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POR UNA APUESTA por Shamita

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Notas del capitulo:

UNA PEQUEÑA TRAVESURA QUE HICE HACE ALGUN TIEMPO PERO NO ME HABIA ANIMADO A SUBIR

ESPERO LES GUSTE

LOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN (LASTIMA) Y YO SOLO LOS PIDO PRESTADOS PARA LA HISTORIA.

 

DE ANTEMANO GRACIAS POR LEER

 

CAPITULO UNICO

 

Yokozawa no sabía cómo es que había aceptado aquella situación, en otras condiciones jamás hubiese permitido que otro hombre lo tomara pero su novio le había jurado que sería la única vez que tendría que hacerlo y que si se negaba lo matarían a él y eso Takafumi no podía ni siquiera pensar así que sin más había terminado aceptando pagar con su cuerpo lo que su novio había perdido en una partida de poker.

Y ahí estaba él en una habitación de hotel cinco estrellas con sus muñecas atadas por sobre su cabeza, mientras sentía las embestidas de ese individuo que sin hablar se desvivía recreándose con diversas formas de tomar su cuerpo, hacía ocho horas que todo había comenzado con el más alto jugando con él empleando juguetes que nunca imagino que utilizaría y ahora sobre la cama recibía una y otra vez su miembro que salía y entraba de su entrada mientras que el simplemente esperaba que acabase ya para poder olvidarlo todo.

Pero parecía que su acompañante no estaba de acuerdo con él pues cuando este último sintió como el miembro dentro de él palpitaba más, de pronto toda acción se había detenido y el otro se abocaba en pasear su lengua por su cuello para después bajar hacia sus tetillas donde tomando una de ellas se dispuso a succionar como si de un bebé se tratase.

–     ¡Ah! –gimió sin poder evitarlo Yokozawa ante la atención del mayor– Nngh… basta… termina de una vez… –jadeo pues ahora su miembro era tocado por una mano cálida en lentos movimientos.

–     Lo disfrutas –respondió el varón sonriendo de lado sin despegarse de aquel montículo de carne–… yo lo disfruto, ¿porque apresurarnos? –cuestiono mientras una de sus manos recorría la piel del más joven– Además esta es mi paga y voy a hacer que mis 200, 000.00 valgan la pena.

–     Nnghn… yo… no lo disfruto… –jadeo Takafumi conteniendo el aire más pronto sintió como era nuevamente estocado de manera profunda y fuerte– ¡Ah… aha… no… tan… fuerte… ah…!

–     Lo ves, te encanta que te la meta –dijo el más alto sin parar de penetrar lenta pero firmemente al ojí azul–. De seguro tu noviecito, ese de cabellos claros, no te da tan fuerte.

–     ¡Ah… no… nghn… hables de él… ah…! –dijo entre gemidos el peli azul sintiendo como el pene dentro de él se hundía más cada vez que entraba en su cuerpo.

Pronto el de ojos azules sintió como su interior quedaba vacío del pedazo de carne caliente que lo había estado enloqueciendo de placer, aunque eso no era algo que admitiría ante el que se encontraba junto a él, para posteriormente ser jalado quedando sus caderas al borde de la cama y se vio en una nueva posición al sentir como una de sus piernas era elevada quedando en el hombro de su acompañante. Quien de inmediato se insertó nuevamente en su interior para comenzar con las embestidas de afuera hacia adentro de manera un tanto violenta pero sin llegar a hacerle daño y dando con el punto que hacia enloquecer de placer al que estaba bajo el cuerpo del varón.

–     Nhghnn… Ah… más… ah… nno…nmgh… más… –gimió Takafumi olvidándose de que estaba ahí por el bien de su novio dejándose llevar por la pasión que desprendía el hombre que penetraba su cuerpo.

–     ¡Argh! ¡Aprietas tan fuerte! –jadeo el más alto al sentir como el interior del oji azul lo apretaba con mayor fuerza.

Llevo una de sus manos al miembro de Takafumi para bombear al ritmo de sus embestidas mientras que este movía, primero torpemente, sus caderas hasta conseguir el mismo ritmo que le marcaban las estocadas. Pasaron varios minutos en esta posición hasta que el más alto bajo la pierna de Takafumi para tomar con sus manos las caderas de este haciendo más fuerte la penetración, el de ojos azules no perdió tiempo y enredo sus piernas en la cintura del más alto haciendo que a su vez que el miembro de este llegase más profundo.

El de ojos azules se movía al compás que su compañero había marcado mientras que este se recreaba en marcar la blanca piel que estaba a su alcance, y aunque en otro momento Yokozawa había sido muy categórico al expresar que no podría dejar ninguna marca en su cuerpo en ese momento ni siquiera le interesaba lo que el individuo hacia solamente quería seguir sintiendo como era embestido por aquel pedazo de carne que salía y entraba a su cuerpo una y otra vez.

–     ¡Ah… así… ah… mhn… no…ahmn… no… nnhg… más… rápido… ah… mnghn…! –decía el más joven entre gemidos mal contenidos, aunque en su interior se odiaba por estar disfrutando de ser tomado de esa manera.

El mayor dejo su trabajo en su cuello para llevar sus labios hacia los del oji azul quien al sentir el cálido aliento sobre su rostro no pudo evitar sonrojarse, más de lo que ya estaba con esa vigorosa actividad,  y por un momento recordó que otra de las reglas que había impuesto era que no habría ningún beso por parte de ninguno pero el que estaba sobre de él parecía haberlo olvidado, volteándose para evitar cualquier contacto entre sus bocas.

–     ¡Ah… no… no me… ah… beses…mmngh…! –jadeo Takafumi tratando de recordarle sus condiciones.

–     Mmm… yo no te besare, serás tú quien lo haga –hablo mientras lamia la mejilla caliente que estaba ante él.

Sin decir más volvió a enfocarse en las embestidas que daba al menor pero esta vez de un modo lento pero constante sin dejar de golpear el punto que hacía que el oji azul se perdiese en el placer pero el cuerpo de este necesitaba aún más de eso por lo cual sus caderas trataron de moverse a un ritmo más rápido pero fue detenido por las manos del hombre que se enterraron a los costados de su cuerpo parando el movimiento.

–     ¿Por… qué… ah…? –cuestiono el peli azul al verse sometido a la voluntad del varón.

–     Solo lo hare cuando te lo ganes –contesto para después acostarse sobre él y tomar con sus labios una de las tetillas sin dejar de penetrar lenta y profundamente.

–     ¡ah… mngnh… ah…. Más… más… rápido… ah…! –gemía Yokozawa aunque generalmente no hubiese caído tan bajo como para hacer lo que el otro quería por mero placer pero ese tipo lo hacía sentir como nadie más lo había hecho y eso comenzaba a asustarlo–. Por… ah… fa...ah…favor…

–     Ya sabes que tienes que hacer –hablo el individuo sonriendo de lado dejando un pezón para pasar al otro.

El peli azul sabía muy bien a que se refería el que se encargaba de hacerle perder su orgullo en muchos aspectos como el dejar que se enterrara en su cuerpo pero lo peor era que ahora no solamente lo estaba haciendo rogar por que siguiera sino que también porque lo hiciera mucho más rápido pero para eso tenía que darle lo único que no quería pues no creía ser capaz de darle un beso a alguien que no amará.

Estuvo varios minutos más sintiendo las estocadas lentas pero firmes en su interior pero realmente quería que fuese más rápido pues era realmente una tortura lo que le estaba haciendo, así que –contra todo su orgullo– aun con sus muñecas amarradas guio sus brazos pasando la cabeza del otro entre el hueco de estos y lo jalo hacia él al mismo tiempo que quedaba sentado y aun con sus ojos entreabiertos nublados por el placer que sentía en el momento, dudo un momento mientras miraba esos ojos que parecían querer devorar todo de él.

Su acompañante no había evitado sonreír de medio lado queriendo seguir desafiándolo silenciosamente pero Yokozawa desvió su mirada –ante la mirada penetrante del otro– sintiendo al mismo tiempo como el varón enterró su miembro en su interior haciendo que arqueara su espalda haciéndolo regresar su mirada al varón frente a él. Sin pensárselo más y tal vez producto de la ola de placer que acababa de recibir guio sus labios hacia los que estaban frente a él.

No fue un beso calmado y tranquilo como los que se daban su novio y él, no, este beso era diferente pues estaba cargado de pasión mal contenida y así pronto sintió como el interior de su boca era recorrido con avidez por una lengua ansiosa que invitaba a la suya a seguirla en esa danza que comenzó a ahogar sus gemidos cuando las estocadas se hicieron más rápidas y profundas, por si fuera poco sintió como su miembro era tomado por una de aquellas manos un tanto ásperas –muestras de que su propietario trabajaba o que mínimo era un delincuente que peleaba en algunos ratos libres– y lo frotaban al ritmo de las embestidas.

Pasaron varios minutos en los que la lengua de su acompañante se recreaba en su boca mientras las estocadas seguían haciendo que sonidos obscenos se escucharan cada vez que la pelvis del varón estampaba contra el trasero del peli azul quien ahogaba sus gemidos sintiendo como su cuerpo comenzaba a quemar por donde la mano libre del otro se paseaba.

No paso mucho tiempo para que Takafumi sintiera como un calor se alojaba en su abdomen para ir bajando hasta su miembro, sabía que estaba a punto de llegar al orgasmo y pudo sentir como el pedazo de carne que estaba dentro de él volvía a palpitar haciéndolo conocedor de que pronto también llegaría a la cúspide, cerro sus ojos dejándose llevar por el placer que sentía mientras era sometido y usado por el varón. Pronto sintió que era tumbado otra vez en la cama –pensó que nuevamente interrumpiría sus embestidas más–  los vaivenes se volvieron mucho más rápidos como si quisiera incrustarse en Yokozawa, quien solamente pudo gemir del placer que sentía, aguanto varios minutos para después terminar en su abdomen y en el de su amante mientras este último dio unas cuantas estocadas más y termino por llenar su interior con este líquido blanquecino.

–     ¡¿Ah… porque… terminaste dentro…?! –cuestiono tratando de recuperar el aire.

–     … Solamente quería marcarte… –respondió el hombre sonriendo saliendo del cálido interior del menor, dejando salir también el semen que no había podido permanecer dentro, caminando hacia la mesita de noche más cercana– …Bien, ahora veamos cómo sería bueno que te tome esta vez…

–     Pensé que solo sería una vez –hablo Takafumi intentando sentarse aunque no podía evitar sentirse preocupado.

–     No, no te equivoques Yokozawa –dijo el hombre tomando del cajón de la mesita de noche un bote transparente– el dinero que perdió tu noviecito no lo compensaras con solo unas horas de excitarme y por poseerte una vez –continuo diciendo mientras se vertía el contenido en su miembro–. No, para pagarme por lo menos estaremos encerrados aquí toda una semana.

–     Pero… pero él me dijo que solo me tenía que acostar con usted una vez –hablo preocupado y nervioso el peli azul.

–     No, creo que tu noviecito te mintió –contesto el mayor sonriendo regresando a su lado–. Pero bueno pasando a otras cosas porque mejor no, volvemos a probar tus habilidades bucales –continuo diciendo mientras se subía sobre el cuerpo del menor hasta dejar sus rodillas cada una a un lado de la cabeza de este–. Espero que esta vez sea mejor que la pasada.

Sin dejar que Yokozawa replicara nada más el miembro –que aun tenia restos de semen– un poco flácido de ese individuo se había adentrado a su boca y ya sabía la regla que le había dado el otro, no morder y tragar todo lo que saliera del pedazo de carne.

Aun en contra de sus propios deseos comenzó a succionar tratando de no tener arcadas sintiendo como poco a poco el pene crecía en el interior de su boca –además de un sabor extraño–, estuvo varios minutos en esta tarea hasta que  lo sintió totalmente erecto. En momentos sacaba la mayor parte del miembro erecto dejando solamente la cabeza que se encargaba de rodear con su lengua para después volver a succionar todo lo que podía del tronco.

Solamente escuchaba los jadeos del varón junto con los sonidos que producían las succiones, además en su boca ya sentía el sabor del líquido pre seminal que comenzaba a soltar el pene erecto dentro de su cavidad bucal y por las comisuras de sus labios caía saliva que no podía retener en su boca, de pronto sintió como su cabeza era tomada por sus cortos cabellos haciendo que el miembro entrara y saliese de una manera más brusca y rápida haciendo que lo sintiera hasta el fondo de su garganta por lo tanto las arcadas no se hicieron esperar.

–     ¡Ah… que bueno… ah… que caliente…! –jadeaba el mayor siguiendo embistiendo la boca del más joven.

–     Mmngh… mnhg… –trataba de decir pero el miembro dentro de su boca se lo impedía.

–     Por cierto… por si te preguntabas… con mi pene te estas comiendo un afrodisiaco muy poderoso… para que dejes de estar pensando en tu noviecito –hablo jadeante pero sin perder su sonrisa–… eres mío… por siete días…

–     Mnnhng… nnhmgh… –el peli azul había abierto los ojos en cuanto escucho lo que el otro le decía pero ya no tenía caso hacer nada con el tiempo que llevaba succionando aquel pene erecto era obvio que ya todo el afrodisiaco estaba en su sistema.

Takafumi solo pedía en su mente que aquel varón terminase ya pues no estaba seguro de poder aguantar las arcadas que le estaba provocando, ya que él no estaba acostumbrado a realizar este tipo de cosas con su novio jamás lo había hecho, sintió el temblor del pene caliente dentro de su boca y solo significaba una cosa más no tuvo mucho tiempo para seguir pensando en eso cuando sintió como su garganta era llenada de un líquido caliente de sabor salado pero no desagradable. Su amante, por aquellas siete noches, había mantenido la cabeza del oji azul agarrada en todo momento para que no se alejara de él.

–     AH… Eres un buen chico… Yokozawa… cada vez mejoras más –hablo el que se encontraba controlando todo mostrando su sonrisa blanca– pero aunque has mejorado debo decir que donde más me ha gustado estar es entre tus piernas.

–     ¡Ah… ah…! –Takafumi trataba de recuperar su aire desviando la mirada del sujeto más sintió como era volteado quedando boca abajo– ¿ah? –esto lo había sorprendido pues pensó que el hombre por lo menos lo dejaría descansar pero supo que eso no sería posible por el momento al sentir como “algo” se frotaba entre sus glúteos.

–     Mmm… de verdad que tienes unas nalgas duras –hablo el varón sujetando ambos montículos sin dejar lo que estaba haciendo– y eso que no vas al gimnasio solo sales a correr en las mañanas.

–     ¿Cómo… ah…mnngh…? –quiso preguntar pero su acompañante se inclinó sobre él para pasar su lengua por su piel desde su oreja izquierda fue bajando haciendo que Yokozawa sintiera unas pequeñas descargas de placer– ¡Ah… nnmhng… basta… ah…!

En el varón se dibujó una sonrisa al ver que su amante en turno estaba ya muy sensible a las caricias que le proporcionaba, siguió recorriendo la espalda del peli azul sin despegarse mucho de ese cuerpo hasta que llego a la parte baja elevando las caderas comenzó a mordisquear los montículos de carne –que eran sus posaderas– sacándole al más joven jadeos que intentaba contener, con sus manos separo los glúteos teniendo a su vista la entrada que ya había hecho suya.

Sin mucha anticipación comenzó a lamer esa entrada –que aún tenía rastros de semen al igual que los muslos– haciendo que el otro se aferrase con sus manos a las sabanas mientras apretaba sus labios tratando de evitar que cualquier sonido saliese de estos, sin inmutarse por el silencio que trataba de crear el peli azul siguió paseando su lengua y adentrándola de vez en cuando al interior de la entrada mientras que con una de sus manos comenzó a masturbar el miembro ya erguido haciendo que soltara una risilla.

