Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El libro de las leyendas: Tomo Fullbuster por Fullbuster

[Reviews - 45]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Resumen:

Sólo era una venganza, pero jamás esperó enamorarse de la persona que debía ser su víctima.

Pareja: Sasuke-Deidara.

Las gotas no dejaban de resbalar por el cristal del coche. Había apagado las luces del vehículo y el parabrisas que anteriormente se movía en una danza regular y constante, intentando apartar el agua sin mucho éxito. Ahora el ruido de las gotas cayendo sobre el vehículo era lo único que escuchábamos en aquel parking alejado de todos. A mi me gustaba la idea de llamar a ese encuentro nuestra “primera cita formal” pese a que ya habían pasado dos semanas desde que trataba de conquistar a ese rubio, ahora por fin, en esta salida al cine… ¡Ni siquiera habían entrado al cine!

La lluvia nos había pillado en el parking y estaba dispuesto a salir corriendo del coche y guarecerme en el edificio, pero antes incluso de abrir la puerta, ese chico se me había abalanzado, subiéndose encima de mis piernas y echando el sillón del conductor ligeramente hacia atrás para tener más espacio.

¡Era incómodo! Pero no pude evitar sonreír al darme cuenta de que ese chico había caído completamente en mi trampa. En la universidad pasaba desapercibido, un estudiante más, la gente apenas se fijaba en él y seguramente yo tampoco lo habría hecho de no ser porque era el hermano del que hasta hacía mes y medio… había sido mi novio.

Durante los días que había durado mi plan, soñé en cómo serían sus besos. ¿Quizá parecidos a los de su hermano? Tenían unos labios muy similares, pero no… ahora comprobaba que no era así. En sus besos, notaba la pasión y sus ganas por continuar, pero también la inexperiencia de un principiante. Una parte de mí se excitaba con esa idea, otra… se sentía culpable de ser yo quien le quitase su virginidad o experiencias por una simple venganza que él desconocía.

Tanto tiempo siendo el “novio fantasma” al menos debía tener su lado positivo. Naruto se había empeñado en ocultar su noviazgo una y otra vez, nada de afecto en público, tan sólo quedaban como si fueran simples amigos y se acostaban en la intimidad más profunda, lejos de sus casas, lejos de lugares donde pudieran encontrarse con gente que les conocieran. Llegó un momento, en el que pensé que él se avergonzaba de tenerme como novio. Ahora… hacía seis semanas, entendía el motivo por el que siempre me había escondido. ¡Tenía novia! El muy desgraciado salía con una chica que quería mantenerse virgen hasta el matrimonio y se desfogaba conmigo. Nunca tuvo intención de que fuéramos algo más, sólo era su plan de emergencia, esa persona con la que podía mantener relaciones, desahogarse y luego volver con la persona a la que amaba. ¡Y yo como un estúpido me había enamorado de él!

No volvería a pasar, no volvería a enamorarme, eso es lo que me repetía todas las mañanas antes de salir de entre las sábanas y ahora… ahora tenía a su hermano en mi coche dispuesto a dejarse hacer lo que fuera por mí. ¡Era la venganza perfecta! Sólo había un problema… ¡Me estaba empezando a gustar de verdad ese chico! Eso podía echar a perder todos mis planes. Quería utilizar a su hermano como él me había utilizado a mí, pero… por algún motivo, me dolía pensar de esa forma. Una parte de mí no quería dejarle, no quería romperle el corazón, quería quedarme con él, pero cuando Naruto se enterase, querría destrozarme y defender a su hermano.

Escucho el ruido de la cremallera y sé que ese chico está decidido a todo por complacerme. ¡Es tan fácil hacerle daño! ¡Es tan fácil humillarle y luego tirarle! La venganza está ahí, pero no puedo hacerlo. Algo me lo impide. Quiero poseerle, pero no quiero humillarle, aun así, tengo que hacer algo.

- ¿No te excitas? – pregunta Deidara con una ligera sonrisa, besando mi cuello y recostando más mi asiento para tumbarme – quizá es mi culpa, yo no…

- ¿No te has acostado con nadie? – pregunto a ese chico rubio que me mira con ojos dulces pero cargados de dudas.

- No. Yo no sé cómo excitarte, Sasuke.

- Lo estás haciendo bien, aunque soy un poco raro – le sonrío para calmarle, acariciando su rubio y largo cabello.

- Haré lo que quieras, lo sabes.

- No hace falta, Dei. Estoy convencido de que no es algo que te gustaría lo que tengo en mente.

- Por favor – susurra cerca de mis labios – déjame complacerte.

Ese chico había sido muy fácil de convencer. Yo soy capitán del equipo de Lacrosse de la facultad y él… él no era nadie. Naruto, en cambio, es capitán del equipo de fútbol. Todas babean por él, igual que lo hacen por mí. Siempre creí que mantener lo nuestro en secreto era para que no descubrieran que el capitán de fútbol que podía obtener una beca, fuera tachado de homosexual antes de conseguirla, ahora ya todo daba igual, sabía la verdad. Convencer a Deidara, ese chico inocente que intentaba alejarse de todos los deportes de que le gustaba, había sido pan comido. Nadie se fijaba en él y se había dejado seducir por el capitán de Lacrosse. Se sentía importante y más cuando yo rechazaba a todos por él. Sólo tenía que ser paciente y mi venganza daría sus frutos por sí misma.

