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Real Love por Alejandro_YY

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Notas del fanfic:

Con mucho atraso escribo esto para el desafío TEMATICAS del blog Del Fandom y Otras Perversiones.

Dedicado a LatexoHPo. (Recuperate pronto, mujer!!!) que me retó la muy jija para escribir un M-preg y además me hace el favor de ayudarme con la ortografía y la sintáxis porque yo escribo desde mi celular y sale feo.

Nota importante: Si no te gusta el Omegaverse y el M.Preg por favor no leas. Esto tiene todos los detalles de un Omegaverse y mucho de lujuría aunque intento que no sea tan servicial. Los alfas tienen sentimientos aquí.

Basado enteramente en las peliculas pero me tomaré licencias con el desarrollo de la historia.

Notas del capitulo:

Espero que les guste

 

Brooklyn N.Y. Enero de 1936.



Era una tortura.

Sarah Rogers no sabía qué hacer con su hijo adolescente al que de repente le llegó el calor justo en una horrible noche de tormenta invernal. Le secó el sudor con los pocos paños limpios que tenía; le susurró que todo estaría bien; y vio con lágrimas en los ojos la desesperación en el cuerpo acalambrado y frágil de Steve.

La condición como Omega de Steve fue una sorpresa para ambos. No había dado señales de ser ni Omega ni  Alfa, por lo que todo el mundo pensaba que era un Beta. Aquello había sido un alivio para Sarah; eran tiempos difíciles y los Omegas eran tratados como esclavos sexuales. Aunado a todo aquello se sumaba la pobreza en la que estaban, el invierno crudo, la Gran Depresión. Muchos Omegas se ofrecían para tener un bocado o algo que aliviara el frío durante sus celos.

Sarah estaba desesperada al ver a su pequeño retorcerse en la cama, llorando más por la vergüenza que le producía ver a su madre siendo testigo de algo que le parecía indecente.

Steve se enroscaba en su diminuta cama en la habitación que compartía con su madre en aquel minúsculo y viejo suburbio de Brooklyn. Sentía sus entrañas en llamas y le producían dolores horribles cada poco tiempo. No sabía mucho sobre la biología Omega porque siempre había creído que era un Beta. Nadie nunca le dijo que olía a un Omega y él se sintió afortunado de no serlo.

Steve sabía que cuando acabó la Primera Guerra Mundial su madre fue una de las afortunadas a la que  le entregaron el cuerpo de su padre que había muerto en combate, y entonces él se sintió aún más afortunado de no ser un Omega. Las familias que abogaban por la recuperación de los cuerpos de los Omegas no fueron escuchadas a pesar de que el Ejército había envíado un buen puñado de ellos para encabezar las listas de soldados rasos; eran los primeros en el frente porque eran considerados débiles en todos sentidos y bastardamente  pérdidas que no se lamentaban. Steve sabía eso porque lo había escuchado no sólo de su madre, sino de otros que aún lloraban el no tener ni siquiera un lugar a dónde llevar flores y recordar a sus muertos.

Joseph Rogers había sido un Beta y un hombre valiente que murió en aquella primera Gran Guerra. Sarah Rogers era una Beta que con más agallas que muchos Alfas sacó adelante a su hijo sola. Pero la enfermedad y el exceso de trabajo la obligaron a recluirse en casa y Steve, a sus diecisiete años y una salud precaria, era el que llevaba el poco pan a su mesa.

Un nuevo calambre le hizo gemir de verdad, ya podía degustar el sabor metálico en la boca por morder sus labios hasta hacerlos sangrar. Era una tortura. Tenía el pene erecto y adolorido bajo la manta, una que se moría por quitarse de encima para aplacar un poco el calor pero que la vergüenza mantenía. Vergüenza que incrementaba al no sólo tener a su madre a su lado, sino al sentir la sábana bajo él ya empapada por la lubricación. Cuando la sensación lo abrumaba sólo pensaba en tener algo adentro que lo llenara y lo aliviara.

Sarah se limpió una lágrima y pasó otro paño húmedo por los labios de Steve para limpiar la sangre con el corazón hecho trizas. Miró por la minúscula ventana que la nieve seguía cayendo; no pudo ser en un momento peor. El periódico hablaba de la enorme tragedia que significaba el tener uno de los inviernos más crudos del siglo justo ahora cuando la pobreza ya era grande en todo el país. Entonces pensó en Bucky,  ese chiquillo era un Alfa y tal vez podría aliviar a Steve en un acto de amistad. Steve sería su primer Omega y aunque era una tradición y casi obligación que los Alfas se iniciaran con Betas para evitar embarazos, tal vez podría ayudar a su hijo.

Llena de miedo por dejar a Steve solo en esas circunstancias, Sarah limpió el resto de sus lágrimas.

-Iré por ayuda, cariño. Pronto estarás bien- le susurró a Steve que jadeaba entre la manta.

-No… ya pasará… No te vayas.

