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Destrucción por Chokoreto_zu_zu

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Capítulo IV

Tatsuha Uesugui’s side

Desde que nació el pequeño Tatsuha, el menor de los Uesugui, este había sido consciente de las extrañas presencias que solían habitar otro plano espiritual, quizás podía atribuírselo a la herencia de su familia,  su padre tenía grandes expectativas, más bien las tenía en sus dos hijos varones quienes parecían tener el “don”, de que estos siguieran sus pasos y como parte de esta prestigiosa familia cuidaran del templo y sus tradiciones, por momentos Tatsuha por ser el menor se veía opacado por su hermano mayor quien parecía estar bajo el ojo vigilante de su padre.

A Eiri no parecía molestarle o eso le parecía, le aburría un poco la falta de atención de parte de su padre y eran pocas las veces en que Eiri las que se podía escapar de sus lecciones con su padre y pasar una tarde juntos cazando bichos o que Eiri le leyera alguna historia fantástica, siempre le había parecido que a Eiri le gustaba contar historias, incluso cuando alguna no le agradaba en el final el podría inventarle uno.

Entonces un día Eiri le confesó que le gustaría ser un escritor, le preguntó sobre que haría entonces acerca de su deber con el templo, este le dirigió una mirada triste, por un lado parecía que del deber lo ataba a ese anticuado lugar, era el legado de su familia y por el otro estaban sus sueños y metas propias, no parecía que pudiera escapar de su destino. Hasta que un día su hermana mayor vino a casa en compañía de un extraño hombre, ese hombre parecía más cautivado por su hermano que por su hermana y de un momento a otro cambió el destino de Eiri llevándolo a vivir a Nueva York.

Tatsuha de cierta manera estaba feliz pero se sentía algo solitario, Mika parecía tener muchas responsabilidades y nada de tiempo para jugar con él y solo era cuestión de tiempo de que su padre volcara su atención en él, la atención que en algún momento había anhelado, que de un momento a otro le pareció una maldición. Aprender rezos y conjuros extraños era su misión, con el tiempo había aprendido a interactuar con aquellos espectros que de pequeño solían fascinarle y asustarle, a su vez se ganó la admiración de las muchachas del barrio.

Su padre lo mantenía muy ocupado y solo se mantenía de la escuela a la casa, era una transición muy aburrida, de solo imaginarse como un monje viejo y aburrido sentía que quería morir, hasta que un día de vuelta a casa un grupo de chicas llamó su atención, frente a una tienda de discos hablaban de manera exagerada sobre cierta personalidad, un cantante y su nuevo disco, pudo ver el poster Nittle Grasper era el grupo musical donde el prometido de su hermana tocaba pero nunca había prestado atención realmente, las chicas habían notado su mirada curiosa pero su padre no se lo permitiría, su padre lo alejaba de las cosas “pecaminosas” que pudieran contaminar su alma, debería darse vuelta y volver a casa pero una de las chicas le guiñó un ojo y como abeja a la miel se acercó con una sonrisa boba, preguntó sobre aquello que las enloquecía de momento, una de ellas no dijo más solo le puso los audífonos y de inmediato no supo más, aquella melodía pegajosa, aquella voz todo en su conjunto lo había seducido ¡¿quién era responsable de esto?!

“Si te ha gustado deberías comprar el CD, Nittle Grasper es…”

No escuchó lo que tenía que decirle esa chica cuando se encontró comprando el CD y corrió a casa a escuchar el sonido del “pecado”.

Ya no era un simple niño, aunque fuera menor de edad le gustaban las chicas mayores a veces con algo de habilidad podía ver debajo de las faldas y hacer anotaciones sobre el color de las pantis o copas de sujetador de algunas de ellas y sin lugar a dudas se convirtió en un monje pervertido, todo lo contrario a lo que debería ser o lo que su padre esperaba que fuera, por eso los regaños constantes de su padre cuando lo encontraba “pecando”, y todo esto se lo atribuía su padre a su encuentro con la música y con ese tal “Ryuichi”.

