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I hate You por Yuuki Yuu

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De Kai odiaba muchas cosas. Y aquella era una verdad totalmente sabida por el mismo líder y el resto de sus compañeros, incluso de algunos miembros del staff.

 No era nada difícil darse cuenta de eso.

 

 

¡Estaba agotado! Cada vez luego de una presentación en vivo quedaba peor de lo que estaría luego de correr una maratón, sin embargo, la satisfacción de escuchar aún en los camerinos los gritos de todo aquel público que aclamaba por ellos era maravillosa, de eso era algo de lo que nunca se cansaba.

A esas alturas por su puesto estaba todo sudado y agitado, con una toalla sobre el rostro y el cuerpo tirado como cualquier cosa sobre el sofá, casi desarmado. Por el momento no había nadie ahí ¿Dónde estaban? Pues en la baño, la gran mayoría, bajo el relajante chorro de agua fría refrescando su cuerpo. ¿Por qué Uruha no estaba ahí? Porque era demasiado lento y prefería recuperarse un poco antes de ir a darse una ducha rápida.

Ya llevaba varios minutos sin moverse, respirando cada vez con más normalidad, cuando escuchó unos suaves pasos que indicaban que alguien se acercaba, no sabía quién, tenía el rostro cubierto, pero supuso que algún miembro, quizás Reita, él solía terminar primero que el resto.

Pero no era Reita el que había llegado, de haber sido él, no habría levantado la toalla para plantarle un beso en los labios entreabiertos del castaño guitarrista, sorprendiendo al hombre que no tardó en apartarse y quitar aquella toalla de su rostro sólo para observar una sonrisa burlesca en los labios del que acababa de robarle un beso, y captar una mirada que advertía que eso no se quedaba allí.

-¿Eres imbécil? – Cuestionó el más alto con el entrecejo fruncido ante aquella expresión de total diversión en el rostro del baterista.

Este se encogió de hombros ante lo que para él era una divertida situación, limitándose a guardar silencio al notar el ingreso de otro miembro más en la sala, que les miraba con cierta resignación al percibir otra “discusión” entre ambos.

Takashima había aprovechado los momentos de silencio para levantarse e ir al baño, con el baterista en mente, totalmente irritado por aquellas descuidadas acciones del menor ¿Cómo podía llegar y besarle sabiendo que en cualquier momento podría ingresar alguien? ¡Es que esas cosas sólo las hacen los idiotas como Kai!

Odiaba que fuese tan descuidado.

Entró a la ducha quejándose mentalmente del otro castaño y salió en las mismas condiciones, pero considerablemente más aseado y relajado.

Era hora de irse al hotel y descansar hasta el otro día, no sin antes una pequeña celebración, claro está con un poco de alcohol.

El guitarrista tomó sus cosas, debido a que ya todos estaban listos y en el auto que les trasladaría y emprendió camino hacia allá, sin notar que a la salida de la puerta el castaño líder estaba esperándolo.

-Buen trabajo el de hoy.

Dijo con una media sonrisa casi adorable, amigable. Pero Kouyou no caía en esa trampa de la sonrisa de Kai, no conociendo lo que se escondía tras ella, sin embargo, era consciente de la sinceridad en las palabras del menor y de que era una forma de darle ánimo como líder que era.

-Gracias, igualmente buen trabajo. – Por su parte, Takashima también era totalmente sincero al decir aquellas palabras, aunque su rostro no estuviese acompañada de ninguna mueca de compañerismo, porque Kai era capaz de comprender las nulas expresiones del más alto.- Podría haber sido mejor si no me miraras tanto el culo.

Kai soltó una carcajada totalmente divertida ante el reclamo del guitarrista, provocando en el mayor una sonrisa sincera y divertida.

Otra cosa que odiaba de Kai: la facilidad con que le hacía pasar del enojo a la felicidad.

-Déjame aprovechar una de las pocas cosas buenas de estas siempre atrás.

Esta vez fue Uruha el que rió ante el tono lastimero que empleó Kai al nombrar su posición en el escenario.

Ambos llegaron riendo a la van que les llevaría al hotel, cerca de allí, bajo la mirada de sus compañeros para quienes ya era habitual verlos así, de hecho, desde hace muchos años ya que ambos actuaban así, que llevaban ese tipo de amistad entre enojos y risas.

En el camino entre todos comentaban las anécdotas del concierto recientemente dado, entre risas y pequeños regaños totalmente juguetones del líder al resto.

Viéndolos reír así parecían todos niños, aun siendo que ya todos superaban los treinta años.

