hacer nada más que eso, pero también porque algo les decía. Les daba la impresión de conocer a esa persona. Entonces cada cual escuchó sus palabras clave.

—“Anbu, pájaro de alas rojas”.

—“Zuko, pez frío pero ardiente”.

—“Anzu, pájaro de alas amarillas”.

—“Aza, panda tierno y comilón”.

—“Tsuki, lince solitario”.

—“Kuzo, pez callado y serio”.

—“Anju, pájaro de alas verdes”.

—“Yume, lince agresivo”.

Junto con estos nombres y palabras les llegó una imagen a cada cual como si de una foto se tratase. No sabían que era exactamente a lo que se refería esa voz que les había hablado pero todos cada uno en su membrana notaron una cierta emoción al respeto. Sabían que tarde o temprano sabrían de qué se trataba y que eso sería lo más importante de su vida. Con esta expectación llegó el momento de salir de sus respectivas membranas.

 

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En un río no muy lejano de un pueblo se acercaba una sombra, hacía ya un mes que había puesto allí su centenar de huevos y ahora iba a ver cuántos de ellos aún estaban vivos ya que era hora de de que nacieran sus bebés. En su especie lo normal era poner muchos huevos en el agua de algún río y un mes más tarde pasar a recoger las crías. Cuando llegó al lugar vio que había tres cuerpos encima de unas hojas de nenúfar grandes. Eran dos bebés de cuerpo azulado, desnudos, con escamas por los brazos y las piernas y unas aletas en sus brazos. Tenían branquias en las mejillas y lo miraban seriamente. En medio de estos dos había un tercer niño, este era diferente a sus hermanos, este se parecía a su padre, tenía la cabeza con un pelaje de color blanco y negro y unas orejas negras también un poco peludas que se hacían muy suaves al tacto. Tenía los bracitos y la piernas con un poco de pelaje igual al de la cabeza, blanco con tacas negras, y en sus mofletes tenía unas taquitas negras muy lindas. Su mirada era bastante tierna y eso hizo que su padre sonriera y se sonrojara al ver tan adorable bebé. Sonrió y se acercó a ellos para mirarlos. Primero se acercó al pobre pandita que estaba llorando de miedo, su peso era mayor que el de sus hermanos y la hoja no lo aguantaba tan bien como a ellos, por lo que estaba asustado por si moría ahogado. Él no era un pez, no estaba preparado para nacer de ese modo, aunque su padre si lo fuera y sus hermanos también, él era un pandita y no estaba hecho para nacer en el agua así que lo sacó de allí y lo dejó en el suelo mientras miraba a los otros dos niños. El pandita se quedó cerca de su padre pero más calmado que antes.

—¿Mama? —preguntó uno de ellos.

—No, soy vuestro padre—dijo el chico— vuestra madre en estos momentos no ha podido venir así que vine yo.

—Hola padre —dijo el otro bebé.

El hombre que había ido a recoger a los chicos no se parecía en nada a ellos. Él se había dado cuenta de que ambos habían salido a la especie de su esposo, eso no le molestaba solía pasar que salieran más niños de la especie de madre, ya que era este quien hacía la mayor parte del proceso aunque en los peces era distinto. Su raza era la de los pandas, así que él en vez de escamas tenía pelo blanco y negro por los brazos y las piernas y también en la cabeza junto con unas orejas redondas encima de esta de color negro, bastante suaves al tacto. Aunque a diferencia de su hijo él no tenía esas taquitas en las mejillas. Al final cogió a los tres bebés y los llevó a la casa donde encontraron a su otro padre tumbado en la cama.

—¿Está bien? —preguntó uno de los niños pez mientras lo miraban.

Su piel azul estaba algo rojiza por la fiebre y respiraba algo fuerte. Ellos sabían hablar pero no sabían todo de ese mundo así que lo máximo que podían saber era que no parecía estar bien. Al notar eso el pequeño panda se puso a llorar, consiguiendo que su padre pez se levantara y los mirara con una leve sonrisa.

—Oh, tres niños, que lindos —dijo haciendo un pequeño esfuerzo por mantenerse sentado.

—Sí, tuvimos suerte y pudimos recoger a tres hermosos niños, ¿Cómo te encuentras?

—Ahora mucho mejor —respondió el pez enfermo— Me mejoraré pronto.

—Me alegro, descansa que el doctor te dijo que así te mejorarás antes.

—¿Qué le pasa? —preguntó el pobre pandita que estaba aún lloroso pero más calmado.

—Se resfrió no se preocupen, ya le han tratado y pronto se pondrá bien.

—¿Resfrió? ¿Tratado? ¿Qué son? —preguntó uno de los pececitos, el mismo que antes ara ser más exactos.

—Pues… en resumen que pronto jugará con vosotros.

Los bebés nacían ya sabiendo hablar y con el aspecto de niños de 3 años. Sólo que algunas palabras las debían aprender con el tiempo, esa era la magia de ese mundo, donde habitaban 4 especies animales que se habían humanizado. Al estar todos humanizados sus genes habían cambiado y por ello se habían hecho más similares y podían tener hijos entre sí.

—Shiro —le llamó Kazu a su esposo— les tenemos que poner nombre a nuestros hijos.

—Tienes razón, aún no hemos decidido bien los nombres —dijo mirando a los chicos— pero creo que el pandita puede llamarse Aza, que es la abreviación de Azabache.

—Así hace juego contigo, ¿no? Tu eres blanco y el es negro… —sonrió Kazu mientras miraba a su panda— ¿Qué te parece pequeño? ¿Te gusta el nombre de Aza? —el pequeño pandita asintió con la cabeza y su padre sonrió.

—¿Y para los otros dos?

—Pues… Recuerdo que teníamos dos nombres muy parecidos a la lista… ¿A si? Kuzo y Zuko.

—Sí, cierto, entonces le podríamos poner Kuzo al bebé que no ha hablado en todo el tiempo y Zuko al otro.

—Me parece bien, ¿Y a vosotros chicos? —ambos asintieron.

—Por mi sí —dijo Zuko afirmando también con palabras a diferencia de su hermano.

 

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En otro lugar de esa misma ciudad, no muy lejos de allí vivía una familia de linces donde un doncel estaba dando a luz a sus crías, el parto estaba siendo rápido, sin mucho sufrimiento, quizás rápido no era la palabra pero estaba siendo tranquilo y sin inconvenientes. De este parto salieron dos pequeñas crías de lince, adorables con su pelo de color marrón clarita con taquitas más oscuras alrededor de sus brazos, sus piernas y sus cabezas, se pedía ver que era un pelo muy suave y hermoso, aunque en esos momentos aún estaba algo sucio, ya que acababan de nacer, tenían unas orejitas de color negro con unos pelitos en las puntas que sobresalían por encima de su cabeza. Por dentro eran de un color blanco muy lindo, a simple vista se podía ver que eran suaves al tacto al igual que su hermoso pelaje. Tenían unos ojos de color marrón y negro, muy brillantes que mostraban su futura personalidad, uno de ellos tenía una mirada muy ruda pero a la vez adorable y el otro solo tenía una mirada distante aunque que prestaba atención aunque no lo pareciera.

Su padre doncel se sentó después de dar a luz a sus dos hijos y miró a su marido, quien estaba preparando una bañera de agua para poder quitarles la placenta que aun les quedaba a los menores. Estos no lloraron, aunque por lo normal no solían querer que los bañaran en un primer momento. Esto sorprendió a ambos padres, que compartieron el trabajo de lavar los niños. Ya tenían los nombres pensados, aunque ahora no sabían a cual ponerle los nombres. Los miraron bien un poco.

—A ver, ¿cuál de ellos será Tsuki y cual será Yume?

—Yo quiero ser Yume —dijo el niño que parecía algo rudo y amenazante.

—A mi no me importa ser Tsuki —acabó de completar el otro lince que miró a su hermano unos momentos para ver que este asentía.

—Creo, Yuki que no lo teníamos que decidir nosotros…

—Tienes razón, amor —dijo este a su esposo algo sorprendido por esos hijos tan raros que habían tenido.

—¿Y tu cómo te llamas papi? —preguntó de repente Yume.

—Tsume —respondió este, intentando acostumbrarse a eso.

—¿Y ahora que ya estamos limpios y tenemos nombre que toca?

—Supongo que ir a la escuela, a partir de la semana que viene ya podemos inscribiros…

—¿Y de mientras?

—Supongo que podéis ir a jugar con otros animales de la ciudad —los padres aún no salían de su asombro al ver con que descaro les hablaba Yume, tendrían que educarlo para que cambiara esos modales.

Después de la ducha decidieron peinar a los niños y en el proceso estos se relajaron y como bebés recién nacidos que eran se durmieron. Al menos algo normal que hacían, pensaron ambos padres mientras se sonreían. No eran los primeros hijos que tenían, pero si eran los más raros que habían tenido. Cuando se quedaron dormidos, los llevaron a sus camas y los dejaron allí para que descansaran tranquilamente.

 

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En las afueras de esa ciudad, había una montaña, que estaba muy unida a esta por la cercanía. Los pájaros que vivían allí por lo normal iban a la escuela, y a satisfacer sus necesidades en esa ciudad. En esa montaña es donde encontramos a los últimos protagonistas de esta historia. En uno de los agujeros que conformaban la montaña, se encontraba la casa de pájaros donde nacerán tres bebés pájaro justo en este momento. Estaban ambos padres observando esos huevos que empezaban a moverse por los golpes de las crías que ya estaban fuertes para poder romper la cáscara. La primera cabeza que salió del huevo fue una de color verde, tenía un pelaje verdoso encima de la cabeza, aunque en esos momentos era muy leve, eso quería decir que el chico tendría el plumaje de ese color, por lo que en principio debía ser un chico alegre y con mucha esperanza, también algo despreocupado.