–     Vaya que te ha de gustar que te den y  toquen aquí –hablo mientras introducía dos de sus dedos en el ano del más joven y sin esperar comenzó a moverlos rápidamente– ¡Oh escuchas todos esos sonidos que haces! ¡Debe de gustarte mucho esto!

–     Nnn… no… ha…bastaah… –decía Takafumi tratando de no gemir pero el trabajo que hacia el que estaba detrás de él era demasiado bueno, aunque no lo admitiría jamás.

–     Pero si se ve que te gusta hasta estas succionando mis dedos –dijo el que estaba detrás–. Y ni que decir de esta parte –dijo apretando el miembro del más joven, a quien se le había salido un gemido– ya incluso estas chorreando.

Para el orgullo del oji azul –que ya estaba muy destruido– ese era un golpe bajo pues su cuerpo reaccionaba a pesar de que él no lo deseara, sentía como los dedos largos del oji miel seguían golpeando su interior una y otra vez sin perder tiempo pronto dos se convirtieron en tres que entraban y salían, entre ratos los giraba abriendo más la entrada.

Cuando considero que estaba lo suficiente dilatado saco los dedos llevándolos hasta sus labios saboreando el sabor del que estaba bajo él, que se sonrojo al verlo de reojo hacer esta acción, sonrió al descubrir el rostro del Yokozawa pero ya no podía aguantar su miembro erecto estaba deseoso por estar nuevamente en el interior de su amante así que rápidamente se introdujo en él. Tomo con sus manos las caderas del joven y sin esperar nada comenzó el vaivén haciendo que el peli azul gimiera al sentir como su punto de mayor placer era golpeado por el pedazo de carne del más alto.

–     ¡Ah… ah… más… ah… despacio…ah…! –gimió Takafumi pues la velocidad de las estocadas era demasiado para él– Nnhg… ah… por favor…

–     Pero si lo estas disfrutando –dijo el varón sonriendo sin dejando de hacer su tarea– es más mira –siguió diciendo levantando una de las piernas del otro mientras que su otra mano rodeo su pecho y empleando sus fuerzas logro levantarlo lo suficiente para girar y cambiar de posición quedando ahora el mayor sentado en la orilla de la cama y sobre este el menor con una pierna levantada, frente a ambos se encontraba un espejo de cuerpo entero donde ahora eran capaz de verse–, mira como me estas succionando adentro de ti, mira ese rostro sonrojado que hace todas esas expresiones sensuales –continuaba hablando sin perder el ritmo llevo su mano libre hasta una de las tetillas del oji azul y comenzó a retorcerla.

–     ¡Ah… nno… ah… mnngh… basta… ah…! –gimió sintiendo como sus caderas comenzaban a moverse por sí solas haciendo que se auto penetrase además por alguna extraña razón el estarse viendo causaba que su temperatura se elevase– ¡Ah… mnngh… ah… basta…!

–     No te engañes –hablo el otro en la oreja del más joven mirando el reflejo del espejo que mostraba al oji azul siendo penetrado por un castaño de cabellos revueltos, mirada color miel solamente media cabeza más alto– tus ojos me muestran que no únicamente lo  estas gozando sino que deseas que te dé más fuerte –siguió diciendo aumentando el ritmo de sus estocadas en aquel cuerpo.

–     ¡AH! ¡MNGNH… AGH…NNO… HA…! –gimió sin poder contenerse pues sentía como una lengua se paseaba por su cuello haciéndolo sentir una corriente eléctrica que recorría desde este lugar pasando por su tetilla estrujada por la mano del mayor para después seguir hasta su entrada que era embestida sin piedad– ¡AH… BA… AH…STA… AH… NO… TAN… AH… TAN… FUERTE…!

–     ¡Bésame! –ordeno el más alto– Bésame y tendré piedad de ti.

Yokozawa se negaba ya una vez había dejado de lado su orgullo besando a ese hombre pero sentía que si no lograba que las embestidas bajaran en intensidad se desgarraría y eso sería mucho más doloroso además de que no creía que al mayor esto lo detuviera ni le importase en lo más mínimo.

Tragándose lo que le quedaba de su orgullo giro la cabeza para acercarse a los labios del de cabellos revueltos que de inmediato tomaron los suyos con avidez el más alto devoraba su boca y pronto sintió como su lengua pedía entrar en el juego, el beso comenzaba a dejar a Yokozawa aturdido por el placer parecía que el más alto era un experto en ellos, las embestidas bajaron en brusquedad permitiéndole al de cabellos azules sentir más placer que incomodidad.

Las manos del de ojos color miel se dirigieron a los pezones estrujándolos hasta que se pusieron rojos y duros, cuando las dejo tranquilas llevo sus manos hacia el abdomen para después seguir su camino  hasta los muslos blancos del oji azul, los cuales masajeo sintiendo como este temblaba cada vez más así como los jadeos que dejaba escapar el menor. Al mayor le parecía lindo y hasta un poco gracioso el que el de ojos azules hiciera todo lo posible por acallar sus gemidos cuando sus caderas no paraban de moverse al compás de sus embestidas, le gustaba aquella posición que convenientemente le permitía no solo llegar más profundo en el interior sino que también le concedía poder ver las expresiones tan eróticas que mostraba Yokozawa.

–     ¡Ah… que bueno eres… tienes un cuerpo… ah… tan sensual… ah…! –jadeo en su oído derecho el castaño– ¡Ah… quisiera hacértelo… ah… todo el tiempo… ah! ¡Que desperdicio… ah…. que tu noviecito… ah solo te lo haga… ah… una vez… ah…cada quince días… ah….!

–     Ca… cállate… imbécil –hablo el oji azul tratando de no gemir aunque las embestidas junto con las caricias que recibía su cuerpo se lo hacían difícil más de un momento a otro estas junto con las embestidas pararon haciendo que voltease a ver al oji miel.

–     ¿Qué quieres Takafumi? –cuestiono el más alto sonriendo de lado sin moverse– ¿Quieres que te embista tan fuerte que no recuerdes ni tu nombre?

–      Nno… no es eso –respondió nervioso e inquieto pues ya su cuerpo pedía más atención.

–     Mmm… Y yo que estaba dispuesto a seguir si me decías con tu linda boquita “Quiero que me hagas tuyo Zen Kirishima, quiero sentir tu semen dentro de mi tanto que podría embarazarme” –hablo el de ojos color miel sonriendo y modulando su voz para fingir la del oji azul.

–     ¡Muérete mil veces! –exclamo Yokozawa pues esas palabras eran muy vergonzosas y jamás se las diría.

–     Bien ya que no vas a cooperar –dijo Kirishima levantándose de su asiento y levantando por ende a Takafumi pero sin salir de él pero eso duro poco pues de un movimiento brusco salió del peli azul–. Vamos –ordeno empujándolo para que caminara hasta quedar cerca de uno de los ventanales de la habitación– mientras decides cooperar y decirme tan lindas palabras estarás castigado aquí –siguió diciendo tomando las manos sujetas de Yokozawa las unió a una soga que estaba colgando dejando a este solamente con las puntas de los pies tocando el piso– y para que veas que no soy malo te dejare ver una maravillosa vista –comento abriendo la cortina mostrándole la vista de la ciudad sumida en la tranquilidad de la noche mientras las calles eran iluminadas por las luces de los edificios y su reflejo que con la luz de la habitación se alcanzaba a percibir–. Mira qué lindo y encantador te ves como quisiera cogerte pero no lo hare hasta que me lo pidas con lindas palabras.

–     ¡Jodete! –respondió el oji azul desviando su mirada pues el reflejo de su cuerpo sudado y con rastros de semen le parecía un golpe muy bajo para su orgullo.

–     Eres un niño muy desobediente –hablo mientras caminaba de regreso a la cama de donde tomo un consolador y del cajón de la mesita de noche tomo una correa pequeña– por eso tendrás que soportar mi castigo.

Sin decir nada más hato la correa alrededor de la base del pene del peli azul  ajustándolo lo suficiente para que fuera doloroso y no lograra eyacular sin importarle las réplicas del más joven para después prender el vibrador y mantenerlo frente a los ojos de Takafumi.

–     Sé que no es el mío y que no será lo mismo para ti pero –hablo Kirishima sonriendo de lado desde detrás paseando el objeto frente a los ojos del peli azul– te aseguro que lo disfrutaras –termino de hablar bajando el vibrador pegado a la espalda del otro.

–     No te atrevas… otra vez…–advirtió Yokozawa sintiendo pequeñas descargas de placer al pasar el vibrador–…AH…  –más fue interrumpido cuando el vibrador entro sin más en su cuerpo.

–     ¡Ves! Te ha gustado pero no creas que todo será placer –dijo el castaño moviendo el vibrador de adentro hacia afuera, dejando un momento el aparato ajusto un poco más la correa en el miembro del más joven

–     NNGHMNG… BAS… BASTA…MMGHNN… –dijo Takafumi entre gemidos que ahogaba mordiéndose los labios pues la vibración y el movimiento en que el castaño realizaba con aquel aparato realmente estaban logrando hacerlo sentir muy bien pero la correa que apretaba la base de su pene hacia que sintiera un dolor que poco a poco aumentara.

Zen siguió jugando con el vibrador dentro del interior del peli azul pasados varios minutos decidió ir por otros juguetes que aún no saca por lo cual dirigiéndose a la mesita de noche tomo una caja mediana que se encontraba aun lado de esta, con ella se acercó nuevamente al más joven sonriendo como un niño en juguetería mientras sus ojos mostraban una gran lujuria.

De la caja saco una venda con la que se encargó de tapar los azules ojos  a pesar de que Takafumi se removía intentando evitar que consiguiera lo que quería y dos pequeños vibradores en forma de huevo y con una cinta los pego a las tetillas del oji azul y con este misma ajusto el vibrador que se encontraba en la entrada del doncel para después alejarse y caminar hasta quedar frente al más joven y poder disfrutar de la vista que tenía frente a él.

–     Bien te quedaras castigado hasta que seas buen chico –hablo Kirishima sonriente conforme con su creación.

–     ¡Mngh… Ca… cállate… quita… quítame esto… ah…mnghn…! –dijo Yokozawa entre jadeos.

–     No, no, debes recibir tu castigo por no hacerme caso –respondió con voz seria el castaño para después caminar hasta la gran cama–, si fueras más dulce y bueno conmigo tal vez y lo pensaría.

–     ¡Mnghn… y… una… mnghn… ah… mierda…! –exclamo el otro sintiendo como las vibraciones aumentaban y disminuían en un ritmo inconstante.

Kirishima se recreaba con la vista que le entregaba el peli azul, recostado en la cama paseaba su mirada por todo aquel cuerpo que ya había marcado pero que aun a su parecer necesitaba marcar con fuego para que todos e incluido el doncel entendieran y supiesen que a quien le per tenía era a él: Kirishima Zen.

Las horas pasaron y pronto consumieron lo que quedaba de la noche y cuando apenas con las primeras luces asomándose Kirishima despertó y después de ir al baño y tomar una pequeña y rápida ducha. Al salir disfruto varios minutos en silencio como el doncel se retorcía mientras trataba de aguantar los gemidos y jadeos que aquellos aparatos le sacaban debido al placer que le hacían sentir, no paso mucho tiempo para que su miembro reaccionara ante aquella vista que tenía ante él.

Se dirigió al peli azul y de la entrada de este tomo el vibrador –no sin antes quitar la cinta que lo sostenía– para con otras dos correas más sujetarlo al miembro erguido.

Se alejó del más joven hacia la cocineta que había en la gran habitación de donde tomo un frutero, una lata de crema batida y un bote de cajeta  con esto en mano regreso a donde se encontraba el oji azul sentándose de cuclillas teniendo una vista increíble de la entrada del más joven.

–     Te daré de desayunar para que no digas que soy mala persona –hablo Kirishima por primera vez en aquella mañana.

Pronto Yokozawa sintió como algo –una cereza cubierta de cajeta y afrodisiaco– entraba a su cuerpo haciendo que su espalda se curveara por la sorpresiva sensación, al estar vendado solamente escuchaba la risilla de emoción del castaño y no supo que era lo que entraba a su cuerpo.

A la cereza le siguieron una frambuesa, unas cuantas uvas, una fresa mediana todas cubiertas de un poco de cajeta que permitían que resbalaran en el interior e ingresaran más fácilmente después metió la boquilla de la lata de crema batida para  llenar con su contenido el interior de aquel cuerpo. Kirishima ingreso otras cerezas, uvas, moras hasta que sintió que el peli azul se encontraba ya muy lleno –pues este  comenzaba a gemir cada vez más y su rostro se volvía más rojo mientras encorvaba la espalda– para terminar volvió a verter crema batida, que el mayor desde su posición podía ver comenzando a asomarse.

Yokozawa sentía como su entrada estaba completamente llena, los vibradores en su cuerpo no lo dejaban pensar claramente más si le agregaba lo que ocupaba todo su interior las cosas comenzaban a dificultársele pues no quería quedar en una posición aún más humillante que en la que se encontraba.

–     Bien Takafumi, mientras estés así no quiero que tires nada de lo que te he dado de comer –hablo Kirishima sonriendo de lado, le gustaba ver aquel hombre orgulloso perder ante él, mientras terminaba su obra ingresando medio plátano para tapar la entrada del otro– si lo haces te tendré que dar unas nalgadas pero si logras aguantar hasta que yo te diga entonces te daré una recompensa, ¿entendiste?

–     Eres… un… pervertido… –respondió Takafumi intentando aguantar pues sea lo que fuese que el castaño le había introducido esto comenzaba a presionar para salir y no quería que Kirishima  lo viera hacer algo tan humillante.

–     ¿Entendiste? –volvió a cuestionar accionando de nuevo los tres vibradores que estaban en el cuerpo del peli azul y con su mano libre presionaba el plátano hacia su interior.

–     AH… MNHG…AH…SSI… AH… BASS…BASTA… AH… NMGHN…–gemía Yokozawa mientras todo su cuerpo se retorcía por las vibraciones que recibía en puntos muy sensibles, sobre todo porque trataba de evitar que lo que se encontraba dentro de él saliese– AH… AH… BAS… AH… NGHNM…BASTA… POR…AH…FAVOR…

Zen se recreaba en la imagen tan esplendida y sensual que le mostraba su amante pues ver ese rostro sonrojado por el calor que su cuerpo desprendía al igual que por la vergüenza que debía estar pasando al ser una persona tan orgullosa solamente hacían que el oji miel se sintiera más atraído y sobre todo hacia que sintiera unas enormes ganas de enterrarse en el blanquecino cuerpo.

Estuvo cerca de quince minutos viendo como Yokozawa se debatía en controlar su cuerpo y cada vez aumentaba más la velocidad de las vibraciones mientras que se masturbaba lentamente al ver tan erótica escena frente a él y cada vez sentía su miembro más duro pues el solo en pensar en probar lo que Takafumi tenía en su interior lo hacía calentarse mucho más, solamente duro un poco más de tres minutos cuando se acercó de nuevo al cuerpo frente a él.

