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Era un día de primavera, los arboles de Sakura empezaban a florecer, todo se cubría de un precioso color rosa pastel y un suave aroma empezaba a rodear las calles de ciudad Domino, el sol daba sus cálidos rayos, había pajarillos cantando alegremente entonando suaves melodías mientras volaban acompañados de su pareja; en un parque que se encontraba a unas cuatro cuadras de la preparatoria Domino se encontraba sentado en una banca blanca un peculiar chico de cabello tricolor con ojos color rubí llamado Yami, él se encontraba mirando el komorebi, los colores de la tarde le parecían sumamente agradables y la brisa cálida hacía que el momento fuera perfecto, y eso era lo que él quería ya que estaba esperando a un encantador chico muy similar a él solo que un poco más pequeño y con bellos ojos color amatista que desde hace mucho tiempo le había robado el corazón y estaba dispuesto a por fin declararle su amor.
Hoy me pongo el orgullo, doy todo mi valor
todo lo que he escondido, lo confieso en amor
ya me canse de estar solo, de verla caminar
y entre ella y yo solo es amistad
De un momento a otro vio acercarse hacia él al pequeño oji-amatista que era dueño de su corazón desde hace mucho tiempo, el tricolor mayor se levantó de su cómodo lugar para esperar al pequeño chico y saludarlo muy amigablemente dándole un pequeño abrazo y un dulce beso en la mejilla.
—Yugi, por favor siéntate –Le dijo ofreciéndole su mano para que se sentaran juntos, mientras le sonreía nerviosamente.
Pero hoy el mundo cambia, la fuerza gana
toma mis manos, ven siéntate
quítame el peso de la espalda
desde hace tiempo me causa estrés
—Gracias, Yami, bueno ¿qué era eso tan importante que debías decirme? –Dijo regalándole una dulce y tierna sonrisa, el oji-rubí sentía que el corazón se le iba a salir, tenía que pensar en las palabras exactas para decirle lo que sentía con delicadeza y para no espantar al pequeño oji-amatista.
Las miradas de frente, con mi miedo presente
esta vez no me importa, se lo voy a decir
—¿Tienes algún problema?, ¿puedo ayudarte en algo? –Decía el pequeño tricolor sonriéndole cálidamente al mayor.
Ella pregunta ¿qué tienes?, ¿qué pasa por tu mente?
Ojala no le asuste lo que va a descubrir
¡Di que sí!
—No es nada de eso aibou, bueno, nosotros hemos sido amigos desde hace muchos años y realmente quiero decirte que yo siempre estaré a tu lado para protegerte, siendo tu apoyo, la persona en la que más confíes, nunca me iré de tu lado, nunca te dejaría solo... -El oji-rubí empezó sus palabras procesando en su mente ideas rápidas para que su diálogo fuera perfecto, pero el nerviosismo le invadía todos sus sentidos y sus ojos empezaban a temblar levemente ante la necesidad de decirle todo lo que sentía y no saber muy bien cómo hacerlo.
Ves mis ojos, están tan rojos
y es por tanto llorar que no te puedo besar
Ves que muero, que estoy en el suelo
y es por tanto luchar con esta horrible ansiedad
pero hoy rompo este horrible círculo de amistad
y le doy riesgo a un noviazgo para que empiece a flotar
—La verdad... La verdad... La verdad es que desde hace mucho tiempo empecé a encariñarme contigo, siendo sinceros... Es un cariño tan grande que simplemente ya no me puedo seguir conformando con solo ser tu amigo, yo... Te quiero aibou, ¿acaso es muy difícil entender que eres todo para mí? Me gustas y no sabía cómo decírtelo –Decía el oji-rubí con una ligera sombra rosa en sus pómulos y sus ojos brillaban al haberle dicho esas palabras que tanto tiempo llevaba deseando decirle.
Desde hace tiempo te adoro, hoy lo puedo aceptar
que tu amistad la valoro, pero puede matar
niña veme a los ojos, ruego por algo más
el ser más que tu amigo sería irrealidad
El pequeño tricolor sentía su corazón latir como nunca antes había latido, desde hace mucho tiempo él estaba enamorado del tricolor mayor, pero era muy tímido para poder decírselo y ahora era exactamente ese ángel oji-rubí el que le estaba diciendo que lo quería, unas pequeñas lagrimillas de felicidad empezaron a asomarse por el rabillo de sus joyas amatistas.