Su padre era un viejo gruñón que no entendía nada de la modernidad, ¿no entendía que el periodo showa había pasado hace siglos? Esa noche se escapó luego de que confiscaran sus discos originales de Nittle Grasper, no podía vivir sin escuchar a su “Honey”, de un momento a otro estuvo abordando el tren a Tokyo, se despejaría un poco en la gran ciudad ya que pensaba que Kyoto era algo aburrida, la gente era demasiado tradicional para su gusto.

Visitaría a su hermano, tiempo tenía que no tenía nuevas sobre él, apenas alguno que otro artículo que los paparazzis hacían llegar a los portales de noticias, pero lo que más le preocupó fue ver el repentino hiatus de Bad Luck.

Si bien podía definir a Shuichi como su cuñado favorito a quien quería follarse algún día, aún no comprendía como su hermano había tenido tanta suerte, quizás debía atribuírselo a su fama aunque sabía que ambos no se habían conocido por medio de esta. Shuichi no era como Tohma Seguchi, ese hombre que de cierta manera inspiraba cierto miedo y podía comparar con un demonio pese a su carita de ángel, Shuichi si era un verdadero ángel, una persona que nunca le pareció tener malicia y demasiado inocente para su propio bien.

Por medio ciertos foros chan donde compartían información de sus ídolos favoritos llegó a dar con el nuevo domicilio de su hermano, quizás su hermano no era aún capaz de comprender la obsesión y locura de los fans de la “pareja de oro”. Siguió la dirección llegando un lujoso complejo de apartamentos, cada vez parecía que aumentaban sus exigencias, estaba punto de hablar con el portero cuando a una persona conocida le estaba exigiendo permiso para ingresar.

-          Kumagoro quiere visitar a Shu-chan – esa persona sostenía ese extraño conejo rosado mientras movía su patita de un lado a otro como si exigiera lo que pedía su dueño, el portero parecía confundido y no muy convencido.

 

-          ¿Honey?  - dijo casi sin salir de su impresión porque ver a Ryuichi no era algo que esperaba hacer tan pronto.

 

-          ¿Tat-chan? – de inmediato Ryuichi lo reconoció y se sintió en el cielo – Tat-chan este hombre malo me quiere dejar entrar a ver a Shu-chan, quiero ver a Shu-chan.

 

-          No te preocupes Honey, yo me encargo – le tomó de la mano mirándolo con tanta seguridad que Sakuma de inmediato comenzó a brincar de felicidad.

 

-          ¿Oíste eso Kuma-chan?- Ryuichi ahora le hablaba a su conejo rosado, quizás a Ryuichi Sakuma le podía faltar un tornillo pero no le importaba, le parecía adorable a su manera.

 

-          Ehm, disculpe, pero vengo de visita a ver a mi hermano, Eiri Uesugui, soy Tatusha Uesugui su hermano menor y el Sakuma Ryuichi, vocalista de Nittle Grasper, ¿entiende? – dijo con firmeza y el portero solo le miraba como escudriñándolo de arriba abajo.

 

-          ¿Tiene permiso del residente? No me han informado que deje a pasar a nadie con sus características, ni siquiera está en la lista de personas admitidas.

 

-          ¡¿Qué?! Como que no estoy?! Esto es una deshonra contra nuestra familia, no sabe lo unidos que somos mi hermano y yo, no me puede negar el derecho de verlo! – el portero solo se sintió incomodado y trató de controlarlo – ¡No! Hemos sido separados por nuestras familias, apenas lo podía ver en navidad, Eiri es lo único que tengo en la vida, mamá murió de una grave enfermedad y mi padre es un viejo borracho, me tuvieron que llevar a un orfanato donde me crie en la soledad y con las esperanzas de ver de nuevo a mi hermano y cuando supe que era un escritor famoso, lo reconocí en todas las portadas de los periódicos! Era él, no me puede negar reencontrarme con él!

