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Solo cambiemos el rumbo por ItIsOnlyLove

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Para Albus.

Mire al otro lado de la carta es esta reposaba dos serpientes tejidas en una M. Scorpius. La abrí con cuidado tratando de no romper el sello de cera, saque la carta y en el sobre quedaba un pequeño colgante, un diminuto relicario lo abrí temiendo que se rompiera y adentro había una foto de los dos, sonrientes. Era una foto muggle por lo tanto estaba quieta suspendida en ese momento. Tome el relicario con fuerza entre mi mano y luego me dispuse a colocármelo era totalmente plateado, pero por dentro era dorado.

Tome la carta, respire hondo, me acomode en la mullida cama y comencé a leerla.

Para mi querido Albus.

¿Cómo te encuentras? Si estás leyendo esta carta significa que ya estas instalado en Durmstrang, o espero que te hayas dado cuenta de lo idiota que eres y te estés devolviendo en estos momentos para Inglaterra.

Pero, no importa si te quieres quedar en ese lugar frio y siniestro, solo espero que no te olvides de ninguno de nosotros, realmente no quería darte esos golpes... pero me sentía tan débil y abandonado que simplemente entre en pánico. Albus tal vez no te lo he dicho... pero realmente eres una persona muy preciada para mí, me conto Northway que todo este embrollo se dio simplemente por que hice un rabieta acerca de tus moretones... lamento que hayas tenido que cargar con todo esto solo.

He de admitir que aunque mi padre se esforzaba monumentalmente en criarme correctamente siento que tendré que desobedecerlo aún más seguido, mi historia ni la de mi familia debe definirme como una persona y eso tú me lo has enseñado, en tan sólo estos dos años me has demostrado tantas cosas y me has llenado. Albus gracias por ser mi amigo y espero que esta momentánea separación solo fortalezca más nuestra amistad.

Con aprecio y agradecimiento

Scorpius H. Malfoy.

Era tan corta que me sentía algo incompleto, lo sentía algo frio y distante, empaque de nuevo la carta en su sombre y acaricie el pequeño relicario, Scorpius estaba gravado en mi... no con fuego, si no con hielo, tan hermoso y distante, delicado pero a la vez tan fuerte, se había gravado en mi con tan solo una sonrisa.

La guarde cuidadosamente bajo la almohada, iba a ser mi atrapa sueños para las pesadillas, saque del cajón la pijama, me vestí rápidamente. Mire la mullida cama con cobijas de piel me metí en ellas y espere a que el cansancio tanto físico como mental me sumergieran en los sueños.

***

- ¡No tenemos tiempo para esta clase de idioteces Albus! –dijo Gil –Sabes que nos van a castigar ¡No quiero limpiar de nuevo el baño de quinto por tu culpa!

- Te recuerdo que colocar huevos de Doxy podridos en los pantalones de Jullius fue tu idea, yo solo la ejecute.

- ¿Cómo te soportan en Inglaterra? –dijo sosteniendo la escalera -¿para qué quieres esos huevos de águila?

- Pues son mi ingrediente para la poción de hoy...

- ¡Albus! –dijo espantado –Se supone que no debes hacer ese tipo de cosas.

- Hay muchas cosas que no se deben hacer pero aun así las personas lo hacen.

- No se puede contigo –dijo suspirando –Vale ya baje rápido de ahí antes que un vigilante nos vea.

Le sonreí y baje con un huevo en mi maleta de piel.

Ya había pasado alrededor de cuatro meses en Durmstrang a parte del frio infernal que pasaba todo era bastante... agradable, las personas eran cálidas recompensando todo el frio que tenía que aguantar, sonrisas amables, me ayudaron mucho para poder adaptarme a vivir como todo un norteño. Lo más difícil que viví en estos cortos cuatro meses fue hace poco menos que un mes... esa fue la prueba de supervivencia, en Durmstrang aunque la magia sea igual de esencial que en otras escuelas de magia, la parte física y mental solo se podía fortaleces poniéndola al límite, este tipo de pruebas se realizan cada trimestre, una forma de formación disciplinaria que te da pautas para sobrevivir.

Como no tenía ni los más mínimos conocimientos ni preparativos mis clases fueron intensivas, desde hechizos, pociones y armamento, aunque realmente era mal visto que utilizaras magia la podías utilizar. Tuve entrenamiento con Trygven por orden de la directora, me entreno de la forma más espartano posible, me hacía despertar a las tres de la mañana y me dejaba acostar hasta las once de la noche, me colocaba todo tipo de entrenamientos, como escalar laderas, cruzar ríos caudalosos y helados, aprender a cazar sin magia, aprendí tanto en tan poco tiempo que hasta yo mismo me sorprendí, su mitología aunque fuera ruda me ayudo a sobrevivir. Ya saben es Durmstrang, ningún profesor te va ayudar, debes apañártelas solo.