—Mira, ya nació el primero, este será Anju —dijo uno de los padres, más que feliz— que bonito se verá con sus plumas verdosas.

—Sí, estoy seguro que sí —dijo el otro mientras veía aparecer una cabeza roja de otro huevo— vaya, este las tendrá rojas, podemos llamarle Anbu.

—Claro, entonces el último será Anzu, por descarte.

—Me parece bien, a ver de qué color nos sale… —decía el padre mientras una cabecita de color amarillo iba haciendo acto de presencia— oh, amarillo, genial, así ya tenemos el alegre, el malhumorado, y el tranquilo.

—Sí, realmente no está mal… aunque nosotros somos azules los dos —decía el otro padre.

—Sí, amor, pero yo soy un poco más de color violeta, por lo que soy menos frío que tu.

—Sí, tu eres un poco más irritante, lo podemos admitir —dijo el otro mientras miraba a sus hijos— ¿ya sabéis quien es quien? —le preguntó a sus hijos dejando de lado a su marido.

—Inta, no me ignores… —replicó el otro aunque al final solo miró a sus hijos.

—Yo soy Anbu —dijo el de los pelos rojos, mirándolos retadoramente.

—Yo soy Anju —siguió feliz el de pelaje verde.

—Y yo Anzu —este lo dijo algo indeciso, aunque al ser el último nombre estaba seguro que sería el suyo.

—Muy bien, niños, pues en una semana cuando ya tengáis las plumas y las alas bien preparadas os llevaremos a la escuela de la ciudad de al lado, tendréis que ir volando vosotros mismos así que os tendréis que preparar si no queréis morir al intentar llegar a la escuela, ¿entendido?

—Si —dijeron los dos primeros mientras el otro asentía algo asustado por todo lo que su padre decía.

—Como ese idiota dijo yo me llamo Into y él es Enko, así que si quieren algo solo tenéis que pedirlo y quizás lo concedamos.

—Tengo hambre —dijo el chico de cabello rojizo.

—Enko, la comida —respondió inmediatamente Into mientras su esposo iba en búsqueda de algo para que comieran los niños.

 

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Una semana más tarde, todos los niños estaban ya preparados para ir a la escuela. Para que todo fuera más fácil en temas escolares, hacía mucho tiempo se había decidido que todos los niños de ese curso debían nacer antes de que este empezara o sino perderían ese curso y tendrían que empezar en el siguiente, aunque en verdad solo había dos años de clase, pocas cosas se tenían que aprender en clases, por lo normal las cosas se aprendían en casa ya que cada especie tenía sus costumbres. Aunque en clase se hacía un repaso general de todo, para que todas las especies supieran de todo un poco y pudieran aceptarse mejor.

Los peces, el panda y los linces llegaron bien a clase, todo estaba muy tranquilo para ellos, habían salido de la casa y se habían dirigido tranquilamente hacía la escuela, aunque quizás tranquilamente no era la palabra al menos para uno de los linces que no paraba quieto. Iba de un lado para otro gritando como un loco y molestando a los otros animales que andaban por esa calle.

—Yume, estate quieto y no molestes a los demás… —le llamó la atención su padre, aunque este no le hizo ni caso— Yume.

El niño pasaba de los gritos de sus padres y también de las advertencias y de todo, él solo iba a su rollo hasta que llegó a la escuela y vio a los demás niños allí parados en la puerta, algo asustados. No querían separarse de sus padres. Entre estos estaban dos peces y un panda. Los dos peces no tenían problemas en ir a las clases, pero su hermano parecía asustado con la idea de separarse de sus padres y no quería soltarse de estos. Yume sin más se acercó a los niños y les pidió paso de mala manera.

—¿Qué hacéis aquí parados, miedicas? Vamos a aprender no nos van a comer —dijo mientras empujaba a otros niños para entrar— Ah, mierda ¿Dónde tengo que ir?

En ese momento un pez adulto, que llevaba su collar identificativo de color rojo, en señal de que ya era adulto, se puso delante del lince y lo miró seriamente. Este se quedó callado unos momentos antes de volver a mostrarse agresivo con ese hombre.

—¿Quién es usted? ¿Por qué me barra el paso?

—Soy vuestro profesor —dijo aún seriamente— cuando estéis todos os llevaré a la aula yo mismo, de momento espera aquí.

El menor infló sus mejillas en un puchero pero se quedó quieto donde el profesor le había dicho. Poco a poco su hermano se fue acercando tranquilamente a él, ignorando a todos los demás presentes en el lugar. Kuzo y Zuko cogieron a su hermano y se lo llevaron con los demás, aunque este estaba bastante asustado aún. No se despego de sus hermanos en ningún momento. El profesor al ver que todos estaban allí cerca decidió contarlos pero aún quedaban tres niños por llegar así que no se movió. Entendía porque llegaban tarde, pero de todos modos, tendría que hablar con los padres para que no volviera a pasar.

 

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En las afueras de la ciudad, estaban los tres pájaros aún en el nido, bueno, la verdad era que en esos momentos solo había un pajarito allí, cuando sus padres les habían mostrado como se hacía, Anbu se lanzó al abismo imitándolos, sin ningún miedo y sin pensárselo dos veces.

 

Flashback

Estaban los tres pajaritos en la cueva, sus padres ya estaban volando, les habían mostrado como se hacía varias veces, ahora les tocaba a los niños hacerlo y aprender a volar. Anbu, ya se había hartado de esperar y ver como sus padres salían volando y volvían mostrando como se hacía. Así que decidió que ya era hora de probarlo él mismo. Tenía confianza en sí mismo así que no tenía nada miedo.

—Allá voy.

Dicho esto corrió hacia la puerta de la cueva abrió sus alas y saltó. Al principio había caído en picado pero entonces con toda su energía empezó a batir sus alas y consiguió volar hacia arriba. Después de eso, miró a sus padres y los imitó para conseguir mantenerse como ellos en el aire hasta que se estabilizó.

—Ja, sabía que no podía ser tan difícil —dijo triunfante y algo arrogante.

—Ahora me toca intentarlo a mí, a ver qué tal me sale.

—Si te sale mal… morirás… —dijo su hermanito.

—Entonces, vamos a hacer que salga bien —respondió Anju al pajarito amarillo mientras este lo miraba un poco asustado, le sonrió e imitó a su gemelo saltando de la cueva.

Dio un salto extendió las alas y poco a poco empezó a acostumbrarse a eso y voló, al hacerlo con menos prisas le salió mejor que a su hermano pelirrojo, por lo que este se enfadó, no estaba feliz de que su hermano fuera mejor que él volando. Pero no sabía que decir para quitarse su enojo así que simplemente se decidió a esperar a que su otro hermano saltara para ir a clases.

Fin Flashback

 

Y así estaban, esperando a que el pájaro amarillo saltara de la cueva para poder ir a clases. Pero este no se animaba, había visto como lo hacían sus hermanos pero él no tenía confianza en sí mismo, así que tenía algo de miedo de caerse des de allí y matarse. Aún no había conocido a la persona que había visto cuando estaba dentro del huevo y temía que al final no podía verlo solo porque se caería de allí.

—¿A que estas esperando? Llegamos tarde… —le dijo Into fríamente acercándose al niño.

—Tengo miedo —contestó este.

—La mejor manera de superarlo es lanzarse —dicho esto, empujó al niño para que saliera de la cueva.

Anzu gritó asustado ante eso, su padre lo acababa de lanzar al vacío y él aún no estaba preparado para ello, iba a morir. Cerró los ojos asustado y se quedó quieto.

—Mueve tus alas —le gritó Anju esperando que su hermano le hiciera caso.

Este abrió los ojos y vio como el suelo estaba cada vez más cerca de él. En un acto reflejo para salvar la piel empezó a batir las alas aún con lágrimas en los ojos y consiguió volar, empezó a subir rápidamente. Aún estaba asustado por lo que había pasado y fue directo hacia la cueva pero Into le barró el paso.

—El cole está en dirección contraria.

 

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Todos los niños estaban en la cola preparándose para entrar en cuanto el profesor les diera permiso y les mostrara el camino. Cierto lince inquieto estaba cada vez de peor humor al ver que ese profesor idiota no se movía des de hacía un cuarto de hora. ¿Quién mierdas se creía para hacer eso? Estaba a punto de gritarle algo, cuando sintió como su hermano se estremecía y miraba al cielo. Eso le pareció raro, su hermano normalmente pasaba de todo, hacía lo que debía sin decir nada ni mostrar ningún interés por nada. Pero de repente acababa de mostrar una reacción sin ningún motivo aparente. Después de eso su hermano regresó a la normalidad y se volvió a concentrar en su enojo.

—¿Hasta cuando piensas hacernos esperar? —le gritó al profesor.

—Hasta que lleguen los tres niños que faltan.

—¿Y si no llegan?

—Serán expulsados automáticamente.

—Pues expúlselos de una vez y vayamos a clase.

—Aún no.

Mientras discutían el profesor vio como se acercaban 5 siluetas que venían por el cielo volando, unos con más elegancia que otros, pero ya llegaban. Ante eso, todos miraron al cielo y vieron a esos pájaros. Eran los únicos 3 alumnos pájaro de ese año así que en cuanto llegaran podrían entrar. Siempre pasaba eso, ya que los niños pájaro tenían que aprender a volar justo ese día para poder llegar a la escuela, sus padres no tenían miramientos a la hora de hacerlos saltar para que volaran.

—Ahora ya podremos entrar —dijo el profesor calmadamente mientras los cinco pájaros aterrizaban.

Bueno, dos aterrizaban y dos caían al suelo de una forma un poco extraña. Porqué uno de ellos no quería aterrizar porque sabía que se haría daño, se mantuvo volando un poco pero no pudo mucho más y al final se descontroló y acabó cayendo encima de Tsuki. El cual acabó en el suelo con un pequeño pajarito amarillo encima de él.