 

-          Entonces llamaré al propietario para verificar….

 

-          -¡NO! No sabe que es una visita sorpresa, este es un reencuentro único, de 10 años sin vernos ¿piensa arruinarlo?! – comenzó a llorar de manera dramática e incluso sin habérselo esperado había conmovido al portero y Ryuichi lloraba a moco suelto, la puerta se había abierto de manera inesperada y no pudo desaprovechar la oportunidad para entrar tomando de la mano a Sakuma. Esto ya lo podría anotar en su libreta de logros personales.

 

Subieron en el ascensor hasta el piso 15, Sakuma se limpiaba la nariz con un pañuelo estampado en kumagoros, le pareció adorable, debía conseguir ese pañuelo, pensó.

 

-          ¿También viniste a ver a Shu-chan? – preguntó Sakuma rompiendo el extraño silencio en el ascensor, sintió su corazón latir tan rápido que de un momento a otro quería que el ascensor se detuviera y en su cabeza una extraña fantasía de hacérselo en el ascensor se formuló, pero rápidamente volvió a la realidad ante la mirada curiosa de Sakuma.

-          ¡C-claro! Estoy muy preocupado por Shuichi.

-          Hace tiempo que quería ver a Shu-chan pero Tohma es malo y me tenía muy ocupado – hizo un puchero, la puerta del ascensor se abrió.

Tocaron la puerta, Tatsuha esperaba que la información del foro fuese cierta y entonces ahí vio a su hermano con una cara de pocos amigos frente a él.

-          ¿Qué demonios haces aquí? – Sakuma se había mantenido tras de él y salió repentinamente haciendo notar su presencia.

 

-          -Shuichi no está en condiciones de ver sus horribles caras – trató de cerrar la puerta.

 

-          ¡Qué malo eres Aniki! – dijo Tatsuha metiendo el pie impidiendo que esta se cerrara.-Vamos Aniki déjanos entrar! Con tu cara de amargado es obvio que Shuichi no está en condiciones de ver a nadie, seguro le pegaste tu amargura.

 

-          ¡Pobre Shu-chan! – dijo Sakuma escandalizado y entonces ayudó a Tatsuha a empujar la puerta, si al fin y al cabo Yuki no era tan fuerte como quería como para contener a esos dos idiotas, que terminaron entrando victoriosos al apartamento.

 

Sakuma de inmediato comenzó a buscar a Shuichi en todos lados, en la sala, la cocina, el baño, la terraza, debajo del comedor, en los cajones de la cocina, el rubio el palmeó el rosto ante su estupidez, de inmediato parecía que se le había prendido el foco y fue a la habitación y aunque quiso detenerlo Tatsuha se lo impidió.

 

-          Vamos hermano no seas tan gruñón, quizás mi honey lo puede animar, después de todo es su ídolo, ¿no?

 

-          Ustedes no entienden nada – expresó Yuki fastidiado caminando hacia la habitación donde oía a Sakuma diciéndole a Shuichi que se levantara para jugar con su horrible conejo rosado.

 

Tatsuha le había seguido, la habitación estaba a oscuras y había un bulto en la cama que podía identificar como Shuichi, su cuñadín, pero había algo extraño, apenas lo vio asomar la cabeza entre las mantas.

 

Shuichi parecía que había decidido incorporarse ante las peticiones insistentes de Sakuma, aunque rápidamente notó que este no emanaba la misma energía que siempre.

 

-          ¿Shuichi tiene un resfriado? – preguntó en un susurro.

-          No lo sé – dijo Eiri con un aire cansino – No ha podido emitir ni una palabra desde hace un mes  - Tatsuha de inmediato lo miró sorprendido. No esperaba que fuese algo tan “grave”.

-          Acaso ningún médico puede ayudarle o qué?