La prueba consistía en algo simple a primera vista, sobrevivir 72 horas en el bosque Noreste de Durmstrang, era un bosque muggle por lo tanto no había ninguna clase de criatura mágica... pero eso no quitaba la odisea, habían osos, tigrillos y zorros, aunque parecieran inofensivos, no lo eran. Comencé la prueba tratando de hallar comida y agua, el rio era de agua pura y también pude pescar unos salmones, no parecía difícil hasta que llego la noche. Siempre me queje del frio, pero esa noche lo conocí cara a cara, si no hubiera sido por Gilbert mi compañero de habitación habría muerto de hipotermia.

- ¿Por qué te sigo estos juegos? –dijo corriendo atreves de los pasillos para no llegar tarde.

- Porque eres demasiado amable –dije pasándole una mariposa congelada –He estado practicando. Toma

- Cada día de vuelves mejor –dijo sonriendo y guardándola en el bolsillo.

Gilbert Fiocacci, era un italiano con padres muy estrictos, lo habían mandado a Durmstrang para que aprendiera la vida dura. Pero aquí aunque aprendes lo dura que puede ser, también ves lo hermosa que llega a ser, apreciando pequeños detalles que pueden hacer que permanezcas vivo.

- Comienzo a pensar señores Potter y Fiocacci que necesitan urgente un reloj y un mapa –dijo serio el profesor Jivgel, es el profesor de Quidditch... si así mismo, aquí en Durmstrang es obligatoria la clase de quidditch –Sé los daré de Navidad.

- Apreciaría mucho aquel detalle –dije sonriéndole mientras comenzaba a quitarme mi grueso abrigo de piel lleno de nieve –Que sea de bolsillo por favor.

- ¡Alístese de una vez Potter! –dijo sacando su delgada vara de piedra –Si no mejora tendrá que pasar sus vacaciones de Verano junto a mí.

- Lo tengo muy encuentra Señor –dije mientras me colocaba otra túnica más gruesa, guantes y gafas protectoras.

Hay muchas cosas en Durmstrang, aquí no puedes ir a casa en Navidad, hay escuelas de refuerzo aptitudinal, en pocas palabras colocan a los alumnos a aprender nuevas cosas, yo escogí el patinaje sobre hielo. Y en verano si ven que tienes dificultades en alguna clase te quedas a reforzar, yo ya tengo asegurado mi pasaje por mi clase de supervivencia. Mire la escoba que mando mi tío Ron una vieja Nimbus 2005, era rápido pero no lo suficiente como para que me matara. Al no haber asistido los primeros años a clases de vuelo... tenía que comenzar desde cero, mientras algunos aprendían maniobras y se rompían huesos yo aprendía como despegar sin que mediera un ataque de pánico.

- Vamos –dijo Gil.

- Ok.

Mire la Nimbus y sali al campo de Quidditch, era más cálido que afuera, tenían un hechizo de clima encima de todo el campo, subí en mi escoba y toque ligeramente la tierra, cerré los ojos y sentí como ascendía lentamente.

- ¡Pero si es la gallina de Potter! –Escuche desde lejos.

- Bueno al menos no fui yo quien se orino del miedo en la prueba –dije mientras volvía a descender -¿Te acuerdas Jullius? Aquel tierno zorro que te hizo orinar del miedo.

Escuche la carcajada en conjunto.

- Eres tan divertido Potter –dijo mientras se acercaba –Pero al menos puedo volar en escoba sin que se me vaya el color de la cara.

- Bueno, bien por ti Jullius –dije dándole la espalda –Pero yo me preocuparía más por mi vejiga que por el rosado de mis mejillas.

- ¡Eres un...!

Me corrí un poco a la derecha y vi como todo el impulso que tomo Jullius para darme un golpe lo dejo en el piso.

- Estudia un poco de física Jullius, tal vez así entenderías porque siempre terminas en el suelo –dije mirándole desde arriba.

- ¡Señores! –dijo el entrenador -¿Desean otro castigo acaso? El establo de caballos necesita un arreglo.

Negué con mi rostro y camine hacia donde estaba Gil.

- Deberías dejar de provocarlo –dijo mientras agarraba sus gafas y se peinaba un poco –Solo trae problemas.

- Oh vamos, pero si es divertido –dije montando de nuevo en la escoba –Ve y haz unas vueltas, no creo poder avanzar mucho hoy.

