Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Experiencias por Pepper

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Holii :33

 

Después de muuchos meses (casi un año, jo) sin escribir nada yaoiesco vuelvo con un mini one-shot que he presentado a un concursillo de un foro. Es muy light y cortito, pero espero que os guste :*

Conocí a Luca Tribatelli y a Federica Luciano durante mi Erasmus en Roma. El primero era mi compañero de piso, hermano, amigo y rival a partes iguales. La segunda era la tentación hecha mujer. Recuerdo que ambos trabajaban en la misma agencia de modelos y solían quedar para ir juntos de copas. Luca siempre decía, con ese acento tan gracioso que le salía cuando intentaba hablar inglés, que Fede era solo una amiga. Le pedí que me lo demostrara, que un día me invitara con ellos a tomar algo.

Luca no tuvo ningún problema en aceptar. Cuando por fin llegó el gran día yo ya llevaba casi dos meses viviendo en Roma y pensaba que la fiesta no tenía secretos para mí. Me equivocaba. Las cantidades ingentes de alcohol que consumí se ocuparon de borrar la mayor parte de los recuerdos correspondientes a esa noche, pero lo básico sigue fresco en mi cabeza: me dediqué en cuerpo y alma a intentar ligarme a Federica, sin darme cuenta de que lo que ella parecía querer era que fuéramos Luca y yo los que nos enrolláramos.

Fede me tenía tan encandilado que habría hecho lo que fuera por ella. Bajo sus órdenes, al final pasé más de la mitad de la noche acosando al pobre Luca, que iba casi tan borracho como yo, y la otra mitad intentando convencerla a ella de que tuviéramos algo. Por fin, mis titánicos esfuerzos fueron recompensados. No de la forma que yo tenía pensada, aunque (más o menos) se acercaba: Fede quería hacer un trío con Luca y conmigo. Le dije que sí.

La mañana siguiente a nuestra gran noche por Roma amanecí en la cama de Luca. Estábamos tan pegados, y yo lo tenía tan bien agarrado por la cintura, que durante un eterno segundo me asusté. Mucho.

—Tío, Luca. Luca, despierta — le di un capón en la cabeza.

Los ojos oscuros de Luca, desenfocados aún por el sueño, me miraron con una mezcla de enfado y confusión.

—¿Qué haces en mi cama?

—¿Por qué no me lo explicas tú? Dios, dime que no hicimos el trío anoche.

—No lo hicimos.

Respiré hondo, aliviado; habría sido muy triste (y patético) no acordarse de nada. Se me ocurrió entonces otra idea escalofriante.

—¿Nos hemos acostado?

Luca bufó y negó con la cabeza, incorporándose para encenderse un cigarro.

—Si te hubieras acostado conmigo te acordarías, créeme.

—¿De verdad? Ya veremos si eres tan bueno como dices cuando hagamos el trío con Fede.

—¿Perdona? No sé si anoche ibas demasiado borracho para recordarlo, pero no tengo intención alguna de participar en esa movida.

—¿Qué dices? Tío, tío, tío no me jodas. ¿Tú la has visto bien? Es una preciosidad de mujer. Imagínatela desnuda.

Luca se encogió de hombros con estudiada indiferencia.

—Ya la he visto muchas veces.

— ¿Qué? ¡Me dijiste que solo érais amigos! —berreé.

—Y solo somos amigos, Jack. Pero, yo qué sé. Ella está buena, yo estoy bueno —sonrió, altivo —. Hemos tenido nuestras cosas.

—¿Te he dicho alguna vez cuanto te odio?

—Unas pocas. —Le dio una honda calada al cigarro—. Anda, no me mires así, no fue para tanto.

—¿Qué no fue…? No te soporto, en serio. ¿Qué te cuesta hacerme el favor? Seguro que nunca has hecho un trío.

Luca se masajeó las sienes con los dedos, como si estuviera profundamente dolorido.

—No, no lo he hecho. Pero, Jack, sabes en qué consiste, ¿verdad?

—¿Te crees que soy gilipollas o qué?

—Me refiero a que en un trío somos tres. Tendríamos que enrollarnos nosotros también.