-          Tatsuha, créeme que si fuera así, hace un buen rato que no estaríamos en esta situación – Tatsuha había notado que su hermano parecía cansado incluso trasnochado, era obvio que esto le estaba afectando a él también, y aunque pareciera un bastardo frío, era signo de que se preocupaba y cuidaba de Shuichi.

-          Aniki…

-          Tatsuha agradezco la visita pero tu presencia aquí tampoco me va a ayudar, estoy cansado de todo esto – Yuki se echó en el sofá con los brazos estirados.

 

Tal vez era así, se sentía algo incomodo, tampoco parecía que le podría sacar conversación al respecto.

 

La voz de Sakuma llamó su atención trataba de hacer que Shuichi coloreara con él un dibujo que Kumagoro había hecho para Shuichi.

 

Tatsuha se acercó a Shuichi casi corriendo al verle allí en la sala, vistiendo aquella adorable pijama, pero no era eso lo que más le había llamado la atención. La alarma en la cabeza del escritor se prendió a ver a su hermano cerca de su amante.

 

Shuichi de cierta manera no había tratado de huir, pero miraba extrañado a Tatsuha porque este no le miraba con aquella lujuria que era habitual en él.

 

-          Tatsuha, te juro que…

 

-          Aniki, dime, ¿puedes ver lo que yo veo? – preguntó casi en un tono temeroso.

 

-          ¿De qué demonios hablas?

 

-          Shuichi – Yuki parecía fastidiado – Su cuello – entonces captó su atención, Shuichi lo miró extrañado  - Esto es horrible – dijo alterándolo, Shuichi miró a Yuki sin entenderlo.

 

-          ¿Entonces no estoy alucinando? –dijo casi de manera inconsciente.

 

-          Aniki, ¿por qué no me has llamado en todo este tiempo?! – Tatsuha le gritó, parecía molesto al respecto.

Yuki tomó a Tatsuha del brazo obligándolo a separarse de Shuichi, ambos se fueron a la cocina dejando a Sakuma y a Shuichi algo confundidos.

-          ¿Qué has visto?

 

-          Hermano, esto no te va a gustar.

 

-          ¡Habla!

 

-          Alguien ha maldecido a Shuichi –confesó dejando helado al escritor.

 

 

-          Mientes.

 

-          Tu lo has visto también, aunque ya no entrenes tus habilidades aun puedes verlo ¿no es así?

 

-          Entonces quítale eso de encima.

 

-          Vaya, pareces desesperado – Eiri lo tomó del cuello de la camisa dándole a entender que no estaba para bromas – No es tan fácil, no se trata de un simple espectro, es una maldición muy poderosa, por lo general algo como esto no debería afectar a alguien como Shuichi, el.. es una persona con una buena energía, incluso su carisma sería capaz de evitar que le afectaran cualquier tipo de hechizos tontos.

 

-          Pero esto no es un hechizo tonto, no es así.

 

-          Solo he visto esto en un pergamino antiguo del templo, en los historiales de la familia pero…

 

-          Entonces sabes como exorcizarlo.

 

-          Es muy peligroso, si algo sale mal puedo matar a Shuichi, e incluso podría matarnos a todos.

 

-          ¿Entonces sugieres que no haga nada?

 

-          Quizás el viejo pueda hacer algo, el tiene más experiencia que yo en esto.

 

-          Patrañas, el viejo solo es un dolor de cabeza.

 

-          Eiri, estas siendo algo inmaduro.

 

-          Solo soy realista, el viejo no querrá ni ver a Shuichi ni en pintura, y ya tomé mi decisión cuando decidí ir en su contra – Tatsuha soltó un suspiro ante las palabras de su hermano, sabía bien los términos de la relación de su padre y hermano pero creía que nada perdía con intentarlo.- ¿Qué más sabes de esa cosa?