- Si ya lo sabía –dijo subiéndose a su escoba –No te mates mientras le doy su merecido al grupo de Jullius.

- Dales su merecido Gil –dije sonriéndole.

El arranco tan rápido que dejo un azote de aire, lo mire perderse entre el gentío y luego me volví a concentrar en mi escoba... Debería ser prohibido el Quidditch, que lo vuelvan ilegal. Mire el pequeño relicario y lo abrí con cariño, no puedo ver a Scorpius. Nuestra relación había mejorado en cierta medida pero sentía como ya no era incluido en su vida, como parecía ser algo lejano a él. Tal vez él pensaba lo mismo.

- ¡Al! –dijo un voz canturrona.

Mierda.

- Astrid –dije con pocas ganas.

- Supe que te castigaron de nuevo –dijo mientras jugaba con su rizado cabello.

- Es mi pan de casa día –dije sin darle importancia -¿Qué te trae por aquí?

- Mis patines se han dañado –dijo con lastima –Pensaba que podías hacer un pequeño arreglo hasta que me den permiso para mandarlos por mensajería.

- ¿Yo? –dije extrañado –No sé nada de hierro Astrid.

- Pero si de hielo –dijo guiñándome un ojo –Sé que eres bastante bueno creando figuras y pensé que podías ayudarme.

- No creo...

- Además tengo algo para ti –dijo acercándose a mí –Pero no te lo dare sin nada a cambio.

- Mira Astrid –dije cansado – Sé que te gusto y lo agaradezco eres una chica guapa, pero no me gustas, así que no puedo hacer nada por ti.

- Ya lo sé –dijo con fastidio –Es por esa persona que te tiene como bobo, ¿Es ingles?

- Con retazos de francés –dije sonriente –Con un cabello hermoso, excelente humor y hermosa caligrafía.

- Si ya, torpe enamorado –dijo sacudiendo la mano con fastidio - ¿Puedes hacer el arreglo?

- Debe ser para la cuchilla –dije pensándolo –Mejor no, aun me falta mucho para perfeccionar el hielo, pregúntaselo a alguien de séptimo –dije sacándome los guantes.

Concentre mi mirada en la palma de la mano, concentre mi poder allí y sentí como se formaban pequeños copos de nieve que se iban juntando hasta formar un diminuta bailarina, luego cambio de forma para volverse una estrella.

- Todavía tiene muchos desperfectos –dije sonriéndole –Toma.

- En serio tienes talento –dijo admirando la estrella -¿Cómo lo puedes hacer sin varita?

- Aun no lo sé –dije colocándome el guante –Trygven dice que son vestigios de magia ancestral, se supone que antes los magos podían transmutar la materia, lo único que hago es congelar el agua que hay en el aire y lo moldeo.

- Eres todo un rey del hielo –dijo divertida.

- Bueno, pero vamos que no quiero convertirme en una película animada –dije subiendo a la escoba de nuevo. Nos vemos.

***

Mire desde cerca la delgada cadena, perfectamente tejida, eslabón a eslabón la había fabricado, tenía una copia del relicario que me había regalado Scorpius, perfore mi piel con un pequeño alfiler y deje caer unas gotas de sangre encima del relicario de hielo, le impregnaba mi magia para que no se territorio y fuera resistente.

Mire la última foto que me había mandado Scorpius, el junto a Rose y Hugo en el Gran Comedor. Tome el sobre donde estaba un larga carta y deposite con cuidado el relicario, dentro había la misma foto que estaba en el mío.

Subí hasta la lechucero, estas lechuzas eran un poco más grandes ya que necesitaban soportar más corrientes de viento, lance la lechuza y la observe hasta que se perdió de vista, había un tormenta y pronto se colocaría peor, pero las lechuzas eran listas y sobrevolaban la tormenta o esperaban en un lugar seguro hasta que pasara.

Baje las escaleras para encontrarme con Jullius.

- ¡Potter! –dijo sonriente -¡Qué coincidencia!

- No lo es tanto si eres mi acosador personal –dije tratando de esquivarlo.

- ¿Pero por qué tan frio? –dijo tapando la pequeña salida.

- Es el clima Jullius –dije señalando las nubes –Debemos volver antes de que comience, aunque me encante tu presencia no quiero quedarme junto a ti hasta que pase la tormenta, escuche que pueden durar semanas.

- Siempre astuto –dijo moviéndose.

- Por algo soy un Olsson –dije orgulloso.

- ¿Cuántas cabezas tengo que cortarte? –dijo con tono amenazador.

- Todas las que quieras –dije señalando la Hydra que estaba en mi emblema –Crecerán mas en su lugar.

 


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