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Asarion por manimoe

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Notas del fanfic:

Buenas noches, jovenes y jovenas, acá me presento en esta nueva categoría. 

 

Mucho gusto, mi nombre es Maka y este fanfic es mi nuevo proyecto en la categoría de Originales; ha sido producto de muchas horas de lectura y esfuerzo, además de robarle tiempo a mi estudio.

 

Espero les agrade bastante, ya saben que cualquier pregunta, queja, reclamo o sugerencia será bien recibida en la casilla de los revs c: 

Como advertencia queda lenguaje fuerte y homofobia leve. 

Un beso grande, lindos~

Notas del capitulo:

Bueno, damas y caballeros, damor por iniciada la función. Espero ustedes sean muy juiciosos y juiciosas y dejen sus opiniones en un comentario. 

 

Les agradezco haber entrado y espero me sigan hasta el final. 

 

A leer~

El día tan esperado se mostró por fin, albergando la luz y el calor de los despiadados soles brillando en lo alto del cielo. El cadete John Haylock atusó con nerviosismo su uniforme de gala, dejando un rastro de sudor que desprendía de sus manos. Sus ojos color marrón oscuro, negro para la mayoría, estaban abiertos y atentos desde muy temprano en la madrugada.


Todos los pensamientos parecían desembocar en la ceremonia que tendría lugar en menos de una hora, donde sus compañeros y él, recibirían el grado de subtenientes de la flota espacial de la Tierra. Tragó un poco de saliva que pareció devolverse de su estómago revuelto; un peso grande ocupaba la cavidad abdominal de este, a pesar de no haber comido nada en todo el día.


A su lado, su compañero Nicolas Baker tenía toda la intención de atragantarse con la comida que había llevado (a escondidas de los demás) hasta su celda. El uniforme negro de Nick se llenó de migas dulces y John solo pudo hacer una mueca de asco a esto. Nick le miró y sonrió con esperanza, su cara límpida y  bronceada por las largas jornadas a exposición de los soles le mostró los dientes blancos que poseía. John devolvió la sonrisa y sus pecas se acentuaron con la leve palidez.


 –John, Johnnie, deberías cambiar esa mueca que haces por una más feliz. Sinceramente no sé qué dirán tus padres cuando te vean subir a la tarima con cara de querer vomitar lo que no has comido –Nick se levantó y le pasó un brazo por los hombros. Con su 1,98 de estatura, era significativamente más alto de John, contando este con solo 1, 80 –. Deberías intentarlo. Comer, quiero decir, algo dulce. Estoy seguro que Lucy Anne estaría encantada de traer algo a su queridísimo Johnnie –John dio un codazo en el flanco de su compañero, de una manera poco gentil y se deshizo de su abrazo.


–Nick, creo que si quisiera comer lo vomitaría en un instante, y te juro que si me obligas, me aseguraré que ese vómito vaya directo a tu cara. Así que deja de hacer el tonto y límpiate. Parece que te hubieses revolcado en la pista de obstáculos antes de cambiarte –. El rostro de Nick ensanchó su sonrisa, llevando la picardía a sus ojos azules. John soltó un resoplido antes de pasar una mano por su rubio y cortísimo cabello. Soltó una carcajada y tomó una de las galletas –No puedo creerlo Nick, ¿en serio? ¿con Lucy Anne?


–No, guapo, con Brendan Kerrington –Nick guiñó un ojo y se alejó previendo la reacción de su compañero.


–Eres un degenerado, Nicolas. Tu padre estaría lleno de vergüenza, un cadete de tu estirpe no debería tener semejantes perversiones –Nick le miró con molestia. La cara de John mostraba una absoluta resolución a esas palabras. Nick cerró los ojos y contó hasta diez; John a veces podía ser todo un cabrón.


 –Entonces es una suerte que lleve muerto tantos años, y los anteriores fuera de mi vida como para que se llevase esa decepción de tener un hijo marica –Su voz sonó hostil y John clavó su mirada en el espejo que colgaba de la pared frente a sí. Nick le dio la espalda y soltó un suspiro exasperado. Iba a decir algo más, cuando la luz de la compuerta metálica de su celda soló con un pitido estridente. La voz monótona del conmutador irrumpió el silencio incómodo que se había formado entre los dos cadetes.


–La  ceremonia de graduación dará comienzo en 15 minutos. Los cadetes deben estar en el patio de Los Símbolos en 3 minutos –La voz de género indefinido resonó en los oídos de cada uno durante un segundo más y ambos emprendieron movimiento. Nick agarró la gorra negra que reposaba en su cama de manera ociosa y John atusó su uniforme una vez más. Antes de salir, John tomó un hombro de su compañero y lo enfrentó. Se irguió en toda su estatura y le miró a los ojos claros.


–No quise hacerte sentir mal, Nick. Siento haber metido a tu padre en esto –El hecho de que John no se disculpara por la evidente discriminación hacia su persona no pasó por alto en la mente de Nick. Sin embargo, todo eso era lo que más podría esperar de su compañero. Le tomó el hombro con la mano contraria y lo apretó un poco.


