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Los hermanos sean unidos por Jenny Almendra

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Notas del fanfic:

Ok, el resumen lo dice todo :V

La verdad que hace años que no escribo un fic, y este esta relacionado con mi otro fin llamado ¨Amo a ese Idiota¨el cual ni siquiera hace falta leer porque no lo termine y basicamente no ha empezado (2 capitulos no es un buen comienzo que digamos jajaja)

Espero poder terminar este lo antes posible (estoy segura que lo hare)

Y gracias por leer

Notas del capitulo: Espero que les guste este comienzo

Comencemos, porque esta pagina ya me ha trolleado ;-----; (habia escrito algo mas largo en este espacio jajaja Siempre fue de hacerme eso D´:)
Capitulo 1: ¿Los hermanos sean unidos?

Starlight, la ciudad que como las estrellas, brillaba de noche tanto como de día, se encontraba como siempre concurrida y movilizada por las actividades cotidianas de sus ciudadanos.

Pero en uno de los lugares más importantes de la ciudad, más específicamente, un buffet prestigioso de abogados. Se encontraba ocupada por otra familia que acababa de perder a un ser amado, y que como parte del código de familias, se les asignarían por derecho los bienes materiales del difunto. Gregory Ross, quien antes de morir había dejado su testamento a manos del buffet para hacerle saber a su familia la forma en que se dividiría su fortuna. Como en cualquier caso antes visto por los abogados de dicho establecimiento, a la hora de la repartición de bienes aparecía familia de todas partes para ver si sacaban alguna parte de los bienes del difunto.

Entre ellos, entro a la sala en la cual se leía el documento en silencio, un joven con capucha y auriculares que trataba de no oír absolutamente nada del asunto. Otro de los hombres, sentados más próximamente a la mesa donde un hombre, joven aun, leía el documento de interés para todos, había notado especialmente la nueva presencia que se cernía entre todos. Mientras el hombre frente a él, leía parte del documento, disimuladamente desvió la vista hacia atrás, viendo con furia al nuevo visitante, quien miraba hacia la pared con total desinterés.

¿Cómo alguien así podía estar entre tanta gente, vestida para la ocasión por respeto al difunto, como se le daba la gana? ¿No sabía acerca del respeto? ¿Y las fachas en las que se presentaba? ¿Mínimo debería estar escuchando la narración del testamento atentamente, no? ¿En que estaba pensando?

–Para mí querida Merry: te dejo la casa en la cual me diste los días más felices de mi vida. Espero cuides de ella como lo has estado haciendo hasta ahora, mientras yo estaba tu lado. También recibirás una tercera parte del total de todo lo que poseo, el dinero nunca te importo, pero no descansaría en paz sabiendo que algo te falta. Se feliz, cariño, y cuida de nuestro hijo. Sabes lo mucho que te amo, no lo olvides.– Leyó el hombre con el documento en mano, sentado en el escritorio. La llamada Merry, una mujer mayor vestida de negro quien entre sus manos sostenía un pañuelo blanco que apretujaba al oír las palabras de su esposo, lloro y se limpio las lágrimas con el pañuelo. A su lado, se encontraba su hijo, quien dejó de ver al fondo de la sala para poder prestarle atención a su madre. La abrazaba por los hombros tratando de contenerla.

–Para mi hijo, Claude: Querido hijo, el que Merry y tu hayan llegado a mi vida, fue una bendición. Desde que nos convertimos en familia, tu pasaste a ser hijo mío. Nunca olvides esto: Tú eres mi hijo. A ti, te dejo la otra tercera parte de todo lo que poseo. Te deseo la mayor felicidad, sea cual sea la felicidad que tú encuentres, seré feliz si la encuentras. A partir de ahora, no solo pasas a ser el hombre de la casa, sino la cabeza de la compañía, por tanto, te pido que cuides de tu madre.– El hombre recitó la parte del hijo. La verdad es que él no era hijo biológico de Gregory, solo el hijo que Merry había tenido con otro hombre antes de conocerse.

Claude abrazó con más fuerza a su madre, rodeándola con ambos brazos. No podía creer que aquel hombre que lo tomó por hijo y familia, se hubiese ido ya. Ahora solo quedaban los dos, solos en este mundo. Estaban a punto de levantarse cuando el abogado prosiguió.