—¡Anzu! —le gritó su padre mientras lo veía encima de otro niño— Se tiene que aterrizar en el suelo.

—Pe-perdón —dijo este al borde de las lágrimas.

Tsuki al escuchar el nombre y ver el color de las plumas del menor solo lo miró y le acarició la cabeza al otro para que estuviera más calmado. Anzu se sorprendió pero se acabó separando de este con un pequeño sonrojo en sus mejillas. Avergonzado como estaba solo se fue con sus hermanos que estaban limpiándose el polvo de su primer aterrizaje.

—¿Ahora que ya llegaron los lentos pájaros podemos ir a clase?—preguntó de mal humor y con rabia Yume.

—¿Cómo que lentos? —gritó el pájaro rojo enfadado por ese comentario— somos más rápidos que tú.

—¿Por eso nos hicisteis esperar 20 minutos? ¡¡lentos!! —le respondió este.

—Fue porque Anzu tenía miedo a volar, yo fui el primero en salir.

—Ah, claro, culpando a los demás.

—Es la verdad, imbécil, yo salté el primero y empecé a volar.

—Igual de mal que aterrizas, ¿cierto? —se burló Yume.

—Niños es hora de ir a la clase seguidme.

Dicho esto el profesor empezó a andar dejando a un lince y a un pájaro gritándose como si no hubiera mañana. Los demás niños incluido Tsuki lo siguieron, aunque había otro pajarito que también se estaba quedando atrás. Se había hecho daño durante la caída, había tenido una mañana de miedo y ahora su hermano se estaba peleando con ese lince por culpa de eso.

 

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El profesor llevó a los niños ala aula y los mantuvo de pie en la puerta. Poco a poco fue repasando la lista y los fue sentando según su nombre. Los tres pájaros eran de los primeros de la lista pero Anbu que aún estaba peleando con el lince no estaba así que se lo saltó y fue por el siguiente de la lista. Así los colocó a todos dejando unos espacios libres para los dos niños que faltaban. Al ir pasando la lista muchos de los niños se fueron mirando entre ellos. Los nombres y la especie eran las mismas que les habían rebelado cuando aún no habían nacido. Bueno, ahora ya se conocían, al menos en persona porque la mayoría no se habían hablado nunca. Aunque algunos ya se habían encontrado en el parque.

Ese día el profesor solo se presentó y no hizo nada más, porque era el primer día, hizo solo una clase de presentación para que los niños se fueran conociendo. Como solía pasar la mayoría de ellos estaban ya conectados por el destino pero siempre había alguno que no. Podía ser que fuera de otro año o de otra ciudad. Después de las presentaciones dejó tiempo libre para que los niños hablaran entre ellos. En ese momento un lince se acercó a Tsuki, aunque este no le hizo ni caso.

—Hola —le saludó cordialmente.

—Hola —respondió este porque tocaba.

—Conoces a un lince llamado Meki —le preguntó este de repente.

—Sí.

—¿En serio? ¿Quién es?

—Mi hermano.

—¿El que está peleando? No salía a la lista.

—No, mi hermano mayor.

—¿Me lo presentarías?

—No.

Así fue la conversación por el momento, pero ante esa respuesta el chico lince que le había hablado a Tsuki se entristeció. Este hizo ver que no se daba cuenta y se dedicó a mirar a un pajarito amarillo. Pero el lince no iba a rendirse así como así.

—Pero… él es mí…

—Él ya es un adulto.

—Al menos dile que conociste a un lince que se llama Manko.

—Si me acuerdo se lo diré —dijo de un modo que daba a entender que ya no había más conversación.

 

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Por otro lado había un pájaro verde sociabilizando con los otros niños de clase tranquilamente. Era un chico alegre y simpático que congeniaba con todo el mundo, su hermano de color amarillo también hablaba con los otros niños pero de un modo más tranquilo que su hermano. Se le veía feliz, aunque se sentía un poco observado por el lince que le habían dicho que sería su amor y que le había acariciado la cabeza tiernamente al caerle encima. Tenía que disculparse con él, pero en esos momentos su hermano lo tenía a su lado hablando sin parar con él y con los otros.

—Pues hemos llegado tarde porque tuvimos que saltar del nido por primera vez. Fue bastante emocionante aunque daba un poco de miedo, porque estas a muchos metros de altura y si no lo haces bien, te caes y te matas, ¿cierto Anzu? —le preguntó a su hermano que aún lloraba internamente por el incidente, bajó la mirada— Anzu, casi se muere, por eso tardamos… tenía miedo de saltar, y mucho, y claro no quería… fue pasando el tiempo y se nos hizo tarde, entonces nuestro padre Into, lo lanzó des de la cueva abajo.

—Anju… esto… ¿crees que es necesario contar esto? —preguntó un poco avergonzado Anzu por lo que contaba su hermano.

—Bueno, debemos dar una explicación del porque les hicimos esperar, ¿no? Así podremos empezar a ser amigos.

—Pero, es que me da vergüenza…

—No te preocupes, yo también tenía miedo, y Anbu también.

—¿Anbu? —preguntó— no lo parecía…

—Lo que pasa es que es orgulloso… —el otro asintió con la cabeza y Anju siguió con la conversación de antes— Entonces empezó a caer en picado contra el suelo y casi se mata, pero le grité que batiera las alas y al final lo hizo y sobrevivió por poco. Me dio un buen susto, aunque sabía que todo acabaría bien.

—Yo no lo tenía tan claro.

Tsuki había escuchado la conversación y ahora ya tenía más claro porque había tenido ese estremecimiento, un poco más y pierde su pareja predestinada antes de conocerla y todo porque su padre lo lanzó de la cueva. Se enfadó con ese pajarraco azul pero no lo demostró, sólo siguió en su silla aislado de los demás. El resto de la conversación no le interesaba.

El pájaro verde había dejado de hablar tanto y se había centrado en un pez callado y serio que había en una mesa no muy lejana de allí, estaba mirando sin decir nada de nada al respeto de nada. Solo escuchaba, a diferencia de los otros niños que habían hecho algunas exclamaciones él solo se había mantenido callado.

—Eres Kuzo, ¿verdad? —dijo Anju sentándose a su lado esperando una respuesta, este asintió— yo soy Anju, mucho gusto.

—Hola —fue la respuesta que recibió del callado chico, no fue un hola borde fue un simple hola de bienvenido.

—Me alegro de haberte encontrado —empezó a decir recibiendo un asentimiento por parte del otro— Me gustaría pasar tiempo contigo para que conocerte, ¿te parece bien? —este asintió nuevamente, entonces Anju sonrió y se puso delante de él mostrando sus plumas verdes— ¿Qué te parecen? ¿Te gustan? El color verde es lindo, ¿no te parece?

—Me gusta más el azul, pero está bien también.

—Pero el azul es un color algo apagado, y eso muestra una personalidad fría, al menos en los pájaros… No creo que te gustase ese carácter, fue mi padre, el de plumas azules el que tiró a mi hermano al vacío… a mi no me gustaría ser así.

—Eso sería un problema.

—Sep, por eso creo que el verde es un buen color para mí.

—Eso está bien.

—¿Tienes hermanos? —preguntó Anju un poco interesado por el tema.

—Sí. A Zuko y Aza.

—Oh, ¿el pandita ese es tu hermano?

—Sí.

—Me parece tierno.

—Es mi hermano.

—Lo sé, entonces, tienes un padre pez y otro panda.

—Sí, el doncel es pez.

—Ya veo, yo tengo a Anbu y Anzu, como indica nuestro color somos muy diferentes. Anbu es rojo por lo que es muy orgulloso, enojón, irascible y peleón, también es bastante temperamental y pasional, pero no es mala persona en realidad, solo que tiene un carácter algo fuerte. Por otro lado Anzu es de color amarillo, es calmado, aunque algo miedoso y atontado a veces, le gusta pasarlo bien y estar con gente aunque a veces solo disfruta viendo a los demás. Y yo soy de color verde, así que soy alegre y vivaz, muy parlanchín como puedes comprobar, suelo tener confianza en que todo irá bien y hablo con la gente animadamente pero prefiero estar en compañía de menos personas, porque me siento más cómodo.

—Sí que hablas mucho.

—Quizás un poco, me estoy pasando ¿verdad?

—No, está bien. Me gusta escuchar.

—Gracias, ¡eres tan lindo! —le dijo Anju al pececito mientras lo abrazaba— creo que me olvidé de decir que soy muy cariñoso y algo pegajoso.

—Sí, lo olvidaste —corroboró este algo sonrojado pero sin quejarse.

 

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Allí estaban dos niños andando por donde pensaban que estaban las aulas. No las encontraban, habían estado tanto tiempo peleando que habían perdido a los compañeros y al profesor. Estaban ambos buscando, cansados de tanto ejercicio matutino. Una pelea era agotadora si se hacía bien, y hasta el momento ninguno de los dos había encontrado a nadie con quien pelear de esa manera. Después de buscar por un rato se miraron y se pusieron de mal humor.

—Todo esto es tú culpa, por llegar tarde, lento —le gritó Yume al pájaro rojo.

r09;Y una mierda, es tú culpa por empezar una pelea.

—Fuiste tú quien la empezó.

—Tú me insultaste.

—Y tú me pegaste maldito pájaro.

—Cállate o te pego de nuevo, lince patético.

—No soy patético y me callo si me quiero, lento.

—Te voy a dar.

—Atrévete —respondió Yume enfadado.

—Chicos las aulas son por aquí —dijo el profesor que después de dejar a los niños conociéndose en el aula se había ido a buscar al par de peleones que le habían tocado ese año— ya hemos repartido las sillas, como fuisteis los últimos os quedaréis en la parte de atrás.