- Me gusta que me la chupen – le sonrío y él se sonroja – pero más que eso… me gusta grabarlo para masturbarme más tarde pensando en ti.

¡Se ha quedado paralizado! Es lógico, no es algo que se pida normalmente y menos en la primera relación, pero necesito pruebas de esto, necesito algo que mandarle a su hermano para demostrarle que le he quitado la virginidad a la persona por la que más afecto siente. Quiero destrozar a Naruto, herirle y enfadarle. Deidara es la clave para ello. Tan inocente y puro, desvirgado en un cutre coche en los aparcamientos de un cine por el capitán de Lacrosse. ¿Qué podría dolerle más a Naruto? Más siendo su ex novio.

- Yo… - duda – lo haré. Si eso te excita, puedo hacerlo siempre que me prometas borrar ese vídeo después.

- Lo haré – le digo para calmarle, sin confesarle que irá directo a su hermano.

¡Idiotas! Así son los novatos en el sexo. La primera vez que se enamoran son capaces de hacer cualquier cosa, cosas tan estúpidas como ésta que le estoy pidiendo. Lo sé, y me aprovecho de ello para sacar provecho. Con su hermano tuve paciencia, me lo follé en las taquillas del vestuario del equipo de Lacrosse cuando vino la primera vez provocándome, también dejé que entrase en mí cuando yo le busqué en su vestuario al acabar la práctica de fútbol y ahora… ahora veo que fui un estúpido al confiar en él. Tan sólo se aprovechó, dejó que le follase un par de veces para luego poder hundirse en mí. No volvería a pasar. Aprendí su truco y ahora se lo haría a su hermano para que viera lo que dolía cuando te sientes utilizado.

- No tienes por qué hacerlo – le insisto, aunque estoy deseando que meta su boca ahí y grabar cómo me la chupa.

- Puedo hacerlo – sonríe inocentemente, colocándose mejor para poder llegar con su boca a la bragueta de mi pantalón.

Dejó que sus dedos se cuelen por la pequeña apertura de mi pantalón vaquero y aparte la ropa interior sacando mi miembro. Todavía no está del todo erecto, pero lo suficiente como para que ese chico se asuste un poco. Es la primera vez que va a hacer algo como esto, se le ve nervioso.

No quiero decirle nada, prefiero que vaya a su ritmo para que coja confianza, sin embargo, sí muevo mi mano hasta el bolsillo y saco mi móvil para encender la cámara. Miró a través de la pantalla y veo la lengua de ese chico rozar la punta de mi miembro. Apenas unas lamidas que no dicen nada, parece tener más vergüenza que otra cosa pero yo finjo. ¡Siempre he sido bueno fingiendo! Así que muevo ligeramente mi miembro para darle a entender que me ha gustado pese a que todavía no me ha dado tiempo a sentir placer.

Deidara parece animarse un poco más al ver cómo se mueve. Él piensa que es involuntario. ¡Pobre ingenuo! Yo sigo grabando. Una de mis ideas es mandarlo a toda la facultad pero… algo dentro de mí me dice que detenga ese estúpido plan. ¿Me he enamorado? ¡No puede ser verdad! En mí ya no hay sitio para el amor y, sin embargo, cuando pienso en Deidara, siento la necesidad de protegerle, aunque otra parte de mí clame por venganza.

Es todo tan extraño, ni siquiera sé cómo sentirme. Simplemente me dejo llevar por el placer. Le indico lo que me gusta al verle tan cohibido, consiguiendo que finalmente, meta la punta entera en su boca, succionando ligeramente y jugando con su lengua alrededor del frenillo. ¡Me encanta que rocen el frenillo! Miles de sensaciones se agolpan en mí, el placer aumenta cada vez que la lengua lo roza.

Echo la cabeza hacia atrás y la apoyo contra el respaldo del asiento, cerrando los ojos y centrándome en el goce que me da ese chico. Mis dedos se enredan en su cabello rubio, acariciándole y cogiendo alguna dorada hebra con mayor intensidad cuando me recorre un escalofrío. Dejo escapar algún gemido, sabiendo que eso alegrará aún más a mi acompañante. ¡Lo hace! Lo sé al sentir cómo acelera y tratar de introducir un poco más de mi miembro en su boca.

Me concentro. Me gustaría eyacular y llenarle el rostro entero con mi semen para que Naruto lo viera, pero… otro instinto en mí me dice que no lo haga. No sé el motivo, pero prefiero tenerle a él, prefiero hacerlo mío y quizá… es porque pienso que tras la venganza, ya no podré tenerle. Me duele pensar en ello. Es posible que sí me haya enamorado y aunque me gustaría parar la venganza, no puedo hacerlo. ¿Por qué soy tan vengativo? No lo sé, pero no lo puedo evitar.

Aprovecho que él está entretenido para bajarle la cremallera del pantalón y deslizarlos ligeramente para poder colar mi mano. Su miembro se está endureciendo aunque todavía no está del todo erecto. Lo tomo en mis manos y escucho su respiración agitarse. Es posible que sea la primera vez que un extraño le toca en esa zona, pero sé que le gusta, simplemente se deja hacer.