 

-          Lo poco que recuerdo… si llegáramos a tener éxito, la maldición se revertirá, es decir, que se devolverá a la persona que la ha lanzado.

 

-          Entonces sería lo más justo – dijo el rubio sin ocultar su resentimiento, quien hiciera sufrir de esa manera a Shuichi no tenía por qué simplemente salir bien librado.

 

-¡Shu-chan!- la voz de Sakuma atrajo su atención, vio como Shuichi tosía de manera insistente veía como la marca rojiza se oscurecía, era como si algo estuviera apretando el cuello de Shuichi, quiso intentar tocarlo y detenerlo pero Tatsuha se lo impidió.

- La maldición está avanzando rápidamente, no puedo ayudar a Shuichi aquí, debemos llevarlo al templo – insistió Tatsuha ante la mirada desafiante de su hermano, era la salud de Shuichi que estaba en juego, maldición, no podía quedarse de brazos cruzados y dejarle así, tomó a Shuichi ayudándolo a levantarse tendría que abrigarse y colocarse ropa adecuada para salir.

Shuichi no podía entender lo que ocurría, el dolor simplemente le consumía, no quería hacer nada ni ir a ningún lado, Eiri lo tomó de sus hombros diciéndole que reaccionara que siguiera luchando, que no se rindiera, todo saldría bien.

Tatsuha no estaba seguro de que su padre accedería a ayudar a Shuichi pero su padre era un monje, y como él le había enseñado los monjes tenían la misión de ayudar a la gente. Sakuma no entendía del todo lo que ocurría o alteraba a ambos hermanos pero había decidido que apoyaría a Tatsuha con lo que necesitara, Tatsuha sentía que flotaba cuando Ryuichi tomó su mano.

Todos bajaron al sótano del edificio donde el Mercedes de Yuki estaba estacionado, hizo que Shuichi entrara al auto y le colocó el cinturón de seguridad, encendió el motor y a toda velocidad tomaron la autopista que los llevaría a Kyoto.

Shuichi se había quedado dormido en el viaje, Yuki pensaba que esto cada vez se ponía peor, Tatsuha solo trataba de meditar y prepararse para lo que ocurriría.

En pocas horas llegaron a Kyoto, Yuki hizo que Shuichi bajara del auto, estaba tan adormilado y débil que prefirió llevarlo en brazos.

Tatsuha llegó a la habitación donde su padre debía estar rezando en ese instante, abrió las puertas sin tocar o anunciarse.

-          ¡Padre!

 

-          ¿Ahora soy tu padre? – preguntó el mayor sin moverse un milímetro de su postura ritual – Saliste del templo sin avisar saltándote tus obligaciones – le reclamó. Tatsuha sabía que esto ocurriría, su padre no estaba contento con que escapara del templo a buscar placeres mundanos pero ahora no era momento de discutir.

 

-          Padre esto es urgente – el monje le miró no muy convencido – Es sobre Eiri – continuó esta vez ganándose su atención – Y sobre Shuichi – al mencionar el nombre del joven cantante el hombre arrugó la frente y junto su manos como si pretendiera continuar su rezo.

 

-          Pensé que ese hijo ingrato mío no necesitaba nada de mí.

 

-          Padre ¿es que no quieres arreglar las cosas con Eiri? El te necesita en este momento.

 

-          Que venga él y me lo diga entonces – su padre era terco, tenía ganas de gritarle a ese viejo terco, al final su padre y su hermano no se llevaban bien porque ambos eran iguales en el fondo, sus personalidades terminaban colisionando y en consecuencia peleándose.

 

-          Padre – esta vez una tercera persona que no se había esperado le había hablado, el monje se sobresaltó al escuchar la profunda voz de su hijo mayor – Se que hemos tenido roces en el pasado, que no están feliz por haber tomado un camino diferente al que habías proyectado para mí, pero pido que dejemos eso atrás en este momento, necesito que ayudes a Shuichi, él es importante para mí – el monje miró a su hijo que tenía una expresión de derrota en su rostro, casi se queda sin aliento al ver como este se arrodillaba frente a él – Haré lo que pidas, si quieres que vuelva al templo, volveré, pero por favor ayúdale – nunca había visto a Eiri pedir algo de esa manera, realmente esto no era una tontería.

