Akashi y Kuroko tenían un tiempo desde que comenzaron una relación.
Una tarde en particular, una “vidente” topo con ellos en la calle. Ella aseguraba poder decirles a ambos que paso en su vida pasada, ambos eran escépticos en el tema; pero aceptaron solo para saber que tanto podía mentirles aquella mujer.
Tomo la mano de ambos y las miro fijamente.
—Ustedes dos—Alzo la vista—, se conocen en su vida pasada.
— ¿Cómo dice? —Pregunto Kuroko—, ¿Qué Akashi-kun y yo…?
—Así es—Miro de nuevo las manos—, no los conozco en absoluto, pero puedo asegurarles que desde el primer momento que se vieron, ambos sintieron una atracción muy fuerte, en especial el joven Akashi. ¿Me equivoco?
— ¿Cómo sabe mi nombre?
—Tu nombre no ha cambiado desde hace unos quinientos años, mucho menos tú cara—Miro a Kuroko—. Es lo mismo para Kuroko
—Entonces—Dijo Kuroko, esta vez estaba más integrado por lo que podría decir esa mujer—, ¿Qué clase de relación tuvimos Akashi-kun y yo hace quinientos años?
— ¿Quieren que les cuente? —Pregunto—. Lo haré con todo gusto, solo si prometen dejar de pensar que los quiero engañar. Si les digo que se que fueron en su vida anterior, ¡Es porque lo sé!
Después de una disculpa, la mujer comenzó a contar la historia.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Hace años, en un pequeño pueblo, un joven se había enamorado de un chico y una chica al mismo tiempo: durante mucho tiempo lo mantuvo en secreto… Pero como en todo lugar pequeño, tarde o temprano todos se enteran…
No quisieron matar al joven, porque al final de cuentas, también quería a una mujer, después de meditarlo mucho, llegaron a la conclusión de llamar a la mejor hechicera del pueblo y que ella decidiese que hacer para evitar que eso pasase… Lamentablemente para ese joven, esa anciana sobrepaso el límite.
Un joven noble llora amargamente a un lado de un ataúd claramente lujoso; desde hace años antes había sido maldito, “Todo hombre o mujer que tú ames será maldito y terminará muerto” Dijeron ellos.
Un joven de la misma edad, hijo de la realeza, frágilmente sostenía su mano mientras lloraba, brindándole consuelo. Aquel elegante y muy respetuoso príncipe siempre le reconfortaba.
El príncipe siempre le sugería al chico de ojos azules que le pidiese más, así, de alguna manera desahogaría aquella soledad…En la noche, delicadamente: las prendas caían, los suspiros llenaban la habitación, el calor los consumía, la cama cada vez se hacía más pequeña para ellos dos. Ambos seguían convirtiéndose en uno mismo: no importaba a donde los estaba llevando este pecado.
El príncipe siempre lo había deseado. No se detendría hasta que quedase seco, que ningún sentimiento exista más dentro de él. Ahora ambos estaban encadenados… Estaban encerrados en esa prisión de amor… O por lo menos, eso pensaba.
Aquel joven noble siempre trataba de llenar el dolor en su corazón con amores reemplazables, sin darse cuenta de todas las cicatrices que ya tenía. A su parecer… Nada lo podía satisfacer.
—Sigo sin estar completamente seguro de esto, Akashi
—Todo está bien, Tetsuya
Ambos compartiendo la misma cama, las prendas marcaban el camino desde la puerta, Kuroko descansaba tranquilamente en el pecho de Akashi, las sabanas se enredaban alrededor de sus cuerpos.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Para la sociedad, Akashi era una persona perfecta, para las mujeres el mejor partido posible; Fama, riqueza, una apariencia prefecta, estatus, una persona de carácter, responsable… Era de suponerse, siendo un príncipe lo tendría todo… Aun así, él estaba maldito y nunca obtendría lo que realmente quería.
Cuando se aburría, salía a dar paseos por lugares del pueblo que casi nunca visitaba. Siendo tan conocido, no era de extrañarse que varias, o tal vez cientos de mujeres se acercasen a tratar de coquetear un poco
Mientras paseaba, a lo lejos logro ver que un ataúd más era llevado al cementerio, entre la multitud logro escuchar el mismo llanto de siempre. Siguió caminando sin detenerse, una media sonrisa aprecio en su rostro.
—“Son tantos ataúdes—Pensaba—, que ya ni siquiera sé quien es quien”
Otra trágica pérdida de un amor se repitió. Realmente, ¿Ese es su lamentable destino?