Al escuchar al profesor ambos se giraron dejando su pelea a medias y lo siguieron para no perderse de nuevo, algo les decía que si no iban con él en ese momento se quedaban sin oportunidades y los echaban de la escuela y realmente ninguno de los dos quería eso. Fueron con el profesor Kuzu hasta el aula y allí vieron como los chicos hablaban entre ellos, animadamente. Anbu vio como Anju hablaba con un pez y como Anzu estaba rodeado de gente, y Yume vio a Tsuki solo en un rincón, para variar.

—Yume, al fin regresas —le dijo su gemelo al verlo entrar.

—Sí, por culpa de este pajarraco me entretuve.

—¿A quién llamas pajarraco? —grito el otro de nuevo a punto de empezar una pelea nuevamente.

—Hola, eres Anbu —dijo un chico algo más bajito y un poco gordito con unos mofletes de color negro y aspecto de panda— soy Aza, encantado.

—¿Aza? —dijo recordando enseguida lo que le había dicho esa voz cuando estaba en el huevo.

—S-sí —tartamudeó con una sonrisa, tenía algo de miedo de ese chico ya que parecía violento pero se llamaba Anbu y tenía era un pájaro rojo, así que debía ser su elegido.

—Hola —respondió el pájaro rojo calmado de repente, aunque más bien estaba muy sorprendido por su llegada.

—¿Te gustaría pasar algo de tiempo conmigo? —preguntó bajando un poco la cabeza esperando un sí.

—Porque no —respondió este sin poner resistencia a ello.

Por algún motivo sus defensas habían bajado al ver lo lindo que era el chico, o más bien al ver su ternura tan adorable. Estaba alucinando por todo lo que estaba pasando en ese momento. Estaba listo para empezar una nueva pelea con ese lince estúpido cuando de repente se encontraba siguiendo dócilmente a un pequeño panda algo regordete pero adorable con una sonrisa boba pero encantadora.

—“¿Que mierdas está pasando aquí?” —se preguntaba un Anbu muy confundido yendo tras el pandita— “Yo no soy así…”

—¿Estuviste peleando? —preguntó este al ver que el pájaro tenía algunas heridas por el rostro.

—Eso no es nada —respondió haciéndose el machote antes de notar como el pandita lo lamía en las heridas. Se sonrojó y se separó de él— ¿Qué haces?

—E-es para… que no se infecte —dijo este bajando la mirada triste por como Anbu lo había separado.

—No hace falta, no se infectará.

—Perdón por molestarte —se disculpó Aza quien estaba a punto de llorar ya que pensaba que había hecho enojar a Anbu.

—Tampoco es para tanto.

—T-te enfadaste… —afirmó este tristemente.

—No es cierto, no me enfadé, solo me sorprendiste.

Aza levantó la mirada para ver al pájaro rojo, le gustaban esas plumas. Parecía que realmente no estaba enfadado así que sonrió un poco y se quedó mirándolo. Tenía un color rojo muy vivo, como el del fuego, le gustaba. Desde que estaba en ese huevo y le había venido su imagen que había estado pensando en que quería ver esas plumas en persona y que quería tocarlas.

—¿Pu-puedo tocar tus plumas? —le preguntó algo miedoso por si decía algo mal.

—¡Claro que no! Las plumas son sagradas, solo las puede tocar alguien muy importante para ti.

—Oh, ya veo —dijo este triste, él no era importante para Anbu, aunque se acababan de conocer era lógico— Y-yo esto… creo que mejor me voy.

Dicho esto se fue corriendo de allí para lanzarse sobre Zuko, el cual en esos momentos aún estaba solo. Kuzo tenía una conversación el pájaro verde así que no quería molestarlo, pero estaba muy triste y necesitaba a alguien que lo consolara y aún no conocía a nadie en la clase. Este al notar su peso, le acarició la cabeza una vez y lo miró.

—¿Qué pasa? —preguntó su hermano.

—Nada —respondió entre sollozos.

—Oh, ya.

No dijo nada más solo dejó que su hermano se quedará allí llorando mientras miraba a un pájaro rojo que no paraba de observarlos. Su mirada era extraña y Zuko no sabía que pensar al respeto pero solo lo miró fríamente un poco más hasta que ese pájaro se fue de allí.

 

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Por otro lado un pájaro amarillo que había visto la mitad de lo que había pasado se dio cuenta de que Tsuki volvía a estar solo. Yume en esos momentos no estaba en el salón y ahora él ya no hablaba con nadie así que se acercó a ese lince callado que estaba allí en un rincón y se sentó a su lado. Este lo miró unos momentos, esperando a saber que quería antes de volver a meterse en sus pensamientos.

—Esto… Hola —dijo algo dubitativo el pájaro amarillo.

—Hola Anzu ¿Qué tal?

—Bien, bueno, me duele un poco el pie por la caída, ¿Y tú?

—Bien.

—Yo… quería disculparme contigo por caerte encima.

—No importa, es mejor eso que una lesión más grave.

—Gracias —agradeció con un sonrojo el pájaro.

—¿Quieres que miré tu pie? Tal vez te hiciste más daño del que parece.

—E-esto, gracias —agradeció nuevamente mostrando su tobillo, puso la garra sobre la silla y esperó las atenciones del chico.

—Está bien, no hay problema —le dijo después de mirarlo bien— ¿Estuviste a punto de morir? —le preguntó Tsuki a su futuro uke.

—Bueno, solo me asusté…

—Ve con cuidado aún tengo que conocerte.

—S-sí.

Dicho esto Anzu notó que en esos momentos su futura pareja estaba un poco en su mundo y decidió que era hora de retirarse, al menos habían podido hablar un poco y este le había prestado un poco de atención, no había estado tan mal viendo como lo serio que era el chico. Feliz se fue a su silla nuevamente para seguir escuchando la charla de sus amigos que estaban por allí hablando como locos de temas poco importantes.

 

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Al rato volvió Yume al aula, y vio el panorama, era más raro que antes. No entendía que pasaba en esa clase pero todo el mundo era muy extraño. Estaba seguro que solamente se llevaría bien con el pájaro rojo del que ya no recordaba su nombre, a ser sinceros. Su hermano también estaba allí y aunque no se llevaba mal con él no contaba. Antes ya habían hablado y este ya le había contado lo poco que se había perdido, por ese motivo se había ido, en esa clase se aburriría si no estaba el pájaro rojo.

—¿Qué mierdas pasa en esta aula? Primero los tres pájaros lentos, después me encuentro un panda llorando en la falda de un pez, un pájaro abrazando a otro pez, dos pandas más jugando a las palmas, un lince con síndrome de Edipo y cuatro peces más con su cabeza en una pecera —decía gritando Yume mientras se quejaba de todo lo que veía— ¿Es que nadie es normal aquí?

—Yume, tampoco es normal que tú vayas gritando e insultando —dijo su hermano en respuesta.

—No me vengas con tonterías, esto es lo más normal de todo.

Después de esa queja se fue a sentar rápidamente a su silla que casualmente era la que estaba al lado de Zuko. El pandita al ver que este se acercaba se alejó asustado de su hermano y decidió ir a hablar con el pájaro amarillo que le parecía muy tranquilo y amigable y en esos momentos estaba solo. Por su lado el pez que se encontraba a su lado lo miró fríamente. Ya sabía quién era Yume, realmente había sido bastante fácil, por su comportamiento y por qué había escuchado su nombre al pasar lista, en seguida los había relacionado. Le parecía tierna esa forma de ser, aunque había asustado a su hermano.

—Debes calmarte —le dijo Zuko al fin— gritando de este modo tampoco consigues nada.

—Me desahogo y saco energía.

—Y ¿Te sirve de algo?

—Hoy tuve una buena pelea, ese pajarraco es bueno para pelear.

—Te hiciste daño.

—Bah, una simple herida, no es nada —dijo molesto de que nombraran esa mancha en su orgullo, aunque él había dejado más heridas en el pájaro— es algo que no te incumbe.

—Quizás, pero no me gustaría casarme con un lince moribundo por pelear demasiado.

—¿Casarme? ¿Yo contigo? ¡Ja! —dijo Yume un poco sonrojado pero escondiéndolo lo mejor que podía— yo no me voy a casar con nadie y menos con un pez.

—Sabes que es el destino, y que en el futuro vas a querer.

—Se te ve muy seguro, espinitas, pero yo puedo decir que no si me apetece.

—Yume, yo soy Zuko, tu persona predestinada, no vas a poder ni vas a querer resistirte.

—Eso lo dirás tú, yo soy libre de escoger a quien quiera.

Dicho esto Yume se fue de nuevo del aula, estaba muy avergonzado por la conversación, se acababan de conocer y solo tenían una semana de vida y ese maldito pez ya le decía que se casarían, eso debía ir en contra de alguna normal, estaba seguro de ello.

 

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Habían pasado las semanas y estaban en clase, en plena clase esta vez, el profesor les estaba explicando cosas sobre las razas y sobre los cruces de estas, para dar nuevas crías. Era un tema que interesaba a todos así que escuchaban atentamente, como el profesor seguía su explicación.

—Para que lo sepáis solo existe un sexo, el masculino, y por eso hay los ukes donceles para que den a luz en lugar de la hembra que hace ese papel en otras especies animales menos desarrolladas.

Hasta aquí todo normal, todo correcto. Ellos ya habían notado que los que daban a luz eran hombres así que no les venía de nuevo, ahora bien tenían algunas dudas al respeto del apareamiento y esas cosas y esperaban que el profesor siguiera con su explicación de todo eso.

