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¡Feliz cumpleaños, Aomine Ryō! por Winter Says

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Notas del fanfic:

Kuroko no Basket no me pertenece, todos los créditos a su creador Tadatoshi Fujimaki.

Notas del capitulo:

¡PAREN TODO! ¿Yo? ¿Subiendo algo puntualmente en el cumpleaños de un personaje? ¡Definitivamente se acabará el mundo! (Claro, subo esto de forma puntual y ni siquiera actualizo mis otros fics... -Llora-)

¡En fin! ¡Dos horas y media de continua escritura dieron fruto a esta cosa, que espero les guste! ºuº) En serio, espero que les guste como a mí, me duelen las muñecas de tanto escribir con las manos al aire :'v 

Y, nuevamente, ¡Feliz cumpleaños mi adorado honguito!

El cansador día de trabajo, por fin, había terminado. Aún no entendía cómo había sido convencido, pero trabajaba en la misma agencia de modelos que Midorima Ryota; y, por supuesto, su amado esposo no estaba del todo feliz con éste acontecimiento.
En palabras del moreno: “El único que puede verte en poses sexys, soy yo”. Pero claro, aquella gastada frase había sido campalmente ignorada por el rubio, arrastrando al castaño al mundo del modelaje. Aquello, obviamente, había sido del total desagrado del peliazul, pues por eso SU hongo acaparaba toda la atención cuando salían a alguna cita o con sus hijos.

El pequeño Akira incluso lo decía, imitando a su querido padre, cada vez que el castaño pasaba a recogerlo a la guardería: “¡Mamá siempre está acaparando la atención! La gente siempre anda diciendo “¡Whoa, pero si es ese súper modelo!” o “¡Mira, es súper lindo!” Kuroko-san ya me dijo que no dijo que no debo sentir celos, ¡Pero no puedo! ¡El único que le puede decir a mamá que es lindo soy yo!”. Aquel niño no tenía pelos en la lengua al hablar, menos cuando se trataba de un tema tan serio como lo era su madre, a pesar de tener sólo cinco años.

Y su adorada y tierna Noemi, la luz de sus ojos, su adoración, la niña que más ama en el mundo… ¿Ya quedó claro? En fin, la pequeña Noemi también lo decía: “¿Por qué todas esas personas miran a mamá? ¿Es malo que mamá salga en revistas? ¿Le van a hacer algo malo a mamá? ¡No quiero! ¡Todas esas malas personas deberían dejar de mirar a mamá, la única que puede mirarla tanto tiempo soy yo!” Al parecer, sus hijos habían sacado la actitud de su esposo. Y esa niña, Dios, si era así con tres años, no la imaginaba siendo una adolescente.

Pero, a pesar de los múltiples inconvenientes dados por su carrera, su familia le amaba y él los amaba a ellos. Nunca dejaría de amarlos, no cuando eran la luz de sus ojos, cuando eran la cálida familia feliz que siempre había deseado. Suspiró, en medio de una sonrisa risueña, definitivamente les adoraba; tanto que, si algún día ellos llegaran a desaparecer, él desaparecería con ellos. Aomine siempre le regañaba por esos pensamientos, pero aun así podía notar una sutil sonrisa en los labios del moreno.

Acomodó la manga de la camisa manga larga color mostaza que llevaba puesta en ese momento, había sido mala idea ponerse un color cálido con el calor del verano azotándole la espalda. Tragó saliva, pues en realidad no le agradaba la idea de tomar el tren para llegar a casa, pues el calor sería fatal (siendo la hora en que todos salían del trabajo), además de que, si no viajaba con el moreno cuidándole, solía pasarla bastante mal.

El camino a casa caminando sería algo largo.

~*~

Cuando llegó, por fin, a su dulce hogar, se encontró con la sorpresa de que éste estaba vacío. Alzó una ceja, con algo de miedo en su interior, mientras se acercaba de forma sumamente trémula al pequeño trozo de papel que estaba reposando en la mesita de la entrada principal. Tomó la nota entre sus dedos, leyendo el kanji escrito en ésta y decidiendo que ya podía respirar de forma calmada.

Ryō, ven al Centro Cívico Bunkyo, estoy acá con los niños. Te tenemos una sorpresa enorme, ¡Y más te vale no faltar! Que llevamos planeando esto por mucho tiempo.
Y si faltas, sabes con suma claridad cómo te castigaré.

