Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tu amor es igual al mío (Jimin Ver.) por ChocoPyo

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bien, como les había dicho, lo estuve publicando en wattpad, y ahí me pidieron que hiciera la versión de Jimin como seme, y pues... aquí la dejo para que la gozen(?)

 

PD. no creo que sea necesario que lean el fic, si es que no lo han leido, pero tampoco es como si no tuviera congruencia por sí solo; de igual manera, espero que les guste c:

El reloj marcaba las diez con cuarenta y cinco al llegar a la plaza, por lo que se apuraron para ir a escoger una película. En cuanto se bajaron del camión, un tímido JiMin atrapó los dedos ajenos para envolverlos en un cálido abrazo entre los suyos; el otro se sorprendió mas no dijo nada y le devolvió el apretón con una de sus radiantes sonrisas a la vez que jalaba el brazo del menor para así acercarlo a él. Se sentía emocionado con sólo eso, quizás algo andaba mal con él, pero no le importaba en absoluto, ni eso, ni que su pecho doliera ligeramente por lo rápido que iba su corazón. Entendía que no se conocían, y que no sabía casi nada de él, pero eso lo hacía reflexionar sobre el verdadero amor. Su mente divagaba por todas las posibles situaciones que el tiempo le daría al lado del niño, y sin embargo, no paraba de tenerlo presente en estas. Algo en su interior le decía que no era un simple capricho el que estuvieran juntos, ni de él, ni del menor.
Entre todos esos pensamientos, acarició el torso de la mano que tenía atrapada la suya, provocando que el castaño apretara un poco más el agarre y se girara para a besar a su compañero. No les importó nada de lo que las personas a su alrededor murmuraban ni mucho menos, de hecho, afianzaron el beso con sus manos, tocándose la cara tiernamente y envolviéndose en una cápsula que sólo ellos podían ver. Todo iba bien, no avanzaban el beso a uno más profundo, seguía igual, pero aun así las personas de mente cerrada no podían ver más allá del asco y el rechazo, sin saber que posiblemente, alguno de sus nietos o sus hijos podrían ser así.

De pronto, un par de manos sobre los hombros del pelinegro lo sobresaltaron, topándose a un sonriente NamJoon junto con un Jin igual de alegre. Soltó la cara del castaño sintiéndose cohibido repentinamente ante la mirada protectora y penetrante de su dongsaeng. Suspiró y atrapó de nuevo la mano suave y pequeña a su lado, mientras saludaba al rubio comenzó a balancear su mano con la otra. Se le pintó una sonrisa de idiota al notar lo liviana que había dejado la mano el castaño, logrando que el balanceo fuese más eficaz y romántico.

— Es una suerte encontrarte aquí, bro —dijo el de voz grave para luego abrazar posesivamente a su pareja.

— Sí, supongo que es el destino —soltó una risilla abrazando al más bajo y cerrando los ojos.

— NamJoonie —habló en un susurro meloso el castaño mayor, sacándole una risilla al nombrado—, yo creo que Hobie está aquí con… ¿Disculpa, quién eres? —el chico le dijo su nombre con una sonrisa tímida y la cabeza algo gacha—, JiMinie para estar a solas con él y que nadie los molestara —sugirió, dándole a entender al menor que debían marcharse y dejarlos solos.

HoSeok negó con la cabeza mientras le agarraba la mejilla al rubio teñido. NamJoon gruñó zafándose del apretón. Segundo más tarde, fijó su vista en el cuerpo pequeño y sonrojado del amigo de su hyung, recordándole al chico que había contestado el teléfono el otro día cuando él contestó, pensado que posiblemente era él. “Pero que estupideces pienso… es nada más un chiquillo cachetón y novio de mi hyung que no sabía nada. Es normal”, se dijo mentalmente, aunque se moría de celos al saber que él, el mejor amigo de HoSeok no sabía nada.

— Por supuesto que no hyung —señaló para luego incitarlos a caminar al cine—. Al contrario, sería un honor que la reciente pareja (por lo que veo), nos acompañara —sonrió con inocencia viéndolos a ambos, notando como el mayor de todos se sonrojaba y desviaba la mirada a otro lado, y su mejor amigo sonreía lleno de felicidad—. ¿No, JiMinie?

— Claro hyung. Sería grandioso —dijo mostrando su eye smile.

— ¿Seguro? —inquirió el de cara linda— ¿No quieres que te dejemos a solas con JiMinie?