Por errores administrativos a la hora de reservar el hotel, esta vez les tocó dormir a dos en un cuarto, y como otras veces, la decisión de quién dormía con quién, era totalmente al azar, resultando entonces: Kai/Uruha- Ruki/Aoi y Reita tuvo esta vez la fortuna de dormir solo.

La verdad es que siendo uno de los últimos días de la gira estaban todos ya bastante agotados de viajar y presentarse y luego volver a viajar para repetir así el ciclo una y otra vez, agregando varias celebraciones entre medio, claro, pero hoy, nadie estaba de ánimos suficiente para celebrar, así que una vez llegados al hotel optaron por cada quien irse a sus cuartos y quizás tomar un baño más relajante que el anterior, para luego irse a dormir.

Para Uruha el panorama no resultó nada desalentador, de hecho añoraba un tanto tirarse en la cama que le correspondería. El único problema era que al entrar y dejar su bolso en el piso, se dio cuenta de que sólo había una cama, matrimonial, en el centro de la habitación. Suspiró casi frustrado.

-¿Esto también es un error de la administración o ya fue intencional? – cuestionó el castaño a un sonriente baterista que ya se encontraba cómodamente recostado en la cama, palmeando a su lado como llamado al menor.

-¿Importa? Tendrás que dormir conmigo sea o no intencional. – Respondió con una sonrisa burlona, observando con segundas intenciones al más alto.

Takashima odiaba que Kai moviese sus contactos para conseguir sus objetivos.

-Ah.

El guitarrista buscó entre sus maletas, previamente puestas en la habitación, una camiseta que utilizaba para dormir, robada hace un tiempo del armario del hombre con que compartiría cama. Sin ganas se desvistió, prenda por prenda hasta quedar únicamente en bóxer y se puso aquella camiseta que le quedaba bastante grande. Luego, con paciencia, dobló sus prendas utilizadas y las metió en la maleta.

Observó con cierto rencor al batero, que al percatarse de aquella mirada, le devolvió una curiosa. No entendía a veces aquellos arrebatos de ira del castaño. Por su parte, Takashima pensaba cuánto odiaba haber tomado aquella manía de doblar su ropa y guardarla ordenada, claramente adoptada del menor.

Caminó cancinamente hacia la cama y se recostó allí, dando la espalda al batero, quien no tardó en rodear su delgada cintura con uno de sus brazos, dejando a la vez un par de suaves besos sobre su hombro.

Uruha sonrió y cerró sus ojos, sintiendo un suave cosquilleo en su bajo vientre.

-Venga, voltéate. – Solicitó Kai, empleando aquel tono de voz grave y suave, demandante a la vez. Uruha sabía que no podía decirle que no cuando hablaba así.

Odiaba no poder negarse a las peticiones de ese idiota. Pensó, mientras que con el entrecejo fruncido, se volteaba, mostrándose al líder con exactamente la misma expresión de un niño cuando está molesto. Él ruvo el atrevimiento de reírse en su cara.

Takashima respondió con un golpe en su pierna, fuerte, sin cuidado, característico de él.

-Aún no puedo creer que teniendo facciones tan afeminadas no te comportes como una dama.

Uruha odiaba cuando Kai le trataba como a una mujer, lo odiaba porque sabía que en el fondo, el menor reconocía totalmente la hombría de Uruha, pero odiaba que lo hiciese sólo en esos momentos de soledad, escasos, que compartían. A él realmente le molestaba que Kai no le reconociese como hombre frente a todos, le dolía incluso, pero jamás decía nada, porque sería demasiado sospechoso que se preocupase tanto por su reconocimiento.

Yutaka pareció notar cierto decaimiento en los castaños ojos de su guitarrista, y dejándose de bromas, depositó un suave beso en sus labios, apenas un rose cariñoso que consiguió alejar cualquier rastro de tristeza en aquellos bellos ojos que hacían a Kai perderse entre otras dimensiones, acariciando a la vez algunos mechones que caían sobre su rostro.

Usualmente no era atento, Kouyou lo sabía, por lo regular era más bien caprichoso, molestoso, gruñón, demandante, rudo. Pero en escasas ocasiones podía ser víctima de ese tipo de atenciones cariñosas, suaves, un tanto impropias de él, pero a la vez totalmente suyas.

Él veía a Kai como un mundo totalmente nuevo que todos los días tenía algo nuevo para mostrar, pero sólo a él, porque todo aquel que le conocía sólo podía ver esa faceta bromista, sonriente e incluso estricta del menor, pero todas buenas cualidades, prácticamente lo veían sin ningún defecto. Para Uruha era totalmente diferente; él conocía al verdadero demonio que se escondía tras una amplia y amigable sonrisa; él era capaz de percibir la verdadera intención que transmitían esos ojos amigables a simple vista; Uruha tenía la capacidad de leer cada pequeño cambio en sus facciones, en su postura, incluso en su respirar y saber a qué se debía; porque Uruha era especial.