–Ni al caso, Johnnie, eso ya no es importante. Ahora vamos que el General hará azotar a cualquiera que no llegue en 3 minutos al patio de Los Símbolos.


 


La formación perfecta bajo el calor abrazador de ambos soles en el planeta E675 de la galaxia NG 4412 estaba arrancando sendas gotas de sudor en los rostros jóvenes de los cadetes de la Flota Espacial de La Tierra, una mera conmemoración al olvidado planeta en una lejana constelación del cual sus antepasados salieron hacía miles de años. La voz del general, potenciada por los altavoces, se perdió en el espacio abierto destinado para ese tipo de ceremonias. Uno a uno, los cadetes fueron llamados a la tarima y fueron recibiendo el rango de subtenientes. John esperaba su turno con la garganta cerrada y su estómago revuelto en nauseas. Las ceremonias marciales siempre eran más largas de lo que recordaba de la última vez.


–Haylock, John –Anunció el anciano de rostro enjunto pero fuerte. John salió de su lugar marchando, con su rostro fijo en la tarima. Subió los escalones con el corazón latiendo sangre en su garganta. El pito de sus oídos le impidió escuchar poco y nada de las palabras que sabía de memoria. En cuanto su conciencia volvió a su cuerpo, su uniforme ahora contaba con una estrella en sus hombros y una gorra con su nombre. Contuvo el aliento durante los saludos correspondientes y bajó de la tarima un tanto envarado. Cuando volvió a su puesto en la formación, pudo mirar de reojo la sonrisa que mostraba Nick en el acaramelado rostro. El orgullo henchió su corazón cuando las acciones lograron llegar a su cerebro.


Ahora formaba parte activa de las filas de la Flota Espacial de La Tierra. Su pecoso rostro se llenó del mismo orgullo que Nick mostraba.


 


La música taladraba los oídos del Subteniente Haylock en el concurrido bar de mala muerte que sus compañeros habían escogido. El líquido transparente resbaló por su garganta con más ardor que facilidad y John lo sintió caer a su estómago vacío. Estiró la mano hasta el contenedor de snacks salados de la barra y tomó uno para llevarlo a su boca. Le supo casi tan amargo como el líquido y salado. Nick soltó una carcajada a su lado y John resopló con fastidio a verlo tan fascinado con el barman. Escuchó el asiento del lado moverse y miró con los ojos abiertos a Lucy Anne. Su rostro fino estaba despejado de los rizos espesos a los que acostumbraba a ver y los ojos de color verde se notaban con más claridad. Lucy sonrió mostrando uno de los hoyuelos que se formaba en su mejilla y John devolvió la sonrisa, interesado.


–Lucy, es un placer verte en este lugar –Saludó con voz potente cerca de su oído. Los pocos cabellos que se escapaban de la coleta le hicieron cosquillas en su nariz. Lucy soltó una risita y levantó una mano para atraer la atención del barman –. Una margarita para la señorita, Dave –Dijo distraídamente. Lucy le miró de nuevo y sus labios rojos se curvaron con placer al escuchar el pedido del Subteniente.


–Muchas gracias, Teniente Haylock –John tuvo que acercar su rostro al de ella para poder escuchar las palabras de dulce acento del Este. Lucy Anne recibió la copa de color verde musgo y bebió el contenido, saboreando la sal en el borde.


–Por favor Lucy, nos conocemos de años. John, como siempre –Susurró al oído de la joven con voz de seda. John Haylock era un experto en seducción y siempre, siempre estaba dispuesto a demostrarlo. Lucy abrió la boca con una sonrisa pintada en ella cuando el peso de un cuerpo cayó sobre la espalda de John.


Nick cayó de espaldas sobre el suelo, después de empujar a John hacia la barra. Su labio partido emanaba sangre hacia la boca y el sabor metálico de esta le devolvió los sentidos en pocos segundos. John volteó en guardia al atacante de su amigo y no se sorprendió al ver a Ruben Butcher con los orificios de su nariz expandiéndose ante el esfuerzo de respirar en medio de su furia. Escuchó el jadeo de Lucy y un quejido de Nick desde el suelo.


–¡MARICÓN! –Gritó Ruben a viva voz. John parpadeó un par de veces mientras sentía la furia crecer en sus entrañas. Su amigo podría ser un maricón, tal como lo señalaba Ruben, pero un escándalo de esa índole le costaría el título y la carrera prometedora que tenían. Se levantó despacio, sopensando las posibilidades contra Ruben. Estaban bastante igualados. Lucy Anne tendía su mano al maltrecho Nick mientras John avanzaba unos cuantos pasos frente a Ruben.


–Butcher, cuida tu vocabulario –Le advirtió con lentitud. Ruben le miró con el ceño fruncido y sonrió un poco.