— En absoluto. Es mejor ir todos.

— Pues si es así, vamos amor —dijo el peliteñido para abrazarse de la cintura del mayor y así pasar a la fila de boletos.

Un rato más tarde, cuando fue su turno, Jin habló para preguntar sobre la película, a lo que el más chico de todos dijo que verían una cómica, de Disney, algo así como “el llanero solitario”, que se la habían recomendado a este cuando trabajaba en un bar de mala muerte, aunque claro, no le dijo lo del bar, sólo le dijo que un viejo amigo se la había recomendado. Todos asintieron e hicieron comentarios sobre lo que habían visto en los cortos de esta, llegando a la conclusión de que era una gran elección.
Gracias a eso el ambiente se relajó y todos quedaron como si fuesen amigos que se conocían de años. Un gran avance para ellos. Todo era relajación completamente, así que, una vez que pidieron las entradas, pasaron a la sala para ver la película tranquilamente, pero de repente, HoSeok se sintió mareado y temió por volver a desmayarse, así que se sujetó del pequeño cuerpo que estaba a su derecha, este sólo le vio asustado y sin entender que pasaba, porque obviamente el pelinegro no le había dicho nada sobre lo del desmayo, pues todo había quedado en una cama calientita y dos chicos brindándose calor mutuamente. Cuando reaccionó del qué había hecho, se le acercó sonriente al oído para soplar de forma rara; se maldijo por ser tan torpe al haber hecho aquello y pensó en una rápida excusa. Y entonces, a su cabeza llegaron las imágenes de la noche anterior y la tarde de ese día, trayendo consigo el atuendo del castaño.

— JiMinie —susurró todavía en su oído—, ayer te veías muy bien con mi pantalón —besó su oreja y sintió al más pequeño estremecerse por ese acto. Sonrió para sí cuando el chico comenzó a balbucear—. Ho te vez bien también, cariño.

El bajito soltó una risilla nerviosa y le devolvió el cumplido.

— Tu también te vez bien hyung.

El alto sólo se rió al sentir que el mareo en su cuerpo iba desapareciendo.

Sin ningún otro accidente, pasaron a la sala 4, con dos paquetes de palomitas invitados por los mayores a la linda pareja de enanitos (o en pocas palabras a HoSeok y a JiMin), cuatro vasos de refresco de cola, tres snickers, un hot-dog y varios tipos de golosinas. Pero en cuanto se sentaron, como aún faltaban alrededor de diez minutos para que se diera inicio a la película, la mitad de las cosas ya estaban en el poder del castaño más alto, puesto que eran para él. Un pequeño capricho que el rubio, al trabajar y tener más dinero además de un novio glotón, debía cumplirle a su Jinie. Los otros dos muchachos no dijeron nada, al contrario, se asombraron de todas las cosas que podía llegar a consumir sin engordar o siquiera sentirse lleno. Era simplemente un súper poder que le habían otorgado los Dioses de la comida chatarra a él.

Pasaron los diez minutos y con ello llegó el momento para ver la película. Todos guardaron silencio y quedaron atentos. Al principio, JiMin quedó algo confundido al igual que Jin, por lo que cada uno preguntó cosas sobre lo que no lograban entender, consiguiendo sólo que las personas a los lados los callaran y los otros rieran por lo bajo.
Media película había pasado y a HoSeok le dieron ganas de ir al baño, y por causalidad pasó lo mismo con NamJoon y el castaño más chico. Los tres salieron y fueron hasta la segunda planta para poder ir a orinar, por desgracia para el pelinegro, al llegar a las escaleras, tras pisar el primer escalón el vértigo lo embargó de nuevo e hizo que se tambaleara. Nada grave, pero los dos muchachos lo miraron tensos. Si bien ninguno tenía conocimiento de sus síntomas, les asustaba que estuviera enfermo y, el pelirrubio, tras saber cómo eran sus cuidados, temía que la leucemia o alguna enfermedad mucho peor lo atacaran. Sí, en ocasiones podía llegar a creer que su hyung era un completo idiota y descuidado.

Subieron e hicieron lo que debían hacer para después bajar. Tres pasos luego del último escalón, el pelinegro cayó hacia adelante, sobre sus rodillas, estaba mareado y le dolía la cabeza. El pelirrubio y castaño se aproximaron y lo levantaron bajo los constantes “estoy bien, estoy bien” del mayor. Hicieron caso omiso y corrieron hasta el auto de Nam para llevarlo a casa; ¿cómo había sido posible que salieran así? HoSeok era un reverendo descuidado.