El de ojos miel sin mediar ninguna palabra volvió a colocarse de cuclillas pasando su lengua por los muslos blancos del menor hasta llegar a donde se encontraba el plátano, primero paseo su lengua por el ano sintiendo como este se contraía y Yokozawa temblaba aún más para posteriormente dirigirse a la punta de la fruta y darle una probada pero pensó que sería un desperdicio solamente él comérsela por lo cual se levantó y trazando un camino con el pedazo por toda la espalda del más joven hasta que llego al cuello donde aprovecho y con su mano libre tomo el rostro y lo forzó a besarlo entregándole lo que quedaba del  pedazo de fruta para después regresar lamiendo y besando su espalda, continuo con esta actividad hasta que termino con la fruta.

Zen realmente estaba muy excitado por lo que sin más tomo las piernas del peli azul y las abrió quedando estas agarradas por sus brazos desde donde estaba podía ver como el más joven apretaba su esfínter para evitar que algo saliera de su entrada, sonrió de lado al ver esto y sin esperar más dirigió su miembro erecto y de una sola estocada entro haciendo que Takafumi gimiera sonoramente pues se encontraba realmente lleno y las frutas golpeaban en su punto de placer haciéndole mucho más dificultoso mantenerlas dentro de él.

–     Vaya… pensé que apretabas… ah… pero ahora lo haces… mejor… Yokozawa –gimió al sentir como era apresado por las paredes del oji azul y sin más comenzó a penetrar sin piedad el lugar.

–     AH… MNGHN… BAS… AH… MÁS… NO… BAST…AHG… KIRI… AH... –gimió el oji azul pues sentir  al miembro caliente empalarse en él con tal fuerza hacia que lo que estaba aun dentro de él fuese entrando aún más profundo causándole por extraño y humillante que sonase un gran placer  haciendo que sonidos vergonzosos salieran de ese lugar– AH... MÁS… NO… HA… POR… AH… BASTA… NHNGHM…–gemía luchando con sus instintos sexuales pues los vibradores y las embestidas no lo dejaban concentrarse en seguir manteniendo su cabeza fría pues cada vez aumentaban más de velocidad haciéndolo perderse en el placer que recibía.

Los minutos siguieron transcurriendo y el castaño disfrutaba de todo esto pues las paredes del peli azul lo apretaban como nunca antes –incluso ya por la frenética actividad comenzaba a escurrir el jugo de las frutas por las piernas blanquecinas–, él lo supo cuando lo vio por primera vez con aquellas largas y torneadas piernas, el firme trasero, su blanquecina piel, sus ojos llenos de orgullo y arrogancia Yokozawa Takafumi sería suyo, su pareja y el más grande amante que tendría. Siguió embistiendo con fuerza y rapidez deseaba provocarle el más grande placer al más joven tanto que al terminar la semana no pudiese llegar al orgasmo con nadie más que él.

Takafumi por su parte con cada estocada firme y fuerte que recibía su conciencia se iba alejando dejando solo la necesidad de sentir con más viveza el miembro del castaño empujando fuerte en su interior haciendo llegar a nuevos niveles de placer y los vibradores hacían su trabajo realmente bien al estimular sus zonas sensibles además las manos de Zen viajaban por sus piernas, todo daba como resultado que comenzara a sentir que pronto no podría aguantar y terminaría liberando lo que se encontraba dentro de él.

–     AH… PORFAVOR… DESAH…AH…DESATAME… AH… NHMGHN…–pidió pues sentía que debía apoyarse o no podría seguir soportando más.

–     Ah… no… no hasta… que… argh… lo pidas… como debes –jadeo Kirishima lamiendo su cuello  al que en un momento antes había aprovechado para embarrarle un poco de cajeta.

–     AH…MNGHN…–jadeo Takafumi, sabía lo que deseaba pero no quería rebajarse más. De un momento a otro las estocadas se fueron volviendo más frenéticas causándole nuevas oleadas de placer y dolor–… AH… POR… AH… QUE… BIEN… AH… QUE… RICO… MÁS…AH SUELTAME… POR FAVOR… AH… KIRISHIMA… QUIERO… HA VERTE… Y SENTIRTE… MIENTRAS ME LLENAS DE SEMEN… –exclamo entre gemidos humillándose ante Kirishima que parecía disfrutarlo pues sus estocadas se volvieron más precisas y fuertes.

–     Argh… si me lo pides así…–jadeo Zen bajando una de las piernas del peli azul para llevar su mano libre hacia el lugar donde estaban atadas las manos, más se detuvo antes de dejarlo libre–… pero antes debes decirme Quiero que me folles hasta dejarme embarazado y no parar de gemir tu nombre.

–     … Quie… quiero que me… me folles… hasta dejarme… embarazado y no parar… de gemir tu nombre… –repitió con los dientes apretados mientras sus manos se hacían puños pues eso era humillante para él.

–     Bien –hablo el oji miel sacando el nudo dejado que el pie libre tocase el piso con naturalidad–. Ahora si quieres que te quite la venda debes decirme “Te amo Zen y quiero que me hagas muchos hijos”

–     … –Yokozawa no contesto nada.

El de ojos color miel entendió que su amante no diría nada así que sin esperar más volvió a seguir con las estocadas que eras más fuertes haciendo que el peli azul quisiese tantear –aun con sus dos manos sujetas juntas y sus ojos escondidos tras la venda– un lugar donde apoyarse para no caerse además que al mantener una de sus piernas levantadas se le hacía difícil seguir aguantando todo lo que se encontraba en su interior y el temblor de su cuerpo era lo que hacía que el mayor entendiese que a cada momento desearía poder eyacular y liberar lo que él mismo se había encargado de poner en el pasadizo al paraíso que era el interior del peli azul.

Sin importarle lo que Takafumi deseaba,  Zen siguió embistiendo aquel cuerpo que cada vez más se retorcía en placer por las atenciones que recibía  del castaño, los minutos así como las embestidas siguieron mientras que el oji azul muy apenas había logrado con las palmas de sus manos apoyarse en el vidrio para soportar los vaivenes que cada vez eran más fuertes sacando a su vez fuertes gemidos –ahogados– por parte de Takafumi quien podía escuchar claramente los jadeos del más alto a su espalda.

El menor sabía que no podría seguir con esto pues cada vez que el de ojos color miel sacaba su miembro sentía que no podría seguir soportando todo lo que Kirishima se había encargado de introducir en su esfínter haciendo que cada vez sintiese escalofríos cuando sintió que casi dejaba salir lo que estaba dentro de él, por lo cual estuvo debatiéndose entre seguir perdiendo su orgullo y dignidad, y por lo menos disfrutar de todo o continuar siendo tratado como simplemente un juguete sexual en manos del hombre y al final terminaría siendo humillado de igual o peor forma.

–     Por favor… déjame… déjame ir al baño… –pidió pues sentía que no podía más.

–     ¿Y dejar que desperdicies lo que has estado guardando en ti? –cuestiono deteniendo sus embestidas pues sentía que pronto llegaría al orgasmo pero aun deseaba seguir disfrutando más el cuerpo del menor– Pero si lo que deseas es dejarlo salir entonces hazlo aquí.

–     No… es vergonzoso… –hablo Takafumi templando mientras aguantaba  por que no saliera nada de su entrada–… Kirishima…

–     Dime que me amas –respondió Zen tranquilo sin perder su sonrisa.

–     Te… te amo y quiero… que me… hagas muchos hijos –hablo el peli azul mientras contenía su ira contra el varón.

–     Eres un buen amante –dijo el mayor arrancando desde atrás la venda.

Yokozawa supo que había sido una mala idea haber pedido que le quitasen la venda de sus ojos pues la imagen de él mismo atado de sus manos, su rostro totalmente sonrojado y una pierna levantada que le dejaba ver como el oji miel aún se encontraba conectado a él por medio de su miembro que estaba en su interior lo hizo sentirse más humillado y enfadado con él otro.

Kirishima se deleitaba con la vista que le ofrecía la vida al ver ese cuerpo caliente y su rostro sonrojado junto con esos ojos azules que estaban inundados de placer aunque podía ver que se encontraba muy enfadado con él pero eso no quitaba que la vista era excelente a su parecer.

Sin dudarlo Zen salió del peli azul girándolo de inmediato, deseaba tomarlo y volverlo a marcar como suyo, lo sostuvo de la cintura acercándolo a su cuerpo llevo sus labios hacia la clavícula comenzando a succionar para dejarle una marca. Desato las dos correas que mantenían el vibrador en su lugar al igual que se deshizo de los vibradores en forma de huevos causando que el menor gimiera aunque no sabía muy bien si era de pasión o de molestia pero no le importo, llevo sus manos hasta los glúteos del oji azul para cargarlo haciendo que este enredara las piernas en sus caderas mientras pasaba sus brazos por la cabeza de melena enmarañada.

Kirishima llevo cargado a Yokozawa hasta la cama nuevamente pero antes de llegar hasta ella comenzó a estrujar las posaderas estimulándolo para que liberara lo que el mismo se había encargado de poner en su interior.

–     Vamos Yokozawa déjalo salir –dijo el oji miel sin detenerse en su acción–, yo he procurado que todo estuviera listo y tú no quieres cooperar –termino de decir asiendo un puchero como si de un niño se tratase.

–     Nno… nunca… –jadeo Yokozawa tratando de evitar que su cuerpo respondiera a los movimientos de Kirishima–… Basta…

–     Necesitas hacerlo –hablo el castaño a su oreja con una voz que le pareció sincera y ¿con amor?–, si quieres puedo cerrar los ojos y te prometo que no veré nada.

–     Lo… lo juras –dijo el oji azul inseguro de que el mayor fuera a cumplir.

–     Yo jamás te mentiría –hablo Zen cerrando sus ojos como prueba de que decía la verdad pero sin soltarlo y masajeando aun las dos nalgas.

Takafumi aunque no quisiera reconocerlo toda aquella situación le parecía excitante y apreciar como uno de los dedos de Kirishima delineaba su entrada tanteándola haciendo que sintiera pequeñas descargas que solamente lograban excitarlo más, miro el rostro frente al de él pensando que aquel varón realmente era muy guapo como para andar “comprando amantes”  asegurándose de que Zen no abriera los ojos poco a poco comenzó a pujar para que lo que este había introducido en él saliera.

Tardo varios minutos pues sentía que era mucho y mientras lo hacía no pudo evitar dejar salir algunos gemidos roncos y bajos pues los dedos del mayor seguían masajeando esa zona tan sensible, el oji miel sin que el menor se diera cuenta había alcanzado a tomar un poco de la fruta que había salido y sin poder evitarlo sonrió feliz pues logro su objetivo.

–     ¿Por qué sonríes? –cuestiono Takafumi sin verlo a la cara debido a la vergüenza que sentía aunque Kirishima aún no abría sus ojos.

–     Ya lo veras –respondió el Kirishima– ¿Terminaste mi amado pajarillo azul?

–     Ssi… termine –contesto a su vez un poco incómodo por lo que acababa de hacer y el sobrenombre que le había dado.

–     Bien –dijo para de inmediato mostrar sus ojos color miel haciendo que por un momento Yokozawa se perdiera en ellos.

Sin mediar nada más Zen lo recostó en la cama para adentrarse rápidamente en su interior haciendo que el oji azul arqueara su espalda y cerrase los ojos al sentirse nuevamente lleno pero esta vez solo del miembro erecto de su amante –por aquella semana– pero algo llamo la atención del más joven pues de un momento a otro sintió como algo era introducido en su boca por la del castaño.

Kirishima había aprovechado de la reacción del oji azul para robarle un beso y de paso compartir con él un pedazo de fresa y una cereza que parecía salió entera de milagro, no se despegó de esos labios tan dulces –sin importarle los golpes en su pecho por parte de Takafumi– hasta que no se ha seguro de que el menor comiese las frutas mientras comenzó un vaivén fuerte y constante llegando al punto de mayor placer de su pajarillo azul.

–     ¡Ah… sabes tan rico! ¡Ah… ah! ¡Quisiera que toda mi comida… estuviera condimentada… con tus jugos y tu sabor! –jadeo Zen sin dejar su tarea de embestir el delicado y fuerte cuerpo mientras sus labios se dirigieron hasta uno de sus pezones mordiéndolo, jalándolo, lamiéndolo y succionándolo.

–     ¡Ah… eres… Ah… un perver… ah… ahí… ahí... más… ah… no… eres… un pervertido… ah…! –gemía Yokozawa tratando de hilar sus ideas pero el placer estaba nublando nuevamente su conciencia.

Las estocadas siguieron por varios minutos más y en el calor de la pasión que ambos hombres sentían recorrer por sus cuerpos les decía que no podrían aguantar más el seguir con el acto carnal.

–     ¡Ah… suéltame… ah… las manos… ah… quiero… ah… tocarte… también… ah…! –gimió Takafumi dejándose llevar por el momento sin ya importarle lo que pasara, además su novio lo había puesto en esa situación que más daba ya si lo disfrutaba o no.

Kirishima solo de escuchar la petición libero las blancas manos que ya estaban marcadas por la soga que había utilizado y que llevan ya mucho tiempo alrededor de las muñecas del menor,  por un momento pensó que este aprovecharía para tratar de huir de él pero grande fue su sorpresa al sentir esas manos aferrarse a su espalda arañándola en el proceso mientras sentía los labios delgados en su cuello que era devorado con desesperación por Yokozawa.

Ante tales actos simplemente se sintió desfallecer pues su pajarillo lo estaba aceptando como amante por lo cual hizo las embestidas mucho más rápidas mientras tomaba el miembro de su acompañante para estimularlo a su ritmo, sintió como poco a poco su pedazo de carne era apresado con mayor fuerza por las paredes de Takafumi indicándole que pronto llegaría a su fin al igual que su propio miembro que palpitaba más dentro del otro.

Acelero los vaivenes de afuera hacia adentro sin dejar de masturbar al peli azul que no paraba de gemir moviendo las caderas al ritmo que le marcaba el oji miel, para Takafumi cada vez era mayor su necesidad de poder terminar pues la correa en la base de su pene no lo dejaba, más sentir dentro suyo como el miembro erecto de aquel hombre se adentraba cada vez más y sus caricias más fuertes queriéndolo marcar hacían que se sintiera amado y realmente deseado como nunca se había sentido cuando su pareja y él tenían relaciones.

–     ¡Ah… Kiri… ah… Kirishima… por favor… me quiero… venir… ah… ah… Kirishima… por… ah… favor…! –gimió Takafumi sintiendo que cada vez soportaría menos no poder llegar al orgasmo.

–     Mi hermoso Yokozawa… ah… nos vamos a venir… ah… ah… juntos –dijo entre jadeos el mayor siguiendo las estocadas.

Alzo el cuerpo del oji azul quedando este sentado sobre sus piernas mientras sentía como nuevamente le clavaba las uñas, sabía que pronto llegaría al clímax y quería lograr que su amante también lo lograra por lo cual seguía masajeando el miembro erecto de este, siguió por unos cuantos minutos más dando estocadas firmes y fuertes mientras escuchaba a Yokozawa jadear y gemir en su oído.

Cuando estuvo seguro que ya no podía más quito la última correa de la base del miembro del de ojos azules mientras una mano aplanaba la punta para evitar que se corriera aun mientras que este se encargaba de auto penetrarse al ritmo que le había marcado el de cabellos revueltos.

–     ¡Ah… Yokozawa… ah… te… voy a… llenar… ah… de mi… ah… semilla… agh…! –gimió Kirishima al sentir que llegaba por fin al orgasmo soltando al mismo tiempo la punta del miembro del peli azul.

–     ¡AH… KIRISHIMA… TAN BUENO… AH… SI… ME… VENGO… AH…! –gimió fuertemente mientras arqueaba su espalda y su cabeza hacia atrás al sentir que liberaba su esperma en gran cantidad así como su interior lleno de esta misma sustancia perteneciente al castaño que tampoco parecía detenerse.

