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Momentos de intimidad por R e i

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Notas del fanfic:

Esto iba a ser una serie de drabbles, pero me acordé de la restricción de 500 palabras de amor-yaoi y me dio mucha lata. Además me di cuenta de que en realidad no tenían sentido para mí usar tan pocas palabras para desarrollar estos momentos y me dije: “meh”. Así que acá me tienen, con viñetas.

Igual no va a haber ninguna línea argumental que una los capítulos de este fic, que decidí escribir como una forma de profundizar un poco más los personajes y desarrollar los headcanons que tengo sobre ellos. Por eso solo tienen en común el tema, e incluso en eso me pienso tomar hartas libertades. No tengo muy claro cuántos capítulos va a tener, pero creo que entre 5 y 10, o más si me llegan inspiraciones divinas.

Voy a mostrar varios personajes, pero aun así el fic va a estar muy cargado hacia Yuki y Shūichi, son los protagonistas y la pareja principal, después de todo.

I. Entrega
(YukixShu)

Aún flotaba sobre la nube del último orgasmo de la noche y, sentado sobre la cama, dejaba que el viento frío le secara el sudor del pecho. Su mirada viajaba lentamente sobre las luces plateadas y las sombras dramáticas que la luna proyectaba sobre el rostro suave y redondo de su pareja. Así, el sopor se fue apoderando de él hasta que cayó profundamente dormido. Un ruido seco dentro de la habitación lo despertó de golpe.

Shūichi –el culpable- estaba parado junto a la ventana, semidesnudo y despeinado. Lo miró con el ceño fruncido y la boca recta.

—Perdón, tenía frío —dijo con la voz ronca, apuntando la ventana que acababa de cerrar.

El rubio gruñó suavecito. Estaba soñando con esa niñita regordeta de la que estaba enamorado cuando tenía ocho años, y todo su mundo era el templo. No entendía por qué se le venían esos recuerdos a la cabeza, tan azarosamente… Si tuviera más material, quizás, podría utilizarlos para terminar de darle forma a ciertas tramas y personajes que tenía en mente hace tiempo.

Sobre la mesa de noche, su radio reloj marcaba las 4:35 a.m. Se acomodó en la cama y suspiró contento. Shūichi, tapado hasta la nariz y de espaldas a él, se le acercó en silencio. A Eiri le pareció que era un buen momento para nutrirse del material que le faltaba.

—Oye —lo llamó casi en un susurro. El cantante se giró sobre la cama para mirarlo, atento—. ¿Cómo era tu primer amor? —soltó Eiri, sin preocuparse por dar ningún rodeo. Shūichi se removió inquieto, sorprendido por la pregunta. Estuvo un buen rato callado.

—No entiendo nada —terminó por responderle, con las cejas muy alzadas, cuando el silencio se le hizo muy pesado.

—Es que… estaba pensando en un personaje y me falta información —empezó a explicar Eiri, Shūichi lo interrumpió.

—Igual no entiendo —le dijo frustrado, casi a punto de perder la paciencia—; tú eres mi primer amor, pensé que sabías, te he dicho muchas veces.

—No, idiota, ya sé que nunca habías tenido una relación seria ni te habías enamorado —aclaró Eiri poniendo los ojos en blanco. Después se apoyó en su antebrazo izquierdo para inclinarse ligeramente sobre Shūichi, rozándole la mejilla con un par de mechones dorados—. Lo que quiero saber es cómo era la primera persona que te gustó.

—Rubio, uno ochenta y seis, hay que decirle varias veces las cosas… —le respondió el cantante inmediatamente. Lo miraba directamente, con un brillo juguetón en los ojos y esa sonrisita traviesa que lo derretía por dentro. Eiri, a pesar de esto, estaba demasiado serio.

—Para, si no quieres hablar de eso dímelo —reclamó el rubio, sin alejarse ni un centímetro.

—Yuki, es verdad —Yuki no creía que fuera verdad, Shūichi se armó de paciencia—. Mira, te lo voy a explicar bien: antes de conocerte estaba tan metido en la música que no me interesaba casi nadie a mi alrededor. Tuve como tres citas en mi vida, que me arreglaron Hiro o Maiko, pero nunca pasó nada.