A Sarah se le partió más el corazón ante la súplica de su muchacho. Steve siempre había sido un chico aguerrido y aunque pequeño por la malnutrición y el asma, nunca dio muestras de debilidad. Ahora, con todos sus instintos Omega floreciendo, Steve había sonado suplicante y débil.

-No pasará, cariño. Tengo que ayudarte, es el primer celo y podría ser fatal, podrías tener un ataque de asma, podrías… Tengo que ir a buscar ayuda- dijo Sarah decidida y besó la frente de Steve antes de ponerse de pie.

Steve quiso protestar, suplicar una vez más. No era sólo el hecho de sentirse terriblemente mal y necesitado, no quería tampoco que su madre saliera a la intemperie. Se movió para intentar levantarse pero un nuevo y crudo calambre lo echó a la cama con largo gemido dolorido. Sentía el vientre duro… demasiado caliente. Mucho calor.

Sara se arrebujó en su suéter de lana, era viejo pero cálido, y había sido un regalo de Steve que le compró con su primer sueldo en forma a los doce años. El frío le caló en el rostro ya maltratado por los años de trabajo y penas.

A pesar del intenso frío logró llegar hasta la tienda de viveres casi una manzana más allá. Eran más de las diez de la noche y con un puño acartonado golpeó la cortina de hierro para hacerse escuchar. Volvió un par de pasos y miró hacia arriba, al pequeño cuarto  dónde Bucky dormía y que le había sido rentado por el tendero gracias a su estatus como Alfa y a que era un chico muy atrabancado al que no le importaba golpear a cualquiera que intentara robar algo del negocio.

-¿Señora Rogers?- se hizo escuchar el chico castaño desde la ventana.

Sarah respiró aliviada al verlo. Tenía el corto cabello despeinado, tal vez lo despertó pero ahora no le apenaba.

-Bucky, tienes que ayudarnos… Ayudar a Steve. Está muy mal.

-Bajo en un momento- dijo el chico antes de desaparecer, pensando en qué problema se había metido su pequeño amigo. Quizás otra vez los matones a los que testarudamente se enfrentaba a pesar de que nunca ganaba.

Bucky apareció por la puertecilla de servicio con una gruesa chaqueta y una manta.

-Señora Rogers, no debería salir con este clima- se apresuró a decir mientras cubría los hombros de Sarah con la manta, la pobre mujer estaba temblando. -¿Y ahora qué hizo el problemático de su hijo?- preguntó mirando la sonrisa de agradecimiento de la madre de su mejor amigo. Imaginó que tendría que darle una buena colleja a Steve por permitir que Sarah saliera.

-Él…

Sarah se interrumpió un momento. No había opción, alguien tenía que ayudar a Steve, aliviarlo, pero todavía le daba algo de vergüenza. El sexo no era un tema que se hablara abiertamente, no por la gente decente, aunque los chiquillos bromeaban veladamente con los temas ‘tabús’.

-Vamos, cualquier cosa que haya hecho intentaré ayudarlo- dijo Bucky con convicción, pasando un brazo por sobre los hombros de Sarah. Era mucho  más alto que ella.

Sarah no se atrevió a decir más y se encaminó junto a Bucky de regreso a su hogar.

Desde fuera del pequeño apartamento se escuchaban los gemidos de Steve. Sarah se apresuró, pero Bucky se detuvo en seco. De pronto un calor abrasador lo inundó, y el aroma… era delicioso; una terrible necesidad de tener aquello que desataba ese aroma se apoderó de su cuerpo. Comprendió de golpe lo que estaba pasando cuando sintió su miembro erguirse bajo sus pantalones. Era un alivio que la chaqueta que llevaba fuera larga, así Sarah Rogers no vería lo que estaba pasando con su cuerpo.

-¿Es…? ¿Es Steve? ¿Es un Omega?- balbuceó torpemente cuando ella se giró a verlo.

Sarah iba a asentir cuando uno de sus pocos vecinos se acercó a ellos con paso rápido. Bucky frunció el ceño, pero no distinguió a otro Alfa.

-Señora Rogers, tiene que sacar a su hijo de aquí. Su aroma está inundando todo el edificio. Puede ser peligroso, ¿es que no tiene control sobre sus ciclos?- dijo el hombre nervioso, mirando a la mujer, al chico y a su alrededor.

-Es el primero- explicó ella rápidamente, más para Bucky que para su vecino.

Y Bucky tragó en seco. Sarah quería que tomara a Steve.

-Por favor- dijo ella entonces, comprobando sus sospechas. -No sabe cómo controlarlo, y es muy jóven para usar otras cosas… James, por favor. Hazlo como un gesto de amistad.