Gime un poco aunque parece avergonzado, se le nota en el sonrojo de sus mejillas. Le pido que deje lo que está haciendo, ya no aguanto más, quiero entrar en él. Por unos instantes, Deidara parece confuso y temo que quiera echarse atrás. No puedo permitirme eso. Él alza sus ojos hacia mí y veo un brillo especial, uno que hace que me enamore más. ¡No puedo enamorarme! Es lo que me repito, pero no parece funcionar.

- ¿Estás bien? – le pregunto al ver que su cuerpo tiembla mientras se coloca a horcajadas sobre mí.

- Sí, estoy bien.

- Estás temblando. ¿Tienes frío?

- No – me dice con una pequeña sonrisa, más forzada que real.

Le acaricio la mejilla. Su respiración es entrecortada, fruto del roce de su miembro con el mío. Sabe lo que quiero pero por alguna razón, él sigue dudando. Algo dentro de mí se arrepiente de esto y resoplo. No puedo hacerlo, no quiero hacerle daño a este chico por lo que Naruto me hizo.

- Dejémoslo aquí – le comento intentando apagar el móvil, pero él me retiene la mano e impide que lo guarde.

- No, por favor. Quiero seguir.

- No es necesario, Deidara. Estás temblando y eso sólo me indica que quizá éste no es el lugar ni el momento para esto.

- ¿Vas a dejarme? – me pregunta.

- No – le aclaro – no voy a dejarte por esto. Si no estás preparado, no ocurre nada. Esperaremos a que lo estés.

- Pero… tus compañeros.

- Sé cómo son mis compañeros, sé que sólo buscan sexo en sus parejas pero yo no soy como ellos. No necesitas forzarte a hacer algo que no quieres. Gracias por haberlo intentado, me basta con ello – le sonrío – vamos al cine, quizá aún podamos ver alguna película.

Intento incorporarme, pero las manos de Deidara se apoyan en mi pecho y no me deja moverme. Mi espalda toca nuevamente el respaldo del sillón y siento que está más decidido que nunca.

- Quiero acabar lo que he empezado – me asegura – sé que eres tú el chico al que he estado esperando. Lo supe desde el momento en que venías a casa a estudiar con mi hermano.

¡Estudiar! Eso es lo que Naruto decía siempre, que iba a estudiar cuando en realidad nos acostábamos juntos. Sin embargo, por su mirada me doy cuenta de lo más importante. No fui nada para Naruto, pero sí lo fui para Deidara, aún lo era. Él se fijó en mí desde el primer día que entré por su casa, seguramente se enamoró de mí, del amigo de su hermano pero nunca se atrevió a decir nada. Ahora por fin parecía que sus sueños se cumplían al tenerme como me tenía. No podía evitar tener sentimientos encontrados. Conocerle más a fondo había hecho que me enamorase del hermano del chico que era mi amante.

Le ayudo a colocarse mejor. Es difícil entrar en él y me cuesta un par de intentos acertar en su entrada y hacer la presión necesaria para acceder. Cuando lo logro, las ansias por hundirme en él me pueden, pero me controlo, porque por alguna razón no quiero hacerle daño, no a él. Una cosa es mi venganza contra Naruto, quiero que sepa que puedo tener a su hermano, puedo tener a quien quiera a mi alcance, pero eso no implica herir a los que me rodean. Sólo quiero ver su cara cuando vea a su hermano en mi poder, enamorado de mí como yo lo estuve de él.

Su rostro refleja dolor y eso me hace empatizar con él aún más. Le cojo entre mis brazos, acercando su pecho al mío y le susurro al oído las palabras más reconfortantes que consigo sacar. Muerdo levemente el lóbulo de su oreja. Sé que si le muerdo con sutileza, se centrará en ese pequeño dolor aunque siga sintiendo el otro.

Voy muy despacio, adentrándome en él, centrándome más en su dolor que en mi venganza. El móvil se ha caído sobre el asiento del copiloto y creo que nos enfoca a ambos, sin embargo, no me importa. Éste es el momento donde decido dejar todo atrás. Borraré el vídeo al acabar, no quiero hacerle esto a Deidara. Encontraré otra forma de obtener mi venganza y enfadar a Naruto por lo que me hizo.

Aguanta el dolor, sé que lo hace mientras baja sobre mi miembro. Mis manos acarician sus piernas, pasando por sus muslos y su miembro, llegando a sus nalgas y cogiéndolas con fuerza ayudándole a elevarse para volver a bajar sobre mi miembro una vez más. Lento… todo es lento y eso lo convierte en una tortura para mí. Necesito más velocidad, quiero llenarle entero con mi semen, disfrutar de ese momento juntos, pero sé que debo tener paciencia hasta que se acostumbre a mi intromisión.

Sus músculos intentan echarme, se aprietan sobre mi miembro y sólo hacen que mi placer aumente. Se estrecha y se abre, una y otra vez a medida que su movimiento va aumentando. Yo sigo ayudándole a elevarse. Cada vez que baja me hace soltar un jadeo que él parece disfrutar. Al poco tiempo, consigo escuchar su primer gemido, mal silenciado por él pese a que lo intenta. Yo sonrío, me ha gustado escucharle, esa respiración agitada me dice que está empezando a disfrutar y cuando sus manos se aprietan en mi nuca, sé que está cerca de eyacular.