–     ¡Ah… eres el mejor Takafumi…! –dijo el de ojos color miel recuperando el aire recostando nuevamente al nombrado sin separarse aun de él.

–     ¡Ah… ah… eso… ah…! –jadeaba el oji azul tratando de poner en orden todas sus ideas pero parecía aun incapaz de hilar una oración ni tampoco era capaz de decirle que se bajara de él pero una parte se sentía cómoda con la posición.

Aun a pesar de ir contra su voluntad Zen salió del interior del oji azul con cuidado dejando que escurriera una gran cantidad de semen y rastros aun de las frutas, se acostó a un lado del cuerpo del otro y lo atrajo hasta él parecía que al más joven no le molestaba pues se dejó abrazar sin protestar nada.

Estuvieron varios minutos en aquella posición recuperando el aire para el oji miel todo lo que estaba sucediendo era un sueño hecho realidad y haría lo que fuera para conservarlo mientras que para Yokozawa todos los sentimientos que había descubierto comenzaban a confundirlo empezando con que con nadie mucho menos su actual pareja sentimental lo había hecho sentir como ese varón –abrazado a él– ni había disfrutado tanto del sexo como momentos antes llevándolo a tener grandes dudas sobre su vida y su pareja.

Zen se levantó de la cama dirigiéndose al baño dejando por un momento al de ojos azules que aun procesaba todo lo que estaba viviendo y como esto cambiaba por completo su vida, para cuando se dio cuenta el oji miel había regresado y sin mediar palabras lo llevo hasta el baño. Dentro de este estaba una tina lo suficientemente grande para dos hombres de su tamaño el menor fue depositado en ella con cuidado, el agua estaba caliente,  el castaño le siguió sentándose tras de él. Cada uno se encargó de lavar el cuerpo del otro –como si de un pareja recién casada se tratasen– en relativa calma pues a medio baño el de ojos color miel había vuelto a excitarse al sentir las redondas colinas de su acompañante rozarlo varias veces por lo cual después de terminar con el baño obligatorio Zen tomo nuevamente a Yokozawa ahora en la tina sin detenerse hasta que ambos volvieron a terminar para posteriormente descansar por un poco menos de tres horas pues el mayor deseaba aprovechar cada minuto del día y cada día de aquella semana.

El tiempo siguió su transcurso y pronto dio paso a tres días más, Takafumi ya no llevaba la cuenta de cuantas veces había sido poseído por Kirishima así como tampoco cuanto tiempo había transcurrido desde que llegase a esa habitación y comenzase su “tortura” pues lo único que ocupaba su mente en esos momentos era poder descansar después de tanto tiempo siendo tomado por aquel sujeto del que muy apenas conocía su nombre.

Acostado en la cama de tamaño King size miro  por la ventana y observo las ventanas como el cielo comenzaba a aclarar de apoco, calculaba que eran alrededor de las seis de la mañana,  sabía que pronto pasarían los siete días en los que estaría a merced del castaño y que en cualquier momento su descanso acabaría por lo cual esperaba que el otro tardase en recuperar sus fuerzas o que las desveladas que tenían hubiese cobrado ya su precio.

En esos instantes llevaba lo que quedaba de un uniforme de sirvienta que le había obligado a usar el mayor –lo que antes fue un vestido de tirantes de seda negra transparente que cubría hasta por debajo de sus posaderas que en la parte superior del pecho tenia encaje blanco que dejaba ver las tetillas del peli azul y un pequeño mandil mientras que en su cuello había puesto una cintilla de encaje blanco con un listón negro por debajo del disfraz fue forzado a llevar una pequeña tanga negra y en las piernas unas mallas blancas que llegaban hasta la mitad de sus muslos– aunque ahora solamente quedaba la cintilla mientras que la parte superior del vestido estaba enrollado en el torso de su cuerpo abrigando únicamente sus partes íntimas después de que Zen lo hubiese ordenado practicarle sexo oral mientras recibía las mismas atenciones para después poseer su cuerpo de nuevo pero esta vez lo había querido hacer contra la pared según el castaño para que los vecinos se aprendiesen su nombre, y ahora después de casi dos horas de sus juegos podía descansar mientras el otro revisaba su computadora portátil a un lado de él.

Daba gracias que pudiese tomarse descansos ya que con el tiempo que fue pasando el oji miel se mostró más abierto a dejarlo recuperar sus fuerzas razón por la que en ese momento estuviese en la cama acostado pero manteniéndose alerta por si el otro no deseaba esperar más, prueba de esto era que durante la noche pasada había pensado que lo dejaría en paz más grande fue su sorpresa cuando despertó al sentir como “alguien” devoraba sus pezones así como acariciaba su miembro. Por un momento se asustó pues al estar dormido había olvidado en donde y en qué condiciones se encontraba pero al ver la sonrisa blanca y esos ojos color miel recordó todo lo que había pasado hasta ese momento teniendo que rendirse a los deseos del más alto.

Ahora sus pensamientos estaban divididos ya que con su novio jamás se había sentido como se sentía durante esos días aunque debía ser sincero estaba molesto pues su orgullo había sido pisoteado por Kirishima pues después de la quinta ronda de sexo –de su primer día– a la que fue sometido, había sido él quien durante el acto no se contuviese por que las cosas tomaran mayor intensidad sobre todo cuando recordaba que su novio tenía ya casi tres semanas desde que lo había tocado por última vez y es que aunque quisiera negarlo él era un hombre y como tal tenia ciertas necesidades que requerían fueran atendidas, más su pareja no parecía tener las mismas necesidades o no tener en cuenta las de él.

Y aunque lo odiara admitir esos últimos días con el castaño eran las sesiones de sexo que mejor había tenido en todo ese tiempo pero eso jamás se lo diría a alguien mucho menos al que estaba  a su costado, tal parecía que este también sentía el cansancio después de todos los juegos previos –cosa que realmente agradecía– y la actividad extra que en esas horas habían tenido los dos.

Su mente comenzó a divagar sobre todas las veces que había sido tomado –en esos tres días– y como había sido tomado pues no solamente lo habían hecho en la cama sino también en un sofá, en la pequeña sala que conformaba parte de la habitación presidencial, mientras que “veían” una película.

Otro día lo había hecho en la cocineta cuando él había pretendido hacer algo para comer en un pequeño descanso que le dio el oji miel. Más tarde aquel mismo día en el al baño de la habitación donde no solamente le mando a limpiar su cuerpo con su lengua sino que lo poseyó en la regadera para después dirigirse hacia un jacuzzi al aire libre que tenían a su disposición, aunque iban vestidos con un traje de baño –a él le había obligado utilizar uno color negro pegado al cual se había encargado de cortar, en una zona específica, para tener la entrada del menor a su disposición–, Kirishima no paso la oportunidad para clavarse en él estando en el jacuzzi dejándolo sentado sobre sus piernas mientras se relajaba haciendo que para Takafumi la espera fuera insoportable pues sentía ese pedazo de carne como si le quemase su interior y al final había sido él quien comenzase a moverse pues Kirishima parecía no tener prisa ni mucho menos intenciones de hacer algún movimiento.

También hacia un día el más alto le había mostrado como debía utilizar correctamente algunos cuantos juguetes sexuales que únicamente servían para intensificar su deseo –así como el disfrutar la maratón de lujuria que tenía con el mayor– por más que fuera en contra de todos sus ideales, ser tomado por ese individuo era tan diferente a como lo era con su novio y cada vez que poseía su cuerpo con su miembro caliente lo hacía de diversas maneras e incluso muchas veces cuando estuvieron frente a frente el de cabellos revueltos lo miraba de una manera que nunca nadie lo había hecho antes haciendo que sintiera una corriente eléctrica que pasaba por todo su cuerpo.

Pero justo ahora creía que el tiempo de descanso que le daba el castaño era muy poco, o al menos así lo sentía él, pues sintió como el ojí miel se aproximaba a su cuerpo pegando su espalda a su pecho y deslizando su lengua por su cuello mientras las yemas de sus dedos se deslizaban por su piel causando escalofríos por todo su cuerpo más cuando sintió que esas yemas se dirigían a su miembro.

–     Por favor Kirishima déjeme descansar un poco más –pidió ya que sabía que no podría salir de ahí sin cumplir con lo establecido para que no repercutiese en la seguridad de la vida de su novio–, solo un poco más realmente estoy agotado.

–     Mmmm… –se puso a pensar el otro que inspeccionaba su rostro en el espejo– solo si me dejas dormir abrazado a ti y  me prometes que después  podre tener mi mesa humana para el almuerzo –dijo Kirishima sus condiciones.

–     … Si… –respondió pues únicamente en ese momento le importaba tener por lo menos media hora más de sueño reparador.

–     Bien, dame un beso –ordeno el oji miel tomando con una de sus manos el rostro girándolo y dejándolo peligrosamente cerca del suyo.

Yokozawa entendió que esperaba que él iniciara el beso así que simplemente junto sus labios para después dejar que Kirishima se entretuviera con el beso haciéndolo más pasional pero ante todo pronóstico el varón frente a él solamente siguió con un beso calmado que le transmitían tantas cosas que dejaron al peli azul en un desconcierto total, cuando por fin sus labios fueron separados el mayor se acomodó abrazándolo sin importarle nada más mientras que Takafumi se encontraba sorprendido  y con muchas preguntas por la forma de actuar del más alto pero pronto dejo todo atrás pues el cansancio era demasiado.

Al abrir sus ojos pudo sentir sus caderas doler por la actividad tan movida que había tenido los días anteriores también alcanzó ver a través de la ventana que ya estaba muy empezada la mañana y pudo sentir que su cintura era tomada firmemente por el de ojos color miel, su cuerpo estaba desnudo solamente cubierto por una suave sabana.

–     ¡Es hora de mi almuerzo con una mesa humana! –hablo el castaño sin soltarse del más joven.

–     Mmm… cinco minutos más –pidió Takafumi cerrando sus ojos realmente no le interesaba despertar para seguir encerrado con el oji miel.

–     ¡Pero ya tengo todo listo solo me faltas tú! –se quejó Zen como un niño que no le dejaban jugar con su juguete.

–     ¡Maldita sea! ¡No puedes guardar silencio estoy tratando de dormir! –grito Yokozawa molesto por que no lo dejaban descansar.

–     Pero… pero tú lo prometiste y yo cumplí mi palabra –hablo Kirishima con pequeñas lágrimas en sus ojos para dramatizar.

–     ¡Bien pero por lo menos déjeme darme un baño! –exclamo el peli azul mientras dejaba la cama.

–     De haber sabido que querías bañarte yo me hubiera esperado –volvió a quejarse el mayor como si de un niño se tratase– ¡Es injusto!

–     Por favor señor Kirishima deje de comportarse como un niño malcriado –dijo Yokozawa para después entrar al baño.

El peli azul no perdió tiempo sabia –por lo que llevaban encerrados ahí– que el castaño cuando deseaba tomarlo no perdía el tiempo por lo cual se aseguró de poner seguro a la puerta del baño. A pesar de que le hubiese gustado estar más tiempo descansando en la tina con agua caliente, que le servía para aminorar el dolor de su espalda baja, tuvo que salir apenas quince minutos después de haber entrado  pues el otro habitante del cuarto no dejaba de tocar cada minuto para saber cuánto más debía esperar haciendo que se hartase y por ende salir lo más rápido posible.

–     ¡Maldita sea no puede estarse en paz unos minutos! –exclamo molesto, que no le haya dejado descansar lo había irritado, mientras salía del baño con una bata que tapaba su cuerpo al igual que el que estaba frente a él– ¡Por o menos pudo ser más paciente!

–     Pero si llevo esperando más de una hora –clamó el castaño mirando al piso como si hubiera sido regañado por sus padres– ¡Vamos! –dijo cambiando su cara triste por una alegre mientras tomaba de las manos al peli azul hacia la sala que estaba despejada de muebles y donde en la única mesa cerca tenia listo unos platos con comida– Pedí todo a servicio de la habitación así que no tendrás que hacer nada solamente te tienes que acostar boca arriba aquí –explico emocionado mientras dejaba que el menor pasease su mirada por el lugar.

–     Por qué mejor no almorzamos como las personas normales –trato de hacerlo cambar de opinión.

–     No, no –negó rotundamente el oji miel–. Yo quiero almorzarte a ti además prometiste qué harías lo que yo quisiera durante estos 7 días.

El peli azul se cruzó de brazos con su ceño fruncido, tenía en cuenta que el –por culpa de su novio– había aceptado esos términos pero no pensó que el hombre que hacía tres días entro en la habitación con un traje elegante tuviese ese tipo de gustos y mucho menos los que demostró durante todo el tiempo que tenían inmersos en ese lugar.  Miro hacia la comida compuesta alimentos no tan propios de Japón, no le agradaba la idea sobre todo porque acababa de bañarse y ahora el de cabellos castaños le decía que iba enserio lo de servirle como mesa y platos para el almuerzo.

–     Preferiría tener que darle de comer en la boca –gruño el peli azul.

–     Esa sería una grandiosa idea pero tendremos que dejarlo para otro día –concedió Zen sin perder su sonrisa–. Vamos es hora de que cumplas con tu parte del trato sino no querrás que tu noviecito no salga bien librado de esta –amenazo el castaño al observar que el otro no estaba dispuesto a complacerlo tan fácilmente.

–     Usted siempre tan amable señor Kirishima –gruño Yokozawa para después suspirar y encaminarse al centro de la sala.

Ya en esta se recostó y muy a su pesar tuvo que quitarse la bata para que no se manchara y poder usarla después, Zen de inmediato lo siguió disfrutando de verlo exponer su piel ante él como si no fuese consiente que con este único acto lo ponía realmente caliente.

Con el oji azul acostado sobre la alfombra del lugar el otro no perdió más tiempo y fue por los platillos para tenerlos cerca y formar su mesa, aunque se tomó un momento en el cual inspecciono el cuerpo blanquecino –que mostraba ya varias marcas de besos, mordidas y de sus dedos– ante él para poder administrar bien toda la comida que había pedido.

Yokozawa cerró sus ojos cuando sintió aceite comestible llenar su ombligo y sobre este poner el primer trozo de melón, siguió hacia arriba intercalando entre kiwi, melón y fresa trozos, sin olvidar el aceite comestible. Para cuando llego a las tetillas  las embarro primero con aceite para después colocar dos pedazos de fresas, en las clavículas puso unos pequeños panqueques –que había pedido tuvieran forma de corazón de tamaño pequeño– en los que vertió un poco de miel combinados con frambuesas pequeñas y miel.

Desde el ombligo hacia abajo del cuerpo del peli azul decidió trazar un camino con yogurt en el cual puso un poco de avena hasta llegar al nacimiento de los vellos, en las largas piernas coloco más de aquellos pequeños panqueques junto con un poco de mermelada de frutos rojos mientras que el miembro del más bajo fue sumergido en el yogurt para después ser espolvoreado con granola mientras que los testículos fueron remojados en mermelada.

–     Bien creo que con esto está bien –dijo Zen admirando al más joven–, por ahora ¿Por dónde comenzare?

–     ¡Solo… sólo comienza ya! –exclamo nervioso el peli azul.

–     ¿Estas impaciente? –cuestiono el otro sonriendo de lado.

–     Como si fuera a ser posible –gruño el menor.

–     ¡Que lastima! –se lamentó Kirishima– ¡Porque yo estoy muy emocionado!