—Por otro lado, sabemos que hay 4 especies de animales evolucionados, los pandas como Aza, Pincho y Guano, los peces como yo mismo o como Kuzo, Zuko, Zuku, Zok, Kok i Kuzi, los pájaros como Anbu, Anzu i Anju, y por último los linces como Yume, Tsuki i Manko —todos asintieron— perfecto, pues cada una de estas especies tiene un tiempo de gestación distinto y también una manera diferente de hacerlo. Ahora veremos esto —el profesor siguió hablando sobre este tema y todos lo miraban sorprendidos a su manera— los pandas y los linces son vivíparos por lo que gestan el bebé dentro de su vientre. Los pandas gestan a sus bebés durante 4 meses aproximadamente, y solo tienen 1 cría cada dos años, y los linces gestan a sus crías durante 2 meses, aunque estos pueden tener de 1 a 4 crías por ventrada. Por otra parte los peces y las aves ponen huevos, son ovíparos. Estos también lo hacen de manera distinta. Los peces sueltan muchos huevos en el agua y los abandonan hasta que ha pasado la semana de gestación y entonces van a recoger a los bebés que quedan, normalmente no hay más de 5 crías en cada una de estas ocasiones, ya que la mayoría de los huevos son comidos por otros animales o se pierden con alguna corriente —esa explicación dejó un poco estupefactos a los oyentes que estaban bastante sorprendidos por todo eso que les explicaban— y por último las aves, estás ponen de uno a tres huevos según las condiciones climatológicas, alimento y otras condiciones. Ponen un huevo al día ya que su cuerpo solo puede crear uno al día y cuando ya han acabado de poner los huevos los incuban a todos al mismo tiempo para que nazcan todos juntos.

Acababan de escuchar los diferentes tipos de reproducción que había en este mundo, y de esos distintos tipos de nacimiento, era como habían nacido la mayoría de ellos. Pero aun quedaba la parte de las familias mixtas, donde había un padre de cada especie. Eso era difícil de entender sobre todo para el pobre pandita que había tenido un nacimiento que lo había asustado.

—Bien, ahora hablaremos de algo un poco más complejo que simplemente esto. Hablaremos de las parejas en las que el padre es de una especie y el doncel de otro. En ese caso pueden nacer bebés de las dos especies cruzadas.

—Pero su forma de reproducción es muy distinta… —dijo Anju sorprendido.

—Ciertamente, pero para eso la evolución ha ido creando su proceso de cría.

—No lo entiendo —dijo Aza.

—A ver, la evolución es un proceso en el que se escoge los más aptos a través de pequeñas mutaciones en el ADN, estas mutaciones se producen al azar y provocan un cambio en el ser. Si es favorable poco a poco acabará siendo un gen dominante en la población, a medida que haya apareamientos y crías que contengan ese mismo gen. Si el gen es desfavorable se irá perdiendo poco a poco.

—Me hago una idea de eso.

—Bien, gracias a unas mutaciones favorables ahora podemos reproducirnos entre nosotros. Por ejemplo, tenemos un caso en la clase, así que nos irá bien. La familia de Zuko, Kuzo y Aza, consta de dos padres de diferentes especies. Su padre es un panda y su doncel es un pez. Pues bien, después de que sus padres tuvieran relaciones, su padre doncel…

—Se llama Kazu —dijo Zuko— y nuestro papa Shiro.

—Bien, entonces Kazu fue a un lugar con agua y allí puso muchos huevos. De esos huevos al cabo de una semana nacieron Kuzo, Zuko y Aza.

—Pero Aza… necesita más tiempo de gestación, ¿no? —preguntó otro de los pandas de la clase— y en el vientre del doncel.

—Sí, pero gracias a los genes de Kazu, pudo adaptarse al método de nacimiento de los peces. Y es por esto mismo que Aza nació siendo un panda pero con las mismas condiciones que un pez —el profesor hizo una pequeña pausa antes de continuar—. Normalmente la especie del doncel determina la mayoría de las crías ya que un pez se adapta mejor a la forma de nacer de los peces, pero hay excepciones como en el caso de Aza, no es raro, cada vez hay más nacimientos de animales de una especie diferente al del doncel, pero por lo normal sigue siendo más normal que si el doncel es de una especie la mayoría de los bebes sean de esa misma especie.

En ese momento acabó la clase por lo que no se pudo hacer una ronda de preguntas sobre el tema, en esos momentos los niños solo pensaban en toda la información que les habían dado en ese momento, era bastante a decir verdad y seguían un poco aturdidos por ello, pero a medida que iban repasando la información en su mente se iba formando una idea más clara. Ahora ya tenían una idea sobre como tendrían hijos y como saldrían estos, según lo que les había contado el profesor. Con estos pensamientos en la cabeza salieron de la escuela para regresar a sus hogares junto a sus padres que ya los esperaban en la puerta de la escuela.

—Tsuki —le llamó un pequeño lince a este— ¿ya hablaste con tu hermano?

—Aún no le he visto, él no vive en casa y no lo vemos a menudo.

—Joo… —Manko se puso triste ante eso pero solo se despidió— hasta mañana.

Dicho esto Tsuki y Yume se fueron con sus respectivos padres para ir a casa juntos. Tsuki no le había respondido a Manko no veía el porqué pero después de darle un vistazo al vuelo del pájaro amarillo decidió que hablaría con su hermano lo antes posible, al igual que intentaría volver a hablar con su pajarito, no habían hablado más des de ese momento, aunque se habían lanzado miraditas durante los descansos y este le había dedicado alguna sonrisa y algún sonrojo cuando él le correspondía a sus sonrisas.

 

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Al día siguiente Tsuki decidió dar el paso, así que se acercó al pájaro amarillo que en esos momentos estaba con su hermano rojo y le pidió si quería ir a comer con él. Este aceptó feliz de la vida y cogió su comida para ir juntos a un lugar apartado. Lugar donde Tsuki se sentía más cómodo ya que no había tanta gente. Anzu se sentó al lado de su amado lince, para que mentir, sentía algo por él que no era capaz de explicar, y se sentía enormemente feliz porque este le había invitado a ir con él, aunque ahora no sabían muy bien que decirse.

—Tsuki —llamó el hermoso pajarito a su futuro seme— ¿tú crees que nos llevemos bien?

—Sí, ¿Por qué no debería?

—Bueno, como hemos hablado poco…

—Pero lo poco que hemos hablado ha ido bien, ¿no?

—Sí —dijo el otro sonrojado— entonces, ¿crees que en un futuro podríamos ser pareja?

—Claro, no le veo el problema —dijo acariciando nuevamente la cabeza de Anzu, el cual estaba un poco sorprendido por esa muestra de cariño— tengo ganas de besarte —añadió este de repente haciendo sonrojar más al pobre pájaro amarillo— ¿Puedo?

—Es algo pronto, ¿no?

—Quizás tengas razón… aunque tengo ganas de besarte des de que te caíste encima de mí.

—¿En serio? —preguntó este algo feliz.

—Sí, incluso antes de saber tu nombre.

—Gracias —dicho esto Anzu le dio un beso en la mejilla a Tsuki, consiguiendo una sonrisa por parte de este.

 

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Por otro lado un pájaro rojo se había quedado solo en el aula, cierto lince se lo había robado a media conversación, ¿Quién se creía? Pero su hermano se había ido feliz con él así que no tuvo más remedio que quedarse allí sentado en su silla solo. En eso un pandita aprovechó para llegar junto a él, ya se había recuperado del susto que su futuro seme le había dado y quería intentarlo de nuevo, esta vez sin lamidas de por medio.

—Hola, Anbu —le dijo tímidamente Aza esperando no ser una molestia para el pájaro.

—Hola Aza, ¿Qué tal? —preguntó calmándose nuevamente al ver panda junto a él.

—Bien, ¿Y tú? —respondió este con una sonrisa, feliz por la pregunta de Anbu.

—Bueno, esto… lo del otro día… —empezó a decir aunque no sabía cómo seguir quería disculparse pero su orgullo no se lo permitía.

—No importa, ya pasó —dijo el panda sonriendo como un bobo consiguiendo que el pájaro rojo como el fuego se quedara embobado y casi babeando— ¿Puedo comer contigo?

—Claro —respondió el otro aún atontado por esa sonrisa— Ya no estoy herido —dijo desviando la mirada un poco de ese panda que lo cambiaba solo con su presencia.

—Me alegro, ¿ya no peleas con Yume?

—Bueno, este no tiene tiempo, ya que Zuko siempre está detrás de él.

—Oh —dijo algo triste ya que parecía que el pájaro rojo echaba de menos al lince— ¿lo echas de menos? —preguntó sin poder evitarlo.

—No es eso, pero es el único con el que puedo pelear —había notado que el panda se había entristecido por algo e intentaba animarlo.

—¿Tanto te gusta pelear? —preguntó ahora el panda que no entendía muy bien el curso de la conversación.

—Bueno, es divertido.

—¿Y estar conmigo no lo es?

—Lo es a su manera —dijo este intentando que el panda sonriera, consiguiéndolo, aunque también consiguió un abrazo de regalo por la emoción— ¿Te gusto? —le preguntó al panda quien se separó del abrazo y se sonrojó mucho.

—S-sí —dijo lentamente mientras el otro lo miraba con desconfianza.

—¿Por qué? ¿Por qué es el destino?

—Bueno… y-yo… —el panda estaba más que nervioso en ese momento, le avergonzaba lo que le preguntaba el pájaro— me gusta el color rojo de tus plumas y también este carácter fuerte aunque a veces me das miedo…

—¿Te doy miedo? —preguntó aunque entendía el porqué.

—U-un poco… E-es que me gri-gritas… y me asustas —el pobre panda cada vez estaba más asustado por la conversación.

—Entiendo —debía de empezar a pensar en gritar menos en presencia de ese panda llorón.

Al ver que nuevamente parecía a punto de llorar el pájaro rojo se acercó al panda y le dio un beso suave en los labios. Este se sorprendió tanto que sus lágrimas pararon al instante y miró a Anbu como si fuera un fantasma.

—Ya no llores, ¿ok? —dijo este antes de desviar la mirada— o me enfadaré —ante eso el panda solo asintió y se quedó mirando el plato sonrojado a más no poder.