— JiMin, quédate aquí para ir por Jin —dijo rápidamente el teñido para después de un asentimiento por el menor irse corriendo.

Las ansias por saber que le estaba pasando a su hyung se lo comían por dentro, así que se apuró lo más que pudo para poder llegar para irse. Entró eufórico a la sala para buscar con la mirada donde estaba su novio, al verlo, se acercó y lo jaló deliberadamente del brazo, lastimándolo en el proceso e ignorando las preguntas que este le hacía. No quería ser brusco, pero debía ser lo más rápido posible ante tal situación. Tenía los nervios a flor de piel; todo a su alrededor iba lento y rápido a la vez. No se enteró de en qué momento llegaron al aparcamiento, hasta que Jin le gritó para que lo soltara y fuera en dirección a un pelinegro recostado en el asiento de atrás, con los ojos cerrados y la respiración tranquila. Tal vez sólo era un exagerado, pero debía serlo sino quería ser una mala persona. Era técnicamente imposible que no fuera así, pues era su personalidad y no podía cambiarlo.

— Na-nam hyu-hyung —dijo un lloroso castaño al ver a todos reunidos en el auto—. Ho-hoSeok hyung dijo que se sentía mal, pero que estaría bien. Yo no le creo hyung —rascó su nuca apenado mientras veía el cuerpo dormido del mayor—. Por favor llévenos —suplicó poniendo la cara de gatito mojado más efectiva que tenía.

El más alto pasó saliva y vio a su pareja como esperando una aprobación, lo cual llegó en un meneo de cabeza. Fue entonces que el conductor preguntó si debía llevarlo a su casa o a donde, siendo regañado por el más grande de todos diciendo que sí. Él sólo se lamentó internamente y dio marcha hacia el departamento de su segundo hyung. Se sentía algo mortificado por dejarlo así nada más, aunque tendría el cuidado del chico semi desconocido que era agradable y obviamente no le haría nada malo.

Suspiró dándose por vencido al aparcarse en la puerta del edificio para llevar a su amigo a su casa. Una vez arriba y tras pasar miradas meticulosas por parte de la casera y dueña de aquel lugar lúgubre y feo, entraron y dejaron recostado en la cama el pelinegro. JiMin cordialmente los despidió en la puerta agitando la mano y diciendo múltiples cada que alguno le sugería que los llamara en caso de que se sintiera mal de nuevo. También dijeron que era mejor que descansara y no hiciera movimientos bruscos en un par de horas, así se le pasaría cualquier malestar. No era como si ellos estudiaran medicina, pero el papá de NamJoon era doctor allá por su ciudad, y era por eso que, uno, vivía solo, y dos, estudiaba algo.
Cerró los ojos al igual que la puerta para después ir hasta el cuarto de su amigo para ver si seguía dormido  o ya había despertado, topándose con un hiperactivo HoSeok limpiando todo lo que veía sucio. Por una parte le dio gracia, pero al recordar que tenía que descansar, inmediatamente fue y lo tumbó en la cama, terminando en una pose extraña gracias a que un zapato se interpuso en su camino a dicho destino. Accidentalmente quedó uno arriba del otro, con los corazones latiéndoles a más no poder. Un impulso indecente se apoderó del más bajo y se acercó a besar los labios que en ese instante parecían bastante apetecibles y succionables.

No supieron cómo ni cuándo fue que acabaron cambiando de posición, quedando así JiMin arriba y el pelinegro abajo. Típico de comenzar en un ambiente caliente y necesitado, pero ¡qué más daba! Les importaba un jodido pepino mientras fuera con la persona que deseaban perder la virginidad, porque sí, el castaño era virgen, y el más alto también. En su interior, de ambos, la mezcla de sentimientos y lo confuso los había dejado vagando por las llanuras del pensamiento, que, de un momento a otro, los dejó sin aliento y gritando por más de la persona ajena. Ya no estaban conformes con sólo besarse, pues querían conocer todo del otro, y eso incluía su cuerpo.