En fin, te estaré esperando con Akira y Noemi, ¡No vayas a romper las infantiles esperanzas de los niños!

-Daiki

El pequeño hongo dejó escapar una sonora exhalación, al saber con exactitud dónde se encontraba su adorada familia. Pero, antes de ir allá, se cambiaría esa maldita camisa color mostaza; era el infierno ahí adentro.

Y, además, quería estar bien presentado para ver a su esposo. Y a sus hijos, claro, pero también a su esposo.

~*~

Estaba pasando ya a través de los jardines Koishikawa Korakuen, cuando fue sorprendido al verse siendo sostenido por atrás. Cuando estaba dispuesto a gritar, una enorme mano tapó su boca, para después ser cargado como un costal de papas sobre el hombro de un hombre gigantesco; estaba preparándose para gritar por auxilio, pero al notar unos largos cabellos morados acariciar su rostro se sintió extrañado, ¿Por qué Murasakibara le estaba cargando? Además, ¿Por qué detrás de él estaba Midorima, con gafas de sol, cargando en brazos a un dormido Jinn? No entendía absolutamente nada.

Suspiró, no tenía sentido exigirles respuesta, sabía que no le dirían nada. En su lugar extendió su brazo, pidiendo acariciar los cabellos amarillos del pequeño, cosa que el peliverde no le negó; siempre adoraría a los hijos de la Generación Milagrosa, junto a los suyos, las múltiples personalidades de los pequeños le alegraban el corazón. Kuroko tenía tanta maldita suerte, podía verlos a todos cada día de la semana, por seis horas. Envidiaba horriblemente al peliazul.

Sintió que el gigante que le cargaba se detenía, sólo para dejarle en el suelo y en su lugar cargar al pequeño pelinegro que corría presuroso a sus brazos.

-¡Papá, te extrañé! ¡Mami tenía que cuidar Noemi mientras Aomine-san volvía, así que me quedé solito porque no estaba Jinn! –El castaño se puso alerta al escuchar el nombramiento de su esposo, acercándose de inmediato al niño con orbes violáceos-

-D-Disculpa, Yuu-kun… ¿Sabes dónde está Daiki-san?

-¡Aomine-san fue a comprar el regalo para Aomine-san! –El pelivioleta de inmediato colocó su dedo índice en los labios de su hijo, acallándole de forma cariñosa-

-Yuu-chin, recuerda lo que dijo Mine-chin, es un secreto. Además, sabes que Rinnosuke no nos preparará pastel de mora. Shhh –Luego, llevó el dedo que había mantenido en los labios del niño a los suyos, haciendo una señal de que debía ser secreto. El pequeño imitó la acción de su padre-

-D-Disculpen… Este, pero, ¿Qué está pasando?

-Se-cre-to –Susurraron ambos Murasakibara, con tono divertido. A Ryō le sudó la frente por esto-

-Paren ya con todo esto, despertarán a Jinn con tanto cuchicheo. Mejor apresurémonos, si llegamos tarde Aomine nos matará –Aclaró Midorima, algo molesto con la situación. Al adulto más bajo del lugar le brillaron los ojos al recordar que el aclamado médico estaba ahí, pero antes de poder decir cualquier cosa éste se dirigió a él- Y no, Aomine-san, no le diré qué planea el idiota que tiene por esposo.

El poseedor de los orbes achocolatados sólo hizo un mohín, molesto. En parte por no recibir la información que quería, y en parte por el insulto con el que el peliverde se había dirigido a su esposo. Cruzó los brazos sobre su pecho y simplemente siguió a los dos titanes, aunque los comentarios ocasionales del pequeño Yuu le divertían; tendría el doble de diversión si Jinn estuviera despierto, el pequeño tenía la misma actitud alegre y animada que su rubio compañero de trabajo.

Miró al brillante mar azul que se alzaba sobre sus brazos, evocando el recuerdo del día en que se había confesado al moreno. Fue justo un día así, en un soleado día de verano, exactamente el día de su… cumpleaños.
Abrió sus ojos con desmesura, con tanto trabajo acumulado había olvidado por completo su cumpleaños. ¿Y ahora? ¿Qué demonios hacía? Había arruinado por completo la sorpresa… ¿Cierto?