 

El monje se levantó exigiéndole que se levantara, no estaba al tanto de que ocurría pero estaba seguro de que podría ayudar, Tatsuha lo guió a una habitación, reconoció que era una habitación ritual, al entrar vio allí en el centro a Sakuma, ese quien también había seducido a su hijo menor, sacudió esos pensamientos de su cabeza no era momento para algo así. Su atención se vio enfocada en la pareja de su hijo mayor, el joven cantante estaba acostado en el centro de la habitación, parecía dormido, pudo de inmediato al observarlo notar algo extraño, al igual que la presión en el aire a su alrededor se hacía más pesado a medida que se acercaba.

 

-          Esto es… - miró horrorizado la marca rojiza en el cuello de Shuichi – Es una maldición muy poderosa y antigua. Es una serpiente que busca consumir a su huésped.

 

-          ¿Padre sabes cómo exorcizarla? – preguntó Tatsuha.

 

-          Es muy peligroso – miró a Tatsuha y Eiri – Quien le ha hecho esto, realmente ha buscado dañarle ¿Por qué esperaste tanto a venir aquí hijo estúpido? – le dijo a Eiri quien se sobresaltó ante aquel regaño – Tatsuha prepara todo, busca el pergamino sagrado, las velas, has todos los preparativos.

 

Tatsuha corrió a buscar hacer los preparativos, Ryuichi se ofreció a ayudarle, Tatsuha no se pudo negar. Yuki miró a su padre aun sorprendido de que accediera a ayudarle, se acercó a Shuichi quien parecía estar sufriendo, tomó su mano.

 

-          Estará bien – dijo el mayor. Eiri asintió agradecido.

Tatsuha no tardó en hacer los preparativos, apoyaría a su padre en este evento tan importante en toda su carrera como monje, su padre le pidió a Eiri y Sakuma que se alejaran de Shuichi pues las cosas se complicarían a partir de ahora y cualquier distracción podría ser letal, Eiri no poseía la destreza como para apoyar a su padre en ese momento así que no le quedó más que obedecer aunque quisiera estar al lado del cantante que parecía luchar en cada respiro que daba.

Bajo la tenue luz de las velas iniciaron los rezos, Shuichi ahora portaba un yukata de color blanco, necesario para la purificación, aquella prenda estaba bañada con agua del pozo del templo.

Yuki vio como en pocos minutos de oraciones el cuerpo de Shuichi comenzaba a retorcerse de dolor, quiso ir con él pero Tatsuha le gritó que mantuviera su distancia, ellos habían hecho una barrera alrededor del circulo ceremonial que habían formado si entraba estaría perdido.

La voz de Shuichi que hacía más de un mes no escuchaba ahora gimiendo adoloridamente le provocaba una impaciencia terrible.

-          Shuichi resiste – se dijo apretando sus puños. Sakuma se había quedado observando pero aquello era más de lo que podía soportar, había comenzado a sentirse mal por el sufrimiento que Shuichi debía estar experimentando en ese momento.

Las velas comenzaban a apagarse la presencia malignase negaba a dejar el cuerpo del cantante.

-          ¡Regresa de donde viniste!  - dijo finalmente el patriarca de los Uesugui, colocando un sello en su frente, entonces no pudo verlo con certeza pero una presencia descontrolada se desprendió del cuerpo del cantante chocando contra las paredes de la habitación, tuvieron que cubrirse, Yuki sintió como aquella presencia le había rozado provocándole un ligero corte en la mejilla.

Un hueco se había hecho en la puerta de la habitación, seguramente esa cosa había salido de allí hacia un rumbo desconocido.