Y Kai odiaba eso, detestaba ser tan fácil de leer a los ojos del hábil guitarrista, era de las pocas cosas que odiaba, porque sentía que ya no tenía el control, y él era, usualmente, el controlador en toda clase de situaciones: era el líder de la banda, el que tomaba las decisiones finales, el que de alguna forma, controlaba que todos trabajasen como es debido; era el que dio el primer paso en su relación con Uruha, el que siempre da el primer paso, mejor dicho y mantenía la dirección de aquello; era el que siempre mantiene la calma frente a todo, lo que muchas veces empleó siendo el líder para mantener todo bajo control. No le gustaba perder el control.

Imaginarás entonces lo que fue en un inicio tener una relación con Uruha, el darse cuenta que de un momento a otro ya no tenía más el control de nada cuando se trataba de él mismo. Difícil, claro, pero al final se cansó de luchar y comenzó a ceder por completo el control con Uruha, comenzó a mostrarse tal y como era ante el castaño, porque tarde o temprano sería capaz de ver más allá de esa expresión afable que usualmente mantenía.

-Cada día descubro algo nuevo de ti para odiar. – Soltó de pronto el castaño, con sus orbes fijas en las del menor, quien no tardó en volver al mundo real y percatarse de que aquellos ojos estaban sonriendo.

-Y eso es un motivo más que te obliga a estar conmigo otro día de tu vida. – Continuó él, correspondiendo a aquella hermosa sonrisa que sólo él podía percibir en su mirada. Uruha esbozó una sonrisa en sus labios, volviendo más hermosa la de sus ojos.

-Intento encontrar algo que me haga amarte, en vez de odiarte, deberías admirar mi perseverancia. – Kai se quedó perdido contemplando aquel rostro pacífico, usualmente inexpresivo; aquellos ojos llenos de vida que solían permanecer perdidos en una dimensión que él desconocía; aquella sonrisa que no tenía el placer de ver tan seguido como le gustaría, pero que contemplaba cada vez como si fuese la última.

-¿Eh? Hay mejores cosas en ti para admirar que tu perseverancia. – Musitó el menor, delineando con sus dedos el hombro del más alto, sin fijarse que había empleado un tono áspero al hablar.

-Mh, ¿Cuáles serían esas cosas?

La forma en que esos labios se movían al hablar de forma tan natural y descuidada, invitándole a probarlos una y otra vez, sin descanso, a maltratarlos. Ah, se sentía como un jodido enfermo contemplando con tal anhelo a su amante.

-Es un secreto. – Susurró, casi temiendo que alguien pudiese escucharles. Kai no podía darse el lujo de alabar las cualidades e imperfecciones que admiraba del mayor, definitivamente no iba a compartir aquel secreto con el aire de la habitación, con la luz de la noche, con las estrellas en lo alto del cielo, no. Porque ese era un privilegio sólo para él.

Kouyou frunció el entrecejo y luego soltó una risa suave, grave, que resonó una y otra vez en los oídos del menor. Kai siempre era así de egoísta cuando se trataba de hablar sobre él, en una discusión que tuvieron tiempo atrás, años quizás, Kai, exasperado, le gritó porqué nunca confesaba qué era lo que tanto admiraba de su persona, gritó esa ridícula razón que dio por terminada la discusión y trajo consigo una noche de sexo y risas.

Compartía tantos recuerdos con ese hombre, recuerdos de los que muchos trataban sobre las cosas que odiaba de él, pero atesoraba y amaba esos recuerdos tanto como al mismo con quien los compartía.

-Eres un imbécil ¿Sabías eso? – Esta vez fue el turno de Kai de reír y asentir varias veces.

-Ya van dos veces que lo dices hoy, cómo no saberlo. – De improviso, la mano de Uruha comenzó a acariciar con suavidad su espalda, de forma lenta y sin ninguna intención más que eso, acariciar simplemente.

-Eso era para ver si así dejas de besarme en lugares públicos. – Murmuró, desviando su mirada hacia la almohada, había cierto ápice de vergüenza en sus acciones y otro tanto de miedo en sus palabras.

-Ya te he dicho que no me importa si alguien se entera de lo nuestro, voy a afrontar sin problemas cualquier cosa que se venga en contra, por ti y por mí mismo. –Agregó, buscando encontrar la mirada perdida de su amante.

-El problema no es ese, Yuta, lo sabes, yo te quiero sólo para mí, no quiero que nadie especule de nosotros, ni se entere de lo nuestro, quiero que esto sea sólo nuestro.