Sin pronunciar nada más se dispuso a disfrutar de aquel banquete que se le ofrecía ante él, primero decidió ir por lo que había puesto a lo largo de las piernas de Yokozawa –haciendo que este sintiese erizar su piel–. Uno a uno fue comiendo lo que encontraba en su camino, lamiendo también la suave piel del peli azul. Kirishima se tomó su tiempo para degustar la comida en las piernas de su amante, le gustaba ver como poco a poco comenzaba a dejarse llevar por la pasión y el placer que solo él le podía provocar.  

Después se dirigió hacia la parte superior con su boca tomaba los pedazos de fruta mientras con su lengua se encargaba de lamer el aceite y el jugo que dejo la fruta además no perdía la oportunidad de dejar más marcas–solo para que cuando el novio de este viese su cuerpo supiera que ahora le pertenecía a él y que no debía tocarlo nunca más–  en el cuerpo del oji azul.

Cuando por fin llego hasta las tetillas se lamio los labios degustándose con la vista mientras acercaba su boca hasta la fresa del lado izquierdo pero se detuvo justo cuando la iba a tomar al percibir como el que se encontraba debajo de él temblaba por lo cual subió hasta el rostro del peli azul quien al sentir su respiración en su rostro abrió sus ojos dirigiéndolos hacia los del castaño.

–     ¿Su… sucede algo? –cuestiono Takafumi.

–     Solamente  quería ver tu hermoso rostro –respondió el oji miel sonriendo de lado– pero ya no puedo seguir esperando hasta terminar mi almuerzo.

Sin previo aviso comenzó a devorar los labios que estaban frente a él sin importarle nada más que fundirse en un beso cargado de pasión, Yokozawa se sorprendió por sentir como el mayor parecía querer devorarlo haciendo que primero no pudiese contestar aquel ósculo pero poco a poco empezó a seguirle al ritmo al castaño. Duraron varios minutos robándose el aire entre ellos mientras que el mayor paseo sus manos por los costados del cuerpo de Takafumi hasta que fue necesario el aire por lo cual Kirishima trazo un camino desde su barbilla hasta sus clavículas donde comió lo que había dejado en estas para después pasar hasta los pezones del oji azul.

Donde comprobó que las fresas no se habían quedado en su lugar cuando recorrió con sus manos el cuerpo del otro, le dio lastima pero realmente lo que quería era comer aquellos montículos de carne que se erguían ya pidiéndole atención, con una sonrisa lujuriosa tomo el que se encontraba a su derecha.

–     ¡AH! –gimió Takafumi pues sus tetillas estaban irritadas– ¡Due… duele!

–     Lo se mi hermoso pajarillo pero realmente no puedo dejarlas pasar –dijo Zen pasando su lengua una y otra vez–, son tan grandiosas que quisiera estar pegadas a ellas siempre.

–     ¡No… NO digas cosas tan vergonzosas! –exclamo el peli azul sonrojándose más de lo que se encontraba ya.

–     Lo siento mi pajarillo azul pero me gusta ver todas tus expresiones –se disculpó sonriendo para después volver a concentrarse en las tetillas del menor.

Yokozawa mordía sus labios evitando que los gemidos salieran por estos pero sentir como esos otros labios se desvivían por succionar y lamer sus pezones además apreciar como el miembro erecto del castaño se rosaba con el suyo hacia que se sintiera más caliente.

Por su parte Kirishima parecía estar enganchado en aquellos montículos que hacían que su acompañante gimiera –aunque no sabía si era de dolor o placer–  cada vez más alto y con más frecuencia pero quería llegar por fin a su premio por lo cual muy a su pesar se despegó del otro cuerpo. Se dispuso a bajar hasta quedar a la altura del miembro ya erecto del peli azul pero una idea surco su cabeza por lo tanto tomo un poco del yogurt y lo esparció por todo su pene para después dejarlo al alcance de Yokozawa mientras él comenzaba a lamer despacio el del más joven.   

–     Procura no tirar nada de lo que te dé –hablo Kirishima viendo al otro, por el espacio que quedaba entre ambos cuerpos, que aún no atendía su miembro para después regresar a  su tarea.

–     Mnghn… ah… –gimió Yokozawa momento en que aprovecho el castaño para adentrar su pene en la boca del menor.

Para Zen no había nada que igualase el sabor del miembro del peli azul combinado con el yogurt y la mermelada, con su lengua bajaba y subía por el tronco de este siguiendo su camino por los testículos cubiertos de mermelada hasta llegar a la entrada dando leves lengüetazos sintiendo el temblor del cuerpo bajo de él. Después regreso al miembro erecto para engullirlo por completo y succionarlo mientras con una mano masajeaba los testículos y la otra se encargaba de insertar un dedo medio para preparar la entrada que en pocos minutos deseaba profanar.

Por su parte Yokozawa sentía todas aquellas caricias que hacían que su cabeza no pudiese pensar claramente y aquel órgano erecto dentro de su boca no lo ayudaba pues primero había sido el castaño quien lo introdujera y sacase una y otra vez pero solamente había durado algunos momentos pues pronto fue el quien se encargaba de succionar el miembro entre ratos lo sacaba para pasar a encargarse de los testículos y en otros paseaba su lengua por el glande del pene.

Siguieron encargándose de darle placer al otro durante varios minutos hasta que finalmente el mayor sintió como las paredes –que tocaba con tres de sus dedos– se contraían mientras que el miembro dentro de su boca comenzó a llenarlo de semen.

–     ¡AH… Kirishima… mngnh…! –gimió el peli azul sacando de su boca el pene del otro,

El mencionado comenzó a succionar y tragar la mayoría del líquido blanquecino cuando sintió que dejaba de salir saco el miembro más flácido ahora y se acercó a la entrada para dejar caer un poco del semen esparciéndolo con sus dedos.

–     No hay duda que todo lo que viene de ti es delicioso mi pajarillo –dijo el castaño mientras seguía trabajando la entrada de su pareja–, pero es hora de que te coma por completo.

Sin más que decir alejo su cuerpo del peli azul para posteriormente acomodarse entre sus piernas y posicionarlas en sus hombros mientras su miembro rozaba la entrada del más joven. Empujo lentamente, no porque se le dificultase sino porque deseaba hacerlo lentamente, adentrando la cabeza de su miembro para después sacarlo y volver a entrar un poco más hondo y así siguió sumergiéndose más cada vez que entraba en aquel pasadizo.

–     AH… A pesar de que te tome tantas veces como pude estos últimos días –hablo Kirishima sin dejar de entrar y salir del oji azul– sigues estando tan estrecho.

–     AH… Mnghn… ah… –jadeo Takafumi sintiendo como aquel miembro lo llenaba de apoco para después vaciarlo haciendo que desease que el mayor se hundiese de una vez en su interior en lugar de estar jugando con él.

–     ¿Quieres que te de duro? –cuestiono Kirishima deteniéndose cuando solamente quedo la cabeza de su pene en el interior del peli azul– Dime, sino no me moveré.

–     Nghn… –jadeo el menor–… Nno…

–     ¿No quieres? –cuestiono un poco desilusionado el mayor– Bueno en realidad quería hacer que me desearas tanto como yo a ti pero parece que eso será imposible.

Y tras terminar de decir esto estoco fuertemente al de cabellos azules haciendo que este gimiera al sentir la tan abrupta entrada del castaño, quien sin ya mucho control se dedicó a estocar fuertemente al más joven.  Siguió embistiendo en momentos de manera rápida mientras que en otros los hacia más lentos pero profundos sobre todo cuando sentía como las paredes internas de Yokozawa apretaban su miembro, miraba los ojos azules que se encontraban cada vez más perdidos en la lujuria y la pasión que desbordaba el castaño.

Takafumi sentía como su interior era estocado con mucha pasión pero también podía ver en los ojos de su amante una pisca de desilusión –algo que hizo que su corazón latiese dolorosamente– que le hizo recordar que este deseaba que le dijera que también quería estar de ese modo con él por lo que decidió estirar sus manos hasta el rostro del castaño haciendo que se acercase más hacia él.

–     Nnghn… más… Kirishima… más… –gimió haciéndole conocedor al mayor cuanto le gustaba aquello.

–     Yoko… –comenzó a decir el castaño pero fue interrumpido por un beso del más bajo sorprendiéndolo por la espontaneidad de aquel ósculo.

–     Nno tan fuerte… aun me duele… ah… –jadeo cuando termino el beso.

Kirishima sonrió de manera dulce pues aquella acción revivió su corazón, por lo cual decidió cambiar de posición bajando las piernas del peli azul y saliendo del interior de este lo hizo levantarse para ambos dirigirse hasta el sofá donde se sentó.

–     Si lo hacemos así tu controlaras la fuerza de mis embestidas –explico el mayor haciendo que el peli azul se sentase sobre él–. Vamos quiero estar de nuevo dentro de ti.

Con toda la vergüenza del mundo Yokozawa guio el miembro de Kirishima hasta su entrada y se penetro con calma, cuando lo sintió todo en su interior comenzó a moverse lentamente mientras que el castaño se dispuso a besar sus labios de manera tranquila y no lujuriosa siguiendo el ritmo que estaba imponiendo el doncel pero transmitiendo todas sus emociones –cosa que hacia dudar al peli azul– por el menor.

Siguieron en aquel intercambio de besos mientras que unían sus cuerpos de manera tranquila sin ningún tipo de prisa en cuanto que Yokozawa subía y bajaba por el miembro del castaño mientras que este paseaba sus manos por el cuerpo del más joven.

Pasaron varios minutos en aquella posición hasta que Kirishima  necesito ir más rápido por lo cual se levantó del sofá llevándose consigo al peli azul que se aferró con sus piernas a su cintura y llevarlo consigo hasta la cama –que estaba con las sabanas desarregladas– al llegar depósito al otro en esta para después tomar sus caderas y retomar las embestidas pero ahora más rápidas y profundas.

–     ¡Ah… ah… mnhng! –gimió Takafumi mientras sentía como su amante daba en su punto de mayor placer además de que apreciaba la lengua de este pasearse por su pecho.

–     Mngh… tan bueno… eres el mejor… ah… –jadeaba mientras se enterraba cada vez más en el otro queriendo llegar aún más adentro salió del cálido interior para después acercarse al oído del peli azul que gimió inconforme con la acción– Ponte de cuatro Takafumi.

El menor aun con su rostro más sonrojado de lo que estaba anteriormente se dispuso a hacerle caso por lo cual pronto se vio mirando hacia la cabecera de la cama y pronto sintió como el miembro de Kirishima se rozaba en su entrada para después entrar en él y comenzar a embestirlo fuertemente sosteniendo con sus manos las caderas del más joven. Zen paseaba nuevamente su lengua por el cuerpo del peli azul desde su oreja hasta bajar y entretenerse en el cuello en tanto que seguía embistiendo el cuerpo bajo de él, causando que este tratara de evitar gemir ante las caricias que le brindaba el mayor.

Los dos siguieron llenando la habitación de gemidos muestra de que realmente disfrutaban de lo que se encontraban haciendo en la habitación, sin preocuparse por que el momento en que tuviesen que salir de esta. Así sin que Yokozawa se diera cuenta debido en parte al constante acoso sexual del que era víctima por parte del mayor y por algunas siestas que tomaba entre cada uno de los actos sexuales a los que era obligado –o al menos eso se decía pues de lo contrario sentía que traicionaba a su novio– a realizar con el castaño ya pasaban más de la mitad de la semana, que se iba con prisa.

El peli azul no supo en qué momento se había perdido en la lujuria y la pasión que desbordaba Kirishima ni mucho menos supo cuando cayeron rendidos nuevamente en la cama hasta entrada la tarde que despertó solo en la gran cama lo cual lo hizo sentir extrañamente triste, con cuidado se levantó de esta y camino con dificultad a la cocina para prepararse algo pues no había comido nada durante la mañana.

En el microondas encontró una nota que decía <<Aquí hay un poco de comida para que no tengas que hacer nada>> sin más miro dentro encontrándose con una comida tradicional japonesa sin pensárselo mucho lo calentó para después irse a sentar a la barra de la cocina, aunque esto represento una desagradable situación pues sentía mucho dolor en su parte baja.

Cuando termino de comer lavo todo lo que había ocupado y se dispuso a ir hasta el sofá frente a la televisión de plasma del lugar para entretenerse un poco pero poco a poco el pensamiento de encontrarse solo en aquel lugar y no tener la presencia molesta de Kirishima iba calando hondo en su corazón y su mente –aunque quisiese negarlo–  además de que comenzaba a sentirse extraño por lo cual después de dejar salir un suspiro se levantó de su asiento y se dispuso a buscar al varón.

Camino hasta que encontró una nueva puerta que no iba al dormitorio ni al comedor y recordó que Kirishima le había dicho que era una pequeña oficina donde podría trabajar sin molestarlo, un poco dudoso sobre si se encontraba el castaño dentro pero sobre todo si no se molestaría el otro en caso de encontrarse dentro de aquel cuarto además una pregunta llego a su mente << ¿Qué demonios hacia él buscando al idiota que no paraba de hacerlo perder su orgullo? ¿Por qué de repente el no encontrarlo absorbiendo toda su atención le molestaba?>> sacudió todas sus preguntas de su cabeza asegurándose que únicamente lo hacía por mera curiosidad humana y él era humano.

Al abrir la puerta una parte de su ser se sintió aliviada mientras que la otra comenzaba a arrepentirse por estar buscando a Kirishima –que solamente vestía bóxer negros– pues en todo su esplendor estaba el castaño sentado en una silla tras un escritorio mediano, cuando escucho la puerta abrirse había girado su rostro hasta el lugar en cuestión encontrándose con su querido pajarillo  solamente envuelto una bata que dejaba al descubierto sus largas piernas.

–     ¿Estas ocupado? –cuestiono en voz baja pues el otro se encontraba con el teléfono pegado a su oreja.

–     Para ti nunca mi pajarillo –respondió tapando el auricular con su mano–. Ven, siéntate conmigo.

–     Nn… no si quieres vuelvo después –dijo un tanto nervioso el peli azul pues sabía que se refería a sentarse sobre él y sabía que eso podía terminar en un dolor más a su parte baja.

–     No, no, mi pajarillo te extraño mucho –hablo el otro haciendo un puchero y fingiendo una mirada triste como si no se hubieran visto por meses–. Tu dijiste que harías todo lo que yo…

–     ¡Ya, ya voy! –exclamo molesto el más joven– No tiene que comportarse tan infantil siempre ni recordarme a cada…

–     Es que si no lo hago tu no me haces caso –interrumpió el mayor sonriendo de lado– ¡Vamos ven te quiero sentir cerca mío te extrañado mucho!

Suspirando y con un tenue sonrojo se acercó a donde estaba el castaño para después ser tomado de la cintura obligándolo a sentarse en las piernas del otro mientras en su mente su voz interna se dejaba oír <<Y para esto lo buscaba, mejor era quedarme en la sala que estar aquí siguiéndole sus juegos>> y aunque sabía tenía razón una parte de su ser se sentía mejor al estar con el castaño.

–     No se preocupe el cargamento estará listo en dos días más –siguió hablando el castaño mientras dejaba que una de sus manos vagara por la espalda del doncel haciendo que un calor extraño pero conocido se instalase en el cuerpo de este.

Pasaron varios minutos en que Yokozawa se limitaba en mantenerse callado mientras sentía aquella mano querer internarse al interior de su bata pero al no tener éxito se limitó a dejarla en el muslo del peli azul haciendo círculos en esta con sus dedos, de pronto el mayor dio por terminada la llamada.

–     Bien con todo solucionado ahora –hablo el mayor paseando más animadamente sus manos por el cuerpo del peli azul y estaba a punto de soltar el lazo que mantenía protegido el cuerpo de su amado cuando el teléfono volvió a sonar–. Ahora ¿Quién está molestando? –cuestiono un tanto fastidiado por no poder disfrutar de su amante.