 

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Por otro lado estaba un lince intentando huir de un pez que a pesar de ser frío y serio, no se despegaba de él ni con agua caliente y estaba ya más que harto de esto. Cada día era lo mismo, des de ese día que le dijo que no quería casarse con él ese maldito pez se había pegado a él como una lapa.

—Joder, ¿quieres dejar de perseguirme? —le gritó a su futuro seme mientras este lo miraba serio.

—Deja de huir de mí —le respondió el otro.

—¿Por qué siempre tienes una respuesta para todo, espinitas?

—Tú lo pones fácil.

Aprovechó que este se había parado para acercarse un poco más a él, este se apartó pero enseguida fue acorralado por Zuko, el cual ni lento ni perezoso empezó a atacar a ese uke rebelde que le había tocado. Le dio un beso en la boca bastante apasionado, para que mentir, estaba deseoso de hacer callar esa boca tan gritona y ¿qué mejor manera que esa? Pero la cosa no terminó aquí, sino que fuera de contentarse con un simple beso, agarró al menor y lo acabó prácticamente violando en un arrebato de pasión mientras este intentaba resistirse en vano. Después de ese momento de pasión, Yume miró a Zuko con odio y le dio un golpe en donde más duele. Se sentía humillado aunque no iba a llorar, tenía su orgullo así que no iba a llorar solo porque un pez lo hubiera violado en la escuela.

—Maldito pez, ¿Cómo te has atrevido a hacerme eso? ¿Así pretendes conseguir que me case contigo? Imbécil, te odio —le gritó el lince más que enojado mientras sacaba sus garras y empezaba a arañar al pez dejándolo lleno de arañazos sangrientos— no te vuelvas a acercar jamás a mi si no quieres morir.

Después de decir eso se fue rápidamente del lugar, aunque le dolía un poco el trasero por lo que acababan de hacer podía correr. Dejó al pez dolorido en su parte íntima y en el resto del cuerpo por los arañazos recibidos, quizás se había pasado un poco con ese arrebato de pasión hacia su lince. Pero este se pasaba el día huyendo de él y eso le molestaba, no era tan frío, al fin y al cabo era solo una máscara que tenía con todo el mundo.

—Quizás debería disculparme —pensaba mientras veía como el lince se iba de allí rápidamente.

Yume al llegar al aula se encontró con que su hermano no estaba, estaba seguro que estaría con ese Sol extraño, o sea el pájaro amarillo, que siempre estaba lanzándose miraditas con su hermano, más que nada porque ese tampoco estaba en el aula. Suspiró y se sentó en su silla pensando en lo ocurrido. Zuko había sido brusco, aunque claro él había pateado y se había resistido mucho. Suponía que había agotado la paciencia de este, pero es que le ponía nervioso estar con él, y él no era así. Él tenía confianza en sí mismo, la suficiente para decidir su nombre y no avergonzarse de sí mismo ante nada, pero llegaba Zuko y le rompía ese esquema, odiaba eso. Y ahora encima le había violado. Se sonrojó al pensar en eso, admitía que los besos le gustaban y eso, pero el pez ese solo se había dedicado a perseguirlo, responder a sus gritos y a violarlo, en el día de hoy. ¿Esa era su estrategia de conquista? Le ponía triste pensar que Zuko no hacía nada más para conquistarlo que perseguirle. Bueno, sí, lo había violado. Eso no lo olvidaría nunca y estaba seguro que tampoco lo perdonaría por ello. Él no quería, aún era pronto, solo hacía un mes que había nacido aunque ya tenían la apariencia de chicos de 12 años seguían siendo pequeños para hacer esas cosas.

—Lo odio —se dijo mientras apoyaba su cabeza en la mesa, sintiéndose deprimido.

—¿A quien odias, lince de cuartas? —le preguntó una voz a sus espaldas haciendo que se pusiera en guardia.

—No te metas en pensamientos ajunos, lento.

—¡EH! Fuiste tú quien lo dijo en voz alta, cegato.

—¿Cómo que cegato? Eso lo serás tú, pájaro idiota.

—No me insultes, encima que me preocupo por ti.

—¿Y quien dice que lo necesito, pájaro lento? —le gritó notando que su ánimo mejoraba con esa pelea, mentalmente se lo agradeció a Anbu pero no lo diría en voz alta.

—Te veías deprimido —dijo este en ese momento— encima que vengo a animarte.

—No mientas, solo viniste a buscar pelea para joderme.

—Bueno, eso también, pero ¿qué mejor que molestar a un lince idiota como tú, para finalizar bien un recreo?

—Vete a la mierda, pájaro con vértigo.

—No tengo vértigo, eso te lo estas inventando —le gritó ahora Anbu lanzándose sobre Yume para empezar una nueva pelea a ostias, cuando este último se quejó por el dolor en su cuerpo y dejó escapar una lágrima—Eh, que aún no te he tocado —se quejó el pájaro rojo.

—Dejemos la pelea para otro día —dijo al fin Yume.

—Ah, claro, el señorito ahora se nos volvió débil y ya no quiere pelear, ¿tienes miedo de perder?

—¿Que dijiste? ¿Perder yo contra ti? Más quisieras pájaro de cuarta.

—Eso debería de decirlo yo, lince sin garras.

—¿Quieres probar si tengo garras o no? —dijo este ofendido a más no poder por ese insulto— tengo las garras más afiladas de la clase.

—Oh, claro, porque tu lo digas ¿no? Que egocéntrico nos has salido…

—Vete a la mierda, no estoy de humor.

—Yume —escuchó decir a la voz que menos quería oír en esos momentos— ¿Podemos hablar?

—No tengo nada de qué hablar contigo, violador —le dijo olvidando que estaba peleando con Anbu.

El pájaro rojo frunció el ceño ante esa acusación del lince hacia el pez que había ido a hablar con Yume mientras discutían. Así que era eso lo que le había pasado al lince y por eso había renunciado a una pelea, podía entenderlo pero de todos modos miró mal a ese pez, ¿Cómo se atrevía a violarlo? No tenía ningún derecho aunque fuera su pareja predestinada. Yume desvió la mirada después de decir eso. Así que Anbu cogió a Yume y se lo llevó lejos del pez el cual al ver como el pájaro se llevaba a su uke de la mano un aura negra empezó a rodearlo.

—¿Donde me llevas Anbu? —preguntó Yume un poco aturdido por lo que pasaba.

—¿Era eso lo que te pasaba? —preguntó el pájaro, sin responder a la pregunta de Yume— Por eso hiciste esa queja de dolor antes cuando íbamos a pelear y renunciaste…

El lince bajó la mirada unos momentos, no quería reconocerlo pero tampoco iba a mentirle a su amigo, porque lo consideraba un amigo, después de la primera pelea había sido consciente que Anbu podría llegar a ser su único amigo y después de ese mes ya se consideraban amigos y compañeros de pelea. Por eso ambos se preocupaban por el otro, y en ese momento Anbu estaba preocupado por el lince. Al final Yume asintió levemente haciendo que una oleada de rabia invadiera el cuerpo de Anbu.

—Voy a matar a ese pez —dijo en voz baja asustando un poco a Yume.

—Yo ya lo herí suficiente —respondió pensando en que quizás su amigo sería capaz de matarlo de verdad.

—Pero él no tiene derecho a hacerlo, aunque vaya a ser tu pareja predestinada esto es abuso.

—Bu-bueno… pero… tampoco fue tan bruto, solo que yo me resistí…

—Si te resistes aunque lo haga de manera tierna es abuso igual, idiota.

Yume no sabía que decir, estaba enfadado con Zuko y no le quería ver pero tampoco quería que Anbu lo matara. Tenía sentimientos contradictorios. Estaba indeciso sobre qué era lo que sentía, en el fondo sabía que Zuko se había contenido y había intentado que él lo disfrutara y tampoco le había disgustado pero le daba vergüenza decir eso.

—Esto… no lo mates.

—Yume, ¿Estás bien? No pareces tú… —le dijo Anbu mirándolo unos momentos pensando en si matar al pez ese o no.

—Sí, solo me duele un poco pero se me pasará, solo no lo mates.

—No lo mataré pero ¿le puedo zurrar, al menos? —Yume lo pensó un poco y asintió, era mejor una paliza que una muerte.

—Pero no te pases, tampoco.

 

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En el aula en esos momentos había un momento tenso que hasta había hecho callar al pájaro verde que hablaba sin parar con el otro pez de la clase que solo escuchaba tranquilamente lo que este le decía, aunque a veces se ruborizaba por algún comentario del Anju. Kuzo miró unos momentos a su hermano que parecía herido de guerra.

—¿Zuko? —preguntó simplemente.

—No pasó nada, peleas de pareja —respondió este enfadado por como ese pájaro rojo le había robado a su lince.

—Pues vaya pelea, te dejó hecho polvo —dijo tranquilamente el pájaro verde recibiendo una mirada no muy linda por parte del pez— uau, ahora ya no pareces tan frío…

—Cállate, pajarraco, la culpa es de tu hermano.

—Bueno, pues habla con él —respondió este como si nada— aunque quisiera saber porque te llamó violador Yume —al recibir una sonrisa algo arrogante entendió— Oh… entiendo, suerte entonces.

Los demás solo miraban algo sorprendidos y asustados la escena, todos menos un pequeño panda que estaba mirando triste hacia donde se había ido su pájaro rojo de la mano de un lince, que para él era su enemigo en el amor de Anbu.

—Suerte es lo que necesitará por abusón —dijo el pájaro rojo apareciendo de nuevo antes de lanzarse sobre el pez para darle una pequeña paliza como le había prometido a su amigo— ¿Cómo se te ocurrió violar a Yume, capullo?

—Tú no te metas, son cosas a resolver entre Yume y yo —respondió este respondiendo a la pelea, no iba a dejarse pegar tan fácilmente.