Sin demoras ni prisas empezó a besar el rostro del menor, tardando porque, sinceramente, amaba los cachetes grandes, redondos y apachurrables de niño que se cargaba porque lo hacían ver más tierno de lo que ya era. Ambos tenían los ojos cerrados, disfrutando al máximo ese momento tan perfecto, especial y hermoso, ya que, ese día, al fin podrían convertirse en uno solo, podrían estar juntos en más de un sentido; de sólo pensarlo se les escapaba el aliento por sus temblorosos e inexpertas bocas. Si bien no tenían mucho tiempo de conocerse, entendían que esa necesidad de estar convertidos en uno solo era exigente en todo aspecto. Se amaban y se notaba en sus ojos.
 Estar de esa manera era delirante; los dos abrazados, con las respiraciones entremezcladas, con sonrisas en los labios, ansiando algo más que simples roces entre sus miembros, sonrojados y entregándose completamente el uno al otro. Sin duda alguna, estaban haciendo el amor.
Las manos de HoSeok picaban por hacer algo más que acariciar la espalda del castaño, así que, con toda la vergüenza acumulada en sus mejillas, optó por moverlas hacia los costados de, su ya, amante, frotando y enterrando sus pocas uñas en la piel ajena en un intento por marcar lo que desde ese momento le pertenecía tanto en palabras como en cuerpo. Gimió suavemente cuando sintió los labios del menor en su cuello; mentiría si dijera que no se sentía en las nubes con sólo eso. Un suspiro salió de su boca mientras JiMin pasaba su mano izquierda desde su cuello hasta su ombligo. Fue entonces que su mente despertó un poco sólo para ponerlo nervioso y gritarle que empezara a temblar, lo cual hizo involuntariamente a la vez que esa misma mano llegaba al borde de su pantalón para desabrocharlo. Abrió los ojos por reflejo y notó que el castaño repartía besos a lo largo de su torso poco marcado, sin perder detalle alguno de este; de pronto abrió los ojos, viendo directo a los del pelinegro, quien, completamente apenado, giró la cara al lado contrario para así evitar contacto visual.

El más bajo sonrió ampliamente al ver lo hermoso que su hyung se veía. Un par de segundos más tarde desvió la mirada para concentrarse en el redondo ombligo que había encontrado a mitad de su camino de besitos. Feliz y extasiado, metió su lengua de forma sucia y sensual en el pequeño agujerito, haciendo énfasis en lo sugerente de la situación. Simuló embestidas y rió por lo bajo al escuchar un fuerte jadeo a la vez que notaba cómo las caderas de HoSeok se alzaban en un gesto que dejaba más que claro que lo disfrutaba. Mantuvo firme su sonrisa mientras metía la mano al pantalón pero sin llegar a acariciar directamente el pene del alto; frotaba sobre la tela, presionando más duro en ocasiones, recibiendo en respuesta gemiditos y suspiros por parte del mayor pero sin dejar de hacer el movimiento de su lengua.
Cansado de sólo poder acariciar una sola porción de piel, se abrió paso hacia arriba con la mano sobrante, más específicamente al pecho algo pálido, topándose con un par de tetillas medio rosadas que quiso apretar fuerte para ponerlas más rojas, sin embargo se contuvo y tan sólo jugueteó con ellas un rato hasta que terminaron erectas. Luego volvió a mover su cara apara así trazar un camino de baba, besos y mordidas con el fin de llegar a donde su mano derecha hacía lo mismo que había empezado a hacer su boca con la otra tetilla. Al más grande le dolía un poco cuando los dientes de su novio apretaban, pero a la vez le excitaba, y la mano de JiMin ahí no ayudaba mucho a nada. Entonces, con la cara totalmente roja y el corazón latiéndole rápido, levantó la cara del menor para acunarla entre sus manos y observarla con detenimiento y después juntar sus labios en una danza erótica aunque tranquila, dándose a entender el amor que sentían mutuamente.

Ya no sólo era sexo, sino algo más.