Una vez más, cuando todos se habían ido ya, Akashi se quedo con Kuroko, sostenía su frágil mano mientras lloraba. ¿Quién era esta vez? Leyó en la lapida “Aomine Daiki”. Por el simple apellido se dio cuenta de que se trataba de un noble.
Siempre, siempre: Kuroko buscaba un amor reemplazable. Tanto él como Akashi sanaban sus heridas, uno con otro. Esa habitación ya había visto muchas veces la misma escena, y las seguiría repitiendo hasta que el deseo se acabase…Pero, cada vez que lograba hacerlo sentir mejor, aunque sea en lo más mínimo, el deseo iba en aumento. Era prisionero del amor y deseo.
-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…
Cuando se quedaba con Kuroko mientras este lloraba, llevaba consigo una rosa, que él mismo cortaba con sus tijeras, y la ofrecía en manera de consuelo.
Cada vez que se enamoraba, ese hombre o mujer terminaban muertos: Akashi lo sentía tanto por él… Siempre le pedía que lo dejara reconfortarlo, aunque había algo que siempre le causaba molestia, Kuroko lloraba una y otra, y otra vez, pero no dejaba de buscar a alguien. ¿Eso no lo convertía en pecador por estar con tantos? ¿No pensaba detenerse?
Eso pensaba, mientras lo veía a lo lejos, esta vez era un chico alto con el cabello rubio.
“¿No será tiempo de rendirte?—Se repetía algo molesto—“Mejor deberías venir conmigo… No importa cuánto lo desees, el final feliz que deseas nunca llegara”
“Hey… ¿Te has dado cuenta que todas las tragedias no son casualidad? No… No, No. Por supuesto que nadie lo haría, nadie sospecharía del príncipe. Todo, absolutamente todo, es por una maldición, ¿No es así?”
Las tijeras que usaba para cortar las rosas se manchaban de rojo carmesí; el golpe fue en la espalda, el joven rubio no lo vio venir.
El pecado está presente una vez más, las manos nuevamente están manchadas con sangre. Eso le hacía sentirse algo triste. Por estar encadenado a esa prisión de insana tristeza. Vaya, entonces, ¿El príncipe Akashi era un Insensible? ¿Un paranoico con el corazón roto?
Casualmente Kuroko pasaba por un callejón, casualmente vio la sombra de Kise Ryouta, y casualmente vio cuando Akashi lo mataba…
—Rápido—Dijo Akashi quien se cubría la cara mientras estaba arrodillado en el suelo a un lado del cuerpo— Si quieres revertir la maldición, apresúrate… Termina con esto… Con tus propias manos…
Las tijeras estaban tiradas detrás de él, a unos escasos centímetros de los pies de Kuroko. Akashi escucho cuando las levanto y como poco a poco se acercaba a él.
—“Vamos, vamos—Pensaba Akashi con desesperación—Ahora…”
Un golpe en el medio del pecho, justamente en el corazón. Ni siquiera se dio tiempo de terminar el pensamiento.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
Un joven noble con suerte estaba riendo frente al más lujoso ataúd que ha visto. Sostenía una rosa en ambas manos.
—Ellos dijeron—Kuroko hablo en voz alta—, que al hombre o mujer que yo ame, será maldito y terminara muerto.
Cuando el ataúd comenzaba a descender, dejo caer la rosa.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
—Así fue su historia juntos—Terminaba de relatar la mujer—, no tuvo un final del todo feliz, pero vaya, ambos se amaban. He ahí la razón de tanto cariño: esas almas finalmente están juntas.
—No puedo creer que eso pasase—Dijo Kuroko—Akashi-kun no sería capaz de…
—Bueno—Dijo la mujer antes de irse—, eso fue hace años… Aunque, sigue siendo la misma alma, y he de advertirte… Las acciones luego se convierten en costumbres.
Una vez solos, ambos comenzaron a caminar nuevamente. Kuroko no sabía cómo reaccionar después de eso.
—Tetsuya—Akashi lo llamo tranquilamente—, no te preocupes. Eso, en caso de ser cierto, pasó hace años. Sabes que yo no sería capaz de hacerlo.
—Si, tienes razón. Lo pasado en el pasado se queda—Dijo Kuroko mientras abrazaba a Akashi—, Perdón por hacerme ideas tontas
—No te preocupes…
Suavemente acaricio su cabello… Ah, con esa caricia se sentía tranquilo…
Un pensamiento cruzo en su cabeza repentinamente…
“¿Qué no antes de estar con Akashi-kun…Aomine-kun, Kise-kun, Kagami-kun, Midorima-kun y Momoi-san murieron?...Todos ellos, en algún momento salieron conmigo, a todos les gustaba… Y no solamente eso, los cinco murieron de una puñalada en el pecho… Con unas tijeras…”