— Maldición— injurio el de cabello plata, se sentía pesado, ansioso y algo frustrado. Rihan no se había acercado en una semana, de hecho ni lo miraba ni le dirigía la palabra.
Siguió haciendo la comida hasta que acabo, se la entrego y este la recibió con la misma tranquilidad de siempre, miraba la luna sonriendo, pero de nuevo, no lo miró a él. Se fue al crisantemo y cerró los ojos intentando dormir. Entonces lo escucho irse, algo que había hecho las últimas noches. Frunció el ceño, no tenía nada que ver con él.
El día siguiente paso de forma similar, siendo ignorado y sin saber exactamente cómo reaccionar. Hizo la comida de nuevo, se la entrego, esta vez no esperó nada, sólo lo dejo allí a su lado y se fue antes de sentir de nuevo el desprecio. El había dicho que no se le acercara, pero para que no lo tocara, no que lo ignorara. Paso su mano por su cabello sin saber cómo actuar. ¿Debía seguir así o reclamarle? Miro su espalda, él estaba tan relajado como siempre; lo vio girarse y mirarlo por primera vez en una semana. Entonces notó que se había acercado, y la ceja enarcada que le dedicaba por ello.
— Esto…— Intento hablar, pero Rihan se giró dándole la espalda de nuevo. Su voz se fue ante esto, era una pérdida de tiempo, solo debía recurrir a su orgullo, si quedaba algo en ese momento. — Estúpido— pero no supo si era para el moreno o para él mismo. Miró de nuevo la espalda, sentía una especia de desesperación en el pecho, ¿Por qué?
— ¿Por que te acercas? — escucho que hablo, escuchar su voz lo hizo sentir extraño— Dijiste que no me acercara a ti— se detuvo de nuevo— ¿Qué pasa? — su rostro estaba serió, apretó la boca algo confundido y ofendido. Quería acercarse, ¿Tenía lógica? Pero si lo hacía se burlaría de él. Apretando los dientes y mirándolo fijamente tomo la decisión más cobarde que había tomado en su vida.
Se giró y corrió.
Corrió de lo que había pasado las últimas semanas, de quien ahora era su amo, de lo que le hacía sentir extraño; simplemente quería huir.
— Ni creas que lo harás— escucho a sus espaldas al otro y aceleró su paso. De repente alguien lo jalo de su cintura y termino estrellándose contra el piso, bajo el hombre. Tenía sus manos en los hombros contrarios, pero a pesar de que quería correr lo sostenía con fuerza. ¿Quería huir o no?
— Suéltame— exigió aturdido, pero Rihan solo lo aprisiono aún más contra el suelo.
— Cálmate— hablo con firmeza, logrando que parara de retorcerse— No pensé que realmente correrías— suspiró el otro— Eres impredecible ¿no? — sonrió un poco, tal vez intentando calmarlo. — Realmente debemos ponernos de acuerdo, esto de estar tan seguido en mi límite, me tiene los nervios de punta—
Sesshomaru empezó a luchar de nuevo, debía alejarse o se volvería loco, sentía que lo haría. Pero el otro no lo soltaba. Se retorció hasta estar sobre el otro.
— ¿Qué me hiciste? —exigió molesto. Rihan sonrió con algo de cautela. Y levanto la cabeza hasta que sus labios se rozaron.
— Hice que te enamoras de mi— sonrió tranquilo.
— ¿Por qué? — sus colmillos bajaron y sus esclerotida se volvieron rojos— ¿Por qué? —
— Porque me pareces muy interesante—
— Estúpido— se acercó con toda la intención de rebanarle el cuello pero sus colmillos se retrajeron cuando se acercó. Bueno, traicionado por su propio cuerpo, genial— Me las pagaras— amenazo y finalmente cedió a su instinto. Se agacho y beso al idiota, cuando sus lenguas se encontraron no hubo duda de que el gemido fue suyo; fue un beso húmedo y honestamente sentía que el calor lo consumía— Me las pagaras— repitió.
— Está bien— respondió el otro, entonces en un movimiento tuvo al daiyoukai bajo el— lo tendré en cuenta— hablo antes de besarlo ahora el, igualmente necesitado, igualmente caliente, Sesshomaru metió sus manos en el cabello ajeno y lo acerco, no teniendo suficiente. Sin duda iba a terminar loco. — Definitivamente necesitaba esto— susurró sobre sus labios.
— ¿Dónde nos deja esto? — preguntó incomodo, recibiendo una sonrisa y un beso más suave.
— Me contentaré con poder besarte cada que quiera— dijo sonriendo, Sesshomaru lo pensó un momento.
— Está bien— acepto, era claro que sería menos problemático.
— Me alegro, realmente me tenías tenso— dijo lastimero el moreno— tardaste un mes en ir por mí y ahora una semana para reaccionar—
— Te fuiste un mes, eres un irresponsable— recrimino molesto, Rihan hizo un puchero.
—No me fui, de hecho me quedé alrededor todo el mes— admitió, el de cabello plata lo vio con sorpresa— No me mires así, no quería ver a una mujer, no me interesaba, a decir verdad solo mantenía mis ojos en ti— acepto sonriendo.
— ¿Alrededor? — repitió asombrado.
— Si, solo fui a la aldea cuando decidiste buscarme— el hombre metió su cara en el cuello contrario— Pero en serio, ¿un mes? —
— Tengo orgullo ¿Sabes? — Masculló— y no digas tonterías, tuviste dos esposas, ¿Por qué aceptarías un hombre? —
— Lo pensé al inició, pero no soy de los que se mata la cabeza con tonterías — levanto los hombros tranquilo mientras mordisqueaba el blanco cuello— Me gustaste y simplemente actué sobre ello— su lengua lamio perezosa la piel.
— Deja de hacer eso— se quejó el daiyoukai— vamos, hace frío— ambos se levantaron y volvieron a donde estaban sus utensilios. Sesshomaru prendió una fogata y empezó a calentarse. Entonces sintió que Rihan se sentaba tras él y sus pies recogidos lo rodeaban, de algún modo se veía intimo— ¿Qué haces? —
— No te estoy tocando— respondió sonriendo. El peli plata enarco la ceja corriendo hacia atrás recostándose en el pecho ajeno— técnicamente, tú me tocaste a mí— aclaró, el de ojos oro bufó para intentar alejarse pero un brazo le rodeo los hombros— Ya que estás ahí, deberías quedarte, tienes mi camisa, así que tengo frio— se quejó.
— Yo sólo tengo tu camisa, así que no te quejes— recalco, sintió que el otro tocaba con su nariz su cuello y empezaba a acariciarlo. — Deja de hacer eso, me dormiré — Se retorció, pero fu imposible zafarse— Siempre haces lo que quieres ¿no? —
— Casi siempre— dijo aun acariciándolo— en este momento no; quisiera más que esto, pero por ahora debo conformarme—
— Cállate o te corto un brazo— amenazo internamente avergonzado, sintió la risa en su cuello.
— Como si no lo pensaras— dio directo en la llaga— algún día mi daiyoukai, más pronto que tarde— prometió.
— ¡Que te calles! —