Dudé. No había querido pensar demasiado en eso. No me consideraba alguien cerrado de mente (ni mucho menos) y la experimentación siempre había formado parte de mi filosofía de vida. Estaba bastante seguro de que no me importaría demasiado tener algo con un tío, probablemente hasta le encontraría el punto. Pero, aun así…

—Eso es cosa mía. A ti te da lo mismo, ¿no?

Tuve el placer de ver cómo Luca se quedaba completamente descolocado al escuchar mi comentario. Me miró como si me viera por primera vez.

—¿Q-qué dices?

—Va, tío, Fede me dijo hace semanas que te había visto liándote con uno del trabajo… varias veces. Creo que pensó lo del trío a raíz de eso.

Luca palideció mortalmente. De repente parecía enfermo, tuve miedo de que se pusiera a vomitar o algo así.

—¿Tío? Luca, ¿estás bien?

Él le restó importancia con un gesto de la mano. Sin mirarme, se levantó de la cama con aire dramático. Suspiré aliviado al ver que iba vestido de cintura para abajo.

—Menuda forma de salir del armario… —protestó, apoyando la cabeza contra el marco de la puerta. Luego sonrió un poco. Seguía blanco como la cera—. Así que lo sabías… y yo trayéndome tías para disimular.

—¿Cómo? Yo pensaba que eras bi. Si llego a saber que me robabas a las conquistas solo para aparentar te abro en canal. Sabes que la mitad de ellas me molaban, ¿no?

El muy cabronazo me dedicó una sonrisa que pretendía ser inocente, pero que no. Para nada. Mamón.

—Lo sabía —confesó —. Por eso era tan divertido.

—Hijo de puta. Te odio. Va en serio, ¿eh? Te odio muchísimo.

—En mi defensa diré que hay chicas como Fede y unas pocas más que sí me ponen. Pero, en general, prefiero salir con tíos. —Apagó lo que quedaba de cigarro en el cenicero.

—Si quieres que te perdone (porque te lo estarás tomando a coña pero de verdad que estoy muy enfadado) tendrás que hacer el trío conmigo.

Luca suspiró, armándose de paciencia.

—Mira, Jack… prefiero que no.

—Has dicho que Fede te mola. El problema entonces soy yo, ¿verdad?

Luca desvió la vista con evidente incomodidad. Se lo merecía.

—Sí. A ver, no me malinterpretes, no es que no estés bueno, es que...

—¿Te parece que estoy bueno? —Lo interrumpí, alzando una ceja con fingido escepticismo.

Luca se tensó como el arco de un violín. Sonreí para mí; había llegado el momento de mi venganza y pensaba disfrutarla.

—Jack… —suplicó mi amigo, enterrando la cabeza entre sus manos— Olvídalo, ¿vale?

—No, no, no —insistí—. Tienes un problema conmigo, así que quiero saber cuál es.

—¿Sí? —Luca volvió a acercarse a mí, ahora en actitud desafiante —¿Estás seguro?

Vacilé solo un poco antes de responder:

—Sí.

Mentiría si dijera que no me lo vi venir. Luca esbozó una sonrisa que se me antojó depredadora y, antes de que yo fuera capaz de reaccionar, se inclinó sobre mí para besarme. Lo dejé hacer, tenso al principio y más relajado después. Su lengua se coló en mi boca para explorarla con maestría y perversa lentitud, buscando a todas luces provocarme. Lo consiguió. Aunque en un primer momento mi intención había sido únicamente demostrarle que no me asustaba morrearme con un tío, pronto me encontré disfrutando con él del húmedo contacto. Luca sabía a tabaco y había ansia en su forma de besar.

Todo acabó tan bruscamente como había empezado, y la realidad me golpeó en la cara como una maza. Traté de no mostrarme tan confuso como me sentía y miré a Luca, que parecía sorprendido.

—Te ha molado. —Se asombró, esbozando una sonrisa incrédula—. Flipo, serías el tercer hetero al que convierto.

—No me ha gustado —protesté en cuanto recuperé el habla, muerto de vergüenza —. Sigo y seguiré siendo hetero. ¿Sabes qué? Tienes razón, no podría hacer el trío contigo.

Y, sin verme capaz de permanecer más tiempo en la misma habitación que él, me fui a encerrarme en la ducha con la esperanza de que el agua fría me inspirara. Cuando por fin me atreví a salir del cuarto de baño Luca había preparado un par de pizzas carbonara, su obra maestra, y me esperaba repantigado en el sofá viendo una película mala del oeste. Cogí una porción de pizza y me dejé caer a su lado, sin mirarlo.