—Yami... En verdad, muchas gracias por haberme dicho lo que sientes por mí, realmente me haces muy feliz –Decía rodeando el cuello del mayor con sus brazos en un cálido y fuerte abrazo sintiendo la calidez del cuerpo de este y aspirando el perfume varonil que emanaba el oji-rubí, el oji-amatista se acercó lentamente al oído del mayor para susurrar unas palabras –Desde hace mucho tiempo tú también me has gustado, pero tampoco sabía cómo decírtelo –El tricolor mayor enmudeció sintiendo el suave aroma a uva que emanaba el cabello del pequeño, su abrazo se sentían tan bien, sus ojos se habían abierto de la impresión, su luz le estaba diciendo que sentía lo mismo por él, en ese momento se sentía el chico más afortunado del mundo.
Y al final, me toma con un fuerte abrazo
me da las gracias por confesar
me toma del pelo y me dice un secreto
que desde hace tiempo ella se siente igual
El tricolor mayor reaccionó y rápidamente pasó sus brazos por la cadera del pequeño acercándolo un poco más a él, no podía creer que su pequeño hikari también sintiera lo mismo, finalmente estarían juntos y haría que su pequeño se sintiera el chico más feliz sobre la faz de la tierra y si estaba en sus manos del universo.
—Aibou... por favor, sé mi novio –Le dijo al separarse del abrazo y mirándolo directamente a los ojos.
—Por supuesto que quiero ser tu novio Yami –La cara del pequeño tricolor enrojeció mucho y las pequeñas lagrimillas que anteriormente habían amenazado con brotar comenzaron a salir.
Ella se siente igual, ella se siente igual
después de tanto esconderlo ya somos algo más
Ella se siente igual, ella se siente igual
finalmente es mía y de nadie más
¡Dijo que sí!
El oji-rubí limpió con sus manos las tiernas lágrimas de su pequeño, tomó su rostro entre sus manos y fue acercando lentamente sus labios hasta los dulces y rosados labios de su hikari, estaba a centímetros de esa tierna boquita que tantas veces había soñado probar, de un momento a otro sus labios se juntaron y ambos cerraron sus ojos inundados por una felicidad increíble, el mundo había desaparecido de su alrededor, en ese momento solo existían ellos, el oji-rubí no pudo contener más unas lágrimas de felicidad, estaba en el cielo al lado de su aibou.
Ves mis ojos están tan rojos
y es por tanto llorar que ahora te puedo besar
Ves que vuelo, que estoy en el cielo
es porque ya te tengo y no te voy a dejar
pero hoy gracias a Dios rompí el círculo de amistad
y le doy riesgo a un noviazgo para que empiece a flotar
—Yami... -El pequeño oji-amatista se separó un poco de los labios de su ahora novio, junto sus frentes y sus narices aún con sus ojos cerrados –Te quiero –Susurró mientras una dulce sonrisa se dibujaba en su rostro y volvía a pasar sus brazos tras el cuello del mayor para comenzar un nuevo y dulce beso, el tricolor mayor sentía su corazón descolocarse de la emoción.
Me toma del pelo, por fin dice "te quiero"
Por fin, por fin es mía, mía y de nadie más
Me empieza a morder los labios, después de tanto esperar
por fin, por fin es mía, mía y de nadie más
Pero de un momento a otro el tricolor mayor comenzó a escuchar una alarma sacándolo del trance en el que se encontraba con su pequeño, ese momento con su hikari se comenzaba a desvanecer, todo empezaba a ponerse borroso, una luz intensa lo cegó haciendo que sus bellos ojos se cerraran con brusquedad, a los segundos sus ojos se empezaron a abrir lentamente de nuevo, se encontró a sí mismo en su cálida habitación, acostado de perfil en su cama abrazado a la almohada extra que tenía, un nuevo día había llegado y los suaves rayos del sol matutino empezaban a entrar por la ventana que tenía a un lado de su cama mientras estos comenzaban a bañar la suave y blanca piel de su rostro.
Pero suena la alarma
y entra el sol por la ventana
esto es un sueño más
esto es irrealidad
Prefiero quedarme en mi sueños
prefiero no despertar
quedarme en mi irrealidad
quedarme en la irrealidad.
Todo había sido solo un sueño, su semblante se tensó, frunció el ceño y soltó un triste suspiro, cerró pesadamente sus ojos, levantó sus brazos hacia el cielo moviéndolos un poco para desperezarse y se levantó de su lecho, se dirigió hacía el baño para lavarse la cara, al llegar al baño abrió el grifo y tomo un poco de agua entre sus manos y la llevó hacia su rostro, levanto la mirada hacia enfrente encontrando su reflejo en el espejo, de su rostro escurrían unas cuantas gotas de agua, de repente cambió su semblante a uno con una mirada decidida, hoy era el día, hoy iba a hacer su sueño realidad.
----Fin----
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