El lince miraba la escena un poco asustado, él no quería que las cosas fueran así, bueno, cierto era que se había enfadado porque Zuko solo había pensado en satisfacerse con él y nada más pero tampoco esperaba que hubiera una pelea en la clase por culpa de eso. La pelea siguió hasta que llegó el profesor y también los otros compañeros que faltaban en el aula, como lo eran Tsuki y Anzu que aun estaban en su lugar apartado.

—Chicos, empieza la clase.

Al escuchar eso todos se sentaron en su lugar aunque Zuko y Anbu seguían mirándose mal des de sus respectivos asientos, para su desgracia Yume tenía su asiento en medio de esos dos y se sentía muy incómodo. Quería hacer algo para poder cambiar ese ambiente entre los dos pero en esos momentos no se le acudía nada. Al final solo le escribió una nota a su amigo para ver si así se calmaba un poco. Suspiró y rezó para que eso funcionara.

 

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Al día siguiente todo estuvo un poco tenso pero a la hora del recreo cada cual se fue por su lado, Yume se fue con su hermano para evitar estar con Anbu y Zuko, y se alejaron del aula. Tsuki se sorprendió un poco ya que él no estaba enterado de lo que había pasado el día anterior. Yume no había querido decirle para que no se uniera también a la pelea. Anbu se fue con Anzu a comer juntos y Zuko simplemente se fue con los otros peces a meter la cabeza en la pecera. Aza no sabía qué hacer, así que simplemente se puso a ver como los pandas jugaban a las palmas y se unió al grupo en cuanto le invitaron. Manko comía sin más, aún no había recibido noticias de Meki pero por el momento tenía la impresión de que no era buen momento para preguntar.

Anju por su parte se acercó como siempre a Kuzo, se podía decir que eran la pareja más unida ya que el pájaro verde se acercaba a su pececito cada vez que tenía una oportunidad. Este no se quejaba solo escuchaba lo que le decía Anju, no tenía nada mejor que hacer en esos momentos.

—Creo que nuestros hermanos tienen un problema entre ellos.

—Zuko se deja llevar demasiado por la pasión.

—¿Y tú?

—No.

—¿Ni para darme un besito? —preguntó feliz al recibir un sonrojo por parte del pez— ¿puedo dártelo yo a ti, si tú no quieres dármelo a mí? —este asintió, y el pájaro verde se acercó más a él para darle un leve beso en los labios, fue muy tierno y corto— ¿Qué te pareció? —le preguntó el pájaro verde con una sonrisa.

—Estuvo bien.

—Entonces, ¿Crees que tu hermano abuso del pequeño lince? —le preguntó feliz por lo del beso y volviendo al tema inicial.

—Es probable.

—Y mi hermano se enojó, al fin y al cabo quiere mucho a Yume —explicó Anju— tienen un carácter muy parecido, ambos son orgullosos, peleones y no tienen vergüenza de gritar delante de todos, son el uno para el otro —rió el pájaro sin saber que un pequeño panda estaba cerca escuchando la conversación— Anbu dijo que Zuko y Yume son una pareja predestinada, no entiendo porque Zuko violó a Yume en vez de esperar.

—Yume siempre se resiste y prefiere estar con Anbu, supongo que se puso celoso o algo.

—Uau, es la primera vez que hablas tanto de una tirada —exclamó feliz el pájaro verde mientras lo abrazaba— será el amor de hermano.

—No, es algo obvio.

—Ah, puede ser que sí, pero creo que mi hermano ya tiene a su pareja predestinada, he notado que cambia radicalmente cuando Aza está cerca de él.

—Se calma.

—Exacto, creo que es el amor, al igual que tu por amor me diriges la palabra, cuando normalmente no dices nada a nadie que no sea de tu familia. Estoy feliz de que me hables, aunque claro, si soy tu novio es lo lógico.

—Supongo —respondió sonrojado el pobre pez mientras el pájaro verde le miraba sonriendo de lo más feliz.

—Espero que al final tu hermano y Yume hablen bien y hagan las paces y que Anbu no se porte mal con el tierno de Aza.

—¿Y Anzu?

—Él está bien, va haciendo pequeños avances con Tsuki, creo yo, ayer comieron juntos y regresó feliz.

—Oh.

—Claro nunca habló de él pero es que es muy calmado y al parecer no tiene muchos problemas, ¿estabas preocupado por él? ¡¡Que tierno!! —gritó antes de volver a abrazarlo, consiguiendo un nuevo sonrojo en las mejillas del pobre pez— te amo —dicho esto el pez tembló un poco dentro del abrazo pero asintió en señal de que él pensaba lo mismo.

 

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Tsuki y Yume estaban un poco alejados del lugar de clases, normalmente Tsuki se iba solo pero ya llevaba dos días en compañía, el día anterior con su Sol y ese día con su hermano. Frunció el ceño ya que este estaba muy callado, la verdad era que llevaba raro des del día anterior y eso le estaba empezando a preocupar un poco.

—Yume, ¿Qué te pasa?

—Nada —respondió este rápidamente haciendo que el otro desconfiara.

—No me mientas.

—No miento, no me pasa nada…

—Oh, por favor, des de ayer en clase hay una atmosfera rarísima.

—Bueno, ayer peleamos.

—Pero es normal.

—No, también Zuko, nos peleamos los tres.

—¿Zuko? ¿Por qué? —preguntó ahora un poco sorprendido Tsuki.

—Será gilipollas, nos peleamos porque él abusó de su pasión.

—¿Abusó?

—Sí, él… me forzó ayer… y Anbu le zurró.

—¿Te forzó? ¿Te violó? —preguntó ahora entre sorprendido y enojado Tsuki, viendo como su hermano asentía— des de hoy no voy a dejar que te acerques a él.

—Por eso estoy aquí…

—¿Por qué no me lo dijiste?

—Porque no quería que te metieras a la pelea, yo y Anbu ya pegamos lo suficiente a Zuko.

Tsuki no dijo nada al respeto pero acarició la cabeza a su hermano como lo había hecho con su Sol. Realmente era la única manera que tenía él de ser cariñoso así que era lo único que sabía hacer para consolar a alguien, aunque ahora que sabía eso, no iba a zurrar a Zuko pero le iba a conseguir un orden de alejamiento.

—¿Cómo te encuentras?

—Bien, ya no me duele, fue suave…

Eso calmó un poco a su hermano pero seguía sin estar contento con la situación así que si Zuko se acercaba más de lo necesario a su hermano lo iba a echar a patadas.

—¿Y tú que tal con el pájaro amarillo? —preguntó para cambiar de tema.

—Bien, Anzu es muy tranquilo y me deja mi espacio cuando está conmigo.

—Esto está bien.

Dicho esto la conversación se acabó y se quedaron ambos callados. Sin nada más que decir. Cada uno se metió en sus pensamientos.

 

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Pasaron unos meses y el ambiente se había calmado, en ese tiempo Zuko no había podido acercarse a Yume, ya que Tsuki y Anbu siempre estaban allí con él y no le dejaban solo ni un momento mientras estaban en clase. Fuera de la escuela no se veían ya que cada cual vivía en una zona de la ciudad diferente. Los pájaros en la montaña, los linces en el interior de la ciudad y los peces cerca del río que estaba cerca por la periferia de la ciudad. Así que mientras cuidaran a Yume durante la escuela el resto del tiempo este podía hacer lo que quisiera. El único problema que tenían era que Zuko se sentaba al lado de Yume y eso no se podía evitar. El pez aprovechaba eso para mandarle cartas al lince pidiéndole disculpas y prometiendo que no iba a pasar más, que lo perdonara, que había sido un idiota y que ahora lo haría bien. Yume no estaba seguro de si aceptar sus disculpas o no.

“A la próxima espera a que yo te dé permiso”

Le mandó ese mensaje al pez que estaba a su lado mientras se sonrojaba por lo que escribía. Anbu veía eso con cara de enojo, no se fiaba de ese pez, así que le mandó un mensaje a Yume diciéndole lo que pensaba.

“¿Qué haces? ¿Lo estas perdonando? ¿Y si lo vuelve a hacer?”

Pero Yume en esos momentos, quería intentarlo, se sentía mal por estar evitando de ese modo a Zuko. Él ya lo había perdonado, lo había hecho con cuidado a pesar de hacerlo contra su voluntad así que quizás si le amaba en el fondo, quería darle una nueva y última oportunidad.

“Todo el mundo merece una segunda oportunidad, si lo vuelve a hacer puedes matarlo”

Ante esa respuesta el pájaro rojo se calmó e hizo una sonrisa malévola, si ese maldito pez se atrevía a tocar a Yume de nuevo podría matarlo, eso le daba un poco de confianza en que el pez no se atrevería, pero de todos modos le molestaba que Yume se arriesgara a eso. No dijo nada más por el momento pero miró de reojo a su amigo. De pronto sintió una leve mirada hacia él y al girarse vio a Aza, le sonrió y este giró su rostro sonrojado rápidamente. Se sentaba a primera fila y no quería que el profesor lo regañara. Anbu pensó que no sería mala idea prestarle más atención a Aza, ya que había estado muy distraído protegiendo a Yume y lo había dejado olvidado. Escribió un mensaje para Aza y se lo lanzó a la cabeza. Este se giró y después de ver a su alrededor, cogió la goma con la mano y se fue a coger el papel.

—Aza, ¿Qué haces?

—Perdón, se me cayó la goma —dijo con una risita nerviosa mientras la mostraba.

—Siéntate de nuevo a la silla —le respondió este simplemente antes de volver a mirar a la pizarra.

Aza cogió el papel y lo leyó. Se sonrojó un poco y después miró al pájaro rojo y asintió con la cabeza. Esperó a que acabaran las clases antes del descanso y cuando Anbu se le acercó se puso un poco nervioso. Se levantó con su comida, que era abundante como siempre, y siguió al pájaro hasta un lugar apartado.