—¿Y eso que te has puesto a cocinar estando de resaca? —pregunté, tratando de romper el incómodo silencio.

Luca se encogió de hombros, muy sonriente.

—Me daba miedo que te ahogaras en la ducha y sabía que no ibas a poder resistirte al delicioso olor de la comida italiana. Has caído en la trampa.

Al ver que el comportamiento de mi amigo no parecía haber cambiado tras el incidente del beso me relajé notablemente; no quería que nuestra amistad se estropeara por una cosa así.

—Venga, reconoce que ha sido un premio por el morreo de campeonato que te he dado antes. —Cogí otro trozo de carbonara y sonreí, burlón—. ¿Si te doy otro beso me cocinarás toda la semana?

Luca se echó a reír y me respondió con un vago ‘¿Quién sabe?’. Después, centró su atención en los vaqueros que se disparaban en el televisor. Pasamos la tarde ahí tirados comiendo, bebiendo y fumando, hablando de vez en cuando. También hubo besos. No recuerdo exactamente cómo comenzaron. Sé que en algún momento, cuando Luca se hartó de que le robara un cigarro tras otro, a mi se me ocurrió que sería divertido pasarse el humo boca a boca. Jamás olvidaré la forma en la que me miró Luca en aquel momento. Había incomprensión en su rostro, recelo. Me preguntaba en silencio que a qué jugaba, debatiéndose entre pararme los pies antes de que fuera demasiado tarde o dejarse llevar.

Yo hice el primer movimiento. Me acerqué hasta que nuestras narices casi se tocaban y, más nervioso de lo que jamás reconoceré, le pedí permiso con la mirada para besarlo. Luca negó casi imperceptiblemente con la cabeza.

—Jack…  —murmuró, dejando caer los párpados —. No hagas esto. No te molan los tíos.

—No —concedí en voz aún más baja. Sentía su aliento cálido golpeando mis labios—. Pero… lo de antes… eso sí me ha molado. Y tú… —Suspiré, rindiéndome a lo evidente—. Tú tampoco estás mal.

Luca me sonrió significativamente y puso los ojos en blanco.

—Última oportunidad, Jackie: apártate, no soy de piedra.

Permanecí completamente estático, sin mover ni un músculo. No me di cuenta de que había dejado de respirar hasta que Luca, tras murmurar un quedo ‘tú lo has querido’, salvó la distancia que nos separaba para juntar nuestros labios una vez más. Dejé escapar el aire que había estado reteniendo y me entregué completamente al beso, hambriento de él. Empezamos lento, poco a poco y con cuidado. Se nos fue de las manos muy rápido y las caricias empezaron a ser cada vez más atrevidas, más osadas. Esa fue la primera de muchas noches que pasamos encerrados en mi habitación.

Me decía a menudo que únicamente quería experimentar, probar cosas nuevas, y que algún día me cansaría, pero Luca tenía algo adictivo que siempre me hacía volver a por más. Lo llevamos en secreto porque era lo más cómodo, aunque el último mes que pasamos juntos eso empezó a ser cada vez menos importante.

Más de una vez me sorprendí a mí mismo buscando la mano de Luca por la calle. Roma me causaba una extraña sensación de irrealidad. Sus atardeceres, sus amplias avenidas y jardines. El coliseo, la Piazza San Pietro. Me sentía como el protagonista de una película. Nuestra historia duró los siete meses que me quedaban de Erasmus y alguno más. En todo ese tiempo no me planteé cuál era realmente mi sexualidad. Luca me preguntaba a menudo, por curiosidad, si después de él buscaría a otros hombres o seguiría persiguiendo faldas. Yo siempre me encogía de hombros, sin darle importancia, y le respondía que no sentía la necesidad de encasillarme, que estaba bien así, con él.

—Estás bien conmigo porque te cocino —decía entonces Luca, dramático como él solo. A veces pienso que creía que en cualquier momento yo desaparecería—. Vendes tu alma por un trozo de pizza.

—Por un trozo de la mejor pizza—replicaba yo, y después lo besaba hasta que lograba convencerlo de que realmente me gustaba.

Casi siempre lo conseguía.

Notas finales:

¿Reviews :3?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).