Sesshomaru gruño por enésima vez en la noche, Rihan, como había insistido que lo llamara, solo se había pasado la semana siguiente a haberlo derrotado durmiendo en la copa del árbol que el con anterioridad había ocupado.
— ¿Planeas hacer algo? — cuestionó, intentando que dejara de vaguear, pero este no se dio por interesado. — Maldición— se giró y se recostó en la base del mismo árbol que el otro usaba.
— No te enojes Sesshomaru, aún estoy un poco débil, es todo— enarco una ceja en respuesta, ¿débil? ¿Era una broma? — No, no lo es— se rió apareciendo frente el inclino de modo que su cara quedo frente a la suya. — Para ser un hombre eres muy lindo— no supo en que momento pero se lanzó sobre el maldito y quedo sentado sobre el a horcadas.
— Cállate de una vez, o no me haré responsable por lo que haga— amenazo, mirándolo hacia abajo.
— Te vez aún mejor que hace un momento— dijo el otro ignorándolo— ¿Sabes? Tienes un cabello muy lindo, y si miras hacia abajo el cae rodeando tu rostro—
— ¿Qué demonios dices? — Lo soltó notando que con la amenaza no lograría nada— olvídalo— pero no pudo levantarse, un brazo rodeaba su cintura— ¿Qué? — Inhalo con sorpresa cuando el otro presiono su nariz en su cuello— ¿Qué crees que haces? — intento no moverse mucho, la respiración en su cuello era cálida. — ¿Rihan? —
— Hueles a Kerria— susurró el otro, el daiyoukai se quedó en silencio al oír un dejo de tristeza.
— Eh estado durmiendo en sus arbustos, ¿a qué más olería? — respondió tajante.
— Si, supongo— escucho un suspiro por parte del otro que finalmente lo soltó; se alejó de un salto mientras veía como saltaba de nuevo a la copa del árbol.
— ¿Amo Sesshomaru? — Yaken se acercó con algo de cautela— ¿Qué ocurrió? —
— Nada— respondió tranquilo— y te he dicho que no soy tu amo, ahora es el idiota de allá arriba—
— No debería decir eso, podría querer matarlo— dijo con miedo Yaken, gruño asustándolo.
— El día que tenga miedo a que me mate, no llegara— masculló lo suficientemente alto para que el tonto lo escuchara de allá arriba.
— Lo tendré en cuenta— respondió sin la característica burla, al parecer seguía extraño.
— Vete Yaken— ordeno, el demonio más bajo lo miro unos instante y asintió para luego irse.
Se sentó en silencio, de nuevo en la base del árbol y miró el cielo, de allí no se veía bien la luna, pero ahora debía conformarse con ello.
— Anda, sube— escucho a Rihan, lo sopeso un momento y finalmente subió al lado del otro, vio la luna un instante, hacia días no la veía tan bien; luego miró a su ahora amo.
— ¿Qué te ocurre? —pregunto serio, el aludido tenía la mirada caída.
— Solo recordé a alguien— susurró en respuesta, enarco una ceja.
— ¿Una mujer? — pregunto en son de burla, pero la sonrisa triste lo hizo tomarlo en serio.
— Mi mujer, o al menos, la primera de ellas— aclaro, el daiyoukai lo miro unos instantes en silencio. ¿Primera?
— ¿Y porque no has ido por ella? — pregunto sentándose en una rama, a una distancia prudente del sinvergüenza.
— Esta muerta, no importa que tanto busque o camine, no la encontrare—
— Entonces deja de llorar algo que ya murió— dijo girándose, entonces empezó a toser— ¿Eh? — estaba en el suelo con el hombre a horcadas sobre él y sus manos rodeando su cuello. Lo había hecho enojar.
— Otome, era una hermosa persona, así que piensa antes de decir alguna tontería sobre ella— sus ojos se había vuelto rojos y la esclerótica era negra. — ¿Entiendes? — gruño lo último.
— Está bien— Sesshomaru masculló negándose a que lo viera débil, más de lo que ya lo había visto. Cuando se levantaron noto que su obi se había roto en la caída, así que su armadura se soltó también— Maldición— farfulló quitándose la tela y la armadura, quedo con el kimono solo, afortunadamente su ropa era de dos piezas así que solo su camisa se había abierto.
— Lo siento— se disculpó el otro entregándole su propio obi.
— No digas tonterías, yo debí dejarlo así, después de todo, las mujeres hacen que los hombres enloquezcan— dijo negándose a recibirlo y caminado de nuevo hacia el árbol.
— Sesshomaru, ¿alguna vez has amado a alguien? — Preguntó el moreno, el aludido negó con la cabeza— eso explica que seas tan insensible.
— Déjame en paz— advirtió, se giró intentando ignorarlo. — además si la amas tanto ¿por qué tuviste otras mujeres? —
— No lo planee, simplemente me enamore de la chiquilla— se rió el hombre— además me dio un hijo, que también amo mucho— el de cabello plata abrió los ojos con sorpresa— sí, tengo un hijo, se llama Rikuo— sonrió orgulloso.
— Tienes muchas sorpresas— murmuro cruzando sus brazos— ¿Qué se siente querer a alguien? — pregunto sin darse cuenta. El otro se quedó en silencio. Cuando pensó que no respondería lo escucho.
— Es como cuando respiras y sientes que te devuelve energía, sientes que tu corazón ya no es tuyo y mantienes una angustia permanente por su bienestar. —
— No se oye muy bien—
— Es cierto, pero a pesar de todo ello, nunca serás tan feliz como en ese momento— Rihan vio la luna.
— Es extraño— el daiyokai frunció el ceño mientras escuchaba la risa del otro.
— Sí, pero me encantaría que lo vivieras— murmuro burlón. Enarco la ceja.
— No digas tonterías— respondió poniéndose en pie— nunca caeré en esa estupidez por una mujer—
— Oh, eso no lo sabrás hasta que pase— la risa se oyó en la noche.
— Solo cállate—