-¡Lo siento mucho! –Exclamó, con ojos llorosos, haciendo una reverencia a los dos hombres que le miraban extrañados-

-¿Ah?

-¡Lo siento de verdad! ¡No lo sabía, lo siento! ¡En verdad lo siento! ¡Arruiné por completo la sorpresa, no merezco vivir! ¡Lo siento, en verdad, lo siento! –Continuaba profesando, con envidiable velocidad, las múltiples disculpas que comenzaban a incomodar a los dos más altos del lugar. Midorima fue el primero en acercarse al castaño, incómodo, mientras ponía una mano en el hombro del más bajo-

-O-Oye, ya, cálmate. No has arruinado nada, ni siquiera sabes qué va a hacer Aomine.

-P-Pero… recordé que hoy era mi cumpleaños y, quizá, ustedes querían hacerme una fiesta sorpresa y yo…

-Te digo que te calmes. Sabes que ese idiota no haría algo tan simple, además, Akira y Noemi le ayudaron a planearlo. No saques conclusiones precipitadas, puedes llegar a sorprenderte con lo que ese idiota puede llegar a hacer.

Ryō suspiró con calma, esbozando una sonrisa de total comprensión. Midorima tenía razón, hasta ese momento, aun después de cinco años de casados, Aomine no dejaba de sorprenderlo. Asintió ante las palabras del doctor, volviendo a seguir a ambos gigantes.

~*~

-¡Llegan tarde! –Espetó, furioso, acercándose a sus dos ex compañeros; pero toda molestia se vio disuelta al ver la silueta temblorosa de su esposo, escondida tras el enorme cuerpo de Murasakibara- Hey, Ryō –Le llamó, con una sonrisa ladina, haciendo que de inmediato el más bajo se acercara al peliazul. Éste, al verlo a su alcance, le plantó un corto y dulce beso sobre los labios del de menor estatura- ¿Has llegado bien? ¿Estos brutos no te hicieron nada?

-¡Hey! –Claro, ambos mencionados no evitaron sentirse ofendidos ante el despectivo comentario, pero fueron ignorados olímpicamente por el moreno-

-S-Sí, no te preocupes, fueron bastante amables.

-Bien, síganme, los demás ya están allá.

-¿L-Los demás?

-Sí, ya sabes: Hanamiya, el enano psicópata y Ayumi; Tetsu, Kouki y mi pequeño sobrino, Ichirou; el idiota que te metió al mundo del modelaje, el esposo de Murasakibara que nunca habla y Satsuki –El peliverde y el pelimorado se quejaron ante los apodos que le habían sido dados a sus esposos, pero nuevamente fueron pasados de largo-

-Oh~ Es decir, ¿No vendrán nuestros compañeros de Tōō? –Preguntó, con una mueca sutilmente triste,  el castaño, ganando un abrazo de lado por parte de su familia gracias a eso-

-No, no pude contactar con la mayoría. Sólo conseguí contactar a Imayoshi, pero él estaba en Alemania en su luna de miel con Kasamatsu, así que…

-Oh, entiendo. ¡Pero está bien! El otro año quizá estén disponibles, o tal vez para las fiestas de navidad.

-Sabes que así será, Ryō –Rió, revolviendo los cabellos chocolate de su pequeño esposo, para después poner su vista al frente- Ahora sígueme, no estamos muy lejos en realidad.

~*~

Ya estaba atardeciendo, por lo que el cielo comenzaba a tintarse de tonos anaranjados, rojos y rosas, dando paso a un arrebol espléndido que se mostraba con total orgullo en el alto cénit. Los ojos del castaño brillaban, llorosos, observando fijamente al mural lleno de fotografías que se alzaba prominente frente a él.