–     ¿No vas a contestar? –cuestiono el doncel sintiéndose más acalorado– Puede ser importante.

–     No que llame otro día –dijo Kirishima enfocándose en el menor pero el teléfono no dejaba de sonar por lo cual aún contra sus planes lo tomo–. Quien quiera que sea más vale que sea importante de lo contrario lo lamentaras mucho –amenazo nada más tener el auricular pegado a su oreja, Yokozawa no supo quién era la pobre alma que había molestado al castaño pero de lo que estaba seguro era de no querer estar en su lugar pues la fría mirada que ahora poseía Kirishima era digna de cualquier villano de película, aun así poso su mano libre en la cintura del peli azul afirmando su agarre, y dejando que en aquel lugar surgiera un nuevo calor,  como si quisiera evitar que se alejara aunque el otro no había hecho ningún amague de irse y si lo había pensado con aquella acción se había dado por vencido antes de intentarlo–. Lo espero en la suite presidencial del hotel Paradaise dentro de una hora.

–     ¿Va a venir alguien? –cuestiono Yokozawa confundido pues en lo que llevaban encerrados nunca nadie los había interrumpido.

–     Lamentablemente si –dijo suspirando tristemente regresando a su actitud infantil que tenía siempre cerca de él– pero no te preocupes que aun así tú y yo nos vamos a divertir –termino de decir mostrando una sonrisa lujuriosa y parándose de su asiento, y llevándose a Yokozawa con él, volteo al peli azul hasta quedar frente a frente– ¿Ya comiste?

–     Si –respondió el doncel que cada vez se encontraba más pegado al cuerpo del mayor.

–     Bien, ya debes tener las energías recargadas –hablo Kirishima levantando levemente al peli azul sentándolo sobre el escritorio y abriendo las piernas de este para poder ponerse entre estas– porque yo estoy muy deseoso de estar dentro de ti además de que le puse un ingrediente especial para que sigas disfrutando esto –termino de hablar para de inmediato besar ávidamente los delgados labios del doncel en un beso lleno de pasión mientras que las manos del castaño se encargaban de desatar la bata.

Yokozawa sentía como su cuerpo comenzaba a reaccionar demasiado rápido a las caricias que las manos de Kirishima le daban, y aunque no quisiera aceptarlo disfrutaba de aquellas muestras de que realmente podía producir deseo pues con su novio pensaba que no era así pues a veces pasaban semanas en las que no lo tocaba.

–     ¡Ah… mngh… ah…! –gimió Yokozawa al sentir como su miembro semi erecto, ya, era masajeado por el mayor mientras su boca seguía robando su aliento– ¿Qué… ah… era…ah…?

–     Un afrodisiaco potente que por lo visto ya está haciendo efectos –respondió el otro separando sus labios solamente unos centímetros pero manteniendo ocupada su mano.

–     AH…. mnghn… ah… mnhng… argh…–gimió Yokozawa sentir su cuerpo demasiado caliente y como su miembro se encontraba pulsando ya pidiendo más atención del varón al igual que el resto de su cuerpo– ¡Ah… mhngn…ahrg…ah… más…!

Pronto Kirishima guio sus labios hacia el cuello donde se entretuvo unos momentos para después guiarlos hasta sus pezones donde no se entretuvo mucho pues quería probar otra parte de Yokozawa, con su lengua delineo un camino hasta el ombligo del peli azul  haciendo que tuviera que sentarse en la silla que antes utilizaba. Con sus manos atrajo un poco más hacia la orilla al doncel mientras que su lengua comenzaba a dar lengüetazos por todo el tronco del miembro erecto del otro sacándole a esté más gemidos.

–     ¡Ah… ah… mnghn… Kiri… ha… Kirishima! –jadeo Yokozawa sintiendo como el otro succionaba la cabeza de su miembro mientras el resto era masajeado por la mano del castaño.

El varón llevo su otra mano hasta los labios del doncel delineando los haciendo que Yokozawa abriera su boca permitiéndole al castaño adentrar dos de sus dedos, lamiéndolos mientras estos simulaban embestidas. Yokozawa sentía que nuevamente se perdía en las caricias que le brindaba Kirishima, pronto las zonas en que el mayor llegaba a tocar o había tocado ya se calentaban causando una corriente eléctrica que vagaba por todo su cuerpo haciendo que a cada momento desease más que por fin el otro lo tomase por completo y por ende sus caderas habían comenzado a moverse pidiendo más contacto.

–     Ah… más… Kiri… más…ah… Kirishima… –gimió Takafumi llevando sus manos hasta los cabellos del castaño revolviéndolos dejándose llevar por los efectos del afrodisiaco.

–     ¿Qué quieres? ¿Qué quieres que te haga? –cuestiono Zen mirando con lujuria al más joven.

–     Ah… haz… hazme… tuyo… –respondió jadeante el doncel terminando de recostar su espalda en el escritorio–… quiero… sentirte dentro de mí.

A Kirishima se le iluminaron los ojos al escuchar aquellas palabras pues no pensó que realmente un día el doncel le diría esas palabras pues siempre lo tenía que amenazar pero ese día lo había hecho por su propia voluntad, estaba tan emocionado que no se lo pensó mucho y guio los dedos –que antes el peli azul había estado llenando de saliva– hacia la entrada de Takafumi masajeándola para introducirlos y comenzar a simular embestidas con estos.

–     Ah… así… más… ah… –gimió el doncel cada vez que sentía como los dedos largos del castaño entraban y salían de su interior mientras su miembro aún era atendido por la boca de este.

Estuvieron varios segundos más así hasta que el más joven sintió que no podría seguir aguantando todas aquellas sensaciones que solamente Kirishima había podido hacerle sentir, Yokozawa se mordía los labios sintiendo que cada vez estaba más cerca de terminar pero no quería que hacerlo pues era muy vergonzoso que el varón se tomase su semen.

–     ¡Ah… Kirishima… ya no… ah… mnghn… voy a… ah..! –dijo jadeando mientras con sus manos intentaba quitar la cabeza de Zen de entre sus piernas pero este parecía estar firmemente tomado de su miembro.

Más todo esto fue en vano pues la lengua experta del otro logro hacer que Yokozawa terminase en la boca del castaño, quien se tragó todo lo que el menor le estaba dando a pesar de que este aun trataba –con la poca fuerza que le quedaba– de quitarlo de esa zona.

–     Mm… eres delicioso –hablo Kirishima lamiendo sus labios quitando el resto del semen que había quedado y parándose de su asiento para posteriormente inclinar su cuerpo hacia el del otro.

–     I… Idiota… no deberías comerlo –dijo el peli azul sonrojado mientras trataba de recuperar el aire.

–     Pero yo quiero probar todo lo que venga de ti –hablo haciendo un puchero como niño regañado–. Además a mí me gusta todo lo que tenga que ver contigo.

–     No… No digas cosas de esas –expreso aún más sonrojado el doncel desviando la mirada de la de Kirishima–. Además… yo aún… estoy esperando…

–     ¡Oh mi pajarillo azul! –hablo el mayor visiblemente emocionado por las palabras de su amante y tomando su rostro para que lo viera a los ojos– No te preocupes enseguida estaremos unidos –continuo diciendo volviendo a embestir con sus dedos el interior del doncel–, ¿aquí ya me espera con ansias? –cuestiono sacando los dedos y rozando con uno la entrada sintiendo como el otro se estremecía con aquel contacto.

–     De… deja de jugar –respondió el oji azul desviando la mirada de la del castaño.

–     Te amo –declaro Kirishima sorprendiendo al doncel que se sonrojo mucho más de lo que estaba.

El varón no espero a que Yokozawa saliera de su sorpresa por su inesperada declaración –rápidamente bajo su bóxer dejando al descubierto su miembro erecto– y se introdujo de un solo golpe al interior del más joven, que arqueo la espalda al sentir tal intromisión, haciéndolo regresar a la realidad. Las embestidas no se hicieron esperar pues Kirishima sabía que tenía poco tiempo para jugar con su amado.

Yokozawa sentía los labios del varón recorrer desde su cuello hasta su hombro derecho mientras su cuerpo era embestido por el pene del más alto, pero aquello aunque quería disfrutarlo no podía pues las últimas palabras que le había dicho el otro aún se encontraban en su cabeza más pronto dejo de pensar en eso pues las manos de Kirishima recorrían sus cuerpo una y otra vez sin dejar su tarea de estocar con fuerza su cuerpo.

–     ¡Ah… Kirishima… Ah… Mnhgn…! –jadeo entre besos que eran robados por Zen– ¡Ah… ah… ahí… más…! –gimió Yokozawa cuando el mayor dio en su punto de mayor placer haciéndolo olvidar cualquier cosa que no fuera el  miembro erecto de Kirishima embistiendo una y otra vez en su entrada.

–     Ah… tan estrecho… tan caliente… ah… –jadeo Kirishima estocando firmemente y profundamente al doncel, pronto llevo sus manos hasta las del más joven enlazándolas–… tan bueno…ah…

Por unos momentos Yokozawa dudo en estrechar las manos del castaño pero pronto dejo sus dudas atrás y correspondió apretando el agarre mientras que enredaba sus piernas en la cintura Kirishima haciendo que este se enterrase aún mucho más profundo en su interior.

Zen se desvivía en seguir disfrutando de aquel momento, le gustaba sentir el cuerpo del más joven desnudo junto a él así como cada vez sentía que se podía volver adicto a mantenerse en el interior de su amante, unidos en cuerpo y alma s que el otro enlazara sus manos con las suyas era mucho más de lo que había esperado. No quería dejarlo ir pero sabía que no podría retenerlo a la fuerza por eso no desperdiciaría ninguna oportunidad para apoderarse del cuerpo de Yokozawa hasta lograr que este solamente pudiese estar con él.

Pronto se cansó de aquella posición por lo cual tomo al doncel levantándolo para después dejarse caer en la silla, llevo sus manos hasta los glúteos y se dispuso a masajearlos instando a Yokozawa a ser quien se penetrara mientras que con su boca se encargaba de atender las tetillas de este haciendo que gimiera aún más. Siguieron así por varios minutos en los cuales Kirishima permitía que el doncel controlase la velocidad de las estocadas mientras él se entretenía con pasar su lengua y sus manos por todo el cuerpo del peli azul.

–     Ah… más… Kiri…Kirishima… más rápido… –jadeo Yokozawa cuando sintió la necesidad de sentir con más fuerza al otro.

El mencionado no se hizo de rogar mucho pero primero levanto al doncel de su asiento haciendo que gimiera y frunciera el ceño inconforme por sentirse vacío, cosa que saco una risita al castaño, lo volteo y recargo nuevamente contra el escritorio y sin más volvió a entrar en Yokozawa comenzando un vaivén de afuera hacia adentro mientras su lengua se paseaba por su espalda alta.

Estuvieron varios minutos en aquella posición Yokozawa sentía como su cuerpo era aplastado por el otro pero no le importaba nada que no fuera todo el placer que despertaba en él el ser tomado por Kirishima, sintió unas inmensas ganas de sentir sus labios atacados por los expertos del castaño por lo cual volteo su rostro.

–     Kirishima –llamo Takafumi haciendo que la mirada del otro lo buscase.

El mencionado entendió el mensaje sin ninguna necesidad de que el oji azul pronunciase otra cosa más que su nombre y eso le encantaba al varón, quien de inmediato llevo su boca a poseer en un beso demandante y desbordante la del más joven, las embestidas siguieron en momentos más rápidas y en otros mucho más lentas pero en ningún momento dejo de recorrer con sus manos el cuerpo del otro.

Zen comenzó a sentir como el menor comenzaba a apretar sus paredes haciéndole conocedor de estaba a punto de terminar por lo cual guio su mano al miembro del peli azul y lo apretó mientras con un dedo hacia presión para evitar que su semen saliera asimismo aumento el ritmo de las embestidas ya que quería que ambos terminasen juntos –aunque se había ganado un gruñido por parte del otro–, pasaron varios minutos más y sintió que estada vez más cerca de su clímax.

Volteo nuevamente al otro para quedar cara a cara, levantando una de las piernas del doncel enredándola en su cintura y se introducía nuevamente en él, y apoderarse de sus labios nuevamente mientras seguía embistiendo el cuerpo de Yokozawa cada vez más rápido y profundo sintiendo como el doncel encajaba sus uñas en su espalda –y aunque le dolía no dejaba de disfrutarlo pues sentir aferrado al otro a su cuerpo lo llenaba de felicidad–  siguiendo el ritmo que le imponía él.

–     ¡Ah… Kirishima… ah… más… más dentro… ah…! –gimió Yokozawa al oído del varón.

Para Kirishima los gemidos del otro habían logrando únicamente que se emocionase más, respirase pesado en el cuello del peli azul en tanto que detenía las estocadas haciéndolas más lentas pero dándole la profundidad necesaria para que su amante no se quejara además así podría mantenerse más tiempo unido de aquella forma al doncel. Varios minutos más y supo que ya no podría seguir por mucho más tiempo, beso nuevamente aquellos labios adictivos del más joven sin dejar de embestir en el interior caliente de este mientras que con su mano lo frotaba de abajo hacia arriba el miembro del doncel.

–     Te voy a… llenar tanto de mi… ah… semen que… ah… me darás un hijo… como… me lo pediste ah… –jadeo Zen terminando en el interior del peli azul al mismo tiempo que este dejaba brotar su semen manchando ambos abdómenes  mientras mordía el cuello del castaño– ¡Auch! Eso dolió pero me gusta que ya estés completamente desinhibido Takafumi –hablo el varón saliendo lentamente del interior del nombrado.

–     Tú tienes… la culpa por decir… todas esas idioteces –respondió Yokozawa recuperando poco a poco el aire y bajando sus piernas de la cintura del otro.

–     Mi hermoso pajarillo –dijo Zen tomando de la cintura al oji azul para sentarse nuevamente en la silla y nuevamente el otro, cansado por toda la actividad, se colocó en sus piernas– en unos momentos más vendrá una persona que no puede esperar a que se termine esta semana que tenía libre para estar solamente pendiente de ti –explico el varón pasando su mano por las blancas piernas del doncel–. Cuando esa persona esté aquí no quiero que salgas del cuarto.

–     ¿Por qué? –cuestiono el otro curioso recuperando un poco de sus fuerzas– ¿Qué acaso te da vergüenza que otros sepan que no eres capaz de conseguir a alguien por ti mismo? –dijo robando un poco del sarcasmo con el que le hablaba el varón algunas veces.

–     Claro que no mi pajarillo azul –rio el castaño– para empezar yo puedo conseguirme a cualquiera para estar en mi cama –justo cuando terminaba de decir esto el doncel hizo el amague de bajarse de sus piernas más Kirishima lo abrazo deteniéndolo para después seguir hablando– pero no te preocupes que solamente te quiero a ti en mi cama mi pajarillo y por eso no quiero que nadie te vea para que no quiera llevarte de mi lado.

–     No es como si alguien realmente se pudiera sentir atraído por mí –dijo el otro girando su rostro hacia el escritorio.

–     Eso no es verdad, tú tienes un cuerpo que a cualquiera excitaría, unas piernas largar y duras, tu entrada y tu interior son tan cálidos y únicos que por mí estaría siempre ahí metido –hablo Kirishima sonriendo–, además de que cocinas delicioso y estoy seguro de que serás una excelente “madre” de mis hijos.