—¿Y en la TV, no te gustaba nadie? ¿Un profesor tampoco? ¿Un famoso?

Shūichi negó con la cabeza, pensativo. Eiri enarcó las cejas; esperaba que le contara un recuerdo infantil o preadolescente, no eso. Parecía estar descubriendo algo muy personal y no sabía si estaba cómodo con tanto en ese momento; lo había tomado por sorpresa.

—Es raro —le dijo el cantante, en un susurro casi inaudible—, creo que nunca había tenido ganas de acostarme con nadie hasta que te conocí, ahora que lo pienso.

En ese momento, Yuki se dio cuenta de que ya no podía salirse del tema y decidió satisfacer completamente su curiosidad.

—¿Ni de dar un beso? —se acordó del principio de su relación y de lo mucho que le había llamado la atención que Shūichi, casi un niño en esa época, le hablara tanto de Hiro. Siempre pensó que le gustaba un poco.

Pero volvió a negar con la cabeza.

—¿Quizás despertaste algo en mí? —Shūichi recordó el beso que le había querido dar a Rage, puro despecho, y el que le había dado a Ryuichi, que antes de ese mismo día nunca le había atraído de esa manera—. Tenía razón mi mamá cuando me decía que pasaba mucho tiempo con el teclado…

—Ridículo —le dijo Eiri con un resoplido, y se volvió a acomodar en la cama. Shūichi era de verdad increíble a veces, pero eso le gustaba mucho desde que lo había aprendido a aceptar—. Hay que dormir un rato antes de que se despierte el mocoso —de repente se sentía agotado y quería descansar para poder entender y analizar bien esa conversación.

—Buenas noches, lindura —fue la respuesta que obtuvo del cantante. La encontró muy irritante.

—Te he dicho que no me digas así —reclamó el rubio, no se dio cuenta de que había sido una mera distracción de Shūichi para acurrucarse bien pegado a su costado derecho. Estaba tan cansado que se resignó y le pasó el brazo por encima. El cantante, medio dormido, no le respondió, pero Eiri sentía que le faltaba decir algunas cosas antes de poder dormir tranquilo.

A pesar de que había sido accidentalmente, estaba muy conmovido con el hecho de que Shūichi le hubiera hablado tan abiertamente de algo sobre sí mismo que aún no terminaba de entender y que parecía nunca haber pensado antes. No podía dejar pasar así una muestra de confianza y entrega tan grande. Se le aceleró el corazón un poco y hundió la cabeza en la almohada. Todos los músculos del cuerpo se le tensaron.

—Gracias —susurró por fin, con el rostro girado hacia el otro lado. Recibió un besito suave en el hombro y se pudo relajar.

Se dispuso a dormir, a ver si ahora soñaba con el adolescente al que había arrinconado en un ascensor hacía cinco años y que, estaba seguro, nunca iba a terminar de conocer.

Notas finales:

Espero que les haya gustado el primer capítulo. Creo que no es muy enganchador, pero tenía hace mucho dando vueltas esta escena en la cabeza, fue la que dio origen a todo.

La sexualidad que le describe Shūichi a Eiri se llama demisexualidad y está dentro del espectro de la asexualidad, es cuando solo sientes atracción sexual por una persona después de conocerla bien y tener una conexión emocional fuerte con ella. Me parece que describe bastante bien al personaje (que también creo que es homosexual, o sea, ser demisexual y ser homosexual no son excluyentes).

¿Qué opinan ustedes? Obviamente no me voy a enojar si no están de acuerdo, encuentro entretenido escuchar los puntos de vista de otra gente sobre Gravitation porque Murakami deja tantas cosas en el aire que creo que debería haber mucha variedad, aunque a veces no sea así.

Antes de que se me olvide, quiero agradecer a todas las autoras que siguen publicando en esta sección a pesar de lo lento que va el fandom. Me han inspirado mucho y si no estuvieran ahí, insistiendo, esto –definitivamente- no existiría.

Lo más probable es que actualice cada dos semanas y media o algo así, todo depende de mi carga laboral y de mis ideas.

¡Gracias por leer! No les va a hacer daño dejarme un review chiquitito.


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