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Amor y Dolor. por Ariadne

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Notas del capitulo: Para Hyocam.
Como siempre la prisión se mantenía en su constante barullo. Los problemas de cada día continuaban igual, la rutina se desenvolvía de igual manera para todos. Incluso para Swordfish y para Sen. Esa tarde de Mayo, se habían escapado debajo de las escaleras que daban hacía el espacio que hacía de patio, y allí, bajo el cobijo protector de las sombras, daban rienda suelta a sus lenguas que viajaban por los labios y cuellos del otro. Hacía mucho que las palabras de amor se habían convertido en sus jadeos, y que las demostraciones de afecto se habían transformado en esos momentos en que podían tocarse a gusto.
“Vamos, Sen…déjame…”
“No…” había respondido el otro entre jadeos, inseguro de hasta cuando podría resistirse a que Sword le tomara allí, casi enfrente de todos los demás o lo que consideraba peor, desde cuando lo consideraba aún mas excitante de lo normal.
“No eres más que una puta calenturienta.” Espetó Sword, molesto por la negativa de Sen. Si bien era cierto que cada noche era una llena de lujuria y pasión desbordada, también lo era el hecho de que sus sentimientos estaban más comprometidos de lo que hubiera podido esperar o desear.
Sen, sin embargo, no supo cómo responder ante esto y se sonrojó, sabiendo que ese calor que amenazaba con consumirlo, nada tenía que ver con vergüenza, más si con la posibilidad de que las palabras de Sword fueran ciertas. “Soy aquello en que me has convertido, Sword. Me enseñaste a ser así, ¿de qué te quejas ahora?”
El puño de Sword estrellándose contra su rostro, fue la respuesta que el Japonés recibió. La sangre manaba suavemente por el hilillo que corría desde la comisura de sus labios. Sen, se quedó mirándole de todas maneras, reflejando en sus ojos una mezcla de odio y deseo que Sword por un segundo tuvo miedo de querer descifrar. “¿Te duele?” preguntó el hombre más joven con malicia.
“Sí.” Respondió Sen quedamente, aún consternado por lo que había ocurrido.
“Bien.” Dijo Sword mirándole a los ojos, “Amarme es amar el dolor…” continuó, mientras con su lengua borraba el camino trazado por la sangre, “que nunca se te olvide, que puedo darte ambas cosas, que solo de mi podrás recibirlas y que solo a mi me pertenece hacerlo.”
Sen, en lugar de responder a las palabras de su amante, se limitó a cerrar los ojos, recordando la vez en que se habían dicho que se amaban por primera vez y cómo él mismo había dicho que aún si ese preso, Swordfish, de quien había caído preso hacía ya tantos meses, le matara, a él no le importaría, pues al menos habría sabido lo que había sido vivir.
El japonés le tomó de las caderas, obligándolo a moverse hacía él. “Haz que me duela, entonces.” Susurró contra los labios de Sword, a la vez que acomodaba su pelvis contra la del otro. Su creciente deseo haciendose más notorio. “No me importa si amarte duele, Sword.” Respondió Sen, antes de caminar, alejándose de él, invitándolo a que le siguiera, “No valdría la pena si no fuera así.” Le escuchó decir el mandamás de la cárcel, antes de seguirlo hacia su celda.


Ariadne, Mayo 13 de 2006

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