–     Deje de tomarme el pelo, sé que si me tiene aquí es porque no sabía cómo era el doncel que se ganó en un juego de poker –dijo Yokozawa seriamente– No cree que está llevando eso de los hijos muy lejos.

–     No, no lo he llevado lejos –se expresó el oji miel reforzando el abrazo–. Yo sé que muy pronto tu cargaras con mis hijos y los mimaras así como lo haces hoy conmigo –siguió diciendo mientras una de sus manos masajeaba el vientre plano de Takafumi.

Yokozawa se sorprendió e incómodo por este comentario tanto que se removió e intento separarse del más alto y aunque le costó un poco lo logro hacerlo.

–     Yo creo que mejor me voy antes de que llegue su visita –dijo para sin darle oportunidad al castaño salir rápidamente de despacho.

Kirishima se sonrió ante la reacción –a su parecer– tan linda que le había mostrado el doncel, al verlo desaparecer tras la puerta opto por colocarse mejor su bóxer para posteriormente seguir a Yokozawa pues sabía que lo que había dicho el otro era verdad.

El resto de ese día Zen –después de haber tenido una visita indeseable y de haber sido apartado de su pareja por mucho tiempo– se dedicó a tratar de regresarle el ánimo que durante la tarde había tenido su doncel, cosa que había sido muy difícil pues Yokozawa se mostraba más gruñón de lo habitual y no lo había dejado tocarlo nuevamente durante la noche e incluso cuando trato de aprovecharse del trato que tenían el peli azul simplemente se había encerrado en el baño sin importarle nada.

Para Kirishima le había costado mucho el que el doncel compartiera su cama nuevamente y mucho más el que lo dejara estar con él, mientras que para Yokozawa las cosas no estaban para nada bien pues al dejarse llevar por la pasión del varón había olvidado su condición como doncel y que el mayor no se había protegido en ningún momento por lo cual las palabras de Kirishima acerca de los hijos se pasaban una y otra vez en su cabeza haciendo que se sintiera cada vez más nervioso al punto que tuvo que prepararse un té para poder tranquilizarse.

Además de que había tenido que aguantar las actitudes infantiles y acosadoras que tenía Zen para con él e incluso había tenido que soportar que este se comportara –a su parecer– muy meloso intentándolo abrazar mientras le repetía que él era el doncel que quería a su lado y que no lo dejaría irse nunca, y solamente logro que acabara de hacer y decir todas aquellas cosas aceptando dormir con él en la cama con la condición de que no habría nada de sexo a lo que Kirishima había aceptado con tal de poder estrellar en sus brazos al doncel.

Por lo cual esa noche habían descansado de las sesiones sexuales y en la cama solamente se encontraban los cuerpos de ambos durmiendo uno rodeado de unos brazos que lo hacían sentir querido y seguro y otro abrazando a la persona que había robado su corazón desde el momento en que se encontró con está sin intenciones de dejarla irse de su lado.

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Despertaba de su última siesta, y tras las cortinas pudo ver que ya estaba anocheciendo lo que significaba que la tortura –aunque en realidad ahora no sabía si realmente lo había sido pues no podía negar que todo lo que había hecho en compañía de Kirishima al final lo había disfrutado– sexual a la que estaba siendo sometido estaba por terminar más esto no le hacía feliz del todo lo que le causaba una contradicción pues por una parte deseaba quedarse ya que Kirishima lo había tratado como nadie nunca lo había hecho mientras la otra le decía que el mayor simplemente estaba cobrando lo que se había ganado en una apuesta.

–     Mi hermoso pajarillo azul –hablo Kirishima, sosteniendo entre sus brazos al más joven quien dirigió su mirada aun adormilada hacia él, vestía ya unos pantalones de color caqui mientras su pecho seguía descubierto–, quédate conmigo y tendrás todo lo que has soñado.

–     Io… Iokawa… él es… –trataba de decir, y recordarse a quien debía su fidelidad, el oji azul recuperando el aire que se le había ido ante tal declaración del oji miel.

–     Él es un idiota que no lo pensó dos veces y te aposto sin importarle que pudieras caer en manos de cualquier hombre –hablo el castaño–, has tenido suerte en que yo estuviera en esa partida de lo contrario hubieses tenido que estar con alguno de esos viejos gordos llenos de pelos.

–     …Supongo que en eso tienes razón… –dijo despacio Takafumi confundiéndose cada vez más–… pero aun así yo... ¿lo quiero?…

–     Lo quieres pero no lo amas –expreso Zen seguro– y él ni siquiera te quiere pues te aposto como si de un objeto te trataras en cambio yo si te amo.

–     ¡Cómo puedes decir eso si apenas nos conocemos! ¡Además tú no eres diferente! ¡Si de verdad me amaras como dices no me hubieses obligado a esto! –exclamo molesto Takafumi levantándose de la cama y por ende separarse del abrazo del castaño sin importarle su desnudes– ¡Al final son iguales solo me ven como un objeto! ¡Uno para pagar dinero! ¡Y tú para saciar tus deseos sexuales!

–     ¡Espera! –se apresuró a decir Zen reteniendo a Yokozawa por una de sus manos– Es verdad, sacie mis instintos sexuales en ti pero eso es porque desde que te vi solamente pensé en hacerte mío y hacer que entendieras que ese idiota que llamas novio no es ni la mitad comparado conmigo –siguió diciendo–. Pero si te hice todo esto es porque no me he podido contenerme cuando te vi tan dispuesto, pero yo te amo desde que te vi por primera vez.

–     Pero si esta es la primera vez que nos vemos –hablo Takafumi un poco confundido pero sin poder evitar que un sonrojo se instalara en sus mejillas.

–     Te equivocas –dijo el mayor atrayendo al menor a su cuerpo reteniéndolo con una de sus manos rodeando su cintura–, esta no es la primera vez que nos vemos. Hace dos meses conociste a una niña castaña que estaba perdida y tú la llevaste a las oficinas de su padre.

–     ¿Eh? ¿Tú estás hablando de Hiyori? –cuestiono el peli azul asombrado.

–     Si, mis hombres no te permitieron verme pero yo vi el video de vigilancia de las oficinas y quede impactado por tu belleza –contesto Kirishima– pero sobre todo porque a pesar de saber a qué se dedicaban mis hombres no te aminoraste ante ellos y no te fuiste hasta asegurarte de que mi niña estaría bien.

–     ¿Eh? ¿Tu niña? ¿No me digas que tú eres el padre de Hiyori? –pregunto nervioso el oji azul.

–     Si, Hiyori Kirishima es mi hija –respondió Zen– y ella no ha dejado de hablar sobre lo bueno que fue Onii-chan con ella, la has enamorado con los cuidados que le diste en pocas horas y debo decir que en momentos estaba celoso y no sabía cómo reaccionaría si cuando te encontráramos mi propio bebé te robara de mis brazos.

–     ¿Encontráramos? –pregunto Yokozawa sintiendo que cuando todo estaba claro algo más lo confundía.

–     Si, desde que te vi en ese video y ver que eras el tema de conversación de Hiyori decidí buscarte por cielo, mar y tierra –contesto tranquilamente el castaño sin soltar su agarre de la cintura del oji azul– pero cuando por fin te encontré me di cuenta de que había alguien estorbando, en un primer momento pensé en quitarlo como hacemos con las cucarachas –siguió hablando pero sus ojos se habían vuelto fríos– pero después mis hombres me dijeron que ese noviecito tuyo era un adicto a las apuestas y al póker, dure un mes jugando con ese idiota regalándole victorias –siguió relatando– y cuando estuvo lo suficiente enviciado comencé a hacerle perder todo hasta que hace dos noches logre quitarle todo, su dinero, su departamento, su coche y solo quedaba darle la idea de que se aceptaba el apostar personas.

–     ¿Personas? ¿Te refieres a mí? –dijo Takafumi sin saber bien que pensar de lo que le contaba el otro.

–     Sí, yo sólo le di la idea pero él no dudo Yokozawa –hablo Zen levantando el rostro del peli azul con su mano libre–. Yo ya tenía comprados a todos no podía haber la mínima posibilidad que tú no fueras mío.

–     ¡Me estás diciendo que todo esto fue solo una trampa tuya! –alzo la voz molesto el más bajo tratando de deshacer el agarre en el que estaba– ¡Si no fuera por ti Iokawa no me habría apostado y yo jamás hubiera tenido que pasar por todo esto!

–     ¡Lo hubiera hecho! ¡No lo entiendes! –alzo la voz también molesto Zen por cómo se expresaba el otro– ¡No le importas en absoluto y solo era cuestión de tiempo para que te apostara o vendiera para obtener crédito con cualquiera de los prestamistas!

–     ¡Tú no sabes de eso! ¡Tú lo llevaste a obsesionarse con el póker y las apuestas! –exclamo el menor enfadado deshaciendo por fin el agarre– ¡Si no hubieras aparecido todo estaría bien!

–     Sabes que estás equivocado, no lo amas e irremediablemente algún día terminarías con él –dijo Kirishima–. Yo solo apresure las cosas. Ya te lo dije Yokozawa Takafumi si me eliges tendrás todo lo que has querido en tu vida.

–     No necesito nada, lo tenía todo –hablo Takafumi alejándose unos pasos de Kirishima–. Y ahora no tengo nada, tú me lo has quitado todo.

–     Será por las buenas o por las malas Yokozawa –dijo serio el de ojos color miel, quien comenzaba a desesperarse por que el joven frente a él parecía negarse a su amor– pero no dejare que te vayas después de lo que me ha costado tenerte entre mis brazos.

–     ¡No puedes obligarme a estar contigo!  –exclamo el oji azul con el ceño fruncido– Podrás tener todo el dinero que hayas ganado apostando y en tu negocio pero eso no te da derecho a pensar que puedes mandar sobre la vida de los demás.

–     Vas a venir conmigo y te puedo apostar a que no lo harás por las malas –hablo el castaño serio pero con voz más calmada–, lo sé porque la manera en la que  te deshacías en mis brazos y los gemidos que soltabas cuando te penetraba lenta y rápidamente, jamás lo has hecho con ese Iokawa.

–     ¡Como si por unas noches de sexo me fuera a arrodillar ante ti! –hablo Takafumi.

–     Otra vez te equivocas Yokozawa, yo no te quiero de rodillas sino a mi lado –dijo Kirishima acercándose al cuerpo del mencionado–, tal vez algunas veces abajo, otras encima pero en todas esas posiciones –tomo el cuerpo del más joven por la cintura y lo acerco al propio– te quiero gimiendo de placer, gimiendo y jadeando mi nombre mientras pides que te dé más duro y sin parar en la cama, en la cocina, en la sala,  en el patio, en el coche, donde se pueda –siguió hablando–. Pero como ya te dije lo harás por las buenas y por tu propia pie.

–     No… No deberías decir esas cosas tan pervertidas –dijo Takafumi sin poder ocultar su sonrojo.

El de ojos azules iba a contestar más sobre lo que hacía segundos le había dicho el oji miel pero los golpes ligeros pero constantes en la puerta lo hicieron detenerse y a los pocos segundos escucharon como desde afuera llamaban por la presencia del castaño.

–     ¡Jefe! –llamaron a la puerta principal de la habitación– Sé que dijo que no lo molestáramos pero hay unos problemas que necesitan su atención.

–     Ya voy –respondió Kirishima para después soltar un suspiro, y rápidamente tomar más fuerte entre sus brazos al oji azul robándole a su vez un beso que nada tenía que ver con uno inocente– Mi lindo pajarillo azul, por esta ocasión deberé dejarte antes de tiempo pero no olvides que regresare por ti pues desde ahora te has convertido en mi amante.

Sin más que decir Zen camino rumbo a la puerta de donde tomo una camisa blanca que se puso y que combinaba con sus pantalones color caqui para de inmediato salir de la habitación dejando a un confundido Yokozawa sin saber qué hacer ni si lo dicho por ese individuo era verdad. Después de dejar salir varios suspiros el peli azul decidió irse del lugar no fuera que Kirishima regresara y no lo dejara salir nunca más sin pensárselo mucho se puso su ropa –que días atrás había llevado consigo– que había quedado guardada en alguno de los cajones de la habitación y cuando estuvo presentable se fue del lugar lo más rápido posible.

Llego a su departamento estaba completamente vacío, soltó un suspiro ya que por un momento había creído que Iokawa lo estaría esperando para ver que estuviera bien pero esto no había sucedido más que en su mente. Sin más se fue a su habitación necesitaba descansar un momento pues la noche anterior no había podido hacerlo, al llegar se dejó caer boca abajo esperando poder dormir pero después de varios minutos rodó quedando de frente al techo.

Sus pensamientos giraban una y otra y otra en las palabras de Kirishima, y es que aunque quería negarlo sabía que no amaba a Iokawa y que había estado con él simplemente por el hecho de que este le había insistido tanto que decidió darle una oportunidad y de eso ya había pasado un año, más nunca pudo cambiar sus sentimientos pero aun así la presencia del que aún era su novio le era grata y le había ayudado para soportar muchas cosas.

Pero todo lo que había ocurrido el día anterior y esa mañana lo dejo confundido más muy a su pesar le había hecho ver varías cosas: él solo dependía de Iokawa para no sentirse sólo, Iokawa no lo amaba pues lo había apostado como si fuera un reloj y aunque le doliera en su orgullo las caricias que le dio Kirishima y la manera en que lo había hecho sentir –parecía poder sentirlas aun– eran totalmente diferentes a algo que hubiese experimentado antes, cosa que lo asustaba y lo hacía sentirse excitado.

Paso cerca de una hora inmerso en todos esos pensamientos por lo que después de un suspiro se dispuso a poner en acción lo que había considerado y sin divagar más tomo su teléfono y realizo una llamada que duro largos minutos en los cuales comenzó a pasear su mirada por su pequeño pero cómodo departamento, al acabar la llamada se dispuso a recoger un poco pues necesitaba estar entretenido en algo sino se comería su cabeza intentando resolver todo lo que pensaba.

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Desde el día en que decidió dar su cuerpo para que no mataran a su entonces novio y la semana en la que se había entregado a Kirishima Zen había pasado ya un mes entero, él había dejado a su novio sin ninguna explicación y el otro tampoco la pidió tal parecía que lo adjudicaba a lo que sucedió por apostarlo y realmente no estaba muy errado pero también otras cosas habían influido en su decisión.

Y muy a su pesar Yokozawa durante ese mes no dejo de pensar y recordar las palabras de Zen que decía que sería él mismo quien lo escogiera y que por sobre todo que él iría a buscarlo. A pesar de todas las palabras que le había dicho Kirishima, este no lo contacto, aunque sabía que tal vez se debía más que nada a que se había cambiado de casa y su número de contacto también fue cambiado, pero aun así quedaba la pequeña esperanza de que el otro lo buscara como dijo que lo hizo cuando conoció a la pequeña Hiyori.

Ese día pintaba sería igual que todos los demás, se arregló con un pantalón de mezclilla y una camisa verde después de desayunar algo ligero se dirigió a la entrada de su hogar –donde se puso unos botines cafés y tomo de su armario una chaqueta ligera color café– para poder partir hacia el súper mercado para hacer el mandado pero solamente abrir la puerta se encontró con un castaño de cabellos revueltos que sonreía tranquilamente –vestía con pantalones  negros, una camiseta en cuello v gris y un abrigo negro abierto–, en una de sus manos cargaba un ramo de flores mientras que en el otro una caja pequeña que se movía de la parte superior.