—Hola Aza, ¿Qué tal?

—Bien, un poco nervioso.

—Hace tiempo que no hablamos.

—Sí —el pobre pandita bajó la cabeza algo triste, no había estado con él porque estaba con otro— estabas con Yume —eso para Anbu fue como una puñalada en su corazón, tanto por las palabras como por el tono triste y de reproche.

—Bueno, es que si no Zuko se habría aprovechado de él de nuevo… y…

—¿Amas a Yume? —preguntó Aza temeroso de la respuesta.

—No, solo es un amigo —aclaró el pájaro que se sentía algo culpable por hacerle creer eso a ese pandita que le había robado el corazón— Y-yo —no era momento para avergonzarse, él no era así, por lo que suspiró y cogió el mentón del panda sonrojándolo en el proceso— yo te amo a ti, Aza.

Dicho esto aprovechó la confusión del menor para darle un beso en los labios antes de que este dijera algo. Aza solo se quedó quieto unos segundos antes de cerrar sus ojos y corresponder como pudo, estaba feliz de escuchar eso, había pensado que a su Fuego le gustaba el lince gritón. Pero al parecer lo amaba a él. Se separaron por la falta de aire y Anbu le sonrió arrogantemente haciendo que el panda mirara hacia otro lado.

—Yo también t-te amo —respondió avergonzado pero feliz.

De repente se escuchó un gruñido por parte del estómago del panda y Anbu rió mientras este se avergonzaba más si se podía.

—Pe-perdón, e-es que ya hace una hora que n-no como nada… —dijo como si con esa explicación quedara todo resuelto.

Anbu asintió, conocía el hambre y la pasión por la comida que tenía su amado panda así que sin decir nada más ambos se pusieron a comer en silencio disfrutando de la compañía, aunque Anbu estaba pensando en atacar a su panda en cuanto este acabara de comer, estuviera lleno y satisfecho también se satisfaría a él mismo comiendo otra cosa que no era su propia comida. Sonrió por sus ideas mientras Aza solo comía ajeno a los pensamientos de su, ahora, novio.

 

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Tsuki había notado que su hermano se había ido directamente hacia Zuko para hablar con él, eso no le gustó pero cuando se iba a acercar su hermano negó con la cabeza mientras le miraba, al ver eso se enfadó. Anzu aprovechó el momento y se acercó a Tsuki para animarlo, en esos días casi no habían hablado por culpa de que el lince estaba todo el tiempo protegiendo a su hermano, él respetaba eso pero quería un poco de la atención de su futuro novio. Tsuki al verlo sonrió un poco y cuando le dijo de ir juntos a comer, miró a su hermano y acabó aceptando.

—¿Cómo estás? —preguntó Anzu preocupado por la mirada de Tsuki.

—Me preocupa que Zuko le haga daño de nuevo a Yume.

—¿Y yo te preocupo?

—¿Eh? Claro, ¿Por qué lo preguntas?

—Es que solo estás pensando en tu hermano. Yo respeto eso pero, me siento un poco sólo, y ahora que al fin estamos juntos pues… me gustaría que realmente estemos juntos.

—Perdona —se disculpó Tsuki que entendía que tampoco era necesario perder el tiempo que pasaba con Anzu, Yume había decidido él solo que quería estar con Zuko en este momento.

—¿Y bien? —preguntó el pájaro amarillo.

—Lo siento, por no prestarte atención en estos días —dijo Tsuki— ahora voy a estar solo por ti, ¿te parece? Mi hermano decidió estar con Zuko así que voy aprovechar que tengo tiempo para ser solo tuyo —Anzu sonrió mientras se sonrojaba.

—Hacía ya meses que no comíamos juntos, en realidad lo echaba de menos, mi hermano también ha estado protegiendo a Yume todo el tiempo.

—Sí, fue de gran ayuda, así pude hablar un poco contigo en algunos momentos sin dejar solo a mi hermano.

—En pocos momentos.

—Sí, realmente fueron pocos.

—Me alegra ver que ya hablas más.

—No es que sea callado realmente, pero me gusta la tranquilidad.

—Entonces podemos estar callados —dijo Anzu mientras se apoyaba en el hombro de su lince.

—No es necesario, contigo me siento tranquilo estando así. Conversando con calma.

Anzu sonrió al escuchar eso y notó como la mano de Tsuki le acariciaba la cabeza, le miró unos momentos mientras sonreía y se acercó al lince para darle un beso en los labios, fue un roce tierno y corto, un primer beso simplemente. Un primer beso que hizo que Tsuki quisiera un segundo. Se acercó a su Sol y le empezó a besar primero tiernamente para ir haciendo ese beso algo más pasional que antes. Anzu no se quejó ni se negó a ello, así que se pasaron el resto del descanso besándose mientras se cogían de la mano.

—Te amo —le dijo Anzu después de tantos besos.

—Yo también a ti, mi Sol —con esto consiguió que el pajarito se sonrojara.

 

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Al acabar la clase Yume se había acercado a Zuko para hablar con él, le había perdonado y ahora solo quería arreglar las cosas y hablarlas, ya llevaban mucho tiempo sin decirse nada, y realmente para que mentir, echaba de menos el acoso por parte de Zuko. Suspiró al pensar en eso mientras se sonrojaba.

—Vamos a hablar en privado —le dijo un poco en alerta mientras su pez asentía con la cabeza.

Ambos se fueron a otro lugar algo lejano de allí porque no querían que si gritaban se escuchara. Al llegar allí Yume puso cara de enojo y los brazos en jarra, quería intimidar un poco a su seme, no le gustaba que lo tomaran por alguien débil y maleable.

—No vuelvas a violarme o te juro que morirás.

—Lo prometo, esperaré a que me des permiso pero tu promete que no huirás más de mi.

—Bueno, no huiré más —dijo el otro sonrojado a más no poder— y… ahora tienes… mi permiso…

Escuchar eso sorprendió a Zuko pero aceptó. Se acercó a su novio, porque para él después de eso ya lo eran, y lo empezó a preparar para hacerle el amor a su uke. Llevaba meses esperando poder hablar con él pero al parecer el chico quería algo más, quizás estaba en celo o algo, no sería tan raro siendo que era un gato grande. Este empezó a gemir ante el tacto de su novio, sí para él con eso también había quedado claro que eran pareja. Era una declaración rara pero a ellos les valía.

—Yume, sabes que ahora ya no tienes escapatoria, ¿verdad?

—Yo puedo escapar siempre que quiera —dijo arrogante— pero, es muy problemático —añadió después queriendo decir que no iba a hacerlo— aparte ahora ya tengo un pez, no necesito más peces.

—Eso está bien, tienes que conformarte con tu pez.

—Supongo que no me queda de otra.

—No —le respondió el otro antes de darle un beso a su lince tsundere.

Al notar el beso primero se dejó llevar pero después cuando se le pasó el efecto del beso lo golpeó en la cabeza haciendo que Zuko se quejara.

—I-Imbécil… No te d-di permiso… pa-para eso… —le gritó levantándose de encima de su pez para irse de allí con algo de dolor.

Zuko lo siguió rápidamente viendo como caminaba un poco cojo por el dolor y después miró la dirección que estaba tomando el chico, estaba yendo al aula. Suspiró. No tenía derecho siquiera a cogerle de la mano si el lince no se lo pedía, que triste vida.

Al llegar al aula todos y ver como Yume cojeaba ambos semes se giraron para ver de forma matadora a Zuko, quien tragó saliva al notar eso. Bueno el mismo se lo había buscado al haber violado al lince la primera vez pero en serio que en esos momentos no había hecho nada malo. Miró a su uke quien se acercó a los dos chicos.

—¡¡Maldito!! Te aprovechaste de él nuevamente —gritó Anbu a punto de saltar a matarlo.

—Te mataré, desgraciado —amenazó el otros lince, hermano de Yume.

—E-esto… chicos… e-esta vez no fu-fue así —dijo tartamudeando mucho.

—¿En verdad? —este asintió con la cabeza más sonrojado aún.

—Es cierto —afirmó Zuko— él me dio permiso y ahora somos novios.

Ante esa afirmación Yume se sonrojó más si se podía y sacó sus garras para arañar al pez en toda su cara. ¿Cómo podía decir cosas así con ese descaro? No podía saberlo pero a él le avergonzaba mucho así que enfadado se fue a sentar.

—Yu-Yume —le llamó su novio— ¿Qué fue lo que hice?

—Hablar de más, imbécil.

Después de eso Zuko se sentó al lado de su novio y lo miró resignado de tener que vivir con alguien así. La verdad es que le había tocado un uke bastante tímido y agresivo, pero también era muy lindo y algo pervertido. No, tampoco se iba a quejar, ya que ese toque agresivo en su novio le gustaba, aunque no los golpes que recibía.

FIN

Notas finales:

¡¡Hasta aquí esta historia larguísima!! Por dios, no puedo entender cómo se alargó tanto, xd y se quedó aquí porque la acabé porque tenía más cosas que podía explicar. Solo que no quería pasarme de largo, aunque ya lo hice.

Perdón, amor, en serio, me alargué mucho, no sé si realmente vas a leerte la historia pero espero que si lo haces te guste y me digas algo, es tu regalo de cumpleaños, xd Realmente hablamos muy poco últimamente, y sé que no te he dejado mensajes pero no me he olvidado de ti… Realmente, debo admitir que la vida es un poco solitaria sin tus mensajes pero bueno, no me quejo, yo estaré cuando puedas y quieras hablar conmigo, así que no te olvides tu de mí, ¿eh?

¡¡¡¡¡¡¡FELICIDADES!!!!!!!!

Te amo, mi bebé

 

PD: quiero hacer una version más larga de este fic, aunque ya es muy larga, así que quizás en algun momento cuelgue un long-fic sobre estos personajes, xd


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