–¿Cuidando de tu novio, Haylock? El ser sobrino del General no te salvará de la expulsión de la Flota Espacial si sigues con esas perversiones –. Ruben soltó una risa burlona y sus ojos se achicaron con la expresión. No esperó el derechazo que John lanzó a su mandíbula, mucho menos el de su estómago. Se dobló en sí mismo, inhalando despacio mientras escuchaba  a John hablarle.


–Que te quede claro, Butcher, me gustan las malditas vaginas. Y si estas tan empeñado en sacar a colación el hecho de mi parentesco con el General Haylock, ten por seguro yo tampoco dudaré en usar ese beneficio en contra tuya. Así que lárgate de aquí y no vuelvas a meterte en lo que no te importa. –Ruben le miró con odio en sus ojos y se irguió en lo que el dolor le permitió. Soltó un par de palabras malsonantes y escupió a los pies de Nick. La gente empezaba a mirarlos demasiado y John tomó con frustración su copa, apurando el contenido amargo en su garganta. Miró a Nick y  le agarró uno de los brazos con fuerza. Quería salir cuanto antes de allí.


Dejó un par de billetes en la barra y volteó a mirar a Lucy Anne con una disculpa grabada en su rostro. Lucy Anne mordía su labio inferior con algo de preocupación y le asintió con lástima. Ya sería en otra oportunidad.


Arrastró a Nick hasta la puerta trasera del bar y lo soltó con brusquedad. Tratando de calmar su ira un poco, llevó sus dedos al puente de su nariz mientras con su otra mano atusaba su cabello. Nick me miraba seriamente y sus cejas negras se fruncían en una expresión exasperada. John habló con la voz seria y calmada de siempre, pero con un tono claramente enojado.


–No pretendo estar como un maldito perro faldero a tu espalda defendiéndote de cada patán como lo es Ruben, Nick, así que aceptaré que me digas que cuidarás tu comportamiento y dejaremos el tema hasta aquí –Nick soltó una risa exasperada y giró su cuerpo, dándole la espalda.


–No pretendía que esto pasara, John, lo sabes. Ruben es un soplón de primera y no es la primera vez que tengo ese tipo de problemas –Nick sintió como lo jalaban de la camisa y bajó su vista a su compañero.


–Si, grandísimo cabrón, pero es la primera vez mientras ya eres un oficial de la Flota Espacial. Así que compórtate a la altura y evita estos inconvenientes. Ruben es solo el primero, ¿cuántos más necesitas para cambiar tu actitud? –Nick se soltó con brusquedad. Odiaba el tono de John, como si lo que hiciera fuese un pecado imperdonable.


–No es como que lo buscara, John, pero si te deja más tranquilo, buscaré un lugar nuevo. –Y, jalando su abrigo hacia abajo, Nick salió del callejón, dejando solo a John con los pensamientos bulléndole en la cabeza.


 


John soltó la gorra sobre el camarote que aún compartía con Nick. La reunión le había dejado un sabor amargo en la boca y mil pensamientos contradictorios en la cabeza. Llevaba 10 meses como Subteniente y las misiones a las que estaba acostumbrado eran tan sencillas como abundantes. Una misión del tipo que le plantearon estaba fuera de sus planes por ese momento. La relación con Lucy Anne iba viento en popa y no podía creer su suerte al poder follar cada que encontaran un rincón apartado. Lucy era una amante experimentada y desinhibida. Estar 1 año fuera arruinaba todo por lo que había trabajado con ella.


La cmpuerta de la celda se abrió y Nick entró con paso apurado. Levantó la vista de sus lustradas botas y encontró sus ojos negros con los azules de Nick. La expresión de felicidad contenida de Nick le indicó que ya toda la flota estaba enterada de la tripulación del Atena en la misión de exploración al planeta R576 de la galaxia 3c75. Conocido también como Radio 576, por la radiación que desprendía en sí mismo. John suspiró y volvió a poner su cabeza entre sus manos. Nick se sentó a su lado y le palmeó la espalda con paciencia. Su amigo se notaba abatido por la situación.


–No es lo que esperabas, ¿eh, John? –Clavó su vista en un punto de la pared y espero la respuesta de Haylock. Le parecía hilarante que John se notara así de abatido cuando él mismo estaría en esa nave también y sus sentimientos eran tan diferentes al desasosiego de su amigo. John se levantó de la cama y dirigió sus pasos al armario para empezar a organizar su agenda de las siguientes semanas antes del despegue.


–Teniente Baker, creo que debería organizar mejor su tiempo estas semanas si quiere despegar conmigo ese día –Nick sonrió con la respuesta de John y se levantó de allí también. Había mucho por hacer antes de ese viaje.


Poco imaginaron que aquel viaje voltearía sus destinos de manera radical. 

Notas finales:

Bueeeeeno~ iré a dormir siendo la 1:36 de la madrugada. 

 

No puedo prometer actualizar pronto, pero sé que me esforzaré por ser fiel y llenarles de sorpresas. 

 

Los espero en el siguiente capi, para saber más de esos mushashos y sus vidas~

 

Un beso grandote, espero comentarios c:

 

Maka~


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