Aun con sus ojos sorprendidos dejo de inspeccionar al hombre frente a él que no había perdido su sonrisa pareciendo de lo más relajado mientras que él no sabía que decir o hacer, por un momento le cruzo la idea de cerrar la puerta con candado para evitar que el otro entrase pero desecho esa idea cuando vio que el  otro no parecía tener intenciones de agredirlo además de que realmente había llamado su atención el movimiento de la caja.

–     Mi hermoso pajarillo azul por fin te encuentro –hablo Zen sin perder su sonrisa caminando unos pasos para quedar más cerca que el oji azul–. Toma estas son para ti –dijo mientras le daba las flores en las manos al otro que parecía más actuar por inercia que por otra cosa–, ¿que no piensas siquiera invitarme a tomar algo? Que malo eres conmigo Yokozawa y eso que te traje un regalo especial.

–     Yo no recuerdo haberle dicho que algún día me buscara y trajera un regalo –gruño fingiendo estar molesto, pero aun así se hizo a un lado, algo en verlo frente a su puerta lo hacía sentir feliz–, sino hay opción pasa enseguida te sirvo un café o té.

–     ¡Gracias! Para mí un café negro y para mi amiguito un poco de leche –respondió mientras entraba al departamento aun con la caja en su poder.

–     ¿Amigo? Si aquí no hay nadie más que tú y yo –dijo  confundido el ojí azul.

–     En eso te equivocas –contesto el oji miel girándose hacia donde se encontraba el otro y extendiéndole la caja–. Es un presente para disculparme por haberme aprovechado de ti en esa ocasión y para pedirte que me dejes conquistarte.

Un tanto confundido Takafumi tomo la caja –aunque no pudo evitar sonrojarse al recordar lo que había pasado en aquella habitación de hotel hacía ya un mes atrás– y abrió la tapa para encontrarse con un pequeño gatito, de pelaje negro en su mayoría pero también blanco que comenzaba desde el puente de su nariz hasta toda su panza, que lo miraba con gran interés. El peli azul lo tomo con una de sus manos pues cabía perfectamente en ella acercándolo a su pecho para apoyarlo en este, no pudo evitar sonreír al sentir los bigotitos del minino contra su piel, la caja ya había sido dejada de lado y su otra mano se encargaba de acariciar al gatito, al voltearse se encontró de lleno con la mirada de Kirishima tan penetrante como la recordaba e incluso podría decir que era mucho más que antes.

–     Sabía que ese gatito sería el regalo perfecto –dijo Zen acercándose a donde estaba el otro– pero debo decir que ahora mismo estoy celoso de las caricias que recibe de ti mi pajarillo azul –dijo haciendo un puchero como si de un niño se tratase.

–     ¡Deja de decir tonterías! ¡Es un gatito! –reclamo el otro.

–     Aun así soy celoso de todo lo que reclame tu atención y la desvíe de mi –dijo el castaño–, vamos quiero probar un delicioso café hecho por la persona que amo.

–     ¡¿Eh?! –eso ultimo había sobresaltado al oji azul llamando la atención del más alto.

–     Te lo dije Yokozawa desde hace un mes, serás mío, te has convertido en mi amante y tú has decidido perderte en esta ciudad intentando que no te encuentre –hablo cambiando su aspecto a uno serio– pero hay algo que debes comprender, no importa a dónde te vayas ni si cambias de nombre o teléfono yo siempre encontrare a quien ha robado mi corazón.

–     Yo… yo… no… –eso descoloco al peli azul ya que él no era tan abierto con sus sentimientos y mucho menos tenía idea de que sentía por el que se encontraba frente a él, porque sabía que sentía algo ya que durante ese tiempo no lo había olvidado y por si fuese poco encontrarlo fuera de su apartamento había hecho que su corazón latiera de manera frenética dificultándole todo–… lo siento, yo no…

–     Ssshhh –silencio Zen colocando uno de sus dedos sobre los delgados labios–. Lo he pensado durante este tiempo que hemos estado alejados y creo que lo más correcto es que te acorteje hasta que decidas declarárteme y corresponder mis sentimientos en voz alta.

Si lo anterior había movido el piso del peli azul esto último definitivamente acababa de terminar de abrirlo pues la impresión de encontrarse con Kirishima –que le hizo ver que no sentía nada hacia su entonces novio, el cual era un idiota apostador, y que solamente con él experimento nuevos sentimientos y sensaciones que no conocía a través del sexo– frente a él más la tan abierta declaración había hecho que su pobre corazón comenzase a latir tan fuerte que por un momento creyó que Kirishima podría escucharlo pero lo que más le preocupaba es que sabía que aquel ritmo de su corazón no era por miedo a su presencia sino por todo lo contrario haciendo que lo que durante ese tiempo pensó y que creyó superarlo regresase con mayor fuerza.

Esa mañana fue la primera pero no la última vez que se encontrara con el de cabellos castaños fuera de su departamento esperando porque su puerta fuera abierta, Zen había sido claro iba con el propósito de que se enamorase de él pero aunque al principio se mostraba arisco con Kirishima poco a poco fue bajando la guardia descubriendo que más allá de la persona que parecía capaz de saltar encima de él para devorar su cuerpo también existía un hombre que era un ávido negociador, capaz de ver las cosas desde diversas perspectivas, un padre de familia que adoraba a su hija pero también podía comportarse como un niño al que le quitaban su dulce favorito así como el hombre de negocios que podía ser frio para las situaciones que lo ameritaban, y todo eso solamente hizo que la imagen que tenia de Zen fuera cambiando totalmente aunque algunas veces pensaba que todo eso era solamente una treta para engañarlo.

Para cuando Yokozawa se quiso dar cuenta ya habían pasado otros tres meses, en los cuales no solo convivio con el mayor de la familia Kirishima sino también con la pequeña niña que hacía casi seis meses había encontrado perdida en un centro comercial y que no pudo dejar a su suerte optando por ayudarla a llegar a su hogar o al menos la había podido llevar a las oficinas de la compañía de su padre sin saber que eso marcaría el rumbo de su vida.

El oji azul no era tonto conocía la sensación que le producía estar cerca de Kirishima pero su orgullo de hacerle saber al oji miel que siempre tenía la razón, tal como varias veces le había dicho Zen, no lo dejaba ni hacer el mismo un avance ni mucho menos dejar que lo hiciera el más grande.

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Así  como muchas otras noches previas Yokozawa se había visto ser llevado por Zen hasta su departamento después de pasar la tarde con Hiyori y Sorata que dormía en sus manos tapado con una pequeña frazada, pues comenzaba a refrescar en las noches y lo que menos deseaba el peli azul era que su gatito se enfermara, y ahí caminando por los pasillos que llevaban hasta la puerta de su apartamento estaban los dos hombres que tranquilos y en el silencio se acompañaban.

–     Gracias por traerme –hablo Takafumi abriendo la puerta de su hogar sabía que Zen no se iría hasta que cerrase con llave–, realmente lo he pasado muy bien –comento mientras dejaba al minino en el piso para que se adelantara.

–     Yo también –respondió el castaño manteniendo una mirada penetrante en el menor, haciendo que se incomodara un poco pues hacía meses que veía esa mirada y más de una vez en el pasado había comprobado hasta donde podía llegar el mayor–. Bien creo que es hora de que te vayas a dormir.

–     Si… bueno… tú no… tú no quisieras acompañarme –dijo entre pausas el oji azul pues no sabía por qué pero estaba nervioso y su piel se puso de gallina cuando el más alto se acercó.

–     No lo creo –respondió Kirishima quien pudo percibir un rastro de decepción en el rostro y ojos del menor–, si me quedo no creo que pueda contenerme –continuo diciendo para después sonreír levemente–. Hasta mañana, será mejor que entres.

–     Em… si adiós Kirishima –hablo Yokozawa viendo como los labios del oji miel se dirigían a darle su, ya normal, beso de despedida en la mejilla.

Zen abrió enormemente sus ojos al ver cómo era el peli azul quien lo tomaba de su cuello para bajarlo a su altura –con un rostro totalmente sonrojado– y al por fin tener contacto con los delgados y dulces labios de este, no se lo pensó dos veces, eso era el fin de su autocontrol.

Sin previo aviso Yokozawa se vio a si mismo estrellado contra la pared mientras que el castaño devoraba sus labios, la puerta había sido cerrada por los pies del castaño, mientras él sentía como poco a poco sus piernas perdían las fuerzas para mantenerlo en pie y como si Kirishima lo supiese tomo sus glúteos y lo cargo haciendo que sus piernas se enredaran en la cadera.

Sin despegar sus labios de los de su futura pareja camino hacia donde sabia se encontraba la habitación del peli azul y fue un viaje un tanto accidentado pues varias veces tropezó con algunas cosas pero ni eso había detenido su avance, cuando por fin llego a su destino no lo dudo dos veces y dejo que ambos cuerpos cayeran en el colchón.

Para Yokozawa no era ya desconocido cuan pasional podía ser Zen pero se mentiría si dijera que él no estaba esperando poder tener dentro de sí al miembro de este y comenzar a perderse en el mar de la pasión que podía representar este ni que deseaba que las cosas llegasen a más tanto en el plano físico como en el de la pareja pero eso era algo que se iba a guardar tanto tiempo como pudiera, pudo ver la desesperación brillar en los ojos miel cuando su dueño luchaba con la ropa para quedar desnudos así que opto por ayudarlo sin dejar los labios adictivos del mayor.

Entre ambos muy apenas y si pudieron deshacerse de los pantalones del peli azul y de la camiseta del oji miel, quien se recreaba tocando las piernas de Yokozawa con sus manos hasta llegar al bóxer haciendo que jadeos salieran de la boca del peli azul y con sus dientes levanto levemente la camiseta del otro dejando a la vista aquella hermosa pancita –que pronto cumpliría los 4 meses– que comenzaba a hacerse más evidente adornada por el ombligo del peli azul, le dio un beso mientras que sus manos se encargaban de retirar el bóxer dejándole camino libre hacia la intimidad del doncel.

Kirishima lo sabía el oji azul –por cómo se removía ante sus caricias y lo sensible que se encontraba– no se había tocado ni había dejado que otros le tocasen desde que él lo tomase como suyo hace ya casi cuatro meses y por eso esa noche sería una llena de pasión y no dejaría de entrar en él hasta que no pudiese sentarse.

Subió hasta quedar frente a frente a Yokozawa –manteniendo su peso sobre sus brazos a los lados de la cabeza y sus piernas al costado del cuerpo del oji azul– que ya tenía aquel eterno sonrojo que le acompañaba cada vez que se encontraban en ese tipo de situaciones no pudo evitar sonreírle cálidamente para después besarlo con tranquilidad y dulzura, se separó de aquellos labios tan deliciosos y observo a Takafumi que mantenía sus ojos cerrados y su boca entreabierta esperando nuevamente ser tomada.

Recargo su cabeza contra la del doncel que al sentirla cercanía abrió sus ojos azules encontrándose con los ojos color miel de Kirishima, quien le regalo una sonrisa para después darle un pequeño beso y separar nuevamente sus labios.

–     Te amo –declaro Zen para después volver a juntar sus bocas en un beso corto–. Te amo y de ahora en adelante ya no nos vamos a separar –volvió a besar esos adictivos labios–. Me has hecho muy feliz al darme esta grata sorpresa –dijo posando una mano en el vientre abultado del peli azul y darle un beso en esos dulces labios– pero me harías el hombre más feliz del mundo si me dijeras que sientes por mí –concluyo mirando seriamente al doncel.

–     Yo… yo… no… –comenzó a decir Yokozawa pero los nervios la traicionaban no dejándole ordenar sus pensamientos con claridad.

–     Entiendo –dijo el varón bajándose de arriba del doncel pues aunque realmente quería poseer el cuerpo de este sentirse rechazado había sido un golpe duro para su corazón–. No te tomare hasta que sientas lo mismo por mí.

Yokozawa sintió como el castaño se retiraba de encima suyo y el sentirse sin el calor que le brindaba el otro realmente no le gustaba lo hacía sentir sin protección, y deseo ser más expresivo con sus sentimientos hacia Kirishima. Vio como el varón se dispuso a ponerse nuevamente en regla sus vestimentas para posteriormente levantarse de la cama pero una mano lo detuvo haciéndolo girarse hacia el doncel.

–     Es… espera –hablo Takafumi sonrojándose y halando el brazo de Kirishima– yo no me exprese bien –continuo hablando bajando la cabeza sin soltar al varón que lo miraba con interés–. Yo no soy muy bueno expresando mis sentimientos abiertamente a los demás e incluso enfrentarme internamente a ellos es difícil –explico sin mirar al otro–. Cuando acabo aquella semana pensé que sería fácil olvidar, termine con Iokawa y me di cuenta de que mis sentimientos hacia él y los de él hacia mí no eran ni los mismos ni mucho menos amor –continuo explicando aferrando su agarre en Kirishima–, cambie de casa y de teléfono pensé que tendría una nueva vida pero cada día de ese mes no pude evitar pensar en ti y me sentía frustrado porque a pesar de que me dijiste que no importaba si trataba de irme tú me buscarías pero eso no pasaba así que pensé que únicamente todas tus palabras habían sido producto del sexo –siguió hablando– pero entonces te apareciste frente a mi puerta diciéndome que no podría escapar otra vez de ti y me sentí feliz al ver que tu realmente no me mentiste…

–     ¿Qué me quieres decir con todo esto? –cuestiono Kirishima sentándose junto al doncel esperando no estarse equivocando en lo que estaba leyendo entre líneas de lo que le contaba el otro.

–     Yo… te amo –contesto el doncel en voz baja.

–     ¿Qué dijiste no te escuche bien? ¿Puedes repetirlo? –cuestiono visiblemente emocionado el castaño que tenía una sonrisa enorme.

–     ¡Dije que te amo! –exclamo molesto el otro desviando su rostro hacia el lado contrario al que se encontraba Kirishima.

Kirishima tomo entre sus manos el rostro del peli azul haciéndolo que lo mirase, primero se deleitó con aquel sonrojo que cubría las mejillas de Yokozawa –quien viraba sus ojos tratando de aguantar la vergüenza por lo que acababa de gritar–, segundo delineo con sus pulgares los labios de este y sin esperar más unió sus bocas en un beso en el cual transmitía a Takafumi todos sus sentimientos.

–     Te amo –dijo Kirishima cuando se separaron haciendo que  el oji azul desviara la mirada avergonzado por las palabras del mayor.

Yokozawa durante mucho tiempo había tratado de negar los mismos sentimientos que le demostraba el castaño pero estar siendo besado nuevamente por aquellos labios lo hacía sentir mejor, sintió su cuerpo siendo otra vez recostado sobre la cama mientras el mayor comenzaba a pasear sus manos por todo su cuerpo más esta vez en lugar de hacerlo de una manera desenfrenada y llevada más que nada por la lujuria en cada caricia el peli azul sentía como era acariciado con delicadeza como si de una pieza delicada se tratase, sentía el amor que le profesaba Zen.

Sonrió pues nunca se hubiera imaginado encontrarse con el amor de su vida de la manera en que lo hizo, ahora estaba seguro que si había algo que le tuviese que agradecer a Iokawa era haberlo llevado con Zen y ya a estas alturas no le importaba como ni  porque había acabado pasando una semana entera con el castaño lo único que le importaba era que este lo amaba y le había dado lo mejor que le podía pasar: un hijo.

Sintió nuevamente sus labios ser tomados por el otro mientras él rodeaba con sus brazos el cuello del varón haciendo más profundo el ósculo y fue por primera vez en su vida enteramente feliz porque de ahora en adelante todo sería felicidad y sin poder evitarlo pensó <<Y todo comenzó por una apuesta, no cabe duda que el amor nace de muchas formas>>.


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