Bucky carraspeó inseguro. Él solamente había estado con un par de chicas Beta y ciertamente nunca había estado tan cerca de un Omega en celo. Su cuerpo dolía de deseo, pero… ¡Era Steve! Su mejor amigo. Su pequeño y frágil mejor amigo. No sabía que fuera un Omega y aunque lo sospechó cuando se hicieron amigos nunca hubo algo después que se lo confirmara. Era un Omega tardío, seguramente por su salud mermada. Eso le había explicado en el orfanato: lo más común es que los Omega manifestaran su primer celo a los catorce o quince como máximo y tenían que ser tomados con o sin anudación. El primer celo era peligroso para ellos, pero uno tardío…

Cuando Bucky escuchó el largo gemido de Steve tras la puerta, como un animalito herido, y el aroma lo golpeó de nuevo ya no dudó. No sabía si era el gesto de amistad como proponía Sarah, o la excitación que se estaba apoderando de su cuerpo. De todas formas no podía dejar así a Steve. Asintió con un leve jadeo y la mujer abrió la puerta. El aroma fue mucho más fuerte.

-Entra muchacho- le urgió el nervioso vecino-. La señora Rogers y yo vigilaremos el edificio por si se acerca algún otro Alfa.

Tanto Bucky como Sarah asintieron al mismo tiempo. Ella sin embargo le tomó de un hombro.

-Sé cuidadoso.

Bucky no necesitaba que le dijeran eso. Por supuesto que cuidaría de Steve, era parte de los instintos Alfas: proteger al Omega. No sabía ahora si esto sería duradero o no, pero ahora mismo no importaba demasiado. Su miembro ya dolía de lo erecto que estaba y comenzaba a sudar a pesar del frío de afuera.

La puerta se cerró dejándolo en ese aire enrarecido colmado de feromonas Omega. Bucky jadeó de puro deseo. Era diferente, muy diferente. Los Beta no emanaban aromas tan fuertes y seductores. Tragando saliva y quitándose la chaqueta se internó en la pequeña habitación.

La imagen fue… devastadora.

Steve se retorcía en la cama. Se había quitado la manta en un impulso ya que su madre no estaba cerca. Había intentado tocarse, pero dolía… Se había metido un par de dedos pero no ayudaba. Su mente divagaba y no podía pensar con claridad; sus sentidos estaban hechos una mierda y no escuchó la puerta abrirse. Y entonces el aroma que percibió fue lo único que cupo en su mente. Era su salvación, su necesidad. Su naturaleza habló por él y se puso en cuatro sobre su empapada sábana. No importaba quién, sólo que olía muy agradable, que tenía que ser tomado ahora mismo o se moría.

Bucky no tardó en desnudarse y aún con un calcetín atorado se precipitó a la cama. Tomó a Steve de las caderas y gruñó en éxtasis cuando el trasero flaco de su amigo se repegó a su pelvis. La lubricación era abundante. Sarah no le había dicho cuánto tiempo llevaba Steve así, pero sin duda estaba en el cénit de su ciclo. Y ya  no pensó, sólo penetró ese cuerpo y gruñó más fuerte. Steve gimió sonoramente, casi acallando el gruñido de su Alfa.

Los movimientos fueron por instinto. Bucky agarraba las caderas estrechas de Steve y Steve se movía de atrás para adelante, queriendo más… necesitando más sin importar el dolor de su primera vez.

Y entonces Bucky aceleró, estaba tan cerca. Sentía su nudo hincharse poco a poco… y reaccionó. No debía anudar a Steve, podría embarazarlo y no estaba en sus planes ser padre tan pronto, mucho menos cuando no sabía qué tipo de relación tendría con su mejor amigo de ahora en adelante. Así que sólo golpeó un poco más con descuido y cuando se sintió llegar salió del cuerpo de Steve. El pequeño rubio protestó ante el vacío, pero Bucky lo giró en la cama, todavía con su miembro sacudiéndose y tomó el de Steve para aliviarlo. El rubio gritó de placer y se corrió copiosamente, el líquido derramándose demasiado acuoso sobre su propio pecho.

Bucky respiraba entrecortadamente y se dejó caer en el colchón húmedo por los fluidos de Steve totalmente agotado.

Steve estaba en las nubes, eso se había sentido maravilloso. Su Alfa. Necesitaba a su Alfa, que sólo lo tocara. Con los ojos nublados y aún intentando respirar con normalidad se lanzó sobre el cuerpo de su Alfa.

Bucky se sorprendió al tener a Steve acurrucándose sobre él como un cachorrito. Pero era lo normal; los Omegas necesitaban el simple contacto, lo poco que el Alfa pudiera darles. Odiaba eso de los Omegas pero era invariablemente su naturaleza. Así que dejó que Steve encontrara una posición cómoda y cuando lo hizo él le acarició los cabellos y la espalda. Steve casi ronroneó de gusto y se quedó dormido en poco tiempo. Su tortura había terminado.

 
Notas finales:

El lemon no esta muy detallado porque este no es tan importante, ya vendrán los mejores xD

Gracias a quienes leyeron y me gustaria saber si les ha gustado o no. Deben saber que soy un romántico sin remedio asi que seguramente habrá mucha pelusa en el camino. Y por si todavía se lo preguntan sí, hay mpreg pero creo que aqui si esta justificado y no es solamente porque si.

Si habra otras parejas pero no quiero Thorki. Me gustan pero hay muchos asi que pensare en alguien mas para Thor y Loki... Bueno, puedo cambiar de opinión.

Cambio y fuera!


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