-          Era imposible contenerla – explicó su padre – Lamentablemente buscará su origen, la persona que ha lanzado la maldición- a Yuki no pareció importarle mucho ese dato, solo sabía que Shuichi estaba a salvo, se acercó a él notando que apenas respiraba – Está débil, esto lo ha debilitado mucho, necesitará descansar. Se pueden quedar en casa hasta que se recupere – dijo el monje saliendo de la habitación al ver que el cantante recobraba la consciencia.

Tatsuha puso una mano en su hombro, todo estaría bien, no dudó en agradecerle. Shuichi abrió sus ojos algo desorientado de seguro esta habitación no le resultaría nada familiar.

No explicó más de lo necesario pues estaba seguro que Shuichi no entendería del todo temas espirituales y complicados como aquellos, omitiendo también el hecho de que la maldición se revertiría. Shuichi no era capaz de pensar en alguien que le odiara tanto como para lanzarle una maldición, solo podía asegurar que aquello daba mucho miedo y agradecía de tener a Eiri con él.

Su proceso de recuperación fue rápido, era un chico joven y enérgico, realmente había disfrutado de la hospitalidad de la familia Uesugui, la última vez que había pisado el templo no había dejado una buena impresión pero ahora podía estar allí y conocer el hogar de su amado Eiri.

-          ¿Tú también podías ver espíritus? – preguntó Shuichi fascinado.

 

-          No, no tengo talento para esas cosas – dijo Yuki con su característica pesadez.

 

-           Yo creo que sí, tu lo pudiste ver desde el principio cuando nadie más lo hacía – dijo Shuichi con una gran sonrisa – Si hubieras sido monje seguro serías el más guapo. – se puso de puntillas robándole un beso rápido.

 

-          ¿A dónde vas? – preguntó el rubio a verlo alejarse hacia el interior de la casa, pues estaban recogiendo sus cosas para marcharse en ese instante.

 

-          Olvidé algo – dijo Shuichi sin darle más detalles. Se adentró a los pasillos del templo, si algo aprendió los pocos días de su estancia allí era donde podría encontrar a cierta persona – Perdone, Señor Uesugui – dijo anunciándose y abriendo la puerta, dentro estaba el patriarca de los Uesugui en su sesión matinal de rezos. Shuichi no recibió respuesta, pero su silencio pensó que podría interpretarlo como un “adelante” – Esto… - Shuichi ni siquiera sabía por dónde comenzar – Se que quizás no sea mucho de su agrado señor, pero realmente estoy muy agradecido por su ayuda, realmente yo amo cantar es una de las cosas más importantes para mí y gracias a usted puedo volver a hacerlo – Shuichi hizo una torpe reverencia – Prometo que cuidaré de Eiri, así que puede estar tranquilo. Estoy seguro de que pronto podríamos volver a visitarle, usted también le hace falta a Eiri – cerró la puerta despidiéndose.

Dentro el monje realmente había escuchado atentamente las palabras de aquel muchacho. Realmente aquel chico era una buena persona, el podía ver su aura, la energía tan preciosa que emanaba, era evidente que a ese chico le deparaban cosas más grande en el futuro y su amor por Eiri era sincero, su hijo había tomado un camino diferente al que él había proyectado pero había encontrado algo muy valioso.

Notas finales:

uff gracias a Dios he encontrado la fuerza para darle cierre a este fic, es increíble pensar que esto lo había dejado para mucho tiempo. Para quienes esperaban el final ojala les haya resultado satisfactorio, sino mis más sinceras disculpas. Me desanima un poco que el fandom esté tan apagado pero con tantos ships y animes nuevos en emisión era evidente que algo así ocurriría y este fandom quedaría en los anales de la historia… No me queda más que decir que todas aquellas GraviFans, ¡¡no mueran aún!! Espero poder seguir leyendo cosas dentro de este fandom que ya tiene sus añitos.


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