- Hazlo – le digo.

- Yo no… quiero mancharte.

- No te preocupes y disfruta – le añado, elevando un poco mi camiseta y dejando mi fuerte abdomen al descubierto para que pueda eyacular allí sin mancharme la ropa.

- Pero…

- Tengo toallas en el cajón del copiloto, no te preocupes por nada, sólo… déjate llevar.

¡Y lo hace! Tarda un poco, sé que se está conteniendo pero cuando le fuerzo a bajar hasta el fondo, tan sólo dura un par de embistes más antes de soltar todo su ser en mi abdomen. Yo, por el contrario, necesito un poco más de tiempo. Acelero el ritmo, escuchando esta vez cómo sus nalgas golpean contra mis muslos y su respiración se agita más hasta que los gemidos empiezan a llegar como una oleada incapaz de detenerse.

- Estoy a punto – le aviso, pero él ni siquiera puede hablar.

Me dejo ir y pienso en la idea de cómo mi semen está llenándole entero. ¡Tuve a su hermano y le tengo a él! Es gratificante y, sin embargo, he disfrutado mucho más con este chico. Con él me gustaría repetir una y otra vez, con él querría quedarme para siempre. Creo que he encontrado a mi alma gemela, la que me complementa, la que me entiende y con la que disfruto. El problema… es Naruto.

Nos limpiamos como podemos y decidimos que como es tarde para entrar al cine, sería conveniente dar un paseo por la zona. Agarrados de la mano, llegamos al puerto y decido que es mejor borrar ese vídeo. Saco el teléfono y me decido a eliminarlo cuando una bicicleta pasa por detrás de nosotros y Deidara me empuja para apartarme del camino de ese idiota. ¡Lo he enviado! Atónito es como me quedo al ver que lo estoy mandando al último contacto al que llamé… al desgraciado de Naruto cuando le insulté de mil formas ante cómo me utilizó.

- Mierda – susurro alarmado.

- ¿Qué ocurre?

- Nada – intento sonreír - no pasa nada.

- ¿Lo has mandado? – pregunta al ver cómo en la pantalla pone la frase “Enviado” - ¡joder, Sasuke! ¿A quién? – me pregunta sorprendido.

- A tu hermano – le añado – madre mía… no quería hacer esto, en serio, intentaba borrarlo.

- Va a matarme – me dice – mi hermano va a matarme. Eres su mejor amigo.

- Sobre eso… - intento aclararle que no es del todo cierto, más bien soy su ex novio, o su ex amante. Deidara sigue hablando, despotricando de lo que su hermano le hará y me es imposible contarle la verdad entre su hermano y yo - ¿Quieres que te lleve a casa? Quizá está durmiendo y puedes coger su móvil y borrar el mensaje antes de que lo vea – le añado.

Deidara parece recapacitar en ello y mira el reloj. Parece que ha caído en algo, algo importante y sonríe antes de cogerme la mano para hacerme correr tras él hacia el coche.

- Estaba entrenando hasta no hace mucho, si ha llegado a casa se estará duchando y luego cena. Su móvil siempre está en su habitación. No debería haberlo visto aún. Aún puedo borrarlo.

Le acerco a casa. La luz del comedor está encendida, creo que siguen cenando. Nadie espera a Deidara, según me contó, les dijo que cenaría fuera y que se iba al cine con unos amigos. Claro… que no le ha contado a Naruto la verdad, que había quedado conmigo para tener sexo en un coche.

Por cortesía, bajo del coche para abrirle la puerta a Deidara pese a que éste ha sido más rápido y ya está bajando él mismo. No sé si acompañarle hasta la puerta o puede que si lo haga descubra su mentira. Dudo, pero no tengo mucho tiempo de dudar cuando la puerta se abre y veo a Naruto venir hacia nosotros con cara de pocos amigos. ¡Ha visto el vídeo! Lo veo en sus rabiosos ojos, más cuando aparta a Deidara de su camino y viene directo a por mí. Quiere golpearme pero le esquivo la primera vez y nos enzarzamos en una pelea que Deidara trata de frenar. Él piensa que es porque se ha acostado con su mejor amigo, no sabe nada de nuestra historia, pero cuando recibe el golpe de Naruto, todo se queda en silencio.

- Lo siento – escucho que Naruto le dice a su hermano al ver cómo le sangra la nariz por el golpe al tratar de separarnos.

- Eres idiota – oigo a Deidara – déjale ya, le quiero.

- ¿Que le quieres? – pregunta Naruto enfadado – se está acostando contigo para vengarse de mí. ¿Es que no te das cuenta?

- ¿Por qué haría algo así? Es tu mejor amigo.

- No es mi amigo, es mi ex novio – le suelta Naruto, dándose cuenta entonces de que la ha liado al ver la mirada de su hermano – no se lo dijiste… - afirma hacia mí.

- Tú rompiste conmigo, no tenía por qué dar explicaciones – le agrego.

- ¿Salíais juntos? – pregunta ahora Deidara confuso - ¿Y ninguno de los dos me lo ha contado? Sois unos desgraciados, los dos – nos recrimina con lágrimas en los ojos – mataros si queréis.

- Dei… deja que te lo explique – intento suavizar, pero Naruto me empuja de nuevo al suelo para alejarme de él.