Habían fotografías de todo tipo, organizadas en una línea de tiempo: Comenzaba con una vieja fotografía, en la cual se observaba a su madre embarazada de él, seguidamente estaban las fotos de cuando era un bebé; luego estaba la etapa de su infancia, cuando iba al jardín de niños, ¿Quién imaginaría que en kínder estudió con Hanamiya y hasta eran buenos amigos? Ninguno de los dos involucrados se había esperado eso; después iba la parte de su primaria, donde en cada una de las sonrisas aparecía con una tímida sonrisa. En varias, sostenía con fuerza un peluche de conejo blanco con un moño azul; pasando a la parte de su secundaria, mostraba varias fotos en las que llevaba el cabello relativamente largo, siendo esto aclarado por el mismo festejado. Éste había dicho que no fue por una fase de rebeldía, sino que experimentaba cómo se veía con el cabello largo. Al final prefirió cómo se veía con el cabello corto; tras esto, llegó la parte de preparatoria. Era, hasta ese momento, la parte más larga de ese mural de dos metros. Allí habían fotografías de todo tipo: Desde partidos, hasta salidas con sus amigos, fiestas, reuniones con la Generación Milagrosa, citas con Aomine. En serio, no se les había saltado ningún detalle. Pudo incluso apreciar una foto de una cita doble, en la que los involucrados eran él y Aomine, junto a Hanamiya y Akashi. El desastre de ese día nadie lo olvidaría, jamás, además fue el día en que juraron nunca volver a aceptar una idea de Satsuki; y, por último, estaba su adultez: Desde la graduación, hasta su debut como modelo; recortes de las revistas en las que había salido y pequeñas entrevistas que se le habían hecho al castaño. También estaba su boda con Aomine, seguida de ésta su luna de miel en Taiwán. El nacimiento de Akira, sus días de guardería y sus fiestas de cumpleaños. También el nacimiento de la pequeña Noemi, e incluso había una foto de cuando la disfrazaron como una pequeña princesa para Halloween. Estaban incluidas igualmente más reuniones con la Generación de los Milagros, con sus respectivas parejas e hijos; añadiendo las fotos en las que exclusivamente salían los pequeños.
Y, finalizando aquel hermoso recuerdo, estaba una foto que habían tomado solamente el día anterior: En ella se podían apreciar a todos los equipos de la Generación Milagrosa y parejas (Es decir: Seirin, Yōsen, Kaijo, Tōō, Shutoku, Rakuzan y Kirisaki Daiichi), con un montón de niños pequeños con diferentes y coloridas cabelleras. De fondo había un hermoso atardecer, y el monte Fuji se mostraba con total esplendor.

Las lágrimas comenzaron a caer irremediablemente de sus orbes chocolate, saltando a abrazar a su pareja quien lo recibió alegremente, apretujando el pequeño y tembloroso cuerpo entre sus trabajados brazos.

-Daiki-san… es… es hermoso.

-Lo sé, Ryō, es un regalo de parte de todos. Sabes que te apreciamos, que te amamos, claro, yo más que todos, y que haríamos cualquier cosa por verte feliz. Esto no es nada pequeño, pero a todos nos alegra verte feliz.

Los demás asintieron a las palabras dichas por el moreno, mientras uno a uno se acercaban para felicitar al castaño. Claro, cada quién tenía su peculiar forma de hacerlo.

En resumen: El cumpleañero fue abrazado de forma efusiva, felicitado con peculiares palabras, asegurando muerte segura a Aomine si se atrevía a hacerle daño y de forma seca (Esta persona, obviamente, fue Hanamiya). Pero lo que le pareció más tierno, fue cuando le felicitaron los niños.

Es decir, que sus dos alegres hijos, un adormilado Jinn, un serio Ayumi, junto a un tímido Ichirou y un siempre adorable Yuu le cantaran “Feliz Cumpleaños”, mientras bailaban como flores siendo mecidas por el viento, le dio un ataque infinito de diabetes. Por suerte, Seijuuro, Tetsuya, Atsushi, Ryota y Daiki habían grabado un video de aquello para la posteridad.

Sin duda, había sido el mejor cumpleaños de su vida.

¿Lo mejor? Que lo había pasado con su hermosa familia, completa; porque todos ellos eran como una familia para él.

Y para los demás, él era su adorada mamá hongo.

-¡Feliz cumpleaños, Aomine Ryō! –Exclamaron todos, juntos, abrazando con felicidad al castaño-

Notas finales:

Seguramente estarán diciendo: "¡¿Dos horas escribiendo para sólo 2.456 palabras?!" Lo sé, pero, es que, entiéndanme, suelo escribir un one-shot de 3.000-4.000 palabras en una semana, esto es un logro para mí :'v

Y con esto me despido, espero que hayan disfrutado la lectura. ¡Besos! >w< Byes~ -Se va rodando-


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