No hubo ni un segundo en el que el pelicastaño hubiese dejado de hacer presión en el miembro del mayor, o que dejara de besar su cuello o alguna parte del rostro de este. El menor, sin poder esperar más, le sacó el pantalón dejándolo en bóxer (que no tardó en salir volando a una parte cerca de la cama o el mueble). No quería apresurar nada, pero la erección que escondían sus jeans ajustados pedía a gritos ser liberada y obtener parte de la atención que le brindaban al cuerpo bajo él, por lo que se separó lo suficiente para  quedar de rodillas entre las piernas temblorosas de HoSeok, quien creyó captar una indirecta muy directa al darse cuenta de la posición en que estaba el más bajo. Rápido y con rodillas igual que gelatina, se escurrió en la cama para acabar como su amante. Tragó saliva al ver cómo, sin fijarse en él, desabrochaba  la molesta prenda de mezclilla y la sacaba de su cuerpo. Por un momento incluso olvidó que estaba desnudo, pasó saliva y mordió su labio inferior mientras que sus manos se posaban en las caderas contrarias para detenerse.
El pelicastaño lo miró extrañado por sus acciones tan repentinas; el de cabello negro volvió a tragar saliva y a libarse la boca para, bajo la mirada del otro, liberar poco a poco la erección de la que era portador el primero.

Dios, era enorme; juraba por todo, que eso ni siquiera podría meterlo a más de la mitad sin sentir arcadas, y también había un detallito, pequeñito, tan chiquito como que era su primera vez. Nunca en su vida había hecho una felación. No tenía idea de qué hacer para empezar; no sabía si debía meterlo todo o por partes, ni tampoco si le gustaría que lo hiciera. El moreno, al notar lo que planeaba hacer, ya que debido al nerviosismo no paraba de chuparse los labios, sonrió enternecido por la cara tan roja y llena de pena que tenía HoSeok para luego apartarlo suavemente. El pelinegro agachó la mirada y se dejó caer en la cama cubriéndose la cara con ambas manos y sollozando, aunque sin llegar a llorar. JiMin se agachó a abrazarlo con ternura y amor, siendo correspondido al instante mientras que el otro escondía su cara en el pecho desnudo de su novio.

— HoSeokie —dijo con voz suave pero ronca por la excitación—, no es necesario que lo hagas, ¿sí? —besó su frente perlada en sudor mientras afianzaba el agarre— No quiero que hagas algo que no quieres, hyung.

Se separaron lo suficiente y se miraron a los ojos. HoSeok se sonrojó cuando accidentalmente vio y tocó el pene del más bajo, sacándole un jadeo.

— Lo-lo siento —se disculpó sin saber si lo hacía por el roce o por lo otro—. Yo... creí qu-que l-lo que que-querías er-era eso —frunció el ceño sin darse cuenta y giró el rostro.

JiMin rió y beso sus labios.

— Por supuesto que no —lo enderezó y acarició su espalda—. Es la primera vez, no es necesario que lo hagas. Además ni siquiera pensaba en eso.

— Lo siento.

— Descuida —en un movimiento rápido, se acomodó entre las piernas d su hyung, colocándolas alrededor de su cintura, provocando que sus entrepiernas se tocaran; ambos se sonrojaron y gimieron—. Por otro lado... —sonrió lascivamente a la vez que se apoyaba en el colchón con una mano para no aplastar al de piel ligeramente blanca, y con la otra los masturbaba. Eso iba a terminar volviendo loco a HoSeok que, con ese simple tacto ya no paraba de gemir— Estamos haciendo el amor —habló con el tono más sensual que pudo, haciendo que el cuerpo a su merced temblara de puro placer—, así que sólo disfrútalo —terminó susurrándole al oído para después morderle lóbulo suavemente.

Esas fueron las últimas palabras que se dirigieron de manera directa el lapso de tiempo que se demostraban con todo el corazón que se amaban, sólo se dignaron a gemir con cada vez que sus cuerpos se fundían en uno solo en las danzas acompasadas de sus caderas, trayendo consigo un mar de gemidos en la habitación. Ninguno dejaba de besar al otro ni siquiera para pedir por más. Sus mentes eran una sola en esos momentos; incluso, cuando JiMin entró en él, no se quejó por miedo a dejarlo a la mitad cuando él quería hacerlo. Estaba totalmente seguro de qué era lo que quería, y lo conseguiría, no importaba si le dolía o lloraba, aguantaría lo que fuese con tal de verse juntos.

El tiempo pasó al igual que las embestidas en el cuerpo ajeno, que temblaba e intentaba mantenerse firme ante el placer  y gozo que le provocaba su amante, y que sin saber sería su pareja, porque eso no sería una diversión de una sola noche. Sus corazones pedían que no fuera así, y tal vez, ellos los escucharían.

Notas finales:

Si les gustó la mini adaptación, dejenme un comentario bien bonis y lleno de sensualidad como el Jimeno 7u7 

Chau~~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).