-Pero sabes también que no será así siempre. –Finalizó Yutaka, depositando otro beso suave sobre aquellos llamativos labios que poseía aquel hombre. –Anda, es hora de descansar, mañana ya te desvelarás más tiempo conmigo. –Susurró con picardía, tomando una cobija para cubrir aquel cuerpo y luego así mismo.

-Buenas noches, señor errores administrativos. –Se Despidió con una sonrisa, devolviendo aquel beso en los labios ajenos y luego en su mejilla, donde además aprovechó de susurrar, con tal suavidad que llegó a confundirse con el susurro del viento que se colaba por la ventana:- Te amo… - Y cerró sus ojos, dejando a un Kai con cara de imbécil observándole con cariño y sobre todo, posesión.

-Te amo.

 

 

La gira había terminado hace dos semanas de forma exitosa para fortuna y alegría de todo el equipo que conformaba the Gazette, siendo este hecho merecedor de una celebración a lo grande entre todos ellos, pero la alegría y euforia no eran permanentes ni infinitas y antes de lo esperado estaban trabajando como era costumbre, entre ensayos, creaciones, programaciones, entrevistas y demás los miembros casi no tenían segundos libres.

Pero aun así Kai y Uruha tenía sus momentos de privacidad, aunque les costaran varias horas de sueño, que lo valían totalmente, pero que luego eran motivo de regaño para el mayor por mantenerse más ausente de lo que le acostumbraba en el trabajo, regaños provenientes del líder claro.

En público seguían comportándose como era habitual, discusiones tontas, bromas idiotas y regaños de parte de ambos que acababan en risas con todos los miembros, pero nadie podía negar el hecho de que Kouyou se hallara más pensativo que otras ocasiones, y Kai se hacía una idea de por qué, pero no cuestionó nada, eran cosas de Takashima y lo respetaba.

Era día de ensayo, Kai fue el segundo en llegar a la sala correspondiente, encontrándose con un pensativo Uruha sentado en el salón que ni si quiera se había percatado de su presencia, al menos hasta que el mismo Yutaka se paró en frente suyo y se inclinó un poco.

-¿Estás bien? – Cuestionó con una expresión sinceramente preocupada, no había nadie más en la sala, no dentro al menos.

-¿Ah? Sí, sólo… pensaba. –Respondió el castaño, tomando al batero de la camisa para acercarlo hacía sí y plantarle un beso en los labios.

Kai casi no pudo responder al beso de la sorpresa. ¿Ese era su Kouyou tomando la iniciativa en un lugar público? ¡Qué rayos le habían hecho a su amante!

-Creo que me cansé de ocultarlo, después de todo también puedo presumir que eres sólo mío. – Susurró con una sonrisa traviesa y astuta, aprovechándose del momento de sorpresa del otro para robarle otro beso y luego dirigir su mirada a la puerta.- Llevo saliendo con Kai alrededor de cuatro años, espero, Akira, no te enojes por mantenerlo en secreto.

Pues así era, el resto de los miembros, cual niños curiosos, estaban observando mínimamente asomados por la puerta a la pareja de la banda, Ruki casi riéndose de la expresión de sorpresa que seguía plasmada en el rostro del líder.

-¿Sorpresa? – Dijo Kai una vez que fue capaz de salir de su ensimismamiento, soltando una risa alegre y nerviosa ante la sorpresiva confesión de su amante al resto de la banda ahí presente. Para Kai, Uruha era, sin duda alguna, una caja de sorpresas, una dimensión desconocida y perdida en la que estaba dispuesto a adentrarse cuanto fuera necesario para descubrir todo sobre él.

Lo amaba, joder, cómo amaba al condenado guitarrista.

Y el mismo guitarrista amaba al imbécil de líder que tenían, lo amaba como si la vida se le fuese en ello.

Pero para ambos era un amor tan privado, que incluso el objeto que provocaba todo aquello desconocía la magnitud de los sentimientos contrarios, sin embargo, ambos eran conscientes de que un fuerte lazo les unía y sería difícil romperlo, tanto, que ni si quiera se esforzarían en romperlo, porque era mucho más fácil volverlo un poco más fuerte cada día que iban descubriendo nuevas imperfecciones para amar del otro, que ir debilidando aquellos fuertes lazos. 

Notas finales:

¿Les gustó? 

Últimamente estoy enamorada de esta pareja, bueno desde hace ya tiempo y es triste encontrar tan pocas historias de ellos </3

Disculpen los errores, pero estoy con una presión terrible, horrible, así que es probable que haya pasado cosas por alto. 

Gracias a todos aquellos bellos humanitos que pasaron a leer <3


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