- No te acerques a mi hermano.

Les veo entrar en casa, pese a que Deidara está tan enfadado, que observo por la ventana cómo sube las escaleras, seguido de un Naruto que intenta explicarle las cosas sin éxito alguno. Deidara no quiere escucharle y sé que a mí tampoco me escucharía. ¡La hemos liado! Y todo por una venganza que al final… ni siquiera quería llevar a cabo. Perdí a Naruto y cuando vuelvo a enamorarme… el amor me da otro hachazo nuevamente, esta vez… ganado por mí mismo.

- Joder – dejo escapar antes de subirme de nuevo al coche. No hay motivo para permanecer más tiempo allí.

***

Una semana llevo en casa tras el incidente. Miles de recuerdos vienen a mi mente, los cientos de recuerdos que tengo de mis citas con Deidara, de sus sonrisas, de lo bien que lo pasábamos juntos. Aún tengo sus bromas en mi cabeza, su forma de razonar todo. Es un chico inteligente que odiaba a los deportistas por pensar que éramos sólo unos idiotas sin cerebro, que nos aprovechábamos de nuestra popularidad para conseguir lo que queremos. Es posible que tenga razón. Me esforcé por no ser quien él creía, por dorarle la píldora hasta tenerlo en mis manos y sólo por una venganza.

Sé que está dolido conmigo, que sufre por lo que he hecho. ¡También yo lo hago! Porque aunque me resista, sé que he perdido una mitad de mí con este problema. Me enamoré y no debí hacerlo, me ha destrozado al igual que él, yo mismo me he hecho daño y me merezco el desprecio de ese rubio de inocente mirada.

Me gustaría disculparme, decirle que en realidad le amo pero… ¿Cómo iba a creerme después de lo que he hecho? No lo haría. ¡Yo al menos no me perdonaría! ¿Por qué lo haría él entonces? Además de eso… ¡Soy un Uchiha! Yo no me disculpo y quizá ésa sea mi perdición. Puede que sea uno de los motivos por el que la gente me detesta, mi arrogancia y mi cabezonería.

- Hermanito, baja a cenar de una vez o me comeré tu plato – escucho a mi hermano Itachi al otro lado de la puerta.

Sé que en el fondo está preocupado por mí aunque no sabe el motivo por el que me encuentro tirado en mi cuarto con la luz apagada. Mañana tendré que volver a ir a la facultad, no puedo seguir diciendo que estoy enfermo, pero la verdad es que no quiero tener que enfrentarme ni a Naruto ni a Deidara. Quizá lo que no quiero es tener que enfrentarme a las consecuencias de mis propios actos.

- Puedes quedarte mi plato – le grito desde el otro lado.

- Vamos, Sasuke, sal aquí y come algo. Vas a preocupar a los papás.

- Déjame en paz, Itachi – le remarco para que sepa que quiero estar solo.

Escucho el suspiro de mi hermano, pero me da igual. Él no está conforme con mi respuesta, tampoco yo lo estoy con lo sucedido pero es lo que hay. No le queda más remedio que aguantar y marcharse de mi puerta. Sabe que no voy a abrir.

Intento dormir aunque parece imposible con todas las preocupaciones que tiene mi mente. ¿Cómo actuaré mañana? ¿Cómo enfrentarme a las dos personas que me esperarán allí? Ninguna de las dos me perdonaría por mil veces que me disculpase. Siendo sincero… tampoco quiero disculparme con Naruto. Él se merecía la venganza, pero sí me siento culpable de haber utilizado a un inocente para llegar a ella.

El despertador me taladra los oídos. He estado abriendo los ojos cada pocos minutos, incapaz de conciliar un sueño continuo y conciliador. No quería levantarme, pero no tenía más remedio que hacerlo. La facultad me espera.

Mi hermano no se atreve a pronunciar palabra, tan sólo espera que me beba la leche en silencio y me coma las tortitas que él mismo ha preparado. Creo que tiene miedo de que enferme simplemente porque anoche no quise bajar a cenar. Me mira con intensidad, casi comprobando que me voy a comer todo lo que ha dejado en mi plato.

- ¿Vas a ir a entrenar? – pregunta finalmente mi hermano.

- ¿Por qué no lo haría? – le pregunto extrañado.

- No sé. Estás raro últimamente. Has estado una semana enfermo, creí que no irías al entrenamiento.

- Llevo demasiado tiempo en casa, me apetece despejarme un poco.

Me levanto de la mesa dispuesto a irme a la facultad. Lamentablemente para mí, tengo que pasar frente al edificio de arte donde estudia Deidara y sólo rezo para no encontrármelo después de todo lo sucedido. Sin embargo, caminando por el campus, escucho ciertos rumores. La gente no sabe nada de lo ocurrido, pero sí se han enterado de que Naruto y yo estuvimos peleándonos. Se huelen algo y comentan que me estaba relacionando con su hermano aunque no pueden verificar la información. Por suerte, no conocen los detalles ni nada acerca del vídeo o cómo Naruto se enteró. Parecen más jugosos los rumores sobre nuestra pelea y lo prefiero así. Al menos han dejado a Deidara al margen.

