Caminé lo más silencioso que pude, de puntillas, por el pasillo que separaba su habitación de la mía. Era gratificante y desesperante en la misma medida la necesidad que tenía de él para dormir. Y el hijo de puta lo sabía, y aún así, no se había dignado a aparecer por mi habitación de hotel.
-Me cago en tu puta vida, Miguel Angel.- Reí entre dientes, no queriendo despertar a Willy, quien estaba en la habitación de la derecha de Mangel, ni a Rush, quien estaba en la de la izquierda.
Llamé a la puerta, con cuidado, dando tres golpes suaves, como quien no quiere la cosa. Tampoco es que estuviese desesperado por darle un beso o dormir con él... No tanto.
Pero al ver que no me había hecho ni caso, llamé un poco más fuerte. Tampoco contestó. Una vez más, otros tres golpes. De nuevo, nada al otro lado de la puerta.
-Mangel, si te estás riendo de esto, te voy a partir la cara, retrasado.- Eran como ¿las tres o cuatro de la mañana? No era lo que más me apetecía hacer ahora mismo, el estar frente a una puerta cerrada, con la necesidad de dormir junto a mi... amigo.
-Rubiuh, que ya voy.- Su voz sonaba adormilada, ¿se había dormido de verdad?.- ¿Qué quieres?.- Abrió la puerta un poco, solo un poco, pero mirando por encima de él pude ver como un bulto estaba arropado entre sus sábanas, en su cama. Mi pecho se hundió de una muy mala manera.
Tomé aíre y negué. Tonto de mí... otra vez.
-Nada, solo vine a recordarte que mañana...- Fuí interrumpido por ese bulto viviente que habitaba en su cama, donde debía estar yo.
-¿Mangel, quién es?- ¡Era Chetto! ¿por qué no me extrañaba?
-Yo.- Reprimí un 'maldito capullo' y, tragándome todo lo que sentía, continué.- Me voy, que no pinto nada aquí.
-¿Rubiuh, a qué has venio?- Rodé los ojos. ¿No me había dicho él mismo que quería que esta noche durmiésemos juntos? ¿No había sido él quien había querido darme un muy extraño beso en la comisura de los labios, en mitad del evento? Vale, a mi me daba igual. Se acabó.
-A estar contigo.- ¿Para qué mentir? Bastante me había engañado ya a mi mismo.
-¿Qué?- Seguí caminando, pensando que no merecía la pena hablarlo. ¿Quería antes dormir con Chetto que conmigo? Bien, podía vivir con ello. Me la pelaba.
-Nada. Hasta mañana, Mangel. Descansa bien.- Dudé un segundo y me di la vuelta.- ¡Oh, y cuida bien que Chetto no se caiga, nadie quiere que se de con el pico de la mesa de noche y se ennunque el cabrón!.- Le guiñé un ojo y seguí caminado, ignorando como mi pecho caía al suelo, sonando hueco mientras se despedazaba por... ¿cuántas veces me había pasado lo mismo por Mangel?. Había perdido la cuenta.
A pesar de que yo solo quería estar con él...Pero ya tenía un sustituto, ¿no lo había tenido acaso, desde el momento en el que nos separemos, por la mudanza? Chetto había sido mi sustituto en amistad, ¿y ahora en algo más?