–Momento, por favor.– los detuvo.– Aun falta una parte… Ejem.– Hizo una pausa.– A Jake McCauley: Jake, lamento no haber podido ser el padre que necesitaste. Tu madre no me dijo acerca de tu existencia hasta hace 3 años. Para entonces ella ya estaba casada y al igual que yo, encontró una familia. La historia que tuvimos tu madre y yo, tendrás que pedirle a ella que te la cuente, lamento tener que estar dejándole esa tarea a tu madre, me hubiese gustado a mi poder contártelo, pero cuando quise conocerte, tu madre me lo impidió. No la culpo, tenia todo su derecho. Pero también me comento acerca de tu personalidad, que de seguro no deseabas verme. Incluso pensé en reconocerte como mi hijo, pero ella tampoco lo quiso. Si es que lo deseas, podras apelar para ello. En fin, espero que puedas lograr abrir tu camino por ti mismo, pero aun así, te dejo la otra tercera parte de mi fortuna…–Se escucho un ademan de sorpresa general entre los presentes de la sala, a todos les sorprendía que un hijo no reconocido recibiera exactamente la misma cantidad que el hijastro al cual si había reconocido. Se escucho un sinfín de murmullos.–… para poder saldar siquiera un poco el abandono que sufriste por mi parte. – Continuo.– Por último, Merry, espero que puedas aceptar y cuidar de Jake por mí, acéptalo como a un hijo, por favor. Y Claude, espero que puedas aceptar a Jake como un hermano, realmente deseo que ustedes dos sean unidos y amigos. No. Hermanos. ¨Los hermanos sean unidos¨. –Hizo, una nueva pausa, se aclaro la garganta.– Los ama, Gregory Ross… Y aquí termina el testamento. Mis socios y yo nos comunicaremos con los interesados para arreglar la asignación de los bienes. Gracias a todos por su presencia.– Dijo el abogado educadamente, mientras se levantaba de su asiento para salir de allí.

Con lo último, varios de los presentes se retiraron de la sala, de a poco. Claude y su madre decidieron quedarse, para poder hablar con alguno de los abogados. A Claude le quedaba la duda, ¿Quien de todos los presentes podría ser ¨Jake McCauley¨? Ese nombre se le hacía muy conocido. De algún lado lo conocía, estaba seguro. A ellos se les acercó una bella mujer rubia, de piel blanca y con una sonrisa.

–Anna Logan.– Extendió su mano hacia Claude, quien la estrecho enérgicamente, siendo claro su nerviosismo. Luego se la extendió a Merry, quien amablemente la estrecho con delicadeza.– Me imagino que deben tener muchas dudas ¿Verdad?– Sonrió para ambos.– Primero que nada. Jake McCauley, quien menciona el señor Ross, es un hijo extramatrimonial que tuvo con otra mujer antes de conocerla a usted, Señora Merry…– Se dirigió hacia su madre.

Claude no le prestaba atención a la mujer en lo que decía. No podía quitarle los ojos de encima al joven de la capucha, al cual ni siquiera podía verle bien el rostro. Tenía el rostro tapado con la capucha, llevaba una campera negra, en la cual ocultaba sus manos. Claude se acercó a él. Se notaba enojado.

–¿Quién eres y que se supone que haces aquí? Eres otro de esos buitres ¿verdad? Para tu información, ya se acabó la junta, así que puedes retirarte.– Le dijo con firmeza. El joven ni se inmutó. Cuando cayó en cuenta de que una figura negra se cernía delante de él, se sacó los auriculares, para darle atención.

–¿Eh?– Le dijo en tono de burla y sorna. No le molestaría sacar de sus estribos a alguno de aquellos ricos que estaban ahí. Y si uno había venido buscando pleito por su cuenta ¿Por qué no iba a aprovechar?– Oh, lo lamento, no pude oírte. ¿Podrías repetirlo?– prosiguió. Le mostro una sonrisa sarcástica al hombre frente a él y este claramente ya estaba enojado.

–¿No tienes una pisca de respeto? Vienes aquí a sentarte en un rincón, sin oir siquiera la lectura del testamento, y luego no oyes a quien se dirige a ti. Que falta de educación. Debí suponerlo, que alguien como tu viniera de esa manera a un lugar como este– Le reclamó. Aunque en un principio, le hacía gracia el comportamiento de este hombre, termino por hacerle enojar.

–¿Y qué? ¿Esperabas que yo me vistiera como uno de esos pingüinos? ¿Exactamente como tú? No- me- jodas.– Le dijo enojado, como retándole.

–¡¿Cómo te atreves?!– Le grito y le tomo con fuerza del cuello de la chaqueta acercándolo así para amenazarle con más violencia. La abogada que los había saludado hasta hace un momento, los separo y se interpuso entre ellos.

–¡Basta! En este establecimiento no se permiten peleas, señores. Se supone que son caballeros ¿Por qué tienen que andar empezando una riña en cualquier lugar?– Les reprimió Anna. Su madre, al lado de la abogada, le observaba con preocupación y desaprobación.

–Y bueno, veo que ya se han conocido, por cierto.– Dijo la mujer, observándolos a ambos. Los dos, Claude y el otro hombre, se miraron de arriba abajo, con sorpresa y un poco de rabia, sin entender a que se refería la mujer. Ante la sorpresa de ambos hombres, la mujer decidió hacer la presentación correspondiente.

–Señor Claude Ross, le presento a Jake McCauley. Señor McCauley, el señor Ross.– Les dijo a ambos. Los dos se miraron fijamente, aun enojados y con cierto toque de reto en sus miradas. Los hermanos acababan de conocerse.

Continuara
Notas finales: En fin, espero que les haya gustado

Gracias por leer y nos leemos en el siguiente capitulo

See you later...

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