Las clases pasan con lentitud y la gente me mira. Soy el capitán del equipo de lacrosse, todos me conocen y supongo que nadie espera que un deportista como yo, estudie Derecho. Una sonrisa se dibuja en mi rostro. ¡Menudo abogado voy a ser! Soy vengativo y arrogante, puede que la segunda cualidad me sirva para la profesión, pero la primera… esa sólo es un obstáculo en mi carrera o puede… que me ayude a escalar puestos para quitar a la competencia de mi camino. No estoy muy seguro. Todos me miran como a un bicho raro, pero no puedo evitar que se me den bien los deportes y los estudios. No soy el típico deportista que ellos conocen por las películas americanas.

Al acabar las clases, espero a que todos los alumnos salgan. No me gustan las multitudes, tampoco juntarme con mis compañeros. Los siento demasiado niños para mí, incluso creo que a Naruto le siento todavía demasiado niño pese a que tenía un toque que me atraía, quizá es ese toque que también tiene su hermano pese a que es más maduro. Sí… ¡Me he enamorado! Lo sé a ciencia cierta, pero por mi estupidez le he perdido, porque pese a creerme muy maduro, me he comportado como un niño rencoroso al que le han quitado un caramelo. Todavía no sé cómo arreglar las cosas y menos con Deidara. Le he hecho daño, está dolido y enfadado conmigo.

Al entrar al vestuario, me siento aliviado al fin. Ese lugar es como un santuario para mí, el único sitio donde me siento como en casa, sobre todo cuando mis compañeros ya se han cambiado y se marchan al campo. Abro mi taquilla y empiezo a ponerme las protecciones. No muchas personas conocen mi deporte, pero a mí me encanta. Ya desde niño quise practicarlo y no paré de entrenar hasta conseguir entrar en el equipo.

Miro mi stick, es más corto que el resto indicando mi posición en el campo. Los ofensivos llevamos el stick más corto que los de defensa o los que están en zona intermedia del campo, es un deporte complejo, rápido y que requiere mucha atención. ¡Me encanta! Es acción todo el tiempo y eso me ayuda a librarme de la adrenalina y gastar energías.

Las gafas de protección y el casco siguen dentro de la taquilla pero todavía estoy terminando de colocarme las rodilleras cuando me hacen sombra. Alguien se ha detenido frente a mí pero no me importa, por el aroma que desprende sé que es Naruto. Seguramente querrá hablar o seguir peleando. Ninguna de las dos cosas me interesa.

- Por fin has decidido aparecer – es su primera frase.

- He estado enfermo. ¿Algún problema con eso? – le pregunto con rotundidad, elevando la cabeza hacia mi taquilla y buscando la otra rodillera.

Parece que los ojos de Naruto están puestos en mis zapatillas de lacrosse, tiradas en el suelo todavía y con los cordones deslizados de forma limpia por el suelo. ¡No sé que tienen de interesante mis zapatillas! Pero al elevar la mirada, me doy cuenta de que él sólo busca un sitio donde fijar su mirada, ¡ni siquiera es capaz de mirarme!

- Eres un capullo.

- ¿Yo soy el capullo? – pregunto con una sonrisa - ¿Quién era el que se acostaba conmigo? Te recuerdo… que si las paredes hablasen, todo este vestuario te diría lo que aquí ocurrió en más de una ocasión.

- ¿Por qué no se lo dijiste a mi hermano?

- ¿El qué?

- Que… teníamos algo.

- Es que no tenemos nada, Naruto. Me utilizaste y me tiraste, me hiciste mantener en secreto que te acostabas conmigo, no había nada entre tú y yo. Creí que podría ser importante para ti, dejaste que me enamorase y luego me diste la patada.

- ¿Por eso querías vengarte de mí? ¿Utilizando a mí hermano?

- Sí – le añadí con seriedad – quería venganza, quería que supieras lo que se siente cuando te dejan, verías a tu hermano sufrir lo mismo que yo sufrí, pero… no pude hacerlo – le añado antes de sacar las gafas y el casco de la taquilla para cerrarla.

El ruido metálico se escucha resonar por el vestuario y finalmente, Naruto me mira. Le duele lo que le he hecho a su hermano, pero veo en sus ojos la culpabilidad también. Algo dentro de él parece darse cuenta ahora de lo sucedido.

- Lamento lo que te hice – me dice al verme levantarme para irme – no quise hacerte daño. Lo pasaba bien contigo pero… no te amaba realmente.

- Me enamoré de tu hermano – le digo sin más - no voy a negarte que lo del vídeo lo tenía planeado, pero me arrepentí. Iba a borrarlo cuando me empujaron y lo mandé sin querer. Puedes estar tranquilo… ya lo he eliminado – le aclaro.

- ¿De verdad le quieres? – me pregunta.

- Qué más da… ya no hay vuelta atrás. Lo hecho… hecho está.

Camino entre las taquillas hasta que veo a uno de mis compañeros apoyado sobre una de ellas al dar la esquina. El muy idiota estaba escuchando y me mira con una sonrisa de superioridad. Naruto se da cuenta de lo ocurrido cuando me ve detenerme.

- Así que te acostaste con su hermano – sonríe el muy idiota - ¿Quién de los dos folla mejor? ¿Era virgen ese chico? Porque puedo enseñarle un par de trucos.

