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Hunger por Doberman Piola

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A Luffy le jodió bastante llegar al edificio en donde trabajaba Mingo, viejo amante que procuró nunca dar oportunidad de nuevo… Por lo menos no una oportunidad en lo que sería una relación seria, para eso tenía a Sabo. Aun así,  seguía recurriendo a él para uno que otro favor, lo hacía con el pesar de su corazón y el de su casi inexistente gama de valores y principios sobre sus antiguas parejas. Era la necesidad.

Pero, a diferencia de todas las veces en las que el joven se desnudaba encima de la mesa de reuniones; Luffy estaba para únicamente reclamar y romperle el hocico al señor Donquixote. Doflamingo le prometió que permitiría que Sabo trabajara ahí  como supervisor, ¡y le mintió! ¡Ese viejo asqueroso le mintió! Estaba tan enojado, que si no fuera porque Nami (su mejor amiga, a quien también le consiguió trabajo como recepcionista) lo veía, hubiera roto todo lo que estuviera a su paso, es más, cuando llegara a la oficina del idiota lo haría. Empezaría por esa maldita mesa con superficie de cristal que tanto le había costado al anciano, luego las ventanas y terminaría con sus lentes de mierda, quizá se animara a destrozarle el rostro también.

Esbozó una fugaz sonrisa hacia Nami antes de entrar apurado al elevador, dejándola con la duda de por qué tanto apuro.

Iba a ser rápido, lo prometía por Ace o por Sabo… sí, mejor por Sabo.

Una parte de él estaba estallando de furia porque la persona a la que más quería le había ocultado algo, ¿pueden creerlo? Y Luffy que tanto le confiaba. Luego pasarían a la infidelidad y, ¡no! Él no podía soportar la idea de su Sabo siéndole infiel, es decir… Luffy lo hacía, pero por necesidad y por él, que era un bueno para nada en cuanto conseguir un trabajo bueno… El punto es que lo hacía por él, no porque estuviera interesado en otra persona.

Finalmente llegó al piso exacto en donde se debía estar ocultando Doflamingo, bueno… Dudaba que se estuviera ocultado, quizá estuviera preparándose para armar el escándalo de su vida dentro de esa oficina.

Corrió por el pasillo, pero rápidamente fue golpeado por uno de los guardias. Eso fue extraño. La gente ahí sabía muy bien que tocarlo era perder el trabajo.

A no ser que…

A no ser que su trabajo fuera alejarlo de Doflamingo. El hijo de perra se atrevió a traicionarlo.

Luffy puede ser una persona genial, muy bueno, en serio… él lo és. Pero hay cosas que no soporta, la mentira y cosas implicadas a esta, cosas como la traición.

Tronó sus nudillos y cuello antes de empezar a sacarle los dientes a punta de puñetazos al guardia. Un gorila que ofreció, sin duda alguna, bastante pelea y una buena razón para no volver a estar tan confiado para la próxima.

Con el mediocre guardaespaldas en el suelo inconsciente, lo único a lo que debería temer era a lo que le esperaba tras la puerta de la oficina de Mingo. La abrió y, muy bien, aquí notábamos algo muy importante sobre Luffy. Delicadeza no aplicaba como algo con concepto en él.

 

Se sintió muy apenado, sin embargo, cuando abrió la puerta y vio a Doflamingo en pleno acto con otro hombre que no era él y que, definitivamente, no lo estaba reemplazando, sino… estaba usando a su antiguo amante como lo que él solía ser para este. Ambos voltearon, Doflamingo tenía los ojos vendados y el gigantesco hombre estaba sentado, siendo montado por el rubio.

Su bochorno subió por los cielos cuando el otro amante siguió enfocándose en recorrer la silueta de su compañero. Rápidamente cerró la puerta de la oficina y fue retrocediendo, su visión de la realidad era cada vez más y más como un manto lechoso y espeso de niebla, que lo perdía más cuando hacía un esfuerzo por agitar los brazos y desvanecerlo.

Tenía que volver a casa, rápido. Pensar, verse en el espejo.

¿Quién se creía él para menospreciar a ese hermoso cuerpo tostado y mirada inocente? ¿Había fallado? O quizá, Mingo solo quería tener otra clase de experiencia… pero, ¿a qué venía lo de Sabo? Si todo su negocio acababa, consigo se llevaba su mundo y, por supuesto, su vida.

 

Se apuró en volver tal cual y como vino, corriendo para afrontar así algo o alguien. Ahora debía afrontar que todo se fue al demonio y que posiblemente no conseguiría una oportunidad similar.

En el transcurso, en una de esas coincidencias estúpidas acompañadas por descuidos, Luffy fue golpeado nuevamente… con la diferencia de que ahora el que estaba inconsciente era él y que no fue otro ser humano, por lo menos no físicamente, sino una camioneta último modelo. Para ser exactos, esa que tanto estaba esperando para navidad. Cosas de la vida, huh. 


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