Rihan vio la luna en compañía del daiyoukai, después de haber perdido la calma habían pasado otros cuatro días, sentía que el hombre estaba por saltar de su piel pronto sino empezaba a hacer algo.
Sonrió internamente cuando lo vio dormirse de nuevo, al parecer había bajado la guardia en su compañía, pero también era cierto el hecho de que probablemente no se sentía bien.
La niña, Rin, no había vuelto desde ese día y Sesshomaru pasaba mirando en dirección a la aldea, al parecer el duro hombre había caído presa del berrinche de una cría.
— Sesshomaru— llamó con firmeza, lo vio abril lentamente los ojos, debía admitir para sí mismo que eran unos ojos muy bellos, brillaban como oro líquido. Era seguro que más de una mujer había caído presa de ellos, infortunadamente para ellas, él parecía tener un trozo de hielo por corazón.
— ¿Qué ocurre? — preguntó como si nunca hubiera cerrado los ojos, el hombre podía ser orgulloso.
— Ya no hueles a Kerria — dijo enarcando la ceja, el otro giro el rostro dándole ligeramente la espalda. La verdad era que ahora olía a crisantemo. Aceptaba internamente que realmente olía bien, y de algún modo cuadraba más con su imagen. Flor de oro. Oro, como sus ojos.
— Por qué ya no duermo allí —respondió tajante, Rihan sonrió divertido, orgulloso y terco.
— ¿Celos? — por supuesto Sesshomaru lo fulmino con la mirada antes de levantarse y bajarse del árbol, por su parte se rió por lo bajo, el hombre era divertido— Por cierto Sesshomaru— llamo sabiendo que lo escuchaba— ¿Cuántos años tienes? — el daiyoukai frunció el ceño ante la pregunta.
— No lo sé, unos 2000 tal vez, hace mucho no los cuento— respondió caminando al arbusto que ahora usaba para dormir. Rihan se tragó una exclamación, lo mejor era no decirle al hombre que lo había vencido alguien al que le quintuplicaba la edad.
— Eres viejo— Sesshomaru paró su andar y salto hasta quedar de nuevo a su lado.
— No tienes un hueso serio en el cuerpo, ¿no es así? —Gruño, sus colmillos habían salido ligeramente y sobresalían por sus labios, el segundo heredero los miro detenidamente— ¿Qué pasa? —pregunto al notarlo.
— No lo sé, últimamente no me he sentido bien, lo siento— dijo desviando la mirada, se le estaba zafando la cabeza.
— ¿Uh? — Nura Rihan casi salta del susto cuando sintió una mano tocando su frente, en un acto tan humano que parecía irreal, el daiyoukai fruncía el ceño intentando determinar si tenía fiebre o no.
— Sesshomaru— llamo quedo, el hombre bajo la mirada hacia sus ojos.
— ¿Qué? — el hijo del Nurarihyon guardo silencio un momento.
— ¿Cuándo conociste a Rin? — los ojos del hombre se oscurecieron y, probablemente de forma inconsciente, miró de nuevo la aldea.
— Estaba herido, ella me llevaba comida a pesar de que la amenazaba para que no lo hiciera— fue todo lo que dijo. De nuevo se giró y salto para irse, perdiéndose de la vista.
— Herido, ¿Eh? — Rihan puso sus manos cruzadas tras su cuello y miró la luna, a Sesshomaru parecía gustarle bastante contemplarla. Cerró los ojos un momento.
— Señor Rihan— abrió los ojos confundido, la luna estaba más alta, así que había dormido al menos un par de horas. — Señor Rihan— miró hacia abajo y vio a la pequeña en la base del árbol.
— Hola cariño— salto y se paró al lado de la niña— ¿Qué ocurre? — Preguntó con una sonrisa, la niña llevaba un cesto de frutas y lo miraba con nerviosismo.
— ¿Sabe dónde está el señor Sesshomaru? — La niña tenía los ojos llorosos y un ligero puchero— No está donde duerme normalmente—
— Parece que ahora duerme en algún crisantemo— respondió caminando con la niña tras el— no debe estar lejos— efectivamente a los pocos momentos lo tuvieron a la vista. El daiyoukai estaba dormido en el arbusto— ¿Ves? —
— ¡Sí! — la niña estaba feliz, entonces se acercó despacio y en silencio; dejo la canasta cerca del hombre y se alejó de nuevo.
— ¿Por qué no lo despiertas? —Pregunto curioso, la cría pareció asustada y negó frenéticamente con la cabeza— Está bien, calma—
— Es solo que… Tengo miedo de que este enojado— Susurró cabizbaja. Rihan se quedó en silencio un momento.
— No creo que lo este, creo que estará feliz de verte— dijo sonriendo cerrando uno de sus ojos— ¿Por qué no lo pruebas? —
— ¡No! — ambos miraron al daiyoukai. El moreno sabía perfectamente que Sesshomaru ya había despertado, probablemente era muy incómodo fingir estar dormido, pero por el momento era lo mejor. — Solo dejaré esto aquí y volveré después— la niña empezó a alejarse lentamente— Adiós Señor Rihan— dijo despidiéndose con la mano y corriendo de vuelta a la aldea.
— Ya se fue— dijo divertido, noto como el otro abría los ojos y se acercaba a la canasta.
Le sorprendió el cuidado con la que la tomó, y a pesar de no haber cambio alguno en su expresión Rihan pudo ver con claridad que la rigidez de sus hombros desaparecía.
— Cuantas veces tendré que decirle que no lo haga— susurró el otro. Sesshomaru parecía molesto, o bueno, intentaba fingir que estaba molesto. Pero, no era quien para señalar ese detalle.
— Bueno, es una niña, no deberías enojarte por ello— sonrió internamente enternecido— si no quieres las puedo comer yo— la mirada fulminante que recibió fue más que suficiente respuesta— o tal vez no— se rio divertido.
— Cállate— Gruñó.
— Oh, esto se está haciendo costumbre —