Veo a Naruto que frunce el ceño enfadado cuando hablan de esa forma despectiva de su hermano y sus dedos se cierran en forma de puño. Quiere partirle la cara, el problema… es que yo también deseo hacerlo y estoy más cerca. Antes de que Naruto pueda acercarse, ya lo tengo empotrado contra la taquilla, con mi brazo apretando su garganta y mirándole con los ojos más terroríficos que puedo sacar.

- Tócale… no… simplemente acércate o lánzale una mísera mirada y te partiré la cara yo mismo – le añado – no creo que quieras tener al capitán del equipo de fútbol y a mí como enemigos. Ahora lárgate y si dices una palabra de esto… yo mismo te buscaré y destrozaré tu garganta para que no vuelvas a pronunciar ni una sola palabra. ¿Lo has entendido? – le pregunto aunque él no puede hablar, sin embargo, asiente como puede – genial… vamos a llevarnos bien – le sonrío con prepotencia, soltando mi agarre y marchándome al campo.

***

No paro de darle vueltas al asunto de Deidara. Fui estúpido, lo reconozco y gracias a ello, seguramente he perdido al que podría haber sido el amor de mi vida. Dejo que el agua caiga sobre mí. Puedo escuchar a mis compañeros ya cambiándose tras el entrenamiento, dispuestos a marcharse, pero yo continúo bajo el grifo. Pienso, pienso y pienso más, pero no encuentro la solución por más que la desee. Estoy empezando a obsesionarme con el asunto.

Cuando dejo de escuchar voces, es cuando me decido a salir de la ducha. Estoy solo en el vestuario y me alegro. Regreso hacia el banco frente a mi taquilla, todavía desnudo, secándome el cabello con la toalla y descalzo en esos azulejos azulados. Al llegar, sólo deseo cambiarme y marcharme a casa, pero mis ojos en vez de fijarse en la ropa, se fijan en que hay una hoja.

Era sobre un taller artístico, un anuncio donde buscaban a alguna persona capaz de querer ir al taller a posar desnudo para unos estudiantes. No supe muy bien el motivo por el que me habían dejado eso sobre mi ropa, pero entonces caí en que Deidara estudiaba Bellas artes, era posible que Naruto hubiera hecho eso. Quizá su hermano supiera las actividades que iba a dar ese día.

- Por qué no… - me digo a mí mismo mirando mi cuerpo aún desnudo – tampoco estoy tan mal y no tengo vergüenza de mostrarme desnudo – sonrío.

Supongo que tengo el ego bastante alto, una de las cualidades que más le gustaban a Deidara de mí pese a que a veces, intentase bajarme los humos. Incluso antes de vestirme, ya estoy buscando el móvil en mi pantalón para llamar. No quiero que nadie se me adelante.

¡Y allí estoy! Metido en una pequeña sala, quitándome toda la ropa y mirando la bata colgada frente al espejo. Mi cuerpo tiene algún moratón por culpa del lacrosse, pero tampoco creo que importe mucho, esos alumnos tan sólo desean aprender a dibujar poses y musculatura masculina. No tengo problema con ello.

Cuando estoy listo, me pongo la bata y salgo frente a la clase. Todos están ya sentados pero yo busco a Deidara con la mirada. Allí está, en la segunda fila buscando en su mochila los utensilios. No se ha dado cuenta aún que soy yo, pero al elevar la mirada y verme, el estuche se le cae al suelo provocando en mí una ligera sonrisa.

Sé que ahora no puedo hablar con él, me esperan cuarenta y cinco minutos de tortura, esperando en la misma posición para que puedan dibujarme. Sin pudor alguno, cuando escucho que el profesor les dice que podemos empezar, deslizo el cinturón de la bata y dejo que deslice por mi cuerpo hasta el suelo, quedándome desnudo frente a todos, creando algún ligero sonrojo en algunos de ellos… sobre todo en Deidara.

Es en el descanso de quince minutos que nos dejan, cuando veo finalmente mi oportunidad de hablar con Deidara. El profesor me dice que puedo ponerme la bata de nuevo hasta que regresen, y fuera, hay una mesa donde han preparado algunos sándwiches para picar, sin embargo, cuando todos salen del aula, yo retengo a Deidara sin siquiera vestirme. A él parece darle vergüenza mirarme, lo sé por el sonrojo en sus mejillas.

- Ey, ey, ey… espera – le reclamo – por favor.

- Sasuke… no sé qué narices haces aquí, pero no quiero verte.

- Lo sé y lo entiendo. He sido un completo gilipollas – empiezo – y lo lamento de verdad. Es cierto que todo esto empezó siendo una venganza contra tu hermano, no quiero mentirte, hasta el mismo momento del coche, todo lo que podía pensar era en esa venganza pero luego… cuando me diste lo más importante que tú tenías, no sé… recordé lo aterrado que estaba mi primera vez y quise hacerte sentir a gusto y tranquilo, creo que ahí me di cuenta de que eras más importante para mí de lo que esperaba en un principio. Me di cuenta de que me había enamorado de lo que debería haber sido sólo una venganza.

- No quiero estar contigo, Sasuke, me has hecho daño y me ocultaste lo de mi hermano. Yo creía que venías a casa a estudiar con él y en realidad os estabais revolcando en la habitación contigua.

- Lo siento. Tu hermano quería mantener eso en secreto y no me di cuenta de que yo no le importaba en lo más mínimo. Me sentí dolido por ello y quise vengarme, pero… comprendí que no podía hacerte lo mismo a ti, yo no soy así. Es cierto que soy idiota, egocéntrico, que a veces puedo ser odioso y sobre todo vengativo pero… tú me has hecho cambiar en algunos aspectos, es gracias a ti que hoy estoy aquí para disculparme, porque te quiero.

- Un Uchiha disculpándose – sonrió Deidara – ni siquiera puedo creerme que esas palabras existan en tu vocabulario. Y tampoco puedo creerme que te hayas desnudado frente a todos sólo para venir a hablar conmigo.

- Me importas, Dei, y haría lo que fuese por ti. ¿Quieres que suplique por tu perdón? Lo haré. ¿Quieres que me arrodille? ¿Hacer un vídeo conmigo? Vamos… lo que sea, yo te lo doy, pero perdóname. Sé que en el fondo aún me quieres, porque yo no he dejado de amarte todavía.

- Eres idiota.

- Lo sé. Por favor… sólo déjame besarte una vez, déjame estar contigo.

- Todos mis compañeros están aquí, Sasuke – me reclama.

- Ven – le cojo de la mano para traerlo conmigo hacia la pequeña sala donde me he cambiado con anterioridad, buscando un poco de intimidad y cerrando la puerta tras él para poder acercar mi rostro al suyo.

Él está tenso, siento que no me ha perdonado, que duda de mí y mis palabras. Lo entiendo, soy un capullo que le he traicionado, pero soy ese capullo que intenta arreglar lo que estropeó. Creo que él también siente eso. Una parte se remueve por echarme, otra por besarme y perdonarme.

Ya casi puedo besarle, estoy muy cerca de sus labios, los rozo cuando mi rostro refleja el dolor. El muy cabrón ha colado la mano bajo mi bata y coge mis huevos con fuerza. Sé que viene una amenaza pero me aguanto, porque él sigue enfadado conmigo.

- Si vuelves a mentirme… te los aplastaré yo mismo. ¿Queda claro, Uchiha? – me pregunta.

- Sí – le digo, puesto que tiene mi virilidad en sus manos, literalmente.

- Y no vas a acostarte con nadie más que no sea yo, tampoco vas a ocultarme las cosas. Vas a ser sólo mío y yo seré sólo tuyo.

- Me parece bien. ¿Puedes soltarme? – le pregunto.

- Ah… y quiero que esta vez… tú me la chupes.

- Lo que quieras – le sonrío al notar que su agarre está cediendo.

Cierro mis ojos y me acerco de nuevo hacia él para besarle, pero lo único que consigo besar es la puerta, pues él se ha escurrido y veo que se marcha.

- Ey… ¿Y mi beso? – le pregunto confuso.

- Gánatelo – es lo único que me dice.

¡Tiene carácter! Siempre creí que sería un chico fácil, un chico que apenas tenía genio, pero no… me equivocaba también. Es un chico de armas tomar y eso hace que sonría. ¡Me gusta! Sabe cómo controlar cuando quiere y eso me excita.

No me dice nada ni me mira más de lo suficiente para dibujarme. Yo, en cambio, no paro de mirarle mientras poso. No tengo nada que hacer excepto pensar en lo sucedido y tratar de aguantar la sonrisa. También creo… que Naruto está en proceso de hacer las paces conmigo, quizá quiere que le perdone, por eso me ha dejado la nota de donde estaría su hermano, puede que mi argumento le convenciera y se diera cuenta de que amaba a su hermano.

Cuando todo acaba, me visto, dándome cuenta de que sólo está allí el profesor, quien paga por mis servicios. La facultad de bellas artes está a oscuras, ya no queda nadie y me doy cuenta de que Deidara se ha marchado a casa. Está poniéndome límites o castigándome por lo sucedido. Tendré que aguantar hasta que me perdone definitivamente, hasta que me gane el derecho de estar con él de nuevo, hasta que pueda volver a confiar en mí.

Al llegar al aparcamiento, saco las llaves de mi coche y la meto en la cerradura, sintiendo que alguien me gira y me empotra contra la puerta de mi coche, besándome con pasión, dejando caer la bolsa de pintura al asfalto. Los labios de Deidara son apasionados y me encantan, no puedo evitar cerrar los ojos al darme cuenta de que es él, que me ha esperado para irnos juntos a casa, que me ha esperado sólo para darme aquel beso que le pedí y me negó.

- Te quiero, Sasuke Uchiha – me susurra – pero ya sabes mis condiciones.

- Las tengo claras, Dei – le aseguro – gracias por apoyarme, gracias por esperarme y gracias… por entenderme. De verdad que lamento lo ocurrido.

- No quiero más vídeos. Tu móvil bien lejos de nosotros cuando tengamos relaciones – casi me amenaza.

- Ni lo encenderé – le aseguro con una sonrisa.

- Llévame a casa, anda – me susurra como niño pequeño que busca algo.

- Claro.

- Y quizá… podamos pasar por algún parking de camino, me debes algo – me sonríe.

- Tengo un sitio en mente para ello – le sonrío esta vez yo, abriéndole la puerta para dejarle entrar antes de dirigirme al asiento del conductor.

 

Fin


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).